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Mariátegui, en enero de 1927, envió una car- Turf, Lulú o Mundo Limeño; quiere ofrecer
ta al escritor argentino Samuel Glusberg en la imagen de una iniciación periodística sos-
la que esbozó algunas líneas autobiográficas, layando sus preocupaciones "literarias" y que-
raras y escasas en el conjunto de sus escri- dan sin mencionar sus crónicas, cuentos y más
tos. Fue en esa carta donde estableció una de cincuenta poemas publicados entre 1915 y
nítida distinción entre el período de su vida 1917.
anterior a 1919 y el período posterior a 1923; Sin embargo, el mismo Mariátegui, un
en otras palabras, antes y después de Euro- año antes que esta carta fuera enviada, res-
pa: la edad de piedra enfrentada a la edad pondiendo a un cuestionario que le proponía
de la razón; el socialista contrapuesto al ado- Angela Ramos para la revista Mundial, se ha-
lescente decadente y bizantino. Lógicamente bía referido desde otra perspectiva a esos tem-
las mayores referencias proporcionadas a Glus- pranos años de su iniciación periodística y li-
berg fueron dedicadas a su etapa de madu- teraria. "En el fondo yo no estoy muy segu-
rez. Los años de su iniciación como escritor, ro de haber cambiado. ¿Era yo, en mi ado-
el tiempo durante el cual firmara sus artícu- lescencia literaria, el que los demás creían?
los con el seudónimo de Juan Croniqueur, Pienso que sus expresiones, sus gestos no de-
apenas quedaron resumidos de esta manera: finen a un hombre en formación. Si en mi
"Nací en 1895. A los 14 años entré de alcan- adolescencia mi actitud fue más literaria y
za-rejones en un periódico. Hasta 1919 tra- estética que religiosa y política, no hay que
bajé en el diarismo, primero en 'La Prensa', sorprenderse. Esta es una cuestión de trayec-
luego en 'El Tiempo', finalmente en 'La Ra- toria y una cuestión de época".2 Hay inicial-
zón' En la reseña hay una equivocación mente un tono dubitativo en el texto condu-
y varias omisiones: en realidad había nacido cente a cuestionar la imagen que un autor
en 1894; no menciona sus colaboraciones en tiene de sí mismo o la que elaboran sus con-
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temporáneos, para a continuación señalar al- escritos que al parecer eran completamente
gunas pautas que podrían servir de derrote- prescindibles en la tarea de comprender el
ro en la comprensión de su propia biografía: marxismo de Mariátegui. Una primera y tem-
indudablemente existen cambios entre el jo- prana excepción fue Edmundo Cornejo, quien
ven y el hombre adulto pero tal vez algunas en 1955, bajo el título de Páginas literarias,
claves importantes se encuentren en las per- propuso una antología de los escritos de Ma-
manencias. Mariátegui hace confluir actitud riátegui, tratando de subrayar sus virtudes li-
"religiosa" y "política" y señala —para des- terarias, tal vez con una excesiva benevolen-
concierto de algunos estudiosos de su obra— cia. La antología de Cornejo, aunque no re-
que esa preocupación religiosa, cuyas expre- cibió los comentarios que merecía, fue reedi-
siones reseñaremos en las páginas que siguen, tada en 1978, y si bien se puede lamentar las
lejos de desaparecer se acentuó, aunque por ausencias de algunos artículos publicados en
un sendero diferente, en los años posterio- El Tiempo, en su conjunto ofrece una imagen
res. Es por esto que si se termina de leer cabal de Juan Croniqueur. En 1956, un año
la respuesta a Angela Ramos veremos que después de la publicación de Cornejo, cuando
Mariátegui dice: "En mi camino he encontra- toda\óa no se había iniciado la publicación de
do una fe [sinónimo en ese entonces de so- las "obras completas", Aníbal Quijano prepa-
cialismo]. He ahí todo. Pero la he encontra- ró una excelente selección de textos de Ma-
do — continúa— porque mi alma había parti- riátegui que fue prologada por Manuel Scor-
do desde muy temprano en busca de Dios. za, citando al hacer un necesario recuento bio-
