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Juan Croniqueur 1914 / 1918

Alberto Flores Galindo

i
Mariátegui, en enero de 1927, envió una car- Turf, Lulú o Mundo Limeño; quiere ofrecer
ta al escritor argentino Samuel Glusberg en la imagen de una iniciación periodística sos-
la que esbozó algunas líneas autobiográficas, layando sus preocupaciones "literarias" y que-
raras y escasas en el conjunto de sus escri- dan sin mencionar sus crónicas, cuentos y más
tos. Fue en esa carta donde estableció una de cincuenta poemas publicados entre 1915 y
nítida distinción entre el período de su vida 1917.
anterior a 1919 y el período posterior a 1923; Sin embargo, el mismo Mariátegui, un
en otras palabras, antes y después de Euro- año antes que esta carta fuera enviada, res-
pa: la edad de piedra enfrentada a la edad pondiendo a un cuestionario que le proponía
de la razón; el socialista contrapuesto al ado- Angela Ramos para la revista Mundial, se ha-
lescente decadente y bizantino. Lógicamente bía referido desde otra perspectiva a esos tem-
las mayores referencias proporcionadas a Glus- pranos años de su iniciación periodística y li-
berg fueron dedicadas a su etapa de madu- teraria. "En el fondo yo no estoy muy segu-
rez. Los años de su iniciación como escritor, ro de haber cambiado. ¿Era yo, en mi ado-
el tiempo durante el cual firmara sus artícu- lescencia literaria, el que los demás creían?
los con el seudónimo de Juan Croniqueur, Pienso que sus expresiones, sus gestos no de-
apenas quedaron resumidos de esta manera: finen a un hombre en formación. Si en mi
"Nací en 1895. A los 14 años entré de alcan- adolescencia mi actitud fue más literaria y
za-rejones en un periódico. Hasta 1919 tra- estética que religiosa y política, no hay que
bajé en el diarismo, primero en 'La Prensa', sorprenderse. Esta es una cuestión de trayec-
luego en 'El Tiempo', finalmente en 'La Ra- toria y una cuestión de época".2 Hay inicial-
zón' En la reseña hay una equivocación mente un tono dubitativo en el texto condu-
y varias omisiones: en realidad había nacido cente a cuestionar la imagen que un autor
en 1894; no menciona sus colaboraciones en tiene de sí mismo o la que elaboran sus con-
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temporáneos, para a continuación señalar al- escritos que al parecer eran completamente
gunas pautas que podrían servir de derrote- prescindibles en la tarea de comprender el
ro en la comprensión de su propia biografía: marxismo de Mariátegui. Una primera y tem-
indudablemente existen cambios entre el jo- prana excepción fue Edmundo Cornejo, quien
ven y el hombre adulto pero tal vez algunas en 1955, bajo el título de Páginas literarias,
claves importantes se encuentren en las per- propuso una antología de los escritos de Ma-
manencias. Mariátegui hace confluir actitud riátegui, tratando de subrayar sus virtudes li-
"religiosa" y "política" y señala —para des- terarias, tal vez con una excesiva benevolen-
concierto de algunos estudiosos de su obra— cia. La antología de Cornejo, aunque no re-
que esa preocupación religiosa, cuyas expre- cibió los comentarios que merecía, fue reedi-
siones reseñaremos en las páginas que siguen, tada en 1978, y si bien se puede lamentar las
lejos de desaparecer se acentuó, aunque por ausencias de algunos artículos publicados en
un sendero diferente, en los años posterio- El Tiempo, en su conjunto ofrece una imagen
res. Es por esto que si se termina de leer cabal de Juan Croniqueur. En 1956, un año
la respuesta a Angela Ramos veremos que después de la publicación de Cornejo, cuando
Mariátegui dice: "En mi camino he encontra- toda\óa no se había iniciado la publicación de
do una fe [sinónimo en ese entonces de so- las "obras completas", Aníbal Quijano prepa-
cialismo]. He ahí todo. Pero la he encontra- ró una excelente selección de textos de Ma-
do — continúa— porque mi alma había parti- riátegui que fue prologada por Manuel Scor-
do desde muy temprano en busca de Dios. za, citando al hacer un necesario recuento bio-
Soy un alma agónica"*3 Meses después, al re- gráfico el soneto "Plegaria nostálgica", publi-
señar en las páginas de Afnauta el libro de cado por Juan Croniqueur en la revista Rena-
Miguel de Unamuno La agonía del cristianis- cimiento.41 A estos esfuerzos habría que aña-
mo, supo mostrar el entusiasmo que le cau- dir los ensayos periodísticos de Hugo Neira,
saba ese especial giro que Unamuno daba al que en realidad quería ser un plan de inves-
verbo agonizar: lucha por la vida. Sin embar- tigaciones (1960); el libro de Genaro Carne-
go, criticaba al escritor español no compren- ro Checa, La acción escrita (1964) sobre la
der la esencia agónica del marxismo, enten- actuación de Mariátegui en el periodismo de
dido como el "mito", o la "religión de nues- su tiempo; la introducción preparada por Jor-
tro tiempo". ge Basadre a la edición norteamericana de
los 7 ensayos (1971), donde se ofrecía una
Entre el reportaje de Angela Ramos
imagen total de la biografía de Mariátegui;
y la carta a Samuel Glusberg, es este último
la tesis de Diego Messeguer sobre el pensa-
testimonio el que ha tenido mayor acogida
miento de Mariátegui en la que, tratando de
por parte de los estudiosos de Mariátegui. A
establecer una continuidad, sostenía que entre
ello ha contribuido la decisión de no incluir
1914 y 1919 Mariátegui realiza su primera re-
en las llamadas "obras completas", los escri-
flexión sobre la realidad peruana (1974); re-
tos de Juan Croniqueur y esta decisión ha si-
cientemente debemos al sacerdote norteame-
do avalada implícitamente por todos aquéllos
ricano Jeffrey Klaiber un ensayo sobre la re-
que conciben a los textos de Mariátegui como
ligiosidad de Mariátegui titulado "Elogio a la
reservorios de citas y que buscan edificar la
celda ascética" (1977).* Indudablemente las
imagen inmaculada de un marxista-leninista:
dos contribuciones más importantes, realmen-
había que liberarlo del lastre de su adoles-
te decisivas, se deben a Guillermo Rouillon:
cencia. Por otro lado, la escisión entre la ju-
una prolija y cuidadosa biobibliografía y el
ventud y la edad madura acababa coincidien-
mejor derrotero biográfico, La creación heroi-
do con esa imagen del joven Marx contrapues-
ca de José Carlos Mariátegui. Rouillon ha sa-
ta al autor de El capital, difundida desde la
década del sesenta por el marxismo althus-
seriano. Es así como Juan Croniqueur termi-
nó en un escritor casi olvidado. * Recientemente se han ocupado de la "edad de
piedra" de Mariátegui Elizabeth Garrels, en una
Pocos autores se aventurarían en la tesis que nos ha sido inaccesible, y Oscar Terán,
búsqueda de los periódicos y revistas limeños en un artículo de próxima publicación (Buelna,
publicados entre 1914 y 1918 para leer esos Culiacán, México, N- 4-5).
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 83
bido consignar y fechar los hitos fundamen- sin haberlo premeditado, de allí saldrían algu-
tales en la vida de Juan Croniqueur: su na- nas de sus mejores páginas.5 A la postre
cimiento en Moquegua en 1894, la infancia en los trajines periodísticos absorbieron su pro-
Huacho, la temprana dolencia en 1902 a con- ducción intelectual y poco antes de 1918 dejó
secuencia de la cual quedará lisiado de una completamente de escribir cuentos o poesías.
pierna, la interrupción de sus estudios esco- Más de 700 textos escritos entre el 1? de ene-
lares y su formación autodidacta, el ingreso ro de 1914 y el 22 de junio de 1918 lo ubi-
al diario La Prensa como obrero en 1909, la can como un autor prolífico: prácticamente no
publicación de su primer artículo firmado con hubo día —desde 1916— en que no escribiera
el seudónimo de Juan Croniqueur en febrero un texto y ese cotidiano ejercicio de la má-
de 1911, y el desarrollo persistente de sus quina de escribir, a la par que le fue permi-
colaboraciones a partir del 1? de enero de tiendo un cierto dominio sobre la lengua, lo
1914. (Una observación erudita de Guillermo vinculó a un público y le enseñó a observar
Rouillon indica que Juan Croniqueur publicó la vida cotidiana.
entre el 24 de febrero de 1911 y el 23 de di- Aunque tuvo una infancia provincia-
ciembre de 1913, siete artículos en La Pren- na, su formación como escritor y su produc-
sa: fueron los primeros tanteos que recién se ción transcurrieron en Lima; fue un escritor '
perfilarían con claridad desde 1914). limeño y de muchas maneras compartió el es-
¿Quién fue Juan Croniqueur? El pri- píritu de la ciudad, incorporando en sus ar-
mer rasgo es la precocidad si tenemos en tículos ese humor satírico y burlón que po-
cuenta que inició a los 16 años y que ape- dían remontarse a Felipe Pardo y Manuel
nas cuatro o cinco años después sería un es- Ascensio Segura, en los inicios de la Repúbli-
critor reconocido en el país y otros círculos ca. No es prescindible señalar que Juan Cro-
culturales de América Latina. La precocidad niqueur manifestaba un conocimiento de la
era una característica compartida con otros es- tradición literaria peruana. Aparte de sus sim-
critores peruanos de ese entonces: Riva Agüe- patías para Manuel González Prada (a quien
ro había escrito una contribución decisiva pa- reporteó), tuvo frases elogiosas para el poeta
ra la historia peruana cuando tenía 25 años; de la independencia Mariano Melgar y cono-
Francisco García Calderón publicó en francés cía bastante bien las piezas teatrales de Par-
su elogiado libro Le Pérou contemporain fri- do y Segura: estos autores, en el panorama
sando los 27 años; y los dos escritores a quie- de la literatura peruana de ese entonces, sig-
nes se sentía en ese entonces más próximo nificaban intentos por incorporar al mundo de
Mariátegui, Abraham Valdelomar y Leónidas la ficción cuadros, costumbres, estilos y sen-
Yerovi, concitaban el reconocimiento general timientos "nacionales".
