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Una Vida Una Historia Una Ficción PDF
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Emilio Arturo
Escenario 1
Tal parece que ese día nací. Lo digo, porque lo percibo como referente. Mi
memoria, se desplaza hacia atrás. Por esa vía configuro mi propio momento
inaugural. Sombrío. Como si, desde ahí, estuviera atado a un recorrido un
tanto previsible. Por lo que, en ese día, empecé a sentir el desasosiego propio
expresar el sentido que ha tenido mi recorrido. Incierto, desde ahí. Desde ese
ilusiones.
Lo mío, pues, fue otra cosa. Como si asumir la vida, hubiese tenido un
hubiese sido necesario crear la duplicidad del yo. En el entendido de que debía
ser así. Porque, de otra manera, no sería posible acceder al mínimo necesario
para no claudicar allí mismo; sin haber iniciado el vuelo.
Creo que fue un viernes. Digo esto, a pesar de no haber intentado nunca el
juego elemental aritmético de retrotraer el calendario. Tal vez, por miedo a
uno de esos hechos, ya estuvieran codificados. Es una figura paliativa que nos
induce a seguir adelante, viviendo. Pero, a decir verdad, en el caso mío; sin
haber podido saldar la deuda con la historia. Esa que no puede ser recorrida, ni
religioso y político. Perfil sin matices distintos a esos que ya estaban y que
habían permanecido desde 1810. Lo sentía como tósigo que ya había sentido.
No sé si en los sucesivos sueños que tuve desde el primer día. Y que, aún
hechos, al interior de una casa. En esta, los hermanos y las hermanas, no eran
otra cosa que figuras que percibía como sobrantes expresiones no
identificadas. Desde ahí. Desde ese momento, me percibí como sujeto
fueron voces vertidas al garete. Para quien pudiera asirlas y entenderlas. Tengo
escuchado las versiones libres que se hacían de las historias de las Mil y una
Ese que se sentaba en el tejado de las casas; una figura larguirucha. A la espera
hasta que las sorprendía la luz del sol y se ocultarían de manera inmediata. Su
Escenario 2
Independencia. Sitio convocante. Allí estaban los mangos; las pomas; el lago;
Curva del Bosque. Sitio al cual arribaban los bandidos: Pistocho y Pacho
otras veces. De todas maneras, zonas en las cuales se podían encontrar lo que
se conocía como “casas de citas”. Y se llamaban así, porque allí llegaban los
lo manejaban los médicos. Para todos y todas las demás, eran simplemente
creció mi madre. Su madre Sara y su padre Arturo. Hogar que fue creciendo
en residentes. Que la tía Nana; que la tía Fabiola; que los tíos Carlos, Israel y
Conrado. Que el trabajito del abuelo Arturo, cuidador de fincas en lo que era
la periferia: que la parte alta del barrio El Poblado; que la parte aledaña a la
carretera que conducía a Envigado. Con el correr del tiempo, tengo memoria
bellotas. Arturo Gómez. Hombre nacido a finales del siglo XIX. Tal vez
conoció de cerca algunos eventos. Que la Guerra de los Mil Días. Que a
Salvita ascendiendo en el globo inflado con helio. Y la tragedia de Salvita; que
murió en ese intento. Arturo Gómez, tal vez, conoció de la construcción del
túnel de la quiebra. Y, tal vez, conoció de la presencia del ingeniero Francisco
Cisneros; de origen cubano. Que dirigió la construcción de ese túnel y también
Pero estaban, también, los barrios Manrique, Aranjuez, Campo Valdés; San
Cayetano; Prado (situados al centro y nororiente. O Laureles, Belén (con sus
diferentes secciones); San Javier, Calasanz; Robledo.
Escenario 3
Por allí, por ese surco, fue delineándose la ciudad-centro. Mientras las
de Antioquia. Era todo el país. Porque los impulsores del desarraigo eran, al
mismo tiempo, los que azuzaban la violencia. Eran (…y siguen siendo), al
mismo tiempo, beneficiarios de la guerra. Por su condición usufructuarios de
los sucesivos regímenes. Tenían el control desde hacía mucho tiempo. Casi
de cristal y, “las vistas” (recortes de las cintas o las películas), con sus
acepciones “cuadros” (para designar a aquellas en las cuales aparecían los
protagonistas o los denominados “el muchacho” y la “muchacha”); o el
ejercicio de elevar las cometas (con sus variantes de capar hilo); o lanzar los
O el ejercicio de lanzar piedras con caucheras y las hondas (dos cuerdas que
teatros (salas de cine) de los barrios. Recuerdo los más importantes: Manrique;
impedía salir al ratón, designado o designada por quien quedaba libre por
carga montón (se escogía la víctima que tenía que aceptar que todos y todas
lo que hoy aparece como enfrentamiento entre bandas en los barrios y/o en los
colegios
físicos. Otros, accesibles, tolerantes, amigos (as). Que la sopa escolar (una
figura reducida del restaurante), a la cual accedían los niños y niñas cuyas
familias eran mucho más pobres que el promedio. Que el pan y la leche que se
entregaba en los recreos y que era posible, en razón al convenio con Caritas
jornadas, eran completas. Desde las 8:00 a.m., hasta las 11:30 a.m. y desde la
1:30 p.m., hasta las 4:30 p.m., de lunes a viernes. Los sábados de 8:00 a.m.;
hasta la1:00 p.m.
