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CAPITULO 4 TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA REFERENCIAS: Ayer, 1925; Bell y Hallett, 1982; Blanchard, 2017; Camap, 1928, 1934, 1935-1996, 1936-1937, 1950, 1959; Dummett, 1970; Garride 2005; Goodman, 1954; Glymour, 1980; Grayling, 1995; "Hacking, 2001: Hall, 1981; Hempel, 1965, 1966, 2000; Howson and Urbach, 1993: Jeffrey. 1986; Koestler, 1985; Muller, 1997; Neurath, 1932; Nicod, 1930; Papineau, 1995; Popper, 1939-1959; Putnam, 1968, 1976, 1981; Quine, 1951; Rei- chenbach, 1938; Schlick, 1918; Schrédinger, 1927; Uebel, 1991, 2012: Von Neumann, 1932; Wright, 1986. 4.1, LAS SIMETRIAS DEL MODELO DE HEMPEL En el modelo de la ciencia neopositivista, la explicacion y la con- firmacion cientifica van de la mano. La simetria entre estas nocio- nes reproduce la conocida simetria entre la prediccién y la explica- cién. Como acabamos de ver en los capitulos anteriores, el modelo neopositivista mas sofisticado de la explicacién cientifica presupone que toda explicacién requiere «cobertura legal», es decir, una ins- tanciacion de una ley cientifica, recogida en alguna teoria explicati- va. Una version del mismo modelo ha sido utilizada por Hem para describir la relacién légica por la que se puede d evidencia aducida a favor de una teoria cientifica confirm En definitiva, la idea central es que una teoria cientifica nos incluye, un conjunto de leyes. Por ejemplo, poden teoria de Newton como el conjunto de las tres I (la mecdnica newtoniana, por otro lado, es mas complej@ 9 teoria, conteniendo las aplicaciones de la teoria a diverse nos). O, como segundo ejemplo, podemos concebir la teon ca como la conjuncién de una norma interpretativa [e TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 65 robabilistico de Born, y dos leyes dinamicas (la ecuacion de Schro- dinger, y el postulado de la teduccién de la funcién de onda de Von Neumann). Si las leyes de una teoria son, todas deterministas, se uede decir que la teoria en si es determinista; si una o mas de las Jeyes de la teoria son indeterministas, entonces la teoria es indeter- minista. La teoria de Newton es determinista (puesto que las tres leyes que figuran en ella lo son), mientras que la teoria cuantica es indeterminista (puesto que el postulado de reduccion de Von Neu- mann, junto con el postulado probabilistico de Born, no lo son). Ya hemos visto que, segiin este modelo, una teoria explica un fenémeno si es posible formular, o bien un argumento D-N, o un ar- gumento I-S, que nos permita inferir el fendémeno a partir de las le- yes de la teoria. Ahora bien, la suposicion de Hempel es que cual- quier fendmeno establecido E que reciba una explicacién teorica por parte de una teoria T aumenta el grado de confirmacion de la teoria. Y sdlo mediante la existencia de tal argumento, puede un fendmeno verificar, o aumentar el grado de confirmacién de la teoria. Si, por otro lado, es posible construir un argumento que per- mita inferir a partir de las leyes de T la negacidn del fenémeno E, entonces la ocurrencia del fenémeno disminuiria el grado de confir- macién de la teoria. Y solo por medio de tal argumento se podria intentar refutar, o disminuir el grado de confirmacion de una teoria. Por esta razon, se dice que el modelo de cobertura legal de Hempel es simétrico. Hablando figurativamente, el modelo de Hempel asu- me que la explicacion cientifica y la confirmacion teérica son «dos caras de la misma moneda». Hempel habla con libertad de como inferir un fenémeno a partir de las leyes de una teoria para poder asi confirmarla (y, de esa ma- nera, de paso, explicar ese fenémeno); y puede parecer que esta for- mulacién de las relaciones confirmatorias y explicativas esta ela- borada en el modo material del lenguaje del que hemos visto que Carnap (1933) nos aconsejaba huir. La realidad es que Hempel (1965, pp. 21-25) esta tan comprometido con el lenguaje formal como Carnap; y con la idea de que cualquier enunciado en el len- guaje material que esté bien formado, y tenga sentido, es, necesaria- Mente, asimismo, susceptible de ser formulado en el lenguaje formal de la légica. Es mas, segin Hempel, «inferir» un fendmeno de una teoria no puede sino consistir en inferir un enunciado «observacio- nal» o «protocolar», o un conjunto de tales enunciados, a partir de los enunciados tedricos y mixtos (es decir, «no protocolares») conte- hidos en tal teoria. Es mas, Hempel define sus términos formales Con mucha precision (1965, p. 22): «Se entendera por “informe ob- 66 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACTICA servacional” una clase finita [...] de enunciados obseryacionay por “enunciado observacional” un enunciado que afirma 9 nie y que un objeto dado tenga una cierta propiedad observable, o una cierta secuencia de objetos posean algiin tipo de relacion obser vable». : En otras palabras, la simetria entre explicacion y confirmacig caracteristica del modelo de Hempel debe entenderse como ind consecuencia de la relacion inferencial que se da entre los enuncig. dos de una teoria cientifica y los enunciados protocolares que des- criben observaciones, pasadas y futuras. Una prediccién teérica re. quiere en cualquier caso una inferencia, a partir de una teoria, del enunciado o enunciados protocolares que describen el contenido «observable» de la prediccion. Esta inferencia, a su vez, comporta, o constituye, una explicacion del fendmeno por medio de la teoria (una explicacién en la que, como ya hemos visto en el anterior capi- tulo, la teoria es lo que, técnicamente, se conoce como el explanans y el fendmeno —o, mejor dicho, el enunciado protocolar que lo ex- presa— es el explanandum). O sea, que la prediccién confirma la teoria si y sdlo sila teoria, a su vez, la explica. La simetria del mo- delo de Hempel es una consecuencia de que la misma relaci6n légica inferencial a partir de las leyes, tiene el doble rol de relacién «expli- cativa» (del fendmeno por medio de la teoria), y relacién «confir- matoria» (de la teoria por medio del fendmeno). 