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Monográfico: “Republicanismo”.

Liberalismo y republicanismo:
el uso político de los conceptos de libertad
Liberalism vs. Republicanism:
the Political Uses of the Concepts of Freedom

Elena García Guitián


Profesora Titular de Filosofía Moral.
Universidad Autónoma de Madrid
Recibido: agosto de 2008
Aceptado: octubre de 2008

Palabras clave: Liberalismo, republicanismo, libertad negativa, no dominación.


Key words: Liberalism, republicanism, negative liberty, non-domination.

Abstract.: In contemporary political theory we are witnessing an increase of adherents of


republicanism, understood as an alternative discourse to a supposedly exhausted liberalism.
The debate on the concepts of liberty occupies the centre of the discussion. The defence
of the negative concept of liberty attributed to the liberal tradition is contested using an
alternative definition of liberty as non-domination. The present article analyzes the political
consequences of approaching the subject of liberty under such presuppositions, limited to
the emphasis on the clash of contrasting definitions of the concept.

Resumen.: En la teoría política contemporánea estamos asistiendo a un auge del pen-


samiento republicano, que se presenta como alternativa a un liberalismo que parece
agotado. El centro de la discusión lo constituye el debate sobre los conceptos de liber-
tad: el negativo, adscrito al liberalismo, y la “no-dominación”, invocada por los neo-
republicanos. En el presente trabajo se analizan las consecuencias políticas de abordar
el tema de la libertad únicamente a través de la contraposición de distintas definiciones
que se presentan como incompatibles entre sí.

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1. Dos tradiciones teóricas ticas del debate conceptual en torno a la
para la crítica política libertad.
contemporánea
El reciente desarrollo de una tradición La revisión que se ha llevado a cabo en las
neo-republicana que se presenta como al- últimas décadas de determinados pensa-
ternativa a la actual hegemonía del libera- dores como Maquiavelo o del debate políti-
lismo ofrece un inmejorable ejemplo para co que tuvo lugar durante las revoluciones
apreciar cómo se conectan los discursos inglesa y norteamericana, ha contribuido
del pasado y del presente, y los problemas a identificar una tradición republicana ca-
que suscita esa relación. Porque se acu- racterística, que se presenta, en principio,
de al pasado, a una tradición “derrotada” como claramente diferenciada de la tra-
políticamente, no sólo como parte de un dición liberal. Ello ha forzado a identificar
estudio histórico que quiere profundizar ciertos rasgos comunes en el pensamiento
en los discursos que tuvieron lugar y que de estos autores, dejando de lado sus evi-
se enfrentaron en un período determinado, dentes diferencias. Y la genealogía resul-
sino porque se considera que aporta algo tante no está exenta de contradicciones,
que nos puede servir para la crítica del lo que ha dado lugar a una viva discusión
presente, e incluso como inspiración de las sobre la pertenencia de cada uno de ellos a
políticas públicas de los gobiernos actuales una u otra tradición.
(véase el discurso pro-Zapatero de Pettit o
el anti-Berlusconi de Viroli). En realidad, los elementos “comunes” que
otorgan su peculiaridad a la tradición repu-
En este sentido, podemos afirmar que este blicana permiten diseñar genealogías muy
debate nos obliga a reflexionar sobre as- variadas, compuestas muchas veces por
pectos metodológicos de la teoría política pensadores que ofrecen las definiciones
cuyas conclusiones están todavía por lle- más ajustadas de los conceptos conside-
gar, pero que al final implican plantearse rados básicos, pero que paradójicamente
si tiene sentido la preocupación por el rigor aparecen como campeones de ambas tra-
metodológico o si se trata simplemente de diciones. Así clásicos del liberalismo como
construir discursos legitimadores apoyados Locke, Montesquieu, Madison o Tocquevi-
en la selección ad hoc de autores y defini- lle acaban siendo reivindicados tanto des-
ciones conceptuales. de la tradición republicana como desde la
liberal, mientras que otros como Rousseau,
No es este el lugar para abordar una re- que tradicionalmente había sido el estan-
flexión tan ambiciosa, pero, sin duda, estas darte del republicanismo, o no están, o son
cuestiones son las que nos interesa susci- calificados en algunas ocasiones de dema-
tar en lo que sigue, presentando un análisis siado populistas.
de la repercusión de las ideas republicanas
en el pensamiento contemporáneo, centra- La sensación que ello produce es que cada
do sobre todo en las consecuencias polí- defensor del neo-republicanismo propone

