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INMUNOLOGÍA

BÁSICA
PARA
ESTUDIANTES
DE MEDICINA

I
NSTI
TUTOPOLI
TÉCNI
CONACI
ONAL
Q.B.P. Martha García García
M.H.C.P. Vicente Rosas
Landa

INMUNOLOGÍA
BÁSICA
PARA
ESTUDIANTES
DE MEDICINA

I
NSTI
TUTO POLI
TÉCNI
CO NACI
ONAL

2
INMUNOLOGÍA
BÁSICA
PARA
ESTUDIANTES
DE MEDICINA

Q.B.P. Martha García García


Profesora de Inmunología
Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía
del Instituto Politécnico Nacional.
Becaria de COFAA y EDD del I.P.N.

M.H.C.P. Vicente Rosas Landa Lechuga


Profesor de la Sección de Estudios de Posgrado e
Investigación
Escuela Nacional de Medicna y Homeopatía del I.P.N.
Becario de COFAA y EDD del I.P.N.
Llega esta obra, a la comunidad estudiosa del
Instituto Politécnico Nacional, sin fines de lucro.

Inmunología básica para estudiantes de medicina


Q.B.P. Martha García García
M.H.C.P. Vicente Rosas Landa Lechuga
D.R. © 1999 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
ISBN 968-7001-46-1
Primera Edición

Impreso en México

PRESENTACIÓN

La actividad editorial desarrollada por el


Instituto Politécnico Nacional, está encaminada
4
al cumplimiento de objetivos fundamentales,
tales como: el abatimiento del costo de los
textos de apoyo para los planes de estudio de
diversas carreras y disciplinas que se cursan en
la institución, y el estímulo al profesorado para
que su esfuerzo en el campo de la investigación
técnica y científica y su experiencia en la
cátedra, se plasmen en volúmenes que circulen
entre el mayor número de estudiantes, docentes
e investigadores.
En este contexto, iniciamos la publicación de
una nueva colección de libros institucionales de
carácter académico y costo reducido, que ofrece
a los jóvenes estudiantes de los niveles medio
superior y superior un acceso más directo hacia
el conocimiento forjado en el esfuerzo y la
dedicación de los docentes e investigadores del
propio Instituto.
Este material bibliográfico especializado, se
nutre en parte de trabajos originales de nuestra
planta de profesores, lo que reviste la mayor
importancia puesto que además de contemplar
de forma particular los aspectos pedagógicos
específicos que desarrollan en su práctica
diaria, permite incentivarlos y demuestra que en
México contamos con la suficiencia científico-
técnica que nos permitirá impulsar el desarrollo
del país.

Este programa editorial pretende abarcar gran


parte de las materias que integran el conjunto
de planes de estudio del Instituto y reflejar en
sus publicaciones la unificación de esfuerzos y
voluntades que, sin lugar a dudas, repercutirán
en una entusiasta aceptación estudiantil.
Además, se inserta en el espíritu que ha
distinguido siempre al Politécnico, de realizar la
encomiable tarea de llevar el conocimiento
científico y tecnológico a los sectores
mayoritarios de nuestro país.
En un periodo histórico como el que vivimos,
esta tarea reviste suma importancia, ya que se
hace en extremo urgente extender la ayuda
institucional para que nuestros educandos
encuentren los apoyos que les faciliten el
continuar sus estudios profesionales, tan
necesarios para el desarrollo de la nación.
Este proyecto editorial seguramente marcará
un nuevo rumbo en el proyecto académico del
Instituto Politécnico Nacional, e impactará en la
educación tecnológica y en el desarrollo integral
del México del siglo XXI.

Diódoro Guerra Rodríguez

INDICE

Prólogo------------------------------------------------------------11

Capítulo primero
Antecedentes históricos------------------------------------------13

Capítulo segundo
6
El sistema inmune------------------------------------------------23
Inmunidad innata ------------------------------------------23
Inflamación -------------------------------------------------29
Inmunidad adquirida --------------------------------------31
Inmunidad del calostro y la leche humana---------------33

Capítulo tercero
Anatomía del sistema inmune-----------------------------------37
El timo-------------------------------------------------------39
La médula ósea---------------------------------------------40
Órganos linfoideos secundarios---------------------------41
El bazo-------------------------------------------------41
Ganglios linfáticos-----------------------------------------42

Capítulo cuarto
Células que participan en la respuesta inmune---------------45
Linfocitos----------------------------------------------------47
Células NK--------------------------------------------------53
Fagocitos mononucleares----------------------------------54
Células presentadoras de antígeno------------------------55

Capítulo quinto
Antígenos, inmunógenos e inmunogenicidad------------------57
Vía de administración, dosis y estado físico del Ag.----60
Constitución genética--------------------------------------60
Adyuvantes--------------------------------------------------60
Antígenos timo dependientes y timo independientes----61

Capítulo sexto
Anticuerpos-------------------------------------------------------63
Capítulo séptimo
Antígenos de histocompatibilidad------------------------------71

Capítulo octavo
El sistema del complemento-------------------------------------77
Vía clásica---------------------------------------------------78
Vía alterna---------------------------------------------------78
Vía de ataque a la membrana-----------------------------81
Actividades biológicas-------------------------------------82
Regulación--------------------------------------------------83

Capítulo noveno
Inmunidad celular y cooperación celular
en la respuesta de anticuerpos----------------------------------85

Capítulo décimo
Ontogenia---------------------------------------------------------97

8
PRÓLOGO

Durante más de veinticinco años como docente, muchos de


ellos dedicados a la enseñanza de la inmunología en las
escuelas del Instituto Politécnico Nacional, he podido darme
cuenta que al estudiante de medicina se le dificulta
comprender y por lo tanto aprender la materia, esto quizás
por que el enfoque de la carrera esta más orientado hacia el
área clínica que hacia las ciencias básicas.

Por mucho tiempo solo tuvimos acceso a literatura


actualizada en idioma inglés, lo que significaba una dificultad
más para el aprendizaje de esta disciplina.

Actualmente, aunque ya se cuenta con traducciones


recientes en nuestro idioma, el costo de los textos resulta
inaccesible para el grueso de nuestros estudiantes; además de
que la dificultad técnica que representa la traducción, provoca
que en un buen número de casos sigan siendo libros muy
complejos.

En 1991 se tuvo el acierto de incorporar al plan de estudios


de la carrera la materia de inmunología básica, lo que
posibilita a los estudiantes la comprensión de los defectos del
sistema inmune que se presentan en un importante número de
padecimientos cuya etiología es aún desconocida y con esto
comprender el enfoque actual de las diversas terapéuticas
utilizadas para combatirlas.

11
Por todo lo anterior y aprovechando la oportunidad que la
actual administración del I.P.N. brinda a sus docentes para la
publicación de libros de texto a bajo costo, decidí realizar este
libro, con la finalidad de proporcionarle al estudiante de
medicina un texto barato, actualizado y de fácil comprensión,
que lo lleve de la mano hacia los conocimientos básicos de la
inmunología y lo estimule a seguir profundizando en textos de
mayor complejidad el estudio de esta maravillosa disciplina.

Pude llevar a feliz término este libro gracias a las


facilidades que me brindó la E.N.M. y H. a través de su
Director, el Dr. Ramón E. Rodríguez Martínez y al apoyo
académico, técnico y moral del Dr. Vicente Rosas Landa L.

Q.B.P. Martha García García.

CAPÍTULO PRIMERO
ANTECEDENTES HISTÓRICOS

12
La Tierra data de hace 4,500 a 4,600 millones de años
aproximadamente, mientras que los primeros restos fósiles
cuentan apenas con 3,500 millones de años.

Los primeros seres que aparecieron fueron obligadamente


unicelulares, pero su necesidad de evolucionar los llevó a
formar organismos pluricelulares, para que esto sucediese,
empezaron primero reconociendose entre ellos,
posteriormente se produjeron mutaciones, formandose
entonces una gran diversidad, todo esto gracias a la división
génica (Susumo Ono).

La capacidad para reconocer lo propio de lo extraño existe


desde los seres unicelulares (ej. reconocimiento entre
paramecias, amibas, etc.). Esta diferenciación máxima en
unicelulares se da a nivel de los organelos, mientras que entre
los organismos pluricelulares lo que existe es diferenciación
celular.

Los organismos pluricelulares empezaron a desarrollar


mecanismos de defensa para protegerse, creando una barrera
de protección contra las agresiones del medio, pero sobre
todo para impedir el paso a los unicelulares (los cuales podían
pasar desapercibidos, además de que ya eran exitosos y
estaban ahí).

La diferenciación llegó a su máximo con el Homo Sapiens


hace aproximadamente 160,000 años, creyéndose entonces
que el hombre había aparecido en Asia. El hombre de América
data de hace 30,000 años. Actualmente existe una teoría, muy
en boga, de que América del sur y Africa estaban unidas,
formando la tierra un sólo bloque y al separarse dieron lugar a
dos Continentes. Esta teoría afirma que la vida se inició en
Africa y que probablemente el primer hombre fue negro.

13
Las enfermedades empezaron con el sedentarismo y el
hombre empezó a notar que había enfermedades que se
transmitían; también se dio cuenta que ciertas enfermedades
aparecían únicamente en grandes congregaciones (ej. el
sarampión sólo aparece en comunidades de más de 250,000
habitantes).

La prevención fue una aportación del pueblo chino que


data de hace 3 ó 4 mil años, estos descubrieron que cuando
ponían a secar el material de las pústulas de los enfermos de
viruela y se lo daban a aspirar a sujetos sanos, conseguían
protegerlos. Todas las medidas de protección que se han
tomado desde siempre han tenido como objetivo prevenir las
enfermedades, pero particularmente a los sujetos más
susceptibles.

En el año 429 a.C. Tucídides de Atenas, hace referencia en


sus escritos que cuando la plaga azotó la ciudad, las personas
que sanaban podían cuidar a los enfermos sin contagiarse.

En sus escritos del siglo XVIII Voltaire menciona la


costumbre practicada por los turcos de inocular a sus hijas
con el material obtenido de las pústulas de los enfermos de
viruela que presentaban el padecimiento en forma benigna,
esto con el objetivo de preservar la belleza de sus hijas. La
esposa del embajador de Inglaterra en Irán Lady Mary
Wortley Montagú por temor a la viruela pidió que le aplicaran
a su hijo el tratamiento, con lo cual el niño jamás contrajo la
viruela. De regreso a Inglaterra presentó el método a los
Lores, denominandolo variolización, pero estos no le
prestaron atención, tachando el método de brujería.

Pasaron muchos años para que Edward Jenner, un médico


Inglés(1749 -1823) se diese cuenta de que podía existir
protección contra la viruela. Un día que se encontraba en la
casa de un enfermo de viruela, llegó hasta la puerta una mujer,
a la cual trató de impedir el paso, diciéndole que había viruela

14
en la casa, ésta no se amedrentó y penetró a la casa diciendo
“no se preocupen, quien ha padecido la viruela de las vacas
nunca padecerá la otra viruela”. A partir de ese momento
Jenner se dedicó ha estudiar la viruela de las vacas, tomó
material de las pústulas de la ordeñadora de vacas Sarah
Nelmes y la inoculó en el brazo de un muchacho llamado
James Phillips, aproximadamente dos meses después le
inoculó al mismo muchacho material de una persona enferma
de viruela y no se enfermó. Su descubrimiento se extendió por
todo el mundo y gracias a ello se pudo erradicar la viruela.

De cada 100,000 habitantes morían 20,000 de viruela,


mientras que sólo 1 de 100,000 vacunados con vaccinia
presenta un cuadro grave post-vacunal.

Posteriormente, un químico francés llamado Louis Pasteur


(1881), estudiando el cólera en las aves observó que un
cultivo de Pasteurella aviseptica abandonado durante las
vacaciones se “atenuaba”, es decir perdía su virulencia; ya
que los animales inoculados con éste no se enfermaban o
presentaban la enfermedad de forma más leve, quedando
inmunes al inocularlos posteriormente con un cultivo fresco.
Después de estos hallazgos encontrados fortuitamente,
Pasteur preparó una vacuna contra el carbunco, incubando el
Bacillus anthracis entre 42 y 43° C, para atenuarlo, logrando
un gran triunfo, ya que en 1881 Pouilly-Le-Fort inoculó las
ovejas con esta vacuna y logró protegerlas contra el carbunco.

Después del éxito logrado en la inmunización contra las


enfermedades bacterianas, Pasteur se interesó en la
preparación de una vacuna contra la rabia. Reconoció que era
producida por un virus ultramicroscópico, cuyo período de
incubación podía acortarse por pases en conejos y atenuar su
virulencia por desecación de la médula espinal de los animales
infectados experimentalmente. Los resultados pronto fueron
alentadores, ya que en 1886 el niño Joseph Milstein fue
mordido por un perro rabioso y Pasteur rápidamente lo

15
inoculó con su vacuna, evitando así que el niño adquiriera la
rabia. Gracias a este gran descubrimiento en 1988 se fundó en
París el “Instituto Pasteur”, en donde años más tarde
trabajaría como portero Joseph Milstein, quien permaneció
ahí hasta su muerte acaecida en 1940, cuando los “nazis” le
pidieron que abriera la cripta del sabio, a lo que se negó,
prefiriendo suicidarse, que profanar la tumba. Pasteur
introdujo el término “vacuna” en honor a Jenner. Por los
experimentos citados anteriormente se considera a Pasteur el
primer inmunólogo experimental.

En 1880 Robert Koch intentó primero preparar una vacuna


contra la tuberculosis. Inoculó el bacilo intradérmicamente en
un cobayo sano, después de 10 a 14 días apareció en el sitio
de inoculación un nódulo que se ulceró y tardó en cicatrizar;
si el mismo cobayo era reinfectado nuevamente volvía a
desarrollar una úlcera que cicatrizaba más rápidamente que la
primera vez. Tuvieron que transcurrir 50 años para entender
que el fenómeno que Koch había observado era de origen
celular; es decir mediado por macrófagos y linfocitos T.