4.2. TEORIA Y EVIDENCIA Es importante hacer notar que, para los neopositivistas, los con- ceptos de confirmacion y explicacion —y mas en general, el concep- to de evidencia— sirven para distinguir las teorias puramente mate- miticas de las teorias empiricas. Una teoria matematica no puede set confirmada empiricamente, ni puede constituir, por si misma, una explicacién cientifica de ningin fenomeno. En este sentido, todos los neopositivistas, incluyendo ciertamente a Hempel, Carnap, Ret chenbach y Schlick, separaban con claridad el conocimiento sintéti- co del analitico, La matematica pura (aritmeética, algebra, geomettia pura, y por supuesto, la Idgica matematica y el calculo proposicio- nal) proporcionan conocimiento analitico a priori. La ciencia emp rica, por otro lado, proporciona conocimiento sintético a post? Los neopositivistas, como ya vimos en los capitulos anteriores. rechazaron, en general, la posibilidad de conocimiento: a con priori: su neokantismo acepta sdlo principios constitutivos TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 67 nocimiento, pero tales principios, en la medida en que son sintéti- cos, son realmente @ posteriori, aunque quiz no necesariamente desde el punto de vista de cualquier marco te6: unt 4 nal rico. Es decir, aunque uedan existir razones de tipo pragmatico para mantener tales prin- cipios fijos e incélumes ante cualquier evidencia en algin esquema de conocimiento 0 marco tedrico, siempre es posible revisarlos a la luz de la evidencia en algiin marco teérico posterior. Asi, el princi- pio de la relatividad galileano (que requiere la aplicacion irrestricta del principio aditivo de las velocidades, incluido para las velocidades proximas a, 0 idénticas a, la de la luz) es un principio a priori dentro de la mecanica clasica newtoniana, pero no lo es dentro de la relati- vidad especial. A su vez, el principio de la relatividad especial, que afirma la equivalencia de los marcos de referencia uniformes con yelocidad constante, pero que no generaliza tal equivalencia a los marcos de referencia acelerados, es valido a priori en la teoria de la relatividad especial, pero no lo es en Ia teoria de la relatividad gene- ral, etc. Los tnicos principios que son validos a priori en general, y sin excepciones, son, segin los neopositivistas, los principios de las ciencias formales, y todos ellos son, segun la tradicién neokantiana que hereda el Circulo de Viena, demostrablemente analiticos. Se si- gue, de manera natural, que tales principios no son susceptibles de confirmacién empirica, ni pueden, por si solos, proporcionar una explicacién cientifica genuina de ningun fendmeno real. Es mas, se- gun los neopositivistas, las relaciones a priori de la logica son pre- cisamente la herramienta fundamental de anilisis de la ciencia em- pirica. Por esta raz6n, los neopositivistas no tienen empacho en formular sus concepciones de la confirmacion y explicacién cientifi- ca en términos de la légica formal; al contrario, el lenguaje formal de la légica, precisamente, resulta ser, segin el Circulo de Viena, el Unico lenguaje apropiado para formular tales teorias. Como es notorio, en la muy diferente tradicién empirista, que hunde sus raices en el pensamiento de Locke, Hume, y, sobre todo, John Stuart Mill (1806-1873), es posible suponer que todo el cono- cimiento sin excepcidn es sintético y a posteriori, pues las relaciones logicas sdlo expresan generalidades y carecen de contenido real, mas alla de su poder de generalizar hechos particulares. La recep- cién del neopositivismo en Norteamérica esta marcada por una cri- tica en esta tradicion empirista a la distincién caracteristicamente kantiana entre los dos tipos de conocimiento, el analitico y el sinté- tico. Asi, Willard yan Orman Quine (1908-2000) defiende, en su confrontacién con Carnap (Quine, 1951), una linea muy diferente a la de los neopositivistas, Segin él tanto las matematicas como la 68 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA y PRACT] ICA, légica son empiricas; y de esta suposicion se si que los enunciados de las ciencias formales 5 bles de confirmacion empirica (tanto Positiva, cion, como negativa, en forma de refutacion); en alguna explicacion cientifica, aportan genuino Poder ex; i propio. En tal caso, seria imposible formular los conce, firmacién y explicacion cientifica en el lenguaje de la lépi sin cometer alguna falacia de petitio Principii, puesto ete fo 0 Plos mismos de la légica estarian necesitados de confitm °s Princi. Pirica, y de explicacién cientifica. Resulta logico supon Acton em. tro de esta vision quineana del conocimiento como ‘ina aus, den. ted de creencias empiricas, todas ellas efectivamente sintétion ja mismo rango, la misma relacion de confirmacién cientifica « ye si misma, una mera suposicién 0 conjetura sintética, sometids” ae misma fuente de evidencia que cualquier otra suposicién de |; a cia. En efecto, la afirmacion de Quine, y de sus seguidores SS Programa de naturalizacion, de que la filosofia de la ciencia aie otra cosa que una extensi6n de la ciencia puede tomarse como una critica implicita a la tesis neopositivista de que la confirmacién y explicacién cientificas son relaciones formales analiticas (y, por tan- to, a priori) entre los diversos tipos de enunciados de la ciencia. Sin embargo, ninguna de las aplicaciones concretas del argumento de Quine han sido fructiferas. Véanse, por ejemplo, los diversos inten. tos de Hilary Putnam (1968, 1976, 1981) por demostrar que el éxito empirico de la teoria cudntica demuestra que la logica correcta es la cuantica, y las respuestas decisivas de Dummett (1976) y de Bell y Hallett (1982). El programa de la naturalizacién de la ldgica de Quine parece haberse estancado en la misma practica cientifica que se supo- ne que lo sustenta. Y su critica a la distincion entre el conocimiento analitico a priori, y el conocimiento sintético a posteriori, no ha pros- perado (véase Sober, 2000). Queda, por tanto, viva la opcién de una — teoria neopositivista de la confirmacién y explicacién cientificas. O al menos, no parece que tal teoria sea imposible a la luz de consid nes generales acerca del conocimiento. Como veremos mas las dificultades de la teoria clasica o neopositivista de la confirm cientifica tienen una naturaleza mucho mas especifica y t& Por ultimo, conviene observar que, seguin el prog vista, no es posible demostrar la verdad 0 falsedad | empirica de manera concluyente. En ese sentido, el co a firmacién no puede ser identificado en modo alguno CO! to de verdad (Hempel, 1965, pp. 39 ss.; 2000, cap. 4 mo, una teoria s6lo puede ser: i) confirmada por I Sue, Necesar; On también guct en forma de yes Y que, cuando lta a = he a, ALS OO — TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 69 existen enunciados observacionales, bien establecidos por medio de experimentos, que poseen la requerida telacion légica con esta teo- ria); ii) neutra a la luz de la evidencia (si no existen tales enunciados observacionales); 0 iii) desconfirmada Por la evidencia (si existen enunciados observacionales que, lejos de derivarse de la teoria, son negados por las consecuencias légicas de la teoria). La verdad o falsedad de las teorias es, por tanto, de poca o ninguna consecuen- cia para los neopositivistas. Su interés se centra, mas bien, en los métodos que los cientificos pueden aplicar, en la practica cientifica habitual, para establecer evidencia empirica a favor o en contra de una teoria. Por el contrario, la cuestion de la verdad absoluta 0 fal- sedad radical de una teoria cientifica es, en esencia, para los neopo- sitivistas, una cuestion de orden metafisico acerca de la supuesta correspondencia de la teoria con la realidad. Acerca de tales cues- tiones metafisicas, sin consecuencias para la practica cientifica, los integrantes del Circulo de Viena consideran que no tienen nada que aportar, al