.;iendo todavía jóvenes: habían nacido en 1888 Sus colaboraciones en la columna "Vo-
y 1881, respectivamente. Al igual que Valde- ces" de El Tiempo se caracterizaron por su
lomar, Juan Croniqueur ensayó diversos géne- definida irreverencia al ocuparse de los po-
ros literarios: hizo poesía y dejó sin publicar líticos civilistas. Los personajes predilectos
_n poemario que se titularía Tristeza y tal vez para sus ironías fueron José Pardo, entonces
otro destinado a llamarse Sinfonía de la vida Presidente del país, y el diputado Manuel Ber-
r,letropolitana; escribió alrededor de 13 cuen- nardino Pérez, que oficiaba también de cate-
:os, la mayoría de los cuales tuvieron como drático sanmarquino y que por sus limitacio-
escenario el hipódromo; dos obras de teatro; nes intelectuales y su público interés por las
rero sus mayores contribuciones serían los ár- "comediantes" era fácilmente ridiculizable. El
c a l o s periodísticos, los comentarios y notas parlamento y el Partido Civil dieron lugar
de actualidad, las crónicas escritas bajo la eví- también a sendos artículos. Otra víctima de
t a t e influencia de Azorin. Juan Croniqueur Juan Croniqueur fue el Dr. José de la Riva
;:nfesó en alguna ocasión su predilección por Agüero, poco tolerante para la sátira, y sus
i vertiente literaria: al periodismo acudía seguidores en el movimiento "futurista", co-
: b ligado por sus premuras económicas; sin em- mo Julio C. Tello y otros. El buen gusto, uni-
r¿rgo, al periodismo le debería no sólo su do a la persistencia, enmarcaron a esta co-
-_nutención, sino también su fama y quizá lumna que apareció casi día a día desde la
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fundación de El Tiempo. Un ejemplo: "Noso- aéreas (looping the loop) que atraían a to-
tros pensamos que al país no le molesta que dos; sin embargo, el espectáculo de masas
el señor Pardo vaya a Miramar. Probablemen- que mayor impacto tendría en su vida sería
te le molesta más que el señor Pardo venga una procesión que desde los tiempos colonia-
a Palacio de Gobierno".6 les, cada mes de octubre, durante dos días
Aunque Lima, su vida cotidiana y los recorría la ciudad acompañando la imagen de
acontecimientos políticos fueron sus temas pre- un Cristo crucificado: la procesión del Señor
dilectos, en ocasiones supo mirar más allá pa- de los Milagros, a la que dedicó un primer
ra referirse al regionalismo arequipeño o al artículo publicado el 20 de octubre de 1914
levantamiento de Rumi-Maqui en Puno. "Nues- en La Prensa, y luego otro que con el título
tra mirada abarca todo el territorio nacional. de "La procesión tradicional" ganaría el pre-
Va de un confín a otro. Y recorre el mapa del mio Municipalidad de Lima en un concurso
Perú en una excursión que no es geográfica si- convocado en 1916 por el Círculo de Periodis-
no política. Nuestra mirada abarca el país en- tas: publicado originalmente en La Crónica
tero". 7 sería reproducido en La Prensa y El Tiempo
La tendencia a observar venía desde para ser reeditado, como ningún otro texto
años atrás y aparecía asociada a su temprana de su adolescencia, en 1935, 1938, 1944, 1946,
invalidez. Pero fue gracias al periodismo, a 1955, 1959... Ha sido, por último, incluido
la vida en los cafés (como el Palais Concert) en la antología de Edmundo Cornejo. Fue
y a las conversaciones en las redacciones de indudablemente el texto más importante que
La Prensa o El Tiempo, que esta tendencia llegó a componer.
alcanzó a desarrollarse. Para ello fue decisi- La observación de la vida cotidiana,
vo el entusiasmo que el joven escritor sentía en Juan Croniqueur, no se limitará sólo a
por su época, la compenetración con su tiem- los ambientes aristocráticos, como aparece en
po: "Amemos nuestro siglo —decía en un ar- varios estereotipos de su juventud, sino que
tículo dirigido a Alberto Hidalgo—. Yo lo en- comprenderá también las expresiones popu-
cuentro bueno, grande y magnífico".8 En- lares. En uno de los varios artículos que pu-
tonces, observar la vida cotidiana no era sólo blicó bajo el significativo título de Glosario
una obligación de periodista sino un placer, de las cosas cotidianas, ofrecía la siguiente
un gusto de todos los días y también materia sugerencia, bastante alejada de las tentacio-
de reflexión. Comentando un libro de Augus- nes elitistas o de ese supuesto "bizantinismo"
to Aguirre Morales, Juan Croniqueur lo elo- que el mismo Mariátegui atribuiría a Jusn
giaba por haberse inspirado en la vida, "eso Croniqueur: "Lea usted la crónica de policía.
que muchos dejan pasar miopes e indiferen- En ella se cuentan los episodios cotidianos
tes", de aquí se derivaría una concepción de de la vida de las gentes humildes. Son epi-
Mariátegui según la cual las experiencias im- sodios vulgares, ínfimos y necios, grotescos
portaban más que las teorías y las biografías muchas veces. Pero se esconde y divulga a
tanto como las ideas porque "sólo sobre la veces tras ellos una historia sentimental, un
base del propio caudal de sensaciones se pue- drama inquietante o una arlequinada en la
de establecer el propio caudal de pensamien- que vibran en un solo sonido la carcajada y
tos".9 el llanto".10 El aprendizaje del periodismo
En una ciudad que iniciaba un lento lo había obligado a pasar por la página poli-
aunque irreversible crecimiento, las noveda- cial, de manera que la conocía bien.
des del siglo aparecían con los escasos es- Juan Croniqueur fue también un escri-
pectáculos multitudinarios. Juan Croniqueur tor "un poco místico". Su atención se veía con-
fue aficionado a los toros, un espectáculo que citada por las festividades religiosas como la
en la Lima de ese entonces tenía cierto am- cuaresma o la semana santa, el retiro espiri-
biente popular y plebeyo; pero fue también tual en el convento de los Descalzos, la de-
asiduo cronista de las reuniones hípicas de fensa de la fe y el cristianismo frente a es-
Santa Beatriz, donde era por el contrario os- critores irreverentes como el poeta Hidalgo,
tensible el dominio de las grandes familias no por azar su poesía más célebre acabó sien-
oligárquicas; asistió también a las acrobacias do el "Elogio de la celda ascética".11 En es-
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 85
to, como veremos, fue también fiel a su tiempo. sintaxis empleada en un discurso, en torno a
Un rasgo, que no requeriría de mayor la bailarina Norka Rouskaya y finalmente so-
relieve, fue su visible afrancesamiento. Ma- bre el papel del ejército, como director de
riátegui había aprendido tempranamente y Nuestra época, motivo de la agresión de al-
por sus propios medios el francés. En sus gunos oficiales y de un desafío a duelo. No
crónicas se ocupó de Jean Jaurés y Pierre era, este terco polemista, un intelectual timo-
Loti, fue antigermanófilo y durante la Gran rato y artificial. Desde entonces supo desa-
Guerra estuvo siempre de lado de Francia, rrollar sus ideas enfrentándolas con sus opo-
pero el mejor testimonio está en el propio sitores.
seudónimo que escogió, aunque no fue el úni- Mariátegui —conviene recordar algo
co que utilizó en su juventud (algunas veces obviamente conocido— no empezó su carrera
firmaba como Jack, otras como XYZ, en oca- intelectual como marxista, sino que antes de
siones con las iniciales J.C.); la mayoría de proclamarse siquiera socialista, era ya un in-
sus textos fueron firmados por Juan Croni- telectual, por lo menos si respetamos en al-
queur, hasta junio de 1918, cuando apare- guna medida la opinión de sus contemporá-
ció como director de la efímera revista Nues- neos. ¿Qué mecanismos posibilitaron que un
tra época (sólo se alcanzaron a publicar dos intelectual surgido al interior de la sociedad'
números). Posteriormente, y de manera ex- oligárquica peruana de principios de siglo
cepcional, el seudónimo de Juan Croniqueur asumiera el marxismo Este intelectual, adi-
se repitió en algunas Cartas de Italia, para cionalmente, no sería un simple comentador
ser luego completamente desechando y olvi- de Marx, sino el fundador de una manera ori-
dado. ginal (peruana o latinoamericana) de razonar
Desde antes de 1918 Juan Croniqueur y emplear el marxismo.
era un escritor rodeado de cierta fama y no Se trata, para responder a la pregun-
poco reconocimiento. Julio Baudoin había ta anterior, de entender a Mariátegui desde
aceptado componer con Juan Croniqueur el po- el interior mismo de su pensamiento: pensar-
co exitoso drama Las tapadas que si bien fue lo en sus propios términos. Un escritor es-
un "desperdicio literario" al decir de Alfredo casamente autobiográfico como fue él, en oca-
González Prada, o merecía llamarse "Las pa- siones, a veces valiéndose de otro autor, de
tadas" según un crítico más inclemente, aca- una manera indirecta y quizá velada sugiere
bó siendo motivo de polémica y discusión y algunos derroteros para la comprensión de su
no fue obstáculo para que después confluye- obra.