En 1882 Elie Metchnikoff zoólogo ruso, estudió el papel


de las células móviles de la larva de la estrella de mar, la cual
es transparente, introdujo una espina de rosa en el interior de
la larva y observó que unas horas más tarde la espina estaba
rodeada por células móviles. Posteriormente, observó que los
leucocitos de los conejos ingerían bacterias y llamó a este
fenómeno “fagocitosis”; asimismo, observó que dicha
fagocitosis se incrementaba en los animales que estaban
recuperándose y en los que habían recibido una vacunación de
una preparación con éstos microorganismos. Por lo tanto,
concluyó que la “fagocitosis” era el principal mecanismo de
defensa, también demostró que había dos tipos de fagocitos;
unos pequeños a los que llamó micrófagos (PMN) y otros más
grandes a los que llamó macrófagos. Por estos
descubrimientos se le considera el “padre de la fagocitosis”.

16
En 1885 Emile Roux y A.Yersin en Francia, demostraron
que en el sobrenadante del cultivo del bacilo diftérico existía
una exotoxina potentísima, que al ser inyectada en animales
reproducía en ellos todas las manifestaciones de la difteria.

En 1890 Von Bhering y Shibasaburo Kitasato inmunizaron


cobayos con exotoxina diftérica calentada, demostrando que
en el suero de dichos animales aparecía una antitoxina capaz
de proteger a los animales contra la enfermedad. Esta
capacidad neutralizante podía ser transferida por el suero a
animales sin inmunizar, quedando estos protegidos; a esto se
le llamó inmunización pasiva (inmunoterapia).

En 1894 Pfeiffer e Issaeff (Alemania) observaron que si se


inoculaba Vibrio cholerae en el peritoneo a cobayos
previamente inmunizados con dichas bacterias, estas perdían
su movilidad, se aglutinaban y eran fagocitadas, o también
eran lisadas en ausencia de células.

En 1895 Pfeiffer junto con Bordet demostraron que tanto


la bacteriolisis, como la lisis de eritrocitos requerían de dos
factores: uno sensibilizador, termoestable y específico (que
ahora sabemos que es el anticuerpo) y otro termolábil e
inespecífico al que llamaron alexina y que más tarde fue
denominado por Ehrlich con el nombre de complemento.

En 1896 Paul Ehrlich propuso la “teoría humoral” de la


formación de anticuerpos y la denominó “teoría de las cadenas
laterales”, para explicar la aparición de los anticuerpos en la
circulación. Sugirió que algunas células capaces de formar
anticuerpos poseían sobre la superficie de sus membranas,
cadenas laterales específicas que servían de receptores para
detectar a los antígenos y que la fijación del antígeno
provocaba una nueva síntesis de éstas cadenas, las cuales eran
liberadas al suero como anticuerpos. También explicó la
especificidad de la reacción antígeno anticuerpo, con el
ejemplo de la llave y la cerradura.

17
En 1903 Wrigth concilió las dos teorías: la humoral y la
celular, explicando que los anticuerpos ayudaban a que la
fagocitosis fuera más efectiva, por lo que la respuesta inmune
era humoral y celular.

En 1900 Karl Lansteiner caracterizó los grupos


sanguineos que hoy conocemos como el sistema ABO.
Empleó la reacción de aglutinación para demostrar diversas
especificidades antigénicas de los eritrocitos en individuos de
la misma especie.

En 1902 Portier y Richet describieron por primera vez los


fenómenos de hipersensibilidad triturando los tentáculos de
Actinaria (Anémona de mar) e inoculándolos a perros; la
primera inyección en dosis pequeñas no tuvo ningún efecto
inmediato (anafilaxia). Hicieron un extracto soluble y
pensaron que los perros ya estaban protegidos, pero una
segunda inyección dio por resultado un estado de choque,
seguido de la muerte del animal. A este fenómeno lo
denominaron anafilaxia.

En 1905 Von Pirquet y Schick trabajando en Viena,


encontraron que el antisuero inmune no siempre produce los
efectos deseados. Produjeron antitoxina diftérica en caballos,
inoculando con dicho suero a niños durante una epidemia de
difteria, pero en lugar de obtener la protección esperada,
encontraron que el suero producia fiebre, urticaria,
linfadenopatía, artritis y proteinuria, todo esto
aproximadamente ocho días después de la inoculación. A este
fenómeno lo denominaron enfermedad del suero; la cual es
producida por complejos inmunes circulantes en exceso de
antígeno, también propusieron el término de alergia para esta
reactividad.

En 1921 Prautnitz y Küstner demostraron que se podía


transferir la alergia cutánea de un individuo alérgico a otro

18
sano, inoculando intradérmicamente el suero del alérgico a
éste último.

En 1928 Felton obtuvo por primera vez preparaciones


purificadas de anticuerpos inmunizando caballos con
polisacáridos de pneumococos, separando los anticuerpos del
suero del caballo por precipitación.

El aislamiento de los anticuerpos fue realizado por


Heidelberger y Kendall en 1936, mediante la disociación de
complejos antígeno-anticuerpo que habían precipitado. A este
método se le denominó “curva de precipitación cuantitativa”.

Con el conjunto de estudios de Heidelberger y de


Pederson con la ultracentrífuga de Svedberg (1937) y de
Tiselius y Kabat con la electroforesis en medio líquido (1938),
se esclareció que los anticuerpos pertenecen a la fracción
gammaglobulina de las proteínas séricas.

En 1942 Felton demostró que si se inyectaban ratones con


cantidades muy pequeñas de polisacárido de pneumococos,
estos quedaban protegidos contra la infección por dicha
bacteria, pero si se utilizaban grandes cantidades del
polisacárido no se protegían, pudiendo ser infectados por el
pneumococo. A este fenómeno se le conoce actualmente con
el nombre de “tolerancia inmunológica”.

En 1944-1945 Medawar realizó estudios sobre transplante


de tejidos, sentando las bases para estudios posteriores sobre
la tolerancia inmunológica

En 1948 Astrid Fragaeus, demostró que es a través del


desarrollo de células plasmáticas, como se lleva a cabo la
síntesis de anticuerpos.

19
En 1953 Gravar y Williams demostraron que las
inmunoglobulinas son heterogéneas, descubriendo la
existencia de la inmunoglobulina “A”.

En 1957 Porter y Edelman propusieron la estructura


química de las inmunoglobulinas, demostraron que estaban
formadas por cuatro cadenas polipeptídicas de dos cadenas
ligeras y dos cadenas pesadas, unidas por puentes de
disulfuro. También demostraron que eran bifuncionales, es
decir por el lado amino-terminal podían unirse al antígeno y
por el lado carboxilo-terminal podían unirse a células, algunas
podían fijar complemento y otras atravesar la placenta. Por
este descubrimiento les otorgaron el premio Nobel en 1972.

En la década de los 60’s fue notorio el énfasis que se dio a


los estudios sobre la diferenciación de los linfocitos T y B, así
como a la función que desempeña el timo en este proceso.

En los años 70’s los investigadores estuvieron orientados


hacia la inmunogenética de los antígenos de
histocompatibilidad y a la producción de inmunoglobulinas.

En la década de los 80’s los investigadores estuvieron


ocupados en la caracterización de las linfocinas y a la
elaboración de vacunas sintéticas.

En 1975 Köhler y Milstein obtuvieron hibridomas, a través


de los cuales produjeron anticuerpos homogéneos. Esto lo
lograron fusionando una célula productora de anticuerpos que
poseía una determinada especificidad, con otra célula
plasmática mielomatosa, utilizando polietilenglicol o virus
sendai para la fusión. La célula híbrida resultante heredaba la
capacidad de crecimiento continuo de la célula neoplásica y la
capacidad de secretar anticuerpos específicos que poseía la
célula antecesora, otorgándoles por este descubrimiento el
premio Nobel.

20
BIBLIOGRAFIA
1. Ortíz O. L. ”Inmunología”. Ed. Interamericana. 1987. México, D.F.

2. Divo A. “Microbiología médica”. 4a edición. 1990 Ed


Interamericana.

3. Sites P. Daniel, Abba I. Terr.Tristram. Parslow G. “Inmunología básica


y clínica”. 8a Edición. 1994. Ed. El Manual Moderno.

21
CAPÍTULO SEGUNDO
EL SISTEMA INMUNE

El ser humano vive rodeado de una gran variedad de


agentes patógenos: virus, bacterias hongos y parásitos.
Muchos de estos agentes pueden multiplicarse y causar
enfermedad, llegando incluso a provocar la muerte del
huésped. Para evitar este tipo de embates, el organismo del
hombre ha desarrollado mecanismos de defensa, que evitan la
mayoría de las veces la implantación y multiplicación de estos
agentes infecciosos, evitando de esta manera la enfermedad.
Al conjunto de dichos mecanismos de defensa se les denomina
inmunidad.

Hay mecanismos de defensa innatos, con los cuales nace el


individuo y son inespecíficos, por lo tanto no generan
memoria. Estos mecanismos de defensa constituyen la primera
barrera contra los agentes agresores, particularmente los
infecciosos. Si esta primera barrera es rebasada por los
agentes infecciosos entonces se desarrolla una respuesta
inmune especifica contra el agente que no pudo ser eliminado
por los mecanismos de la inmunidad innata, denominando a
este tipo de respuesta inmune, inmunidad adquirida.

22
Inmunidad innata

La primera barrera mecánica de la inmunidad innata es la


piel, mientras esta mantenga su integridad evitará la entrada
de patógenos. El pH de la piel es ácido debido a la producción
de ácidos por las glándulas sebáceas y sudoríparas, las cuales
segregan entre otros, ácido láctico que es bactericida y el
ácido undecílico que es fungicida.

Las superficies húmedas o mucosas de las vías respiratorias


y urogenitales atrapan partículas evitando su adhesión y el
epitelio ciliar favorece que la capa de moco después de
atrapar las partículas sea expulsada en forma constante. Por
otra parte, la mucosa nasal con su epitelio seudo estratificado
con cilios, protege a los pulmones de la invasión de partículas
presentes en el aire. Estas mucosas poseen a su vez
propiedades bactericidas y viricidas. Una de las substancias
que se encuentra en la mayoría de las secreciones es la
lisosima, enzima mucolítica que rompe la pared celular
bacteriana provocando lisis bacteriana, la cual se encuentra en
gran concentración en las lágrimas.

Otro mecanismo de inmunidad innata es el pH ácido del


estómago, que inhibe la multiplicación de la mayoría de los
microorganismos (con algunas excepciones como los
microorganismos del género Mycobacteria, los cuales poseen
una pared celular muy resistente a los ácidos).
.
En el semen se encuentra una proteína llamada espermina y
cantidades muy pequeñas de zinc, poseyendo ambas acción
bactericida.

La leche materna contiene además de la lisozima,


lactoperoxidasa, proteína que también es bactericida.

23
Existen en el intestino y la vagina, microorganismos
comensales que por competencia impiden la implantación de
patógenos; en el intestino se les conoce como flora intestinal y
en la vagina como lactobacilos, estos últimos determinan que
el pH vaginal sea ácido. El mal uso o abuso de los antibióticos
puede acabar con esta flora, favoreciendo la proliferación de
microorganismos patógenos.

En el suero existen proteínas protectoras que se encuentran


generalmente en bajas concentraciones, pero cuando se
presenta una infección llegan a incrementar su concentración
hasta cien veces. Estas proteínas se conocen como proteínas
de fase aguda y son las siguientes: proteína “C” reactiva, alfa
1 antitripsina, alfa 2 macroglobulina, fibrinógeno,
ceruloplasmina, C 9, Factor B del complemento y proteína
amiloide A.

De todas estas la más importante es la proteína “C”


reactiva, la cual es producida por el hígado como respuesta al
pirógeno endógeno (IL-1), producido por macrófagos
estimulados por endotoxinas. La proteína “C” reactiva se une
a los microorganismos que poseen fosforilcolina en sus
membranas (como los pneumococos), lo que desencadena la
activación del complemento, favoreciendo de esta manera la
fagocitosis de los microorganismos, por lo que podemos decir
que funciona como opsonina.

Los interferones son proteínas antivirales; tanto en el


hombre como en el ratón se conocen tres tipos: el alfa,
producido por los leucocitos infectados por virus; el beta,
producido por los fibroblástos infectados por virus, y el
gamma, producido por linfocitos T cooperadores, estimulados
por algún antígeno (no necesariamente viral). Los interferones
después de que son producidos salen para unirse a través de
receptores de membrana, a las células vecinas que no han sido
infectadas, una vez en su interior estimulan la producción de

24
dos proteínas antivirales; la 2-5-oligoadenilato-sintetasa, que
actúa sobre el ATP para que este a su vez active una
endorribonucleasa celular que inhibe la producción del RNA
viral. La otra es una cinasa que inhibe la síntesis de proteínas
virales e impide la actividad del factor de iniciación.

Otra propiedad de los interferones, es la de activar a las


células NK (asesinas naturales), las cuales son capaces de
reconocer cambios celulares superficiales en las células
infectadas por virus, unirse a ellas y destruirlas. (fig. 1)

Fig. 1 Linfocito granular grande (célula NK)

25
El sistema de complemento es un grupo de proteínas
presentes en el suero en forma de proenzimas y tiene gran
importancia en la inmunidad innata, ya que puede ser activado
por diferentes microorganismos, dando como resultado la lisis
de dichos agentes agresores. Algunos de sus componentes
causan opsonización, otros quimiotaxis de células, etc.

Fagocitosis.- El englobamiento y digestión de


microorganismos se lleva a cabo por polimorfonucleares y
macrófagos. Los primeros son células de vida corta con
gránulos que contienen un amplio número de factores
bactericidas y glucógeno. Los macrófagos son células de vida
larga, fagocitan no sólo material extraño sino leucocitos
muertos y otros detritus celulares, son mas resistentes que los
polimorfonucleares, pueden fusionarse produciendo células
gigantes capaces de fagocitar material muy grande, también se
pueden dividir “in situ”, lo que permite el aumento de su
número en la zona de infección, son ubicuos y muy activos,
capaces de movilizarse con rapidez para poder mantener la
homeostasis. (fig. 2)

Fig. 2 Macrófago

26
Los gránulos de los neutrófilos pueden ser de tres tipos:
primarios, secundarios y terciarios; los primarios contienen
lisozima, mieloperoxidasa y proteínas catiónicas; los
secundarios lisozima y lactoferrina y los terciarios hidrolasas
ácidas.

