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(1985-1990)
Alan Gabriel Ludwig García Pérez, fue un abogado, orador y político peruano. Ejerció
como presidente del Perú en dos mandatos no consecutivos: de 1985 a 1990 y de 2006 a
2011.
Debido a la crisis económica por la que pasaba el Perú al iniciar el gobierno del APRA,
García utilizó un discurso antiimperialista para imputar al sistema financiero internacional
como el culpable de la nefasta situación económica por la que pasaban distintos países
pobres. No se rehusó a pagar la deuda externa, pero mencionó que lo haría sin poner en
riesgo el desarrollo del país.
Por otro lado, en 1985 los cancilleres de Chile y Perú firmaron el Acta de Lima, según
cláusulas contenidas en algunos artículos del tratado de 1929. Esta Acta no tenía un
carácter vinculante, ya que podían ser modificados en el futuro. Se buscaba llegar a
terminar de conciliar un régimen jurídico que pueda configurar el ejercicio de los derechos
del Perú en Arica, de manera plena y eficaz, sin perjudicar la soberanía de Chile. Para
ello, se estableció la Estación Terminal del Ferrocarril de Arica a Tacna a partir del
Malecón de Atraque. Además, se eligió un nuevo edificio para la Agencia Aduanera del
Perú. También, se construyó un monumento conmemorativo a la relación amical que
tenían los dos países., y se acordó un conjunto de arreglos más, pero de menor
importancia. Con Ecuador, estableció un diálogo con el objetivo de mejorar las relaciones
que tenía con el Perú, sobre todo después de los incidentes limítrofes que se dieron en
1981. Con Bolivia, se dieron algunos acuerdos comerciales y otros en relación a la lucha
contra el narcotráfico. Por último, en la relación con los demás países de la región, un
hecho importante es que el gobierno Aprista rechazó cualquier intervención extranjera en
la región. Esto a raíz de la ayuda que dio Estados Unidos a los golpistas en Nicaragua.
Toda esta maniobra diplomática realizada por García tenía más un trasfondo ideológico
antes que la búsqueda del desarrollo económico, tanto nacional como regional. En ese
sentido, se utilizó el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) como una “caja de
resonancia” del modelo heterodoxo que García venía impulsando en el país.
Tal era la situación al momento en que asumió el poder el gobierno aprista. En los
primeros días del gobierno, el ministro de Economía, Luis Alva Castro, siguiendo la
política trazada por García, anunció que se atendería el pago de la deuda externa sin
sacrificar más al pueblo y sin aceptar las condiciones propuestas por el Fondo Monetario
Internacional
(2006-2011)
Alan García fue elegido en las Elecciones generales de 2006 con un 52,62% en la
segunda vuelta electoral y ganó al candidato nacionalista Ollanta Humala.
Coincidentemente, el sábado 28 de julio de 1990, el día en que Fujimori asume el poder, era
también el día de su cumpleaños, así como también el día de la independencia.
Carlos Hurtado Miller salió en cadena nacional anunciando una reestructuración de precios,
que sería conocida como el "fujishock". Esta medida del gobierno permitió controlar
la inflación, pero provocó la devaluación de los salarios de la mayoría de la población. Era la
primera de muchas reformas de tendencias liberales y algunas de capitalismo clientelista, que
ocasionaron la eliminación del control de precios y el posterior cambio de moneda al nuevo
sol (un millón de intis).
A partir del ajuste económico de agosto de 1990 se redefinieron las funciones del Estado y el
mercado asumió un nuevo y fundamental papel en la economía del Perú, siguiendo con las
recomendaciones del Consenso de Washington, que proponía una reforma tributaria, una
rigurosa disciplina fiscal, la firme liberalización financiera y comercial, el establecimiento de un
tipo de cambio competitivo, la privatización de empresas, la eliminación de las barreras a las
inversiones extranjeras directas, entre otras.
Si bien llegó a estabilizar la vida económica y permitió la reinserción del Perú en el sistema
financiero internacional, así como la privatización de las compañías del Estado en manos de
extranjeros, también ocasionó despidos masivos de obreros y empleados públicos, así como
la supresión de las protecciones a la ineficiente industria nacional, lo cual llevó a su quiebra y
a altos índices de desempleo. En consecuencia, se redujo al mínimo la actividad sindical y
aumentó la actividad económica informal. Por otro lado, la reducción del Estado y la liberación
de la economía nacional fomentaron la inversión extranjera. Como resultado, en 1994 la
economía peruana creció un 13 %, a pesar de los despidos masivos acaecidos.