tratarse de seudoproblemas generados por un uso inco- rrecto del modo material del lenguaje. Algunos ejemplos paradigmaticos de teoria empirica incluyen la teoria de la relatividad y la mecdnica cuantica, a favor de las cuales existe considerable evidencia empirica. Pero también, segan Hempel, cuenta, en principio, cualquier otro esquema que contenga una ley cientifica empirica. Por poner un ejemplo de las ciencias sociales, la curva de Phillips que establece una correlacién constante entre la in- flacion y el nivel de empleo de un sistema econdmico, y que no posee, hoy en dia, tanta evidencia a su favor (véase, por ejemplo, Blanchard, 2017, cap. 8). O la ley que enuncia que el consumo continuado de tabaco causa cancer de pulmon y que cuenta a su favor con la eviden- cia de una correlacién establecida entre ambas variables en practica- mente todos los experimentos de control que se han Ilevado a cabo. {Cuales son los principios, o postulados —las «condiciones de ade- cuacion», en palabras de Hempel (1965)— que permiten a los cienti- ficos evaluar positiva o negativamente la evidencia empirica existente a favor o en contra de una teoria cientifica de este tipo? ,Como se Puede definir formalmente el concepto de «confirmacién cientifica»? 43. POSTULADOS DE LA TEORIA NEOPOSITIVISTA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA _ La teoria de Hempel es una teoria bastante modesta, o minima- lista. Los elementos basicos se pueden resumir en seis postulados 70 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACT} ICA, basicos, también Ilamados por Hempel «condicion, cidn» de la confirmacién cientifica (Hempel, 1965, «° 2¢ adecuy dos primeros postulados recogen las presuposicj ote 30 8s), 1 neopositivismo, que, como acabamos de ver, lo distingue’ de dicion empirista, de anteriores formas de positivismo, en de latra. cualquier filosofia «metafisica» de la ciencia. E] primee, también de el concepto de confirmacién cientifica no es teducible a. que de verdad; el segundo afirma que la confirmacién cienti he relacién formal entre dos tipos de enunciados. Concretamens 1) («Postulado de la verdad»): el grado de Confirmaci¢, mentaneo de una teoria es l6gicamente independiente d io «. ¢ de su valor de verdad (una teoria falsa puede, en un momento determinado, t un alto grado de confirmacion; y una teoria verdadera puede es momento determinado, tener un bajo grado de confirmacién). - 2) («Postulado de los enunciados»): la relacion entre una teoria y la evidencia aducida en su favor o en su contra, se puede entender como la relacién entre dos tipos de enunciados: enunciados teéricos («theoretical sentences») y enunciados observacionales («protocol sentences»). Los primeros incluyen al menos una ley, mientras que los segundos normalmente describen hechos particulares, aunque en ocasiones pueden también describir regularidades fenomenolégicas. Los restantes cuatro principios recogen de manera explicita has condiciones de adecuacion de la confirmaci6n cientifica caracteris- tica del neopositivismo, segiin Hempel (1965, pp. 39 ss.), y se pueden expresar sucintamente de la siguiente manera (Papineau, 1995): 3) («Postulado de la instancia»): una generalizacion siempre recibe confirmacién de sus instancias (es decir, si el enunciado afirma la instancia es cierto), y recibe «desconfirmacion” (que pur diera ser definitiva, es decir, «refutacién») de las instancias de ralizaciones contradictorias, 0 contra-instancias (es decir, St ciado que afirma la negacién de cualquiera de sus ins cierto). Por ejemplo, la generalizacién segun la cual tode les se dilatan en presencia del calor recibe confirmacit quier metal que se dilate con un aumento de tempera! firmacion de cualquier metal que se contraiga con UP temperatura. A este postulado se le conoce en ocasi condicion de la instanciacién, 0 de la instancia. 4) («Postulado de la equivalencia»): cualquier servacional que constituya evidencia, positiva 0 1 TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA wal teoria determinada T, también constituye evidencia, del mismo tipo, una teoria T’ logicamente equivalente a la teoria T. Es decir, si es cierto que la mecanica matricial de Heisenberg y la ondulatoria de Schrédinger son dos formulaciones demostrablemente equiva- Jentes de la mecanica cuantica, entonces cualquier experimento que avale la una avala la otra, y viceversa. Este Ppostulado habitualmente se conoce como la condicién de la equivalencia légica. 5) («Postulado de la consecuencia légica»): si un enunciado ob- servacional O es consecuencia légica de una teoria T, el estableci- miento de la verdad de O constituye evidencia a favor de la teoria T, y la falsacién de O constituye evidencia final («refutacién») de tal teoria. Es evidente que este principio sdlo se puede aplicar a la rela- cidn entre enunciados tedricos y observacionales, o protocolares, ala que hace referencia el postulado numero (2). Se conoce a este postu- lado como la condici6n de la implicacién, 0 de la consecuencia légica. 6) («Postulado de la consecuencia especial»): si un enunciado observacional O constituye evidencia a favor de una teoria T, y au- menta su grado de confirmacién, y si un cierto enunciado teérico u observacional P es consecuencia ldgica de T, entonces O constituye evidencia a favor de P, y aumenta su grado de confirmaci6n. Es evi- dente que este postulado es también sdlo aplicable a los enunciados a los que se hace referencia en el postulado (2), ¢ implica que la confirmacion se «transmite» a través de las relaciones de consecuen- cia légica, desde la observacién que confirma la teoria hacia cual- quier consecuencia de tal teoria, por especial que sea. Recibe habi- tualmente el nombre de condicién de consecuencia especial. Estos cuatro ultimos postulados tienen un cardcter eminente- mente légico, en el sentido de que expresan las consecuencias for- males de suponer que la relacién confirmatoria es, de acuerdo con los dos primeros postulados, una relacién légica entre dos tipos dis- tintos de enunciados. Es mas, en al menos alguno de los casos, po- dria pensarse que estas condiciones son tautolégicas para cualquier telacién confirmatoria que tenga el caracter de consecuencia légica. Asi, el postulado (5) afirmaria simplemente que, si la confirmacién €s consecuencia ldgica, entonces, por defecto, cualquier consecuen- Cia logica verificada de una teoria debe confirmarla. Es un enuncia- do practicamente circular, y parece tautoldgico si la confirmacién €s, en efecto, consecuencia légica. El postulado (4), por su parte, itmaria que, si la confirmacién es consecuencia logica, entonces dos teorias légicamente equivalentes, es decir, dos teorias que, por definicién, tienen exactamente las mismas consecuencias l6gicas, re- nR FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACTICA ciben la misma confirmacién. Toda consecuencia logica firma una de ellas también confirma la otra, y viceversa, ae cuentas, la equivalencia légica de dos