Escenario 4
El recuerdo no es vago. Tanto así que tengo claro el momento del primero.
Corría el año en que empecé a ver el mundo con los ojos de quien entra a
considerar otro camino. No ese que venía siendo protagónico. Es decir, ese
padre que deviene en un rol cercano al autoritarismo perverso. Pero ahí; sin
del grupo. Grupo sin sentido de pertenencia. Porque, entendido como colateral
a referentes plenamente definidos, en nuestro caso no tenía por qué existir.
más.
Siendo, como en realidad era, Norela una niña aproximada a los siete años.
consecuencia, una zozobra constante. Un sueño tras otro, sin término. Como si
no atinara a establecer con claridad mi estancia allí. En ese mundo hilvanado a
que bajara del tejado. Por el patio. Estando el padre, también vociferando. En
la misma casita. Los mismos insultos. Iban y venían. Uno y otro. ¿Pero qué
que hablaban los personajes. Desde afuera, por la ventana, la pantalla se veía
través de la cortina. Ella fue quien la enrolló para permitirme el espacio para
y por Ospina Pérez, y por Marco Fidel Suárez y por los azuzadores perennes.
Y con el frío de las nueve de la noche. Inclusive fui hasta la casa por un saco y
volví. Y ahí estaba ella; enrollando la cortina para que yo mirara. Y Enriqueta
Escenario 5
…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El
cerrados, a prueba de filtraciones plenas. Solo el gota a gota. Para potenciar las
que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la
barbarie, en cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen
usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos nueva
olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado nuestro tiempo
por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor
recompensa que primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.
Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los
periféricos, los sin nada, ahí; sin saber qué hacer ni para dónde coger. Y se
dinámica era crecer, sin crecer. Quedar flotando entre los imperios; entre sus
Sí; esa que conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los
derechos y los deberes; como quien aprende a tocar piano por
correspondencia.
si, cada año repitiera lo del año anterior. Sólo había momentos en los cuales
escapaba a la realidad. Esos en los cuales le daba al balón, en la calle. O,
cuando coleccionaba láminas y las pegaba en el folleto. El primero: héroes de
así, porque fue el primer puente en concreto, elevado; por debajo del cual
pasado por Versalles y por Santa Bárbara. Y, sentirlos más cerca aún, cuando
Pero había más, sin saber cómo y porqué, accedí a la impudicia religiosa.
las enseñanzas, por la vía más dolorosa posible. Sanando el alma, se alcanza la
virtud y se acumulan gracias para poder llegar a dios. Y yo allí. Asumiendo el
dicho: el que quiere llegar al cielo, debe purgar sus miserias y nada mejor que
vivir los dolores; tratando de simular los que sufrió y vivió Jesús.
Pretendiendo ser ungido.
a otro barrio; para volver a empezar. La cuarenta y seis entre la setenta y nueve
y la ochenta, sector de Manrique Central. Allí
Escenario 5
…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El
cerrados, a prueba de filtraciones plenas. Solo el gota a gota. Para potenciar las
que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la
barbarie, en cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen
usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos nueva
olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado nuestro tiempo
por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor
recompensa que primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.
Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los
periféricos, los sin nada, ahí; sin saber qué hacer ni para dónde coger. Y se
dinámica era crecer, sin crecer. Quedar flotando entre los imperios; entre sus
Sí; esa que conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los
derechos y los deberes; como quien aprende a tocar piano por
correspondencia.
si, cada año repitiera lo del año anterior. Sólo había momentos en los cuales
escapaba a la realidad. Esos en los cuales le daba al balón, en la calle. O,
cuando coleccionaba láminas y las pegaba en el folleto. El primero: héroes de
así, porque fue el primer puente en concreto, elevado; por debajo del cual
pasado por Versalles y por Santa Bárbara. Y, sentirlos más cerca aún, cuando
Pero había más, sin saber cómo y porqué, accedí a la impudicia religiosa.
las enseñanzas, por la vía más dolorosa posible. Sanando el alma, se alcanza la
virtud y se acumulan gracias para poder llegar a dios. Y yo allí. Asumiendo el
dicho: el que quiere llegar al cielo, debe purgar sus miserias y nada mejor que
vivir los dolores; tratando de simular los que sufrió y vivió Jesús.
Pretendiendo ser ungido.
a otro barrio; para volver a empezar. La cuarenta y seis entre la setenta y nueve
y la ochenta, sector de Manrique Central. Allí
Escenario 6
Y ya, sin Norela. Y todavía sin que surtieran los efectos esperados, las
por la cruz y por las afugias. Sujeto niño que desertó de la escuela y que fue
vejado por ello. Sujeto niño que entró en la etapa de los sin horizontes. Al
menos de esos que siempre escuché hablar a los adultos y adultas que
aspiraciones.