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su clasificación en función de las descrip- XVII y a los revolucionarios norteamerica-
ciones conceptuales que utiliza para iden- nos (Harrington, Sydney, Milton, y otros).
tificar el contenido sustantivo común que
justifica agrupar en una misma tradición a Otros autores posteriores (Honohan, 2002),
autores que escriben en distintos contex- intentando recoger todos los argumen-
tos y épocas. Veamos algunos ejemplos de tos de esta polémica y definir la tradición
ello. acaban incorporando a las filas del repu-
blicanismo a los pensadores clásicos de
En el caso de Pettit (1997), los trazos de la Atenas y Roma, a Maquiavelo, Harrington,
tradición republicana que nos ofrece irían Montesquieu, Madison, Rousseau, Wools-
desde Cicerón a Maquiavelo, pasando por tonecraft, Tocqueville, J. S. Mill, Arendt y
los radicales de la Commonwealth, Harring- Taylor. Y la pregunta que necesariamente
ton, Locke, Montesquieu y Madison. Según cabe hacerse, llegados a este punto, es si
afirma expresamente, su agrupación está las teorías de todos estos pensadores no
basada en criterios filosóficos, no históri- tienen en común más diferencias que simi-
cos, que se identifican con la defensa de un litudes. Porque estos intentos de definir la
concepto de libertad entendida como “no tradición parecen confirmar que se visita a
dominación”. No obstante, excluye a los los autores para escoger aquellos elemen-
autores a los que atribuye un giro populista tos que interesan desde la perspectiva con-
que no encaja con la tradición republicana temporánea. Es decir, que teniendo claras
como Rousseau y Arendt, ya que identifi- las propuestas que se quieren defender
can libertad con participación política. ahora, y que se proponen como superado-
ras de las defendidas por el liberalismo, los
Otro neo-republicano convencido como Vi- neo-republicanos se pasean por la historia
roli (1999) también comienza con el pen- cogiendo de aquí y allá las definiciones
samiento romano y Maquiavelo, y junto a conceptuales e ideas que más les convie-
ellos sitúa a Montesquieu, y esta vez si, a nen para justificar sus tesis. ¿Pero es eso
Rousseau, aunque sólo para el tema de aceptable cuando lo que se busca es fun-
la igualdad de riqueza. Además, cita para damentar esas propuestas apelando a una
defender algunos aspectos de la teoría re- tradición que además se presenta como al-
publicana a los revolucionarios franceses e ternativa al liberalismo contemporáneo?
ingleses, y a Locke y Tocqueville.
Curiosamente, después de varias décadas
Skinner (1998) aborda otra estrategia y de reflexión sobre el tema el resultado se
es más cauto a la hora de unir autores, y ha alejado bastante de lo que sus impulso-
aunque también considera que el hilo que res buscaban, pues lo que muestra son las
conecta la tradición republicana es su con- complejas conexiones que existieron entre
cepción de libertad (concepto neo-romano), liberalismo y republicanismo a lo largo de
incluye en ésta a los autores romanos, a los siglos XVII y XVIII, contribuyendo así a
Maquiavelo, a los republicanos ingleses del ofrecer una visión mucho más rica y pro-

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funda de la propia tradición liberal. Lo que si estamos atacando la tradición o, por el
el análisis histórico refleja es cómo en dicho contrario, la queremos hacer nuestra). La
período las ideas republicanas se transfor- mayoría de los pensadores en esta época
maron dando lugar a distintas versiones de (XVII-XVIII) se consideraban republicanos,
lo que luego sería considerado pensamien- y sólo posteriormente comienza a utilizarse
to liberal. Como concluyen diversos autores la denominación “liberal” y a construirse
(Kalyvas y Katznelson, 2006; Máiz, 2007), la tradición. Pero los argumentos para in-
el desarrollo del liberalismo en realidad fue cluir a unos u otros variaron, sobre todo en
impulsado por teóricos que desde el dis- función de las simpatías del encargado de
curso del republicanismo clásico buscaban construirla y de sus intenciones políticas.
institucionalizar una república estable, que
funcionara adecuadamente, adaptada a las Por ello, lo más curioso del resurgir republi-
condiciones de su época. Eran conscien- cano es que nos ha ayudado a vislumbrar
tes de las limitaciones que presentaban los una tradición liberal enormemente diversa y
modelos clásicos y de la dificultad que su- compleja, que no puede reducirse sin más
ponía aplicarlos a un nuevo contexto muy al esquema simplificado con el que a veces
diferente, el de las repúblicas modernas, se describe. Pero es un resultado no bus-
que exigían partir del reconocimiento de la cado, pues precisamente la delimitación de
existencia de pluralismo social y facciona- la tradición republicana supone presentar
lismo político, y del respeto de las liberta- una tradición liberal lo más negativa posi-
des individuales. Por ello, en su interpreta- ble que destaque las diferencias y no todas
ción, pensadores como Paine, Madison o las similitudes que existen entre ambas.
el propio Sieyès introdujeron importantes
innovaciones teóricas e institucionales que 2. La base conceptual: la
se convirtieron en parte de la articulación discusión en torno a los
de la tradición liberal. conceptos de libertad
Los problemas que suscita adscribir a cada
Kalyvas y Katznelson (2006) señalan, ade- una de estas tradiciones uno u otro autor
más, que lo que resulta irónico es que el se disfrazan porque el verdadero sustrato
ataque republicano al liberalismo se base de la actual reconstrucción de la tradición
en la aceptación de una historia que no co- republicana lo constituye la asunción de
incide con la realidad, pero que es la que ciertos elementos comunes. Pero tampoco
les interesa mostrar hoy en día a muchos encajan todos en una misma propuesta, lo
autodenominados liberales. Porque el libe- que ha dado lugar a algunas clasificacio-
ralismo es una tradición que agrupa a au- nes en las que el republicanismo adquiere
tores muy diversos a lo largo de distintas nuevas etiquetas: elitista, participativo, po-
épocas, y dependiendo de los que esco- pulista, deliberativo, etc.
jamos, el retrato que obtenemos será muy
distinto y se ajustará más o menos a lo que Para simplificar, partiremos de los tres ele-
nos interese defender (dependiendo de mentos del pensamiento republicano que

