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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Díaz-Granados, Federico
MARIO RIVERO: EL POETA DE LOS HOMBRES ANÓNIMOS
Nómadas (Col), núm. 20, 2004, pp. 236-247
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105117734021

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MARIO RIVERO:
EL POETA DE LOS
HOMBRES ANÓNIMOS
Federico Díaz-Granados*

* Poeta, periodista y docente de literatura. Autor de los libros de poesía Las voces del fuego
(1995), La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso (2003) y de las antologías de nueva
poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997) e Inventario a contraluz (2001). Es
profesor de literatura del Colegio Santa María y subdirector de la revista de poesía Golpe
de Dados. E-mail: fedediazgranados@hotmail.com

236 NÓMADAS
M e han pedido unas cuan-
tas cuartillas sobre la poesía de Mario
Él ha sido siempre un hombre
solitario. Un hombre de pocos ami-
tor desprevenido. La suya tiene el
don de remover los secretos pasadi-
Rivero y no he podido saber si se tra- gos que desde muy joven abandonó zos del hombre con sus temblores. A
ta de un espacio amplio para decir sus estudios de primaria para dedi- Rivero hay que leerlo varias veces
todo lo que me suscita asomarme a carse a trabajar con su padre en las en la vida: en la juventud, en la
su obra, o si por el contrario, se trata fábricas textiles de algún suburbio vejez, y sobre todo en la soledad. Su
de un vestido apretado que me limi- de Medellín, y quien a lo largo de primera lectura nos sugiere el des-
ta. Porque hablar de Rivero, de su su vida permitió la cercanía de muy enfado. Las siguientes, reflexión. Y
importancia, de su poesía y de todas pocos afectos. En los años que llevo es que Rivero es el derrotado y el
aquellas cosas que nos reúnen marginal por excelencia,
puntualmente alrededor del como lo somos casi todos los
café, del afecto, de sus perma- seres humanos que camina-
nentes lecciones de vida y poe- mos por el mundo con el saco
sía, es de alguna forma hablar de la soledad y lo vemos con
de mi propia vida y mi forma- la tristeza empañando los
ción. Porque siempre lo he ojos. La torpeza, la inutilidad
creído: mis amigos asisten a la de tantas cosas, el fracaso de
academia, a los museos, al las jornadas cotidianas, siem-
cine. Yo visito a Mario Rivero, pre serán los temas a los que
ritual que vengo haciendo des- inevitablemente retornare-
de hace varios años, para pre- mos. Si la poesía sirve para
senciar el ejercicio de la develar el significado del
lucidez en el bello oficio de las mundo entonces la poesía
palabras, para rastrear en las riveriana nos ayudará a mi-
cosas cotidianas el hecho poé- rar ese mundo que él miró;
tico y las preocupaciones del nos devuelve las palabras va-
hombre. ciadas, vacías. Cada palabra
suya carga una secreta ense-
Lo he visto bajar innu- ñanza. De ahí que los jóve-
merables veces por el barrio nes poetas acudan en su
La Candelaria hacia la Ave- búsqueda para recoger las
nida Jiménez, perdido entre breves lecciones de vida y
su inmenso cuerpo, con los poesía. Esa es la prueba con-
ojos y ademanes de un niño creta de su desapego por el
grande. Sus diarias rutinas mundo y de su compromiso
no van más allá de las de con una desaforada vocación
cualquier hombre anónimo vital.