ran Juan Croniqueur y Abraham Valdelomar En efecto, en 1928, cuando Mariátegui
en una versión teatral de La Maríscala, que comentó la publicación de La casa de cartón,
en opinión de Jorge Basadre fue superior al novela escrita por Martín Adán, un joven de
texto narrativo. Juan Croniqueur organizó el procedencia oligárquica pero sin embargo crí-
Círculo de Periodistas y fue miembro de su tico del civilismo, se sintió obligado a expli-
junta directiva. Colaboró en Colónida, la em- car qué había posibilitado esta escisión entre
presa intelectual más importante de su tiem- la procedencia social y la actitud del escritor:
po. Poemas suyos fueron editados con elogios tuvo que referirse a la historia y señalar al-
en Revista de Revistas, de México y Renaci- gunos acontecimientos como el experimento
miento, de Guayaquil. No era de extrañar que billinghurista, la insurrección de Colónida, la
escritores noveles como Ramón Falcón o Juan decadencia del civilismo, la subida de Leguía,
de la Bohemia se sintieran obligados a dedi- la transformación de Lima por el asfalto de
carle sus primeras creaciones. Juan Croni- la Foundation... Sin estos acontecimientos la
queur era un autor conocido. Todavía lo fue novela de Adán "no habría sido posible", es
más por las polémicas que supo o acabó sus- decir, un hijo de familia no habría podido tra-
citando: contra el pintor Teófilo Castillo des- tar irreverentemente a las viejas tradiciones.
de su primer artículo publicado en La Pren- Mariátegui no trataba de explicar a Adán, si-
sa, sobre la exposición del plástico catalán no simplemente de consignar algunos hechos
Roura de Oxandaberro, contra José de la Ri- que lo hacían posible, de ubicarlo y compren-
va Agüero cuando se atrevió a criticarle la derlo.12 Es éste el propósito que nos anima
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al enfrentarnos con Juan Croniqueur: de allí ma en todas sus bromas y diversiones ( . . . )


la insistencia sobre la época. qué diferencia hay, repetimos, entre esos gran-
des niños risueños y traviesos con nuestros
II, indios silenciosos y mustios, cuyas horas de
Juan Croniqueur aparece en esa socie- expansión son consagradas a la borrachera".13
dad que Jorge Basadre ha definido como la Esta visión se mantuvo en el cronista a pe-
República Aristocrática: aparentemente una sar de los excesos que terminarían cometien-
contradicción en sus propios términos, pero re- do en la ciudad esos "grandes niños". Al in-
sulta que no es fácil definir a una estructu- dio, en cambio, se le atribuían todos los "vi-
ración social que sólo en sus aspectos exter- cios" posibles: sensual, alcohólico, dominado
nos recogía los elementos de una democracia por la coca y, como consecuencia de todo lo
burguesa, para realizar más allá de las apa- anterior, abúlico, con lo que se justificaba su
riencias un verdadero monopolio del poder miserable condición atribuyéndosela a él mis-
político y de los aparatos del Estado en be- mo. En otra revista, Contemporáneos, un au-
neficio de un reducido núcleo social con la tor recogerá el desagrado que los oligarcas
consiguiente marginación de las grandes ma- sentían por las mayorías: "La primera impre-
yorías. (Apenas menos del 5% de-la pobla- sión que produce una india es de profundo
ción podían ejercer el derecho al sufragio). disgusto y aun de repugnancia".14 El menos-
Las bases económicas de esta clase precio racista llegó a comprender, como pue-
oligárquica se encontraban en los sectores más de suponerse, a la población china y a los
modernos de la sociedad peruana: en la ban- migrantes recientes del Japón, y bajo la os-
ca, el comercio, la minería y la agricultura tensible influencia americana se comenzó a
de exportación, lo cual era en parte conse- hablar del "peligro amarillo", al que se atri-
cuencia del rol de nexo entre el país y el buía tendencias hegemónicas en el Pacífico.
mercado externo, el Perú y los intereses im- Dado el carácter minoritario de la oli-
perialistas, tanto ingleses como norteamerica- garquía y las disparidades ideológicas y cul-
nos. Dado que muchos de los miembros de turales que la separaban y contraponían al
la oligarquía procedían de familias con rai- conjunto de la sociedad, su dominio adquirió
gambres en Italia, Inglaterra o Alemania, no forzosamente ciertas peculiaridades. El con-
podía extrañar que la cultura desarrollada por senso y la violencia no eran ejercidos direc-
ellos acabara siendo una imitación de los usos tamente por el propio Estado, cuyos aparatos
y modas europeos. El entusiasmo por todo lo eran de una evidente debilidad: la gendarme-
extranjero se manifestaba de una manera evi- ría apenas estaba compuesta por unos 1,000
dente en la vida cotidiana: en las costumbres, servidores y el número de burócratas a prin-
en la ropa copiada de París o Londres, en el cipios de siglo era todavía inferior, de mane-
conocimiento de otras lenguas, los viajes al ra tal que para garantizar su dominio los oli-
exterior y, desde luego, en el racismo que de- garcas tuvieron que recurrir a una sólida alian-
bía soportar la población campesina. Para un za con el gamonalismo, es decir, con los te-
oligarca promedio los indios —que, dicho sea rratenientes que ejercían la servidumbre al
de paso, componían la mayoría del país, co- interior de sus haciendas y el poder local
mo tuvo que recordarles González Prada y (control sobre otros señores, campesinos, pre-
después Mariátegui— eran por lo menos ton- fecturas, incluso autoridades eclesiásticas) en
tos, si no brutos y de hecho una raza infe- los ámbitos donde estaban emplazadas sus pro-
rior. Cuando por el año de 1908 visita Lima piedades. Los linderos de las haciendas limi-
y Callao una flota de guerra norteamericana, taban el poder estatal pero en compensación,
el cronista de una de las revistas más impor- estos hacendados, que en ocasiones llegaron
tantes, la recién fundada Variedades, cree re- a movilizar huestes a su servicio, eran los me-
coger los sentimientos de sus lectores con es- jores garantes del orden en el medio rural.
te comentario: "Los marinos yankees recorren Es evidente que el poder del gamo-
nuestras calles en victorias, tranvías, a pie y nalismo no reposó sólo en la violencia, sin que
en cuantos medios de locomoción encuentran se pretenda negar el papel desempeñado por
oportuno. Un espíritu sano e infantil les ani- los cepos (cárceles privadas). Los gamonales
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 87
supieron mantener una reciprocidad asimétri- Agüero, Víctor Andrés Belaúnde, Clemente
ca con los campesinos, expresada de manera Palma y otros, entre los que se podría aña-
muy evidente en vinculaciones de parentesco dir a Deustua, Lavalle, Miró Quesada... Ellos
(compadrazgo) o en los sentimientos paterna- fueron los predecesores de Juan Croniqueur.
les de que hacían gala constantemente: eran Antes que empezara a escribir en periódicos
al fin y al cabo sus indios, seres débiles e in- y revistas, fragmentos de los escritos de Riva
feriores, puestos a su servicio, a los que se Agüero o crónicas de Francisco García Calde-
debía protección. rón aparecían en Prisma y Actualidades, mos-
Los gamonales permitieron que el or- trando "el talento y hondo sentir de los cro-
den oligárquico funcionara a pesar de la de- niqueurs".15 De manera que el estilo de co-
bilidad del Estado y la gran capacidad de vio- laboración periodística que inició Mariátegui a
lencia que se requería para garantizar a ese partir de 1914 tenía esos antecedentes. En
grupo minoritario de grandes familias. Por cierta forma, si hubiera tratado de buscar
eso mismo, el gamonalismo permitió prescin- "maestros", hubiera tenido que buscarlos en-
dir de los medios' clásicos de dominación de tre los "novecentistas". Pero no fue el ca-
una sociedad burguesa, de los partidos políti- so, en primer lugar porque hubo una profun-
cos (escasamente desarrollados y casi relega- da desvinculación entre los novecentistas y la'
dos por el Partido Civil, fácilmente confundi- sociedad peruana, y en segundo lugar porque
ble con la lista de socios del Club Nacional), la procedencia social de Mariátegui era un es-
la escuela y los maestros, la burocracia y las collo insalvable.
ideologías y en general de los intelectuales. La condición de la intelectualidad oli-
Por esto y por la imitación, la vida intelec- gárquica puede ser ilustrada con el ejemplo
tual de la sociedad oligárquica —salvo pocas de Francisco García Calderón. Nació en 1883,
y muy valiosas excepciones— acabó siendo ru- hijo de un importante intelectual peruano. Su
tinaria, pobre y escasamente creativa. En gran padre fue autor de un decisivo diccionario de
parte era inútil (especialmente tratándose de jurisprudencia, miembro del Partido Civil y
la creación artística o literaria) o se podía además Presidente del Perú durante la ocu-
justificar como un lujo y un adorno de la pación chilena. Francisco hizo sus estudios en
vida cotidiana. Una vocación intelectual que el afrancesado colegio de la Recoleta, en Li-
no encontrara previamente el respaldo de una ma, para continuar luego en San Marcos. Pro-
fortuna estaba condenada al fracaso: casi no blemas familiares y una temprana dolencia
había editoriales, las librerías eran bastante psíquica lo obligaron a partir junto con sus
pobres, el eventual público comprador dema- tres hermanos a Europa, donde se estableció
siado reducido... A veces era suficiente con en París desde 1906. Al Perú sólo regresa-
editar quinientos ejemplares de un libro, co- ría entre diciembre de 1908 y enero de 1909,
mo ocurrió con la tesis de Riva Agüero, de manera tal que toda su carrera intelectual
para ser considerado un autor de amplio transcurrió lejos de nuestras fronteras. Des-
arraigo.* * pués de publicar un temprano libro de críti-
Fue en este medio difícil que arriba- ca literaria, De Litteris (1904), se dedicó a
ron a la vida intelectual quienes después reci- los estudios sobre la realidad peruana y lati-
birían la denominación de generación del nove- noamericana que desembocarían en la confec-
cientos o arielistas: los hermanos García Cal- ción de Le Pérou contemporain y La creación
derón (Ventura y Francisco), José de la Riva de un continente, este último verdadero éxito
de librería editado al poco tiempo también en
francés y alemán. En estos dos libros García
* "De la tesis —dice César Pacheco Vélez— se hi- Calderón proponía a su clase de procedencia,
zo una tirada no muy extensa que no debió pasar
Je los 500 ejemplares, y el libro, hoy rareza biblio-
a la oligarquía peruana de principios de si-
gráfica, no llegó a las librerías para su venta sino glo, esa visión del país de que carecía y un
directamente a las manos de los maestros, discí- proyecto colectivo a partir del cual podría edi-
-ulos y amigos del autor". "Nota Preliminar" a ficar sobre bases más sólidas su poder: pen-
La historia en el Perú, Lima, Pontificia Universi- saba que la oligarquía debía reformarse en
dad Católica, 1965, p. XLV. Era un lujo que una
función de la concepción de una "oligarchie
ieja fortuna familiar hacía posible.