Masacre de Barrios Altos
La noche del 3 de noviembre de 1991 se llevaba a cabo una pollada en el primer piso del
inmueble ubicado en el Jirón Huanta N.º 840 para conseguir fondos para reparar ese edificio.
Aproximadamente, a las 23:30, seis individuos armados y encapuchados entraron al edificio
luego de bajar de dos vehículos.
Los atacantes cubrieron sus rostros con pasamontañas y ordenaron a los asistentes de la
reunión a tenderse en el piso, donde les dispararon indiscriminadamente por cerca de dos
minutos, matando a 16 de ellos incluyendo a un niño de 9 años, e hiriendo seriamente a otras
cuatro personas, uno de los cuales quedó permanentemente paralítico. Luego, los atacantes
salieron en dos vehículos. Durante la investigación, la policía encontró 111 casquillos y 33
balas del mismo calibre en la escena del crimen. Las investigaciones judiciales y los reportajes
de la prensa revelaron que los sujetos envueltos en el crimen trabajaban para la inteligencia
militar; habían sido miembros del Grupo Colina que era ya conocido por perpetrar un
programa anti-terrorista por órdenes del gobierno de Alberto Fujimori. Se verificó luego que los
atacantes buscaban atacar una reunión de subversivos senderistas que en realidad tuvo lugar
en el segundo piso del inmueble (mientras que la pollada y el ataque se llevaba a cabo en el
primer piso).
Masacre de Santa
La Masacre de Santa fue una masacre de campesinos llevada a cabo el 2 de mayo de 1992
por el Grupo Colina en la provincia de Santa en el departamento de Áncash, en la sierra de
Perú, en el marco del conflicto armado interno que tuvo lugar entre 1980 y 2000. Carlos
Alberto Barrientos Velásquez, Roberto Barrientos Velásquez, Denis Atilio Castillo Chávez,
Federico Coquis Velásquez, Gilmer Ramiro León Velásquez, Pedro Pablo López Gonzáles,
Jesús Manfredo Noriega Ríos, Carlos Martín Tarazona More y Jorge Luis Tarazona More
murieron en la masacre. Tras llevar a cabo la masacre, miembros del Grupo Colina, un
escuadrón de la muerte que operaba fuera del Ejército peruano, pintaron grafitis pro-
senderistas, como parte de una operación de bandera falsa. En la actualidad, todos los
miembros del Grupo Colina se encuentran encarcelados.
Masacre de La Cantuta
Tuvo lugar en Lima el 18 de julio de 1992. En La Masacre de La Cantuta el profesor decano
de la facultad de biología Hugo Muñoz Sánchez y nueve estudiantes de la limeña Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (conocida como La Cantuta debido al nombre
de la zona donde se encuentra) fueron secuestrados y desaparecidos por una escuadra
paramilitar (Grupo Colina), pertenecientes al Ejército Peruano aduciendo que eran Terroristas.
Crisis del Gabinete Hurtado
El 08 de agosto de 1990 (once días después de la toma de posesión de Fujimori) el Primer
Ministro y Ministro de Economía y Finanzas,1 Juan Carlos Hurtado Miller, anunció, la
imposición de una serie de medidas de emergencia (políticas de choque) necesarias para el
reducir la inflación heredada del gobierno de Alán García y de esta manera, poder situar la
inflación por debajo del promedio latinoamericano.
En febrero de 1991 (doscientos días después de su toma de posesión) el Presidente del
Consejo de Ministros y Ministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, dimitió a sus
cargos; la renuncia se produjo tras un escándalo político, debido al desacuerdo en el interior
del gabinete2 por la publicación de un programa alternativo de estabilización que había sido
elaborado por el Ministro de Industria, Turismo, Integración y Negociaciones Comerciales
Internacionales, Guido Pennano Allison, en el cual se proponía una ejecución gradual. Así
mismo, el continuo fracaso en la lucha contra la inflación y la crisis ocasionada por una
epidemia de cólera. Al mismo tiempo, todos los integrantes del gabinete pusieron su cargo a
disposición.
