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ALCANZANDO TUS METAS SE CUMPLIRAN TUS SUEÑOS…

5. MARCO COMPRENSIVO DEL ABUSO SEXUAL.

A pesar de la liberación sexual paulatina del último siglo, aún continúa siendo
extremadamente difícil para la población general discutir abiertamente al respecto.
La mayoría de las personas que han tenido experiencias sexuales forzadas en su
infancia o adolescencia, probablemente las han mantenido como un secreto (aún
a sus más cercanos confidentes), viviéndose así muchas vidas donde la
vergüenza y la culpabilidad son un gran peso. Tal desconfianza ha impedido la
documentación del problema.

Existen factores detrás del hecho de que la victimización sexual haya tomado
tanto tiempo en surgir como un asunto de interés público. La historia intelectual
del problema también ha jugado su papel. Es importante considerar los efectos de
la atención ambivalente que los científicos le dieron al tema, quienes estaban en
la posición de darle la relevancia requerida, pero que no lo hicieron (Finkelhor,
1980).

El retraso evidente en materia de investigación acerca de los efectos a corto,


mediano y largo plazo del abuso sexual infantil ha disminuido gradualmente en los
últimos años, desplazando lentamente las posturas que negaban o minimizaban
su ocurrencia, y dando paso a los planteamientos que surgen de las evidencias
empíricas.

A raíz de ello, y dado el interés renovado por este tema, diversos investigadores
han publicado sus estudios.

Uno de los pioneros en América que investigó el abuso sexual infantil fue Alfred
Kinsey y sus colegas. Aunque las muestras estudiadas no eran representativas, el
número real de los casos de incesto que él divulgó en su estudio es difícil de
reconstruir, puesto que sus datos los reporta en los porcentajes a 107% en vez de
100% (Russell, 1986). Sus datos muestran que del 2 al 3% de las mujeres fueron
abusadas sexualmente antes de los catorce años en su estudio clásico; asimismo,
la totalidad de los perpetradores de incesto reportados por él son hombres.
Finkelhor comparte con el estudio de Kinsey la ventaja de estar basado en una
población no clínica. Con una muestra de 530 estudiantes mujeres de Ciencias
Sociales, inscritas en universidades de Nueva Inglaterra en 1978,
aproximadamente 10% había sido victimizada sexualmente por un pariente.

Se han realizado otros estudios con muestras de estudiantes universitarios, los


cuales encontraron indicadores de deterioro de salud mental en las víctimas
adultas de abuso sexual infantil (Briere y Runtz, 1985; Finkelhor, 1984).

Finkelhor (1984), en otro de sus estudios seleccionó una muestra al azar de 521
padres en Boston; el 15% de las mujeres entrevistadas, dijeron haber sido

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abusadas sexualmente antes de los dieciséis años, de las cuales el 5% reportó


haber sufrido incesto.

Tanto la incidencia como la prevalencia del abuso sexual infantil dentro de la


familia y fuera de ella, son desconocidas. Winberg, en su estudio clásico
publicado originalmente en 1955, estimó que había un caso de incesto por cada
millón de personas en 1930 en Estados Unidos (Winberg, 1976). Ferracuti estimó
en 1972 que entre uno y cinco casos de incesto por cada millón de personas
ocurre cada año en todo el mundo (Ferracuti, 1972). Se han hecho muchas otras
estimaciones, pero ninguna de ellas basada en muestras representativas.
Meiselman intentó enumerar todos los estudios sobre incesto con muestras
mayores a 5 publicadas en Estados Unidos (Meiselman, 1978); la naturaleza
selecta y no representativa de las muestras empleadas en los 36 estudios
enumerados es muy clara. Los estudios de abuso extra-familiar son igualmente no
representativos.

La mayor parte de otras estimaciones se han enfocado en la prevalencia del


incesto y/u otros tipos de abuso sexual infantil más que en la incidencia. Herman
presenta datos de cinco encuestas que se han llevado a cabo sobre la
prevalencia del abuso sexual de niñas desde 1940. Señala que, en conjunto,
estos estudios han registrado información de más de 5,000 mujeres de muchas
regiones de Estados Unidos, primordialmente de los estratos más privilegiados
(Herman, 1981). De acuerdo a Herman:

“Los resultados de estas cinco encuestas fueron notablemente consistentes. Entre


una quinta y una tercera parte de todas las mujeres reportaron que habían tenido
algún tipo de encuentro sexual en la infancia con un adulto hombre. Entre el 4 y el
12% de todas las mujeres reportó una experiencia sexual con un familiar, y una
mujer de cada 100 reportó una experiencia sexual con su padre o padrastro”.