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según indican Ovejero, Martí y Gargarella de relieve la revisión de dicha tradición lle-
(2004) constituirían su base común: van a un acuerdo sobre su alcance, como
muestra la encendida polémica que sobre
- la defensa de un concepto de libertad el tema siguen manteniendo desde hace
diferente a los habitualmente identifica- años dos de sus exponentes más recono-
dos como sentidos positivo y negativo, cidos: Skinner (con su concepto de liber-
que, y esto es lo principal, justificaría tad neo-romano) y Pettit (libertad definida
descartar la defensa de un Estado neu- como “no dominación”).
tral maximizador de la libertad negati-
va, para legitimar su intervención activa Pero, como ya hemos comentado, la elec-
con objeto de garantizar dicha libertad. ción de este concepto para definir la tradi-
ción republicana no es algo que surja del
- el énfasis en la promoción de virtudes mero análisis histórico. Estos autores con-
cívicas ciudadanas, de cierto compro- sideran que puede aportar algo al debate
miso social necesario para mantener normativo actual proporcionando elemen-
esa libertad. tos suficientes para combatir la hegemonía
del liberalismo contemporáneo. Y no hay
- la demanda de una democracia más nada mejor que enfrentarse a él esgrimien-
fuerte, apoyada en un Estado más in- do como valor superior la misma defensa
tervencionista en el que frente a la neu- acérrima de la libertad, eso sí, convenien-
tralidad del Estado liberal se cualifiquen temente definida.
las preferencias, buscando una mayor
justicia social. La libertad republicana tiende a presen-
tarse en muchas versiones como un tercer
Cabría afirmar, entonces, que el elemento concepto de libertad que no encaja en la
que aparece como verdaderamente carac- famosa dicotomía berliniana libertad ne-
terizador de la tradición sería la reivindica- gativa/positiva, y que sería una excelente
ción de un concepto de libertad definida alternativa a ella, pues proporcionaría un
como no dominación que legitima una ma- principio inspirador de arreglos institucio-
yor intervención del Estado, precisamente nales y decisiones políticas que rompería la
para asegurarla. La asunción de este con- hegemonía de la libertad negativa defendi-
cepto de libertad específico, supuestamen- da por la tradición liberal. Por eso a la hora
te ignorado en los debates sobre la libertad de desarrollar este debate sobre la libertad,
que se centran en los conceptos negativo y la referencia obligada son las descripciones
positivo, constituiría entonces el rasgo dis- de los dos conceptos de libertad populari-
tintivo del republicanismo. zados por I. Berlin a principios de la déca-
da de los sesenta.
Sin embargo, el primer problema que sus-
cita esta tesis es que ni siquiera los propios Lo que resulta llamativo en relación con ello
defensores del nuevo significado que pone es darse cuenta del grado en que el análisis

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de este autor ha impactado en la reflexión 3.a. Dos conceptos de libertad
contemporánea sobre este concepto, has- El punto de partida de este análisis lo cons-
ta el punto de que sus tesis se rebaten o tituía la afirmación de que, aunque existían
defienden como si fueran el fiel reflejo del muchos conceptos de libertad, en él iba
pensamiento liberal. Y eso plantea un serio a abordar solo dos de ellos, denominados
problema, pues la debilidad o vigencia de negativo y positivo, por el enorme impacto
ciertos planteamientos de Berlin no tiene que que tenían en la época en la que escribía.
entenderse como propia de toda la tradición, Como después confirmó expresamente
como tampoco son absolutamente fieles las Berlin en diversas entrevistas, su intención
descripciones de los autores que incorpora a era combatir un discurso que deformaba
su análisis. Por ello, para analizar el impacto de tal manera el significado de la libertad
de las tesis republicanas sobre la libertad es que acababa justificando su eliminación.
fundamental partir de la descripción de las Se trataba, por tanto, de un trabajo com-
definiciones que quiere superar. prometido que, en plena Guerra Fría, bus-
caba defender las tesis liberales frente al
3. Los conceptos negativo y discurso comunista, y esto explica, como
positivo de libertad veremos después, algunas de sus caracte-
Como estrategia y a pesar de lo que pudie- rísticas.
ra parecer en un primer momento, Berlin
no aborda su reflexión sobre la libertad re- Pero centrándonos en el análisis de la li-
curriendo a un análisis conceptual avalora- bertad, la idea básica mantenida por este
tivo y neutral que parta de la lógica interna autor es que, aunque tengan un fondo co-
de su definición. Es muy consciente de que mún, existen dos concepciones diferentes
los diferentes sentidos de la libertad han ido de libertad política, negativa y positiva, que
apareciendo en diferentes períodos históri- pueden llegar a chocar de manera inevita-
cos, como respuesta a situaciones y pro- ble, de ahí su interés en justificar su dis-
blemas surgidos en contextos diversos que tinción.
hay que tener también en cuenta. Por eso
en su famoso ensayo “Dos conceptos de li- En relación con la libertad negativa, las defi-
bertad” (1958) seguía una doble estrategia niciones que proporciona Berlin se pueden
para exponer su postura dentro del debate agrupar de tres formas distintas dependien-
sobre el significado de la libertad. Primero do de su identificación con la existencia de:
analizaba diversas definiciones concep- 1. un ámbito o área de no interferencia; 2.
tuales, y después explicaba el uso que de un área en la que soy mi propio dueño; 3.
ellas habían hecho diferentes autores a lo posibilidades de elección.
largo del tiempo, lo que expondremos bre-
vemente a continuación para apreciar bien Cuando Berlin utiliza el primer tipo de des-
los términos en los que planteaba sus tesis cripciones, la existencia de libertad se vin-
y poder relacionarlos con el debate suscita- cula a la de un área de no interferencia,
do por los neo-republicanos. y se define como “libertad de”. Es la más

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utilizada para identificar el concepto de li- tos de un sujeto, aunque luego de hecho
bertad negativa que se atribuye a este autor no la llegue a utilizar, no encaja bien con
o incluso a la tradición liberal, pero desde una concepción de la libertad reducida a
luego, no es la que domina en la argumen- una situación de no interferencia. En este
tación ofrecida. sentido, esta descripción dejaría sin funda-
mento la frecuente identificación de Berlin
En el segundo grupo, podemos incluir las con la defensa de un concepto de libertad
equiparaciones de la libertad con un espa- negativo restrictivo. Pero antes de avanzar
cio de no interferencia para el ejercicio de la conclusiones, es necesario completar el
autonomía del sujeto, un ámbito en el que análisis de la libertad y describir el concep-
uno es su propio dueño. Y esta descripción to positivo.
parece solaparse con algunas definiciones
de la libertad positiva. Al igual que sucede con el sentido nega-
tivo, las descripciones de la libertad posi-
Existe también un tercer grupo de descrip- tiva que se incluyen en el texto muestran
ciones que relacionan la libertad negativa ciertas inconsistencias, por lo que en este
con la existencia de posibilidades de elec- caso, mucho más que en el anterior, esta
ción. La libertad dependerá así del número denominación acaba siendo un cajón de
de puertas que tenga abiertas. Berlin afir- sastre en el que tienen cabida conceptos
maba al respecto: diversos (García Guitián, 2001).

