Está en la página 1de 1

La industria en su conjunto está trabajando al 10% de lo que solía trabajar cuando estábamos en

1998, si se toma en cuenta la cantidad de empresas que van quedando en el país. La falta de
políticas publicas adecuadas y orientadas a incrementar la productividad y los obstáculos que
pone el estado a la actividad productiva nacional, han traído como consecuencia un deterioro cada
vez mayor de las empresas, lo que les impide generar los bienes y servicios que necesita el
consumidor. Esta crisis en dicho sector no solo afecta a los empresarios sino también a los
trabajadores quienes pierden sus fuentes de ingresos y a los consumidores, quienes cada vez
tienen menos accesos al producto que requieren diariamente para satisfacer sus necesidades. La
crisis es tal que conindustria ha venido insistiendo en la necesidad de un cambio en las políticas
económicas que permita incrementar la producción interna, pues la industria se sigue acabando y
el gobierno destina las pocas divisas existentes para importar bienes terminados que luego
distribuyen a través de los clap, divisas que deberían usarse para adquirir materia prima e
incrementar la producción interna y generar puestos de trabajos en el país. Son series de malas
decisiones tomadas por el estado quien las administra. Todos estamos viendo rápidamente las
consecuencias de esto.

Otra cosa que recalcar es que muchos de los productos que elabora la industria nacional se
venden, por obligación precios que hacen imposible aumentar sueldos y beneficios. Muy por el
contrario, la caída de la producción hace que los trabajadores se devuelvan a sus casas, con salario
básico, sin bonos de producción y sin una mínima expectativa de que este problema se resuelva.
La pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, la precariedad de la infraestructura
(electricidad y agua), la escasez de combustibles, los efectos de la migración, la caída de la
competitividad por la sobrevaluación del bolívar son los principales elementos que agobian a las
industrias. El poder adquisitivo de los venezolanos, afectados por la hiperinflación y la caída de los
ingresos, ha incidido en los volúmenes de venta de las empresas y, por tanto, amenazan la
sostenibilidad de las mismas. Las compañías que no venden, a su vez no pueden pagar nómina y se
empiezan a encoger de una manera importante. El sector industrial no escapa a los problemas de
infraestructura que arrastra el país. Los cortes de electricidad que se agravan cada vez más, la falta
de agua y las dificultades para acceder a Internet. Asimismo, la recurrente escasez de papel
moneda limita las posibilidades para que las personas paguen los pasajes y puedan ir a sus
trabajos, incidiendo sobre el ausentismo laboral.

A lo anterior se suman los efectos de la migración venezolana -que la ONU calcula en más de tres
millones de personas en los últimos años-, que ha implicado "la pérdida de experiencia y pérdida
de experticia". Como mencioné anteriormente, los controles de precios también han complicado
la situación para algunas empresas que han optado por dejar de elaborar ciertos productos o
simplemente cerrar las plantas. También, la caída del sistema productivo se debe a la mala
inversión que perjudica la infraestructura, convirtiéndose en un obstáculo de forma parcial al
correcto funcionamiento de las refinerías y plantas procesadoras para mantener o elevar la
producción. Se podría concluir este punto con que la producción seguirá disminuyendo por la mala
administración y el éxodo de los ingenieros que buscan un mejor bienestar en el exterior.

También podría gustarte