pesar de que el grupo seguía cosido con hilos endebles; sin ese cruce de
caminos que recrea algunos entornos familiares. Con una solidaridad formal
entre nosotros y nosotras. Ellas, la hermanas, ahí. Una ensimismada en sus
procesos internos. Las otras dos, ansiando ser matrimoniadas, lo más pronto
posible. Para ausentarse de ese territorio inhóspito, auspiciado por el padre y
por el hermano mayor. Una de ellas, desertando, hacia otro territorio de
erosionaban. Que viajaban conmigo a todas partes. Hijo menor que ya, desde
ese entonces, alucinaba. Creando espacios y personajes enfermizos. Ese yo
padre. Sujeto niño holgazán. Que viajaba al occidente, al lado del padre. A
vida, por hechos y situaciones que fueran adversas. De una u otra manera. Por
ejemplo, como cuando ansiaba la soledad, pero huía de ella. O como, cuando
sufría el azote de los sueños en los cuales era víctima o victimario. O como,
cuando escuchaba el estruendo de los truenos en una tormenta eléctrica. Pero,
fin, por todo o por casi todo. Porque, a decir verdad, me sentía bueno para
nada. Y no es que, ahora, esté exagerando esa angustia. Simplemente, los
hechos, están ahí. Estuvieron ahí. Los viví y sufrí yo. Siendo niño, entre
haciendo aún hoy, la muerte de toda esperanza; como quiera que esperanza es
extirpación de las ilusiones. Y que, por esto mismo, han lobotomizado los
creer que no pasó nada. Que los muertos y las muertas son solo invenciones de
los enemigos de la patria.
grupo familiar se desintegraba. Mejor sería decir que venía fragmentado desde
el primer día en que se hizo cuerpo visible. Ese grupo familiar vigente desde
antes de mi nacimiento. Pero que adquirió, para mí, presencia con el correr de
los años; de mis años. Ya, entonces, Chagualo y Fundungo fueron mi entorno.
Pero yo no accedía a él. Simplemente, ahí en la casita o en las casitas. Ya la
madre era esclava. Se hizo así, a partir de mis miradas y del proceso
construido en este país envuelto en miserias. Miserias intelectuales. Miserias
políticas. Pero, a la vez, país de violentos y de violentados. De violentos que
conducían con rumbo definido por ellos. Violentos que agredían aquí y allá.
Violentos que protagonizaban ejercicios aparentemente diferenciados; pero
no estaban anclados en una opción de vida diferente. Y no tenía por qué serlo.
materna, los domingos. Si donde Sara y donde Arturo Gómez. Una vida al
misma que conocí o que imaginé. Ya los barrios en las pendientes estaban en
pleno desarrollo. Ya apareció Castilla Y Pedregal y Alfonso López. Ya, hacia
problemas urbanos nos referimos más bien, tanto en las ciencias sociales como
zonas deportivas, centros culturales, etc.; en una gama de problemas que van
desde las condiciones de seguridad en los edificios (en los que se producen,
cada vez con mayor frecuencia accidentes mortales colectivos) hasta el
en esas condiciones. Lo que este sujeto niño perverso entendía, no iba más allá
del discernimiento de quien no tenía ni siquiera, a su disposición las
posibilidades que otorga la escuela. Más aún, reconociendo que, cuando hablo
de escuela, estoy hablando de lo básico. En una estructura escolar-académica
en donde el lugar para la profundización no existía. No iba más allá, como lo
mediato. Reconocimiento que no iba más allá de encontrar espacios para una
ocasionaban estigmas más lacerantes que las posturas religiosas asumidas por
sitio sin ningún nexo con los hermanos, las hermanas, el padre, la madre, las
abuelas… En fín imágenes que se erigían como mandantes sombríos y que me
Y era el año que marcaba el inicio de otra década. Quien lo hubiera creído,
ya había vivido casi dieciséis años. No era sujeto hábil para realizar
que me atormentan en mis sueños, exhibiendo una postura y una voz que me
¿Pero sería cierto eso? ¿De cuándo acá había adquirido algún criterio
vertiendo palabras. Sin poder construir una o dos frases con sentido. Solo, en
esos sueños tormentosos, venían a mí interpretaciones de lo cotidiano; de esa
Así fue, por ejemplo, como accedí a entender todo lo relacionado con la
continuación del exterminio. Veía, a ráfagas, lo sucedido con quienes no
accedieron al pacto bochornoso. A ese pacto entre los mismos. Pacto que
avasallaba a la democracia. Convertía en delito el solo hecho de aspirar a una
alternativa diferente. Y, sin saberlo, iba profundizando, todas las noches. Veía
estuviera flotando ahí. Y ellos y ellas, tratando de asirla. Mientras tanto los
aviones y la tropa de los jerarcas. Apuntándoles. Matándolos. Y los gritos de
rabia y las lágrimas y la ternura invitando a resistir. Y los jerarcas riendo en las
hijo del poeta. El mismo de la sagrada ciudad blanca. Impoluto. Hijo de poeta
que no sabe nada de la vida de los y las demás. Que mantuvo la línea de
que los bandidos eran quienes reclamaban justicia. Bandidos eran quienes no
niñas también. Muriendo ellos y ellas. Y sus madres. Y sus padres…y todos y
todas.
Y llegó otra vez el enamoramiento. Ahora estaban allí Rosita y Gudiela.