El presidente Fujimori, en un intento de poner rápido fin a su primera crisis de Gobierno, el 16
de febrero de 1991, tomó juramento al segundo gabinete, que fue encabezado por el
independiente Carlos Torres y Torres Lara y su principal novedad fue el nombramiento, como
titular del Ministerio de Economía, de Carlos Boloña Behr, también sin filiación política. Se
nombró además a 3 nuevos ministros, los demás permanecieron en sus carteras. Además
nombró al entonces Ministro de Trabajo y Previsión Social, Carlos Torres y Torres, como
Primer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores. De manera simultánea designó a Carlos
Boloña Behr como Ministro de Economía y Finanzas, quien se encontraba trabajando en una
organización internacional por lo que contaba con la confianza de la comunidad financiera
internacional. En los siguientes cambios ministeriales, se nombraron a tres (3) nuevos
ministros y los demás permanecieron en sus carteras.
Por otro lado, el 15 de septiembre Fujimori decretó un indulto selectivo para liberar a algunos
encarcelados en calidad de inculpados y de esta manera minimizar el exceso de población
carcelaria. El problema radicó en que la constitución del 79 facultaba al Congreso en el
ejercicio de ejercer el derecho a la amnistía y no al Ejecutivo, por lo que efectivamente varios
parlamentarios cuestionaron la validez de ese indulto. En relación a lo anterior, el poder
Ejecutivo sancionó un crédito suplementario al cual se opuso la Comisión Bicameral de
Presupuesto. En el congreso no se había debatió sobre el crédito debido a que Cambio ’90 y
el APRA no habían dado el cuórum. En medio de la controversia provocada, la sesión del
congreso el 10 de octubre se levantó por iniciativa del Ejecutivo y no se votó sobre el permiso
para que Fujimori viajara a la reunión de los Presidentes del Pacto Andino. Con respecto a
esto, el diario Expreso el 14 de octubre demuestra un claro reconocimiento sobre el conflicto
entre el Congreso y el poder Ejecutivo junto un indicio de las tensiones futuras que esto pueda
generar, al indicar que:
“El presidente Fujimori niega alentar o protagonizar la confrontación entre los poderes del
Estado pero la realidad es más fuerte que sus palabras. Quiéralo o no, él se halla inmerso en
un doble conflicto: con el legislativo por un lado y con el judicial por el otro…Desde luego el
presidente puede sentirse tentado a saltearse la legalidad a la garrocha, removiendo por
decreto a los jueces o cerrando el Congreso.”3
En diciembre de 1990, surge otro conflicto cuando Fujimori promulga parcialmente la Ley de
presupuesto para el año siguiente, mientras que el congreso insistía en mantener el proyecto
inicial. La Constitución del 79 no decía si el Presidente podía observar el presupuesto una vez
que fuera aprobado por el Congreso, ni tampoco si él podía promulgarla parcialmente”. Sin
importar la oposición formada en el Congreso, Fujimori suspendió, al amparo del artículo 211,
tres de los artículos de la ley aprobada por el congreso, de esta manera, logra ampliar los
poderes del Ejecutivo. Además, en febrero de 1991, el Consejo de Ministros se opuso a la
propuesta de “democratizar” las decisiones del gobierno y la modificó por completo antes de
que se publicara.
En mayo, anunció en el Congreso la firma del convenio antidrogas que había firmado con
Estados Unidos, El Congreso reaccionó interpelando al gabinete, pero no se pudo lograr
absolutamente nada debido a que en ese momento la oposición a Fujimori no era suficiente.
Por otro lado, el Congreso le proporcionó facultades al Ejecutivo durante 150 para que pudiera
legislar en las áreas de generación de empleo, inversión privada y pacificación (Ley 25327).