“La libertad negativa es algo cuya El sentido positivo, nos indica Berlin, surge
extensión, en un caso dado, es difícil del deseo de gobernarme a mí mismo, o,
de estimar [...]..parece depender: a) de por lo menos, de “participar en el proceso
cuántas posibilidades tengo abiertas
por el que ha de ser controlada mi vida”,
(...);b) de la facilidad o dificultad para
que cada una se realice; c) de la impor- identificado también con “libertad para”.
tancia que tienen estas posibilidades Lo que introduce una gran complejidad en
en mi plan de vida, dados mi carácter y esta descripción es que se mezclan aquí
mis circunstancias, cuando las comparo aspectos internos de la libertad (moral) con
entre sí; d) de hasta qué punto están el autogobierno colectivo (política). La liber-
abiertas o cerradas por actos humanos
tad positiva se identificaría entonces con
deliberados; e) del valor que no solo el
agente, sino también el sentimiento ideas como autodirección, autonomía, au-
general de la sociedad en la que vive, todeterminación, autorrealización personal,
atribuye a las diferentes posibilidades.” pero también con “tener voz en las leyes
(FEOL, 130, 1) y actividades de la sociedad en la que se
vive” o “participar en el proceso por el que
El problema es que reconocer que hay un ha de ser controlada mi vida”.
claro aumento de la libertad cuando se in-
terviene (¿“interfiere”?) para que se abra No obstante, el análisis del significado de
una puerta importante para los proyec- la libertad positiva se complica por el he-

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cho de que las descripciones de la libertad impedimento a la libertad y reflexionar so-
positiva incluidas en el ensayo aparecen en bre su alcance. Veamos de nuevo cuál es la
su mayor parte como ejemplo de las “de- postura de Berlin respecto a ello.
formaciones” que sufrió históricamente el
concepto de autodominio en manos del Los críticos del sentido negativo de liber-
racionalismo metafísico y que, en opinión tad insisten en que, definido sin más como
de este autor, en lo político culminaron en ausencia de interferencia, reduce enor-
la identificación de la participación política memente los impedimentos que pueden
con la “libertad del sujeto colectivo”. considerarse restrictivos de la libertad y
legitima las tesis de los defensores del
Esta utilización de un doble nivel descriptivo laissez-faire. No obstante, estas conclu-
que identifica libertad positiva tanto con au- siones no son asumidas por todos los que
todominio personal como con autogobierno defienden la libertad negativa. Berlin nos
colectivo, nos fuerza a introducir precisio- da algunas pistas sobre cuál es su posición
nes en su distinción de la libertad negativa. en relación con ello cuando insiste en que
En este sentido, la diferencia entre querer existe coacción obstaculizadora de la liber-
“que mi vida y mis decisiones dependan tad cuando se produce una intervención
de mí mismo y no de fuerzas exteriores” y deliberada de alguien dentro del ámbito en
reivindicar “...que se le conceda a uno un el que un sujeto podría actuar sin interfe-
ámbito... en el que uno sea su propio due- rencias. En su opinión, sólo se carecería de
ño” no parecen sino dos formas de definir libertad política cuando alguien impidiera a
la libertad situándose en uno u otro polo otro alcanzar una meta. Por ello, la mera
de una relación. Pero la cuestión en la que incapacidad para hacerlo no constituiría
insiste Berlin es que no son exactamente lo falta de libertad.
mismo, porque a la libertad positiva se le
suele adscribir un contenido racional que Este tipo de afirmaciones son las que justi-
la “deforma” y hace que acabe chocando fican muchas de las críticas a ciertas defi-
con el sentido negativo. Por el contrario, niciones restrictivas de la libertad negativa.
cuando identificamos libertad política con Pero Berlin va más allá en su razonamiento
participación, las diferencias entre libertad al aceptar posteriormente que también hay
positiva y negativa resultan evidentes, por- actos no deliberados que pueden restringir
que se trata de cosas distintas. la libertad. Así llega a afirmar que la falta
de libertad política se debe a que otros se-
3.b. Los límites y el valor de la res humanos me impiden hacer o conse-
libertad guir algo, deliberadamente o no, por acción
La lucha por fijar los significados de la liber- pero también por omisión, cuando la situa-
tad, sin embargo, no se limita a la compa- ción es modificable y se puede hacer a los
ración de descripciones. Existen dos aspec- hombres responsables de ella. Y este juicio
tos relevantes que también hay que tener dependerá siempre en último término de
en cuenta: identificar lo que constituye un nuestra visión sobre el funcionamiento de