que es inquilino de una ciu-
Dibujo de Mario Rivero para la portada de su libro
dad como Bogotá. Es el pri- Porque soy un poeta
mer visitante de la Librería Conozco la
Lerner y allí siempre surge en tor- frecuentando al maestro, se ha re- insobornable tristeza
no a él alguna tertulia sobre los dis- ferido reiterativamente a muy pocos del tiempo
tintos asuntos que preocupan al nombres como sus verdaderos ami-
ciudadano común: política, arte, fa- gos: Alejandro Obregón, Aurelio Hablar de Mario Rivero es hablar
rándula, fútbol, la baja o subida del Arturo, Héctor Rojas Herazo y Ma- de uno de lo capítulos más interesan-
dólar o el último atentado terroris- ría Mercedes Carranza, entre otros. tes y fecundos de la poesía colombia-
ta. Y de ahí, de ese diario vivir y de na. Con su voz pertenece al selecto
esas pequeñas preocupaciones de la La poesía de Mario Rivero no grupo de poetas insulares que han ins-
gente, nace su poesía. pasa impune ante los ojos de un lec- crito su nombre en el mapa de la tra-

NÓMADAS 237
dición lírica de nuestro país. ¿Para qué De su vida nómada y sus di- entre 1958 y 1963 en el suple-
le puede servir la poesía a un ser como versos oficios se ha nutrido su poe- mento dominical de El Tiempo
Rivero? Para justificarse, para castigar- sía. En ella ha plasmado los azares dirigido entonces por Eduardo
se, para transgredir. Sin duda perte- que debe sortear un cantante de Mendoza Varela, y que lo ubicó
nece a esa gran tradición occidental, tangos, declamador, granjero, como un poeta del devenir, de la
de la tierra donde el sol declina, don- vendedor de libros y de obras de truhanería y la antiacademia. Las
de nos preguntamos por la inmortali- arte, trapecista, editor y volunta- cosas humildes, el asfalto, las lu-
dad del alma y el devenir en el tiempo, rio de guerra, y manejador de to- ces de neón y el olor de la gasoli-
donde la relación con Dios y el golpe reros, entre otros, para sobrevivir na tenían su portavoz lírico. Él tan
de calendario tanto preocupan al hom- en un tiempo tan complejo, caó- sólo quería contar historias, de ahí
bre moderno. Es su palabra que su posterior poesía
un homenaje a la memoria estuviera llena de pala-
para desterrar a los que ol- bras como balada, tango,
vidan y a partir de la medi- saga, etc. Desde enton-
da exacta del alma medir ces la poesía colombia-
las circunstancias del exis- na no volvió a ser la
tir y hacer de sus temas un misma. Al finalizar el si-
inventario de desencantos. glo pasado, dicho libro
fue catalogado dentro de
Para Rivero, la vida siem- los veinte más importan-
pre se antepone al arte y a tes de la poesía colom-
la literatura. El escritor biana en el siglo XX en
Guido Tamayo afirma en las diferentes encuestas
el prólogo del libro Porque realizadas a críticos, poe-
soy un poeta (Conversacio- tas y periodistas.
nes con Mario Rivero):
“Recuerda a Cioran en su Años después de su
constante empeño por
aparición, el escritor y crí-
“creer”, sin conseguirlo.
tico Andrés Holguín ha-
No obstante su descrei-
miento de la condición bría de sentenciar:
humana y, para sorpresa
del lector –y mía–, Mario “Cuando Mario Rivero
Rivero posee una concien- publicó sus Poemas urbanos,
en 1963, este libro lo situó
cia de la trascendencia,
en un primer plano. Fue
una forma particular de
elogiado, con razón, por
entender y vivir lo religio-
Nadaístas y no Nadaístas.
so que nos hará aún más
Poesía peculiar, fuera de
compleja su personalidad”
serie, nueva, de un andar
(Rivero, 2000, p. 13). sonámbulo en medio de
Mario Rivero, 1959 las cosas habituales. Poe-
Nacido en Envigado, sía, sí, de la vida diaria, pero
Antioquia, en 1935, Rivero ha sido tico y adverso para toda propues- en profundidad, con honda intui-
siempre un “husmeacosas, un ta estética. ción de lo real más allá del motivo
cuentacosas” (como dice en uno de fútil. Poesía densa, opaca,
sus más bellos poemas), que ha insonora, desarticulada, que a ve-
ces hechiza, subyuga. En varios
deambulado por el mundo tras el ras- Poemas urbanos volúmenes posteriores esta poesía
tro esencial de la vida, traduciendo de Rivero se ha afirmado, y ha
el alma del hombre anónimo, triste, En 1963 apareció Poemas urba- buscado un cauce distinto a tra-
del antihéroe en la palabra y el he- nos en su primera edición, libro vés de sus Baladas”(Holguín,
cho poético. que recogía poemas publicados 1974, p. 279).