Soy un alma agónica"*3 Meses después, al re- gráfico el soneto "Plegaria nostálgica", publi-
señar en las páginas de Afnauta el libro de cado por Juan Croniqueur en la revista Rena-
Miguel de Unamuno La agonía del cristianis- cimiento.41 A estos esfuerzos habría que aña-
mo, supo mostrar el entusiasmo que le cau- dir los ensayos periodísticos de Hugo Neira,
saba ese especial giro que Unamuno daba al que en realidad quería ser un plan de inves-
verbo agonizar: lucha por la vida. Sin embar- tigaciones (1960); el libro de Genaro Carne-
go, criticaba al escritor español no compren- ro Checa, La acción escrita (1964) sobre la
der la esencia agónica del marxismo, enten- actuación de Mariátegui en el periodismo de
dido como el "mito", o la "religión de nues- su tiempo; la introducción preparada por Jor-
tro tiempo". ge Basadre a la edición norteamericana de
los 7 ensayos (1971), donde se ofrecía una
Entre el reportaje de Angela Ramos
imagen total de la biografía de Mariátegui;
y la carta a Samuel Glusberg, es este último
la tesis de Diego Messeguer sobre el pensa-
testimonio el que ha tenido mayor acogida
miento de Mariátegui en la que, tratando de
por parte de los estudiosos de Mariátegui. A
establecer una continuidad, sostenía que entre
ello ha contribuido la decisión de no incluir
1914 y 1919 Mariátegui realiza su primera re-
en las llamadas "obras completas", los escri-
flexión sobre la realidad peruana (1974); re-
tos de Juan Croniqueur y esta decisión ha si-
cientemente debemos al sacerdote norteame-
do avalada implícitamente por todos aquéllos
ricano Jeffrey Klaiber un ensayo sobre la re-
que conciben a los textos de Mariátegui como
ligiosidad de Mariátegui titulado "Elogio a la
reservorios de citas y que buscan edificar la
celda ascética" (1977).* Indudablemente las
imagen inmaculada de un marxista-leninista:
dos contribuciones más importantes, realmen-
había que liberarlo del lastre de su adoles-
te decisivas, se deben a Guillermo Rouillon:
cencia. Por otro lado, la escisión entre la ju-
una prolija y cuidadosa biobibliografía y el
ventud y la edad madura acababa coincidien-
mejor derrotero biográfico, La creación heroi-
do con esa imagen del joven Marx contrapues-
ca de José Carlos Mariátegui. Rouillon ha sa-
ta al autor de El capital, difundida desde la
década del sesenta por el marxismo althus-
seriano. Es así como Juan Croniqueur termi-
nó en un escritor casi olvidado. * Recientemente se han ocupado de la "edad de
piedra" de Mariátegui Elizabeth Garrels, en una
Pocos autores se aventurarían en la tesis que nos ha sido inaccesible, y Oscar Terán,
búsqueda de los periódicos y revistas limeños en un artículo de próxima publicación (Buelna,
publicados entre 1914 y 1918 para leer esos Culiacán, México, N- 4-5).
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 83
bido consignar y fechar los hitos fundamen- sin haberlo premeditado, de allí saldrían algu-
tales en la vida de Juan Croniqueur: su na- nas de sus mejores páginas.5 A la postre
cimiento en Moquegua en 1894, la infancia en los trajines periodísticos absorbieron su pro-
Huacho, la temprana dolencia en 1902 a con- ducción intelectual y poco antes de 1918 dejó
secuencia de la cual quedará lisiado de una completamente de escribir cuentos o poesías.
pierna, la interrupción de sus estudios esco- Más de 700 textos escritos entre el 1? de ene-
lares y su formación autodidacta, el ingreso ro de 1914 y el 22 de junio de 1918 lo ubi-
al diario La Prensa como obrero en 1909, la can como un autor prolífico: prácticamente no
publicación de su primer artículo firmado con hubo día —desde 1916— en que no escribiera
el seudónimo de Juan Croniqueur en febrero un texto y ese cotidiano ejercicio de la má-
de 1911, y el desarrollo persistente de sus quina de escribir, a la par que le fue permi-
colaboraciones a partir del 1? de enero de tiendo un cierto dominio sobre la lengua, lo
1914. (Una observación erudita de Guillermo vinculó a un público y le enseñó a observar
Rouillon indica que Juan Croniqueur publicó la vida cotidiana.