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la sociedad y de las causas de la pobreza como de hecho ha sucedido en diferentes
o la incapacidad para conseguir nuestras momentos históricos, lo que además se ha
metas. En este sentido, lo que para unos realizado en nombre de la libertad. Pero,
es coacción, para otros será incapacidad a diferencia de otros teóricos con los que
o, simplemente, ausencia de condiciones a veces se le identifica, nuestro autor en-
para ejercer la libertad (que sí existiría). fatiza también la necesidad de promover
esas condiciones, eso sí, advirtiendo que
Esta cuestión reflejaba uno de los temas de reivindicar cosas como la educación, la sa-
conflicto del debate ideológico entre libera- lud y la justicia no pierde fuerza si se hace
lismo y socialismo. Para los liberales, una en nombre de otros valores, y no directa-
persona sería libre aunque no dispusiera mente para promover la libertad. Porque la
de los medios o condiciones para hacer accesibilidad no determina la existencia de
efectiva esa libertad a la que tiene derecho. libertad, aunque sí su valor.
Para sus críticos, en esa situación no cabe
ser libre porque existe una opresión estruc- Sin embargo, al unir esta idea con lo apun-
tural que es intencionada y que, por ello, es tado en el apartado anterior, las distincio-
transformable. nes se complican. En la mayoría de los
casos sería posible identificar la falta de
Berlin se sitúa en el lado de los liberales al condiciones de ejercicio de la libertad con
insistir en la distinción entre libertad y exis- la existencia de obstáculos producto de un
tencia de condiciones para ejercerla, pero determinado sistema político o económico
su posición le permite aceptar que existen que beneficia a unos pocos y perjudica a
restricciones de la libertad (negativa) que la mayoría. Y así se diluiría en parte la dis-
no proceden de una acción concreta inten- tinción entre existencia de libertad y condi-
cionada. Además, no ignora la importancia ciones para ejercerla. El propio Berlin llega
de que se den esas condiciones que per- a afirmar que hay muchos modos distintos
mitan ejercer la libertad. Así llegaba a afir- de reducir ambas clases de libertad, posi-
mar (Berlin, 1991: xlv) en un apasionado tiva y negativa, y el primero de ellos sería
párrafo de crítica a las políticas del laissez- mediante un sistema que permite acumu-
faire que se daba cuenta de que no había lar demasiado a unos pocos ricos y pode-
insistido bastante en subrayar el fracaso de rosos, excluyendo a la mayoría, y que am-
este tipo de políticas para crear las condi- para unas estructuras sociales que cierran
ciones mínimas necesarias que hacen que demasiadas puertas a individuos y clases
la libertad tenga algo de valor. sociales, impidiendo su desarrollo. Ese sis-
tema, en su opinión, es producto de polí-
Podríamos concluir respecto a ello que el ticas sociales y económicas concretas im-
interés de Berlin es poner de manifiesto pulsadas a través del sistema educativo, los
que se puede acabar por suprimir la liber- medios y la legislación “que ha bloqueado
tad durante el proceso emprendido para y disminuido la libertad humana, a veces
establecer las condiciones para ejercerla, de una manera tan efectiva como los más

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manifiestos y brutales métodos de opresión que utilizaba Berlin en su ensayo era iden-
directa -la esclavitud y el encarcelamiento-, tificar la defensa de la libertad negativa con
contra los que alzaron su voz los primeros la tradición liberal. La lectura detallada del
defensores de la libertad.” (Berlin, 1991: ensayo, sin embargo, pone de relieve que
xlvii). los principales defensores de la libertad ne-
gativa no son únicamente autores habitual-
Esta postura es buena muestra de que el mente considerados pertenecientes a la
énfasis en las distinciones conceptuales tradición liberal. La descripción de la liber-
no tiene que conducir inevitablemente a tad negativa se construye con referencias
defender determinadas posturas políticas. a lo establecido por los filósofos políticos
Se trata de diferenciar las distintas clases ingleses clásicos, especialmente Hobbes
de libertad, la existencia de libertad de las y Bentham, aunque también aparecen ci-
condiciones de ejercicio, y la libertad en to- tados Locke , Mill, Constant , Tocqueville,
dos sus sentidos de otros valores. Y poner otros como Jefferson, Paine, Adam Smith,
de relieve también que Burke, Ockam, Erasmo y conservadores y
reaccionarios. Por tanto, sería un error atri-
“el hecho de que determinados buir de forma automática la articulación y
ejemplos de libertad negativa [...] defensa de la libertad negativa sin más a
puedan ser en muchos casos totalmen- esta tradición, aunque es lo que sucede
te indeseables y deban reducirse o
en la mayoría de los análisis sobre el tema.
suprimirse en cualquier sociedad sana
y decente, no hace que sean libertades Porque se identifica la tradición liberal con
menos auténticas, ni tampoco nos la defensa de un concepto de libertad ne-
justifica para que volvamos a formular gativa entendido en su sentido más restrin-
la definición de libertad que siempre gido, como “libertad de” o ámbito de au-
se representa como algo que es bueno sencia de interferencia a pesar de que las
sin más, algo que produce siempre
descripciones de cada uno de los autores
las mejores consecuencias posibles...”
(Berlin, 1991: lvii). representativos de esta tradición ofrezcan
una concepción bastante más compleja de
Sin embargo, antes de sacar conclusiones la libertad, que incorpora significados va-
definitivas sobre la visión de la libertad ber- riados, siempre dentro del contexto de una
liniana, debemos referirnos al segundo tipo doctrina política y moral muy elaborada en
de argumentos que utiliza y que identifica la que debe interaccionar con otros valores
la defensa de la libertad negativa con la tra- (Pelczynski y Gray, 1984). Y esto suscita
dición liberal. dudas importantes acerca de la posibilidad
de identificar el liberalismo clásico y la de-
3.c. Los conceptos de libertad y fensa de un concepto específico de la liber-
la tradición liberal tad como libertad negativa, pues el único
Como hemos señalado anteriormente, para punto común sería la defensa del derecho
diferenciar los dos conceptos de libertad y de todos los hombres a ser libres (Gray,
mostrar sus tensiones la segunda estrategia 1986: 385).

