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El ministerio cristiano

Análisis del papel de un laico en el campo misionero


Nombre del estudiante: Héctor Dumas Chávez | Fecha: 03/12/2018

Cuando se utiliza el término “ministro” en el ámbito religioso, tradicionalmente se

aplica de manera exclusiva al trabajo que un pastor o un misionero realiza en pro de

las necesidades de una iglesia o comunidad. Sin embargo esta definición no pareciera

ser aquella que llena las expectativas de la feligresía actual, dejando así la necesidad

de mantener en pie la interrogante: ¿qué significa realmente ser un ministro? Para

James D. Smart, al tratar de darle una definición a este término, concluye: “Es un

evangelista. Es un predicador. Es un sacerdote. Es un administrador religioso. Es un

reformador social. Es un director de empresas… Es la voz de la conciencia de la

comunidad… Es un hombre de sabiduría y virtud superiores cuya tarea de cada semana

consiste en mostrar a los hombres y las mujeres cómo vivir con mayor sabiduría y

virtud.”1 De manera simplificada, se podría decir que es aquel que dedica su vida al

servicio de Dios y de su prójimo.

Aunque bien viene siendo cierto que el principio de servir a otros se encuentra

en las enseñanzas de Jesús, y de manera precisa, como requisito para poseer un lugar

de estima entre el mismo cuerpo de creyentes: “mas entre vosotros no será así, sino

que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Mat 20:26).

Este acto de servir o ministrar no debiera ser considerado exclusivo de un grupo de

1
James D. Smart, The Rebirth of the Ministry (Filadelfia: Westminster Press, 1960), pág. 17 y ss.
élite eclesiástico únicamente, o por lo menos esa no es la enseñanza cristiana

encomendada a la iglesia antes de la partida de su Maestro. Por esta razón “el Nuevo

Testamento enseña claramente que todos los cristianos deben ser ministros. Lo que

no concuerde con esto viola claramente las exigencias del discipulado presentadas por

nuestro Señor.”2

El ministerio cristiano es pues la réplica que el alma alcanzada por Jesús realiza

en pro de la humanidad perdida, al obrar del mismo modo que el Salvador lo hizo por

ella: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar

su vida en rescate por muchos” (Mar 10:45). A través de estas palabras Marcos plasma

la misión de Jesús en pro de la redención de toda la raza humana. Al mismo tiempo

retrata el principio que el mismo Jesús enseñó a sus discípulos y que serían una de las

características que los identificaría: el servicio a los demás.

Este conocimiento de la salvación proveniente de Cristo, capaz de devolver a la

humanidad caída a su relación de vuelta con su Creador, al ser compartido con

aquellos que no lo han oído responde a uno de los requisitos de la triple misión de la

iglesia: la evangelización. El mandato de servir o ministrar a través del grupo de

personas rescatadas, unidas en una misma fe y bajo la institución llamada iglesia la

cual es “un cuerpo constituido por muchos miembros, llamados de entre todas las

naciones, razas, lenguas y pueblos”3, fue encomendada por Jesús a sus discípulos. Y

esta misma encomienda llega hasta nuestros días bajo el título de la Gran Comisión

2
Rex D. Edwards, Cada creyente, un ministro (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1999), 13.
3
Iglesia Adventista del Séptimo Día, En esto creemos para estar atentos a la Palabra, 1a Edición (Gema
Editores, 2012), 152.
(Mat 28:19,20). Ésta a su vez el fundamento a través del cual el ministerio cristiano se

mueve y pretende llegar y alcanzar a aquellos que no han conocido de Él.

Cristo estaba encomendado y uniendo tras de sí a todos y cada uno de los

nuevos conversos, a cumplir la misión de llevar el mensaje de las buenas nuevas, el

Evangelio, a cada uno de los miembros de la familia humana caída. Elena de White

haciendo un comentario respecto a este episodio, dice: “Cristo se hallaba solamente a

pocos pasos del trono celestial cuando dio su comisión a sus discípulos. Incluyendo

como misionero a todos los que creyeran en su nombre, dijo: Id por todo el mundo,

predicad el evangelio a toda criatura. El poder de Dios había de acompañarlos”4. Y

aunado a esto, ella menciona: “Los dirigentes de la iglesia de Dios han de comprender

que la comisión del Salvador corresponde a todo el que cree en su nombre. Dios

enviará a su viña a muchos que no han sido dedicados al ministerio por la imposición

de las manos”5. Por esta razón se puede comprender claramente que el cumplimiento

de la Gran Comisión, nos capacita a todos a ser ministros en favor de Cristo, siendo

todos mensajeros de Dios: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como

si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos

con Dios.” (2 Corintios 5:19,20).