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ouverte" que "ferait le grandeur du pays", a disímiles.


la que se podría ingresar atendiendo a cual- Las ideas de García Calderón, más
quiera de tres criterios: el poder económico, allá de pequeñas discrepancias, eran asumidas
la tradición o el abolengo y desde luego la in- por Riva Agüero. Ambos quisieron desempe-
teligencia, el talento, de manera tal que la oli- ñar el papel de la inteligencia para la oligar-
garquía no acabara convertida en una simple quía y ambos acabaron fracasando. Al poco
plutocracia y garantizara así su rol —son tér- tiempo de su regreso a Europa, Riva Agüero
minos nuestros— no sólo de clase dominante le escribía a García Calderón en los siguien-
que usufructuara del país, sino también de cla- tes términos: "Yo te quiero aquí, en el Perú,
se dirigente y que como tal pudiera enrumbarlo. trabajando por renovar este medio, escribien-
Enrumbar el país significaba, para García Cal- do en castellano, en afanosa brega de pluma,
derón, incorporar al indio en este proyecto,' de palabra y de acción, ejerciendo una in-
convirtiéndolo en un obrero, movilizándolo fluencia insustituible para que con los hechos
gracias a las migraciones, desarrollando las y con las ideas, con los pensamientos y con
capas medias en los ámbitos rurales. A di- el estilo, con el fondo y con la forma de tus
ferencia de otros intelectuales oligarcas, Gar- obras, con tu vida toda, honres, enorgullez-
cía Calderón no añoraba la Colonia y pensa- cas y enaltezcas este rincón del mundo, que
ba que la emancipación había sido una tarea tanto amamos y cuya mejor esperanza eres".17
necesaria. Su temprana preocupación por la Poco tiempo después Francisco García Calde-
cuestión nacional lo llevó a pensar que exis- rón le responde en una carta abundante en
tía una especie de "alma nacional" a la que tristeza y pesimismo, completamente desalen-
era necesario abrir cauces para su desarrollo, tada, sin esperanza en el país (término que
manteniendo al país libre de injerencias ex- en ellos era sinónimo de oligarquía). "¡Y yo
tranjeras. Frente al llamado "peligro amari- tengo tan sincero pesimismo sobre el Perú!
llo" o al hegemonismo anglosajón, García Cal- ¿Qué se puede hacer sin hombres, sin dine-
derón defendió la tradición latina del Perú y ro, sin raza? Napoleón hubiera fracasado en
de América.16 el Perú".18 De hecho, para confirmar su im-
presión, el intento de Riva Agüero de propo-
Sin embargo, a pesar del posible in-
ner a la oligarquía un programa que ahora
terés de estos planteamientos, ellos encontra-
llamaríamos "modernizante" bajo el nombre
ron poca acogida entre la oligarquía. Baste
de Partido Nacional Democrático (el futuris-
mencionar que su libro capital, Le Pérou con-
mo) terminó fracasando y sirvió así para ilus-
temporain, nunca sería traducido al español ni
trar el pesimismo inicial de García Calderón:
formaría escuela alguna entre los jóvenes oli-
esa imagen de un país en el cual todo y to-
garcas. Curiosamente uno de los lectores de
dos estaban condenados al fracaso se fue
ese libro fue Mariátegui y es indudable que
acentuando con el tiempo y se relaciona con
en los 7 ensayos está de una manera u otra
su persistente distanciamiento de los temas
presente —ha sido señalado tanto por Jorge
peruanos: quizá como consecuencia, la produc-
Basadre como por Robert Paris— el proyecto
ción de García Calderón fue disminuyendo y
de responder a García Calderón, de elaborar
su calidad acabó mostrando un visible descen-
una alternativa frente a esa visión oligárquica.
so desde fines de la década del veinte. A
El aislamiento en que acabaron los partir de 1930 ya no escribió nada: según él
planteamientos de García Calderón ayudó a porque nada tenía que decir o ya había di-
que este autor se mantuviera distanciado del cho todo. Viejos males reaparecieron y recru-
Perú. En los años siguientes sus escritos tra- decieron para conducirlo a la muerte en 1942,
tarían prioritariamente de temas europeos a al poco tiempo de haber regresado al país,
partir de los cuales conformaría libros sobre donde lo esperaban apenas su hermana, po-
"testimonios y comentarios", "ideas e impre- cos amigos y un discípulo, como quedó en evi-
siones" de los sucesos mundiales o de la vi- dencia por la pobre asistencia que acompañó
da intelectual francesa y alemana. En este su sepelio. Imagen patética a la postre de
afán por observar a Europa se encontrará lo que Basadre, siguiendo una idea de Man-
otro parentesco con Mariátegui a pesar que nhein, considera como el avatar de "la inte-
el tono y la finalidad de los ensayos fueron
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 89
ligencia socialmente desvinculada". García formación había transcurrido completamente al
Calderón quiso ser un intelectual orgánico pa- margen de esos ambientes.
ra la sociedad oligárquica, pero esa clase de Pero, distanciado de la "intelectuali-
intelectuales no eran necesarios para el ejer- dad aristocrática", pudo persistir como escri-
cicio del poder en una República Aristocrática. tor gracias a la acogida que encontró entre
José Carlos Mariátegui desarrolló un los "colónidas": un grupo de intelectuales jó-
persistente antagonismo con los más represen- venes, provincianos en su mayoría, de proce-
tativos intelectuales oligárquicos. No ha falta- dencia mesocrática que se congregaron alre-
do quien considerara injusto el proceder de dedor de la revista Colónida y la figura de
Mariátegui, tratando d¿ llamar la atención so- Abraham Valdelomar. La imagen que nos ha
bre el posible parentesco entre sus ideas y las llegado de Valdelomar lo retrata "posando",
del joven Riva Agüero. Sin discutir los plan- acuñando frases desconcertantes, contemplan-
teamientos recientes de Luis Loayza, sólo que- do el efecto de sus "boutades", pero todos es-
remos reiterar que el antagonismo tenía una tos gestos nacían como un imperativo para al-
antigua data y que desde su iniciación litera- guien que quería afirmarse como escritor y
ria Juan Croniqueur apareció enfrentado a los sólo como escritor, a pesar de haber nacido
"novecentistas". Para criticar a Riva Agüero en un olvidado pueblo de la costa peruarfa.
aparentemente no escogió el camino más ade- Para defender los "fueros de un intelectual",
cuado cuando en el artículo titulado "Un dis- incursionó en todos los géneros posibles: hizo
curso, 3 horas, 46 páginas, 51 citas. ¿Gramá- crítica de arte, compuso dramas, escribió cuen-
tica? ¿Estilo? ¿ideas?: o acotaciones margina- tos y pequeñas novelas, desde luego poesía,
les" 19 criticó el discurso que pronunciara con e incluso ensayó el dibujo y la caricatura. Su-
motivo del tercer aniversario de la muerte del po introducir la vida provinciana como tema
Inca Garcilaso de la Vega, por considerar a literario y de esa manera puede figurar como
su autor como un académico "que proclama la el fundador del "criollismo" en la narrativa
inexorabilidad de las reglas gramaticales". contemporánea. Su revista Colónida, aunque
No interesa reconstruir las críticas puntuales se definió como una publicación literaria y
y tampoco considerar la réplica de Riva Agüe- no obstante que apenas llegó a imprimir cua-
ro, sino simplemente constatar que de este mo- tro números (entre el 18 de enero y el 1° de
do Juan Croniqueur manifestaba su disidencia mayo de 1916), dejó una amplia estela por la
con una manera de entender la vida intelec- irreverencia que sus redactores mostraron con-
tual que sobrevaloraba la erudición y por lo tra los intelectuales tradicionales (polémica
tanto era posible únicamente al interior de un entre Federico More y Ventura García Calde-
medio académico. Esa obsesión bibliográfica rón), la entusiasta defensa de los "paraísos
que había convertido a García Calderón en un artificiales", la inclusión de los jóvenes en des-
conocedor del latín, el inglés, el alemán, el medro de las viejas figuras literarias, la ex-
italiano, era en parte compartida por Mariáte- halación de la imaginación, todo ello irritó,
gui, quien hasta intentó aprender latín en la con lo cual los "colónidas" no dejaron de sen-
recién fundada Universidad Católica (1917), tirse satisfechos.