Gail Wyatt realizó una investigación con una muestra de 248 Afroamericanas y
mujeres blancas de 18 a 36 años de edad en Los Ángeles, California, de donde
se obtuvieron los siguientes datos de prevalencia: 21% reportó por lo menos una
experiencia de abuso incestuoso; 32% reportó por lo menos una experiencia del
abuso sexual infantil extrafamiliar; y 45 % reportó por lo menos una experiencia
del abuso sexual infantil incestuoso y/o extrafamiliar (Wyatt y Peters, 1986).

Los resultados de Wyatt adquieren cierta semejanza en la prevalencia encontrada


en el estudio que realizó Russell (1986):

Empleando una muestra probabilística de 930 mujeres adultas residentes de San


Francisco, California, investigó a través de entrevista individual la prevalencia de
abuso sexual infantil extrafamiliar e intrafamiliar. Sus hallazgos son contundentes:
el 16% de las mujeres reportó haber sido víctima de abuso sexual intrafamiliar
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antes de los 18 años; el 31% reportó haber sido víctima de abuso sexual
extrafamiliar antes de los 18 años. Los tipos de perpetradores de abuso sexual
intrafamiliar fueron: padre (4.5%), madre (0.1), abuelo (1.2%), hermano (2.0%),
hermana (0.3%), tío (4.9%), cuñado (0.8%), primo (3.2%), otro familiar (1.8%). Los
tipos de perpetradores de abuso sexual extrafamiliar fueron: extraño (15%),
conocido (40%), amigo de la familia (14%), amigo de la víctima (9%), cita (9%),
novio, pareja o esposo (7%), figura de autoridad (2%).

Browne y Finkelhor (1986) desarrollaron una revisión de la investigación


disponible sobre el impacto del abuso sexual infantil.

Concluyeron lo siguiente: “...cuando son estudiados de adultos, las víctimas como


grupo demuestran deterioro cuando son comparadas con sus contrapartes no
víctimas, pero menos de una quinta parte evidencia patología grave...el riesgo de
deterioro de salud mental inicial y a largo plazo para víctimas de abuso sexual
infantil debe tomarse con mucha seriedad” .

Por su parte, Ramos-Lira L, Saldívar-Hernández G, Medina-Mora ME, Rojas-Guiot


E, Villatoro-Velázquez J. (1998), de la División de Investigaciones
Epidemiológicas y Sociales del Instituto Mexicano de Psiquiatría, realizaron un
estudio con una muestra de 61,779 alumnos de secundaria, de los cuales 51.8%
eran hombres, y 47.1%, mujeres. El rango de edad osciló de los 10 a los 35 años,
con una media de edad de 14.4 años. En total, el 94% era menor de edad. Sus
datos revelaron que la prevalencia de abuso sexual infantil fue de 4.3% de la
muestra total, y no se observaron diferencias por sexo estadísticamente
significativas.

 DEFINICIÓN DE ABUSO SEXUAL INFANTIL

El abuso sexual infantil (ASI) es una grave vulneración a los Derechos de un niño,
niña o adolescente pues constituye una acción que posee la intención de
satisfacer los deseos sexuales de un adulto a través del sufrimiento, daño físico y
emocional del niño. Esto supone necesariamente la explotación de niños(as)
mediante atrocidades tales como el incesto, el abuso y la violación.

Existen múltiples definiciones del ASI, por ejemplo, según el Center of Child
Abuse and Neglect (1988): “El abuso sexual se define como la participación de
niños y/o adolescentes dependientes e inmaduros, en actividades sexuales que
no están en condiciones de comprender, que son inapropiadas para su edad y
desarrollo psicosexual, para las que son incapaces de dar su consentimiento y
que transgreden los tabúes y reglas familiares y sociales”.

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Por otra parte, Kempe (1978), Finkelhor (1986) y López Sánchez (1994) señalan
que para entender el ASI, hay que comprender tres elementos que configurarían
el concepto propiamente tal. Como por ejemplo:

o La asimetría o distancia en años que debe existir entre el agresor y víctima.