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Entre otras cosas hay que tener en cuenta Cuando se trataba de intervenciones no
la larga vida de la tradición liberal, que el coercitivas, la política general debía ser la
propio J.S. Mill destacaba en Sobre la liber- ausencia de intervención salvo cuando lo
tad mostrando con gran claridad la diver- exigiera la consecución de un bien mayor
sidad del discurso liberal respecto a estos y apoyaba su defensa de la no intervención
temas. En ese texto señalaba cómo la lucha en tres razones muy distintas: que no se
entre libertad y autoridad se había desarro- debe incrementar el poder de ningún go-
llado históricamente en diferentes etapas. bierno; que la actuación del Estado es me-
Al principio, la preocupación principal fue nos eficaz; y que el que cada uno se ocupe
el establecimiento de límites al poder por de sus propios asuntos desarrolla las facul-
medio de protecciones y frenos constitu- tades personales de los individuos.
cionales. Alcanzada esa meta, el siguiente
objetivo fue conseguir que los gobiernos Las excepciones a esta regla general las
fueran temporales y que dependieran de constituían el cuidado de los incapaces y
la voluntad del pueblo para su elección, y, los menores; la educación primaria de los
posteriormente, que se identificaran con él, menores; determinados servicios privados
equiparando su interés y su voluntad a los de interés público; intervenciones para evi-
de la nación. En los tiempos en los que es- tar determinadas situaciones o obligar a
cribía Mill, consideraba que el objetivo de cumplir acuerdos (prohibición de contratos
lucha prioritario era establecer un límite a a perpetuidad, disminución del horario de
la intervención legítima de la opinión colec- trabajo, etc.); prestación de servicios públi-
tiva en la independencia individual, de ahí cos fundamentales que los agentes priva-
el análisis contenido en su famoso ensayo. dos no tienen interés en ofrecer, ayuda a
los pobres e intervención en el proceso de
Este punto de partida es buena muestra colonización.
de la influencia del contexto en la fijación
de los contenidos que adscribimos a los Lo interesante para nuestro análisis es po-
conceptos y la prioridad que alcanzan en ner de relieve que éstos son argumentos
una determinada teoría política. Pero hay distintos a los utilizados en Sobre la liber-
una segunda cuestión que también aborda tad para reflexionar sobre la libertad moral
Mill y que es interesante poner de relieve. o autonomía y justificar la no interferencia
En sus “Principios de Economía Política”, del Estado y la sociedad, concepto de li-
en el capítulo XI hablaba del fundamento bertad positiva, por cierto, que Mill asume
y la justificación del principio de laissez- sin problemas junto al de libertad negativa,
faire o no interferencia y consideraba que como al final sucede con casi todos los au-
la actuación estatal coercitiva debía res- tores liberales.
tringirse al mínimo, justificarse en cada
caso, y no debía en ningún caso afectar Por ello se suele atribuir a Berlin (y a la tra-
a la esfera de individualidad descrita en dición liberal) la simple defensa de un con-
Sobre la libertad. cepto de libertad negativa como no interfe-

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rencia que no encaja con su postura. Los pueden tener prioridad. El problema es que
diferentes conceptos de libertad son bási- no hay instrucciones fijadas para hacerlo y
cos y tienen fundamento, y además deben esto nos obliga, por tanto, a desechar las
competir con otros valores positivos, por lo soluciones fáciles (Berlin, 1991: 56).
que el problema es decidir qué equilibrio
debe alcanzarse entre ellos. En lo que Berlin sí insiste es en afirmar
que cuando limitamos la libertad en favor
Esta visión pluralista se opondría, por ejem- de otro valor debemos ser conscientes de
plo, a una postura claramente “monista” lo que hacemos y no ocultarlo mediante la
como la de Pettit (1997), quien llega a reformulación de los conceptos para que
afirmar que “la libertad como no domina- parezca que todo lo bueno es compatible
ción no necesita ser completada con otros y que no exige sacrificios de unos valores
ideales (igualdad, bienestar) para justificar por otros.
una política o apelar a más intervención del
Estado, pues lo incorpora”. Por ello Berlin acababa identificándose
con las tesis que atribuía a la mayor par-
Frente a este tipo de posiciones, Berlin te de los autores pertenecientes a la tradi-
insistía en que la libertad no es el criterio ción liberal: la defensa de la “igualdad de
único o dominante de acción social, ni si- libertad” entendida como la situación en la
quiera en las sociedades que se consideran que la mayor parte de los individuos puede
liberales (Berlin, 1991:169). Su visión plu- desarrollar su proyecto de vida indepen-
ralista no le permite atribuir el máximo valor dientemente de su valor, limitado por las
a un solo principio, pues considera que los regulaciones sociales que impone el dere-
valores últimos son diversos y chocan en- cho igual de todos a no ser frustrados en la
tre sí, de forma que muchas veces hay que consecución de sus objetivos. Pero lo que
realizar elecciones trágicas. Esto supone da finalmente coherencia a su defensa de
que, en lo relativo a las libertades, no pode- la libertad (política) negativa por encima de
mos defender que la libertad negativa sea otros valores desde su visión pluralista es
un valor absoluto que esté por encima de su conexión con esa libertad de elección
todos los demás valores. La libertad negati- básica. La libertad negativa debe atribuirse
va y positiva deben encontrar un acomodo, a todos los hombres por igual (en sentido
como también es necesario equilibrar las kantiano), y para decidir el nivel de liber-
libertades concretas, la defensa de espa- tad añadido, la libertad debe competir con
cios de libertad y el grado de intervención otros valores.
para crear condiciones que las hacen efec-
tivas para determinados sectores, todo ello Y esta postura que atribuimos a Berlin tam-
a través de procesos agonistas en el que bién se puede aplicar a muchos liberales.
se generarán daños. Y además, al hacerlo, No cabe, por tanto, identificarles con la exi-
se deben tener en cuenta otros valores bá- gencia de crear el espacio que permita sin
sicos y últimos que en un momento dado más la máxima libertad, pues lo que estos