entre el 24 de febrero de 1911 y el 23 de di- Aunque tuvo una infancia provincia-
ciembre de 1913, siete artículos en La Pren- na, su formación como escritor y su produc-
sa: fueron los primeros tanteos que recién se ción transcurrieron en Lima; fue un escritor '
perfilarían con claridad desde 1914). limeño y de muchas maneras compartió el es-
¿Quién fue Juan Croniqueur? El pri- píritu de la ciudad, incorporando en sus ar-
mer rasgo es la precocidad si tenemos en tículos ese humor satírico y burlón que po-
cuenta que inició a los 16 años y que ape- dían remontarse a Felipe Pardo y Manuel
nas cuatro o cinco años después sería un es- Ascensio Segura, en los inicios de la Repúbli-
critor reconocido en el país y otros círculos ca. No es prescindible señalar que Juan Cro-
culturales de América Latina. La precocidad niqueur manifestaba un conocimiento de la
era una característica compartida con otros es- tradición literaria peruana. Aparte de sus sim-
critores peruanos de ese entonces: Riva Agüe- patías para Manuel González Prada (a quien
ro había escrito una contribución decisiva pa- reporteó), tuvo frases elogiosas para el poeta
ra la historia peruana cuando tenía 25 años; de la independencia Mariano Melgar y cono-
Francisco García Calderón publicó en francés cía bastante bien las piezas teatrales de Par-
su elogiado libro Le Pérou contemporain fri- do y Segura: estos autores, en el panorama
sando los 27 años; y los dos escritores a quie- de la literatura peruana de ese entonces, sig-
nes se sentía en ese entonces más próximo nificaban intentos por incorporar al mundo de
Mariátegui, Abraham Valdelomar y Leónidas la ficción cuadros, costumbres, estilos y sen-
Yerovi, concitaban el reconocimiento general timientos "nacionales".
.;iendo todavía jóvenes: habían nacido en 1888 Sus colaboraciones en la columna "Vo-
y 1881, respectivamente. Al igual que Valde- ces" de El Tiempo se caracterizaron por su
lomar, Juan Croniqueur ensayó diversos géne- definida irreverencia al ocuparse de los po-
ros literarios: hizo poesía y dejó sin publicar líticos civilistas. Los personajes predilectos
_n poemario que se titularía Tristeza y tal vez para sus ironías fueron José Pardo, entonces
otro destinado a llamarse Sinfonía de la vida Presidente del país, y el diputado Manuel Ber-
r,letropolitana; escribió alrededor de 13 cuen- nardino Pérez, que oficiaba también de cate-
:os, la mayoría de los cuales tuvieron como drático sanmarquino y que por sus limitacio-
escenario el hipódromo; dos obras de teatro; nes intelectuales y su público interés por las
rero sus mayores contribuciones serían los ár- "comediantes" era fácilmente ridiculizable. El
c a l o s periodísticos, los comentarios y notas parlamento y el Partido Civil dieron lugar
de actualidad, las crónicas escritas bajo la eví- también a sendos artículos. Otra víctima de
t a t e influencia de Azorin. Juan Croniqueur Juan Croniqueur fue el Dr. José de la Riva
;:nfesó en alguna ocasión su predilección por Agüero, poco tolerante para la sátira, y sus
i vertiente literaria: al periodismo acudía seguidores en el movimiento "futurista", co-
: b ligado por sus premuras económicas; sin em- mo Julio C. Tello y otros. El buen gusto, uni-
r¿rgo, al periodismo le debería no sólo su do a la persistencia, enmarcaron a esta co-
-_nutención, sino también su fama y quizá lumna que apareció casi día a día desde la
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fundación de El Tiempo. Un ejemplo: "Noso- aéreas (looping the loop) que atraían a to-
tros pensamos que al país no le molesta que dos; sin embargo, el espectáculo de masas
el señor Pardo vaya a Miramar. Probablemen- que mayor impacto tendría en su vida sería
te le molesta más que el señor Pardo venga una procesión que desde los tiempos colonia-
a Palacio de Gobierno".6 les, cada mes de octubre, durante dos días
Aunque Lima, su vida cotidiana y los recorría la ciudad acompañando la imagen de
acontecimientos políticos fueron sus temas pre- un Cristo crucificado: la procesión del Señor
dilectos, en ocasiones supo mirar más allá pa- de los Milagros, a la que dedicó un primer
ra referirse al regionalismo arequipeño o al artículo publicado el 20 de octubre de 1914
levantamiento de Rumi-Maqui en Puno. "Nues- en La Prensa, y luego otro que con el título
tra mirada abarca todo el territorio nacional. de "La procesión tradicional" ganaría el pre-
Va de un confín a otro. Y recorre el mapa del mio Municipalidad de Lima en un concurso
Perú en una excursión que no es geográfica si- convocado en 1916 por el Círculo de Periodis-
no política. Nuestra mirada abarca el país en- tas: publicado originalmente en La Crónica
tero". 7 sería reproducido en La Prensa y El Tiempo
La tendencia a observar venía desde para ser reeditado, como ningún otro texto
años atrás y aparecía asociada a su temprana de su adolescencia, en 1935, 1938, 1944, 1946,
invalidez. Pero fue gracias al periodismo, a 1955, 1959... Ha sido, por último, incluido
la vida en los cafés (como el Palais Concert) en la antología de Edmundo Cornejo. Fue
y a las conversaciones en las redacciones de indudablemente el texto más importante que
La Prensa o El Tiempo, que esta tendencia llegó a componer.