La lisosima es una enzima que rompe el mucopéptido de la


pared celular bacteriana; la mieloperoxidasa se combina con el
agua oxigenada y con iones haluro (Cl, I, etc.) produciendo
hipohaluros, agentes bactericidas muy potentes.

Las proteínas catiónicas son: catepsina G, azurocidina y las


defensinas. Las dos primeras actúan sobre bacterias Gram
negativas, mientras que los pequeños péptidos llamados
defensinas, destruyen los microorganismos formando canales
que permeabilizan las membranas bacterianas o micóticas.

La lactoferrina captura el fierro, evitando de esta manera


que pueda ser utilizado por las bacterias.

Las hidrolasas ácidas son enzimas proteolíticas que


digieren los microorganismos muertos.

Los macrófagos pueden destruir a los microorganismos por


mecanismos dependientes o independientes de oxígeno:

Entre los mecanismos dependientes de oxígeno están


considerados los siguientes agentes bactericidas: anión
superóxido (.O-2), singlete de O2 (Dg1O2 ), peróxido de
hidrógeno (H2O2) y radicales hidroxilo (OH). La
mieloperoxidasa utiliza el H2O2 y iones haluro para producir
un agente bactericida más potente que los anteriores, los
hipohaluros.

Los mecanismos independientes de oxígeno están


constituidos por diversas enzimas, como las elastasas, enzimas

27
hidrolíticas y proteolíticas, como las ya descritas
anteriormente, para los neutrófilos.

La función de los fagocitos es atrapar partículas, material


soluble y microorganismos vivos o muertos que penetren a los
tejidos; estos materiales son digeridos y cuando no se logran
degradar se almacenan, estos tipos de almacenamiento se
observan en zonas altamente contaminadas. (fig. 3)

Los monocitos son células móviles que se encuentran


circulando en sangre y linfa, cuando pasan a los tejidos se
transforman en macrófagos, que dependiendo del sitio en
donde se encuentren reciben diferente nombre. Por lo que
conocemos como células de Küffer a las que se encuentran en
el hígado, macrófagos alveolares a las que se encuentran en el
pulmón, células de la microglía a las que se encuentran en
cerebro, macrófagos esplénicos a las que se encuentran en el
bazo, macrófagos mesangiales las que se encuentran en el
riñón, etc.

Inflamación

La inflamación es la respuesta que presenta el organismo


cuando es agredido, por lo que resulta necesario llevar células
inmunológicas al sitio de lesión. Inicialmente se incrementa el
aporte de sangre a la zona afectada, aumenta la permeabilidad
capilar y hay migración de polimorfonucleares y
mononucleares al lugar de la infección por el efecto
quimiotáctico de los componentes del complemento,
principalmente del componente C5a. Una vez que llega el
fagocito al sitio de la infección se adhiere al microorganismo
por medio de receptores inespecíficos y esta unión se refuerza
cuando el microorganismo está opsonizado por componentes
del complemento como el C3b, posteriormente el fagocito
engloba al microorganismo formandose el fagosoma, se

28
fusionan los lisosomas y el microorganismo es digerido por
los mecanismos degradativos arriba mencionados.

Fig. 3 Etapas de la fagocitosis

Inmunidad adquirida

Una vez que el fagocito ha digerido al microorganismo,


partícula o substancia extraña (Ag) la lleva hasta los órganos
29
linfoideos secundarios y la presenta a los linfocitos B y a los
linfocitos T, los cuales se activan, proliferan y producen
factores solubles específicos; esto es lo que se conoce como
inmunidad adquirida. El fagocito no es la única célula capaz
de presentar el antígeno, sino que existen otras células con la
misma función llamadas conjuntamente células presentadoras
de antígeno (células de Langerhans, dendríticas, foliculares,
interdigitantes y los mismos linfocitos B en algún momento).

Los linfocitos B (fig. 4) reconocen al antígeno (Ag)


mediante una inmunoglobulina de superficie, se activan,
proliferan y se diferencian hasta células plasmáticas (fig. 5),
pudiendo con esto producir glucoproteínas específicas contra
el antígeno, denominadas anticuerpos. A este mecanismo se le
denomina inmunidad humoral.

30
Fig. 4 Linfocito B

Fig. 5 Célula plasmática

31
Los linfocitos T reconocen al antígeno a través de una
molécula llamada TCR (receptor para el Ag de los linfocitos
T) y cuando se activan producen factores solubles llamados
interleucinas, linfocinas o citocinas. Estas substancias son
capaces de reactivar a las mismas células T, o activar a los
linfocitos B, o a otras células; siendo capaces de actuar solas,
en sinergismo, regulándose unas a otras o regulando a otras
células.

Cuando la respuesta inmune se da como respuesta a una


enfermedad de manera natural, se dice que es una inmunidad
adquirida activa natural; cuando esta respuesta se induce a
través de la vacunación, se dice que se trata de una inmunidad
adquirida activa artificial; cuando transferimos por medio de la
leche materna anticuerpos, complemento, linfocitos y otras
células y substancias inmunocompetentes, se dice que es una
inmunidad adquirida pasiva natural; y cuando inyectamos a un
individuo un antisuero antitetánico, se le llama inmunidad
adquirida pasiva artificial. Finalmente, al método que consiste
en obtener células de un sujeto y conservarlas en incubación,
proporcionándoles todos los materiales necesarios para que
desarrollen sus capacidades naturales fuera del organismo y
después reintroducirlas al mismo sujeto con fines terapéuticos,
se le conoce como inmunidad adoptiva.

Inmunología del calostro y la leche humana

Los productos de excreción de la glándula mamaria, son el


calostro y la leche, los cuales poseen una gran variedad de
productos humorales y celulares que confieren mecanismos de
defensa inespecíficos y específicos contra microorganismos
infecciosos.

El calostro humano es secretado durante los primeros ocho


días después del parto, posteriormente se produce la leche
temprana la cual se produce hasta aproximadamente el

32
doceavo día y finalmente es excretada la leche madura la cual
perdura varios meses.

La ingestión de calostro y leche materna confiere


protección inespecífica y específica a las superficies mucosas
del intestino y de las vías respiratorias del recién nacido
mediante factores de resistencia inespecíficos y específicos.
Los niños alimentados con leche materna presentaron menos
incidencia en morbimortalidad por infecciones
gastrointestinales y respiratorias, cuando se compararon con
niños alimentados con leche de vaca.

Dentro de los componentes inespecíficos tenemos:


lactoferrina, lisozima, lactoperoxidasa, el factor bífido,
componentes de complemento, monoglicéridos de acción
bactericida e inhibidores de proteasas.

La lactoferrina es una proteína que tiene gran afinidad por


el hierro, por lo que compite con algunas bacterias por éste,
inhibiendo de esta manera el crecimiento bacteriano.

La lisozima es una muramidasa capaz de romper el


mucopéptido de la pared celular bacteriana.

El factor bífido es un carbohidrato nitrogenado, que


promueve la proliferación de microorganismos en el intestino,
principalmente de lactobacilos; los cuales establecen las
condiciones necesarias (pH) para impedir la colonización de
microorganismos patógenos.

Se ha comprobado la presencia de algunos componentes


del complemento como el C3 y C4 los cuales posiblemente se
activen por la vía alterna favoreciendo así la fagocitosis de
microorganismos patógenos.

33
Los principales componentes humorales presentes en el
calostro y la leche materna son: IgA de secreción, IgA sérica,
IgM, IgG4, y en menor cantidad IgE e IgD.

Se considera a la IgA secretora como la molécula soluble


más importante en la protección contra enfermedades
diarreicas en el recién nacido.

La población celular del calostro y la leche materna está


integrada fundamentalmente por macrófagos y leucocitos
polimorfonucleares; y en menor grado por linfocitos y células
epiteliales. La principal función de los polimorfonucleares y de
los macrófagos es la de fagocitar y destruir microorganismos
patógenos.

BIBLIOGRAFÍA

1.- Janeway Charles A.,Jr and Paul Travers “Immunobiology”. De


Blackwell Scientific Publication. 1994. Oxford, England.

2.- Roitt. I. “Essential immunology”. Seventh edition.1991. Ed.


Blackwell Scientific Publication. London, England.
34
3.- Acosta G. ,L.M.Rocha.Ortíz J. Náteras E. et al. ”Inmunología del
calostro y leche humana”. Rev. Enfermedades Infecciosas y
Microbiología. Volumen 12, # 6, Nov-Dic.1992.

CAPÍTULO TERCERO
ANATOMIA DEL SISTEMA INMUNE

Los linfocitos son muy importantes en el desarrollo de la


respuesta inmune, algunos se encuentran circulando en la
sangre y la linfa, mientras otros se encuentran localizados en
las diversas estructuras que constituyen los órganos del
sistema inmune. Estos órganos son acumulos encapsulados o
35
difusos de linfocitos en diferentes estadios de maduración y
activación. Además de linfocitos, dichos órganos contienen
células epiteliales y estromales que participan en la
maduración de los linfocitos y en la generación de la respuesta
inmune. A dichos órganos se les conoce como sistema
linfoideo y se clasifica en: órganos linfoideos primarios y
órganos linfoideos secundarios. (fig. 6)

Los órganos linfoideos primarios son los sitios en donde


se lleva a cabo principalmente la linfopoyesis, dentro de ellos
los linfocitos se diferencian desde células primordiales hasta
células efectoras funcionales, a través de un proceso de
proliferación y maduración. Mediante este proceso de
maduración los linfocitos adquieren un repertorio de
receptores para el antígeno y otros marcadores de membrana
no presentes en las células primordiales. En el hombre se
consideran como órganos linfoideos primarios: timo, médula
ósea e hígado fetal. En lo personal, consideramos que el timo
no debería formar parte de esta clasificación, dado que no es
un órgano hematopoyético, sino únicamente de maduración.

36
Fig. 6 Órganos y tejidos linfoideos

El timo

37
El timo es un órgano bilobado, situado en la parte anterior
del mediastino superior. Cada lóbulo se organiza en lobulillos
separados por trabéculas de tejido conjuntivo. Es el primer
órgano inmunitario en hacer su aparición. La maduración del
timo se lleva a cabo durante la vida embrionaria, a partir de la
pubertad involuciona hasta hacerse muy pequeño en la edad
adulta. Cada lobulillo esta dividido en dos zonas
perfectamente diferenciadas: la corteza y la médula, en la
corteza del timo se distinguen la corteza subcapsular y la
profunda.

En el timo se realizan dos funciones importantísimas: la


diferenciación y maduración de los linfocitos T; y la
eliminación de las clonas de linfocitos T autorreactivas, las
cuales si persistieran podrían reaccionar contra antígenos
propios.

La diferenciación de los linfocitos T se realiza de la corteza


hacia la médula del timo, formando un gradiente de
diferenciación, por lo que podemos decir que en la corteza se
encuentran linfocitos T inmaduros (linfoblástos) y en la
médula linfocitos T maduros. En esta maduración participan
células epiteliales llamadas células ”nurse” o nodrizas,
localizadas en la región subcapsular y células epiteliales
corticales que llevan antígenos de histocompatibilidad (HLA)
unas de clase I y otras de clase II, participando en lo que se
conoce como selección positiva, dando lugar a dos clases
principales de linfocitos T: los que reconocen HLA de clase I,
linfocitos con marcador CD8; y los que reconocen HLA de
clase II, los linfocitos con marcador CD4; a este nivel de
diferenciación también presentan ya su TCR (receptor para el
antígeno) y el marcador CD3, característico de los linfocitos T
maduros.

En la eliminación de clonas de células T autorreactivas


denominadas también clonas prohibidas, participan las células
interdigitantes, células presentadoras de antígeno que portan

38
en sus membranas antígenos propios y los presentan a las
diferentes clonas de linfocitos T que se encuentran en la
médula tímica, los linfocitos T que reconocen estos antígenos
son eliminados dentro del timo por un mecanismo de
apoptosis (suicidio programado), consistente en la activación
de nucleasas endógenas que provocan la fragmentación del
DNA; los macrófagos se encargan de limpiar la zona
fagocitando los detritus.

La medula ósea

La médula ósea esta constituida por el agrupamiento de


células localizadas en el interior de los huesos, particularmente
en los huesos largos. Casi todas las células que se forman en la
médula ósea son células circulantes de la sangre (eritrocitos,
leucocitos, macrófagos, monocitos, plaquetas, etc), de estas el
30 % son linfocitos, por lo que la médula ósea es el órgano de
la hematopoyesis. En la médula ósea maduran los linfocitos B,
mientras que los linfocitos T salen inmaduros de la médula
ósea y van a madurar al timo. La maduración de los linfocitos
B consiste en la adquisición de moléculas de superficie, colmo
las inmunoglobulinas de superficie, que actúan como
receptores para diferentes antígenos. Los linfocitos B
inmaduros sólo presentan IgM insertada en la membrana,
mientras que los linfocitos B maduros presentan IgM e IgD
insertadas en la membrana, más la clase de inmunoglobulina
que vaya a producir la célula plasmática.

Organos linfoideos secundarios

Los linfocitos migran de los órganos linfoideos primarios a


los órganos linfoideos secundarios, en donde se les
proporciona un ambiente adecuado para que entren en

39
contacto antígeno y linfocitos, estos últimos interactúen entre
sí, se activen, proliferen y produzcan, unos anticuerpos y
otros linfocinas; es decir, es aquí en donde se elaboran las
respuestas inmunes hacia los diferentes antígenos. Otra
característica de los órganos secundarios es su
compartimentación, es donde existen zonas de linfocitos B y
zonas de linfocitos T.

Los órganos linfoideos secundarios son: bazo, ganglios


linfáticos y tejido linfoideo asociado a mucosas (MALT), éste
último incluye a las amígdalas, adenoides, placas de Peyer,
tejido linfoideo asociado a bronquios (BALT), tejido linfoideo
asociado a intestino (GALT) y tejido linfoideo urogenital.

El bazo

En el bazo hay dos clases principales de tejido: pulpa roja y


pulpa blanca. (fig. 7)

La pulpa roja tiene como principal función la destrucción


de los glóbulos rojos viejos.