pero su formación periodística no podía con-
fluir con la exclusiva reflexión sobre los li- Valdelomar y sus seguidores hicieron
bros: criticará a los "novecentistas" ese me- su aprendizaje en el periodismo y menospre-
nosprecio por la vida, por las sensaciones, por ciaron siempre los medios académicos. El pe-
la época en que vivían. riodismo unió a Juan Croniqueur con El Conde
de Lemos (seudónimo de Valdelomar). Para
Juan Croniqueur, a pesar de su afran- ese joven que apenas se iniciaba en la crea-
cesamiento y de sus concesiones a las añoran- ción literaria y los trajines periodísticos, Val-
zas del pasado colonial, no hubiera podido ser delomar fue el modelo de escritor, el único
un intelectual oligárquico. No sólo se diferen- posible, porque tenía los méritos y el valor
ciaba por su actitud sino también por el ori- suficiente como para ensayar un destino inte-
gen de ésta: no tenía procedencia universita- lectual fuera de los marcos impuestos por la
ria, nunca podría escribir una tesis con citas sociedad oligárquica.
precisas y notas a pie de página, porque su
90 ARTICULOS

III ros. Las ropas eran por lo general gruesas:


La República Aristocrática fue una so- todavía en 1916 El Tiempo trataba de comba-
ciedad rígidamente jerarquizada: la pertenen- tir el nefasto uso de casimires en verano pro-
cia a la clase dominante no se definía sólo poniendo telas más livianas. Pero los aristó-
por posesión de bienes o la posibilidad de de- cratas (o quienes vivían influidos por ellos)
tentar una fortuna; era igualmente necesario eran poco refractarios al cambio, a la nove-
e imprescindible contar con un apellido, tener dad.
abolengos reales o ficticios a los que referir- La familia ocupaba un lugar central
se, disponer de vinculaciones de parentesco y en la sociedad. Como recalcaba el Arzobispo
acatar un estilo de vida especialmente rígido de Lima, ella era la depositaría del patrio-
como la estructura al interior de la cual tras- tismo y la garantía del futuro nacional por-
curría. En cierta manera podríamos decir que que la patria era una asociación de familias.
los criterios de "clase" se confundían con los Esas familias felices de la sociedad oligárqui-
criterios "estamentales". Existían pocas y li- ca hicieron del divorcio un tabú, impusieron
mitadas posibilidades para la movilización so- la represión sexual cotidiana y definieron
cial, sobre todo si se tiene en cuenta que en prácticamente desde el inicio el destino de
la relación con las clases populares, la divi- sus hijos: la repetición de otras vidas. Era
ción de clase implicaba también una separa- relativamente fácil dibujar el perfil de una
ción étnica. mujer limeña con una sucesión de días tan
Durante las dos primeras décadas del tranquilos como monótonos que desemboca-
siglo XX, cuando la oligarquía, con excepción ban en el inevitable noviazgo y el consiguien-
del pasajero régimen de Guillermo Billin- te matrimonio: "Se casará. Engordará. Ten-
ghurst, ejerció directamente el poder, supo di- drá muchos hijos, uno por año, cuando me-
fundir especialmente en los medios urbanos nos. Y esta será su vida".21 Ocurre que esa
(lo que entonces casi era sinónimo de Lima), rigidez de la vida oligárquica acababa siendo
una determinada concepción del mundo, una todavía más opresiva a nivel de las capas me-
mentalidad que a un conjunto de elementos dias. Juan Croniqueur nos describe una fami-
distintivos sumaba un extremado sentido del lia típica —como la que él mismo hubiera po-
orden y de la ritualización de la vida cotidia- dido formar— con estos términos: "Estos son
na: cada acto tenía su hora y su día. Así, por dos esposos. Y estos dos esposos son dos bur-
ejemplo, los días viernes eran los días de vi- gueses que van los sábados al teatro, que re-
sitas, destinados a los apacibles encuentros en- ciben los viernes, que pasan los domingos en
tre familias. Los días sábado se permitían el campo y que se bañan en el Callao, en los
idas al teatro y eventualmente al cinemató- baños de 'La Salud'. La esposa tiene veintio-
grafo. Los domingos contaban con un pro- cho años, es agraciada, se confiesa, oye misa
grama recargado que indicaba la misa de on- y lee las novelas de Ricardo León desde que
ce (esa era la hora aristocrática), la comida su matrimonio le permitió como un progreso
familiar con la sobremesa, la asistencia al en su cultura olvidar las novelas de Luis de
hipódromo o a los toros, según la tempora- Val ( . . . ) El esposo es empleado en una casa
da. .. Un verso de Juan Croniqueur recoge es- inglesa de alto comercio. Tiene treinta y dos
tas impresiones: "Mi vida en este instante tie- años, gana doscientos soles mensuales, admira
ne un vulgar teorema:/ a las seis de la tarde a su austeros jefes ingleses, usa pantalones
el lando y el cinema/ a las siete el fastidio holgados, lee a Samuel Smiles, guarda men-
y a las ocho el cocktail.. .".20 sualmente diez soles en la Caja de Aho-
rros. . .".22
La rigidez de la sociedad oligárquica,
su condición poco permeable al cambio se po- La vida cotidiana limeña era una re-
día sentir de manera casi palpable en las es- petición constante de rituales consabidos; la
trictas normas de cortesía o en las ropas. Re- vida política no se diferenciaba mucho duran-
pasemos las fotos de los asistentes al hipódro- te esos años monopolizados por el Partido Ci-'
mo: siempre grupos familiares, las mujeres a vil. ¡Cuántas veces Juan Croniqueur en sus
pesar del calor con frondosas vestimentas y comentarios políticos para El Tiempo tiene
los hombres invariablemente con temos oscu- que anotar "no pasa nada", "ninguna nove-
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 91
dad" y otras frases similares! De esta manera propicias para el aburrimiento y la melanco-
la monotonía y el tedio terminaron siendo lía, que fueron recogidas en versos de Juan
componentes esenciales de la República Aris- Croniqueur: "Panoramas de niebla y de me-
tocrática. Revisemos las noticias de los perió- lancolía,/ donde dice el invierno su blanca sin-
dicos: dejando de lado las informaciones so- fonía,/ cielos grises y turbios; monorritmo te-
bre la Gran Guerra, a nivel de la vida polí- Siaz.. ,".24
tica (salvo algunos escándalos excepcionales Las crónicas sociales de la época reco-
como el asesinato del político de oposición gen también estos sentimientos: es suficiente
Rafael Grau, hijo del héroe de Angamos), no revisar las páginas de Lulú, Turf o Mundo Li-
hay nada que informar, de manera que la meño. Lulú era una revista ilustrada, con for-
atención del lector se consigue gracias a las mato original y fina impresión, que tenía co-
informaciones sobre el bandolerismo, tal vez mo tema a la aristocracia limeña. Por sus
un crimen impactante, quizá un incendio o la páginas desfilaron esas célebres "cabecitas",
llegada de un buque de guerra... a las que Juan Croniqueur adornaba con ma-
Parecía que nada podía cambiar. Cual- drigales o alguna adulzorada presentación no
quier esfuerzo era inútil o estaba de antema- exenta de mal gusto. Veamos casi al azar tres
no condenado al fracaso. A Juan Croniqueur, citas provenientes de las páginas de Lulú du-
desde muy temprano, le llaman la atención rante 1915:
algunos rebeldes de la historia peruana: en el 12 de agosto: "Es la hora de la aristocracia
pasado, Túpac Amaru II, en su época, el ge- limeña. Hora del vermouth. Dentro y fuera
neral Rumi-Maqui, y no deja de sentir una del 'Palais Concert', se vive un momento igual
cierta simpatía por esos esfuerzos que se en- al de ayer, al de hoy, al de mañana, segura-
rumban contra la corriente y que pretenden mente".^
trastocar la marcha de la historia para restau- 11 de noviembre: "Nada interesante ha tur-
rar el perdido Imperio del Tawantinsuyo. En bado la abrumadora monotonía de nuestro vi-
su columna "Voces" de El Tiempo, habitual- vir limeño y que haya puesto siquiera un ma-
mente satírica y burlona cuando se refiere a tiz de suaves afluvios en la semana transcu-
José Pardo o Riva Agüero, asume un tono res- rrida"76
petuoso en las dos o tres ocasiones que co- 16 de diciembre: "La monotonía de nuestro
mentan los actos de Rumi Maqui: le parece ambiente dijérase que es eterna. Parece que
una cruzada, una empresa digna de encomio, estuviéramos condenados a vivir mediocre-
un camino diferente al mundo gris de la polí- mente, sin un destello de luz, sin presenti-
tica limeña, pero sin embargo, este proyecto, mientos de alegrías".21
como antes el de Túpac Amaru II, termina El tedio es definido como el "mal
con la prisión de su líder, el fracaso y la de- del siglo". Entre los escritores se reitera el
rrota, porque —según la explicación que en- término spleen: "pena muy honda", "abulia
saya— la abulia del medio y de la raza anula- indolente", "cansancio muy grande", "tristeza
ría cualquier entusiasmo colectivo.23 enfermiza". Enrique Carrillo define el spleen
Los oligarcas pensaban, como toda cla- como "ese mal doloroso".28 Juan Croniqueur
se dominante, que el orden social era eterno se caracteriza asimismo como un "poeta espli-
e inamovible. Esta imagen se transutaba tam- mático", utilizando un neologismo plenamente
bién en la vida de todos los días, en una sen- justificable en la época. Resultaba natural
sación de lentitud y un ambiente estacionario, que uno de sus cuentos, "Una tarde de sport"
que algunos atribuían a la carencia de mayo- publicado en El Tiempo, empezara de esta
res distracciones o a los rezagos pueblerinos manera: "En la solitaria tristeza de una estan-
de una Lima que apenas aspiraba a ser una cia en penumbra, Margarita se aburría. . .".29
'"metrópoli": la ciudad tenía entonces más de El tedio terminó invadiendo también
150,000 habitantes que ocupaban apenas 1,300 a otras capas sociales y al conjunto de la ciu-
hectáreas. Las ropas oscuras a las que era dad. Las clases medias eran afectas a las- pas-
afecta la moda de esos años, junto con el pre- tillas del Dr. Richards, adecuadas para com-
dominante tono grisáceo del cielo de la ciu- batir la pereza o el cansancio y pocas muje-
dad, contribuían a acentuar estas sensaciones res podían prescindir del Cordial de Cere-
92
brina, recomendado para los estados de de- prende. La mediocridad ambulante no puede
presión. El tedio acabó siendo para algunos comprender que haya un espíritu enamorado
un gesto de elegancia y terminaron por exha- de su libertad, que sepa triunfar solo, que se
cerbarlo. Aburrirse daba un cierto aire aris- oriente sin pasar por la Universidad, que des-
tocrático. deñe la crónica social de los diarios, que ig-
Para otros el tedio era una manera, qui- nore cómo se llama el Ministro de Fomento,
zá excesivamente sutil, de mostrarse inconfor- y que no tenga la lejana esperanza de ser di-
mes con su sociedad y rechazar esas "costum- putado afiliándose a un partido político".31
bres patriarcales" y ese mundo limeño jerar- La intolerancia a cualquier cambio y frente a
quizado, serio, repelente a la imaginación y cualquier disonancia en la sociedad oligárqui-
la burla. Fue el caso de Valdelomar con to- ca determinó que un escritor imaginativo y
das sus poses, sus afanes por épate le bour- nada rutinario como Valdelomar se volviera
gois, por desconcertar y burlarse permanente- un rebelde. Las palabras anteriores, publica-
mente de sus interlocutores, sobre todo si das como prólogo a Panoplia lírica (1917) de
eran personas serias y respetables. Dado que Alberto Hidalgo, hubieran podido también
los oligarcas se respetaban demasiado, el hu- prologar cualquier eventual libro (de cuen-
mor acabó teniendo implicancias subversivas. tos o poemas) de Juan Croniqueur: ellas di-
La rebeldía de Valdelomar aparece señan un derrotero que en cierta manera ha-
asociada a las tardes limeñas. Por lo menos bía sido iniciado por Juan Croniqueur cuando
así lo pensaba él: "Una buena tarde, inexacto, renunció a continuar escribiendo en Lulú, se
una mala tarde, de estas tardes limeñas, de alejó de la hípica, ingresó al diario El Tiem-
estas trágicas tardes limeñas, me sentí harto po como cronista parlamentario y culminaría
de todo. Harto, harto; de la vida, de las co- luego cuando "hastiado de política criolla", op-
sas, de los cantaradas, del cielo, del aire, de tó por otros caminos. No es exagerado pen-
las casas, de los coches, de los periódicos, en sar que sin el tedio y sin Valdelomar, Juan
suma, de todo. ¿Usted sabe lo que es el hastío, Croniqueur no hubiera llegado a ser José Car-
el tedio, la monotonía?.. .",M preguntaba a Cé- los Mariátegui.
