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Intensamente y el Manejo de Emociones

1. Alegría
Es un estado de ánimo que experimenta el ser humano que emana disposición, alto nivel de energía que a través de
nuestros actos podemos transmitir a las personas que nos rodean con gran facilidad; sin lugar a duda es una emoción
que saca lo mejor de nosotros. Se suele representar con el color cian ó amarillo, porque si hay alegría hay placer y
optimismo. Ésta es la respuesta de por qué este color predominante en la representante de la emoción.
Pero mucha alegría puede desfasarnos, como ocurre en la película; puede afectar nuestro desempeño como
emprendedor pues el hecho de contagiar de “buena vibra” a otras personas no significa que impongas sólo tus
pensamientos, olvidando a tu equipo de trabajo; cuando hay demasiada alegría podemos descuidar los otros aspectos
de nuestra empresa; ante un logro se puede celebrar y sentir alegría pero no olvides que una victoria no significa que
hayas ganado la guerra.
Recomendamos a nuestros emprendedores lectores, en esos días de derroche de alegría, poder compartirla con tu
equipo de trabajo para contagiar a otras personas de tu sentimiento y sea motivación para trabajar mejor.
2. Tristeza
Es una emoción básica del ser humano, provocado por el decaimiento de la moral; los síntomas de la tristeza son;
llorar, nervios, rencor y decaimiento moralmente. Seguramente como emprendedores algún día hemos tenido ese
sabor en nuestros labios, esa emoción se apodera de nuestro optimismo, sobre todo cuando teníamos un proyecto en
mente y definitivamente fracasamos en alguna fase del proceso para convertirlo en realidad. Pero ten mucho cuidado
de ésta emoción es donde surgen terribles decisiones, puede ser un “arma de doble filo” siendo la más destructiva
para un emprendedor que quiere triunfar y ser exitoso.
Así que ante la primera manifestación, actúa inmediatamente; puedes rodarte de gente que le tengas confianza, te
regale un buen consejo y te haga sonreír. Rompe la rutina, si necesitas un espacio a solas; acompáñalo de ejercicio,
una salida a comer helado ó cualquier otra cosa, lo importante es que seas sincero con lo que estás sintiendo al final,
¡tú eres el único responsable! Con respecto a tu actitud y perspectiva.
3. Temor
Es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, (real
ó supuesto) además que está relacionado con la ansiedad y que es una de las emociones que como emprendedor has
tenido que experimentar, desde que tenías tu idea necesitaste tomar una decisión si seguir el camino afrontar los
obstáculos y hacer tu sueño realidad ó dejar que el miedo te consuma cada una de tus intensiones por emprender.
Tienes que de a poco empezar a probar cosas diferentes, enfrentando al miedo de frente, no me refiero a hacer cosas
absurdas, pero sí romper el esquema a diario. ¿Le temes a las alturas? A diario atraviesa recorre puentes peatonales,
con el tiempo aprenderás a vivir con esta sensación, disminuyéndola preparándote al máximo, contemplando riesgos
y construyendo seguridad en tí mismo.
4. Desagrado
Este personaje que lleva la alta costura en la moda, se identifica completamente con el color verde y posee unas
características corporales peculiares, que cada espectador puede reconocer fácilmente, porque los tenemos a diario,
el mundo del emprendimiento no todo es “color rosa” te puede incomodar, la falta de compromiso de tu equipo, la
actitud de tu socio, etc. lo que ocurre cuando el control lo toma ésta emoción, es que tu semblante emite eso a tus
compañeros, constantes quejas, impaciencia y te puede llevar a convertirte en un pesimista de primera.
Ante ésta emoción, te recomendamos adoptar una actitud paciente y tolerante; esfuérzate por encontrar aunque sea
un punto positivo a la situación cuando algo te moleste; no dejes que el fastidio, rechazo e incomodidad se apoderen
de ti.
5. Furia
Es el de la “voz gruesa” en la película, su color es el rojo y se identifica con las llamas, ya sabremos por qué; a través
de los minutos del film, se ilustra muy bien cuando tomamos decisiones bajo esta emoción, las consecuencias que
puede llegar a pasar a través del ejemplo de Riley.
Definitivamente es una emoción propia de cada ser humano, que en algún momento de diversas situaciones podemos
llegar a ser tan humeantes como el personaje; pero ciertamente es una emoción que debemos aprender a controlar,
de lo contrario podemos resultar siendo hirientes con las personas que nos rodean, lo que sería muy perjudicial para
nuestro negocio.
Aprende a no ahogarte en el mar de frustración, por lo contrario utiliza ésta emoción para ser creativo en cuanto a las
soluciones.
Al final, cada personaje encuentra su lugar y aprende su lección, incluida la familia de la chica; así que como reflexión
puede decir que ante cualquier situación sin importar la edad, el uso de nuestra inteligencia emocional debe ser
constante para saber qué hacer ante cualquier situación.
Phineas Gage: un caso de estudio
Lamentablemente, un error en el procedimiento hizo que, cuando este obrero intentaba compactar la pólvora
colocada en la cavidad utilizando una barra de metal, saltase una chispa. La explosión de la mezcla se produjo a escasos
centímetros de la cara del joven y, como resultado, la barra de metal de un metro de longitud y unos tres centímetros
de diámetro le atravesó el cráneo antes de aterrizar a más de veinte metros de donde se encontraba inicialmente.
Phineas Gage, pues este era el nombre del obrero, recobró la consciencia unos minutos más tarde con un agujero que
trazaba una diagonal desde una de sus mejillas hasta la parte superior de la cabeza, justo encima de la frente. Gran
parte de sus lóbulos frontales del cerebro habían dejado de existir como tales. Sin embargo, Phineas Gage no sólo
sobrevivió a esta experiencia, sino que fue capaz de recobrar la mayor parte de sus habilidades mentales y pasó a la
historia como uno de los casos más estudiados en los campos de la psicología, la medicina y las neurociencias.