conjuntos de enunciad, a presa la identidad de las proposiciones expresadas por ambos, ee juntos. Si dos teorias son logicamente equivalentes, no Pueden et expresar los mismos contenidos, y, en tal caso, no parece posible In aquello que confirma una de ellas pueda dejar de confirmar la aes El postulado (3) no expresa consecuencia légica, pero cuandg a formula como relacion de instanciacién de un enunciado observa, cional particular por parte de un enunciado terico general (aaa ley), entonces se puede representar Como consecuencia ldgica de la combinacién de la ley y el antecedente en el caso particular de la instancia, por lo que también resulta, en esta expresion, un postula- do aparentemente tautolégico. Por ejemplo, si la ley dice que todos los metales se dilatan en presencia del calor, y el antecedente es la constatacion de que el pedazo de cobre que tengo en la mano es un metal, la consecuencia légica de la conjuncién de la ley y el antece- dente es que este pedazo de cobre se dilata en presencia del calor. La confirmacién experimental de tal hecho constituiria ipso facto una confirmacion empirica de la ley, segtin el postulado de la instan- cia, lo que parece tautolégico dado el cardcter de la relaci6n confirma- toria que se discute aqui. El postulado (6) por su parte, tiene evidente- mente este caracter, pues si la confirmacién fluye «hacia arriba» en la relacién de consecuencia ldgica entre un enunciado tedrico y otro ob- servacional, entonces tiene necesariamente que hacerlo también «ha- cia abajo», puesto que toda ley confirmada implica necesariamt sus consecuencias légicas, por lo que cualquier raz6n empirica («evi dencian) a favor de la ley es también razén empirica («evidenciay) @ favor de cualquiera de sus consecuencias logicas. La teoria clasica, 0 neopositivista, en su version mas depurada, que es la que debemos a Hempel, es capaz de describir con extraordi- sencillez una multitud de casos de confirmacién empirica ¢ teorias, en diversas disciplinas, a lo largo de la historia de Ja ciencia- Mencionaremos aqui solamente tres casos ilustrativos ext historia de la fisica: las leyes planetarias de Johannes Kepler, la general de la relatividad (TGR) de Einstein, y la mecanica r sus dos versiones, matricial (Heisenberg) y ondulatoria ¢ ger). Todos ellos ilustran el postulado (5) de la consecuene? primer y segundo caso (Kepler, y Einst i lado (6) de la consecuencia especial. El tercero (Heisenberg ger) ilustra ademas el postulado (4) de la equivalencia. El) (3) de la instancia, lo ejemplifica también el primer cas TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 2B Las tres leyes de Kepler surgieron para dar cuenta de las obser- yaciones de Tycho Brahe (Koestler, 1985). La primera afirma que Jos planetas se mueven en orbitas elipticas (y no circulares, como se pensaba con anterioridad), con el Sol en uno de sus focos; la segun- da afirma que los planetas en su movimiento alrededor del Sol ba- rren areas iguales en tiempos iguales (y puesto que el movimiento no es circular, esto implica que se mueven mas rapidamente cuanto mas proximos al Sol); y la tercera afirma que el periodo orbital de un planeta alrededor del Sol (el «afio» planetario) es proporcional a la longitud de su eje mayor (en precisa proporcién del cuadrado del periodo por el cubo del eje, lo que quiere decir que el periodo p es la raiz cuadrada del cubo de longitud 1 [p = VF}; por tanto, mucho mayor para los planetas cuanto més externa sea su orbita). Kepler demostré que estas leyes permitian dar cuenta de las observaciones planetarias de Brahe, sobre todo de los retrocesos aparentes en el firmamento de los planetas interiores (anteriormente descritos me- diante los llamados «epiciclos»), pero también de los movimientos y velocidades relativas de cada uno de los cinco planetas entonces co- nocidos, en cada punto de su orbita en torno al Sol. En otras pala- bras, la teoria de Kepler, que incluye estas tres leyes, se ve confirma- da por las observaciones de Brahe, puesto que estas observaciones son constatacién de que cada uno de los planetas ejemplifica tales leyes. El postulado de la instancia (3) muestra que cada planeta en su movimiento en torno al Sol instancia todas estas leyes y, por ello, ; constituye confirmacién empirica a su favor. : Algunos aiios mas tarde, Isaac Newton procedié a construir su , propia mecanica celeste, lo que le condujo, asimismo, a desarrollar ! una nueva teoria de la gravitacion universal. Uno de los motivos principales de Newton en esta empresa fue el de deducir las leyes de , Kepler como aplicacion de su propia teoria de la gravitacion univer- . sal (Hall, 1981, cap. 10). Es notorio que el mismo Newton argumen- : t6 que esta derivacién constituia una confirmacién para su teoria ; [una vez mas ilustrando la aplicacion del postulado (5) de la conse- ' cuencia légica], puesto que todo aquello que confirma T también , confirma T’, si resulta que T es, a su vez, consecuencia ldgica de T’, 4 Pero hay algo mas, que los sucesores de Newton hicieron notar con s ahinco. El hecho de que se puedan deducir las leyes de Kepler a Partir de las de Newton implica a su vez que toda la confirmacién adicional que adquiere la mecanica newtoniana, que es una teoria Universal (por ejemplo, la confirmacién que proveen todo tipo de xperimentos realizados sobre la superficie de la Tierra), también confirma, de manera completamente independiente a las observa- 74 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACTICA ciones de Brahe, las tres leyes de Kepler. En otras Palab quier evidencia que confirma T’, independientemente de T » Cua]. vierte en evidencia favorable a T, cuando nos damos cuenta Con. T es consecuencia légica de T’. Y puesto que las leyes de K que pueden inferir de la teoria de la gravitacion de Newton, Cr “Pler se fenomeno que confirme esta ultima —como, por ejemplo “alguier Teas terraqueas, 0 experimentos con moviles acelerados sobre % perficie de la Tierra— también confirma, de manera automaty, ‘a Su. tres leyes de la dinamica celeste de Kepler. 