El consenso, respecto a este punto, es que debe existir al menos cinco años de
diferencia cuando el niño tenga menos de doce, y de diez años cuando supera
dicha edad. Sin embargo, la diferencia en años no es la única variable a
considerar.

El agresor es significativamente mayor que la víctima, no necesariamente mayor


de edad. “En realidad, esta asimetría de edad determina muchas otras
asimetrías: asimetría anatómica, asimetría en el desarrollo y especificación del
deseo sexual (que no se especifica ni se consolida hasta la adolescencia),
asimetría de afectos sexuales (el fenómeno de la atracción en prepúberes tiene
menos connotaciones sexuales), asimetría en las habilidades sociales, asimetría
en el experiencia sexual…. Por todo ello, ante una diferencia de edad significativa
no se garantiza la verdadera libertad de decisión. Esta asimetría representa en sí
misma una coerción. “

o El abuso de poder, pues el vínculo entre víctima y agresor, debe estar


diferenciado por el poder.

Es decir, existe una persona en una situación de poder superior a otra, donde la
primera saca provecho de esta situación para cumplir sus satisfacciones
sexuales.

Si existe abuso de poder en el contacto sexual, indistintamente de la diferencia de


edad, también estaríamos ante la presencia de abuso sexual.

Es fundamental no concebir el abuso sexual como una cuestión únicamente


concerniente a la sexualidad del individuo, sino como un abuso de poder fruto de
esa asimetría. Una persona tiene poder sobre otra cuando le obliga a realizar algo
que ésta no deseaba, sea cual sea el medio que utilice para ello: la amenaza, la
fuerza física, el chantaje. La persona con poder está en una situación de
superioridad sobre la víctima que impide a ésta el uso y disfrute de su libertad.
Pero igualmente importante es entender que el “poder” no siempre viene dado por
la diferencia de edad, sino por otro tipo de factores. El abuso sexual entre iguales
es una realidad a la que no debemos cerrar los ojos. En este caso, la coerción se
produce por la existencia de amenazas o porque hay seducción, pero la
diferencia de edad puede ser mínima o inexistente. Aun así, se consideraría
abuso sexual.

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En este sentido, los equipos psicológicos de los Juzgados de Familia han de jugar
un papel esencial, y los peritajes psicológicos deberían validarse y perfeccionarse
para incluir medidas fiables del “abuso de poder”. Defendiendo que ésta es la
base del abuso, somos igualmente conscientes de la dificultad existente en
algunos casos para probarla. Se ha mencionado ya la no necesidad de una
asimetría de edad (que sí establece la ley) pero es importante que se desarrollen
pruebas de peritaje psicológico y que se les dé prioridad.

 Categorías del abuso sexual infantil

Dentro de esta concepción de abuso sexual, destacamos las siguientes


categorías:

o Abuso sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso


carnal, con contacto y sin contacto físico realizado sin violencia o
intimidación y sin consentimiento. Puede incluir: penetración vaginal,
oral y anal, penetración digital, caricias o proposiciones verbales
explícitas.

o Agresión sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin


acceso carnal con violencia o intimidación y sin consentimiento.

o Exhibicionismo. Es una categoría de abuso sexual sin contacto


físico.

o Explotación sexual infantil. Una categoría de abuso sexual infantil


en la que el abusador persigue un beneficio económico y que
engloba la prostitución y la pornografía infantil. Se suele equiparar la
explotación sexual con el comercio sexual infantil.

Dentro de explotación sexual infantil, existen diferentes modalidades a tener en


cuenta, puesto que presentan distintas características e incidencia:

o Tráfico sexual infantil.


o Turismo sexual infantil.
o Prostitución infantil.
o Pornografía infantil.

En relación a los efectos del ASI, Dubowitz (1993) señala que éstos pueden
presentarse durante todo el período infantil, mientras que otros son específicos de
una determinada etapa.

Echeburúa y Del Corral (2006), señalan que los efectos a corto plazo se
presentan tras pocos meses de ocurrida la agresión. Sin embargo, es importante

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considerar, los denominados efectos durmientes (Widow, 1999), ya que según


Widow, hay efectos que se presentan pasado varios meses o inclusive años
desde que ocurre la agresión, en ocasiones en la etapa adulta

 Condiciones para que se produzca ASI

“De entre todos los modelos etiológicos del abuso sexual infantil, el más aceptado
es el modelo elaborado por Finkelhor y Krugman, en el que se describen las
cuatro condiciones para que el abuso se produzca:

Primera condición, relacionada con la motivación del agresor para cometer el


abuso. En este sentido, los estudios establecen distintas categorías de
motivaciones en los agresores sexuales, cada uno de los cuales desarrolla un
modus operandi diferente

 Por una parafilia sexual.