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Sus textos sobre una ciudad con cias parecen ser marginales ante do la exactitud. Y “la poesía es
humos de metrópoli recrearon el dia- los grandes acontecimientos. Por exactitud”, ha dicho Cocteau”
rio vivir de unos habitantes con eso se destacan las figuras de pros- (Jaramillo, 1991, p. 498).
guiños de ironía y trasfondo de lá- titutas y borrachos, obreros forni-
dos y otras personas humildes...”
grimas. Y es que esa reinvención de Mil instantes de vidas
(Alstrum, 2000, p. 75).
la realidad urbana la convirtió en un distintas
puñado de versos multicolores. Des-
de su lenguaje irreverente, el poeta En la obra de Mario Rivero el Rivero tomó los grandes temas
se burla del entorno alienado que lector se regocija y se entristece; con- de la poesía como el amor, la muer-
preside la ciudad, hasta un univer- templa instantáneas de su inútil tra- te, la soledad, la añoranza; temas
so donde ingresan con la nostalgia jín como si fueran un collage de fotos representativos de la modernidad,
la reflexión del ciudadano marginal viejas. Y esos obreros, modistillas, y los habitó del desencanto, el des-
y sus acciones cotidianas. Uno de los rameras, vendedores callejeros, con- asosiego, la duda, en una original
más interesantes apor- forma de poetizar, con-
tes de Rivero fue nom- tando en verso las his-
brar asuntos antes poco torias callejeras, los
visitados por la poesía pequeños dramas de
colombiana; tan her- los seres anónimos.
mosa resulta la imagen
sorpresiva de aquella Su vasta obra poé-
Virgen de la Amnesia tica se encuentra re-
como la de las calles unida en más de quince
de La Candelaria, de volúmenes publicados a
“las muchachas amon- lo largo de los últimos
tonadas en la habita- cuarenta años, como
ción que emanaban Poemas urbanos (1963),
una gran niebla dul- Noticiario 67 (1967), Y
ce”, la vendedora de vivo todavía (1972, Pre-
crispetas con el vien- mio Casa de las Améri-
tre puntiagudo, el pa- cas), Baladas sobre
seante solitario del ciertas cosas que no se
Parque Nacional, el deben nombrar (1973) ,
Mario Rivero con Federico Díaz-Granados
crudo retrato del padre Mis asuntos (Antología,
oloroso a aceite entre 1980), Los poemas del in-
su overol azul, y el dolor de encon- formaron desde entonces el inmen- vierno (1984), Vuelvo a las calles
trar los sitios del recuerdo destrui- so universo de la poética riveriana. (1989), Del amor y su huella, (1992),
dos, sin aromas ni misterios, apenas La de la muchedumbre anónima y Poema con cámara, Camirí 1967,
rescatados por su memoria. marginal. De igual forma, el poeta (1997), Flor de pena (1998), Qué co-
Darío Jaramillo señaló razón (1999), V Salmos penitenciales,
“A través de su obra abundan los (1999), La balada de los pájaros
retratos, la anécdota y el comen- “Una hipótesis ya imposible sería (2001), Elegía de las voces (2002),
tario periodístico del cronista que que Rivero no hubiera publicado Remember Spoon river (2003) y Bala-
nos hace ver todo el panorama más que ese libro: Poemas urba- da de la gran señora (2003), libros que
nocturno y diurno de la gran me- nos. En ese caso, que el tiempo ya crean un puente de ida y regreso den-
trópoli con sus luces de neón, su descartó por la publicación de
mugre, sus crímenes y sucesos
tro de su misma poética, pasando del
otros volúmenes, Mario Rivero se-
banales, sus efímeras glorias, sus ría importante por haber protago-
desenfado a la melancolía, de la re-
escenas desagradables de miseria nizado una ruptura, por haber flexión a la imprecación, del amor al
y las tragedias de hombres y mu- abierto caminos, por haber inten- desamor, reinventando su propia voz
jeres desconocidos cuyas existen- tado la claridad, por haber logra- y sus propios sueños en cada volumen.