En la pulpa blanca se distribuye el tejido linfoideo, el cual


se encuentra rodeando a la arteriola central, por lo que se le
llama tejido linfoideo periarteriolar (PALS = periarteriolar
lymphoid sheath). El PALS esta constituido por una área de
linfocitos T y una área de linfocitos B. Los linfocitos T se
encuentran rodeando la arteriola central mientras que los
linfocitos B se encuentran más alejados. Esos últimos se
encuentran organizados en folículos primarios (linfocitos en
reposo, sin estimular) y en folículos secundarios (linfocitos ya
estimulados o activados) los cuales presentan un centro
germinal. También se encuentran en los centros germinales
células dendríticas foliculares y macrófagos (presentadoras de
antígeno).
40
Ganglios linfáticos

Los ganglios linfáticos son estructuras nodulares


encapsuladas que se encuentran distribuidas ampliamente en
todo el organismo, de acuerdo a su localización reciben la
denominación de superficiales y profundas. La irrigación
linfática se lleva a cabo por los linfáticos aferentes, que entran
por la corteza y por los linfáticos eferentes que salen por el
hilio, estos últimos desembocan en el conducto torácico. La
irrigación sanguínea de los ganglios se lleva acabo a través de
arteriolas que los penetran por el hilio. (fig. 8)

El tejido linfoideo del ganglio está constituido por el seno


subcapsular, la corteza, la paracorteza y la médula.

En el seno subcapsular se encuentran los macrófagos como


células presentadoras de antígeno. En la corteza se encuentra
la zona de linfocitos B, organizada en folículos primarios y
secundarios, en esta zona se encuentran las células dendríticas
foliculares, que presentarán los antígenos, preferentemente a
los linfocitos B.

.En la zona paracortical se encuentra el área de linfocitos T


y como células presentadoras de antígeno se encuentran las
células dendríticas interdigitantes, llamadas también células de
Langerhans cuando se localizan en la piel.

En la médula del ganglio linfático se encuentran los


macrófagos como células presentadoras de antígeno,
linfocitos B, linfocitos T y células plasmáticas.

41
Fig. 7 Bazo (corte longitudinal)

Fig. 8 Ganglio linfático

El MALT (tejido linfoideo asociado a mucosas), agrupa a


las amígdalas, adenoides, placas de Peyer, BALT (tejido
linfoideo asociado a bronquios) GALT (tejido linfoideo
asociado a intestino) y tejido urogenital.

El tejido linfoideo asociado a mucosas se encuentra


especialmente en la lámina propia y áreas submucosas de los
tractos gastrointestinal, respiratorio y genitourinario. Se
encuentran distribuidos en forma difusa o formando nódulos
que contienen folículos secundarios. El epitelio intestinal que
cubre las placas de Peyer presenta unas células epiteliales
llamadas células M las cuales están especializadas en el
transporte de antígenos hacia el tejido linfoideo. La respuesta
inmune humoral a nivel de las mucosas está dada
42
principalmente por la IgA secretora, la cual es capaz de
atravesar la mucosa e impedir la entrada de microorganismos
infecciosos.

BIBLIOGRAFIA

1. Roitt I.,D. J.Brostoff & Male D. ”Immunology”. Third edition. Ed.


Mosby. 1993. London,England.

2. Stites D. Abba I. Terr y Tristram G. 1996. “Inmunología, básica y


clínica”. 8a edición. 1996. Ed.El Manual Moderno. México.

3. Weir D.M.,J.Stewart. “Inmunologia”. 2a.edición. 1995. Ed.Manual


Moderno. México.

CAPÍTULO CUARTO
CÉLULAS QUE PARTICIPAN EN
LA RESPUESTA INMUNE

La hematopoyesis se origina de manera temprana en el


saco vitelino y a medida que avanza la embriogénesis, esta
función pasa a ser realizada por el hígado fetal y finalmente
por la médula ósea, donde permanece por el resto de la vida.
(fig. 9)

Todas las células del sistema inmune se originan a partir de


células primordiales pluripotenciales, siguiendo dos líneas
fundamentales de diferenciación: el linaje linfoideo y el linaje
mieloideo.

43
La línea linfoidea va a dar origen a los linfocitos B, a los
linfocitos T y a las células de la tercera población,
denominadas células NK o linfocitos granulares grandes.

La linea mieloidea va a dar origen a los neutrófilos,


eosinófilos, basófilos, células cebadas o mastocitos; a los
megacariocitos, los cuales a su vez se diferencian hasta
plaquetas y a los monocitos, que cuando se encuentran en los
tejidos reciben el nombre de macrófagos.

Hay unas células presentadoras de antígeno, de las cuales


se desconoce su línea original, únicamente se sabe que
provienen de células precursoras hematopoyéticas.

44
Fig. 9 Elementos de la sangre

45
Linfocitos

Diariamente se producen aproximadamente 109 linfocitos,


algunos migran al timo y otros a los órganos linfoideos
secundarios. Un ser humano normal posee 1012 células
linfoideas y esto representa el 2 % del peso corporal total. Las
células linfoideas representan el 20 % de los leucocitos
circulantes totales. Muchas células linfoideas maduras son de
larga vida y pueden persistir como células de memoria durante
varios años e incluso durante toda la vida del individuo.

Por microscopía óptica podemos observar que los


linfocitos pueden presentar diversos tamaños y morfologías.
Encontramos linfocitos pequeños que carecen de gránulos y
poseen un núcleo redondeado con alto cociente N/C
(núcleo/citoplasma) y linfocitos grandes que contienen
gránulos azurófilos intracitoplasmáticos, con un menor
cociente N/C, a los que se denominan linfocitos granulares
grandes.

El 90 % de los linfocitos T vistos al microscopio


electrónico contienen una estructura intracitoplsmática
denominada “cuerpo de Gall”, formada por acumulación de
lisosomas primarios asociados a gotas de grasa. En el otro 10
% de los linfocitos T y en las células NK se observan gránulos
azurófilos, lisosomas dispersos en todo el citoplasma y un
aparato de Golgi bien desarrollado.

Los linfocitos B no presentan cuerpo de Gall, ni morfología


de linfocitos granulares grandes y su citoplasma se encuentra
repleto de ribosomas.

Aunque de acuerdo a sus propiedades morfológicas y


biofísicas los linfocitos se han podido clasificar en los grupos
arriba mencionados, en la actualidad esta clasificación se ha
mejorado gracias a que se cuenta con anticuerpos
46
monoclonales dirigidos contra las moléculas de superficie
celular; estos anticuerpos monoclonales han demostrado que
existe una gran heterogeneidad dentro de los linfocitos. Con
base en la expresión de estos marcadores de superficie
celular, se han identificado tres líneas diferentes de linfocitos:

los linfocitos T,
los linfocitos B,
y las células asesinas naturales (NK); (fig. 10)

Fig. 10 Distribución de linfocitos en sangre

Así como también gracias a estos marcadores de superficie


se pueden definir en que estadio de diferenciación se
encuentran las diferentes estirpes celulares.

En la actualidad, se cuenta con un método sistemático de


nomenclatura, denominado sistema CD, en donde el término
CD (del inglés Cluster Diferentiation) quiere decir grupos de

47
diferenciación. Este sistema surgió de los estudios hechos con
anticuerpos monoclonales producidos en ratones contra
antígenos leucocitarios humanos. Este tipo de estudios sé
están llevando a cabo actualmente en muchos laboratorios en
diferentes partes del mundo.

Los investigadores que realizan dichos estudios se reúnen


periódicamente en talleres de trabajo internacionales
(workshop), con el fin de comparar las especificidades de sus
reactivos. Cuando se determina que un grupo de
monoclonales reacciona con el mismo antígeno, se define un
marcador dado y se le asigna un número de CD. En la
actualidad el número de especificidades CD sobre los
leucocitos es alrededor de 80.

Los marcadores celulares CD se pueden clasificar según la


información que ofrecen acerca de la célula, por ejemplo:

Los marcadores de línea, son característicos de una


determinada línea celular, por ejemplo CD3, solo se encuentra
en los linfocitos T.
Los marcadores de maduración sólo se expresan en
determinado momento de la diferenciación celular, por
ejemplo el CD1, solo se encuentra en los linfoblástos en
proceso de desarrollo dentro del timo (timocitos) y se
localizan en la regiòn subcapsular.

Los marcadores de activación, como por ejemplo el


receptor del factor de crecimiento de baja afinidad de las
células T (receptor para IL-2), solo se expresa cuando la
célula ha sido estimulada por un Ag.

Por medio de estos marcadores celulares se han podido


clasificar los linfocitos en Linfocitos T y Linfocitos B.
Antiguamente se distinguía a los linfocitos T de los
linfocitos B con base en su capacidad para unir eritrocitos de
carnero. Ahora se sabe que en los linfocitos T existe una

48
molécula denominada CD2, que es un receptor para los
eritrocitos de carnero, la cual es causante de dicha
aglutinación.

Tanto los linfocitos T como los linfocitos B poseen en su


membrana receptores capaces de reconocer al antígeno de una
forma específica. Así, el receptor para el antígeno en los
linfocitos T es la molécula denominada TCR (T cell receptor).
Hay dos tipos de TCR, el TCR 1 (heterodímero compuesto de
dos polipéptidos denominados cadenas delta y gamma) y el
TCR 2 (heterodímero compuesto por dos polipéptidos
denominados cadena alfa y beta). El TCR 1 lo expresan
solamente el 5 a 10 % de los linfocitos T, mientras que el TCR
2 lo expresan la mayoría de los linfocitos T (aproximadamente
entre el 90 a 95 %). Este receptor para el antígeno (TCR), se
encuentra siempre asociado con la molécula CD3 formando
un complejo.

Existen dos tipos fundamentales de linfocitos T: los


linfocitos T citotóxicos (Tc) que presentan como marcador de
superficie la molécula CD8 y los linfocitos T cooperadores
(Th) que expresan la molécula CD4 (fig. 11). A su vez los
linfocitos T cooperadores se clasifican en Th 1 y Th2.

49
Fig. 11 Linfocito T cooperador interactuando con
macrófago

Los linfocitos Tc detectan los péptidos presentados por las


moléculas de MHC (o HLA) de clase I. Su función es lisar las
células que presentan péptidos extraños al organismo
(antígenos); por ejemplo, virus.

Los linfocitos Th reconocen los péptidos (antígenos)


cuando están unidos a moléculas MHC (o HLA) de clase II.
Su función es ayudar a que los linfocitos Tc, linfocitos B y
fagocitos funcionen correctamente.

Otros marcadores de superficie de los linfocitos T son las


moléculas CD2, CD5 y CD7, aunque estas moléculas también
aparecen en otras células como las NK.

Los linfocitos B se diferencian en los mamíferos en el


hígado durante la vida embrionaria y en la médula ósea en la
vida adulta. Constituyen entre el 5 y 15 % del total de
linfocitos circulantes.

Los linfocitos B expresan inmunoglobulinas en la


membrana, éstas moléculas constituyen el receptor específico
para el antígeno en estas células. A diferencia del TCR que
solo reconoce antígenos peptídicos unidos a moléculas MHC,
estas inmunoglobulinas de superficie son capaces de unirse
directamente y con gran afinidad a los antígenos intactos, lo
que incluye glucoproteínas, glucolípidos, polisacáridos,
péptidos y cualquier molécula inmunogénica.

50
La mayoría de los linfocitos B de sangre periférica
expresan dos clases de inmunoglobulinas de superficie
(isotipos): la IgM y la IgD. Muy pocos linfocitos B circulantes
expresan IgA, IgG, o IgE, aunque en determinados sitios del
organismo si se encuentran en mayores cantidades, por
ejemplo la IgA en la mucosa intestinal.
La mayoría de los linfocitos B expresan moléculas de
histocompatibilidad clase II, las cuales son importantes para
que se lleve acabo la cooperación de los linfocitos T hacia los
linfocitos B. También se encuentran receptores para algunos
componentes del complemento como el CD35 (receptor para
el C3b) y el CD21 (receptor para el C3d). Además también
presentan receptores para la fracción Fc de la IgG (Fc gamma
RII).

Los principales marcadores que se utilizan para


determinar y cuantificar a los linfocitos B son: El CD 19,
CD20 y CD22.

Células NK

Las células asesinas naturales (NK) también denominadas


células de la tercera población, son linfocitos granulares
grandes que carecen de receptores para el antígeno, es decir,
no presentan TCR ni inmunoglobulinas de superficie, por lo
que no se les puede clasificar ni como linfocitos T ni como
linfocitos B y constituyen cerca del 15 % de los linfocitos
circulantes.

Se pueden identificar por la presencia de algunos


marcadores celulares como el CD16 el cual es un receptor
para la fracción Fc de la IgG (Fc gamma R III) y el CD 56.
Estos linfocitos en reposo también expresan la cadena alfa del
receptor para IL-2 por lo que pueden ser activados por
51
interleucina 2, denominandose entonces células LAK (células
asesinas activadas por linfocinas), estas células destruyen con
mayor eficiencia las células tumorales jóvenes y un espectro
más amplio de células neoplásicas que las células NK. Las
células NK reconocen y destruyen células tumorales y
células infectadas por virus (a esta propiedad se le conoce
como citotoxicidad natural). También las células NK
(conocidas como K) son capaces de unirse a células blanco
recubiertas con anticuerpo IgG y destruirlas, a esta propiedad
se le conoce como citotoxicidad dependiente de anticuerpos
(CCDA).

Las células NK activadas pueden liberar interferón gamma


y otras citocinas como IL-1 y GM-CSF.

Fagocitos mononucleares

En el segundo capítulo se explicó detenidamente el


fenómeno de la fagocitosis llevado a cabo principalmente por
éstas células; por lo que ahora sólo nos abocaremos a citar
cuales son sus funciones principales. La primera función es la
fagocitosis y la segunda es presentar antígenos principalmente
a los linfocitos T y también a los linfocitos B.