sar Falcón, el amigo de Mariátegui, en un re-
portaje para El Tiempo. Desde luego que mu- IV
chos, en esa Lima de la República Aristocrá- Juan Croniqueur, ese joven enamorado
tica, hubieran podido responder positivamente de su tiempo, fue perdiendo poco a poco sus
a la pregunta de Valdelomar: especialmente ilusiones. El entusiasmo por el progreso desa-
los jóvenes intelectuales, de procedencia pro- pareció con el inicio de la Gran Guerra. Pero
vinciana y a veces popular. la desavenencia más importante entre él y la
Pero la rebeldía de Valdelomar seme- sociedad oligárquica giró en torno a una anéc-
jaba a las "rebeliones sin esperanza", en la dota bastante conocida: el baile de Norka
medida en que se definía por negación. Era Rouskaya en el cementerio de Lima. Recor-
un espíritu antioligárquico. No quería —y mu- demos los hechos: Juan Croniqueur, entre
chos tampoco hubieran podido por su extrac- otros espectáculos, sentía atracción por la dan-
ción social— incorporarse al mundo de los in- za como lo muestra su entusiasta entrevista a
telectuales oligárquicos, acatar los ritos so- la bailarina Tórtola Valencia y después los ar-
ciales, ser una persona madura, respetable, tículos que le dedicó a Norka Rouskaya, ar-
gorda (gordura y burguesía fueron términos tista de "segunda categoría" pero que con su
sinónimos y menospreciables para El Conde belleza algo enigmática supo atraer la aten-
de Lemos). Por estas razones el grito que ción de los jóvenes intelectuales y desde lue-
significó Colónida fue efímero, pero a pesar go acarreó una variación en el ambiente ruti-
de su corta duración implicó la posibilidad de nario y monótono de Lima. Con estos antece-
una opción diferente, sobre todo para aque- dentes, a Juan Croniqueur y César Falcón se
llos jóvenes que recién llegaban al periodis- les ocurrió la idea de organizar una expedi-
mo peruano: "En nuestro medio —dirá Val- ción nocturna al cementerio de Lima donde,
delomar— la rebeldía es casi un crimen, al- ayudados en el ambiente de segura penumbra
go que no se concibe, que desconcierta y sor- y misterio y recurriendo a la inspiración de
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 93
Chopin, invitaron a la Rouskaya para que, sar que era sincero en sus palabras de "jus-
apenas cubierta de un velo blanco, ejecutara tificación y defensa".
la "Marcha fúnebre". A pesar de contar con En efecto, hay una vertiente funda-
la anuencia del subsecretario de la Beneficen- mental en la evolución de Juan Croniqueur
cia, cuando se iniciaba el acto irrumpieron el signada por sus tentaciones místicas. Una bús-
Prefecto y la policía, deteniendo a todos los queda obsesiva de Dios, el afán por recupe-
asistentes. En otro tiempo, un hecho como és- rar o mantener el cristianismo heredado de
te apenas habría dado lugar a una "reprimen- su infancia, lo llevó a frecuentar los actos de
da" de la autoridad pública, pero en el Perú la religiosidad limeña: procesiones, recogi-
de la República Aristocrática no podía enca- miento de la Cuaresma y la Semana Santa,
rarse de manera tan simple porque implica- plegarias e incluso el retiro espiritual duran-
ba — en contra de todos los usos y costum- te tres días al convento de los Descalzos. Los
bres— un trastocamiento de la realidad coti- afanes místicos inspiraron varios poemas su-
diana: danzar en el cementerio, sea cual fue- yos, siendo el más célebre de todos su "Elo-
re el motivo de los concurrentes, era una inad- gio de la celda ascética", al que se podría aña-
misible violación de las reglas religiosas y so- dir "La plegaria del cansancio" y la "Plega-
ciales. Se explica entonces por qué las auto- ria nostálgica": "Está lejos de mí la fragan-
ridades interpusieron juicio a Norka Rouska- cia/ de la mítica fe de mi infancia/ que guar-
ya y sus acompañantes. No hubo periódico daba con blanco cariño./ Siento el hondo do-
que no asumiera una posición en lo que ter- lor de la duda/ y solloza mi cántiga muda/
minó siendo un "verdadero escándalo". El de- por el don de volver a ser niño".33
bate llegó incluso al periodismo provinciano, Precisamente fue a causa de su posi-
y en todos los lugares, casi unánimemente se ción creyente, cristiana y para ser más preci-
levantaron las acusaciones contra Juan Croni- sos, católica, que Juan Croniqueur criticó acer-
queur. Los ánimos se apasionaron tanto que bamente a un autor ateo como era Alberto
incluso hubo como corolario un conato de due- Hidalgo.34 De manera tal que nunca ocultó su
lo. La acusación más reiterada fue: "profana- posición sino que, como todo obsesionado por
ción". Entonces Juan Croniqueur se sintió un problema, la sacó a relucir en más de una
obligado a dar las explicaciones que le recla- ocasión.
maban sus lectores: "Yo le juro a la ciudad,
La religiosidad será precisamente el
por el santo nombre de Dios que ha sido cons-
rasgo que más vinculará a Juan Croniqueur
tantemente mi escudo, mi broquel y mi ban-
con su tiempo. En efecto, si bien un libro co-
dera, que es la verdad la que estas palabras
mo las Conferencias del padre Paulino Alva-
contienen. Y le pido que recuerde que yo he
rez mostraba la evidente decadencia de la re-
hecho más de una vez alarde de mi cristianis-
flexión teológica, no ocurría lo mismo en la
mo, que he escrito versos místicos en el con-
vida cotidiana, donde por el contrario pare-
vento de los Delcalzos a donde me condujo
cían intensificarse las prácticas piadosas. Ca-
el mismo móvil de especulación estética que
da ciudad estaba bajo la advocación de un cul-
me condujo al panteón.. .".32 Sin las palabras
to: el Señor de los Temblores en Cusco, el
de Juan Croniqueur hubiéramos podido pen-
Señor de Luren en lea, el Señor de los Mi-
sar que la danza en el cementerio era la ex-
lagros en Lima. Los limeños podían identifi-
presión de un cierto "esnobismo" hecho con
car los meses del año por las procesiones:
el propósito de incomodar a los espíritus pa-
el Corpus, el Santo Sepulcro, al que eran de-
catos de Lima y mostrar de esa manera la
votas las familias oligárquicas, Cuasimodo, el
disconformidad y la rebeldía contra las tradi-
Sagrado Corazón, la Virgen de Monserrate o
ciones, incluidas las sagradas. Pero, para Juan
la Virgen del Perpetuo Socorro, venerada en
Croniqueur, por el contrario, se trataba de un
el populoso barrio de Malambo. La religiosi-
hecho en el que confluían estética y misticis-
dad era un decisivo mecanismo para el con-
mo, un acto respetuoso y de pleno recogimien-
senso social: en las cofradías se reunían ricos
to. ¿Decía la verdad o recurría a esos argu-
y pobres, oligarcas y artesanos.