1a, las El segundo caso, que ya hemos investigado en el capitulo pri, ro de este libro, concierne a la confirmacién experimental de ie Ton de Einstein por cualquiera de los tres test clasicos a los que se h; sometido tal teoria. El primero, recuerde el lector, es el test del ay x ceanomalo del perihelio de mercurio; el segundo es el test de Eddinn ton de la deflexién de la luz de estrellas distantes; el tercero esel ra del desplazamiento al rojo de las franjas espectrales. Centrandonogs solo en el segundo test, que estudiamos con mas detalle, bastaria con afirmar que la TGR implica la deflexion luminica de 1,78" que, segtin Eddington, confirman los experimentos. Por el postulado (5) de la consecuencia légica, esto supone confirmacion empirica a fa- vor de la TGR, lo que permite explicar, de manera natural, dentro del programa neopositivista, este episodio histérico de confirma- cion. Sin embargo, es notable que los tres test se perciben (no menos por el mismo Einstein) como mutuamente reforzantes, en el sentido de que cualquiera de los tres hace mas patente y probable el resulta- do positivo de cualquiera de los otros tres. Este patron de refuerzo mutuo puede tambien ser explicado, en la teoria clasica neopositivis- ta, mediante el postulado (6) de la consecuencia especial, puesto que, si todos ellos son consecuencias ldgicas de la TGR, se puede concluir que cualquier evidencia que uno de ellos proporciona a fa- vor de la TGR es, indirectamente, también evidencia a favor de cual quier otro. Asi, es posible explicar por qué el test positive de Edding- ton supone también confirmacién del desplazamiento al rojo franjas espectrales, o de la precesion anémala del planeta mi Por ultimo, un episodio historico del que no nos podem‘ par con mas detalle aqui es la demostracion de que la ll: canica matricial» desarrollada por el fisico aleman Werner berg (1901-1976) es equivalente a la mecdnica ondulat austriaco Erwin Schrédinger (1887-1961). Esta demostrack da a cabo inicialmente por Schrédinger (1927) y mas de! te por Von Neumann (1932), muestra que toda la evid! ca que posee a su favor la mecanica matricial de Heisen' we TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 75 ,oll6 primero, en 1925), también debe ser considerada eviden- cia € pirica a favor de la mecanica ondulatoria desarrollada por Schrodinger, un aflo mas tarde, y, por ende, a favor de la ecuacién dinamica que lleva su nombre. Independientemente o no de si la demostracion de equivalencia por parte de Schrodinger esta bien fundamentada y justificada (es decir, suponiendo que no se trata de mito, como han argumentado algunos criticos; véase Muller, 1997), el hecho es que tal demostracién resulté ser un paso impres- cindible en la formulacion definitiva de la teoria cuantica (y su for- malizacion en el llamado espacio de Hilbert por Von Neumann, en 1932), y propicié la aceptacion generalizada de la misma por la co- munidad cientifica. Es evidente que la teoria clasica neopositivista de la confirmacién cientifica es capaz de dar cuenta de tal episodio historico a través del postulado (4) de la equivalencia. La aplicacion de este postulado tiene la consecuencia natural de que toda la evi- dencia empirica a favor de la mecanica matricial lo es también a fa- vor de la mecanica ondulatoria y viceversa. No puede, en tal caso, sorprender que la constatacién de tal equivalencia redunde en una aceptacion generalizada de la teoria cuantica. En definitiva, todos los postulados de la teoria clasica neopositi- vista de la confirmacién cientifica parecen ser aceptables prima fa- cie, incluso tautoldgicos, y resultan eminentemente fructiferos en su aplicacion, como demuestran los tres ejemplos. La gran tragedia del neopositivismo es que no pueden ser todos ellos simultaneamente verdaderos. Eso es lo que demuestran las Ilamadas «paradojas de la confirmacién cientifica», las objeciones mas rotundas al programa neopositivista y que, a la postre, acabaran por finiquitarlo. desat 4.4. LA PARADOJA DE LOS «CUERVOS» («RAVEN PARADOX») Las «paradojas de la confirmacién cientifica» deberian realmen- te denominarse las «paradojas de la teoria clasica (neopositivista) de la confirmacién». Es decir, son argumentos que supuestamente demuestran que la teoria de Hempel que hemos resumido en la sec- cién anterior contiene insuperables inconsistencias internas, que la hacen inviable como descripcién filoséfica de la confirmacién cien- tifica. No son, por tanto, demostraciones, ni intentos de demostra- cién, de que la confirmacién por la evidencia de teorias cientificas, como la de Newton o Einstein, es imposible. Que tales teorias reci- ben confirmacién empirica por medio de la evidencia que propor- 16 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA y PRA ‘CTI¢, ‘A cionan los diversos experimentos aducidos asu f; cuestionable. Estos episodios de confirmacién Cie! ‘AVOr, eg al hi icos, que no estan en modo alguno en Cuesti, Ntificg So} nen a la practica cientifica que los fildsofos de la a “ sino explicar. Las «paradojas de la confirmaciény <° filosoficos que pretenden demostrar que, al final lag 7 tivista no es capaz de proveer una descripci6n Cotren: A tos historicos. A pesar de su aparente éxito deseri ta de ta neopositivista no puede ser la explicacién de la confirn’: Ja fica, puesto que es incoherente, y de una teoria lseican act 7 rente se sigue cualquier cosa, lo que la incapacita coment ‘Ohe. de fenémeno, practica, o hecho histérico alguno, ° ©XPlicacign Las objeciones que vamos a estudiar aqui tienen to, ma logica de una paradoja, es decir, se trata de argument mente validos, con unas pocas premisas aparente e int verdaderas, que conducen a una conclusién aparenteme; hecho, las premisas invocadas, como veremos, se redu verdades evidentes de la logica de primer orden (y, analiticas y a priori, segun el neopositivismo), junto con un STupo di los postulados de la teoria de la confirmacién neopositivista, que in cluye combinaciones juiciosas de los postulados (4), (5) ¥ © que, como acabamos de comprobar, se pueden considerar tautoldgicos. En concreto, la primera de estas paradojas involucra sélo a los postulados (3) y (4) de la teoria de la confirmacién neopositivista, ademas de invocar un principio elemental de la logica de primer orden, el llamado principio 0 postulado de la contraposicién. El principio de contraposicién simplemente afirma la equivalencia l6- gica, para cualquier pareja de proposiciones A y B de la implica- cion: A > By su contraposicion: 7B > 7A. [No nos detenemos aqui en una mayor explicacién de este principio ni de otros elementos de la logica de primer orden. El lector interesado puede encontrangi posiciones divulgativas apropiadas y accesibles en Garrido (2005), Jeffrey (1986), 0 a través de cualquier curso elemental de logica primer orden.] Pues bien, a partir de solamente estas tres P! este argumento parece derivar, mediante un breve razonamien! pecable, en una conclusién evidentemente falsa o absurda. Se la conoce como la «paradoja de los cuervos» port ejemplo utilizado para demostrarla, debido al logico Yea Nicod (1930), fue precisamente la generalizacion zone blece que «todos los cuervos son negros». En este sen! de la paradoja puede inducir a equivocos, puesto que evidentemente, se aplica a la teoria de la co ia das ellas | la for. 8 aparente, tuitivay Mite falsa. De cen a algun; Por ende, Verdades TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 71 neopositivista y no depende en modo alguno de la generalizacién icular que se utiliza para ilustrarla; se podria haber utilizado cualquier otra generalizacion universal, extraida de la zoologia 0 de cualquier otra ciencia. Pues bien, consideremos dos teorias alter- nativas sobre esta materia, las teorias T, y T,. T, contiene solamente una ley, L,: «todos los cuervos son negros». Podemos representar esta ley por medio del