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CÁNONES DE BELLEZA EN LA HISTORIA DEL ARTE

Venus de la prehistoria:
Cuando hablamos de Venus paleolíticas nos referimos a figuras humanas femeninas en las que se
destacan ciertos volúmenes de sus cuerpos, como sus pechos o caderas. Esto se puede deber tanto a
la similitud de sus cuerpos con los de algunos grupos humanos (como los bosquimanos de África)
como a que se trate de figurillas propiciatorias y sus formas sean símbolos de la fertilidad y la
abundancia. Suelen ser esculturas de bulto redondo, es decir, esculpidas por todos sus lados, de
distintos tamaños (aunque nunca superando los 25 o 30 centímetros) y materiales. Su nombre se debe
a que tras los primeros descubrimientos se pensaba que estas estatuillas encarnaban el ideal de
belleza prehistórico. Suelen clasificarse según su procedencia, existiendo así tres grupos: las
occidentales, las orientales y las siberianas.
Las primeras son mujeres sin rostro y con el cuerpo desnudo destacando sus senos y caderas. Sus
piernas están tan solo insinuadas y los brazos se sitúan sobre o bajo el pecho. En este grupo destaca
la venus de Willendorf es una estatuilla de piedra caliza de unos 11 centímetros de alto que se
encuentra decorada con pigmentos de color rojizo. Fue encontrada en Austria en el año 1908 y se
cree que tiene entre 22.000 y 24.000 años de antigüedad.
El segundo grupo, el de las venus orientales, se caracterizan por presentar ornamentación en la
cintura y adornos como brazaletes o collares. En este grupo podrían destacarse las venus de
Kostienki.
En último lugar se encuentran las conocidas como venus siberianas, que tienen el cabello largo y, en
este caso, los rasgos faciales bien definidos. Al contrario que en el resto, sus pechos y caderas son
normales, destacando en su figura la cabeza, que suele ser muy voluminosa. Por ello suelen ser
figuras mucho más estilizadas y menos desproporcionadas que las anteriores. Además, suelen ir
vestidas. A este grupo pertenecen las venus de Malta, con unos 23.000 años de antigüedad
aproximadamente y realizadas en marfil de mamut.
Escultura egipcia:
La escultura egipcia surge como representación de la imagen como un elemento de supervivencia. Es
el medio para fijar la personalidad del dios o del difunto. Además, está escultura sirve para la
celebración de prácticas religiosas que requiere el difunto para su peregrinación al otro mundo y la
escultura divina para ofrecerle las ofrendas. Mantienen un carácter de rigidez, son muy estáticas.
Esto es una manera de transmitir la permanencia (quieren mantener o fijar la vida). Cuando hay
representado un episodio son escenas relacionadas con la transitoriedad. Esto se ve en las esculturas
de los servidores, los nobles y sobretodo del faraón, muy hierático. En la escultura de bulto redondo
se evitan todo tipo de salientes para evitar el riesgo de roturas. Los materiales más usuales son el
granito, el basalto y la caliza. También se utilizaba la madera u otros materiales nobles, como el
marfil. Para el faraón se utilizarán los materiales más nobles. Especialmente las de madera y las de
caliza se solían policromar y pueden llevar materiales incrustados, sobre todo en los ojos, para dar
mayor vida a la escultura.
El tamaño es variable, hay algunas grandes, otras de tamaño natural y otras pequeñas, pero sí se
busca una cierta proporción, nunca hay miembros que desentonen. Aunque buscan el idealismo en
muchas ocasiones, son retratos muy veraces de animales y del faraón, aunque en su caso se suelen
evitar los defectos.
Pueden estar decorados con jeroglíficos, sobre todo en las vestiduras o en la base sobre la que se
apoyan, lo que en muchas ocasiones permite identificar a la figura. Los relieves suelen ser
bajorrelieves, que suelen estar siempre policromados. Van a tener una mayor movilidad que las
estatuas, aunque con un movimiento rígido, un tanto convencional. Estos relieves se rigen por la ley
de la máxima claridad: se ve la figura en relieve como si la viéramos desde distintos puntos de vista
(ojos y torso de frente, resto del cuerpo de perfil).
La escultura de bulto se puede dividir en tres grupos: escultura del faraón, escultura cortesana y
escultura popular. Entre las dos primeras las diferencias son mínimas, pero la popular sí es muy
diferente.