Dos niñas. Y les hablaba. Una a una. Como macho subrepticio. Pero,
profundamente, apegado a esos íconos. Me disipaban las angustias y los
tormentos. Las esperaba a la salida de la escuela. Yo corría raudo, al salir de
otra. Y ellas accedían. No sé por qué. Tal vez porque era adolescente
alucinado. Con toda la carga emocional de los sueños. Me fui volviendo
taciturno; de mirada profunda y triste. Tal vez por eso Rosita, la más cercana,
imágenes tormentosas. Porque con ella hablaba. Y ella decía “no sufras tanto
imaginaba una distancia absoluta. Allí quería estar solo. Pero tenía miedo a la
Y Gudiela ahí. Tal vez más bella que Rosita. Pero más distante. Más fría.
Me daba miedo esa actitud. Hablar con ella no suponía, como con Rosita,
verte. Mi familia no te quiere; pero yo sí. No puedo hacer nada, porque no soy
libre. Adiós”.
Escenario 7
a la carrera 46, entre las calles 77 y 78. Y fue creciendo, otra vez, mi deseo de
tragedia de los nómadas forzados; los de las travesías; los bombardeados; los
fusilados y decapitados. De los niños y las niñas muertas y muertos, al lado de
escuchado, lo leído. Y, por esa vía, conocí de Camilo Torres Restrepo. Todo
Porque, en el día a día, sentía morir por todos y por todas. Suplantar a quien
estuviera sufriendo. Para sufrir yo, en su reemplazo. Empezó el delirio, el
fuego. Terminar con el hijo del poeta y con quien lo siguió; el otro Lleras.
Porque el pacto entre los perdularios seguía vivo. Como viva seguía la
acechanza a los trasgresores y trasgresoras del orden establecido. Ya habían
Jesús, conocido dirigente estudiantil. Ella era de él. Y, por esto, volví a
alucinar. Volví a la tristeza que rondaba por ahí; como manifestación latente.
Como figura dispuesta a aparecer al menor descuido.
ella, sin mí; sin su patico, construyó futuro; arriesgando tanto o más que yo. Y
volví a la religiosidad enfermiza. Volvieron los ayunos y las laceraciones.
Escenario 8
Por fin terminó la crisis. Volví a realizar acciones. En veces, en los barrios.
mercado común regional. Y recorrí mil caminos, en esa ciudad que seguía
retrovisor, volví a 1959; cuando era lo que ya conté que era. Pero, intentando
cabían las opciones políticas y económicas, por la vía de entender una forma
de la división del trabajo. Obviamente a países como el nuestro, como
limitaciones.
precarios, súbditos. Y, por esa misma vía, conocí la teoría de Celso Furtado,
expresando la opción clásica del desarrollismo económico. Y conocí, además,
las teorías de Samir Amín (en la misma perspectiva del modelo de desarrollo
Lenin “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. Y conocí las teorías de partido
de Lenin, en lucha en contra de las postulaciones socialdemócratas en Rusia
(Los Mencheviques) y en Alemania (Rosa Luxemburgo). Y, muy
y solo mía. Cuando leí las obras de Mao y su descripción de la Gran Marcha,
antecedente de la Revolución China, me embelesé con su visión de Frente
Patriótico.
manera grupal. Con amigos y amigas coincidentes conmigo. Pero también con
personas que no compartían mis opciones. Pero, ahí, estuve con ellos y ellas. E
hice alfabetización de niños, niñas y adultos (as); teniendo como guía los
escritos pedagógicos de José Martí (fundamentalmente “El Siglo de oro”);
pero también trabajé con la teoría de Paulo Freyre. Y conocí, derivado de allí,
Pero, también, propuse una interpretación acerca del nexo del barrio con las
fue por esa expresión que se concretó uno de los eventos de masas más plenos,
Escenario 8
Pero había un gran vacío en mí. Por más amplia y apasionada que fuera mí
eso tenía que hacerse efectivo con el combate directo, armado. Por eso yo
por la vía de leer “El malestar en la cultura”. Pero, también leí, en esa
perspectiva, las interpretaciones de sociedad y desasosiego, de Hebert
Marcuse (en “Eros y Civilización” y en “El hombre unidimensional”). Y
empecé a asociar mi fragmentada interioridad, con el condicionamiento
Pero, simultáneamente, estaba leyendo a Kafka, sobre todo, sus obras “El
reconocía que nunca había tenido en cuenta los asuntos relacionados con la
compañeras mujeres.
fraternal. Una figura parecida a esos conglomerados que están, pero que
ninguno o ninguna de sus integrantes se reconocen el. Estar con alguien, pero
más profunda y dolorosa que los azotes que yo mismo me infringía; cuando
aspiraba a la santidad. Cuando pretendía evadir la realidad, por la vía de
inventarme un universo que tenía como centro la divinidad. Esa que deviene
de una concepción de dios y de sus efectos colaterales. Pues si que esos
sueños; en los cuales cabalgaba en un ser deforme. Parecido al caballo alado,
pero con los ojos desorbitados y con las orejas de conejo y con unos dientes
afilados, acezando. Buscándome; y yo encima de él. Vertiendo un líquido rojo,
alusivo a la sangre que derramaban miles de seres que estaban a lado y lado
Y me decían “patico, vuelve por nosotras. No nos dejes al garete, por favor “.