NÓMADAS 239
Al preguntarle al poeta Fernan- poesía colombiana de todos los tiem- da de las cosas perdidas; y, los V salmos
do Charry Lara por la poesía de pos. Con maestría, Rivero ha sabido penitenciales entre otros tantos textos,
Rivero, éste contestó: “Los motivos hablar de las tristes gentes anónimas hacen parte de la insobornable anto-
de la poesía de Mario Rivero son de nuestras ciudades, de sus sueños y logía que realiza el tiempo. Son poe-
tomados no solamente de lo coti- de sus fracasos y a ello le ha dado mas habitados por las distintas lecturas
diano sino también de lo urbano. como fondo los frenazos de los buses, que marcaron al poeta desde su in-
Son una reveladora mirada sobre las el vocinglero de los vendedores am- fancia: la sencillez de los poetas nor-
cosas que a diario nos rodean, pe- bulantes, la suciedad de las calles, la teamericanos, la sabiduría de la poesía
netrando su misterio sin descartar luz turbia de los hoteles de paso” china, Francoise Villón, Charles
su banalidad. Por eso los poemas de (Carranza, 1989, p. 7). Baudelaire, la Biblia, Enrique Santos
Rivero simulan pobreza en Discépolo, Agustín Lara y
recursos expresivos, por- Carlos Gardel, consciente
que están comprometidos siempre de que la poesía es
con un lenguaje que ante la matriz de la música y de
todo quiere ser directo: que el epicentro de la mú-
una visión honda y senci- sica popular latinoamerica-
lla de la realidad. La dia- na reside en el tango y el
fanidad de la palabra se bolero, ritmos que sirven de
relaciona con el fácil en- escenario a muchos de sus
tendimiento de unas imá- poemas.
genes que quieren ser de
comprensión inmediata: “Esos términos de Balada,
nada de metáforas y Saga, Tango, etc., y los te-
vocablos suntuosos o her- mas mismos de sus poemas
señalan una circunstancia
méticos o simplemente
tan elemental que su men-
complicados, sino que se ción es casi embarazosa:
entreguen totalmente a la Rivero quiere contar. El pro-
sensibilidad del lector”. pósito no es deslumbrante-
mente nuevo, y sólo dentro
La cercanía de Rivero del país cabe la mención de
con la esencia de la vida en algunos nombres; los relatos
todas sus manifestaciones y de De Greiff, algunos inten-
tos en ese sentido de Alva-
en sus distintas visiones es-
ro Mutis (Maqroll) o de
téticas lo han formado como Cote Lamus. Si Mario
un autor educado en la aca- Rivero ocupa un sitio tan
demia del mundo, que destacado en la actual poe-
desmitifica la grandilocuen- sía colombiana, esto se debe
cia de la literatura y crea la pues, no a lo rebuscado, a lo
belleza con la palabra. Esa “original” de un concepto,
fuente suprema del misterio la forma de poetizar, sino a
creador donde el malevaje, Dibujo de Mario Rivero, para la portada del libro Mis asuntos la tenacidad y a la firmeza
con que se ha aferrado a él,
los orilleros el bajofondismo, y a la reciedumbre con que se ha
los arrabales y los cafetines dejan su Poemas como Palabras a un amigo abrazado a su visión, a sabiendas del
testimonio a través de la voz del poe- que se llama Dios; Tangos para Irma la precio que hay que pagar por esas
ta. A lo que María Mercedes Carranza dulce; Una flor para Vincent; Momen- fidelidades o esas fantasmagorías”
agregó: “Pues bien, ese niño grande to para Saulo Salinas; Balada de los (Valencia Goelkel, 1973, p. 8).
que regala manzanas y versos ha es- hombres hambrientos; Balada de
crito lo que es a mi parecer, una de las Juanito Goez alias “El hombre” (a peti- En 1972 fundó, en compañía de
obras más sólidas e interesantes de la ción del honorable y con sonido); Bala- sus amigos Aurelio Arturo, Fernan-

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do Charry Lara, Giovanni Quessep la más fuerte tradición lírica colom- en ese entonces dieron el nombre de
y Jaime García Maffla, la revista Gol- biana. También ejerció la crítica de Rivero. Además lo respaldaba su
pe de Dados, la más importante pu- arte durante más de treinta años. cultura sobre arte clásico y contem-
blicación de poesía de Colombia en Desde niño le gustó la pintura y di- poráneo pues había tenido la opor-
los últimos treinta años, que además bujaba “monitos” para distraer su tunidad de ver mucha pintura en
da nombre a toda una generación soledad. Además muchos días de su libros y exposiciones, pues entre sus
que se formó a través de sus pági- adolescencia los pasó en la Biblio- múltiples oficios, acompañó como
nas. Ha sido Golpe de Dados otra de teca Piloto de Medellín devorando guía a dos excursiones de arte a
las aventuras riverianas que ha so- cuanto libro se le atravesara. Tam- Europa.
