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Introducción.
Si bien la idea del proyecto de Ley 11.289 tenía objetivos para la época muy
necesarios de alcanzar, no logró constituirse como una verdadera herramienta de
progreso de los trabajadores. No sólo porque fue blanco de críticas de todos los sectores
argumentando que no preveía cómo se controlaría el aporte que harían las empresas y
los trabajadores sino porque además se presumía como una estrategia demagógica del
Gobierno para captar votos. La ley contemplaba la incorporación al sistema jubilatorio
de los sectores marítimos, industriales, del comercio, entre otros – ya contaban con esto
los sindicatos ferroviarios -.
Lo cierto es que el proyecto de Ley enviado por Yrigoyen al Congreso Nacional
no hacía más que inducir un potencial conflicto entre empresas grandes y pequeñas,
trabajadores registrados y no registrados, sindicalizados y no sindicalizados, etc.; dado
que no contemplaba ningún tipo de herramienta concreta para su puesta en marcha y/o
posterior control. Los socialistas sostenían que la ley favorecía la subcontratación dado
que las grandes empresas evitarían tener empleados propios para de esta manera no
tener que realizar los aportes. (Horowitz, 2015) Incluso iban más allá argumentando que
las empresas al tener poder de mercado trasladarían estos costos a los precios generando
una carestía en la población.
Por lo cual este intento de otorgar un beneficio tan ansiado y necesario para el
movimiento obrero no hacía más que dividir a la clase trabajadora al punto que tanto la
patronal como los trabajadores coincidieron en oponerse a la ley.7
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La cuestión geográfica si bien fue importante coincidimos en no darle la trascendencia que sí fue dada
por Gino Germani como explicación de la movilidad social ocurrida durante el Gobierno de Perón. Es
decir negando la existencia previa de un movimiento obrero ya organizado y con estructuras de poder.
Explicando el fenómeno del peronismo sólo en términos de nuevos y viejos trabajadores. (Portantiero et.
al, 2004)
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La misma es votada y aprobada en el Congreso de la Nación pero luego durante la presidencia de Alvear
y producto de las diferentes presiones de los diferentes sectores, la misma es derogada.
Una actitud permanente durante toda la gestión del Presidente Yrigoyen fue la
selectividad a la hora de mediar en los conflictos, actuando siempre de manera
personalista, evitando que las huelgas sean visibles o desataran nuevos conflictos,
apoyando al sindicalismo revolucionario que le resultaba mas conciliador 8 y evaluando
el impacto de los paros sobre la actividad económica. En 1915 los sindicalistas
revolucionarios habían obtenido la conducción de la FORA en su IXº Congreso9,
estableciéndose así una FORA (Vº Congreso) “anarquista” y otra “sindicalista”.
Sin embargo entendemos que si bien el objetivo visible pudo haber sido – al
igual que con la Ley 11.289 – acercarse al movimiento obrero y cumplir con sus
demandas; la motivación era la de apoyar un sindicato vinculado con una de las
actividades productivas más trascendentes para aquél entonces vinculadas con un
modelo de agro exportación.
Las características más sobresalientes que presentaba el movimiento obrero
portuario eran que lograba encadenar otros sectores directamente relacionados, existían
muchos trabajadores y empresas extranjeras vinculados y por sobre todas las cosas los
conflictos eran muy visibles cuando ocurrían.
Otra de las prácticas que utilizaba el gobierno para lograr el disciplinamiento de
los trabajadores era la “oficialización” en la contratación de los trabajadores del puerto,
favoreciendo a los sindicatos y generando mercados duales entre insiders y outsiders 10;
logrando de esta manera imponer una barrera de ingreso a los desocupados y cierta
protección a los contratados. La estrategia de base era según Falcón (2000) un acuerdo
mutuo, Yrigoyen no generaba ni facilitaba organizaciones gremiales que compitieran
con los sindicalistas revolucionarios y éstos se abstenían de la contienda electoral.
De esta manera Yrigoyen comenzaba un ciclo no ya de prescindencia de la
cuestión obrera sino de negociación, conciliación y arbitrio; aunque muy lejano y
diferente a lo que se enfrentará el movimiento obrero con Perón; quien como se verá
más adelante, enfrentaba los conflictos gremiales no sólo de manera personal sino
involucrando al Estado en su conjunto.
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Perón comienza el 27 de octubre como Director del Departamento Nacional de Trabajo, que luego fue
convertido en Secretaría de Trabajo y Previsión. (Portantiero et. al, 2004) Dejando atrás una época de la
DNT como árbitro y archivo del ámbito laboral para pasar a ser un actor principal en el devenir del
movimiento obrero.
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En diciembre de 1932 la FORA declara la huelga general en respuesta al proyecto de ley que prohibía al
comunismo en la Argentina. (Iñigo Carrera, 2011)
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Por su participación en puerta de fábrica, el comunismo empieza a ocupar lugares a los cuales el
Socialismo nunca quiso llegar. Tanto el anarquismo en su vieja lucha por sindicato de oficios y el
sindicalismo por estar más ligado al sector de servicios, van a empezar a perder posiciones frente al PC.
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El Partido Comunista (PC) era una escisión del PS, primero denominado Partido Socialista
Internacional y luego PC. Tuvo su experiencia de central obrera en el año 1929, el Comité de Unidad
Sindical Clasista (CUSC).
