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La imagen es
una pintura realizada
sobre una delgada
capa de estuco, de 31
cm. de ancho por 42,5
cm. de largo. Una
penumbra de misterio
y milagro cubre los
orígenes del sagrado
fresco: nadie sabe
cuándo ni por quién
fue pintado.
Intimidad y unión
de alma
Cuando los combates les daban tregua, se arrodillaban todos a los pies
de “Santa María de Scútari”, de donde salían fortalecidos y obtenían portentosas
y decisivas victorias contra el enemigo de la fe. En eso reluce una característica
de aquella que el mundo conocería en el futuro como Madre del Buen Consejo:
fortalecer a todos los que, combatiendo el buen combate, se le aproximan
buscando aliento y valor.
Petruccia era muy devota de la Madre del Buen Consejo, venerada en una
vieja iglesia de Genazzano. La piadosa señora recibió del Espíritu Santo la
siguiente revelación: “María Santísima, en su imagen de Scútari, desea salir de
Albania”.
Si la comunicación sobrenatural la sorprendió, todavía más asombro causó en
ella recibir de la Virgen misma la orden expresa de levantar el templo que
debería recibir su fresco, así como la promesa de ser ayudada en el tiempo
oportuno.
Entre sus grandes devotos se destacan los papas san Pío V, León XIII –que
introdujo a la Madre del Buen Consejo en la letanía lauretana–, san Pío X, Pablo
VI y Juan Pablo II; y también numerosos santos como san Pablo de la Cruz, san
Juan Bosco, san Alfonso de Ligorio o san Luis Orione. En el propio Santuario de
Genazzano puede venerarse el cuerpo incorrupto del Beato Steffano Bellesini,
uno de sus párrocos, gran propagandista de la devoción a la Madre del Buen
Consejo.
También los Heraldos del Evangelio son devotos suyos. Tienen mucho que
agradecerle por favores y gracias más importantes que la cura de enfermedades
corporales.
Los milagros más grandes
María los realiza en el interior del
alma, aconsejando, corrigiendo,
orientando.
invocación de Madre
del Buen Consejo.
La noticia de tan
extraordinario
acontecimiento se esparció
por toda Italia, como un
relámpago. Dos días más
tarde, se inicia una
verdadera avalancha de
milagros: un poseso se libra
de los demonios, un
paralítico camina con
naturalidad, una ciega
recupera la vista, un joven
empleado recién fallecido
resucita… En los ciento diez
primeros días, María del Buen
Consejo distribuye ciento
sesenta y un milagros a sus
fieles devotos.
Peregrinos de todo el
país se mueven para recibir
los beneficios de la Madre de
Mons. João Clá, Fundador de los Heraldos Dios.
del Evangelio, delante de Nuestra Señora
del Buen Consejo, en Genazzano Delante del santo
fresco, una cosa es
constante: ninguno de los pedidos que le son dirigidos deja la Virgen de atender
de alguna manera. En la dudas, en las perplejidades e incluso en las pruebas,
después de un cierto tiempo de oración—mayor o menor, dependiendo de cada
caso—María Santísima hace sentir en el fondo del alma en dificultades su
sapiencial y maternal consejo, acompañado de mudanzas de fisonomía y de
color de la pintura. Es indescriptible ese especialísimo fenómeno.
Fue en Genazzano, a los pies del santo fresco de la Madre del Buen
Consejo, que nacieron los Heraldos del Evangelio. Allí, Ella los inspiró, orientó
y fortaleció. Por eso, a ejemplo de tantos otros, los Heraldos del Evangelio la
consideran como su patrona. Además, por privilegio concedido por el Santo
Padre, lucran en el día de su fiesta, 26 de abril, una indulgencia plenaria.
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