El primero de diciembre de 1991, las discrepancias entre el poder ejecutivo y el legislativo se
hacían más notorias, y es que tras la crítica del presidente Fujimori a los sueldos de los
congresistas en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE); la cámara de diputados se enfocó
en el Ingeniero Enrique Rossl Link, entonces ministro de Agricultura, que fue censurado por
ineficiencia. Días después el Congreso anunció la posible censura de Carlos Boloña, ministro
de Economía; luego de ello se reveló la acusación constitucional contra Alan García por
enriquecimiento ilícito, hecho que desvió la atención de las cámaras del legislativo. Cabe
recalcar que Fujimori en el discurso de clausura de la Convención Anual de Ejecutivos
(CADE), denunció la demagogia y los mezquinos intereses partidarios y propuso la no
reelección inmediata y la renovación por tercios o mitades de los parlamentarios. Dos días
después, el Ministro de Agricultura, Enrique Rossi Link fue censurados por la Cámara de
diputados y esta se considera como la primera vez que el Congreso haya censurado a un
ministro desde que se promulgó la Constitución de 1979, esto es un claro ejemplo de la
oposición cada vez más fuerte y mayoritaria en el Congreso. Frente a esta situación Fujimori
se rehusó a aceptar la renuncia.
El 6 de diciembre, en un discurso ante la Policía Nacional, se preguntó públicamente si no
habría un lobby de los lavadores narcodólares en el Congreso. Esa misma noche, el Senado
condenó tales acusaciones y tal moción se llevó a la Cámara de Diputados. Esto representó
para algunos diputados la ventana de oportunidad para sustituir a Fujimori por San Román,
mientras que para otros podría provocar un golpe militar por lo que prefirieron no intervenir.
A final de este mes, nuevamente el Congreso y Fujimori mantuvieron relaciones tensas sobre
el presupuesto. “Fujimori observó 41 artículos del presupuesto, pero esta vez no los promulgó
parcialmente sino que los devolvió al Congreso una hora antes de cumplirse el plazo, y sólo
un día antes de que el presupuesto debiera haber entrado en vigencia. En enero de 1992, el
Congreso promulgó el presupuesto original, dejando de lado las observaciones del
Presidente”. El presidente al enterarse de la reacción del Congreso amenazó que si no se
aplicaban esas leyes tal cual como pasó el año anterior, él suspendería las leyes objetadas
por medio del artículo 211, inciso 20. Sin embargo, por más que Fujimori haya expandido los
poderes del Ejecutivo, más allá de lo previsto por la Constitución de 1979 con respecto al uso
del artículo, la Constitución tampoco otorgaba al Congreso la potestad de revocar las leyes así
promulgadas.
El 5 de abril de 1992 disolver el Congreso de la República, intervenir el Poder Judicial, tomar
medios de comunicación —radiodifusoras, canales de televisión y periódicos de difusión
nacional.4 Lo que generó tensiones tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. Fujimori tenía
como premisa cumplir sus promesas electorales. Esta acción la realizó el Jefe de Estado a
través de una emisión televisiva a nivel nacional. Esto se daría horas antes de que la
Asamblea realizará la revisión de decretos, los cuales darían muchas prerrogativas a los
militares para eliminar el terrorismo que se consideraban un exceso y una violación a los
derechos humanos. Esta medida tomada por el presidente fue muy aceptada por la población
peruana un 80 % de apoyo esta decisión. Sin embargo, mientras que dentro del Perú se
aceptaba las medidas del Presidente, en el exterior las distintas organizaciones miraban con
recelo a lo que sucedía en el país. Lo consideraban “una ruptura del orden democrático” con
una estabilidad para concertar negocios o convenios con organismos internacionales y/o
transnacionales.
SEGUNDO PERIODO
Las elecciones de 1995 se dieron en un contexto bastante particular. Luego del autogolpe en
1992, estas fueron vistas como un “retorno a la democracia” tal como citan diversos autores.
En dicho proceso participaron figuras como Pérez de Cuéllar, Toledo, Belmont y Diez Canseco
Terry, entre otros (Murakami 2007:398). No obstante, es importante señalar cómo fue el
proceso y qué áreas cambiaron para favorecer una elección sin fraudes.
En primer lugar, la valla electoral fue lo bastante alta como para permitir la candidatura de
partidos de oposición (LASA 1995:12). Por otro lado, tal como señala el informe de LASA, se
hicieron ciertas modificaciones con la finalidad de incrementar la participación y fiscalización
de los ciudadanos. Esto se ve evidenciado en el reporte de los resultados a través de un
sistema computarizado. Un factor importante, es que la prensa privada no estuvo igual de
regulada que la nacional. De manera que, favoreció desproporcionadamente al candidato
oficialista.