brevivido. Desde ese primer núme- bién acudió por curiosidad a la Es-
ro, fechado enero-febrero de 1973, cuela de Bellas Artes de Medellín De aquellos momentos quedan
y que traía poemas de Vicente en tiempos en que la dirigía Rafael muchos testimonios. Páginas de la re-
Aleixandre, Aurelio Arturo, José Sáenz y estudiaban Augusto Ren- vista Diners, de El Espectador, del Ca-
Emilio Pacheco y Mario Rivero, has- dón, Aníbal Gil y Fernando Botero. lendario Propal y libros que dedicó a
ta el número 187, fechado enero-fe- Años después, luego de que Walter varios pintores. En 1972 publicó el pri-
brero de 2004 y recién salido de los Engel, crítico de arte de El Especta- mer libro que se escribió sobre Fer-
talleres de ABC (donde siempre se dor renunciara al diario para radi- nando Botero y posteriormente
ha editado la revista), Golpe de Da- carse en Canadá, Mario entró a dedicó extensos volúmenes a Obre-
dos ha conservado su sobriedad, su enriquecer el debate sobre el arte gón, Rayo, Manzur y Negret. Sobre
mismo diseño, tamaño, tipo de pa- nacional desde esas páginas, en tiem- aquellos días, sobre el oficio de la
pel, y exacto número de páginas. En pos en que Marta Traba y Casimiro crítica de arte en Colombia, sobre
ellas se han divulgado poetas de dis- Eiger dominaban el panorama de la Marta Traba, Rivero es contundente:
tintas generaciones, colombianos y crítica nacional. Don Guillermo
“Marta miró mucho al porvenir,
extranjeros, y entre los números me- Cano indagó entre artistas sobre con su mirada visionaria, pero yo
morables que vale la pena destacar, quién podía reemplazar a Walter diría que desconoció, es decir,
menciono los monográficos dedica- Engel y seis de los más prestigiosos negó nuestro pasado, y más aún
dos a poetas como Héctor lo destruyó (...) Por qué se
Rojas Herazo, María Mer- retira de la crítica: “Me re-
cedes Carranza, Alvaro tiro de la crítica por can-
Mutis, Aurelio Arturo, así sancio. Veinte años hice
crítica en Diners ininte-
como las traducciones de
rrumpidamente, también
poetas norteamericanos en Propal, pero ante todo
contemporáneos realiza- porque sé cual es mi oficio.
das por Jaime Manrique Yo soy un poeta (...) A mí
Ardila, y los poetas rusos me merecen un gran res-
del Siglo de Plata vertidos peto los críticos e historia-
por Jorge Bustamante, en- dores que organizaron y
organizan el devenir del
tre otros.
arte, lo clarifican y lo pre-
sentan a los ojos de la
historia; no la crítica cir-
Balada de las cunstancial, mundana, es
cosas perdidas decir, de acuerdo con las
modas, y que también po-
A Mario Rivero siem- dría ser definida como “los
almuerzos del crítico”, así
pre se le ha visto conta- como antaño se decía res-
giado de la poesía, desde pecto a las obritas menores
su infancia hasta hoy de pintores como Vásquez
cuando su bibliografía se Ceballos, “los almorzaderos
ubica en el meridiano de Libro de Mario Rivero sobre la pintura de Fernando Botero del pintor (...) La crítica de

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arte difiere totalmente de la teo- sensaciones, siendo este la primera llegados al territorio de la fábula; en
ría filosófica del arte, en cuanto derrota de los hombres. Del amor y el que la poesía pasó a cumplir una
que en la llamada crítica de arte su huella es un volumen de fascina- suerte de milagro o taumaturgia.
se discute ya es sobre los méritos ción por el lenguaje, donde la poe-
individuales de la obra, y precisa-
sía hace vigilia a través de sus signos Los retratos de la noche, la casa
mente aquí es donde entra hoy a
operar esa progresiva mistificación desconocidos por un país cerrado a de la memoria, el viaje que no
que rodea al arte y al artista, la sí mismo, ungido por la muerte y el exorciza los fantasmas sino que
que tanto ha venido a transfor- desalojo de la alegría; sin duda otro ayuda a convivir con ellos; el mis-
mar lo que en otra época fue dig- mo, eterno e irreverente tiempo
no y hermoso trabajo de artesanos, permanece en el hecho poético
en una actividad regida ya en donde la vocación creadora se si-
todo por la publicidad (...) una túa una vez más en el hemisferio
actividad de mercaderes, y tam- de la reflexión y el hombre, desde
bién muchas veces de (...) far-
una auténtica voz personal, que
santes” (Rivero, 2000, pp. 111,
119-121).
