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El histórico partido «opositor» venezolano y su vinculación económica con el chavismo

Una gigantesca trama de corrupción y estafa a PDVSA en la que aparece vinculada una de las
principales fuerzas políticas opositoras

REPORTAJESUR AMÉRICAVENEZUELA

Por Orlando Avendaño Actualizado Ago 24, 2019

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Henry Ramos Allup, secretario general del histórico partido venezolano Acción Democrática.
(Archivo)

Según una comisión de la Asamblea Nacional de Venezuela, entre los años 2004 y 2014 se
perdieron unos 11.000 millones de dólares de la estatal PDVSA. Se estima que todo se esfumó
entre tramas de corrupción.

Pocos pueden escapar. El dinero se depositó en demasiadas cuentas.

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El gran partido blanco

«Este partido ha nacido para hacer historia», dijo Rómulo Betancourt frente a una multitud en la
Plaza de Nuevo Circo de Caracas el 13 de septiembre de 1941. Ese día se anunciaba ante los
venezolanos la conformación de la primera gran fuerza política moderna del país. Empezaba una
era. «Nace armado de un programa que interpreta las necesidades del pueblo, de la nación (…)
Acción Democrática aspira a ser el cemento que amalgame a todos los venezolanos que amen su
nacionalidad».

Y lo logró. La Venezuela moderna no es sino una escultura cincelada por los herederos de
Betancourt. Esculpida cuidadosamente por el que por más de cinco períodos en cuatro décadas
fue el partido de Gobierno —y tampoco perdió el poder cuando no lo fue—.
La última etapa republicana de Venezuela es la historia de Acción Democrática y, a un costado,
COPEI. Los logros, esos grandes triunfos que volvieron a los venezolanos muestras de una sociedad
idílica, son atribuibles a los hombres que, pese a andar sometidos por una impericia voraz,
trazaron el presente del país. Es cierto, también los errores. Todas aquellas mañas que al final
derivaron en el ascenso de un teniente coronel golpista. Pero, indistintamente, una reflexión
sensata sobre esas décadas es incapaz de evadir la grandeza histórica de Acción Democrática. El
partido hizo historia.

Hoy un genuino adeco hablará con nostalgia del «partido del pueblo». Luego de la última gran
obra de los arribistas, la rebelión contra su partido que provocó la destitución de Carlos Andrés
Pérez, el decaimiento ha sido raudo. Imparable. Y, aún cuando se pensaba que de los adecos, así
como de los copeyanos, solo quedaba el cadáver en descomposición, el auge mediático de Henry
Ramos Allup —quien asumió la secretaría general del partido en el año 2003 (y aún no la suelta)—
no significó, al mismo tiempo, la restauración de Acción Democrática.

El gran partido fundado por Rómulo Betancourt hoy no es ni la sombra de aquel ambicioso
proyecto de mediados del siglo XX. De una fuerza política histórica, Acción Democrática devino en
una maquinaria opositora al chavismo pero que, al mismo tiempo, guarda relaciones económicas y
políticas con el régimen al que, presuntamente, enfrenta. Todo un entramado de conexiones,
algunas más lejanas, con los dineros saqueados al otrora país más rico del continente.

La contribuyente

Gerardo Hernández conoció a Henry Ramos Allup a mediados de los 2000. Ya Hugo Chávez había
salido victorioso, presuntamente, del referendo revocatorio en su contra en el año 2004. Sin
embargo, Hernández, con su organización, y Ramos Allup, insistían en que hubo fraude.

En la oficina del secretario general de Acción Democrática se sentó Hernández, quien había sido
invitado por una joven y estelar militante del partido blanco: Vanessa Friedman. En el encuentro
se discutió la estrategia a trazar de cara al fraude cometido por Hugo Chávez en el referendo del
2004. «Estábamos en sintonía. Ramos Allup entendía que se había cometido fraude y lo iba a
denunciar», dice Hernández.

No obstante, más allá de la aparente lucidez del secretario general de Acción Democrática, algo le
llamó la atención a Hernández. Friedman no era solo una militante romántica y sumamente
atractiva. La joven también era contribuyente del partido. Estaba sentada ahí, junto a su jefe,
consentida con especial afecto, por ser una de las financistas de Acción Democrática.
«Lo comentó en varias oportunidades durante la reunión. Presumía de apoyar económicamente al
partido de Ramos Allup. Y él no decía nada», dice Hernández, quien también destaca: «En ese
momento sentía que Ramos Allup comprendía bien lo que estaba pasando con Chávez. Insisto:
estábamos en sintonía. Pero luego algo cambió».

Los Ramos y los Morillo

Vanessa Friedman empezó a militar desde muy joven en Acción Democrática. Con una energía
voraz, el vigor y su transparente compromiso con oponerse al chavismo, se perfilaba como una de
las incipientes estrellas del partido. Destacaba, por supuesto, porque también gozaba del afecto
del secretario general del partido, Ramos Allup, quien, agudo, divisó su talento con rapidez.