 Por repetición transgeneracional de experiencias previas de abuso en la
infancia.
 Por un componente psicopático de personalidad.
 Por trastorno de control de los impulsos.
 Pedófilo exclusivo, por fijación obsesiva con un objeto sexualizado.

Segunda condición, relacionada con la habilidad del agresor para superar sus
propias inhibiciones y miedos, recurriendo para ello al alcohol y las drogas.

Tercera condición, por la que se vencen las inhibiciones externas, o los factores
de protección del niño.

 MODELO ECOLÓGICO DEL ASI.

El marco ecológico integra los contextos de desarrollo del niño (microsistema,


macrosistema y exosistemas) estructurando los factores que intervienen en la
etiología del maltrato:

 Desarrollo del individuo.

El desarrollo de la persona es evolutivo, gradual y basado en la interacción


con los demás. Desde ahí, la experiencia previa que los padres traen de su
propia vida a la hora de abordar la paternidad va a condicionar el desarrollo del
niño, al igual que cualquiera lesión o discapacidad que tenga.

Microsistema. Es el entorno más cercano al niño, en el que desenvuelve su vida


diaria y con el que está en contacto permanente, además de quien depende. El
núcleo socializador prioritario en este nivel es la familia e influyen factores como la
composición de ésta, el ajuste marital o las características del niño.

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Exosistema. Está compuesto por los sistemas sociales que rodean al sistema
familiar (escuela, trabajo, vecindario, amistades, etc...) cuyos valores y creencias
configuran los del niño, puesto que limitan o enriquecen sus propias vivencias y
configuran un mundo relacional.

Macrosistema. Son los valores de la cultura en la que se desarrolla el individuo.


En la crianza de los niños influyen los conceptos sobre la paternidad y los roles de
género, la concepción de los derechos de la infancia, etc. Todos estos valores
configuran a su vez el enfoque de la vida individual, por ejemplo, a través de los
medios de comunicación.

Estos sistemas relacionales interactúan constantemente, creando una serie de


circunstancias o factores que producen un riesgo o una protección real frente al
maltrato infantil, en cualquiera de sus formas. Entre los factores de riesgo,
existen algunos especialmente relevantes:

o Discapacidad psíquica grave de uno o ambos padres.


o Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres.
o Historia de maltrato previa en uno o ambos padres.
o Falta de establecimiento del vínculo o deficientes relaciones afectivas entre
los padres y el niño.
o Falta de red de apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia.
o Problemas de disarmonía y ruptura familiar.
o Desempleo o pobreza.
o Falta de reconocimiento de los derechos del niño como persona.
o Aceptación social de pautas como el castigo físico.

Entre los factores de compensación o protectores se destacan los siguientes:

o Historia de vinculación afectiva de los propios padres o reconocimiento y


elaboración de la historia, en caso de ser negativa.
o Existencia de una red de apoyo psicosocial.
o Seguridad económica.
o Armonía y apoyo de la pareja en la crianza.
o Integración social de la familia y del niño con sus iguales.

Todos estos factores interactúan permanentemente creando una estructura


relacional constante, en la que las personas nos desenvolvemos.

Es importante conservar esta perspectiva para evaluar cada caso individualmente


y entender que las circunstancias vitales de cada persona definen sus
posibilidades, no sólo sus limitaciones.

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 FACTORES DE PROTECCIÓN Y DE RIESGO EN EL ASI

Previnfad propone un modelo integral de evaluación. En este modelo no sólo se


distingue entre factores protectores o compensadores y de riesgo o
potenciadores, sino que dentro de cada categoría, se establece la diferencia entre
los factores estables o los factores situacionales. Es decir, dentro de los factores
potenciadores que suponen un riesgo, hay algunos que están presentes a lo largo
de toda la historia, que vienen dados antes del abuso (vulnerabilidad) como una
experiencia de abuso intrafamiliar previa, y otros que surgen como los conflictos
maritales (provocadores).