busca la ruta desconocida de un
paraíso, de un idioma lejano de
La suya es una poética que se Babel y de una belleza anclada en
desprende del paisaje, que nace en los litorales del corazón, que sin
las entrañas de la naturaleza para duda es la verdadera sede de la
arribar al hombre, poblándolo de sus memoria, la sede del pensamiento.
fantasmas, dolores y derrotas en esta En 1964 Gonzalo Arango había
aventura fugaz que es la vida, sin descifrado la poética riveriana:
otorgar optimismos ni esperanzas.
“Así es la poesía de Mario: mara-
villosa y humana; rutilante y con-
Canción de los tingente; tierna y despiadada.
perdedores Poeta del devenir, de la truhane-
ría, de las cosas humildes, de los
despojos del festín de la acade-
Desde su primer libro, Rivero mia y la literatura oficial. En una
tomó partido por el hombre, por la palabra: poeta de lo anti-poético.
libertad, siendo el tiempo una cons- Yo, y todos los poetas de mi gene-
tante estación a la que llegan todos ración Nadaísta que rivalizan con
los temas de su poesía. En Baladas el él por los honores de una prima-
paisaje y lo irracional se visten con cía estética, creemos que Mario
es uno de los más netos y puros
la piel de la palabra, habitando el
poetas actuales; que es uno de los
sueño y la intuición con los ritmos grandes poetas colombianos, que
del asombro; en Vuelvo a las calles, se pueden contar con los dedos
el tiempo gravita en calles donde los de la mano”(Arango, 1964, p. 8).
fantasmas y demonios encuentran su
hábitat, con la metáfora como un Si bien el tiempo es el eje alre-
fuerte estallido de emociones, y la dedor del cual giran los temas de
vida y la ciudad como divisa máxi- la libertad, entonces la muerte, el
ma de la reflexión. En general en el silencio, la palabra y la noche se
grueso de su poética el eje temático convierten en temas domésticos con
son la ciudad y el cuerpo; la prime- de los libros de Rivero que marcan sus esquinas desconocidas como
ra como espacio de convivencia, de una ruptura. Y desde ahí su poesía todas las esquinas del mundo y ha-
paisaje o antipaisaje de sus habitan- se volcó hacia la infancia y la vejez bitadas por los hombres, con sus es-
tes, y el segundo como capital de sus y su universo mítico, con sus héroes plendores y zozobras que habitan la
heridas, sus dolores y la magia de las y antihéroes, sus pequeños milagros poética de Mario Rivero con apari-

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ciones en algunos poemas y libros y deja un puñado de versos que per- gués Eugenio de Andrade. Estamos
que cobran vigencia nuevamente siguen una razón ética para vivir. de acuerdo, parece contestar la poe-
en sus últimos libros, Y son los desahuciados, los burla- sía de Rivero. Pero el futuro del hom-
dos y tardíos que miran perplejos bre no nos interesa desfigurado y ahí
“La nueva poesía colombiana e inocentes los que protagonizan sobrevivirá la eterna y misteriosa
deudora toda ella de Rivero, ha su poesía. poesía. Ausencia y presencia, vacío
disfrutado pero no aprovechado a y plenitud, duda y certeza, estarán
cabalidad su lección. Quizá este presentes por siempre en la palabra.
libro que reúne veinte años de su Desde Homero hasta San Juan
trabajo, no distanciado del mal de la Cruz, de Virgilio a William
gusto, no ignorante de sus
Del desarraigo, de la
estrepitosas caídas, permi- derrota, del desengaño y
ta reconocer su impor- la soledad nace la poesía
tancia dentro de nuestra de Mario Rivero. Esa es
literatura. Un lugar donde su gran lección. Una poe-
la imagen se hace palpable sía que coloca su voz al
y el pensamiento sensación servicio del antihéroe, de
instantánea; donde la
anécdota en lugar de anu-
los hombres anónimos que
lar potencia el discurso. construyen su biografía a
Donde existe el desdén partir de la tristeza. Ri-
pero también el júbilo, y la vero, el mismo que marcó
exultación convive con la una ruptura en la poesía
pesadumbre. Un lugar en colombiana con Poemas
fin, que sólo puede ser el
urbanos, nos muestra aho-
de nuestra derrota”(Cobo
Borda, 1980, p. 5).