Como paralizado todo. Sin mover ningún músculo. Y, entonces, veía al hijo de
abuelos, con sus miradas perdidas, absortos y absortas. Y, los niños y las niñas,
estaban también ahí dibujados y dibujadas, con inmensos ojos tristes. Y,
Y veía a María Cano y a Torres Giraldo. Este último gritaba. Y María Cano
obedecía. Y la vi trajinando mil caminos. Y la escuchaba en sus discursos. Sus
manos izadas y repetía lo de la masacre las bananeras. Y me decía que eso iba
campesinas. Que los niños y las niñas. Y me decía que leyera los poemas de
volviera a leer el Canto General de Neruda. Y que, leyera las Venas Abiertas
de América Latina y que entendiera el mensaje de Galeano.
mirada en vacío; sin nada en ella. Creo que así debe ser la locura profunda.
Creo que así fue la locura de Van Gogh y la Nietzsche y la de Kafka. Y, ahí,
Escenario 9
último de la lista del Gran Pacto. Conocí y actué ante el grosero fraude en las
beneficiarios del Frente Nacional; de ese Pacto entre reyezuelos. Ese que
en sus calles. Con la bandera de la dignidad. Y llamé a todas las puertas. Y les
dije a todos y a todas que ahí estaba la opción. La Guerra total en contra de los
mandarines perversos y su ejército. Y hablé de la necesidad de la lucha
misma pasión de siempre. Y volvían los sueños. Y ahí estaba el hospital. Y ahí
los hombres de blanco, aplicándome otra vez la dosis que paraliza. Y, yo
despedí del padre y de la madre. A nadie más dije nada. Tampoco hubo
mensajes. Para qué; si ya los había enviado todos. Si ya había dicho lo que
en mí, aparecía una especie de coraza. Endeble, pero coraza al fin. Las
a leer “La Vorágine” de José Eustasio Rivera. Y volví a leer “Doña Bárbara”,
Y llegué en plena época de lluvias. Había pasado por el Meta. Y, desde allí,
volé a San José de Guaviare; entonces vinculado geográficamente, a la
Comisaría del Vaupés. Desde allí, por inmensos lodazales, unas veces a pie y,
cosas que asumo. Y, en lo afectivo, no es la excepción. Con ella, Nelly, fue así
ella y al velero. Sola, sin sus hijas. Y me hablaba, a gritos: otras veces la veía,
tan reacio a expresiones formales. Pero, en ella, veía a una mujer plena. Nunca
me arrepentí de haberla llamado así; ni de haberle hablado del cielo y de la
tierra. De lo que había sido y de lo que era en ese momento. De mis soledades
Sin más limitaciones y sin más aliciente que el de vernos. Nos mirábamos, en
la Cooperativa. Yo la miraba; ella, lo mismo. Sin importar nada más; ella y yo.
también allá; como en la ciudad donde nací. Como en todos los momentos
vividos antes de estar aquí; antes de conocer a Nelly. Pero, ahora no es como
antes. Ahora está ella. Y ella me convocaba a trabajar por dilucidar el lenguaje
perdido. Otra vez sin referentes. Volvía sobre mí mismo, sobre mis soledades
y mis miserias. Y la buscaba a todo momento y en todos los sitios. Necesitaba
de que estuviera en la lejanía absoluta. Sin nadie en derredor. Solo ella y yo.
debilidades. Ante todo, en lo que tiene que ver con el entendido de humanidad
y su concreción en hechos efectivos; y no tanto en simples expresiones,
Escenario 10
tiene la vida, para ellos y para ellas. Lo cierto es que aquí estaban. Otros y
otras habían nacido en este tiempo, aquí en este sitio hospedante, un tanto
Y, entonces, conocí a Edison. Con quien compartí ese tipo de trabajo con
los niños y las niñas. Fue, algo así, como mi cómplice. Y no solo en ese
trabajo; también en el rescate que hicimos de un periódico que había dejado de
voces, en lo que dimos por llamar “La Voz de la Selva”. Desde ahí, en los
fines de semana, convocábamos a los y las habitantes. Expresábamos palabras
original.
Y Leticia ya estaba en mí. Nuestra realización corrió en paralelo con mi
relación con Nelly. Las dos lo sabían. Lo aceptaban, tal vez, por la posición
que ellas habían construido, a puro pulso, con respecto a la condición de
amantes y amadas.
Mujer, Leticia, práctica; vivencial. No tenía posiciones soportadas en
que estaba ante el tipo de mujer que siempre había anhelado. Pero, decirlo y
sentirlo así, podría aparecer como deslealtad ante todo lo vivido en el pasado
La llamaba “La negra”. Y con ella viví y sentí. No tengo, ahora, la fuerza y
mis conceptos, no son tan firmes y tan transparentes como hubiese querido. O
como quiero, entendiendo este presente como extensión de todos esos
presente y la cobertura lógica que deben tener las acciones. Una racionalidad
ortodoxa. Sin embargo, con ella no fue así. Me comportaba a la altura de sus
sensación de haber dejado en ella, una huella imborrable. Huella que, por su
significado, me hace ver a mi mismo como sujeto inconsecuente con sus
valores y principios. Una especie de bandido que no supo ni quiso indagar por
ella. De, al menos, haber intentado precisar por la hondura de esa huella.
Quedará para la historia esa latencia que me ha acompañado desde ese tiempo.
Esto que escribo ahora, tal parece que lo he escrito siempre. Una vez pasan
los acontecimientos, siento que estoy en deuda. Porque, en un día cual quiera,
estando con ella, volvieron los sueños. Volvieron con la misma carga de
siempre. Con esas imágenes que me laceran y que castigan mi modo de ser.