El nuevo Phineas Gage


Cuando Gage volvió a trabajar en la obra, el obrero mesurado y cordial que todos conocían había desaparecido para
dar paso a una persona con mal genio, fácil de irritar, dado a los insultos, con propensión al derroche y con una visión
muy cortoplacista de la vida. Era, en general, una persona impaciente e irreverente, que se dejaba llevar por deseos
fruto de un capricho y que pensaba poco en los demás.
Pronto dejó de trabajar para la obra y, pocos meses después, Phineas Gage pasó a trabajar en el museo Barnum
exhibiéndose junto a la barra de metal que le había atravesado la cabeza. En los años posteriores estuvo viviendo en
Chile, donde trabajó como conductor de carruajes de caballos, hasta que regresó a los Estados Unidos sintiéndose
deteriorado y algo enfermo. Allí le ocurrieron los primeros ataques epilépticos, que lo acompañarían hasta su muerte
en 1860.

¿Por qué es relevante el caso de Phineas Gage?


Este pequeño episodio histórico es parada obligatoria en muchas carreras universitarias relacionadas con las
neurociencias y la conducta porque, de hecho, fue uno de los primeros ejemplos bien documentados en los que se vio
cómo cambios materiales en el cerebro modificaban no sólo capacidades cognitivas, sino aspectos de la psicología que
tradicionalmente se han asociado al "alma", es decir, a la manera de ser y la esencia de los seres humanos.
Existe la teoría de que Phineas Gage pasó a ser otra persona no ya a través de un proceso de aprendizaje o la
autorreflexión, sino por un accidente muy concreto que modificó físicamente su cerebro. Lo que se comprobó después
pudo haber sido un ejemplo de cómo el cerebro se reorganiza para suplir las carencias materiales producidas por la
explosión a partir de los recursos más limitados de los que disponía, pero los efectos colaterales de esto se notaron
en aspectos que se creía que no estaban tan sujetos al mundo material como, por ejemplo, la memoria.
De algún modo, el accidente de la barra de metal sirvió para señalar las bases biológicas en las que se sustentan
procesos psicológicos más bien abstractos, como la gestión de las emociones y la toma de decisiones. Además, el caso
de Phineas Gage también sirvió para reforzar la hipótesis de que diferentes áreas del cerebro se ocupan de diferentes
aspectos de la conducta.
¿Qué relación hay entre la música y las emociones?
Música: Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y
otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre,
ya tristemente.
El sonido y la música siempre han estado ligados al ser humano y por tanto, ligados a las emociones. Ya nuestros
primeros antepasados empleaban los sonidos y la música como herramienta de supervivencia y de comunicación;
crearon asociaciones que les permitían predecir situaciones de peligro y con las que desarrollaron habilidades sociales
comunicándose con un lenguaje común. De hecho, y según explicó Darwin en “El origen de las especies”, los sonidos
musicales pudieron haber sentado una de las bases para el desarrollo del lenguaje y a la vista está que el ritmo y la
cadencia de la oratoria tienen rasgos musicales.
Nuestra relación con la música llega hasta tal punto, que ésta es capaz de alterar nuestro estado emocional. Nuestro
cerebro ha ido evolucionando y a lo largo del proceso ha ido incluyendo a los sonidos como pieza fundamental con la
que crear patrones junto a las emociones y así, decodificar nuestro entorno.