siguiente enunciado condicional: Vx: Cx > Bx. Este enunciado representa una implicacién material, en la que el an- tecedente y el consecuente afirman universales, o propiedades predi- cadas de un dominio general. La segunda teoria, T,, contiene, asi- mismo, sdlo una ley, L,: «todas las cosas que no son negras no son cuervos». Esta ley se puede representar logicamente de la siguiente manera: Vx: “Bx > ~Cx. Se trata, asi, de una implicacion material con un universal en el antecedente y otro universal en el consecuente. Una simple aplicacién del principio de contraposicién légica, ante- riormente descrito, demuestra que L, es la contraposicién légica de L,. Se sigue que T, y T, son teorias légicamente equivalentes. Consideremos ahora el siguiente enunciado observacional O que, podemos suponer, es verdadero: «la mesa sobre la que escribe Hempel es de color marrén». Ahora bien, de acuerdo con el postu- lado (3) «de Ja instancia», O confirma T,, puesto que es una instan- cia de la generalizacion expresada por L,. Pero segin el postulado (4) «de la equivalencia», O también confirma T,, puesto que T, y T, son légicamente equivalentes. La conclusién de este argumento es que la observaci6n del color de la mesa sobre la que escribe Hempel confirma, segun la teoria neopositivista, una hipdtesis sobre el color de los cuervos. Para derivar esta conclusin sdlo hemos tenido que suponer el principio de contraposicion, y los postulados (3) y (4) de la teoria neopositivista. Sin embargo, la conclusion resulta absurda, puesto que, en la practica cientifica, no se intenta nunca confirmar una teoria sobre «x» (pongamos por caso: atmdsferas estelares, las trayectorias de los electrones, la evolucién del indice de inflacién, etc.) investigando las propiedades de «7x» (por ejemplo: las propie- : dades de las mesas y de las sillas de un despacho particular). Y silo que nos interesa es establecer el color de los cuervos, seria una me- todologia pésima invertir un minuto siquiera de nuestro tiempo ave- tiguando el color de distintas mesas; lo que recomienda cualquier Metodologia sensata, por el contrario, es precisamente la investiga- ion del color de los cuervos. Resulta evidente, entonces, que hay algo absurdo o incoherente €n una teoria de la confirmacién que contenga los postulados (3) y (4) descritos en la seccién anterior. Pero ,qué es lo que no funciona, 78 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACT} ICA, exactamente? Seria absurdo culpar al postulado (4) di cia: esta claro que la confirmacién de las hipétesig ae “Quivate, principio tan basico como la identidad de las Proposicic, aceptay a fin de cuentas, lo que da pie a la propuesta de que agen Uy légicamente equivalentes deben tener la misma confirm, Say NCiadg, miendo que los enunciados declarativos bien formad cio": [Asn proposiciones, y que la equivalencia légica de los prime, °XPresan, de la identidad de las segundas; para una disquisici6n ma TeSulta de tal asuncién basica en la logica de primer orden, consi a fondy quier libro de texto, como Garrido (2005), Jeffrey (198 6) tese cual. cionados.] > Ya Men. __ Se podria, entonces, quiza intentar culpar al Postulado (3) q instancia, identificandolo como el culpable de la incoherengi 2 fa vada, y rechazandolo en una teoria formalmente correcta de " deri. firmacion cientifica. Pero no es trivial como hacer esto sin, al mes e tiempo, abandonar los éxitos explicativos de la teoria neopositivisn. con respecto a los diversos episodios de confirmacién cientifica a largo de la historia de la ciencia, como, por ejemplo, la confirmacién de las leyes de Kepler a las que aludimos en la seccién anterior, Para preservar tales éxitos y, al mismo tiempo, abandonar el postulado 3) que genera la conclusion absurda de la paradoja de los cuervos, es necesario seleccionar el tipo de usos del postulado de la instancia que si son legitimos, distinguiéndolos de los que no lo son. Una posibilidad es adoptar una sugerencia de Nelson Goodman quien, en lo que denomin6 el nuevo enigma de la induccién («new riddle of induction»), propuso que slo ciertas generalizaciones son capaces de recibir confirmacién genuina de sus instancias (Good- man, 1954). En concreto, solo aquellas generalizaciones que estén «atrincheradas» («entrenched» es el término original de Goodman’ en inglés), son susceptible, segtin él, de recibir confirmacién em| ca. Elejemplo de Goodman es el famoso predicado «verdul» (« que se define convencionalmente como «verde si ha sido ex: antes del afio 3000, y azul si no lo ha sido». No significa esto propiedad cambie magica e instantaneamente en el afio que, definiéndola de manera estrictamente extensional, tod Ilo que es examinado y resulta ser verde antes del afio 301 dul»; y todo aquello que no es examinado y resulta sera bién «verdul», Goodman explica que cualquier evidencia un objeto verde hoy en dia, lo es también a favor de que consecuencia, la generalizacién «todas las esmeraldas 5 recibiria, hoy en dia, el mismo grado de confirmacion q lizacién segtin la cual «todas las esmeraldas son oO” TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 79 resulta un tanto absurdo, y contradice nuestra practica habitual. Pues, a nadie se le ocurriria, en su sano juicio, proclamar, a la luz de un examen del color verde de una esmeralda, que el resultado del examen confirma que «todas las esmeraldas son verdules»; cuando si parece razonable pensar que la observacién apoya o confirma en algan grado que «todas las esmeraldas son verdes». El problema, apunta Goodman, es que la generalizacion que hace referencia a la ropiedad «verdul» no estd Pragmaticamente atrincherada, ni en nuestro discurso ordinario, ni en ninguna investigacién gemologica seria. La generalizacién de que «todas las esmeraldas son verdes», por el contrario, si que lo esta. Por ello, no sentimos ninguna com- pulsion u obligacion de afirmar que el examen del color de la esme- ralda confirma que «todas las esmeraldas son verdules»; mas bien lo consideramos absurdo. Si que tenemos la intuicién de que, a mayor numero de examenes positivos de esmeraldas verdes, mas alta es la confianza y la expectativa racional de que probablemente todas las esmeraldas son efectivamente verdes. Una resolucion similar quiza sea posible en el caso de la parado- ja de los cuervos. La propiedad de «atrincheramiento» es una pro- piedad pragmatica, que poseen sdlo las generalizaciones que tienen algun rol importante en el lenguaje cotidiano u ordinario, o que han sido el foco de una investigacion cientifica seria y continuada, a lo largo del tiempo, en el marco de algun programa de investigacion. Seria, entonces, quiza posible argumentar, con Goodman, que las leyes de Kepler estan «atrincheradas» en la investigacion cientifica sobre el sistema solar, y por tanto, reciben confirmacién empirica de las observaciones de Tycho Brahe. Del mismo modo, la hipotesis de la ley L,: «todos los cuervos son negros», esta atrincherada en zoologia, y en el