alcanzó a desarrollarse. Para ello fue decisi- La observación de la vida cotidiana,
vo el entusiasmo que el joven escritor sentía en Juan Croniqueur, no se limitará sólo a
por su época, la compenetración con su tiem- los ambientes aristocráticos, como aparece en
po: "Amemos nuestro siglo —decía en un ar- varios estereotipos de su juventud, sino que
tículo dirigido a Alberto Hidalgo—. Yo lo en- comprenderá también las expresiones popu-
cuentro bueno, grande y magnífico".8 En- lares. En uno de los varios artículos que pu-
tonces, observar la vida cotidiana no era sólo blicó bajo el significativo título de Glosario
una obligación de periodista sino un placer, de las cosas cotidianas, ofrecía la siguiente
un gusto de todos los días y también materia sugerencia, bastante alejada de las tentacio-
de reflexión. Comentando un libro de Augus- nes elitistas o de ese supuesto "bizantinismo"
to Aguirre Morales, Juan Croniqueur lo elo- que el mismo Mariátegui atribuiría a Jusn
giaba por haberse inspirado en la vida, "eso Croniqueur: "Lea usted la crónica de policía.
que muchos dejan pasar miopes e indiferen- En ella se cuentan los episodios cotidianos
tes", de aquí se derivaría una concepción de de la vida de las gentes humildes. Son epi-
Mariátegui según la cual las experiencias im- sodios vulgares, ínfimos y necios, grotescos
portaban más que las teorías y las biografías muchas veces. Pero se esconde y divulga a
tanto como las ideas porque "sólo sobre la veces tras ellos una historia sentimental, un
base del propio caudal de sensaciones se pue- drama inquietante o una arlequinada en la
de establecer el propio caudal de pensamien- que vibran en un solo sonido la carcajada y
tos".9 el llanto".10 El aprendizaje del periodismo
En una ciudad que iniciaba un lento lo había obligado a pasar por la página poli-
aunque irreversible crecimiento, las noveda- cial, de manera que la conocía bien.
des del siglo aparecían con los escasos es- Juan Croniqueur fue también un escri-
pectáculos multitudinarios. Juan Croniqueur tor "un poco místico". Su atención se veía con-
fue aficionado a los toros, un espectáculo que citada por las festividades religiosas como la
en la Lima de ese entonces tenía cierto am- cuaresma o la semana santa, el retiro espiri-
biente popular y plebeyo; pero fue también tual en el convento de los Descalzos, la de-
asiduo cronista de las reuniones hípicas de fensa de la fe y el cristianismo frente a es-
Santa Beatriz, donde era por el contrario os- critores irreverentes como el poeta Hidalgo,
tensible el dominio de las grandes familias no por azar su poesía más célebre acabó sien-
oligárquicas; asistió también a las acrobacias do el "Elogio de la celda ascética".11 En es-
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 85
to, como veremos, fue también fiel a su tiempo. sintaxis empleada en un discurso, en torno a
Un rasgo, que no requeriría de mayor la bailarina Norka Rouskaya y finalmente so-
relieve, fue su visible afrancesamiento. Ma- bre el papel del ejército, como director de
riátegui había aprendido tempranamente y Nuestra época, motivo de la agresión de al-
por sus propios medios el francés. En sus gunos oficiales y de un desafío a duelo. No
crónicas se ocupó de Jean Jaurés y Pierre era, este terco polemista, un intelectual timo-
Loti, fue antigermanófilo y durante la Gran rato y artificial. Desde entonces supo desa-
Guerra estuvo siempre de lado de Francia, rrollar sus ideas enfrentándolas con sus opo-
pero el mejor testimonio está en el propio sitores.