mentos como una excusa para acallar el es-
cándalo? Los antecedentes nos llevarían a pen- Esta valoración del cristianismo dentro
de la sociedad oligárquica obligó a preservar
94 ARTICULOS

sus fueros incluso mediante mecanismos impo- la tradición y las costumbres populares, aspec-
sitivos, como la expresa prohibición de prác- tos que resaltaban todavía más en una época
ticas que no fueran las católicas, aparte de las que —por lo menos a nivel de las clases do-
propias sanciones morales que supuestamente minantes— se complacía en la imitación de lo
debían recaer sobre los laxos o indiferentes. extranjero. La procesión remontaba su histo-
Una lectura frecuente entre las clases popula- ria a los tiempos coloniales y desde entonces
res eran "las leyendas de santos": alimentaron se confundía con los hábitos y costumbres de
una religiosidad patética que derivó en la apa- la gente plebeya, pero era tal su poder de
rición de "santas" o en las "conversiones" mi- atracción, que en los dos días de recorrido por
lagrosas. Durante el año 1917 el pueblo indí- la ciudad, acudían también "las damas más
gena de Monsefú, donde la vida trascurría con aristocráticas y gentiles".35 Esta preocupación
esa inasible monotonía de otros pueblos de la por el público será más evidente en su segun-
costa peruana, cae preso de la exhaltación do artículo, escrito en 1916 y publicado al año
cuando se le atribuyen poderes milagrosos a siguiente en La Crónica o El Tiempo. Aunque
Isabel Miranda y, a pesar que los médicos el tema era propicio para una añoranza de
diagnostican "catalepsia", se propala su fama los tiempos coloniales siguiendo el estilo de
atrayendo a peregrinos de lugares apartados. Las tapadas, o, en todo caso, a comunicar emo-
Hay un debate —que llega hasta los periódi- ciones similares a sus poemas, Juan Crohi-
cos de Lima, como El Tiempo— sobre Isabel queur escoge un camino que podríamos lla-
Miranda, para dilucidar si es una santa, una mar "sociológico": presentar a la multitud,
enferma o quizá una impostora: no terminaron describir su composición e intentar ofrecer una
de ponerse de acuerdo. Al año siguiente, en- explicación de ese fervor: "Las manifestacio-
tre otros casos, las crónicas periodísticas re- nes de la fe de una multitud son imponentes.
cogen la imagen de una limeña de vida aira- Dominan, impresionan, seducen, oprimen, ena-
da, conocida con el apelativo de "La Trombo- moran, enternecen. La contemplación de una
na", que como consecuencia de una conversión muchedumbre que invoca a Dios conmueve
milagrosa tiene arranques místicos, obligándo- siempre con irresistible fuerza y honda ter-
se a orar en prolongadas jornadas; el escep- nura. El paso de la procesión del Señor de
ticismo del cronista atribuye esta situación a los Milagros por las calles de Lima produce
una combinación de mala comida con el afán una emoción muy profunda en la ciudad que
por imitar "las leyendas de los santos". se encuentra invadida por un sentimiento in-
genuo, sedante y religioso".36 Juan Croni-
La religiosidad domina la vida cotidia-
queur se conmueve por el carácter colectivo
na de todas las clases, sin excluir a los inte-
del sentimiento y por el arraigo que puede
lectuales. Un poeta ateo como Alberto Hidal-
tener esa tradición para unir un conjunto de
go es una excepción; por el contrario, pode-
voluntades. Las andas del Cristo son pesadas.
mos encontrar que la preocupación religiosa
Para cargarlas a lo largo de todo su recorri-
recorre los escritos de Valdelomar o los Heral-
do existe una hermandad o cofradía, compues-
dos negros (1918) de César Vallejo; es toda-
ta en su mayoría por gente de los barrios po-
vía mayor en las páginas de Devocionario, li-
pulares de la ciudad y étnicamente negra o
bro compuesto por Aguirre Morales. Pero fue
morena, que, vestidos con sus típicos hábitos
Juan Croniqueur quien con mayor intensidad
morados, otorgan el color característico a la
trató de vivir una experiencia mística, enten-
procesión. Estos hombres si bien son fornidos,
dida como la relación personal, individual y
terminan cada turno exhaustos, pero hay en
solitaria con Dios. Pero esta concepción irá
cierta manera un mito que los robustece y es
variando.
otra tradición, según la cual cada año uno de
El misticismo y la atracción por las ellos es llamado por el propio Señor a los
multitudes explican el fervor que sintió Juan cielos: "Y estos hombres que sufren la fatiga
Croniqueur por "la procesión tradicional". En de la carga no se quejan nunca. Tienen más
el primer artículo dedicado al Señor de los que resignación, placer y regocijo en su traba-
Milagros (publicado en La Prensa), Juan Cro- jo".37 Es así como Juan Croniqueur descubre
niqueur explicaba la devoción de la ciudad a el poder movilizador que tienen los mitos, las
esa imagen de Cristo por su identificación con
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 95
creencias, las tradiciones, la religión, cuando lado los sesos antes que volver a la desespe-
trascendiendo el fervor individual (el ámbito rante soledad de una celda. No hay quien lo
cerrado de la celda ascética), se confunden crea digno de una frase de compasión cual-
con las multitudes y las calles de una ciudad: quiera. Es la eterna injusticia de las cosas hu-
no se trata —subraya el propio Juan Croni- manas".38 Para un acucioso observador de la
queur— de la resignación, sino, por el contra- vida cotidiana tema que traslucirse de una ma-
rio del entusiasmo que permite realizar año a nera u otra la violencia que daba sustento a
año en el mes de octubre el esfuerzo de con- la tediosa felicidad de la República Aristocrá-
ducir esas andas: los hermanos del Señor de tica. *
los Milagros logran superar la fatiga gracias Pero, volviendo a la procesión tradi-
a su "devoción profunda". El poder de las cional, el encuentro con la multitud es deci-
ideas y de las tradiciones cuando se encarnan sivo para Mariátegui porque le mostrará có-
en una multitud será, desde entonces, un plan- mo, a diferencia de lo que escribió en su pri-
teamiento central (casi diríamos un criterio mera colaboración para El Tiempo, resultaba
de verdad) para Mariátegui. superable esa indolencia dominante y que por
El contraste entre la multitud del Se- lo tanto la abulia del medio podía ser contra-
ñor de los Milagros y la multitud del hipódro- rrestada. De esta manera el misticismo lo ^
mo es obvio. El hipódromo es un espectáculo acercó a la procesión y fue gracias a ella que
frivolo, monopolizado por una clase o, mejor descubrió la importancia de las tradiciones y
dicho, por un conjunto de familias felices: una de los sentimientos religiosos para las clases
rutina dominical ejecutada con desdén y que populares. Es cierto que todavía no pensaba
a la postre deriva también en el tedio. No en términos de "clases sociales", pero estaba
existe el fervor. Pero el Juan Croniqueur que a medio camino para descubrir que más allá
acude a Santa Beatriz y que escribe en El Turf de la vida y la cultura oligárquica, la ciudad
o en Lulú no se interesa sólo por los caballos albergaba a otros personajes y otras mentali-
o por la hermosura de las asistentes: a veces dades: es una historia posterior, donde debe
lo atraen también lugares menos aristocráti- referirse cómo descubrió el sindicalismo y gra-
cos como lo establos, o personajes diferentes, cias a ello su rebeldía acabó en una afirma-
como los jockeys, por los que no pudo omitir ción porque encontró otra clase a la que aco-
su simpatía en un cuento. Hay una anécdota gerse.
que le permite ubicar a la multitud del hipó- El camino hacia Marx de José Carlos
dromo. Un día, un domingo cualquiera, un po- Mariátegui tuvo como estaciones previas pri-
bre hombre asaltante o carterista es apresado mero ese instintivo y elemental sentimiento
por la policía y cuando era conducido deteni- antioligárquico que Colónida alentó; luego vi-
do, se suicida en la puerta del hipódromo; no la confluencia entre el fervor religioso,
mientras esto sucede, se accidenta un caballo: que lo obsesiona desde su niñez, con el entu-
los asistentes se conmocionan y dirigen toda siasmo por las multitudes para de allí termi-
su atención hacia el animal para acabar com- nar descubriendo el poder del sindicato como
pletamente indiferentes ante el anónimo suici- forma de organización, de lucha y también de
da. Ese cronista afrancesado que escribía ma- cultura.