lenguaje cotidiano, y por ello, es también suscepti- ble de recibir confirmacion de las observaciones. Sin embargo, la hipotesis de la ley L,; «ningun objeto no-negro es un cuervo», no esta atrincherada en ninguna investigacion, de la zoologia o de nin- guna otra ciencia, ni en el lenguaje cotidiano. Por tanto, L, no puede recibir confirmaci6n alguna de sus instancias; y, por ende, la equiva- lencia lgica de L, y L, no redunda en ninguna confirmacién cienti- fica de la primera a partir de las instancias de la segunda. No es posible, en tal caso, derivar la conclusién absurda de la paradoja de los cueryos, y queda resuelta la tension subyacente. Es evidente que tal resolucién no es la mas idénea desde el punto de vista del neopo- Sitivismo, puesto que implica abandonar la aplicacién irrestricta y universal de uno de sus postulados principales, pero quiza sea sufi- Ciente para resolver el problema, manteniendo el resto de los postu- 80 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PRACTICA lados incélumes. Es decir, la modificacion supondria go}, cluir un proviso de aplicacion en el postulado de la inseechte in. para dejarlo mas o menos enunciado como sigue (3’); ancig @) 3’) («Postulado restricto de la instancia»): una generali atrincherada siempre Tecibe confirmacion Positiva de sus jalizacig y confirmacién negativa de sus contrainstancias. tancias La modificacién no representa la solucién mas favo; paradoja, desde el punto de vista del neopositivismo, Pue: do con la definicién que hemos ofrecido de una Paradoj; cién mas favorable seria la simple demostracién de que el argu to es invalido, 0 atin mas favorable, la demostracién de que k conclusion no es realmente absurda, sino que resulta ser una conse. cuencia sorprendente de la teoria. Ninguna de estas dos opciones esta, en este momento al menos, a nuestro alcance, pero podriamos quiza conformarnos con la modificacién del postulado (3) arriba mencionada, si fuese viable. Table de ly S, de acuer. a, la resoly. Sin embargo, el postulado modificado (3') no es viable, y no supo- ne realmente una superacién o resolucién de la paradoja, como es relativamente facil de demostrar. De hecho, no hay resolucién favo- rable de la paradoja que pase por la nocién de atrincheramiento de Goodman. La razon es la siguiente. La propuesta de Goodman no esta realmente dirigida a teorias que sean légicamente equivalentes, sino s6lo a aquellas teorias que coinciden en todas sus predicciones. La propuesta de «atrincheramiento» permite diferenciar entre teorias artificiales y teorias naturales con las mismas consecuencias empin- cas, pero no distingue teorias logicamente equivalentes. De hecho, si las teorfas fuesen logicamente equivalentes seria imposible demostras, en ningun caso, diferencia alguna en su grado de «atrincheramientoh Goodman demuestra que las leyes o generalizaciones que nO 4 atrincheradas en nuestra cognicién ordinaria 0 cientifica som - 7 artefactos, como, por ejemplo, la ley que dice que «todas las a das son “verdules”. Puesto que son meros artefactos, no Pie y bir el grado de confirmacién que si reciben teorias nat ende atrincheradas, como “todas las esmeraldas son verdes >» importante hacer notar que se trata de dos teorias comp diferentes, a pesar de no ser distinguibles empiricamente. teorias afirma que las esmeraldas son verdes; la otra aquellas examinadas antes del afio 3000 lo son. Aunque estas dos teorias son indistinguibles mediante observack ewe TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 81 es cierto que expresen la misma proposici6n, ni tienen el mismo con- tenido. En particular, ninguna de estas teorias se puede obtener como contraposicion de la otra. (El lector mismo puede realizar el ejercicio formal de la demostracién de su inequivalencia logica mediante una sencilla tabla de valores de verdad.) . Es mas, la solucion que sugiere la nocion de atrincheramiento de Goodman sélo puede funcionar para teorias que, no siendo légica- mente equivalentes, tengan las mismas consecuencias empiricas. Asi, resulta posible que una de ellas esté atrincherada, pero no la otra. Sin embargo, no se puede excluir la posibilidad de que ninguna de ellas Jo esté. Podria asi darse que el postulado (3) de la instancia no sea yalido en general, y que ni T, ni T, reciban confirmaci6n alguna de O, al no estar ninguna de ellas «atrincheradas». Tal estrategia no resuel- ve realmente el problema al que nos enfrentamos, que requiere dife- renciar entre las dos teorias, dictaminando cual de las dos esta «atrin- cherada». Sin embargo, a la luz del postulado (4) de la equivalencia l6gica, tal diferenciacién resulta imposible. La situacién no es analo- gaa la del célebre ejemplo de Goodman, que hace referencia a enun- ciados que no son légicamente equivalentes, pues hace referencia a predicados o propiedades harto diferentes. Por el contrario, en el caso que nos atafie, «todos los cuervos son negros» y «ningiin objeto no- negro es un cuervo» son légicamente equivalentes, por lo que expre- san la misma proposicion, y tienen el mismo contenido semantico. Por ende, ninguna de estas dos teorias puede estar mas atrincherada que la otra: o bien lo estan las dos, 0 no lo esta ninguna. En definitiva, el problema al que nos enfrentamos es harto distinto del de Good- man: se trata de que, si T, recibe confirmacién de O, entonces, segin el postulado (4) de equivalencia légica también debe recibir confir- macién T,. Para estas teorias, el postulado (4) continta siendo valido, y la noci6n de atrincheramiento no nos permite distinguirlas. Y es el Postulado (4), en conjunci6n con el (3), el que genera la paradoja. En otras palabras, la paradoja de los cuervos no es una simple reformu- lacién del problema clasico de la induccién, y su resolucién requiere mucho mas que una simple reivindicacién de la validez de la inferen- Cia inductiva para enunciados familiares 0 atrincherados. 4.5. LA PARADOJA DE LA HIPOTESIS ANADIDA («TACKING PARADOX») Pasemos ahora a considerar otra paradoja de la teoria clsica de '@ Confirmacién cientifica, la conocida como paradoja del afiadido 82 FILOSOFiA DE LA CIENCIA: HISTORIA y PRA CTI, A («tacking paradox»), 0, como la denominaremos a la hipotesis afiadida». Resulta posible ilustrar e diante una teoria que ya conocemos bien, la teor; latividad (TGR). Como vimos, una consecuencja TGR es que un haz de luz cambia su trayectoria en tacional muy intenso. Es mas, Einstein fue capaz de de los presupuestos de su teoria, una deflexion mi luz de estrellas distantes a su paso préximo al So telescopios situados en la superficie de la Tierra, ton fue capaz de confirmar tal prediccién de manera deré satisfactoria. Supongamos, de esta manera, que ae 4 co, observacional O: «la luz de la estrella Alfa-Centauro car nUNCiady yectoria en exactamente 1,78" a su paso junto al Sob» unbia de tra. daderamente el fendmeno observado. Como sabemos, scribe ver. varias consecuencias légicas sorprendentes de la TGR. Ast una