desquiciada. Todas estas son palabras con las que se quiere asociar no sólo a las feministas sino a las mujeres en general. ¿Por qué? Porque es otra manera de silenciarnos a nosotras y a nuestros sus actos.
Ligarnos con estas palabras refuerza la
idea patriarcal de que las mujeres debemos estar calladas y molestar poco. Por eso, cuando una mujer se queja o levanta la voz es más fácil tildarla de exagerada, loca u “hormonal” que de verdad escuchar sus reclamos. El feminismo es lo contrario del machismo
No, no y no. El feminismo es una teoría
de la igualdad y el machismo una teoría de la inferioridad. El feminismo propugna que mujeres y varones somos iguales en derechos y libertades; y busca que todxs tomemos conciencia de las discriminaciones que sufrimos las mujeres sólo por ser mujeres, y podamos organizarnos para acabar con ellas.
El machismo, sin embargo, consiste en
la discriminación basada en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres. Como explica Nuria Varela, equiparar ambos es como decir que racismo y lucha contra el racismo son lo mismo. Las feministas son mujeres que propician el libertinaje Las feministas propician en las mujeres una autoestima fuerte; les enseñan a conocer sus derechos y a ser protagonistas de sus vidas. Propician exactamente lo contrario del libertinaje porque en la medida en que una mujer construye autonomía, está construyendo nuevas maneras de amar desde la certeza de que el amor se inicia por un profundo amor a sí misma.
Más una mujer es feminista, más es
exigente con los hombres y menos propicia el libertinaje. Si todas las adolescentes de este país fueran feministas, tendríamos con toda seguridad otras estadísticas de embarazos no deseados.