La joven tenía una relación con otro enérgico joven, Francisco Morillo. «Eran la típica pareja
caraqueña del este. Ambos muy guapos, de buena familia», dice quien fue un amigo cercano de
Friedman. Se conocían desde los trece años y para el momento en el que Gerardo Hernández se
reúne con Henry Ramos Allup en su oficina en el Edificio Rómulo Betancourt, en Caracas, ya ambos
se habían casado.

Morillo había sido heredero empresarial de Wilmer Ruperti, un reconocido hombre de negocios
marítimos que había logrado una importante fortuna gracias a contratos con el Estado
venezolano. La postura de Ruperti a finales de 2002, en contra del paro petrolero que pretendía
desestabilizar al régimen de Hugo Chávez, le ganó importantes simpatías con el chavismo que lo
ayudaron a posicionarse muy bien en la élite empresarial boliburgués.

No obstante, el entorno delincuencial de los negocios de Ruperti aparentemente habría puesto


incómodo a Morillo, quien arguyó aquello para justificar su ruptura con quien lo había apadrinado
financieramente. Morillo, luego de separarse de Ruperti, trabajó en la estatal petrolera por varios
meses y, debido a intereses políticos, termina incursionando por su lado en el mundo petrolero al
constituir la consultora Waltrop Consultant junto al antiguo empleado de PDVSA, Leonardo
Baquero.

Gracias al networking logrado luego de trabajar con Ruperti y gracias a las conexiones de Baquero,
Waltrop Consultant tuvo acceso a varias empresas que recibían contratos spot y licitaciones de
PDVSA. Waltrop Consultant empezó a asesorarlas.

Hasta ahora todo lucía legítimo. «Morillo al romper con Ruperti solo estaba buscando apartarse
del chavismo o al menos eso decía», comenta el allegado a Friedman, quien pidió mantener su
nombre resguardado. A Vanessa Friedman nada le lucía turbio. Confiaba en la persona que
conocía desde niña. Disfrutó, por supuesto, el flujo intenso de dinero, innato a la nueva consultora
que prosperaba.

Luego de Waltrop, como todos somos demasiado codiciosos, se constituyó en 2004 en Panamá la
empresa Helsinge Inc, «una compañía especializada en el comercio físico de productos energéticos
y petroquímicos», según se lee en su página web. Baquero y Morillo lograron abrir sucursales de la
novel compañía en Miami, Ginebra y Jersey, una isla británica. El propósito de ambos, al fundar
Helsinge Inc, era esquivar las limitaciones que tenía una consultora y acceder, de primera mano, a
las licitaciones y contratos spot repartidos por PDVSA.

El ascenso económico de Morillo fue advertido por quienes lo conocían y en Acción Democrática lo
apreciaron de inmediato. Friedman, su mujer, recibió todo el afecto de quienes, de hecho, son
bastante reservados. Henry Ramos Allup y su esposa, Diana D’Agostino, se convirtieron en sus
protectores políticos. Y ambas familias se encapricharon.

**

Quien durante esos años formaba parte del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Acción
Democrática, y también accedió a comentar si no se publicaba su identidad, confirmó al PanAm
Post que la familia Morillo-Friedman llegó a aportar grandes sumas de dinero al partido. «Montos
de cinco mil dólares. También de diez mil y quince mil dólares. Y Henry Ramos tenía muy buena
relación con Francisco y Vanessa», dice el ex miembro del CEN.

Gerardo Hernández, quien luego mantuvo contacto con Friedman, corroboró los montos
comentados por el antiguo militante de Acción Democrática.

«Recuerdo esa reunión con claridad y que luego me dijeran que habían colaborado con el
partido», insiste Hernández. No obstante, cuando se sentó en esa oficina, junto a Ramos Allup y la
joven Friedman, aún el conflicto no había empezado. Faltaban algunos años.

La relación entre el secretario general de Acción Democrática y la pareja caraqueña se siguió


solidificando hasta que en el 2007 la familia D’Agostino consideró que era momento de que los
hijos de Henry Ramos Allup empezaran a foguearse en el mundo petrolero. El del medio, Ricardo
Ramos D’Agostino, entra a trabajar en Helsinge gracias a la mediación de Vanessa Friedman, quien
le guardaba cariño a los herederos Ramos.
La ilusión de prosperidad se quiebra para Friedman cuando empieza a descubrir que detrás de la
riqueza de su esposo lo que realmente había era un gigantesco entramado de corrupción y de
relaciones con el régimen de Hugo Chávez. El hallazgo, resultado de varias torpezas, agrietó
definitivamente la relación hasta el divorcio.

Esa decisión, aunque personal y totalmente racional, provocó el quiebre de otra ilusión: la
fantástica relación entre Henry Ramos Allup, su partido, y Vanessa Friedman. El ostracismo fue el
resultado. Y todo un proceso de hostigamiento y acoso fue detonado luego de que Friedman
sugiriera a los hijos de Henry Ramos Allup apartarse de la compañía de su esposo por la posibilidad
de salir empañados en un escándalo que eventualmente estallaría.