ra un tono más reflexivo,
donde la palabra queda
decantada ante al asom-
El husmeacosas, bro de la música. Rivero
el cuentacosas deja a las nuevas genera-
ciones de poetas colom-
Sin duda Mario Rivero bianos, el magisterio de
colocó a la poesía colom- una poética atravesada
biana a la altura de su por la vida y el milagro del
tiempo pues en sus pala- tiempo que habita en el
bras se pueden reconocer hombre.
los gestos de un país ca-
rente de misterio. Por eso Del bando de los
los jóvenes poetas de su equivocados, los disper-
país lo buscan como a un sos, los roncos y débiles
secreto confesor para que viene la poesía de Rivero.
revise sus primeros inten- Y así, mientras mis ami-
tos y los aconseje. Es in- gos siguen asistiendo a la
cuestionable: la poesía colombiana Blake, desde el lamento del pobre academia, al cine, a los museos, yo
necesitaba las certidumbres y las he- Job hasta Fernando Pessoa, la mayor sigo asistiendo a la cita puntual:
ridas de un poeta como Rivero, que ambición del quehacer poético siem- visito a Mario Rivero en su casa de
nos hablara al oído de nuestras tan- pre ha sido la misma: Ecce Homo pa- La Candelaria, sigo acudiendo a la
tas pesquisas, de nuestra mar- rece decir cada poema. He aquí al lección de lucidez del amigo, del
ginalidad para reconciliarnos con el hombre , he aquí su fugacidad so- poeta, del maestro. Hablamos lar-
hecho de estar vivos. Desde ese des- bre la tierra. Porque el futuro del go, miramos con sorna y sospecha
arraigo y marginalidad, Rivero nos hombre es el hombre, dice el portu- el mundo, y le pido que me lea una

NÓMADAS 243
vez más uno de sus poemas que más humanos olores/ caminan para bus-
me conmueven: car un aroma imbuscable/ el de los Bibliografía
tallos de las flores muertas y de los
La balada de los hombres pétalos podridos/ el olor que al mis- ALSTRUM, James, La generación desencan-
mo tiempo es/ el olor de la muerte y tada de Golpe de Dados, Ediciones Uni-
hambrientos versidad Central, Bogotá, 2000.
el olor del nacer/
ARANGO, Gonzalo, Lecturas Dominicales,
Los hombres hambrientos tienen Se cubre de moho el corazón/ de El Tiempo, Bogotá, abril 17, 1964.
oro/ casas con retretes de mármol/ y estos hombres hambrientos/ Se CARRANZA, María Mercedes, Jueves Cul-
vestidos suntuosos/ Pero no puedo entrecruzan a la deriva No se ven tural, La Prensa, Bogotá, noviembre 30
matar el hambre y la sed/ del tigre Son muchos en movimiento/ Sus de 1989.
de sus ojos/ mujeres lavadas en aguas de caros COBO BORDA, Juan Gustavo, Lecturas
perfumes sintéticos/ adustan ace- Dominicales, El Tiempo, Bogotá, mayo 5,
Los hombres hambrientos son/ en chan también/ aquel olor que al- 1980.
alguna forma hermosos/ por una canza los huesos/ Si levantan las GARCÍA MAFFLA, Jaime, Gaceta de
magia mortal y execrable/ sus oídos cabezas hacia cosas más altas/ no Colcultura, octubre, 1992.
se han vuelto sordos/ Pero los hom- distinguen otra cosa que el viento/ HOLGUÍN, Andrés, Antología crítica de la
bres hambrientos simulan oír/ y pa- Remeros esclavos en un gran bajel poesía colombiana 1874-1974, Biblioteca
gan bien a sus cantores/ de oro/ van los hombres y mujeres del centenario del Banco de Colombia,
hambrientos.../ Editorial OP gráficas, Bogotá, 1974.
Pregonan una extraña desespera- JARAMILLO Agudelo, Darío, Historia de la
ción/ han perdido el recuerdo de los poesía colombiana, Casa de Poesía Silva,
Bogotá, 1991.
RIVERO, Mario, Porque soy un poeta, Casa de
Poesía Silva, Bogotá, 2000.