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autores exigían era la máxima igual libertad de libertad negativa definida como espacio
compatible con el orden social. Y es que lo libre de intervenciones.
que realmente nos ofrecen en sus teorías es
la mejor combinación de valores que pue- Pero una vez garantizado esto, la política se
den encontrar, como hacía el propio Berlin concibe como la lucha por fijar las priorida-
cuando alababa el Estado de Bienestar por des entre diferentes valores e imponerlos a
haber logrado el mejor equilibrio de valo- través de un proceso de ajuste, de alcance
res básicos como la libertad, la igualdad, la de compromisos, que no suele contentar
justicia y la eficiencia. Por eso es discutible nunca a todos y que siempre corre el riesgo
que tenga sentido presentar a los valores de romperse. Y esto hace que, a diferen-
aislados y atribuir a cada uno “pretensio- cia de lo que sucede con los numerosos y
nes absolutas”. Al final el significado de los acérrimos defensores de la no intervención
conceptos depende del de otros con los en nombre de la libertad, Berlin justifique
que están relacionados en una teoría que la acción del Estado para asegurar que se
propone una organización social y política alcancen las condiciones que aseguren el
estructurada de manera concreta. disfrute por parte de la mayoría de las li-
bertades negativas y positivas. Pero, eso sí,
La asunción del pluralismo, por tanto, im- siendo conscientes de que cuando se res-
pide situar a la libertad negativa en la cús- tringe la libertad se produce cierta pérdida,
pide de una jerarquía de valores bien de- y no intentando transformar su significado
finida, lo que suelen hacer los que parten para que parezca que no hay resultados
de una visión monista. La libertad política dañinos.
negativa es un valor más que tiene que
competir con otros para inspirar la orga- 4. Conclusión: los objetivos
nización social, salvo en lo relativo a unos políticos del neo-republicanismo
niveles mínimos que son imprescindibles ¿Qué aporta entonces a la teoría la reivindi-
para que exista cierto pluralismo. Por ello, cación de un concepto de libertad republi-
cuando se pone esto último en cuestión, cano que supera la dicotomía berliniana?
como Berlin pensaba estaba ocurriendo en
la época en la que escribía, se hace ne- La libertad, ahora más que nunca, es uno
cesario enfatizar la obligación de respetar de los valores básicos de nuestras socie-
un ámbito de libertad negativa. Como ya dades y tiende a definirse de manera que
hemos mencionado y él señalaba expresa- siempre sea algo considerado bueno. Esto
mente, era la deformación del sentido de la no es algo nuevo, pues las discusiones so-
palabra libertad que se intentaba promover bre la naturaleza de la libertad han reflejado
en ese momento lo que le impulsó a abor- el enfrentamiento político para conseguir
dar el análisis del concepto de libertad de incorporar al propio campo los elementos
esa manera, insistiendo en establecer unos positivos que lleva consigo. Como señalaba
límites a la extensión de su significado y acertadamente MacCallum (1967: 313),
defendiendo la necesidad de unos ámbitos el enfrentamiento conceptual es y ha sido

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en todas las ocasiones el reflejo de una esta perspectiva, las aportaciones del re-
lucha política más amplia entre distintas publicanismo y del humanismo cívico nos
posturas. La opción de identificar un solo servirían para hacer frente a las dificultades
concepto de libertad con un contenido de- de los individuos en las sociedades libres
terminado, con el atribuido a otros valores, de nuestro tiempo.
u optar por uno u otro sentido, no es algo
que venga dado por el mero análisis teó- En esta misma línea, Skinner (1998) afir-
rico, sino que busca beneficiarse del he- maba también que los historiadores intelec-
cho de poder asociar unas reivindicaciones tuales pueden esperar proporcionar a sus
concretas con un valor que se considera lectores información relevante para hacer
bueno sin más. juicios sobre nuestros valores y creencias
actuales. Cree que una de las cosas que
Y eso es lo que hay que tener en cuenta destacaba el republicanismo es que siem-
al analizar el debate generado por el neo- pre será necesario que el Estado asegure
republicanismo, pues aparte de revisar su que sus ciudadanos no se encuentren en
pretensión de recuperar una tradición de una condición de dependencia de la volun-
pensamiento histórica diferenciada (e in- tad de otros. El Estado no tendría sólo la
fravalorada) en los términos en que estos obligación de liberar a sus ciudadanos de
autores la describen, lo importante es sacar la explotación y la dependencia personal,
conclusiones acerca de la utilización que sino de prevenir que sus propios agentes,
hacen de ella para defender una postura disfrazados con su autoridad, se comporten
alternativa al liberalismo contemporáneo. de forma arbitraria durante la imposición
¿Y cuál es la estrategia de partida? Llega- de las normas que rigen la vida colectiva.
dos a este punto no está de más volver a Para este autor, en nuestra época hemos
plantear la cuestión que suscitamos inicial- olvidado esta segunda cuestión, que es la
mente que trataba la relación entre la teoría que enfatizaba el republicanismo, y la pre-
política y el estudio de los clásicos, esta vez gunta que se plantea es si hicimos bien.
acudiendo a lo expresado por algunos au-
tores neo-republicanos. Lo que sí cabe analizar es si se están limi-
tando a hacer eso, a buscar en el pasado
En opinión de Spitz (1995), acudimos al pa- conceptos que nos sirvan para redescribir la
sado teniendo en mente lo que queremos realidad o proponer cambios. En la versión
afirmar en el presente, preocupados por de Viroli (1999), el republicanismo es una
la realidad en la que nos encontramos. Lo receta contra la (malísima) influencia de
que buscamos es un lenguaje que nos pro- Berlusconi en su país. Según reconoce ex-
porcione recursos para decir lo que éramos presamente, el retorno del republicanismo
incapaces de articular. Y, a la vez, diseña- viene dado por la necesidad actual de rei-
mos genealogías para hacer respetable ese vindicar un mayor compromiso cívico y un
nuevo discurso identificándolo como here- tipo de patriotismo clásico. Según diagnosti-
dero de una determinada tradición. Desde ca, nos encontraríamos así en una situación