A pesar que Pérez de Cuéllar lideró la intención de voto, la guerra con Ecuador jugó un papel
importante en la reelección de Fujimori. El expresidente, instauró el lema “El Perú no puede
parar” como mensaje principal para promover los beneficios de la continuidad en el gobierno.
Por otro lado, tal como señala Murakami, la población no vio en los candidatos una nueva
alternativa. Probablemente, debido al mantenimiento de las desgastadas estructuras de los
partidos, las cuales no lograron capturar por complemento a la población, así como las figuras
personalistas y autoritarias. Asimismo, la percepción de cumplimiento y buen gobierno por
parte de la ciudadanía, reforzó el voto hacia Fujimori. Tal como señala Pease “el colapso fue
en 1995 con el triunfo electoral de Fujimori. Ante la pregunta sobre por qué triunfa Fujimori,
Tanaka encuentra que a la oposición le faltó fortaleza para combatir el golpe de 1992. Una
señal del colapso fue: que ninguno de los partidos que eran parte del precario sistema anterior
llegó al 5 % requerido por el Jurado Nacional de Elecciones en las candidaturas presidenciales
de 1995” (2000). Finalmente, Fujimori logra alcanzar la presidencia bajo dudosas
circunstancias. Además, el oficialismo tuvo mayoría congresal. Las circunstancias para que
Fujimori lograra reelegirse, fueron en parte dadas debido al control dentro del gobierno.
Ya en 1995, el gobierno empezaba con condiciones mucho más favorables que las que se
conocían en la década de los 80s. Ya no había hiperinflación, se daban las primeras
inyecciones de capital financiero externo y la economía empezaba a circular. Sin embargo,
Fujimori no supo aprovechar tales condiciones para crear un verdadero desarrollo. En ese
sentido, no generó empleo ni disminuyó los niveles de pobreza en la sociedad, dos factores
que fueron de suma importancia, ya que eran los motivos por los cuales fue capaz de
reelegirse. Tal situación produjo el inicio del descontento observado en 1995.
Hubo dos factores que, sumados al mal manejo de la economía y su planificación, aumentaron
el descontento hacia Fujimori:
El tercer gobierno de Alberto Fujimori dio inicio el 28 de julio de 2000, tras dos vueltas
electorales turbulentas que acapararon los ojos del Perú y el mundo, llegando al resultado final
de la segunda reelección consecutiva del presidente Fujimori. Este gobierno, marcado por la
inestabilidad política y los escándalos que se mediatizaron, tuvo una duración de poco menos
de 4 meses, concluyendo con la renuncia indecorosa por fax del presidente Fujimori desde
Japón, la misma que no fue aceptada por el congreso, quien lo destituyo del cargo arguyendo
la causal de “incapacidad moral”.
Este gobierno fue exitoso en estabilizar la economía y ganó el respaldo social en la lucha
contra el terrorismo con la captura del líder de Sendero Luminoso en el año 1992, generando
así una sensación de orden, seguridad y confianza en la población. Por ello, no sorprende que
en el 95 la población apostase por reelegir a Fujimori. El discurso en esta campaña estuvo
orientado a los segmentos sociales más empobrecidos, segmentos con los que el oficialismo
tenía una deuda pendiente, pues no había podido lograr reducir la pobreza ni el desempleo
con el mismo éxito que tuvo con las medidas del fujishock y el enfrentamiento al terrorismo.
Estas se volvieron su base social. (Murakami, 2012).
El estilo de gobierno de Fujimori de tomar medidas de emergencia, reactivamente, para
controlar la crisis, el mismo que le había sido tan útil entre el 90 y el 95, dejaba de ser útil en
estos tiempos de mayor estabilidad. Tiempos que requerían de un estilo de gobierno más
programático y planificado, que priorice los proyectos de mediano y largo plazo, cuyos
resultados no podrían ser apreciables recién después de un tiempo determinado, pero que
permitirían consolidar una institucionalidad en las reformas ejecutadas ante la emergencia
heredada del gobierno anterior. Sin embargo, Fujimori no comprendió o no quiso comprender
esto y se aferró a sus viejas formas en las que tenía confianza por los resultados obtenidos
hasta ese momento.