Otra vez, sujeto de perdición. La realidad se desvaneces y, en su lugar, se
Escenario 12
territorio tan querido por mí. En donde había conocido tanta gente generosa.
el espíritu. Que debía partir dos días después. Que, allí, en El Retorno había
vivido corto tiempo; pero de una manera tan intensa que podrían sumar cien
años. Lo nuestro, le dije, está ahí. Que sea lo que tu quieras; al menos en
esto. Mi amor por ti es inmenso; pero debes entender que me debo a mis hijas
y a la lucha que recién comienza. O que, al menos para mí, comienza cada día
y que será así hasta que ya no pueda mirar la salida y la puesta del Sol. Y así
fue.
Con Leticia, la despedida tuvo visos de acción ejemplar. Porque así era ella.
Sin mirarme, con esa mirada inmensa como siempre lo hacía, me dijo “que
Dios te proteja”. Y no más. Sentí, otra vez, ese vacío que había sentido antes,
cuando no vi más a Gudiela.
La reunión con Edison y con los y las demás, estuvo marcada por ese tipo
de discusiones en donde predomina la racionalidad y el ejercicio propio de la
Simplemente, la vida, es así. En veces, hay que estar de acuerdo con esa
opción coloquial: “o lo toma, o lo deja”. Una cruda simpleza; pero opción al
me caracteriza, respondí que “lo hecho, hecho está”. Vaya respuesta. Porque
yo, en ese tiempo. Ya, tal parece, que no quedaba nada de la racionalidad y la
derrota, irreversible.
del alza en los servicios públicos. Estuve en el barrio Caicedo, en el barrio Las
Américas y en Buenos Aires y en Doce de Octubre y en El Pedregal y en el
barrio Castilla. En fin, volvía a la febril actividad que me había caracterizado
de tiempo atrás.
Escenario 13
empezamos. De mi parte, una pasión tan grande como las otras veces. Y es
que, ese tipo de posiciones, han estado ahí, conmigo. Reitero en mi convicción
esto, mi tránsito hubiera sido inocuo. Porque, en fin de cuentas, eso es lo que
por algo que expresé arriba). Ya estaba inmerso en ella. Nunca me había
imaginado esa experiencia y esa sensación de felicidad. Tal vez, nunca antes,
había sentido esa sensación. Como saber que existe una réplica, creativa de tu
auxiliador y agitador en las huelgas. En eso me inicié, casi desde que tenía
memoria.
Los Sindicatos han sido, al menos para mí, una opción más vinculada con
la teoría del leninismo que con una convicción efectiva, real. La teoría de la
Dictadura del Proletariado, no era más que un referente un tanto formal. Lo
que si era cierto es mi entendido de proletariado. Fundamentalmente obreros,
vinculados a las fábricas. Los otros trabajadores no eran otra cosa que
instrumento accesorio. Sujetos que aprendían de la lucha; por lo mismo de
pesar de la acción de los y las personas que han renegado de su pasado; sigue
“A lo largo de los cuarenta años que van desde 1830 hasta 1970 se oye una
las clases laboriosas. En vano, como dice Sismondi, se hará crecer el trigo para
los que tienen hambre, o se fabricarán vestidos para los que andan desnudos, si
no están en condiciones de pagar.
Este grito que brota de la miseria es irreprimible. Por eso, la voz reanuda su
queja monótona. Poco a poco, esta voz se afirma: al grito del sufrimiento se
mezcla un grito de esperanza.
centrales del movimiento obrero: Por el poder, hasta nuestra vida damos. Por
la dignidad, siempre estaremos en pie de lucha.
fundamental y básico. Este último, siempre luchó por dejar de lado ese tipo de
ilusiones que, independientemente de la connotación un tanto peyorativa que
caricatura de revolución.
Y es que, en nuestro país, se había enquistado, entre los grupos
revolucionarios, una manera de ver la lucha anti-capitalista, como simple
radicales. Pero que, en fin, de cuentas no eran y son otra cosa que discursos
inocuos; sin sentido. Una especie de radicalidad y de discurso revolucionario,
proponen alternativas, desde posiciones cómodas, sin las afugias del obrero o
las expresiones en la CTC y en la UTC, no fueron otra cosa que satélites de los
Partidos Liberal y Conservador. Casi podría afirmarse que en Colombia nunca
Tal vez, el fundamental, tiene que ver con la manera con la cual abordé las
reclusiones. Aquí y allá. Sujeto que era depositario de mil unos experimentos
movimiento sindical. Con todas las precisiones hechas. Con todos los
“…La mayor parte de vosotros vais a ser puestos en libertad; todos sin
les está reservado un título más digno; no dejarán a otros el mérito de volverse
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bienhechores…”.
Ya estaba posicionado en mis convicciones. Mis valores los defendía, con
Marcha y que derivó en el triunfo del Ejército Rojo Chino sobre los
Frente Patriótico, vinculado al Partido, pero diferente a él. Algo así como que
los y las dirigentes de Frente Patriótico no tenían que ser militantes del
Partido. Ellos y ellas, eran militantes del Frente Patriótico. Ahora bien, en
aplicación del concepto de gobierno revolucionario popular; el Ejército
asumido y lo vivido hasta ese momento. Una especie de opción trotskista, por
Internacional.