de giin el postulado (5) de la consecuencia l6gica de la tern oe = tivista de la confirmacién, se puede afirmar que O aumentaclgess de confirmacién de la TGR. A fin de cuentas, ya hemos visto sion asi como el neopositivismo explica este episodio histérico de cane macion cientifica. Ahora bien, consideremos, a continuacion, un enunciado decla- rativo cualquiera (es decir, una proposicion escogida al azar) que de- notamos como H. Estipulemos como tnica condicién sobre el enun- ciado su coherencia légica con la TGR. Es decir, la conjuncién logica de TGR y H es légicamente posible, o consistente. (La consistencia logica implica que es posible afirmar ambas proposiciones simul. taneamente sin contradicci6n; es decir, que no entran en contradic- cién logica una con otra. No se requiere que las proposiciones versen sobre la misma materia 0 que afirmen verdades complementarias, solo que no se incurra en contradicci6n al afirmarlas simulténea- mente.) Sea cual sea H, al introducir una nueva proposicion 0 hipo- tesis, se ha producido un cambio en la teoria TGR, consistente en uP aumento ordinal de los axiomas, lo que genera una nueva jo a que en modo alguno tiene por qué ser logicamente equivalen's teoria de Einstein. En efecto, la conjuncion de TGR y H es ENT mente: (TGR / H). La teoria T’ se puede, por tanto, define mente como T’ = (TGR / H), yes evidente que T’ no €s rae te equivalente a TGR, excepto en el caso trivial en el aes una proposicién vacua, 0 vacia, o sea: no expresa ning in cién. Ignoramos este caso limite, puesto que implica sposic ninguna nueva hipotesis, contrariamente a nuestra rc ‘én cial. Ahora bien, la regla de la introduccion de la con) Wi, «par ti sta £20 pra’ deducig, : Stay, UY Precisa, Peattr I, en cant Pata A su vez a M0 a Jog ~~ TEORIA CLASICA DE LA CONFIRMACION CIENTIFICA 83 Garrido, 2005; Jeffrey, 1986) determina que, puesto que O es una consecuencia logica de TGR, también lo es de T’. Esto resulta trivial quando observamos que, por construccién, T’ = (TGR /\ H), y pues- ue TGR > O, y T’ > TGR, se sigue, por la transitividad de la consecuencia logica, que T’ > O. El postulado (5) de la consecuencia Jogica de la teoria neopositivista tiene, en tal caso la consecuencia de que O también confirma T’. Pero puesto que H es (la otra) conse- cuencia logica de (TGR / H), 0 sea de T’, se sigue del postulado (6) de la consecuencia especial, que O confirma H, la hipotesis afiadida. Recuérdese que el postulado (6) parece tautolégico puesto que, simplemente, afirma que aquello que confirma una teoria, confirma, asimismo, sus consecuencias ldgicas, lo que no parece que pueda ser de otro modo. Sin embargo, la hipotesis H puede ser cualquier pro- posicion que no entre en contradiccion légica con la TGR, y esto implica que cualquier proposicién contingente acerca del mundo material, sea de la naturaleza que sea, siempre y cuando no entre en contradiccién con la TGR, puede verse confirmada por este procedi- miento artificioso de adicién o afiadido a una teoria cientifica seria con alto grado de confirmacién. Por ejemplo, la TGR no se pronun- cia acerca de la constitucién material de los diversos planetas y sus satélites, S6lo afirma que, dada la masa de éstos, y su densidad, se producird una cierta curvatura del espacio-tiempo con los efectos dinamicos que correspondan. La hipdtesis afiadida podria afirmar que todos los planetas son metalicos, 0 que uno de los satélites de éstos (por ejemplo, nuestro satélite, la Luna) esta hecho de lana. jLa observacién del cambio de trayectoria del haz de luz de Alfa-Centau- ro confirma que la Luna esta hecha de lana! Esta conclusion es evi- dentemente absurda, y tenemos todo tipo de razones para suponer ques falsa, No resulta admisible una teoria de la confirmaci6n cien- tifica que tenga como consecuencia que un enunciado evidentemente falso, o incluso absurdo, reciba confirmacién cientifica de un proce- dimiento experimental complejo, cuidadosamente disefiado para confirmar en exclusiva una teoria cientifica del calibre de la TGR. Notese cual es la naturaleza del problema, y de la paradoja, que No radica en la hipétesis afiadida H, en particular, puesto que ésta €8 escogida al azar, y podria haber sido cualquier proposicion légi- camente coherente con la TGR. Es decir, incluso si, azarosamente, se hubiese seleccionado, casualmente, una hipétesis verdadera de pes otra disciplina cientifica (por ejemplo, la hipdtesis de que re = ‘ectrones tienen carga negativa», que €s verdadera, y compati- -: on la TGR, aunque en absoluto viene implicada por esta teoria, ue no dice nada acerca de la constitucién ultima de la materia), 84 FILOSOFIA DE LA CIENCIA: HISTORIA Y PR Ao AcTiCg disefiado para confirmar tal hipotesi guno al efecto. En otras palabras, la naturaleza paraq TObativg mento no depende, en modo alguno, de la hipstesis pains Sel arp cionada. Lo que resulta paradojico es que la mera Inve sel regla de introduccién de la conjuncién légica, junto eal ON dela lados (5) y (6) de la teoria neopositivista de la confirm’ Posty, fica, sean suficientes, como premisas, para derivar, me, dia TON cieny. ve argumento evidentemente valido, una conclusién Ge Un bra. como que el enunciado O (que, recordemos, describe ai, absurdg del experimento de Eddington) confirma la hipétesis H ( resulta ne nada que ver con tal experimento). QUE No tie, La situacion, desde un punto de vista légico, es muy pareci la dio pie a la «paradoja de los cuervos». La pri: Tecida a que dio pi «paradoj cuervos». La primera paradg; («de los cuervos») involucra, y podria refutar, los postulados @) FN la instancia, y (4) de la equivalencia. La segunda paradoja (de hipotesis aiiadida») involucra, y podria refutar, los postulados (3) de la consecuencia légica y (6) de consecuencia especial. En ambos casos, tenemos la estructura clasica de una paradoja: una serie de premisas intuitivamente verdaderas arrojan una conclusién aparen- temente falsa, mediante un argumento deductivo estricta y demostra- blemente valido. Hay varias formas de resolver la tensién argumen- tal que subyace a una paradoja. Se puede rechazar el argumento en si mismo, si se demuestra que es invalido; o bien se puede obligara aceptar la conclusion, si se demuestra que, a pesar de las aparien- cias, mediante quiza alguna interpretacién no intuitiva pero apro- piada, la conclusion es realmente verdadera. Por tiltimo, si no cabe alternativa, se podria rechazar alguna de las premisas, o todas ellas, dandolas por falsas, En cualquier caso, algo ha de ceder, a la vista de la paradoja, pues su resolucién obliga a alguna de estas tres alter nativas. Desde el punto de vista del programa neopositivista, ydest teoria de la confirmacion cientifica, no existe peor alternativa, respuesta a estas paradojas, que el rechazo de las premisas, PU que esto implicaria abandonar uno o ms de los principios 0 lados basicos de la teoria clasica de la confirmaci6n.

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