Debido a sus efectos, el cannabis es considerado como una sustancia
psicoactiva. Es decir, que altera las funciones cerebrales de la persona que la consume. A pesar que una sola planta contiene más de 400 sustancias químicas diferentes, el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) es el principal componente químico activo causante de los cambios en el organismo. Cuando una persona fuma marihuana, este componente presente en humo aspirado es absorbido por los pulmones, los cuales lo transfieren al torrente sanguíneo. Una vez en la sangre, el THC llega al cerebro donde actúa sobre los receptores cannabinoides. El THC da paso a una serie de reacciones químicas cerebrales que conducen a la persona a experimentar una sensación de felicidad y relajación absoluta muy característica de esta droga. Esta sensación tan placentera es debida a que la mayoría de zonas cerebrales implicadas en la experimentación del placer, la percepción de los sentidos y del tiempo, los pensamientos, la concentración, la memoria y los movimientos, son las que más receptores cannabinoides albergan de todo el cerebro.