Los principales marcadores de superficie de los macrófagos


son los siguientes: manosil/fucosil (MFR) por medio de los
cuales se unen a los azúcares manosa o fucosa que presentan
algunos microorganismos y células viejas como los linfocitos,
para poderlos fagocitar. También presentan receptores para el
fragmento Fc de la IgG: el CD 64 (Fc gamma RI de alta
afinidad), el CD 32 (Fc gamma R II de mediana afinidad) y el
CD 16 (Fc gamma RIII de baja afinidad). También presentan
receptores para diferentes componentes del complemento
como son el CD 35 ó CR1 (receptor para el C3b) y el Cd11b
o CR3 (receptor para el C3bi). Presentan también el CD11a o
52
LFA-1 (Antígeno de función leucocitaria). Otras moléculas
importantes en los fagocitos son las HLA de clase II (antígeno
leucocitario humano), ya que es por medio de ésta molécula
como presentan los antígenos a los linfocitos T y B.

También poseen receptores para la IL-2, para IL-4 para


INF gamma y para el MIF (factor inhibidor de la migración).

El desarrollo de monocitos y macrófagos está afectado


por la secreción de citocinas (CSF (factor estimulador de
colonias), linfocinas (IL-2, IL-3, e IL-4), e interferones, por
linfocitos T activados. El interferón gamma (IFN gamma)
producido por células T activadas, estimula e incrementa la
cantidad de glucoproteínas del MHC (complejo principal de
histocompatibilidad) sobre monocitos y macrófagos, lo que
permite una presentación más eficaz del antígeno.

Estos macrófagos activados son capaces de producir


citocinas como la IL-1 y el TNF alfa.
La IL-1 actúa junto con el antígeno para la activación de
los linfocitos T. Por todo esto, los macrófagos son tan
importantes en los fenómenos de fagocitosis, presentación de
antígeno y activación de linfocitos T y B, así como de otras
estirpes celulares.

En resumen, los linfocitos y fagocitos mononucleares


actúan en concierto para responder con rapidez y eliminar a
un antígeno extraño.

Células presentadoras de antígeno

Las células presentadoras de antígeno son un grupo


heterogéneo, conformado por los siguientes tipos:

53
Células de Langerhans de la piel, las cuales migran a través
de los vasos linfáticos aferentes hasta los órganos linfoideos
secundarios, llevando el antígeno para presentarlo a los
linfocitos T, cuando llegan a ese sitio se les se les llama células
interdigitantes. Estas células presentan antígenos de
histocompatibilidad de clase II que le sirven para presentar el
antígeno; también presentan receptores Fc gamma y CR1
(CD35) para complemento. Las interdigitantes solo presentan
la molécula de MHC de clase II.

Otras células presentadoras de antígeno son las células


dendríticas foliculares, las cuales presentan el antígeno a los
linfocitos B. Sus principales marcadores de superficie son el
CRI (CD35) y CR 2 (CD21), receptores para complemento y
Fc gamma R.

Por último, tenemos a los linfocitos B que se consideran


células presentadoras de antígeno, debido a que presentan el
antígeno a los linfocitos T, para que éstos cooperen con ellas.
No mencionaremos los marcadores de estos linfocitos, puesto
que ya se han citado en paginas anteriores.

BIBLIOGRAFIA
1.-Janeway C.A. & Travers P. “Immunobiology”. Ed. Blackell Scientific
Publication. 1994. Oxford, England.

54
2.-Regueiro J. R. y López L. J.1996. “Inmunología, biología y patología
del sistema inmune”. 1a Edición. Ed. Panamericana. Madrid,
España.

CAPÍTULO QUINTO

ANTÍGENOS, INMUNÓGENOS,
E INMUNOGENICIDAD

Inmunogenicidad.- Es la capacidad que tiene una


substancia para inducir una respuesta inmune (humoral y/o
celular) cuando se introduce a un animal o al ser humano. A
dichas substancias se les denomina inmunógenos (término
propuesto por Sela). El término antígeno, actualmente se
utiliza para denominar aquellas sustancias que pueden exhibir
especificidad antigénica y reaccionar con anticuerpos
inducidos por inmunógenos. Para ejemplificar la diferencia
entre un inmunógeno y un antígeno se cita el siguiente
ejemplo: se ha observado que algunos polisacáridos
capsulares de los pneumococos, no son inmunogénicos para
los conejos, pero si reaccionan bien con los anticuerpos
producidos en conejos inmunizados con el pneumococo
completo. En este caso el polisacárido capsular es un antígeno
y el pneumococo completo es un inmunógeno.

En general todos los inmunógenos son macromoléculas


orgánicas, principalmente proteínas y polisacáridos, cuyo
peso debe ser mayor a 5 ó 10 kilodaltons respectivamente.

55
Los ácidos nucléicos, los lípidos y muchas otras moléculas
orgánicas de bajo peso molecular, no son inmunogénicas por
sí mismas, pero lo son cuando se conjugan espontáneamente
o por procedimientos químicos con otras moléculas de mayor
peso molecular, las cuales generalmente son proteínas. A las
primeras se les llama haptenos y a las otras acarreadoras.

El hapteno conjugado se transforma en un epítope parcial o


completo. El epítope total generalmente abarca aminoácidos
de la proteína acarreadora. El uso de conjugados hapteno-
acarreador ha demostrado la gran especificidad de la reacción
antígeno-anticuerpo.
Los estudios de Landsteiner demostraron que el anticuerpo
es capaz de distinguir entre haptenos de estructura similar. Se
probaron anticuerpos contra meta benzen sulfonato y sé
determinó la fuerza con que sé unió a los isómeros orto y para
del mismo hapteno, encontrandose que la unión era más fuerte
con el isómero homólogo.

La región del antígeno que se combina con el sitio activo


del anticuerpo se conoce como determinante antigénico o
epítope. También se une a receptores de membrana presentes
en los linfocitos T (TCR) y en los linfocitos B (Ig’s).

El número de determinantes antigénicos en una molécula


varía de acuerdo a su tamaño y a su complejidad química. Así
por ejemplo, se ha observado que la albúmina de huevo (PM
42 000) tiene alrededor de 5 epítopes, mientras que la
tiroglobulina (PM 700 000) tiene hasta 40 epítopes.
Numerosos estudios han demostrado que el tamaño de un
epítope es de alrededor de 4 a 6 moléculas de aminoácidos o
de azúcar.

En las proteínas hay dos grandes grupos de epítopes: los


secuenciales, determinados por la estructura primaria,
relativamente escasos y que reconocen preferentemente a los

56
linfocitos T; y los conformacionales que dependen de su
disposición en el espacio, son más abundantes e inducen
principalmente respuestas de anticuerpos.

Algunos factores importantes que participan en la


inmunogenicidad, son: la composición, la vía de
administración, la dosis del antígeno, lo extraño del antígeno
en el receptor; edad y sexo del receptor, el uso de adyuvantes,
el estado físico del antígeno y la constitución genética del
receptor. Entre mayor complejidad química tiene una
substancia es mas inmunogénica.

Los homopolímeros, formados por unidades repetidas de


un solo aminoácido, no son buenos inmunógenos, mientras
que los copolìmeros de dos o más aminoácidos pueden ser
buenos inmunógenos. Los aminoácidos aromáticos
contribuyen más a la inmunogenicidad que los no aromáticos,
ya que polipéptidos al azar relativamente simples que
contienen tirosina, son mejores antígenos que los mismos
polímeros sin tirosina, esto es debido a que la
inmunogenicidad esta dada por el contenido de tirosina de la
molécula.

Fig. 12 Antígenos

57
Vía de administración, dosis y estado físico del antígeno

La vía de administración, la dosis y el estado físico del


antígeno determinan su inmunogenicidad; por ejemplo, si
inyectamos IgG humana soluble en conejos por vía
intravenosa no se despierta una respuesta inmune; en cambio
esta misma IgG agregada por calor inducirá una respuesta
inmune al ser introducida por vía intravenosa. Por otra parte,
si a la IgG humana soluble la mezclamos con algún adyuvante
y lo aplicamos por vía subcutánea o intradérmica es capaz de
inducir una respuesta inmune. Finalmente, la dosis es
importante, ya que se ha observado que dosis muy altas o muy
bajas provocan una falta de respuesta hacia el antígeno
utilizado (tolerancia).

Constitución genética

La capacidad para responder a un antígeno en particular,


varía con la especie del animal, así por ejemplo, el
polisacárido tipo III del pneumococo no es inmunogénico en
conejos, pero si induce una buena respuesta inmune, tanto en
caballos, como en el hombre.

Adyuvantes

La respuesta inmune a un inmunógeno se puede potenciar


adicionándole sustancias llamadas adyuvantes. Se conocen
varias substancias con estas propiedades, como las emulsiones
oleosas y el hidróxido de aluminio, las cuales no solamente
aumentan la inmunogenicidad de los inmunógenos, sino que
58
convierten en inmunógenos a substancias que no lo eran. Por
otra parte, también pueden modificar el tipo de respuesta
inmunitaria hacia un antígeno determinado.

En el terreno experimental los adyuvantes más utilizados


son los adyuvantes completo e incompleto de Freund. El
incompleto contiene un aceite mineral y un agente
emulsificante (detergente) y el completo contiene además
micobacterias muertas. Este último estimula la actividad de
los macrófagos y favorece la digestión del antígeno y su
presentación para activar a los linfocitos específicos. Las
principales funciones de los adyuvantes son:

-prolongar la retención del inmunógeno,


-incrementar su tamaño efectivo,
-estimular el flujo de macrófagos y linfocitos.

En las vacunas para utilización en seres humanos, el


adyuvante más empleado es el hidroxido de aluminio

Antígenos timo dependientes y timo independientes

La mayoría de los inmunógenos son timodependientes; por


lo que requieren de la cooperación de los linfocitos T para
optimizar la respuesta de anticuerpos. Dicho de otra manera,
poseen la capacidad de activar linfocitos T y B para que se
produzcan gran cantidad de anticuerpos de todas las clases
(IgM, IgG, IgA IgE e IgD), quedando además linfocitos B y
T de memoria específica para dicho antígeno.

Sin embargo, una minoría de inmunógenos son antígenos


timo independientes, capaces de activar a los linfocitos B sin
activar a los linfocitos T, pero esta activación es deficiente, ya
que con ella solamente se producen unos pocos anticuerpos y

59
únicamente de la clase IgM, no generándose en esos casos
linfocitos de memoria.

BIBLIOGRAFÍA

1. Ortíz.O. L. “Inmunologia”. 1987. Editorial Interamericana. México.

2. Stites.Daniel.P.; Abba Y. Terr.; Tristram G. Parslow. “Inmunologia


basica y clinica”. 8a. edición. 1996. Ed. Manual Moderno. México.

60
CAPÍTULO SÉXTO
ANTICUERPOS

El reconocimiento del antígeno es fundamental para que se


desarrolle una respuesta inmune especifica, tanto en las
respuestas mediadas por linfocitos B, como en las mediadas
por linfocitos T.

En este proceso de reconocimiento del antígeno


intervienen dos tipos diferentes de moléculas: a) las
inmunoglobulinas, b) los receptores para el antígeno
específico de las células T.

Las inmunoglobulinas (fig. 13) son un grupo de


glucoproteinas presentes en el suero y fluidos tisulares de
todos los mamíferos, que pueden encontrarse en forma
soluble (anticuerpos) o asociadas a la membrana de los
linfocitos B, funcionando como receptores para el antígeno.
Para que las células B se desarrollen y puedan dar lugar a
las células plasmáticas, que se caracterizan por ser grandes
productoras de anticuerpos, es indispensable que se produzca
un contacto entre las células B y el antígeno.

En los humanos se producen 5 clases de inmunoglobulinas,


denominadas: IgG, IgM, IgA, IgD e IgE; cada una de ellas
contiene al menos una unidad básica o monómero, cada
unidad monomérica básica está formada por dos cadenas
polipeptídicas ligeras idénticas (L) y dos cadenas
polipeptídicas pesadas (H) también idénticas, en ambos casos
las cadenas se encuentran unidas por enlaces disulfuro.

Las cadenas polipeptídicas no existen en forma


tridimensional como secuencias lineales de aminoácidos, sino
que están plegadas por puentes de disulfuro intracatenarios,
61
en regiones globulares llamadas dominios. Las cadenas ligeras
siempre contienen dos de estos dominios, mientras que las
cadenas pesadas poseen cuatro o cinco. Cada una de las
cadenas polipeptídicas contiene una región aminoterminal (N-
terminal), conocida como región variable o V y una región
carboxiloterminal (C-terminal), llamada región constante o C.

Fig. 13 Estructura modelo de la molécula de anticuerpo

Algunas enzimas proteolíticas como la papaína o la


tripsina, son capaces de hidrolizar a las moléculas de
inmunoglobulinas en tres fragmentos de peso molecular
semejante, que se han denominado fragmentos Fab y
fragmento Fc (fig. 14). Cada molécula básica de cuatro
cadenas tiene dos fragmentos Fab y un fragmento Fc. Los
62
fragmentos Fab tienen los sitios de combinación con el
determinante antigénico o epítope (dos sitios por unidad de
cuatro cadenas), el Fc es el responsable de las llamadas
propiedades biológicas, es decir, la capacidad de unirse a otras
células o de interactuar con otros sistemas, como el del
complemento.

Fig. 14 Rompimiento enzimático de la inmunoglobulina

Por lo anterior, se considera al anticuerpo como una


molécula bifuncional; ya que por un extremo se une al
antígeno y por el otro puede unirse a células, al complemento
o ser capaz de atravesar la placenta.

Las diversas clases de inmunoglobulinas difieren entre sí en


tamaño, carga neta de superficie (diferencia de las cargas
positivas y negativas de los péptidos que conforman la
63
proteína), composición de aminoácidos y contenido de
carbohidratos.

El ser humano expresa cinco clases diferentes de cadenas


pesadas (isotipos) en las inmunoglobulinas, las cuales difieren
entre sí en sus secuencias de región CH (constante pesada) y
en sus propiedades físicas y biológicas. Las cinco clases de
cadenas pesadas se designan como mu, delta, gamma, alfa y
épsilon; las inmunoglobulinas que contienen estas cadenas
pesadas se denominan como clases: IgM, IgD, IgG, IgA e
IgE, respectivamente.

Las clases gamma y alfa se dividen en subclases (gamma 1,


gamma 2, gamma 3 y gamma 4; alfa 1 y alfa 2,
respectivamente).

Las subclases correspondientes de inmunoglobulinas se


llaman IgG 1, IgG 2, IgG 3 , IgG 4, IgA 1 e IgA 2.