VALENCIA Goelkel, Hernando, “Sobre un
arte de trovar”, El Periódico, Bogotá, enero
14, 1973.

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Las
ILUSTRACIONES
Auguste Le Moyne, Ch ampán remontando el río Magdalen a, 21 x 28 cm, tinta m arrón/pape l, c . 1828
• Las portadillas que separan las seis secciones de la revista, reproducen obras -y detalles- de ÓSCAR
JARAMILLO , importante grabador y dibujante antioqueño. Estas obras provienen de su reciente
libro publicado por el Museo de Antioquia (2004), que contiene un amplio estudio de Alberto
Sierra Amaya, curador del libro (las fotografías de los grabados son de Carlos Tobón).
• El comienzo de cada uno de los artículos, con excepción de los correspondientes a la Sección VI,
llevan tramado en el fondo un detalle de mural de José Clemente Orozco (ps. 10, 26, 36, 46 y 56)
o de Diego Rivera (ps. 66, 76, 86, 102, 112, 128, 140, 152, 160, 170, 180, 194 y 210), tomados
del libro Modern Mexican Art de Laurence E. Schmeckebier, publicado por The University of
Minnessota en 1939 (no se dan los nombres de los fotógrafos).
• Las obras de Fernell Franco, Óscar Muñoz, Éver Astudillo, Alicia Viteri, Eladio Vélez, Leonel
Góngora, Alfredo Guerrero, José Antonio Suárez, Beatriz González, Maripaz Jaramillo, Pedro
Alcántara, Bernardo Salcedo, Felisa Burzstyn, Guillermo Wiedemann, Juan Antonio Roda,
Cornelis Zitman... fueron tomadas de los catálogos de exposiciones individuales o colectivas rea-
lizadas a lo largo de 25 años en la galería del Instituto Colombo-Americano, el Museo de Arte
Moderno de Bogotá, el Museo La Tertulia de Cali, el Museo de Arte de la Universidad Nacional,
la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo Nacional de Colombia.
• Las obras de S ATURNINO RAMÍREZ provienen de su único y reciente libro, publicado por Ediciones
Jaime Vargas & Museo de Arte Moderno de Bucaramanga. Bogotá, 2004, 250 ps.
• Las obras de ENRIQUE G RAU , quien falleció en Bogotá el pasado 1 de abril, pertenecen a su último
libro, publicado en Villegas Editores este año.
• Los dibujos indígenas que aparecen tramados al finalizar muchos de los artículos son detalles de
pinturas y dibujos sobre cerámica y en sellos de piedra de artistas precolombinos pertenecientes a
las culturas Tumaco, Quimbaya y Sinú; las obras originales se encuentran en el museo arqueoló-
gico «Casa del Marqués de San Jorge» de Bogotá.
• El final de cada artículo está adornado con grabados del siglo XIX, tomados del libro La tierra y
sus habitantes (Tomo III), publicado en Madrid por la Editorial Erisa en 1981, que reune solo las
ilustraciones de la edición original (1879) dedicada a los viajes por “las cinco partes del mundo”
de “los más célebres viajeros”; son grabados en madera que reproducen un dibujo original, que,
en algunos casos, reproduce una fotografía, todo esto gracias a la ausencia de una tecnología que
permitiera reproducir directamente las fotografías de los viajeros. Uno de los más fecundos y fa-
mosos ilustradores de la época fue Riou, cuyos dibujos fueron pasados a la madera por diferentes y
hábiles grabadores.
• Las fotografías de Fernando Oramas (ps. 220 a 235) fueron tomadas para Nómadas por OLGALUCÍA
JO RDÁN, y las de Mario Rivero (ps. 236 a 243) por PATRICIA LEÓN (marzo de 2004, Bogotá).
• Los cuadros La fe del indio carbonero de Ramón Torres Méndez y Por las velas, el pan y el chocolate
de Epifanio Garay, pertenecen al Museo Nacional de Colombia, con quien se ha convenido su
reproducción en este número de Nómadas.
• Le agradecemos a la Biblioteca Luis Ángel Arango el habernos permitido ilustrar la revista con
las imágenes de obras de Francois Desiré Roulin, grabados todos de 1825 y permitirnos también la
reproducción de obras de Ignacio Gómez Jaramillo y Óscar Muñoz.

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