Escultura romana:
La gloria de la escultura romana fue, indudablemente, el retrato. El retrato romano tiene su
origen en el arte etrusco, en el mundo griego helenístico. Los materiales más utilizados en el retrato
fueron el bronce y el mármol y las estatuas eran apolícromas, salvo en un primer momento en que los
ojos se coloreaban, práctica que se abandonó para ser tallados. En un principio eran bustos que sólo
recogían la cabeza y parte del cuello, pero que se irán alargando poco a poco llegando a representar
también los hombros y el pecho.También hubo retratos de cuerpo entero, el retrato más frecuente de
la escultura romana es el del emperador, que constituye el modelo para el resto de retratos.
Hay tres tipos de retratos:
Retrato togado. Se esculpe al emperador con toga y manto sobre la cabeza. Le representa como
pontífice máximo.
Retrato toracato, que representa al emperador como cónsul o militar, por lo que aparece con coraza.
Retrato apoteósico, que representa al emperador como un ser divino. Aparece con la parte superior
del cuerpo desnudo, corona de laurel y algún atributo de un dios. Es la representación más rica,
aunque no la más frecuente.
El retrato romano evolucionó según las distintas etapas, y para poder distinguir la época en que fue
creada la escultura es necesario observar algunos pocos detalles, como los ojos, la barba y el cabello.
En el retrato femenino, además, quedan patentes las modas en los peinados.
El Hombre de Vitrubio:
Es un dibujo a pluma y tinta, en papel, de un tamaño no mucho más grande que un folio (34x4 x 25,5
centímetros), que Leonardo Da Vinci dibujó alrededor de 1490, en uno de sus diarios. Debe su
nombre a Marco Vitruvio, un arquitecto romano del siglo I antes de Cristo, que trabajó para Julio
César. Fijó unas proporciones matemáticas para definir al hombre perfecto. Leonardo Da Vinci
aplicó estas fórmulas para dibujar su famoso Canon de las Proporciones Humanas en uno de sus
diarios. Muestra la figura de un hombre desnudo con los brazos y piernas sobreimpresas en dos
posiciones diferentes, una de ellas dentro de un círculo, y la otra dentro de un cuadrado.
Alrededor del dibujo hay un texto que explica las correcciones que hizo Da Vinci. Está redactado
en escritura especular, es decir, en dirección contraria, como si hubiese sido reflejada en un espejo.
Las gorditas de Rubens:
Nalgas regordetas y rosadas, piernas un poco deformes por sus grandes curvas, sonrisas pícaras y la
diversión infinita de los grandes reinos. Cortesanas gastaban comida sin importar y el resto de los
hombres disfrutaban las fiestas de las grandes celebraciones. Así era el mundo pictórico de Peter
Paul Rubens, el artista flamenco que nació en Alemania. Quien hizo reputación por sí mismo y logró
ser reconocido como una de las figuras más importantes de la pintura.
Sus cuadros son delicados y muestran el dominio de la técnica, con una composición compleja y
brillante y el último toque: hacer pensar a aquel que ve el cuadro que ese personaje está vivo, que
tiene alma. Algunas de sus pinturas más conocidas tienen temáticas religiosas o de familias reales,
pero también trabajó en paisajes y desnudos femeninos, con voluptuosas figuras que representaban
un parámetro de belleza. Amaba pintarlas con carne en sus huesos, jóvenes y viejas, pero sobre todo
de mediana edad.
Las chicas Gibson:
Charles Dana Gibson fue un dibujante reconocido de fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
gracias a ser el creador de las ilustraciones que representaban el arquetipo de la
mujer norteamericana de la época.
Charles fue el precursor de la ilustración, un poco fuera de lo antes conocido como retratos
o pinturas más clásicas, la pluma de Gibson lo llevo a representar fielmente la belleza femenina y,
sobre todo, a perpetuar los estilos y peinados de aquellos años.
La chica Gibson es considerada un ícono de estilo y hermosura, gracias a que los rasgos que ilustró
Charles, hicieron que quisiera ser imitada por gran parte de las jóvenes del país del norte.
Su nariz y boca eran pequeñas y delicadas, así como sus ojos eran grandes y expresivos. Su altura y
delgadez hacían que el ropaje de la época, acompañado de corsé, destacara elegantemente. Es decir,
era toda la inspiración en la alta aristocracia, el idealismo de esos años convulsionados por la guerra.
La mujer inventada por Gibson pronto se convirtió en una imagen a imitar, debido a que era un
referente de belleza y estilo. Luego de unos años y la desaparición de las ropas anchas y el corsé, la
Gibson Girl comenzó a perder protagonismo, por lo que poco a poco fue quedando en el olvido, tras
la aparición de la moda de los “locos años 20”.

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