Está en la página 1de 28
. Qué no podrian ser los némeros Paul Benacerraf* La atencién del matematico sé centra primariamente sobre Ja estructura matemética, y su deleite intelectual surge (en parte) de ver que una teoria dada exhibe tal y tal estructura, de ver emo una estructura es ‘“modela- da’* en otra, o exhibiendo alguna nueva estructura y mostrando cémo se relaciona con otras previamente estudiadas... Pero... ¢] matemitico esti satisfecho con tal de tener algunas “‘entidades” u ‘'objetos’’ (o ‘*conjun- tos", o “‘ndmeros"’,o '“funciones’’, o “‘espacios"’. 0 “‘puntos”’) para tra- bajar, y no investiga su cardcter interno 0 estatus ontoldgico, E] I6gico filosdfico, por otro lado, es mds sensible a cuestiones de on- tologfay estard especialmente interesado en la clase @ clases de entidades que realmente hay... No estard satisfecho al decirle sélo que tales y tales entidades tienen tal y tal estructura matemética. Deseara investigar més profundamente qué son esas entidades y cémo se relacienan con otras en- tidades,.. También desearé preguntar si la entidad considerada es sui ge- neris 0 si es en algdn sentido reducible a (0 construible en términos de) otras entidades, quiz4 mas fundamentales. R.M. MARTIN, Intension and Decision * La mayor parte del trabajo de este anticulo se hizo mientras este autor gozaba de una Beca de Facultad Procter y Gamble, lo cual reconoce agradecidamente. Estoy en deu- da con Paul Ziff por sus tiles comentarios sobre un boceto anterior de este articulo. [Este articulo, otiginariamente titulado “What numbers could not be", se public’ pri- mero en The Philosophical Review 74 (1965) 47-73, y fue reimpreso en P. Benaceraf y H. Potnam Philosophy of mathematics. Selected readings, segunda edicién, Cam- bridge University Press, 1983. Wersién castellana de Xavier Amavat i Carballido. Edi- cién, revisidn de La traduccidn y notas de Francisco Rodriguez Consuegra. (Fl profesor Benacerraf, al saber que estibamos preparando esta traducciGn, nos manifesté estar agradecido y halagado por el proyecto, Sin ‘embargo, no accedié a aprovechar esta pu- blicaciGn, come le habiamos propuesto, para escribir algunos p4rrafos emitiendo algu- na opiniéa sobre la extensa literatura que se ha publicado durante los tltimos veinte afios en reaccién a este altamente influyente articulo. Su argumento para no hacerlo fe que un trabajo como éste tiene su propia vida, que es independiente de su autor, por lo que la opinidn de éste no deberfa suscitar mayor interés que la de cualquier otro comentarista)]. Mathesis 9 (1993) 317-343 318 Paul Benacerraf v= podemos [por medio de las definiciones anteriores] decir lo que signi- fica “‘al concepto F le carresponde el niimero L+1"", ¥y luego, utilizando esto, podemos indicar el sentido de la expresiGn ““al conéepto F le corresponde el némero 1+1+1"*, etc.; pero, mediante nuestras definiciones, nunca podremos decidir... si a un concepto le corresponde el niimero Julio César, ni si este famoso con- quistador de las Galias es un nimero o no, G, FREGE, The Foundations of Arithmetic * IL. La educaci6n Imaginemos a Emie y Johnny, hijos de dos logicistas militantes —nifios a quienes no se les ha enseflado de la manera corriente (pasada de mo- da), sino para quienes el orden de cosas pedagégico ha sido el episte- molégico—. Ellos no han aprendido directamente cémo contar. En lugar de comenzar su formacién matemética con la aritmética, camo la conocen las personas corrientes, aprendieron primero ldgica —en su ca- so realmente teoria de conjuntos—. Después se les hablé de los nume- ros. Pero hablarles de los mimeros a personas en su posicidn fue una tarea facil —muy parecida a la que afronté el tutor de Monsieur Jour- dain (quien, aunque parezca mentira, fue un fildsofo)—. Los padres de nuestros nifios imaginarios necesitaron sélo sefialar qué aspecto o parte de lo que los nifios ya conocfan, bajo otros nombres, era lo que las per- sonas corrientes amaban “‘nimeros”, Aprender los ntimeros supuso