seudónimo que escogió, aunque no fue el úni- Mariátegui —conviene recordar algo
co que utilizó en su juventud (algunas veces obviamente conocido— no empezó su carrera
firmaba como Jack, otras como XYZ, en oca- intelectual como marxista, sino que antes de
siones con las iniciales J.C.); la mayoría de proclamarse siquiera socialista, era ya un in-
sus textos fueron firmados por Juan Croni- telectual, por lo menos si respetamos en al-
queur, hasta junio de 1918, cuando apare- guna medida la opinión de sus contemporá-
ció como director de la efímera revista Nues- neos. ¿Qué mecanismos posibilitaron que un
tra época (sólo se alcanzaron a publicar dos intelectual surgido al interior de la sociedad'
números). Posteriormente, y de manera ex- oligárquica peruana de principios de siglo
cepcional, el seudónimo de Juan Croniqueur asumiera el marxismo Este intelectual, adi-
se repitió en algunas Cartas de Italia, para cionalmente, no sería un simple comentador
ser luego completamente desechando y olvi- de Marx, sino el fundador de una manera ori-
dado. ginal (peruana o latinoamericana) de razonar
Desde antes de 1918 Juan Croniqueur y emplear el marxismo.
era un escritor rodeado de cierta fama y no Se trata, para responder a la pregun-
poco reconocimiento. Julio Baudoin había ta anterior, de entender a Mariátegui desde
aceptado componer con Juan Croniqueur el po- el interior mismo de su pensamiento: pensar-
co exitoso drama Las tapadas que si bien fue lo en sus propios términos. Un escritor es-
un "desperdicio literario" al decir de Alfredo casamente autobiográfico como fue él, en oca-
González Prada, o merecía llamarse "Las pa- siones, a veces valiéndose de otro autor, de
tadas" según un crítico más inclemente, aca- una manera indirecta y quizá velada sugiere
bó siendo motivo de polémica y discusión y algunos derroteros para la comprensión de su
no fue obstáculo para que después confluye- obra.
ran Juan Croniqueur y Abraham Valdelomar En efecto, en 1928, cuando Mariátegui
en una versión teatral de La Maríscala, que comentó la publicación de La casa de cartón,
en opinión de Jorge Basadre fue superior al novela escrita por Martín Adán, un joven de
texto narrativo. Juan Croniqueur organizó el procedencia oligárquica pero sin embargo crí-
Círculo de Periodistas y fue miembro de su tico del civilismo, se sintió obligado a expli-
junta directiva. Colaboró en Colónida, la em- car qué había posibilitado esta escisión entre
presa intelectual más importante de su tiem- la procedencia social y la actitud del escritor:
po. Poemas suyos fueron editados con elogios tuvo que referirse a la historia y señalar al-
en Revista de Revistas, de México y Renaci- gunos acontecimientos como el experimento
miento, de Guayaquil. No era de extrañar que billinghurista, la insurrección de Colónida, la
escritores noveles como Ramón Falcón o Juan decadencia del civilismo, la subida de Leguía,
de la Bohemia se sintieran obligados a dedi- la transformación de Lima por el asfalto de
carle sus primeras creaciones. Juan Croni- la Foundation... Sin estos acontecimientos la
queur era un autor conocido. Todavía lo fue novela de Adán "no habría sido posible", es
más por las polémicas que supo o acabó sus- decir, un hijo de familia no habría podido tra-
citando: contra el pintor Teófilo Castillo des- tar irreverentemente a las viejas tradiciones.