Las emociones son las encargadas de convertir los sonidos que percibimos en algo comprensible. Sin ser conscientes
asociamos los sonidos que apreciamos, por sutiles que puedan ser, con las emociones. Esta asociación sonido-emoción
hace que entendamos las situaciones en las que estamos, permitiéndonos reaccionar acorde al contexto. Por ejemplo,
podemos detectar la alegría o la tristeza en una persona solo con el sonido de su voz. Es decir, asociamos la tristeza a
un tono de voz más bajo y grabe de lo normal y lo opuesto con la alegría. Ocurre lo mismo con la música.
Estudios neurocientíficos demuestran que la música tiene la capacidad de cambiar estados de ánimoactivando cada
una de las estructuras emocionales del cerebro. Se han llevado acabo experimentos en los que se ha modulado la
actividad en prácticamente cualquier estructura emocional del cerebro gracias a las emociones estimuladas por la
música. La música es capaz de despertar el núcleo de las estructuras cerebrales creadoras de nuestro universo
emocional.
Al escuchar música se activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y de la empatía. Son las zonas
donde están las neuronas espejo que actúan reflejando las acciones e intenciones de los otros como si fueran propias.
De esta forma podemos sentir el dolor de los otros, su alegría, su tristeza, … Quizás por esto la música es capaz de
alterar nuestras emociones y crear lazos sociales; porque nos permite compartir sentimientos.
En el Universo de Emociones podemos encontrar emociones conectadas con la música y con el arte en general. Esta
conexión se ve reflejada gracias al cometa de las emociones estéticas que tiene la capcidad de desplazarse por el
Universo relacionándose con emociones de distinta índole, tanto positivas como negativas:
Habitualmente, empleamos las palabras para describir cómo nos sentimos pero éstas no son lo suficientemente
eficaces para hacer que otras personas sepan exactamente qué estamos sintiendo; no existe una correspondencia
unívoca en el cerebro entre nuestras sensaciones y nuestros centros lingüísticos, por lo que tiene que producirse una
transformación desde nuestras sensaciones al código lingüístico, que será diferente en cada uno de nosotros. Con la
música es más fácil la descripción sensorial. Con ella es posible evocar sensaciones y que el receptor entienda
perfectamente a qué emoción nos estamos refiriendo. Por ello la música resulta enormemente útil y tiene aplicaciones
muy prácticas. Por ejemplo, en el cine la música resalta emociones y funciona como una guía que ayuda al espectador
a entender mejor la escena.
Si quieres profundizar en el tema, no dejes de ver este interesante capítulo de Redes en el que Eduard Punset
entrevista a Stefan Koelsch, neurocientífico y profesor de psicología de la música de la Freie Universität Berlin:
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La IE examina la importancia de la faceta emocional como elemento clave en la inteligencia.
La Inteligencia Emocional es uno de los conceptos clave para comprender el rumbo que ha tomado la psicología en
las últimas décadas.
De un modelo preocupado fundamentalmente en los trastornos mentales por un lado y por las capacidades de
razonamiento por el otro, se ha pasado a otro en el que se considera que las emociones son algo intrínseco a nuestro
comportamiento y actividad mental no patológica y que, por consiguiente, son algo que debe ser estudiado para
comprender cómo somos.
Así pues, la Inteligencia Emocional es un constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un
modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados
emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológicca humana tiene un papel fundamental tanto en
nuestra manera de socializar como en las estrategias de adaptación al medio que seguimos.

Inteligencia Emocional: ¿en qué consiste?


Siempre hemos oído decir que el Cociente intelectual (IQ) es un buen indicador para saber si una persona será exitosa
en la vida. La puntuación del test de inteligencia, decían, podría establecer una relación fuerte con el desempeño
académico y el éxito profesional.
No obstante, los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar hace unas décadas que las capacidades y
habilidades necesarias para tener éxito en la vida eran otras, y éstas no eran evaluables mediante ningún test de
inteligencia. Es necesario tener en cuenta una concepción más amplia de lo que son las habilidades cognitivas básicas,
aquello que entendemos que es la inteligencia.
Prueba de ello es que empezaron a ganar terreno algunas teorías de la inteligencia que intentaban comprenderla
desde ópticas diferentes, como la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, la teoría de Raymond
Cattell (y otros) que explicaba las diferencias entre Inteligencia fluida y cristalizada, o la Inteligencia Emocional que
popularizó Daniel Goleman.

Las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día


Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra vida diaria nos daremos cuenta
rápidamente que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos
cuenta. Podríamos plantearnos: (1) ¿Compré mi coche haciendo cálculos sobre la rentabilidad y los comparé con otros
modelos y marcas? (2) ¿Elegí a mi pareja porque era objetivamente la mejor opción? (3) ¿Es mi empleo el que me
ofrece el mejor salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las
emociones.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su faceta emocional mucho más desarrollado
que otras. Y resulta curiosa la baja correlación entre la inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y
analítico) y la Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea sacando a colación el estereotipo de
estudiante “empollón”; una máquina intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones lógicas,
pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos encontrar personas cuyas capacidades
intelectuales son muy limitadas, pero en cambio consiguen tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito
sentimental, e incluso en el profesional.
Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para percatarse de que es necesario prestar
más atención a esta clase de habilidades emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más
que nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Para eso es importante profundizar
en la Inteligencia Emocional.