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Ya en su gestión como Secretario se habían realizado cambios en la cúpula (con encarcelamientos) de
CGT Nº 1 y la CGT Nº 2 había sido clausurada por tener componentes comunistas. Además de la
intervención en la Unión Ferroviaria que se caracterizaba por ser un sindicato dialoguista y conciliador.
comienzo a una etapa estatista del movimiento obrero, cuyos dirigentes otrora
verdaderos cuadros autónomos del Estado pasarían ahora a ser burocráticos y
dependientes de Perón. (Del Campo, 1983)
El mercado de trabajo entonces ya configurado en un desarrollo industrial
incipiente, dejaría atrás el escepticismo del Estado por un nuevo rol que lo pondría a
este último como un participante fundamental. No ya el presidente de manera tan
personal y frontal (como ocurría con Yrigoyen) sino aliándose con sindicalistas primero,
negociando y llevando adelante acciones concretas por parte del Estado
(institucionalizando la cuestión obrera).
Entre las acciones dirigidas por el Gobierno (todavía Perón como Secretario de
Trabajo) fueron las relacionadas con la instauración de sindicatos paralelos “afines” - de
manera directa o indirecta – como en los casos de la Unión Obrera Metalúrgica y la
Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA).
Si bien Perón no tenía en sus primeras apariciones el buen visto por parte de la
dirigencia sindical, la persecución y represión a comunistas21 fue clave para empezar a
configurar sindicatos más permeables y aliados después. Incluso las gestiones realizadas
por la Secretaría de Trabajo en contra de los sindicatos antiperonistas determinaba que
tuvieran poca vida más allá del año 1946. Entre estas acciones se encontraban la
imposibilidad de firmar convenios, de tener una obra social, ni de llevar adelante las
luchas gremiales. (Del Campo, 1983)
Por lo cual Perón retomaba viejas prácticas del caudillismo yrigoyenista,
fragmentando al movimiento obrero en la misma industria (no ya entre sectores u
oficios) constituyendo a los nuevos insiders y outsiders del mercado de trabajo:
calificados y no calificados, peronistas y no peronistas. Además quedarían constituidos
un nuevo esquema sindical: sindicatos viejos, nuevos y paralelos. (Portantiero, 2004)
Los grandes flujos inmigratorios desde finales del Siglo XIX hasta principios del
Siglo XX explicaron gran parte de los excluidos del mercado laboral de ese entonces,
los extranjeros22. En este contexto operaba lo que se conoce como La ley de Hierro de
los salarios, es decir la población era atraída a nuestro país por mejores salarios reales
que en el exterior; y viceversa.
La segmentación operaba entonces por la disposición a trabajar al salario real
vigente más que por otra causa. Las primeras organizaciones de trabajadores van a
reclamar principalmente salarios.23 Si bien existían trabajadores calificados y no
calificados en las ciudades, éstos últimos residían sólo temporalmente para luego
emplearse en labores agropecuarias en épocas de cosecha. (Poy, 2014)
Sin embargo a partir de la década de 1930, se da en Argentina un proceso de
migraciones internas que no llega a explicar definitivamente la segmentación del
Conclusión.
Hemos visto como los Gobiernos de Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón
han aplicado políticas laborales muy similares aunque en contextos y situaciones
marcadamente diferentes. Se han valido de la fragmentación del mercado de trabajo
para disciplinar a los trabajadores y ejercer un poder político más efectivo – aunque sin
todos los resultados esperados -.
Lo cierto es que el devenir histórico los ha posicionado como populares y
democráticos a pesar de aplicar la represión, la persecución y la segmentación en el
mercado de trabajo. También es cierto que han sido estadistas muy capaces y han sabido
leer la coyuntura histórica mejor que sus rivales opositores para construir poder.
Tampoco el movimiento obrero en sus diferentes posiciones ha podido construir
en el período analizado una central gremial lo suficientemente poderosa como para
cambiar el curso de los hechos. La falta de unidad, la constitución de una central obrera
única y fuerte o la incoherencia en ciertos planteos organizacionales así podrían
explicarlo.24
Bibliografía.
Doyon, Louise (2006) “Perón y los trabajdores. Los orígenes del sindicalismo peronista
1943 – 1955.” Editorial Siglo XXI.
Falcón, Ricardo (1984) “Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899)” Capítulos 3,
4 y 5. CEPAL.
Iñigo Carreras, Nicolás (2011) “La estrategia de la clase obrera 1936. Editorial Imago
Mundi.
Portantiero, Juan Carlos y Murmis, Miguel (2004). “Estudios sobre los orígenes del
peronismo” Editorial Siglo XXI.
Poy, Lucas (2014) “Los orígenes de la clase obrera argentina. Huelgas, sociedades de
resistencia y militancia política en Buenos Aires, 1888-1896” Capítulo 1, 2, 6 y 8.
Editorial Imago Mundi.
Torre, Juan Carlos (1989) “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”
Revista Desarrollo Económico. Nº 112.
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Los anarquistas en su negación al Estado y la organizaciones sociales (sobre todo los anarco-
individualistas) fueron los más claros en sus planteos, oponiéndose a todo lo que venia del Estado y
actuando en consecuencia. Por supuesto encontraron limitaciones al actuar con las organizaciones obreras
y los sindicatos, además de sus conflictos con los anarco-comunistas y los socialistas. (Oved, 1978)