Las cadenas ligeras se pueden clasificar en dos tipos; kappa


y lambda. Una determinada molécula de inmunoglobulina
contiene únicamente cadenas kappa o lambda, nunca
mezcladas.

La IgG pesa 150,000 daltones, es la más pequeña de las


inmunoglobulinas y la que se encuentra en mayor cantidad en
el suero. Es capaz de atravesar la placenta y de unirse al
complemento para activarlo, también se une a receptores para
Fc gamma, presentes en algunas células (por ej. macrófagos).

La IgM tiene la forma de un pentámero (fig. 15), cuya


unidad básica es de cuatro cadenas, con peso molecular de
900,000 daltones; presenta una cadena jota, la cual se une a
los cinco monómeros por la parte Fc para poder formar el
polímero. También los monómeros se encuentran unidos entre
sí por puentes disulfuro a nivel del tercer dominio constante
de la cadena mu. La valencia teórica de combinación es de 10,

64
pero esto solo se observa en interacciones con pequeños
haptenos; con antígenos mayores la valencia se reduce a 5,
debido probablemente a impedimento estérico por baja
flexibilidad de la molécula. Se unen con notable avidez a los
antígenos con epítopes multivalentes, por lo que éstos
anticuerpos son agentes aglutinantes y citolíticos muy
eficientes y como hacen su aparición al inicio de la infección y
generalmente se encuentran confinados en el torrente
sanguíneo, juegan un papel protector muy importante en las
bacteremias.

La IgA se encuentra en forma monomérica principalmente


en el plasma y en los líquidos intersticiales. La IgA dimérica
se encuentra en las secreciones seromucosas asociada a una
proteína, que se denomina componente secretor y puede
alcanzar un peso molecular de 70,000 daltones. A esta
molécula de IgA se le conoce como IgA secretora (fig. 16); El
componente secretor es sintetizado por las células epiteliales,
siendo indispensable para que la IgA secretora pueda ser
transportada a través de las mucosas hacia las secreciones
externas, como la saliva, las lágrimas, los líquidos nasales, el
calostro y las secreciones pulmonares y los tractos
genitourinario y gastrointestinal; donde cumple la función de
defender las superficies externas del organismo contra los
ataques de los microorganismos. (fig. 17)

65
Fig. 15 Inmunoglobulina M

Fig. 16 IgA secretora

66
Fig. 17 Transporte de IgA secretora

67
Los anticuerpos IgA actúan inhibiendo la adherencia de los
microorganismos recubiertos sobre la superficie de las células
de la mucosa, con lo que evitan la entrada de los mismos al
organismo. El plasma humano contiene cantidades
importantes de IgA monomérica, pero se desconoce su
función.

La IgD representa menos del 1 % de las inmunoglobulinas


séricas totales; es muy susceptible a la degradación
proteolítica debido probablemente a que tiene una región de
bisagra muy extendida, lo que explica su corta vida media en
el plasma. La mayoría de las IgD se encuentran unidas, junto
con la IgM a la superficie de los linfocitos B, dónde actúan
como receptores para el antígeno.

BIBLIOGRAFÍA
1.- Acosta A. Cruz López M. “Inmunologia de las mucosas”. Editorial
Distribuidora y Editora Mexicana, S.A. de C.V. 1992. México.

2.-Roitt.I. , J. Brostoff & D. Male. “Immunology”. Third edition. Ed.


Mosby. 1996. London, England.

3.- Janeway Ch. A. & Travers P. “Immunobiology”. Ed. Blackwell


Scientific Publications . 1994. London, England.

CAPÍTULO SÉPTIMO

68
ANTÍGENOS
DE
HISTOCOMPATIBILIDAD

Se denomina MHC o CPH (complejo principal de


histocompatibilidad) a un grupo de genes localizados en el
brazo corto del cromosoma 6 en los seres humanos. Un
individuo hereda un cromosoma paterno y uno materno, es
decir un haplotipo de cada padre.

Las moléculas codificadas por estos genes denominadas


HLA (antígenos leucocitarios humanos) desempeñan una
función muy importante en la respuesta inmune. Estas
glucoproteínas, están presentes en la superficie celular y son
las encargadas de reconocer la naturaleza extraña de tejidos
trasplantados de un individuo a otro de la misma especie; de
ahí su nombre de antígenos de histocompatibilidad.

Hay dos clases de moléculas de histocompatibilidad; las de


clase I y las de clase II. Todas las células de todos los tejidos
presentan moléculas de clase I, pero sólo unas cuantas células
expresan además, moléculas de clase II.

Las moléculas de clase II, se requieren para la


presentación del antígeno a las células T cooperadoras (CD
4); mientras que las moléculas de clase I se requieren para que
las células T citotóxicas reconozcan células infectadas por
virus o células tumorales y las puedan destruir.

Dentro de la región I hay 3 genes, designados como loci


HLA-A, HLA-B y HLA-C. De igual forma para la región II
hay tres genes conocidos como loci HLA-DP, HLA-DQ y
HLA-DR.

69
Cada uno de estos genes existe en múltiples formas
alélicas, es decir, una copia determinada del cromosoma 6
puede contener cualquiera de múltiples versiones alternativas
de cada gen, lo que origina proteínas con secuencias
diferentes (fig. 18). Por ejemplo, se han identificado
veinticuatro alelos de HLA-A y cincuenta alelos de HLA-B
en la población humana; y el número real de alelos
funcionalmente distintos puede ser mayor. Cada persona
hereda dos copias del cromosoma, por lo que puede expresar
seis proteínas distintas de clase I y seis diferentes de clase II.

Fig. 18 Complejo principal de histocompatibilidad


(brazo corto cromosoma 6)

Debido al gran polimorfismo de estos loci, la probabilidad


de que dos individuos expresen un patrón idéntico de
antígenos de histocompatibilidad (HLA) es muy baja; lo que
constituye un grave problema para encontrar donadores para
el trasplante de órganos.

Cada molécula de histocompatibilidad tiene dos regiones


principales; una polimórfica que es la que se encarga de la
presentación de péptidos (antígenos) y otra monomórfica que
es por donde se unen las moléculas CD4 ó CD8 del linfocito
T cooperador o linfocito T citotóxico respectivamente.

Las moléculas de clase I (fig. 19) están constituidas por


dos cadenas polipeptídicas unidas no covalentemente, una
cadena pesada de 44 KD denominada cadena alfa y una beta 2

70
microglobulina de 12 KD. La primera es codificada en el
cromosoma 6 y la segunda en el cromosoma 15.

La región extracelular de la cadena alfa se divide en tres


dominios llamados alfa 1, alfa 2 y alfa 3; el polimorfismo
radica en los dominios alfa 1 y alfa 2.

Las moléculas de histocompatibilidad de clase II (fig. 20),


están constituidas por dos cadenas polipeptídicas unidas no
covalentemente, denominadas cadena alfa y cadena beta,
ambas están codificadas en el cromosoma 6. El polimorfismo
de cada cadena está limitado al dominio amino terminal de
cada cadena, que se designan como dominios alfa 1 y beta 1.
Estos dominios se unen para formar un sitio de fijación para
el péptido, fijandose péptidos más largos que los que fijan
las moléculas de clase I
.

71
Fig. 19 Molécula de histocompatibilidad de clase I

Fig. 20 Molécula de histocompatibilidad de clase II

Las moléculas HLA de clase I y II funcionan de manera


distinta en la presentación del antígeno, ya que mientras las
72
moléculas de clase I presentan péptidos a los linfocitos T
citotóxicos (CD8), las moléculas de clase II los presentan a
los linfocitos T cooperadores (CD4).

Las moléculas de clase I fijan péptidos derivados de


proteínas sintetizadas endogenamente (por ejemplo: proteínas
virales en células infectadas por virus), mientras que las
moléculas de clase II fijan péptidos derivados de proteínas
exógenas que se han internalizado por medio de células
presentadoras de antígeno. Por lo que las células que alojan
agentes infecciosos intracelularmente son reconocidas y
atacadas por linfocitos T citotóxicos clase I restringida,
mientras que las células T cooperadoras clase II restringida
responden a antígenos solubles, activándose para producir
linfocinas y a su vez activar así a los linfocitos B.

Prácticamente todas las células somáticas expresan


moléculas HLA de clase I, pudiendo presentar por lo tanto
antígenos endógenos a los linfocitos T citotóxicos (CD8).

En cambio sólo unos cuantos tipos celulares expresan


proteínas de clase II, los cuales tienen la propiedad de
presentar antígenos exógenos a células T cooperadoras
(CD4).

A estas células se les conoce como células presentadoras


de antígeno(CPA), dentro de las cuales tenemos: macrófagos,
linfocitos B y células dendríticas (células de Langerhans de la
piel, células dendríticas de la sangre y células interdigitantes).
A excepción de los macrófagos las demás células tienen escasa
actividad fagocitica, pero expresan proteínas de clase II y son
muy eficientes en la captura y presentación del antígeno.

BIBLIOGRAFÍA

73
1.-Sites D. Abba I. Terr. & Tristram G. “Inmunología básica y clínica”.
8a. edición. 1996. Ed. Manual Moderno.

2.-Weir D. M. & Stewart J. “Inmunología”. Segunda edición. 1996.


Editorial Manual Moderno. México.

CAPÍTULO OCTAVO

EL SISTEMA
DEL
COMPLEMENTO
74
En 1894 Jules Bordet demostró que el suero contenía dos
factores, uno termoestable que era el anticuerpo y uno
termolábil al que llamó alexina, que complementaba la acción
bacteriolítica del primero. Actualmente se le llama
complemento y está constituido por un conjunto de proteínas
plasmáticas y de membrana (aproximadamente 30). El
complemento juega un papel importantísimo en la defensa del
huésped frente a los agentes patógenos y en los procesos
inflamatorios mediados por mecanismos inmunes.

La mayoría de estas proteínas son sintetizadas en el hígado,


aunque los macrófagos y neutrófilos activados pueden
producirlas localmente. Estas proteínas se encuentran en la
circulación como precursores inactivos (proenzimas), hasta
que son activadas secuencialmente por reacciones
bioquímicas específicas.

El complemento puede activarse por dos vías; la clásica y


la alterna. Ambas convergen en una vía común de ataque a la
membrana.

Vía clásica (fig. 21)

La vía clásica se inicia cuando el componente C1 se une a


complejos inmunes (Ag-Ac) en dónde el anticuerpo puede ser
de la clase IgG o IgM.

El componente C1 es un complejo pentamolecular


dependiente de calcio que se compone de una subunidad de
C1q, dos de C1r y dos de C1s. La unión de C1q con la
región Fc de la IgG o de la IgM produce cambios
75
conformacionales en C1 que le confieren actividad enzimática
a través de la fracción C1s. Cuando el complejo antígeno -
anticuerpo (Ag-Ac) está formado por IgG se requieren por lo
menos dos moléculas de ésta para activar el C1, mientras que
si el anticuerpo es IgM, con una molécula es suficiente para
que se lleve a cabo la activación.

C1s cataliza la activación y escisión de C4 en C4a y C4b y


de C2 en C2a y C2b. El C4b se une covalentemente con la
superficie celular o con los complejos inmunes, donde
formará junto con C2a un complejo enzimático denominado
C3 convertasa de la vía clásica (C4bC2a). Esta C3 convertasa
es capaz de generar miles de moléculas de C3a a partir del C3
nativo.

Vía alterna (fig. 22)

La vía alterna no requiere de un complejo Ag-Ac para su


funcionamiento.

76
Fig. 21 Activación del complemento por la vía clásica

77
Fig. 22 Activación del complemento por la vía alterna

En condiciones fisiológicas, el enlace tioester de C3 sufre


continuamente una hidrólisis espontánea que da lugar a la
formación de C3 (H2O), molécula con propiedades similares
a C3b. C3 (H2O), después de reaccionar con los factores B y
D, forma una C3 convertasa fluída (lábil) C3 (H2O) Bb, que
actúa sobre C3 y produce más C3b. Este que también procede
de la vía clásica, es en su mayor parte hidrolizado (iC3b) y
degradado (C3d). El que consigue unirse a una superficie
78
celular (5-10 %) continúa la cascada, siempre y cuando
aquella le “proteja” de la inactivación por proteínas
reguladoras. Las superficies con bajo contenido en ácido
siálico (microorganismos) tienen esta capacidad y facilitan la
formación de una asa de retroalimentación positiva que
amplifica la cantidad de C3b que se deposita en ellas. Por el
contrario, sobre superficies “no activadoras” como las células
autólogas, C3b es rápidamente desactivado por proteínas de
control, con lo que se frena la cascada.

Vía de ataque a la membrana

La unión de C3b a C4b2a forma la C5 convertasa de la vía


clásica (C4b2a3b) y la unión de C3b a C3bBb, forma la C5
convertasa de la vía alterna (C3bBb3b). Estas enzimas rompen
C5 en un pequeño fragmento con actividad de anafilatoxina
(C5a) y otro mayor (C5b) con el que se inicia la vía de ataque
a la membrana. A C5b se unen secuencialmente C6, C7, C8 y
C9. Los complejos C5bC6C7 se separan de la C5 convertasa
y se adhieren directamente a la membrana activante, aunque
una pequeña proporción de ellos circula y se deposita en
células autólogas de la vecindad a las que dañan o destruyen
(lisis inocente o reactiva).

La incorporación de C8 produce cierta disrupción de la


membrana, suficiente para causar lisis de células
metabólicamente inertes. Finalmente hasta 18 moléculas de C9
se unen a C5b, C6, C7 y C8, constituyendo el complejo de
ataque a la membrana (MAC). Esta estructura cilíndrica forma
en la bicapa lipídica, poros que permiten el paso de iones, con
la consiguiente lisis celular.

La lisis por el MAC es un mecanismo de eliminación


importante de ciertas bacterias (neisseria) y virus (retrovirus).
En general, las bacterias Gram positivas son resistentes a la
acción bacteriolítica del complemento, porque su gruesa capa
79
de peptidoglicana evita el acceso del MAC a la membrana
citoplásmica.

Actividades biológicas

El complemento tiene tres funciones principales: la primera


función es producir lisis de bacterias , virus recubiertos y
células, la segunda es actuar como opsonina para favorecer
la fagocitosis de bacterias, virus, hongos, etc. Este proceso
incluye recubrir el patógeno con componentes de
complemento como el C3b, que pueden ser reconocidos por
el fagocito mediante receptores específicos para dicho
componente.