Obviamente que se trataba de un cuestionamiento a lo hecho hasta ahora.
Con lo complejidad que esto conlleva, Porque suponía la erradicación, en lo
que esta acotación tiene de opciones que, como, por ejemplo, validar la lucha
armada, desde una interpretación de guerra campesina; pero con una dirección
de partido, comprometida más con una interpretación del marxismo y del
del Partido; como corresponde a una plena aplicación del ejercicio dialéctico y
de una estructura de partido que, inclusive, había sido avalado por Lenin, a
partir de la intervención de León Trotsky, en todo el proceso de confrontación
a la posición estalinista.
una cosa era estar en desacuerdo con determinado tipo de orientaciones y otra,
Esto no supone plantear una posición que reivindique a los pobladores como
vanguardia, así en abstractos. Es y ha sido, más bien, entender que los obreros
reivindicación.
necesariamente, implica que estén diluidas. Están ahí, conviven ahí; haciendo
reflejan en el Estado; para lanzar una ofensiva. Ya no tanto, por la vía simple
como clase única dominante; ni el Frente Burgués que articula a las fracciones
de clase van a entregar el poder de manera pacífica. La violencia
hace parte de un proceso dirigido por el partido obrero y; por esa vía, es la
poder.
quien hace centro en eses bloque o frente burgués; los trabajadores y las
una crisis generalizada de ese sector. Pero sin que esto implique la pérdida del
control obrero a lo clásico; es decir por la vía de su partido. Era y es, inducir
una crisis que repercuta en el Frente Burgués. Crisis que, sin caer en el
oportunismo propio de la lógica formal, pueda derivar en una crisis política en
ese Frente Burgués. Fisuras que pueden, a su vez, permitan la concreción de la
control político. Por muy fuertes que sean las contradicciones. Inclusive, por
Burgués. Así mismo cuando se hizo lo propio, en general, con los trabajadores
y las trabajadoras al servicio del Estado. Porque, de por sí, esto constituyó una
desvertebración en lo que hace al reconocimiento del eje de intervención. Con
CUT, tuvo y tiene que ver con el hecho de entronizar a los y las dirigentes de
estas organizaciones sindicales estatales, como hilo conductor. Esto traduce
Escenario 14
Y llegó la ruptura. No pude asumir el rol propuesto, sin quererlo, por parte
contradicciones con ella y esto, de por sí, propició la ruptura con ella.
suyo. Para mí, Estela, llegó así. De un momento a otro. Pero produjo, en mí,
una conmoción absoluta, profunda. Y, por esto mismo, tuve que asumir
difícil. Pero que supe asumir con la entereza de quien ama y de quien no se
arrepiente nunca de ese tipo de decisiones.
en eso de que, fijarse en alguien y/o enamorarse de alguien esté cruzado por el
hecho de compartir opciones ideológicas y/ políticas. El asunto (el
Mucho menos el hecho de que la unión sea refrendada ante alguna autoridad
En el caso mío, insisto en ello, ha habido una posición que vincula la vida
género. De tal manera que no se puede argüir que lo mío sea una
que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar
las condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso
determinado.
que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular,
para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y
han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo
transmitidas.
Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se
a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como
comportamiento.
Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como
que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con
cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como
de análisis, se expresaba con todo rigor ese principio básico que reivindicamos
como válido: la imposición de valores construidos a partir de los paradigmas
esa perspectiva, que “lo conciente” (...así como ahora), no era otra que la
Visto así, entonces, cada hombre y cada mujer, en el caso de las relaciones
heterosexuales y/o cualquiera sea la opción afectiva; define su posición, en la
relación.
paralelo, con mi actividad sindical. Yo, seguía exhibiendo una opción sindical
Como, por ejemplo, cuando en una determinada ciudad, los pobladores ejercen
su poder con respecto a determinado tipo de reivindicaciones. Y, siendo así, se
aquí trascritos hacen parte de un acervo teórico que, aunque algunos son
posteriores al momento narrado, expresan el tipo de contexto político que ha
dirigido mi actuación.
tenaz conmigo mismo. Como cuando uno siente que aquello del respeto por la
autonomía de su pareja; se convierte en un reto que convoca a ser enfrentado
ellas. Pero, todo camino por andar exige la identificación plena de los
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la vida. Había dejado atrás, si alguna vez la tuve, la certeza facilista. Aquella
Sobra decir, por lo escrito hasta aquí, que cada paso, cada día, cada opción,
las fui asumiendo en la verticalidad que siempre me ha acompañado. Pero que,
ahora, se hacía mucho más exigente y, por lo mismo, más desafiante. Ha sido
lo que podría llamarse “un estilo de vida”. Estilo que me ubica, de manera
constante, en un sujeto herético. Es apenas obvio suponer el esfuerzo que esto
reclama. Porque, ahí en esa manera de vivir la vida; se pone en juego la misma
existencia. No tanto porque pueda darse la muerte física, por tristeza y por
soledad; sino porque el sentido de vida debe tener siempre una posibilidad que
lleno de vulneraciones.