Este enfoque complicó la imagen del gobierno ante la población, pues no lograba evidenciar
los resultados prometidos de reducción de pobreza. Además, la comunidad internacional
empezaba a denunciar las formas dictatoriales del gobierno, las que consideraba cada vez
menos oportunas, exigiendo acciones concretas que evidencien la voluntad del gobierno de
hacer una transición de vuelta hacia la democracia. (Murakami, 2012).
Escándalo de vladivideos
Poco después de su elección en el 2000, y a través de la compra de un vídeo por parte de
grupos opositores, salieron a la luz el 14 de septiembre de ese año, evidencias de los actos de
corrupción efectuados durante su gobierno por Montesinos, su más leal asesor. Fue mediante
vídeos de cámara oculta que Montesinos ordenaba grabar y en los que aparecía sobornando
a miembros de otros partidos para que apoyasen a Fujimori. En ese momento estalló la última
crisis de su gobierno: Fujimori se vio obligado a convocar el 17 de septiembre a nuevas
elecciones generales, tanto para la elección de un presidente como de un nuevo congreso de
la República. En estas elecciones, señaló, no participaría activamente como candidato.
A inicios de octubre del 2000, el pleno del congreso aprobó una reforma constitucional en la
cual se modificó el artículo 112 sobre la reelección presidencial. De la misma manera se
incorporaron dos disposiciones transitorias especiales para que el presidente, los
vicepresidentes y los congresistas elegidos en las elecciones generales de 2000 concluyan su
mandato el 28 de julio de 2001. Luego, el congreso aprobó una Resolución Legislativa para
que en el Período Anual de Sesiones 2000-2001, la Primera Legislatura concluya el 15 de
octubre y la segunda comience el 16 de octubre, modificando el reglamento del congreso. De
esta manera, el 2 de noviembre de 2000 se aprobó en segunda votación las reformas
constitucionales sobre la reelección y se incorporaron las disposiciones transitorias a la carta
magna.
El día 23 de octubre, Francisco Tudela van Breugel-Douglas, Primer Vicepresidente, renunció
de manera irrevocable al cargo debido a que se encontraba en desacuerdo con la inclusión de
condiciones para la realización de nuevas elecciones generales.
Este destape fue el tiro de gracia al gobierno de Fujimori. Ante esto, ya no cabía recuperación
posible. Dos días después, Fujimori anunciaría a la nación que culminaría su mandato
anticipadamente en julio de 2001, cuando convocaría a nuevas elecciones en las que él no
participaría y que desactivaría el SIN. Sin embargo, no se pronunció respecto de Montesinos.
Probablemente por temor a la reacción de este. Esto último fue una torpeza política
monumental, pues ahora toda la carga negativa de Montesinos se proyectaba en él como
cómplice y encubridor de los actos del primero. (Murakami, 2012).
Finalmente, en septiembre del 2000 Fujimori decide sacar a Montesinos de su cargo. Esto
genera una situación caótica que pude haber acabado en un golpe de estado. Sin embargo, la
oportuna intervención de Estados Unidos facilito que Montesinos sea acogido como
perseguido político en Panamá, a donde partiría el 25 de ese mes, reduciendo así el riesgo de
un golpe militar que retroceda aún más la situación de la democracia en el país.
El 22 de octubre Montesinos volvería al Perú sirviéndose de su red de contactos para hacerlo.
Cuando esto sucedió, se generó una situación surreal, casi de película, en la que Fujimori
personalmente salió a la calle, liderando un escuadrón de policías y, vistiendo una' glamorosa
casa de cuero negra al estilo del rebelde americano, dirigiría la búsqueda de Montesinos que
era captada de cerca por la prensa. Fujimori allanó la casa de Montesinos y varias localidades
más en todo el país, vulnerando los derechos de Montesinos al no contar con la compañía de
un fiscal verdadero para desarrollar el allanamiento. Para la ocasión, Fujimori habría recurrido
a un hombre de confianza para que interprete al fiscal y así poder manipular lo que encontrase
en los predios de Montesinos, asegurándose que no haya nada que lo incrimine. Por esta
acción, Fujimori fue condenado a pena privativa de la libertad posteriormente. Aunque nunca
se encontraron evidencias que lo vinculen a los actos de corrupción de Montesinos, es
presumible que estos si existieron pero fueron destruidas por Fujimori. (Gonzales Arica, 2005).