de su primer artículo publicado en La Pren- Mariátegui no trataba de explicar a Adán, si-
sa, sobre la exposición del plástico catalán no simplemente de consignar algunos hechos
Roura de Oxandaberro, contra José de la Ri- que lo hacían posible, de ubicarlo y compren-
va Agüero cuando se atrevió a criticarle la derlo.12 Es éste el propósito que nos anima
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sus fueros incluso mediante mecanismos impo- la tradición y las costumbres populares, aspec-
sitivos, como la expresa prohibición de prác- tos que resaltaban todavía más en una época
ticas que no fueran las católicas, aparte de las que —por lo menos a nivel de las clases do-
propias sanciones morales que supuestamente minantes— se complacía en la imitación de lo
debían recaer sobre los laxos o indiferentes. extranjero. La procesión remontaba su histo-
Una lectura frecuente entre las clases popula- ria a los tiempos coloniales y desde entonces
res eran "las leyendas de santos": alimentaron se confundía con los hábitos y costumbres de
una religiosidad patética que derivó en la apa- la gente plebeya, pero era tal su poder de
rición de "santas" o en las "conversiones" mi- atracción, que en los dos días de recorrido por
lagrosas. Durante el año 1917 el pueblo indí- la ciudad, acudían también "las damas más
gena de Monsefú, donde la vida trascurría con aristocráticas y gentiles".35 Esta preocupación
esa inasible monotonía de otros pueblos de la por el público será más evidente en su segun-
costa peruana, cae preso de la exhaltación do artículo, escrito en 1916 y publicado al año
cuando se le atribuyen poderes milagrosos a siguiente en La Crónica o El Tiempo. Aunque
Isabel Miranda y, a pesar que los médicos el tema era propicio para una añoranza de
diagnostican "catalepsia", se propala su fama los tiempos coloniales siguiendo el estilo de
atrayendo a peregrinos de lugares apartados. Las tapadas, o, en todo caso, a comunicar emo-
Hay un debate —que llega hasta los periódi- ciones similares a sus poemas, Juan Crohi-
cos de Lima, como El Tiempo— sobre Isabel queur escoge un camino que podríamos lla-
Miranda, para dilucidar si es una santa, una mar "sociológico": presentar a la multitud,
enferma o quizá una impostora: no terminaron describir su composición e intentar ofrecer una
de ponerse de acuerdo. Al año siguiente, en- explicación de ese fervor: "Las manifestacio-
tre otros casos, las crónicas periodísticas re- nes de la fe de una multitud son imponentes.
cogen la imagen de una limeña de vida aira- Dominan, impresionan, seducen, oprimen, ena-
da, conocida con el apelativo de "La Trombo- moran, enternecen. La contemplación de una
na", que como consecuencia de una conversión muchedumbre que invoca a Dios conmueve
milagrosa tiene arranques místicos, obligándo- siempre con irresistible fuerza y honda ter-
se a orar en prolongadas jornadas; el escep- nura. El paso de la procesión del Señor de
ticismo del cronista atribuye esta situación a los Milagros por las calles de Lima produce
una combinación de mala comida con el afán una emoción muy profunda en la ciudad que
por imitar "las leyendas de los santos". se encuentra invadida por un sentimiento in-
genuo, sedante y religioso".36 Juan Croni-
La religiosidad domina la vida cotidia-
queur se conmueve por el carácter colectivo
na de todas las clases, sin excluir a los inte-
del sentimiento y por el arraigo que puede
lectuales. Un poeta ateo como Alberto Hidal-
tener esa tradición para unir un conjunto de
go es una excepción; por el contrario, pode-
voluntades. Las andas del Cristo son pesadas.
mos encontrar que la preocupación religiosa
Para cargarlas a lo largo de todo su recorri-
recorre los escritos de Valdelomar o los Heral-
do existe una hermandad o cofradía, compues-
dos negros (1918) de César Vallejo; es toda-
ta en su mayoría por gente de los barrios po-
vía mayor en las páginas de Devocionario, li-
pulares de la ciudad y étnicamente negra o
bro compuesto por Aguirre Morales. Pero fue
morena, que, vestidos con sus típicos hábitos
Juan Croniqueur quien con mayor intensidad
morados, otorgan el color característico a la
trató de vivir una experiencia mística, enten-
procesión. Estos hombres si bien son fornidos,
dida como la relación personal, individual y
terminan cada turno exhaustos, pero hay en
solitaria con Dios. Pero esta concepción irá
cierta manera un mito que los robustece y es
variando.