La tercera función es la generación de fragmentos


peptídicos que regulan la respuesta inflamatoria e
inmunitaria.

Las anafilatoxinas C3a,C4a y C5a son pequeños péptidos


que derivan de la activación de C3, C4 y C5 respectivamente.
Los efectos de estas anafilatoxinas están mediados por la
unión a receptores específicos presentes en las células cebadas
y basófilos, produciendo la desgranulación de dichas células
con la liberación de mediadores químicos (histamina), que
aumentan la permeabilidad capilar y contraen la musculatura
lisa. C5a es la anafilatoxina más potente y también tiene efecto
quimiotáctico sobre neutrófilos, estimulando su agregación y
adherencia a las células endoteliales, produciendo leucopenia
y disfunción respiratoria por embolización de los agregados
celulares en los capilares pulmonares.

Regulación

80
Es muy importante que haya un mecanismo regulador del
complemento para evitar la destrucción de los tejidos propios;
por lo que el organismo cuenta con un grupo de proteínas
reguladoras, dentro de las cuales tenemos las que regulan la
vía clásica y las que regulan la vía alterna.

En el control de la vía clásica participan: C1 - INH, el


factor J, C4b - BP, DAF(factor acelerador del decaimiento) y
el factor I en presencia de sus tres cofactores (C4b - BP,
CR1 y MCP = Proteína cofactor de membrana).Varias de
estas proteínas también modulan la vía alterna: DAF, CR1
(receptor del C3b) y el factor I con un cofactor diferente, el
factor H, de acción contraria a la properdina.

Por último, la formación del MAC es regulada por dos


proteínas plasmáticas (S= vitronectina y SP-40) y dos de
membrana (HRF/ C8bp = factor de restricción homóloga o
proteína fijadora de C8 y CD59 = protectina). Estas últimas
protegen del ataque lítico, sólo si las proteínas del
complemento pertenecen a la misma especie, fenómeno
conocido como restricción homóloga. El propio MAC tiene
un efecto de retroalimentación negativa sobre la formación de
las convertasas.

BIBLIOGRAFIA
1.-Sites D. ,Abba I.Terr y Tristram G.P. “Inmunología básica y clínica”.
8a edición. 1996. Editorial Manual Moderno. México.
2.-Weir D.M., y John Stewart.1995. “Inmunología”. Segunda edición.
1995. Editorial Manual Moderno. México.

81
CAPÍTULO NOVENO

INMUNIDAD CELULAR Y COOPERACION


CELULAR
EN LA RESPUESTA DE ANTICUERPOS

Para que se lleve a cabo una respuesta inmune hacia un


determinado antígeno, es necesario que este sea capturado,

82
procesado y presentado por una célula presentadora de
antígeno (CPA).

Los antígenos endógenos y exógenos son procesados por


diferentes vías. Los antígenos protéicos nativos deben sufrir
un procesamiento intracelular antes de asociarse con las
moléculas de histocompatibilidad, siendo tratados por dos
mecanismos diferentes de acuerdo con su vía de entrada.

Los antígenos exógenos, adquiridos por las células


presentadoras de antígeno del entorno extracelular, son
procesados por una vía endocítica y se asocian generalmente a
moléculas de clase II. Mientras que los antígenos endógenos
como las proteínas virales, son degradados por vías
citoplásmicas biosintéticas y generalmente forman complejos
con el MHC de clase I. (fig. 23)

Para que los antígenos puedan ser reconocidos por los


linfocitos T y B, estas células cuentan en su superficie con
moléculas que reconocen al antígeno, a las cuales se les
conoce como receptores para el antígeno.

83
Fig. 23 Procesamiento de Ags exógenos y endógenos

En los linfocitos B el receptor para el antígeno es una


inmunoglobulina de superficie, la cual puede reconocer al
antígeno nativo (sin procesar).

En los linfocitos T, el receptor para el antígeno se


denomina TCR (del inglés T cell receptor) y requiere para
reconocer al antígeno que éste sea presentado por una
molécula de histocompatibilidad.

Para que el reconocimiento del antígeno por el TCR se


pueda mandar como señal intracelular de activación, el TCR
84
debe encontrarse formando un complejo molecular con una
molécula denominada CD3, que es la responsable de mandar
dicha señal.

Existen diferentes subpoblaciones de linfocitos T. Los T


cooperadores (TH-CD4) y los T citotóxicos (Tc-CD8).

Los T cooperadores se subdividen en TH1 y TH2. Los TH


se activan cuando su TCR reconoce un péptido antigénico
presentado por la CPA mediante una molécula de
histocompatibilidad de clase II.
Algunos linfocitos TH presentan un marcador de superficie
denominado CD4, el cuál se une a la molécula de
histocompatibilidad de clase II de la CPA.

El contacto entre una célula presentadora de antígeno y


una célula T cooperadora específica para el antígeno, hace que
la CPA libere una citocina llamada interleucina 1 (IL-1), esta
citocina tiene un efecto autócrino sobre la misma CPA,
aumentando la expresión de superficie de las moléculas de
histocompatibilidad de clase II, así como la de varias
adhesinas.

Al mismo tiempo la IL-1, actúa sobre la célula TH


favoreciendo la liberación de interleucina 2 (IL-2), y la
expresión de receptores para la IL-2, potenciando así la
respuesta de las células TH.

La unión de un marcador de superficie del linfocito T


denominado CD28 con un marcador de la CPA llamado B7
constituye una segunda señal coestimuladora, ya que
sinérgicamente con la IL-1 estimulan al linfocito T para que
libere IL-2 y se expresen en ese mismo linfocito receptores
para IL-2.

85
La IL-2 actúa sobre el mismo linfocito T que la produjo
(efecto autócrino) y sobre otras células cercanas (efecto
paracrino).

Existen otras moléculas que participan en la interacción del


linfocito T y la CPA, entre las que tenemos al marcador CD2
en el linfocito T, que es un receptor para el antígeno de
función leucocitaria 3 (LFA-3) que se encuentra en muchas
células involucradas en la respuesta inmune y en todas las
células presentadoras de antígeno. (fig. 24)

Los linfocitos T así activados, secretan otras citocinas que


promueven la activación, proliferación y diferenciación de
linfocitos B, macrófagos y otras células.

En una respuesta inmune específica hacia un antígeno, no


todos los mecanismos efectores se activan a la vez y en la
misma proporción.

Dependiendo de las citocinas y hormonas que se produzcan


a nivel local, será el mecanismo efector que se active.

Las células TH que se desarrollan pueden pertenecer a las


subpoblaciones TH1 ó TH2, según el perfil de citocinas
secretado inicialmente como respuesta al agente patógeno y a
la concentración local de diversos metabolitos.

Por ejemplo, si un antígeno induce la liberación de IL-12 e


INF, por parte de los macrófagos y las células NK,
proliferaran los linfocitos TH1, mientras que si se liberan IL-4
e IL-10 la subpoblación predominante será de TH2.

86
Fig. 24 Red de interacciones celulares

87
Los linfocitos T que nunca han sido estimulados (Tp =
vírgenes) sólo producen IL-2. Parece ser que las respuestas
de tipo TH1 se desencadenan por antígenos intracelulares
como virus ó bacterias, por lo que éstos están especializados
en la estimulación de macrófagos y de reacciones de
hipersensibilidad tardía.
Las respuestas de tipo TH2 parecen estar encaminadas
hacia alergenos y parásitos extracelulares.

Una estimulación corta induce el desarrollo de linfocitos


TH0, estos liberan IL-2, IL-4, IL-5, IL-10, e INF gamma.

Por otro lado, si el antígeno es presentado por macrófagos


y la estimulación es crónica, se desarrollarán linfocitos TH 1,
mientras que si el antígeno es presentado por linfocitos B y la
estimulación es crónica se desarrollarán linfocitos TH2, los
cuales aumentan la producción de anticuerpos, de células
cebadas y de eosinófilos.

Una vez seleccionada la subpoblación de TH (TH1 ó TH2)


que predominará, esta tiende a suprimir a la otra. Así, el
interferón (INF gamma) inhibirá la proliferación de los
linfocitos TH2 y la IL-10 inhibirá la proliferación de los
linfocitos TH1.

A diferencia de los linfocitos T, los linfocitos B reconocen


al antígeno en su forma nativa y libre; la unión del antígeno
por las inmunoglobulinas de superficie del linfocito B,
proporciona un tipo de señal que conduce a la activación del
mismo, sólo que dichas inmunoglobulinas están asociadas con
dos glucoproteínas transmembranales denominadas Ig-alfa e
Ig-beta formando un complejo de señalamiento de activación
celular.

Una segunda señal activadora es la que se lleva a cabo


cuando el linfocito B presenta el antígeno al linfocito T

88
mediante una molécula de histocompatibilidad de clase II, en
forma semejante a como se llevó a cabo entre el linfocito T y
la CPA. Además de esta señal, parece ser que la señal
activadora más potente esta dada por la unión de la molécula
CD40 del linfocito B con el ligando LCD40 del linfocito T.
Existen otras interacciones entre estas células como son:
CD80/CD28, CD72/CD5, ICAM-1/LFA-1 y LFA-3/CD2 que
corresponden a moléculas del linfocito B y linfocito T
respectivamente.

Otra señal activadora esta dada por las citocinas


producidas por los linfocitos TH2: IL-4, IL-5, IL-6 e IL-10.

Estas citocinas participan en la activación, proliferación y


diferenciación de los linfocitos B, así como en la producción
de la mayoría de los anticuerpos, con excepción de la IgG 1 e
IgE, las cuales son producidas por influencia de citocinas
producidas por los TH1 como son el INF gamma e IL-2. (fig.
25)

Los linfocitos T citotóxicos CD8+ (Tc), actúan sobre


células infectadas por virus o sobre células tumorales (célula
blanco).

Los linfocitos Tc reconocen al antígeno mediante el TCR.


El antígeno es expresado en la superficie de la célula blanco
mediante una molécula de histocompatibilidad de clase I.

La interacción entre el TCR y el antígeno y la molécula


CD8 y el MHC-I, inducen la expresión de receptores para IL-
2 en el linfocito Tc.

89
Fig. 25 Cooperación celular en la respuesta de anticuerpos

90
Por otro lado, los linfocitos T cercanos liberan IL-2 que
activa al Tc, confiriéndole su actividad citotóxica.

El linfocito T citotóxico puede destruir a la célula blanco


mediante dos mecanismos:

El primero consiste en liberar las proteínas que se


encuentran en los gránulos del Tc. Entre estas proteínas se
encuentran las perforinas, las cuales se polimerizan y forman
canales en la membrana de la célula blanco. Junto con las
perforinas se secretan enzimas proteolíticas conocidas como
fragmentinas, las cuales destruyen las proteínas de la
membrana y del citoplasma, ya que entran por los canales de
poliperforina. Posteriormente se produce la degradación del
DNA.

Asociadas a estas proteínas también se sintetizan citocinas,


como el TNF beta y el INF gamma, los cuales participan
también en los mecanismos de lisis celular.

El segundo mecanismo de daño se produce como


consecuencia de la interacción entre el ligando CD95
expresado en los linfocitos Tc y la molécula CD95 expresada
en la célula blanco; esta interacción induce la activación de
nucleasas capaces de degradar el DNA hasta fraccionarlo,
produciendo el fenómeno conocido como apoptosis o muerte
programada.

A la citotoxicidad producida por un linfocito T citotóxico


se le conoce como citotoxicidad celular específica.

Los mecanismos de citotoxicidad arriba citados son los


mismos que se producen cuando la célula citotóxica es una
célula NK (en donde no hay reconocimento específico) la cual
elimina una célula infectada por virus o una célula tumoral, y
se le conoce como citotoxicidad natural (de natural killer).

91
Existe un tercer tipo de citotoxicidad, la cual está dada por la
presencia en la célula blanco (infectada por virus o tumoral)
de anticuerpo unido al antígeno viral o tumoral presente en la
membrana, y la célula K (es la misma NK pero con diferente
función) se une por medio de receptores para el fragmento Fc
de la IgG presentes en ella, y se le denomina citotoxicidad
dependiente de anticuerpos, el mecanismo de daño es el
mismo que en los casos anteriores.

92
Fig. 26 Subpoblaciones de linfocitos T

BIBLIOGRAFÍA

93
1.-Regueiro José R. y C.López Larrea. “Inmunología, Biología y
Patología del Sistema Inmune”. 1a edición. 1996. Editorial Médica
Panamericana. Madrid, España.

2.-Roitt I. Brostoff J. & Male D. “Immunology”. Third edition. 1993


Editorial Mosby. London, England.

3.-Stites D. P, Abba I. Terr y Tristram G. “Inmunología Básica y


Clínica”. 8a. edición. 1996. Editorial Manual Moderno.

CAPÍTULO DÉCIMO
ONTOGENIA

94
La hematopoyesis se origina tempranamente en el saco
vitelino, posteriormente se desplaza hacia el hígado y bazo
fetales y finalmente a médula ósea, en donde se llevará a cabo
la hematopoyesis durante el resto de la vida. En el adulto la
hematopoyesis está limitada a la médula ósea del esternón,
columna vertebral, porciones proximales del fémur, húmero,
huesos iliacos y costillas.

La célula madre hematopoyética es pluripotencial, es decir


da origen a todos los elementos figurados de la sangre y se
renueva constantemente. Las células madres hematopoyéticas
constituyen casi el 0.01 % de todas las células de la médula
ósea.

Existen citocinas encargadas de regular la hematopoyesis,


induciendo el crecimiento y diferenciación de los diferentes
precursores. Entre las más importantes para la mielopoyesis
tenemos IL-3, GM-CSF (factor estimulante de colonias de
granulocitos y monocitos), G-CSF (factor estimulante de
colonias de granulocitos), M-CSF (factor estimulante de
colonias de monocitos), IL-4, IL-5, IL-6 e IL-7.

Estas citocinas proceden principalmente de las células del


estroma de la médula ósea, aunque también son producidas
por células linfoideas y mieloideas maduras.