En los días siguientes al show de la cacería de Montesinos, sucedió un pequeño conato de
golpe de estado que no llegó a mayores, puesto que ya había una fecha dada para la elección
de 2001 y un golpe militar era desproporcionado y fuera de contexto. Lo que se teoriza es que
este fue orquestado por Montesinos como distracción para facilitar su fuga a Venezuela en el
yate de un conocido empresario nacional, demostrando una vez más que su poder seguía
vigente. (Murakami,2012).
Como se puede apreciar, todo el manejo del parlamento en este periodo recayó en las manos
de Montesinos, sin embargo, la crisis política generalizada y la presión internacional
terminaron por desbordar los recursos del asesor presidencial, haciendo que su situación de
empoderamiento se torne insostenible. Por su lado, al quedarse sin Montesinos, Fujimori
quedaba completamente aislado del parlamento. Su mayoría absoluta rápidamente se
disolvió, volviendo a su cantidad inicial de congresistas. En adición a ello, la facción de
Vásquez se volteo en contra de él, debilitando aún más su posición.
En medio de la crisis generalizada, la falta de aliados confiables, el aislamiento político del
parlamente y la continua pérdida de popularidad que llegaba mínimos históricos, Fujimori
partió un 13 de noviembre con rumbo a Brunéi para participar de la cumbre APEC como
presidente del Perú. El conflicto surgió cuando, en lugar de retornar al Perú como estaba
previsto, se dirigió al Japón desde donde envió cobardemente su renuncia a la presidencia por
fax, un 20 de noviembre de 2000. (El comercio, 22 de noviembre de 2000).
El congreso, como era de esperarse, en un pandemonio de indignación, no aceptó la renuncia
y, en vez, decidió vacarlo por “incapacidad moral”. Es así como concluye “la década de la anti
política”, como ha denominado Carlos Ivan Degregori a la dictadura fujimorista, y se inicia el
gobierno de transición hacia la democracia al mando de Valentín Paniagua, miembro
destacado de Acción Popular. (El comercio, 22 de noviembre de 2000).
CAÍDA DE SU GOBIERNO
En medio del caos político y la inestabilidad de su gobierno, Fujimori viajó el 13 de noviembre
a la Cumbre de APEC en Brunei Darussalam, en su condición de Presidente del Perú. Al
finalizar esta conferencia, se tenía previsto su paso por Kuala Lumpur para luego llegar a
Tokio y desde allí emprender un viaje a Panamá para la X Cumbre Iberoamericana; sin
embargo Fujimori se quedó en Tokio.
El día 19 de noviembre, desde la capital nipona y ante el temor de que fuera denunciado
penalmente por los actos de corrupción de su gobierno y alegando falta explícita de garantías
para su integridad física; Fujimori remitió por fax al Congreso de la República su renuncia
formal y luego envió un mensaje a sus partidarios, anunciándoles que renunciaba a la
Presidencia de la República; la misiva se dio a conocer el día 20.29 Ante ello, Ricardo Márquez
Flores, Segundo Vicepresidente de la República, renunció al cargo.
El día 21 del mismo mes, el Congreso se reunió, no aceptó la renuncia, declaró la incapacidad
moral permanente de Fujimori y la vacancia presidencial. Del mismo modo se aceptaron las
renuncias de los dos vicepresidentes y se procedió con la sucesión legal, en la que asumió
como presidente transitorio, Valentín Paniagua, entonces presidente del Parlamento.
En este periodo, la intención del oficialismo había dejado atrás el interés por hacer un
gobierno democrático, que gobierne pensando en el desarrollo del país y la maximización del
ejercicio de los derechos de los peruanos. Esto principalmente por presión de Montesinos. Sin
embargo, es la actitud timorata de Fujimori ante la decisión de sacarlo del gobierno lo que
confirma la voluntad de Fujimori de aferrarse al poder como objetivo principal. Montesinos era
quien facultaba el ejercicio del poder autocrático que había estructurado Fujimori durante 10
años de gobierno. En él había depositado su confianza y, aunque para las elecciones del 2000
ya debía ser evidente para Fujimori que Montesinos significaba un peligro real a su meta de
aferrarse al poder, también representaba la única oportunidad que podía vislumbrar para
lograrlo. Incluso si ello significaba seguir escalando en la seguidilla de acciones ilegales que
Montesinos ejecutaba con el pretexto de consolidar al régimen.