otra tradición, según la cual cada año uno de
El misticismo y la atracción por las ellos es llamado por el propio Señor a los
multitudes explican el fervor que sintió Juan cielos: "Y estos hombres que sufren la fatiga
Croniqueur por "la procesión tradicional". En de la carga no se quejan nunca. Tienen más
el primer artículo dedicado al Señor de los que resignación, placer y regocijo en su traba-
Milagros (publicado en La Prensa), Juan Cro- jo".37 Es así como Juan Croniqueur descubre
niqueur explicaba la devoción de la ciudad a el poder movilizador que tienen los mitos, las
esa imagen de Cristo por su identificación con
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 95
creencias, las tradiciones, la religión, cuando lado los sesos antes que volver a la desespe-
trascendiendo el fervor individual (el ámbito rante soledad de una celda. No hay quien lo
cerrado de la celda ascética), se confunden crea digno de una frase de compasión cual-
con las multitudes y las calles de una ciudad: quiera. Es la eterna injusticia de las cosas hu-
no se trata —subraya el propio Juan Croni- manas".38 Para un acucioso observador de la
queur— de la resignación, sino, por el contra- vida cotidiana tema que traslucirse de una ma-
rio del entusiasmo que permite realizar año a nera u otra la violencia que daba sustento a
año en el mes de octubre el esfuerzo de con- la tediosa felicidad de la República Aristocrá-
ducir esas andas: los hermanos del Señor de tica. *
los Milagros logran superar la fatiga gracias Pero, volviendo a la procesión tradi-
a su "devoción profunda". El poder de las cional, el encuentro con la multitud es deci-
ideas y de las tradiciones cuando se encarnan sivo para Mariátegui porque le mostrará có-
en una multitud será, desde entonces, un plan- mo, a diferencia de lo que escribió en su pri-
teamiento central (casi diríamos un criterio mera colaboración para El Tiempo, resultaba
de verdad) para Mariátegui. superable esa indolencia dominante y que por
El contraste entre la multitud del Se- lo tanto la abulia del medio podía ser contra-
ñor de los Milagros y la multitud del hipódro- rrestada. De esta manera el misticismo lo ^
mo es obvio. El hipódromo es un espectáculo acercó a la procesión y fue gracias a ella que
frivolo, monopolizado por una clase o, mejor descubrió la importancia de las tradiciones y
dicho, por un conjunto de familias felices: una de los sentimientos religiosos para las clases
rutina dominical ejecutada con desdén y que populares. Es cierto que todavía no pensaba
a la postre deriva también en el tedio. No en términos de "clases sociales", pero estaba
existe el fervor. Pero el Juan Croniqueur que a medio camino para descubrir que más allá
acude a Santa Beatriz y que escribe en El Turf de la vida y la cultura oligárquica, la ciudad
o en Lulú no se interesa sólo por los caballos albergaba a otros personajes y otras mentali-
o por la hermosura de las asistentes: a veces dades: es una historia posterior, donde debe
lo atraen también lugares menos aristocráti- referirse cómo descubrió el sindicalismo y gra-
cos como lo establos, o personajes diferentes, cias a ello su rebeldía acabó en una afirma-
como los jockeys, por los que no pudo omitir ción porque encontró otra clase a la que aco-
su simpatía en un cuento. Hay una anécdota gerse.
que le permite ubicar a la multitud del hipó- El camino hacia Marx de José Carlos
dromo. Un día, un domingo cualquiera, un po- Mariátegui tuvo como estaciones previas pri-
bre hombre asaltante o carterista es apresado mero ese instintivo y elemental sentimiento
por la policía y cuando era conducido deteni- antioligárquico que Colónida alentó; luego vi-
do, se suicida en la puerta del hipódromo; no la confluencia entre el fervor religioso,
mientras esto sucede, se accidenta un caballo: que lo obsesiona desde su niñez, con el entu-
los asistentes se conmocionan y dirigen toda siasmo por las multitudes para de allí termi-
su atención hacia el animal para acabar com- nar descubriendo el poder del sindicato como
pletamente indiferentes ante el anónimo suici- forma de organización, de lucha y también de
da. Ese cronista afrancesado que escribía ma- cultura.