La célula madre hematopoyética pluripotencial (CMH) da


origen a la célula madre linfoidea (la cual dará origen a los
linfocitos T, B y células NK) y a la UFC-GEMM (unidad
formadora de colonias de granulocitos, eritrocitos, basófilos
neutrófilos, eosinófilos y monocitos).

La UFC-GEMM requiere de la participación de la IL-3 y


del GM-CSF para que se diferencie hacia megacariocitos,
eritrocitos, basófilos, neutrófilos, eosinófilos y monocitos.
Esta UFC-GEMM da origen a unidades formadoras de
colonias de eritrocitos (BFU-E), unidad formadora de

95
colonias de basófilos (UFC-B),unidad formadora de colonias
de eosinófilos (UFC-Eo), unidad formadora de colonias de
granulocitos y monocitos (UFC-GM) y los megacariocitos se
originan directamente de la UFC-GEMM.

La IL-3 y el GM-CSF también participa en la


diferenciación de los monocitos y los neutrófilos
.
Para la diferenciación hacia neutrófilos se requiere del G-
CSF (factor estimulador de colonias de granulocitos).

Para la diferenciación de monocitos a macrófagos se


requiere de M-CSF (factor estimulante de colonias de
monocitos), IL-1, IL-4 e IL-6.

La eritropoyetina estimula el paso de UFC-GEMM a BFU-


E, la cual a su vez dará origen a los eritrocitos.

La célula madre hematopoyética pluripotencial (CMH) da


origen a una célula progenitora linfoidea o célula madre
linfoidea, la cual a su vez dará origen a los linfocitos T y B (y
probablemente a las células NK). Los linfocitos B se
diferencian en la misma médula ósea, de tal manera que
cuando abandonan la médula ósea salen ya maduros; en
cambio los linfocitos T salen inmaduros de la médula ósea y
tienen que pasar al timo para diferenciarse hasta linfocitos T
maduros.

Para que se lleve a cabo la diferenciación de los linfocitos


en la médula ósea a partir de la célula madre hematopoyética,
(lo cual sucede entre la 8a y 9a semana de gestación en el
humano) se requiere de la participación de algunas citocinas
como el SCF (factor de célula madre) y la Il-3 los cuales son
necesarios para que se origine la célula madre linfoidea y las
células precursoras de linfocitos B.

96
También es necesario que la célula madre hematopoyética
interactúe con células estromales (células grandes con
prolongaciones que existen en la médula ósea) a través de
moléculas de superficie, para que se pueda llevar a cabo la
diferenciación hacia linfocitos B maduros. Estas células
estromales también producen IL-7, la cual se une a receptores
de linfocitos Pro-B y Pre-B mandándoles señales para que se
dividan y se diferencien. Las células Pro-B reorganizan sus
genes para inmunoglobulinas; las primeras cadenas que se
producen son las cadenas pesadas mu, las cuales se
encuentran en el citoplasma de las células Pre-B.

Posteriormente se producen las cadenas ligeras y dos


proteínas denominadas inmunoglobulina alfa e
inmunoglobulina beta; estas últimas se asocian con las cadenas
pesadas mu y con las cadenas ligeras para crear una unidad
receptora de antígeno que se expresa en la superficie celular
llamada IgM de superficie. A las células que expresan esta
inmunoglobulina de superficie se les denomina linfocitos B
inmaduros.

Cuando estos linfocitos B inmaduros adquieren una IgD de


superficie además de la IgM se les denomina linfocitos B
maduros, los cuales están listos para interactuar con el
antígeno y activarse. La conmutación entre isotipos (cambio
de clase de inmunoglobulina) se produce durante la
maduración y la diferenciación del linfocito B y está
condicionada al tipo de antígeno y al tipo de TH que esté
predominando.

La única inmunoglobulina que sintetiza el ser humano antes


de nacer es la IgM, que es sintetizada por el feto a partir del
sexto mes de gestación. Las otras inmunoglobulinas son
sintetizadas hasta después del nacimiento. Así tenemos que al
año de nacido, el niño produce el 80 % de IgG de la
concentración que tiene un adulto, el 75 % de IgM y el 20 %
de IgA.

97
Al mismo tiempo que van adquiriendo inmunoglobulinas
intra y extracitoplásmicas, las células B van adquiriendo
marcadores celulares.
Los precursores de los linfocitos T en la médula ósea
requieren al igual que los precursores de células B de
citocinas como el SCF (factor de célula madre) y la IL-3 para
que se diferencien a células Pre-T, y para que se diferencien ya
dentro del timo en linfocitos T maduros requieren además de
IL-2, IL-7 y factores tímicos. Estos factores u hormonas
tímicas, son las responsables de promover la aparición de
marcadores de diferenciación en los linfocitos T; entre los
más conocidos tenemos a: timoestimulina, timosina,
timopoyetina, factor hormonal tímico y factor tímico sérico.

El timo es un órgano bilobulado, situado en la parte


anterior del mediastino superior, y se origina de la tercera y
cuarta bolsas endodérmicas faríngeas; está dividido en
lobulillos separados por tabiques, cada lobulillo esta formado
de una región subcapsular, una corteza, una región
corticomedular y una médula. En la región subcapsular existen
células “nurse” o nodrizas y timocitos inmaduros que sólo
presentan CD7, Tdt (desoxinucleotidil-transferasa terminal),
CD4 y CD8 en baja concentración; en la corteza y en la
médula existen células epiteliales, timocitos y macrófagos.
( fig. 27)

Las células epiteliales de la corteza presentan antígenos de


histocompatibilidad de clase I (MHC-I) y de clase II (MHC-
II) a los timocitos que en este nivel ya adquirieron mayor
cantidad de moléculas CD4 y CD8 y además ya expresan
moléculas TCR. Estos timocitos se van a diferenciar hacia Th
CD4 + los que reconozcan antígenos de histocompatibilidad
de clase II y a Tc CD8+ los que reconozcan a los MHC de
clase I.

98
En la región corticomedular existen células interdigitantes
que presentan antígenos propios a los linfocitos Th CD4+ y a
los Tc CD8+; aquellas clonas de linfocitos T que reconozcan
estos antígenos propios son destruídas dentro del timo y se les
conoce como clonas prohibidas o clonas autorreactivas.

99
Fig. 27 Timo

BIBLIOGRAFIA
100
1.- Acosta G.M. y M.Cruz . “INMUNOLOGIA DE LAS MUCOSAS”.
1992. Ed. por Distribuidora y Editora Mexicana S.A. de C.V. México.

2.-Regueiro J. y C.López. L. “INMULOGIA, BIOLOGIA Y PATOLOGIA


DEL SISTEMA INMUNE”. 1a edición. 1996. Ed. Panamericana.
Madrid,España.

3.- Roitt I.,J.Brostoff y D. Male.”IMMUNOLOGY”. Third edition. 1993.


Ed. Mosby. London, England.
.

ÍNDICE ALFABÉTICO
adyuvantes 59, 60
adyuvante incompleto de Freud 61
101
adyuvante completo de Freud 61
alexina 77
anafilatoxinas 82
anión superóxido 28
anticuerpos 18, 19, 20, 21, 31, 33, 41, 46, 48, 49, 53, 57, 58,
61, 62, 63, 67, 70, 85, 93
antígeno de histocompatibilidad 21, 39, 52, 55, 71, 72
antígenos endógenos 75, 85
antígenos exógenos 75, 85
basófilos 45, 46, 82, 98
bazo 29, 38, 41, 45
Bhering Von 17
Bordet 18, 77
calostro 33, 34, 35, 67
CD (cluster diferentation) 49
células dendríticas foliculares 42, 56
células de Langerhans 31, 43, 55, 75
células de Küpffer 29
célula epitelial 35, 37, 67, 69
células epiteliales corticales 39, 102
células interdigitantes 40, 43, 55, 75, 101, 102
células M 44
células NK 26, 45, 47, 48, 51, 53, 88, 93, 98
células nurse 39, 100
células T autoreactivas 40
centro germinal 42, 43
citocinas 33, 583, 54, 55, 88, 91, 93, 97, 99, 100
citotoxicidad celular específica 93
citotoxicidad dependiente de anticuerpos 53, 94
citotoxicidad natural 53, 94
clonas prohibidas 40, 101
CMH (célula madre hematopoyética) 46, 97
componente secretor 67, 69
corteza 39, 42, 43, 101, 102
cromosoma 6 71, 72, 73
cuerpo de Gall 47
C3 convertasa 78, 81

102
C5 convertasa 81
dominios 64, 73
DP 72
DQ 72.
DR 72.
Edelman 20
efecto autócrino 87, 88
efecto paracrino 88
Ehrlich Paul 18
elastasas 29
eosinófilos 45, 46, 90, 98
epítope o determinante antigénico 58, 59, 65
espermina 24
fagocitosis 17, 18, 25, 27, 30, 35, 54, 55, 82
fagolisosoma 30
fagosoma 31, 30
Felton 19, 20
folículo primario 43
folículo secundario 43
Fragaeus Astrid 20
fragmentinas 93
fragmento fab 65
fragmento fc 54, 65, 94
ganglio linfático 38, 43
Grabar 20
haplotipo 71
Heidelberger 19, 20
hipoaluros 28
HLA (antígenos lencocitarios humanos) 54, 71
HLA-A 72
HLA-B 72
HLA-C 72
homosapiens 13
IgA monomérica 67, 70
IgA secretora 35, 44, 61, 63, 66, 67, 68, 69, 70, 100
IgD 35, 40, 52, 61, 63, 66, 70
IgE 35, 52, 61, 63, 66

103
IgG 35, 52, 61, 63, 66, 100
IgM 35, 40, 52, 61, 62, 63, 66, 67, 70, 100
inmunidad 23, 85
inmunidad adquirida 23, 31, 33
inmunidad humoral 31
inmunidad innata 23, 24, 27
inmunógenos 57, 59, 61, 62
inmunoglobulinas 20, 21, 63, 65, 66, 70, 99, 100
inmunoglobulinas de superficie 40, 52, 53, 90
isotipos 52, 66, 99
Issaeff 17
interferones 25, 26, 54
Jenner Edward 15
Kabat 20
Kendall 19
Koch Robert 18
Köhler 21
Küstner 19
lactobacilos 24, 34
Landsteiner 18
leche materna 33, 34, 35
Le-fort Pouilly 16
línea linfoidea 45, 46
línea mieloidea 45, 46
linfocinas21, 33, 41, 53, 54, 75
linfocitos B 21, 31, 32, 33, 40, 41, 42, 43, 45, 46, 47, 48, 50,
51, 52, 53, 54, 55, 56, 58, 61, 62, 63, 75, 85, 86, 87, 88, 90,
98, 99
linfocitos T 16, 21, 25, 31, 33, 39, 40, 41, 43, 45, 46, 47, 48,
49, 50, 51, 53, 54, 55, 56, 58, 61, 62, 63, 75, 85, 86, 87, 88,
9093, 98, 100, 101
lisozima 24, 28
MAC = complejo de ataque a la membrana. 82, 83
Macrófagos 16, 17, 25, 27, 28, 29, 34, 40, 42, 43, 45, 46, 51,
54, 55, 61, 67, 75, 77, 88, 90, 98, 101, 102
macrófagos esplénicos 29
macrófagos mesangiales 29

104
MALT (tejido linfoide asociado a mucosas) 41, 44
mastocitos o cel. Cebada 45, 46
Medawar 20
médula ósea 37, 38, 40, 45, 52, 97, 98, 99, 100
megacariositos 45, 46, 98
Metchikov Elie 15
MHCI (complejo principal de histocompatibilidad clase I) 51,
85, , 91, 101
MHCII 51, 55, 101
microglía 29
mieloperoxidasa 28
Milstein Joseph 16, 21
molécula HLA clase I 51, 71, 75
molécula HLA clase II 51, 54, 71, 75
monocitos 29, 40, 45, 46, 54, 55, 97, 98
neutrófilos 28, 29, 30, 45, 46, 77, 83, 98
ontogenia 97
órganos linfoideos primarios 41
órganos linfoideos secundarios 41
PALS (tejido linfoide periarteriolar) 41
Pasteur Louis 15
paracorteza 42
Pederson 20
perforinas 93
peróxido de hidrógeno 28
Peyer placas de 38, 41, 44
Pfeiffer 17, 18
Pirquet Von 19
polimorfonucleares 27, 29, 35
Porter 20
Portier 18
Prautnitz 19, 77
proenzimas 27
properdina 83
proteínas catióricas 28
proteínas de fase aguda 25
proteína C reactiva 25

105
región constante 64
región subcapsular 39, 49, 100
región variable 64
regulación del complemento 83
Richet 18
SCF (factor de célula madre) 99, 100
Schick 19
Shibasaburo Kitasato 17
singlete de oxígeno 18
sistema de complemento 27
sistema linfoideo 37
Susumo Ono 13
TCR (receptor de Cels T para el Ag) 33, 39, 50, 51, 53, 58,
86, 87, 91, 101
Tc (T citotóxico) 50, 51, 87, 91, 93, 101
TH (T cooperadores) 50, 51, 87, 88, 90, 100, 101
TH1 (linfocitos T cooperadores) 50, 87, 88, 90, 91
TH2 (linfocitos T cooperadores) 50, 87, 88, 90, 91
timo 21, 37, 38, 39, 40, 47, 49, 61, 62, 98, 100, 101, 102
Tiselius 20
TNF (factor necrozante de tumores) 55, 93
Tucídides 20
UFG-GEMM (unidad formada de colonias de gramulocitos,
entrocitos, monocitos y megacariocitos) 98
vía alterna 35, 78, 80, 51, 83
vía clásica 78, 79, 81, 83
Voltaire 14
Waldeyer anillo de 38
Williams 20
Wrigth 18
Wortley Montagú Mary 14
Yersin A. 17

106
107
El libro Inmunología Básica para Estudiantes de Medicina,
de los autores Martha García García y Vicente Rosas Landa
Lechuga, se terminó de imprimir el 21 de Marzo de 1999, por
Editora Hoy en Tampico S.A. de C.V., Altamira # 611
Poniente, zona centro, Tampico, Tamaulipas. La edición fue
de 3000 ejemplares más sobrantes para reposición y estuvo al
cuidado del Dr. Fernando Aldape Barrera.

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