Y no es que haya existido o exista una propuesta que ubica a los otros y a
las otras como responsables de mi soledad, o de mis visiones enfermizas; o de
sin exhibir ese soporte de las acciones únicas, sean o no aceptadas por los y las
demás.
sumatorias que incluían esos acumulados; pero que además incluían una
sinrazón que me iba invadiendo. Un alejar de lo real, por la vía más
angustiante. Por la vía de no reconocerme como sujeto válido, conciente. Y, a
juego lo que era y lo que eran mis hijos y mi hija; y lo que era Estela, como
mujer cercana y que amaba y amo.
De regreso a Bogotá, se reiteró la actitud solidaria de los amigos más
cercanos en ese momento. Jorge Luis Villada, Moisés Almanza; Víctor Daza;
Alfredo Peña; María Teresa. Sin ellos y ellas no hubiera sido posible sortear de
quienes lo necesiten.
Mi actividad por ese entonces, estoy hablando de la década noventa, se
creyendo que nuestra alma Mater nació cuando ellos y ellas llegaron. Era la
época del modelo de apertura económica como parte del programa de
Chicago. Uno de los aspectos más relevantes tenía que ver con la privatización
de las entidades y empresas públicas. El argumento central, estaba del lado de
manera nueva de validar las opciones propias del capitalismo que no reconoce
ejecutores, aspectos como los relacionados con la teoría del Estado social de
los primeros eventos, en esa perspectiva, tuvo que ver con el Congreso
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la vida. Había dejado atrás, si alguna vez la tuve, la certeza facilista. Aquella
Sobra decir, por lo escrito hasta aquí, que cada paso, cada día, cada opción,
las fui asumiendo en la verticalidad que siempre me ha acompañado. Pero que,
ahora, se hacía mucho más exigente y, por lo mismo, más desafiante. Ha sido
lo que podría llamarse “un estilo de vida”. Estilo que me ubica, de manera
constante, en un sujeto herético. Es apenas obvio suponer el esfuerzo que esto
reclama. Porque, ahí en esa manera de vivir la vida; se pone en juego la misma
existencia. No tanto porque pueda darse la muerte física, por tristeza y por
soledad; sino porque el sentido de vida debe tener siempre una posibilidad que
lleno de vulneraciones.
Y no es que haya existido o exista una propuesta que ubica a los otros y a
las otras como responsables de mi soledad, o de mis visiones enfermizas; o de
sin exhibir ese soporte de las acciones únicas, sean o no aceptadas por los y las
demás.
sumatorias que incluían esos acumulados; pero que además incluían una
sinrazón que me iba invadiendo. Un alejar de lo real, por la vía más
angustiante. Por la vía de no reconocerme como sujeto válido, conciente. Y, a
juego lo que era y lo que eran mis hijos y mi hija; y lo que era Estela, como
mujer cercana y que amaba y amo.
De regreso a Bogotá, se reiteró la actitud solidaria de los amigos más
cercanos en ese momento. Jorge Luis Villada, Moisés Almanza; Víctor Daza;
Alfredo Peña; María Teresa. Sin ellos y ellas no hubiera sido posible sortear de
quienes lo necesiten.
Mi actividad por ese entonces, estoy hablando de la década noventa, se
creyendo que nuestra alma Mater nació cuando ellos y ellas llegaron. Era la
época del modelo de apertura económica como parte del programa de
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la vida. Había dejado atrás, si alguna vez la tuve, la certeza facilista. Aquella
Sobra decir, por lo escrito hasta aquí, que cada paso, cada día, cada opción,
las fui asumiendo en la verticalidad que siempre me ha acompañado. Pero que,
ahora, se hacía mucho más exigente y, por lo mismo, más desafiante. Ha sido
lo que podría llamarse “un estilo de vida”. Estilo que me ubica, de manera
constante, en un sujeto herético. Es apenas obvio suponer el esfuerzo que esto
reclama. Porque, ahí en esa manera de vivir la vida; se pone en juego la misma
existencia. No tanto porque pueda darse la muerte física, por tristeza y por
soledad; sino porque el sentido de vida debe tener siempre una posibilidad que
lleno de vulneraciones.
Y no es que haya existido o exista una propuesta que ubica a los otros y a
las otras como responsables de mi soledad, o de mis visiones enfermizas; o de
sin exhibir ese soporte de las acciones únicas, sean o no aceptadas por los y las
demás.
sumatorias que incluían esos acumulados; pero que además incluían una
sinrazón que me iba invadiendo. Un alejar de lo real, por la vía más
angustiante. Por la vía de no reconocerme como sujeto válido, conciente. Y, a
juego lo que era y lo que eran mis hijos y mi hija; y lo que era Estela, como
mujer cercana y que amaba y amo.
De regreso a Bogotá, se reiteró la actitud solidaria de los amigos más
cercanos en ese momento. Jorge Luis Villada, Moisés Almanza; Víctor Daza;
Alfredo Peña; María Teresa. Sin ellos y ellas no hubiera sido posible sortear de
quienes lo necesiten.
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Notes
[←1]
Castells, Manuel; “Movimientos sociales urbanos”. Siglo XXI Editores, segunda edición en
español, 1976, página 5
[←2]
Dolleans, Eduard. “Historia del movimiento obrero, primer tomo; sexta edición, 1957.
[←3]
Palabras del presidente del Tribunal de Valenciennes. Citado en la obra citada de Eduard Dolleans,
página 71.
[←4]
“Las mujeres y el periodismo en Colombia”, investigación compartida.