drigales de mal gusto para las "cabecitas li- Historia y biografía se encuentran y se
meñas" no fue indiferente ante estos hechos, confunden de muchas maneras. En la expe-
lo que muestra cómo Juan Croniqueur era bas- riencia histórica peruana de esos años hay un
tante menos frivolo de lo que aparentaba. hecho del cual no se puede prescindir para
"Para el público, cruel, egoísta, salvaje —re- entender la simpatía de Juan Croniqueur por
párese en los adjetivos que contrastan con los las multitudes: Billinghurst y la irrupción de
que utilizara para referirse a los devotos del las clases populares. El año 1912 impusieron
Señor de los Milagros—, no vale la vida de la designación de Guillermo Billinghurst como
un hombre lo que el remo inútil de un equi- Presidente los artesanos, los obreros, los pe-
no. No hay quien quiera pensar en la última, queños comerciantes de la ciudad, hastiados
en la terrible aunque vulgar tragedia que pue- de los monocordes gobiernos civilistas y en-
de encerrar la vida del infeliz que se ha vo- contraron a su vez en el nuevo caudillo, un
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asidero para las movilizaciones sociales, como nuidad entre su juventud y su edad adulta o
la que intentan en enero de 1913 los estiba- el corresponsal de Samuel Glusberg, que por
dores del Callao. Si bien Juan Croniqueur te- el contrario subrayaba las diferencias? Hay
nía entonces simpatías "pierolistas", siguió con — sin ánimo de agotar un debate—, por enci-
detenimiento estos acontecimientos desde las ma de estas imágenes contrapuestas, una afir-
redacciones de La Prensa, donde por el con- mación suficientemente segura: sin Juan Cro-
trario eran ostensibles las posiciones bi- niqueur no podemos entender a Mariátegui
llinghuristas.39 Para Valdelomar —el único porque ese intelectual que desposaría "algu-
modelo de intelectual posible que hasta enton- nas ideas" en Italia era en muchos sentidos
ces tenía Mariátegui—, estos acontecimientos un hombre formado, un escritor reconocido
políticos fueron decisivos en su vocación, si por sus contemporáneos antes de tomar el bar-
nos atenemos a la carta que el 9 de junio de co para Europa. Una diferencia notable con
1912 dirigió a Enrique Bustamante y Ballivian: Francisco García Calderón: Mariátegui no co-
"Yo estoy agradecido al destino que me depa- menzó a pensar en París sino en Lima y desde
ró una vida tan tensa, en estos tiempos de pa- el inicio su derrotero como escritor apareció
sividad y de civilización. He vivido otra vida, vinculado al público, a sus lectores. •
Enrique; otra vida que Ud. no imagina tal vez. Esta preocupación por el público —en
Yo no me creía un luchador, y ahora me con- algún texto aludió a la emoción de los aplau-
venzo que el hombre no es más que el resul- sos— le nacía de su interés por los espec-
tado de las circunstancias. Yo mismo, que me táculos (el teatro, entre otros) y el periodis-
creía un apacible, he ido con la mayor san- mo.41 A diferencia de cualquier intelectual
gre fría, revólver en mano, el 25, a atacar a oligárquico, su carrera transcurrió alejada de
la Junta Electora, capitaneando a unos sete- los claustros universitarios y próxima a los
cientos hombres de pueblo. Yo me he conven- lectores: por eso le tenía que desagradar la
cido que este es el camino. Si yo resultara un ampulosidad en el estilo de Riva Agüero y él,
revolucionario. ¿Qué diría usted, Enrique?". una vez superada la influencia azoriniana,
Luego añadirá que una vida diseñada para el desarrollaría una prosa límpida, puntual y di-
arte, no pudo sustraerse a esa jornada califi- recta. En pocas palabras: la prosa académica
cada, con evidente gradilocuencia, de "im- y culta frente al estilo periodístico. Algunas
borrable, magna, digna de un gran poema de las peculiaridades del marxismo de Mariá-
trágico".40 tegui encuentran explicación si se repara que
Juan Croniqueur y José Carlos Mariá- principió y terminó como periodista, recorrien-
tegui: ¿Dos personajes diferentes o, más allá do todas las escalas, desde los talleres hasta
de ciertas apariencias, el mismo? ¿maduración la página editorial.42 En otras palabras, de la '
o ruptura? ¿quién tenía razón: el entrevista- crónica al ensayo social.43
do por Angela Ramos que señalaba una conti-
NOTAS
chez, Valdelomar o la belle époque, México, Fondo serio autodidactismo, que, en una transformación
de Cultura Económica, 1969, pp. 88 y ss. maravillosa, llevóle de la dirección de 'El Turf' a
41 la dirección de 'Amauta'", Jorge Basadre, "Home-
Guillermo Nugent, Mariátegui y el público (texto naje a José Carlos Mariátegui" en Variedades, año
inédito). XXVI, N? 1155, p. 7.
42 43
"Valdelomar unió al periodismo, el sentido es- Jorge Basadre, "Un cuarto de siglo de literatura"
tético; Mariátegui unió al periodismo el ensayis- en Variedades, 6 de marzo de 1929, año XXV, N?
mo social. Esta fusión se operó en él merced a un 1096.