drigales de mal gusto para las "cabecitas li- Historia y biografía se encuentran y se
meñas" no fue indiferente ante estos hechos, confunden de muchas maneras. En la expe-
lo que muestra cómo Juan Croniqueur era bas- riencia histórica peruana de esos años hay un
tante menos frivolo de lo que aparentaba. hecho del cual no se puede prescindir para
"Para el público, cruel, egoísta, salvaje —re- entender la simpatía de Juan Croniqueur por
párese en los adjetivos que contrastan con los las multitudes: Billinghurst y la irrupción de
que utilizara para referirse a los devotos del las clases populares. El año 1912 impusieron
Señor de los Milagros—, no vale la vida de la designación de Guillermo Billinghurst como
un hombre lo que el remo inútil de un equi- Presidente los artesanos, los obreros, los pe-
no. No hay quien quiera pensar en la última, queños comerciantes de la ciudad, hastiados
en la terrible aunque vulgar tragedia que pue- de los monocordes gobiernos civilistas y en-
de encerrar la vida del infeliz que se ha vo- contraron a su vez en el nuevo caudillo, un
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asidero para las movilizaciones sociales, como nuidad entre su juventud y su edad adulta o
la que intentan en enero de 1913 los estiba- el corresponsal de Samuel Glusberg, que por
dores del Callao. Si bien Juan Croniqueur te- el contrario subrayaba las diferencias? Hay
nía entonces simpatías "pierolistas", siguió con — sin ánimo de agotar un debate—, por enci-
detenimiento estos acontecimientos desde las ma de estas imágenes contrapuestas, una afir-
redacciones de La Prensa, donde por el con- mación suficientemente segura: sin Juan Cro-
trario eran ostensibles las posiciones bi- niqueur no podemos entender a Mariátegui
llinghuristas.39 Para Valdelomar —el único porque ese intelectual que desposaría "algu-
modelo de intelectual posible que hasta enton- nas ideas" en Italia era en muchos sentidos
ces tenía Mariátegui—, estos acontecimientos un hombre formado, un escritor reconocido
políticos fueron decisivos en su vocación, si por sus contemporáneos antes de tomar el bar-
nos atenemos a la carta que el 9 de junio de co para Europa. Una diferencia notable con
1912 dirigió a Enrique Bustamante y Ballivian: Francisco García Calderón: Mariátegui no co-
"Yo estoy agradecido al destino que me depa- menzó a pensar en París sino en Lima y desde
ró una vida tan tensa, en estos tiempos de pa- el inicio su derrotero como escritor apareció
sividad y de civilización. He vivido otra vida, vinculado al público, a sus lectores. •
Enrique; otra vida que Ud. no imagina tal vez. Esta preocupación por el público —en
Yo no me creía un luchador, y ahora me con- algún texto aludió a la emoción de los aplau-
venzo que el hombre no es más que el resul- sos— le nacía de su interés por los espec-
tado de las circunstancias. Yo mismo, que me táculos (el teatro, entre otros) y el periodis-
creía un apacible, he ido con la mayor san- mo.41 A diferencia de cualquier intelectual
gre fría, revólver en mano, el 25, a atacar a oligárquico, su carrera transcurrió alejada de
la Junta Electora, capitaneando a unos sete- los claustros universitarios y próxima a los
cientos hombres de pueblo. Yo me he conven- lectores: por eso le tenía que desagradar la
cido que este es el camino. Si yo resultara un ampulosidad en el estilo de Riva Agüero y él,
revolucionario. ¿Qué diría usted, Enrique?". una vez superada la influencia azoriniana,
Luego añadirá que una vida diseñada para el desarrollaría una prosa límpida, puntual y di-
arte, no pudo sustraerse a esa jornada califi- recta. En pocas palabras: la prosa académica
cada, con evidente gradilocuencia, de "im- y culta frente al estilo periodístico. Algunas
borrable, magna, digna de un gran poema de las peculiaridades del marxismo de Mariá-
trágico".40 tegui encuentran explicación si se repara que
Juan Croniqueur y José Carlos Mariá- principió y terminó como periodista, recorrien-
tegui: ¿Dos personajes diferentes o, más allá do todas las escalas, desde los talleres hasta
de ciertas apariencias, el mismo? ¿maduración la página editorial.42 En otras palabras, de la '
o ruptura? ¿quién tenía razón: el entrevista- crónica al ensayo social.43
do por Angela Ramos que señalaba una conti-

NOTAS

l tos de Juan Croniqueur debemos mencionar que


José Carlos Mariátegui al escritor Enrique Es- la revista San Marcos publicó, con una nota intro-
pinoza (Samuel Glusberg), 10 de enero de 1927. ductoria de Alberto Tauro, el drama Las tapadas
2 (N? 12, Julio-setiembre 1975, Lima, Universidad Na-
Mundial, 23 de julio de 1926 Reproducido en cional Mayor de San Marcos). Fue reeditado al año
La novela y la vida, Lima, editorial Amauta, 1969, siguiente por el Teatro Universitario de San Marcos.
pp. 153-154." La edición de las obras completas de Abraham
3 Valdelomar incluye un fragmento de La maríscala.
Idem. (Obras completas, Lima, editorial pizarro, 1979).
4 5
Para terminar de enumerar las ediciones de tex- (Obras completas, Lima, Editorial Pizarro, 1979).
Flores Galindo: Juan Croniqueur 1914-1918 97
Alberto Tauro está empeñado en la tarea de ubi- 23
car nuevos textos de Juan Croniqueur, aquellos Juan Croniqueur, "Cartas a X/Glosario de las
que aparecieron sin firma. cosas cotidianas" en El Tiempo, año I, N? 1, p. 6.
"Si yo me gobernara, en vez que me gobernara la 24
miseria del medio, yo no escribiría diariamente, Juan Croniqueur, "Fantasía de otoño" en La Prensa,
fatigando y agotando mis aptitudes, artículos de año XIII, N? 6624, 6 de junio de 1915, p. 3.
periódico. Escribiría ensayos artísticos o científicos 25
más de mi gusto. Pero escribiendo versos o novelas Lulú, año I, N? 5, 12 de agosto de 1915.
yo ganaría muy pocos centavos porque, como este 26
es un país pobre, no puede mantener poetas o no- Idem., año 1, N? 17, 11 de noviembre de 1915, p. 5.
velistas", El Tiempo, año III, N? 716, 27 de junio 27
de 1918, p. 2. Idem., año I, N? 26, 16 de diciembre de 1915, p. 5.
6 28
El Tiempo, año II, N? 349, 22 de junio de 1917, p. 1. Enrique Carrillo, Cartas de una turista, Lima
7 Imp. La Industria, 1905, p. 31.
El Tiempo, año II, N? 257, 25 de marzo de 1917, p. 1. 29
S "Una tarde de sport" en El Tiempo, año I, N? 48,
El Tiempo, año I, N? 171, 1? de enero de 1917, p. 10. 3 de setiembre de 1916, p. 10.
9 30
El Tiempo, año I, N° 51, 6 de setiembre de 1916, p. 6. "Nuestras grandes glorias artísticas", reportaje
10 a Abraham Valdelomar de César Falcón en El
La Prensa, año XIII, N? 7090, 20 de febrero de Tiempo, año I, N? 108, 30 de octubre de 1916, pp. 4-5.
1916, p. 5. 31
11 Abraham Valdelomar, prólogo a Panoplia lírica de
El Tiempo, año I, N? 12, 28 de agosto de 1916, p. 3. Alberto Hidalgo, Lima, Im. Víctor Fajardo, 1917,
12 p. XXII.
Amauta, año III, N? 17, mayo-junio 1928, p. 41. 32
13 "El asunto de Norka Rouskaya/Palabras de jus-
Variedades, año IV, N? 1, 1908, pp. 6-9. tificación y de defensa" en El Tiempo, año II, N?
14 490, 10 de noviembre de 1917, p 2.
Manuel Beingolea, "Psicología de la mujer india" 33
en Contemporáneos, año I, N? 8, 28 de julio de "Plegaria nostálgica" en Renacimiento, Quito, año
1909, p. 345. I, N? VI 1917, citado por Manuel Scorza, prólogo
15 a Ensayos escogidos, Lima, 1956, p. 10.
"Nuestros jóvenes en Europa" en Monos y mo- 34
nadas, N? 54, 1? de enero de 1907. Juan Croniqueur, "Cartas a X/Glosario de las
16 cosas cotidianas" en El Tiempo, año I, N? 1, p. 6.
Francisco García Calderón, Le Pérou contempo- 35
rain, París, Dujavie et Cié. editeurs, 1907, y La crea, Juan Croniqueur, "La procesión tradicional" en
ción de un continente, París, Librerie Paul Ollen- La Prensa, año XI, N? 6184, 20 de octubre de 1914,
dorff. p. 3.
17 36
Archivo Histórico Riva Agüero, Correspondencia, "La procesión tradicional" en El Tiempo, año II,
Riva Agüero a García Calderón, Lima, 12 de se- N? 274, 12 de abril de 1917, p. 4.
tiembre de 1907. 37
18 Loe cit.
Idem, García Calderón a Riva Agüero, Londres, 38
12 de junio de 1908. Juan Croniqueur, "Del momento/'cosas vulgares"
19 en La Prensa, año XI, N? 6170, 13 de octubre de 1914.
La Prensa, año XIII, N? 7196, 30 de abril de 1916, 39
p. 6. Guillermo Rouillon, La creación heroica de José
20 Carlos Mariátegui, Lima, Editorial Arica, 1975,
Juan Croniqueur, "Emociones del hipódromo" en T. I, pp. 115 y ss. Rouillon cita el testimonio de
El Tiempo, año I, N? 136, 27 de noviembre de 1916, Alberto Ulloa Sotomayor sobre el año 1912 y el
p. 6. ascenso de Billinghurst: "Esa fue la atmósfera de
21 agitación, de choque, de permanente inquietud, en
Enrique Carrillo, Viendo pasar las cosas, Lima, que José Carlos Mariátegui abrió los ojos a la rea-
Imp. del Estado, 1915, p. 86. lidad política del Perú" (p. 117).
22 40
Juan Croniqueur, "Cartas a X/Glosario de las Abraham Valdelomar, Obras: textos y dibujos, Li-
cosas cotidianas" en La Prensa, año XII, N? 7164, ma, Editorial Pizarro, 1979, p. 826. Hay referencias
p. 4. a la misma carta en el libro de Luis Alberto Sán-
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chez, Valdelomar o la belle époque, México, Fondo serio autodidactismo, que, en una transformación
de Cultura Económica, 1969, pp. 88 y ss. maravillosa, llevóle de la dirección de 'El Turf' a
41 la dirección de 'Amauta'", Jorge Basadre, "Home-
Guillermo Nugent, Mariátegui y el público (texto naje a José Carlos Mariátegui" en Variedades, año
inédito). XXVI, N? 1155, p. 7.
42 43
"Valdelomar unió al periodismo, el sentido es- Jorge Basadre, "Un cuarto de siglo de literatura"
tético; Mariátegui unió al periodismo el ensayis- en Variedades, 6 de marzo de 1929, año XXV, N?
mo social. Esta fusión se operó en él merced a un 1096.

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