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de crisis producida por un discurso que re- a la familia liberal contemporánea ya no in-
nuncia a la reflexión sobre los valores y que dicaría nada, ya que existen diferencias tan
sólo ofrece pautas morales resultado de los amplias entre unos y otros respecto a todo,
mecanismos habilitados por el mercado. En que este autor invita incluso a prescindir del
esta tesitura, habría que volver a insistir en término y a volver a recuperar la dicotomía
la justicia social y, en opinión de este autor, derecha e izquierda.
el republicanismo proporciona las pautas
necesarias para construir el discurso ade- A pesar de ello, Ovejero identifica a los
cuado, pues apelar a un Estado redistribui- enemigos del republicanismo. Conside-
dor de bienestar encaja bien con la tradición ra que sí es posible identificar un libera-
republicana premoderna (Harrington). lismo que desde su origen ha mantenido
un núcleo duro de prácticas concretas: la
El “giro republicano”, entonces, como se- crítica a la intervención pública, la desca-
ñalan Ovejero, Martí y Gargarella (2004: lificación de propuestas redistributivas y la
14), encarnaría la “búsqueda de un núcleo desconfianza en la participación política. Y
de pensamiento capaz de vertebrar intui- el impacto político actual de esta tenden-
ciones de profundo arraigo pero que, des- cia estaría fuera de toda duda, pues ha
pués de años de sequía ideológica, apare- cobrado fuerza en las últimas décadas, y
cían provistas de armazón intelectual”. En se ha convertido en el motor ideológico de
su opinión, el republicanismo, a diferencia un pensamiento conservador que se ha
de lo que ocurre con la tradición liberal, apropiado de la etiqueta liberal, sin que la
sería capaz de dar respuesta a los retos in- izquierda haya sido capaz de ofrecer una
telectuales y políticos actuales. reacción adecuada.

En coincidencia con todos estos autores, Este planteamiento nos lleva esta vez a
Ovejero (2002: 263) describe con claridad reflexionar, no sobre la pertinencia de de-
el contexto ideológico del resurgimiento del terminadas definiciones conceptuales o ge-
republicanismo cuando reconoce que, en nealogías históricas, sino sobre la forma en
un sentido laxo, todos somos herederos del la que se conectan la historia de las ideas
liberalismo, pues asumimos la relevancia de y la teoría política contemporánea. ¿Real-
los derechos o de valores como la tolerancia, mente es más adecuado acudir a autores
el principio de igualdad básica de los seres como Maquiavelo o Harrington para de-
humanos, o las amenazas del poder sin lími- fender la igualdad de la mujer, cuestiones
tes. Pero ese reconocimiento generalizado medioambientales o problemas de justicia
sería precisamente lo que ha debilitado las redistributiva? ¿Hasta qué punto es legíti-
potencialidades de transformación del libe- ma esa “actualización” de sus tesis? ¿O la
ralismo, pues ha eliminado la discusión so- combinación en la discusión en los mismos
bre muchas de sus intuiciones básicas y ha términos de los argumentos de autores de
centrado el debate únicamente en su aco- épocas distintas (republicanos del XVII con
modación institucional. Por eso pertenecer liberales del XX)?

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Sin poder resolver todas esas cuestiones en El análisis de la libertad justificaría plantear
este trabajo, podemos sacar algunas con- muchas dudas sobre la relevancia actual del
clusiones del análisis de la libertad que en él neo-republicanismo y, más aún, sobre su
se ha presentado. En este sentido, pensa- verdadera capacidad para presentarse como
mos que no cabe atribuir la defensa de un alternativa, por lo menos a cierto liberalismo
concepto de libertad específico y completa- político contemporáneo (Patten, 1996). Por-
mente diferenciado de libertad a la tradición que lo que se discute no son las propuestas
republicana (ni siquiera incluyendo en ella políticas concretas que muchos de sus de-
a los autores que nos interesan). Tanto los fensores proponen, y que son perfectamente
considerados liberales como los selecciona- asumibles desde otros planteamientos teóri-
dos dentro de esa tradición, suelen otorgar cos, sino la fundamentación que utilizan:
en sus escritos significados distintos a la li-
bertad que combinan en sus teorías. Y que - ser herederos de una tradición de pen-
son negativos o positivos en función de la samiento coherente alternativa a la libe-
cuestión concreta que estén tratando. ral y distinguible de ella.

Además, dotar de un determinado signifi- - construir una visión política apoyada en


cado a un concepto no conduce inevitable- un concepto de libertad ignorado por
mente ni a justificar su primacía jerárquica otras tradiciones (como la liberal) y to-
sobre otros valores, ni a defender una u talmente distinto a otros conceptos (ne-
otra forma de intervención pública. Esto se gativos y positivos).
realiza añadiendo otro tipo de razonamien-
tos que tienen que ver con la visión política - aceptar que esa redefinición de la liber-
del autor. tad legitima, sin analizar otros valores
y pensar en su jerarquización y en los
Por ello, desde la preocupación por la liber- conflictos que puedan darse entre ellos,
tad, deberíamos recibir con cautela tesis la intervención del Estado en ámbitos
como la (monista) de Pettit, que defiende tradicionalmente considerados como
la legitimidad de la intervención estatal en “privados” en nuestras sociedades .
todos los ámbitos en nombre de la libertad.
Pero también la de otros autores contem- - concluir que las propuestas políticas
poráneos, críticos del republicanismo en concretas que se derivan de esos razo-
nombre del liberalismo, mostrando la incon- namientos teóricos están más cerca del
sistencia que supone otorgar prioridad a la republicanismo clásico que de un evo-
libertad frente a otros valores para justificar lucionado liberalismo contemporáneo
la no intervención del Estado y, a la vez, estar (que no incluye, por supuesto, a todas
muy dispuestos a sacrificar esa libertad en las familias de teorías liberales).
aras de la seguridad, algo que últimamente
sucede con demasiada frecuencia.

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