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“Cultiva una vida de oración efectiva”

Mientras memorizaba Juan 15:7, tuve un momento de “ajá”, en el cual descubrí otro propósito
para atesorar la Palabra de Dios en mi corazón. Meditaba en las palabras, “si permanecéis en
mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”, vino
iluminación a mi mente. Empecé a unir pedidos de oración, a los versículos que tenía
memorizados. Esto ayudó a mantener mis oraciones enfocadas y alineadas con la voluntad de
Dios.

Cuando mi hijo tenía 15 años, se encerró más y más dentro de sí mismo y entró a una fuerte
depresión. Sentí que la única vía para salir de esa oscuridad, era aferrarse solamente a cuánto
Dios lo ama. Clamé al Señor y Él me mostró un pasaje de las Escrituras para orar por mi hijo.
Rápidamente, memoricé el versículo para orar diariamente y también, pedí a los guerreros de
oración que conocía, que oren las mismas escrituras por mi hijo.

Al orar en el poder de la verdad que cambia vidas, la Palabra de Dios, mi fe fue fortalecida y mi
oración fue reenfocada. En pocas semanas, la vida de mi hijo dio un cambio dramático. Salió
de su depresión, y el gozo del Señor vino a ser tan evidente, que antes de un año, comenzó a
liderar la alabanza en los servicios semanales de su colegio.

Muchos años después, también oré la poderosa Palabra de Dios en favor de mi hija Sara.
Mientras se acercaba su graduación de la facultad de leyes, comencé a orar el Salmo 90:17,
sobre su vida. Estaba pidiendo que el favor de Dios descanse en mi hija, mientras estudiaba
para su examen y la dirigiera en la decisión sobre, dónde debería practicar leyes. La primera
mañana de los tres días del examen, llegó. Sin embargo, durante la noche se enfermó y recibí
una llamada emocional, clamó por fortalecimiento y ayuda. Le dije que había orado sobre ella el
Salmo 90:17 y que Dios la llevaría victoriosa sobre todas las circunstancias.

Fue al examen aquel día y por la gracia de Dios y su favor, completó el primer día. También le
envió amigos que le llevaran sopa y medicina esa noche. Cada día, creció en fortaleza, pero
sintió que no había manera de pasar el examen, después del primer día de enfermedad.
Pasaron otros tres meses, antes de tener los resultados de la prueba. Todos estábamos
alrededor de la computadora vía Skype, para apoyar a Sara, mientras miraba en línea, los
resultados. Nunca olvidaré sus palabras, “¡Gracias a ti Jesús!” Pasó el examen y desde aquel
día, en Dios, ha establecido su trabajo como abogada defensora criminalista.

“Reflexión”

Toma un momento para reflexionar en las razones para atesorar la Palabra de Dios en tu
corazón y considerar cada uno.

1. ¿Necesitas más entendimiento del carácter de Cristo?


2. ¿Estas luchando con un pecado específico en tu vida?
3. ¿Necesitas guía y dirección en tomar una decisión importante?
4. ¿Necesitas desarrollar integridad, paciencia o humildad?
5. ¿Necesitas incrementar la efectividad en tu vida de oración?
6. ¿Qué propósito destaca más para ti? ¿Por qué?

Justamente, sin tener el “querer”, la memorización de la Escritura no consigue la meta de


atesorar la Palabra de Dios en tu corazón de por vida. Como alguien dijo alguna vez, “¡Si
disparas al aire, eso es exactamente lo que consigues!” Si quieres memorizar las Escrituras,
entonces establece un plan y trabaja hasta que funcione para ti. Piensa en eso como si
compraras un par de zapatos, algunas veces es necesario intentar diferentes planes antes de
encontrar el que calza en tu estilo de aprendizaje o estilo de vida.

Voy a compartir un plan contigo, que funcionó en mí. Pruébalo y entonces mantén lo que
funciona para ti y adapta el resto para que calce en tu estilo de vida. También, cuando usas un
par de zapatos al poco tiempo comienza a ser confortable, igual lo llevas a la zapatería cuando
necesita reparación o lo tiras y compras uno nuevo cuando se daña.

Sin embargo, si en tu jornada de memorización de las Escrituras te encuentras en una rutina,


cámbiala, repara tu plan, o toma uno totalmente nuevo. La idea es mantenerte enfocado, y no
permitir que el plan entorpezca tu progreso. Haz que funcione.

¿Qué versículos deberás memorizar? Un tiempo en mi estudio bíblico de la escuela dominical,


la maestra mencionó Miqueas 7:8, como una nota al margen de la lección principal. Me
encontraba en una batalla con un asunto en mi vida y había experimentado derrota, cuando
este versículo vino presuroso a mis oídos y fue directo a mi corazón.

Comencé a memorizar ese versículo ese día y lo he repasado cada tanto, especialmente
cuando enfrento desánimo en medio de la derrota momentánea. Sugiero que elijas un versículo
para memorizar que tenga un significado especial y propósito para tu vida.

Realiza una lista de versículos, que consideres importantes para tu vida hoy, puedes
seleccionar los que el pastor usó en la predicación el domingo, o en el estudio bíblico,
comienza con una meta pequeña, memoriza 4 versículos, uno por semana, durante un mes. Es
un buen punto de partida.

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