Elementos de la Inteligencia Emocional


El gran teórico de la Inteligencia Emocional, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, señala que los principales
componentes que integran la Inteligencia Emocional son los siguientes:

1. Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional)


Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Es importante
reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras
capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos
mismos.
Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en un estado psicológico poco
equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las
decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días,
hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo poder valorar la situación
y tomar decisiones mucho más racionales.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)


El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos
llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles
son duraderas, así como en ser conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar y de qué manera
podemos relacionarnos con el entorno para restarle poder a otra que nos daña más de lo que nos beneficia.
Por poner un ejemplo, no es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos de la emoción del
momento estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En
cierto sentido, buena parte de la regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro foco de atención,
de manera que no se vuelva contra nosotros y nos sabotee.

3. Automotivación
Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y establecer nuestra atención en
las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de
modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.
Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros mismos para llegar a las metas que racionalmente sabemos que nos
benefician, podemos dejar atrás aquellos obstáculos que solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado
a lo que puede pasar.

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)


Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las señales que los demás expresan de
forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus
sentimientos que pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica,
un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos
relacionamos.
Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos
con las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y
competencias relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)


Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos
casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos
resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones; una de las
claves de la Inteligencia Emocional.
Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos hacen sentirnos los demás, y tenemos
en cuenta, además, que cualquier interacción entre seres humanos se lleva a cabo en un contexto determinado: quizás
si alguien ha hecho un comentario despectivo sobre nosotros es porque siente envidia, o porque simplemente necesita
basar su influencia social en este tipo de comportamientos. En definitiva, la Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar
en las causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo que nos hace sentirnos de un modo
determinado, en vez de empezar pensando en cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos ante
lo que otros digan o hagan.

¿Por qué las empresas necesitan este tipo de inteligencia?


Hoy en día son muchas las corporaciones que invierten grandes sumas de dinero en formar a sus empleados
en Inteligencia Emocional. La razón de esta apuesta estriba en que las empresas se han dado cuenta de que una de las
claves del éxito comercial y de la venta de sus productos radica en el grado en que sus trabajadores son capaces de
reconocer y controlar sus emociones, así como las de sus clientes.
Es casi impensable concebir un comercial de ventas que carezca de habilidades en el trato con los clientes, un
empresario sin motivación para la dirección de su compañía o un negociador que no sepa capaz de controlar sus
impulsos y emociones. Todo el conocimiento técnico basado en la mejor relación entre estudios académicos y
experiencia no será ninguna garantía para estas personas, porque tarde o temprano malograrán operaciones
económicas por un deficiente conocimiento de sus emociones.
Empleados con IE, los más demandados
Cabe resaltar que en el proceso de selección de personal de las empresas la tendencia va enfocada a poner al candidato
en situaciones de fuerte estrés o incomodidad para así poder examinar su reacción y su capacidad para lidiar con sus
emociones.
El psicólogo de las organizaciones Jonathan García-Allen explica: “La época en que los procesos de selección de
personal se basaban en la experiencia laboral y los conocimientos técnicos terminó. Actualmente, el método ha
evolucionado y los aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades interpersonales y
la gestión de las emociones, han cobrado un protagonismo clave. Esta creciente relevancia del aspecto emocional en
el trabajo viene motivada por la tendencia a la tercerización de la economía en los países occidentales, en que el
intercambio económico está mediado por la confianza entre ambos agentes”.
De ahí se desprende, según señala García-Allen, que los empleados con alta Inteligencia Emocional resulten mucho
más productivos para las corporaciones.

¿Hay evidencia empírica que la sostenga?


El concepto de Inteligencia Emocional cuenta con evidencia empírica de dos tipos. Por un lado, se ha detectado las
partes del encéfalo que intervienen en su aparición y no tanto en la de otro tipo de procesos mentales. Por el otro,
al utilizar test estandarizados para su medición y analizar los datos obtenidos, se ha visto que la Inteligencia Emocional
cuenta con su propia estructura factorial, de modo que correlaciona positivamente con las puntuaciones generales de
CI, pero estadísticamente no se comporta exactamente igual que estas. Dicho de otro modo, el constructo psicológico
de la Inteligencia Emocional se basa tanto en la observación del funcionamiento del cerebro como en información
obtenida mediante la psicometría.

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