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Resurreccion
Resurreccion
Jesús resucitado se manifiesta a todos los que lo invocan y lo aman. En Él también nosotros
estamos resucitados, pasando de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la
libertad del amor. Por lo anterior y dándole muchísimo valor a la disertación que realizo el
hermano Jairo sobre la Resurrección de Cristo, hoy continuamos con el tema de la
resurrección de los muertos. Para hablar y entender la resurrección es obligatorio tocar un
par de temas que a la actual vida cristiana se han convertido en verdaderos Tabús, parece
que nadie quiere tocar estos temas que son la MUERTE Y EL PECADO
El evangelio anuncia la manera de pasar de m. a vida (Jn 5:24) y como obtener la vida eterna
(Jn 3:16). La fe salvadora en Jesús vence la m. espiritual y quita el temor a la m. Pablo
considera a la m. física como una victoria nefasta del mal y para el creyente Cristo ha
anulado esta victoria mediante su propia muerte (Heb. 2:14). Por medio de la resurrección
ha vencido a este postrer enemigo es decir a la muerte (1 Cor. 15:25,26).
Cristo resucitó con su propio cuerpo, pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo
modo, en El todos resucitarán con su propio cuerpo, el que tienen ahora, pero este cuerpo
será transfigurado en cuerpo de gloria, en cuerpo espiritual (1ª Cor 15, 44) (Catecismo de
la Iglesia Católica #999). Ve ¡cuán importante es la resurrección! Esta no es una doctrina
alterna, para ser creída si a alguien le gusta. Si no crees que Jesucristo resucitó de los
muertos en un cuerpo de resurrección de la forma que dice la Biblia que Él lo hizo, no tienes
ningún derecho de llamarte cristiano. Esta es una de las doctrinas esenciales de la fe
cristiana.
i. La divinidad de Jesús se basa en la resurrección de Jesús (Romanos 1:4).
ii. La soberanía de Jesús se basa en la resurrección de Jesús (Romanos 14:9).
iii. Nuestra justificación se basa en la resurrección de Jesús (Romanos 4:25).
iv. Nuestra regeneración se basa en la resurrección de Jesús (1 Pedro 1:3).
v. Nuestra resurrección final descansa en la resurrección de Jesús (Romanos 8:11).
Este dogma central de nuestra fe cristiana no sólo nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia
Católica, sino que la esperanza de nuestra resurrección y futura inmortalidad se encuentran
en textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
El “cuándo” lo responde así el Catecismo de la Iglesia Católica: Sin duda en el “último día”
(Jn 6, 54 y 11, 25); “al fin del mundo” (LG 48). En efecto, la resurrección de los muertos está
íntimamente ligada a la Parusía o Segunda Venida de Cristo: “Cuando se dé la señal por la
voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina. Los que
murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1ª Tes 4, 16) (Catecismo de la Iglesia
Católica #1001). Y continúa San Pablo: “Después nosotros, los vivos, los que todavía
estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba.
Y para siempre estaremos en el Señor” (1ª Tes 4, 17). San Pablo nos habla de los que han
muerto y han sido salvados. También nos habla de los que estén vivos para el momento de
la Segunda Venida de Cristo. Pero es San Juan quien completa lo que sucederá con los que
no han muerto en Cristo: “No se asombren de esto: llega la hora en que todos los que están
en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida;
pero los que obraron el mal resucitarán para la condenación” (Jn. 5, 28-29). Esta
diferenciación en los resucitados la había anunciado ya el Profeta Daniel: “Muchos de los
que duermen en el polvo despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo”
(Dn 12, 2). ¿Quiénes resucitarán? Todos los hombres que han muerto (Catecismo de la
Iglesia Católica #998). Unos para la condenación y otros para la salvación. Es decir, todos
resucitaremos: salvados y condenados. Unos para una resurrección de gloria y de felicidad
eternas. Otros para una resurrección de condenación e infelicidad eternas.
ORACION FINAL
Buen Padre y Dios ¡Qué bonito es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto! No es
tanto nuestra búsqueda respecto a Dios —una búsqueda, en verdad, tan titubeante—, sino
más bien la búsqueda de Dios respecto a nosotros. Gracias Señor Jesús que nos has tomado,
nos has agarrado, nos has conquistado para no dejarnos más. En esta noche agradecemos
que hemos aprendido que el cristianismo es gracia, es sorpresa, y por este motivo
presupone un corazón capaz de estupor. Hoy gracias a tu palabra entendemos que un
corazón racionalista es incapaz del estupor, y no puede entender qué es el cristianismo.
Esta noche los hermanos Emaús podemos hacer como esas personas de las cuales habla el
Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran piedra volcada y pensar que Dios está
realizando para todos nosotros, un futuro inesperado. Gracias, amado Padre podemos ir a
nuestro sepulcro y ver cómo Dios es capaz de resurgir de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay
alegría, vida, donde todos pensaban que hubiera solo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace
crecer a sus flores más bonitas en medio de las piedras más áridas. Gracias Señor
entendemos que ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por
nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga y cuando llegue el momento Gran
Jesús podremos decir «¿Dónde está oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está oh muerte, tu
aguijón?» llevamos este grito en el corazón. Y si nos preguntan el porqué de nuestra sonrisa
donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está
todavía aquí, que sigue estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí, con nosotros: vivo
y resucitado.