Al comprender la necesidad de este ministerio de reconciliación, los creyentes

entienden que está constituido por tres partes fundamentales: 1) El ministerio invita a

quienes están distanciados de Dios a unirse a él y a la iglesia en el cumplimiento de la

4
Ellen Gould Harmon White, Servicio Cristiano, 2013, 14.3.
5
Ellen Gould Harmon White, Los hechos de los Apóstoles: en la proclamación del evangelio de Jesucristo
(Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 90.4.
misión. 2) La iglesia es el pueblo de Dios reconciliado entre sí. 3) La iglesia le dice al

universo que el plan de redención de Dios es real y poderoso.”6

Pese a todo esto, se debe de tener cuidado al realizar la predicación del

Evangelio, ya que “el gran fracaso como iglesia es que se predica de doctrinas, llenando

la cabeza de doctrinas, pero sin tener un conocimiento personal de Cristo. 7 Por esta

razón Cristo mismo dejó en claro en Mateo 24:14, que el Evangelio sería proclamado

por “testimonio” para después venir entonces el fin.

Es el testimonio cristiano “la otra dimensión de la tarea de la iglesia, se refiere

a su extensión hacia el mundo”8, y es el que dota de poder al mensaje proclamado.

Según Elena de White: “…una vida semejante a la de Cristo es el argumento más

poderoso que pueda aducirse en favor del cristianismo.”9 Pero llegar a ser semejante a

Cristo, es únicamente el fruto de la dependencia y obediencia total a él. Por esta razón

debe entenderse que en este mandato de la Gran Comisión, “la misión es el

instrumento divino para el crecimiento del cristiano. La misión es de cada creyente.

Cada creyente necesita crecer.”10 Y este crecimiento justamente, se da en dentro de la

segunda fase de la misión de la iglesia, conocida como la edificación. Esta parte de la

misión está descrita por Pablo en Efesios 4:11-16.

Y finalmente aparece la tercera parte de la misión de la iglesia: la glorificación.

Esta fase tan importante dentro del cuerpo de Cristo, se da como respuesta a la

6
Denis Fortin, Unidad en Cristo: guía de estudio de la Biblia (México: Editorial Montemorelos, S. A. de C.V.,
2018), 71.
7
Hernández, Abner. Clase de Cristología y soteriología. 21 noviembre de 2018.
8
Edwards, Cada creyente, un ministro, 47.
9
Elena G. de White, Testmionies, t. 9, pág. 21
10
Alejandro Bullón, Todo miembro involucrado: un llamado a servir (México: Gema Editores, 2017), 131.
necesidad de glorificar a Dios a través de la vida misma. Pedro lo describe en su

epístola como el llamado a todos los creyentes para que, a través de su testimonio

personal, el nombre de Dios sea glorificado: “Mas vosotros sois linaje escogido, real

sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes

de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped 2:9). Haciendo un

comentario respecto a la necesidad de que cada creyente ocupe el puesto al cual fue

llamado, el Dr. Kenneth Cober menciona: “No existe tal cosa como ser miembro de

iglesia sin ser un ministro y un misionero…”11

Todos y cada uno de los que han aceptado el llamado de Dios, están

involucrados en la misión de glorificar a Dios a través de su vida misma, por lo tanto,

“cada seguidor de Jesús tiene una obra que hacer como misionero de Cristo, en la

familia, en la vecindad y en el pueblo o ciudad donde habita”12. Cuando cada cristiano

profeso comprenda y acepte su misión, Dios mismo podrá obrar en favor de él a fin de

alcanzar a las almas que se encuentran a su alcance. El ministerio cristiano es por lo

tanto, un privilegio dado a la humanidad caída que aún los ángeles quisieran realizar

para llevar a las almas a los pies de Jesús; sin embargo, esto solo le ha sido confiado a

los propios seres humanos, los cuales comprende la suerte de la caída, pero que al

mismo tiempo, pueden experimentar la bendición de haber sido rescatados por Jesús.

11
Kenneth L. Cober, The Church´s Teaching Ministry, (Valley Forge, Pa.; Judson Press, 1964), pág. 31.
12
Elena G. de White, Testmionies, t. 2, pág. 632

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