En los factores compensadores sucede lo mismo: existen factores relacionados


con el ambiente familiar que suponen una protección constante (protectores)
como la comunicación intrafamiliar o unas determinadas pautas de cuidado, y
otros que surgen (tampones), como las experiencias de satisfacción provenientes
del cuidado del niño. La importancia de esta diferencia se deriva de las
posibilidades de intervención y modificación en estos factores y sirve para
entender que hay circunstancias que pueden precipitar el proceso, pero ser
temporales: (ver anexo factores de riesgo y factores de protección)

Factores de protección y riesgo según ámbito de influencia:

FACTORES. CARACTERÍSTICAS

-Historia de malos tratos o abandono. En concreto,


tener una madre con historia de abuso sexual
PARENTALES infantil.

-Rechazo emocional en la infancia.

-Carencia de vinculación afectiva en la infancia o


de cuidado.

-Ignorancia sobre las características del desarrollo


evolutivo y sexual del niño y sus necesidades.

-Historia de ruptura familiar.

-Bajo nivel de inteligencia.

-Pobre autoestima.

-Falta de capacidad empática.

-Pobres habilidades sociales.


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-Poca tolerancia al estrés.

-Problemas psicológicos.

Madre enferma, discapacitada o ausente del hogar.


Por ejemplo, una madre que trabaje fuera del
hogar por la noche.

-Introvertido.
-Aislado socialmente.
-Problemas de conducta.
Características del -Temperamento difícil.
niño/a -Discapacidad física o psíquica

FAMILIARES: -Desadaptada.
-Ciclo ascendente de agresión.
Relación padres-hijo
-Técnicas de disciplina coercitiva.
-Falta de vinculación afectiva.

-Conflicto conyugal.
-Violencia y agresión en la pareja o hijos no
Relación de pareja
deseados.

-Tamaño excesivo familiar.


Configuración familiar.
-Familias monoparentales.

Aislamiento social.

SOCIOCULTURALES. -Desempleo.
-Pobreza.
Ámbito laboral
-Pérdida de rol.
-Insatisfacción laboral o tensión en el trabajo.

-Aislamiento.
-Pérdida.
Red psicosocial de
-Alta movilidad
apoyo
-Escasa integración social.

-Legitimación de la violencia.
-Aceptación del castigo físico.

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Factores culturales -Actitud hacia la infancia, hacia la mujer y la


familia.
-Vulneración de los derechos de la infancia

El abuso sexual infantil es el resultado de la conjunción de una serie de


factores, no hay un único factor causal. Por ello, es importante trabajar y
promover los factores de protección y evaluar los riesgos añadidos
procedente de las llamadas “poblaciones de riesgo”, pero sin
estigmatizarlas

 Indicadores de ASI:

FISICOS -Lesiones físicas en la zona genital.

-Dificultad para caminar y/o sentarse.

-Secreción vaginal.

-Quejas por dolor anal y/o vaginal.

-Enfermedad de transmisión sexual.

-Enrojecimiento en la zona genital.

-Ropa interior manchada y/o ensangrentada.

Contusiones o sangrado en los genitales externos,


zona vaginal y/o anal.

-Ropa interior rasgada.

-Lesiones, hematomas o erosiones en la zona


genital y/o en los pechos.

-Presencia de semen en la boca, en los genitales o


en la ropa.

EMOCIONALES Y -Lenguaje que no corresponde a su edad.


CONDUCTALES
-Relato de actos sexuales que dan cuenta de una
vivencia.

-Conductas sexuales inesperadas para su edad.

-Conocimientos sexuales inapropiados para su etapa


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evolutiva.

-Conductas masturbadoras excesivas o inadecuadas.

-Reproducción de actos sexuales con uso de objetos,


muñecos y/o animales.

-Comportamiento sexualizado.

-Cambios repentinos de comportamiento.

-Baja inesperada del rendimiento escolar.

-Evitar el regreso al hogar.

-Ponerse demasiada ropa, dos o tres pantalones. Esto


se hace con la finalidad de dificultar el abuso.

PSICOLOGICOS -Llanto permanente.

-Fuerte rechazo frente a una persona específica.

-Trastornos del sueño, no logran conciliar el sueño por


completo, tienen pesadillas o terrores nocturnos, temor
a estar solos.

-Depresión, juegos inapropiados para su edad en


tonos sexuales o dibujos de carácter sexual.

-Verbalizar querer morir o presentar conductas suicidas

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