sim- plemente aprender nuevos nombres para conjuntos conacidos, Asi, viejas verdades (conjuntistas) adoptaron nuevos ropajes (ntimero-teoréticos). La manera en que esto se hizo serd, sin embargo, analizada y rexami- nada, Para facilitar la exposicién, me centraré en Ernie y seguiré su edu- cacién aritmética hasta su terminacién, Después volveré a Johnny. Podria haber sucedido como sigue. A Emie se le dijo que habia un conjunto cuyos miembros eran aquello a lo que las personas corrientes se referian come los ntimeros (naturales), y que éstos eran lo que 1 ha- bia conocido siempre como los elementos del conjunto {infinito) N. Se le dijo ademas que habfa una relacién definida en esos ‘ntimeros"” (en lo sucesivo omitiré, por lo general, las comillas), la relacién menor que, bajo la cual los mimeros estaban bien ordenados. Aprendié que esta re- * Seguimos aqui la traduccién de C, U. Moulines del alemén (G. Prege, Fundamentos de la aritmética, Barcelona: Laia, 1972, pag. 82), para evitar traducir lo ya traducido al inglés (T.). Mathesis Qué no podrian ser los ntimeros 319 lacién, definida en N, era realmente aquella para la que él siempre habia usado la letra ‘‘R **. Y, desde luego, hablando ahora intuitivamente, Erie pudo verificar que todo subconjunto no vacfo de N contenfa un “‘iltimo’” elemento —esto es, uno que 8 generaba para cada miembro del subconjun- to—. Pudo fambién mostrar que R no generaba nada con respecto a si misma, y que era transitiva, antisimétrica, irreflexiva y conexa en N. En resumen, los elementos de N formaban una progresién, o serie, bajo R. ¥ entonces vino el 1, el némero mas pequefio (por razones de conve- niencia futura ignoramos el 0). Emie aprendié que aquello a lo que las personas se habian estado referiendo como 1 era realmente el elemento ade N, el primero, o tltimo, elemento de N bajo 8. Los enunciados so- bre ‘‘sucesores"’ (se dice que cada numero tiene uno) se tradujeron [4- cilmente en téminos del concepto del miembro “‘siguiente’’ de N (bajo R). En este punto, no hubo engafio en mostrar que las presunciones he- chas por los mortales corrientes sobre los nimeros eran de hecho teore- mas para Emie. Pues, sobre la base de su teoria, él podia establecer los axiomas de Peano —una ventaja que él disfrutaba sobre los mortales corrientes, quienes mds o menos deben tomarlos camo dados, o autoevi- dentes, o sinsentidos-pero-iitiles, o como lo que se tiene—! Hay dos cosas mas que Emie tuvo que aprender antes de que se pu- diese verdaderamente decir de él que era capaz de hablar con el vulgo. Hubo que sefialarle qué operaciones sobre los miembros de N eran las referidas como ‘‘suma’’, “‘multiplicacién’’, ‘“exponenciacién” y de- mas. Y aquf de nuevo estuvo en posicién de superioridad epistemoldgi- ca. Pues mientras el pueblo corriente tenfa que introducir tales operaciones por definicién recursiva, un eufemismo para la postulacion, él estuvo en posicidn de mostrar que esas operaciones podian ser expif- citamente definidas. Asi, se mostré también que los postulados adicio- nales asumidos por la gente “‘numérica’*” eran derivables en su teoria, una vez visto lo que las operaciones conjuntistas suma, multiplicacién, etc,, eran realmente. El iiltimo elemento necesario para completar la educacién de Emie fue la explicacidn de las aplicaciones de esos recursos: contar y medir. Pues en ellas se emplean conceptos que sobrepasan los hasta ahora in- troducidos. Pero afortunadamente Ernie estaba en posicién de ver qué era Io que correspondia a esas actividades en lo que él estaba haciendo 1. Noes necesario que los detalles de las pruebas nos detengaa ahora. * El autor, exhibiendo un buen humor que impregna todo el articulo, se refiere aqui a las personas que ven lot niimeros de forma tradicional como “number people", tras ha- berlo hecho més arriba como “ordinary folk". Asi, a veces serd imposible mantener la literalidad, que creemos lo mas conveniente en literatura cientifica (T.). Tee 9 (1993)

También podría gustarte