Ricardo Ramos D’Agostino no dejó Helsinge Inc y Vanessa Friedman fue apartada del partido. De
hecho, tres fuentes que trabajaron en la alcaldía adeca de Myriam Do Nascimento en El Hatillo
confirmaron al PanAm Post que Henry Ramos Allup dio la orden de expulsar a Friedman del
ayuntamiento, donde trabajaba.

«Vanessa, al meterse con su esposo y querer el divorcio, también se metió con Henry Ramos Allup
y sus negocios con Morillo», dice quien en esos años trabajaba en la alcaldía de Myriam Do
Nascimento.

Estalla la trama

En marzo de 2018 la agencia Reuters reportó la demanda de un fideicomiso denominado PDVSA


US Litigation Trust contra un grupo de empresas por tejer una red de corrupción y estafas a la
estatal petrolera venezolana. Aunque la demanda podría ser impulsada por un intento de
venganza, según reporta el periodista Alek Boyd, quien ha sido uno de los que más ha seguido esta
trama, el acto destapó el que podría ser uno de los más grandes escándalos de corrupción
cometidos durante el desfalco de Venezuela. Y una pequeña empresa aparece en el centro de las
acusaciones: Helsinge Inc.

Según se lee en la demanda, a la que tuvo acceso el PanAm Post, la «acción surge de una
conspiración en curso (la empresa Helsinge Inc) entre compañías y comerciantes internacionales
de petróleo, sus bancos y conspiradores, incluidos agentes corruptos y funcionario de la compañía
estatal venezolana Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA): a) para fijar precios, ofertas de aparejos
y eliminar la competencia en la compra y venta de petróleo crudo y productos de hidrocarburos de
PDVSA; b) malversar los datos y la propiedad intelectual de PDVSA; c) para saquear
sistemáticamente a PDVSA haciendo que los funcionarios corruptos paguen precios inflados por
productos y servicios».
En concreto, según se lee en las «acciones naturales» de la demanda, Helsinge Inc pudo tejer toda
una red de corrupción sobornando funcionarios de PDVSA. También, gracias a la ayuda de un
hacker, Luis Liendo, la compañía de Francisco Morillo y Leonardo Baquero pudo clonar el servidor
de PDVSA y, de esa manera, tuvo acceso a información privilegiada que luego entregaba a
diferentes compañías petroleras del mundo. «Con ese procedimiento se le daría acceso en tiempo
real a los contratistas y sus clientes, que conocerían antes que otros competidores la información
de las licitaciones», escribió la periodista venezolana Maibort Petit al respecto.

Se lee en la demanda: «A media que avanzaba la conspiración, Helsinge Inc pudo obtener acceso
directo a los servidores planteados de PDVSA (…) todo esto habilitó a Helsinge Inc para malversar
información privilegiada de PDVSA (…) las pérdidas para PDVSA y las ganancias para los
demandados, como resultado de los delitos cometidos por Helsinge Inc, asciende a muchos miles
de millones de dólares».

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Toda la información para la demanda fue proveída por el investigador John Brennan, fundador de
la compañía estadounidense The Brennan Group LLC y quien llegó a ser «detective senior» de la
reconocida policía británica Scotland Yard. Su investigación contó con el aporte de Vanessa
Friedman, quien logró salvar miles de documentos que inculpaban directamente a su ya exesposo,
Francisco Morillo.

En declaración para la demanda el reconocido detective Brennan dice: «Mis investigaciones han
revelado que dos venezolanos, Francisco Morillo y Leonardo Baquero, y una serie de
conspiradores, han sobornado a los empleados de PDVSA para obtener acceso electrónico directo
a información interna altamente confidencial de PDVSA. Estos conspiradores han utilizado este
acceso para defraudar a PDVSA y manipular el mercado».

Brennan asegura en la demanda que entrevistó «a numerosos individuos en Estados Unidos,


Venezuela y otros países». También que revisó varios documentos y correos electrónicos.
Un nombre sobresale entre los sobornados por la compañía de Morillo y Leonardo Baquero: René
Hecker quien, de acuerdo con Brennan, «conoció a ambos cuando trabajaban en PDVSA».
«Entendemos de nuestros informantes que Hecker ocupó el cargo de gerente comercial del
Departamento de Comercio de PDVSA hasta 2013», relata el investigador británico.

René, según confirmó al PanAm Post un allegado al caso, es hermano de Ricardo Hecker, también
cercano a Morillo y «consultor jurídico» del mayor general chavista Miguel Rodríguez Torres,
quien en ese momento se desempeñaba como jefe de la inteligencia del Gobierno de Hugo Chávez
—luego conformaría el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) y asumiría el
ministerio de Relaciones Interiores y Justicia—. De hecho, sería gracias al contacto con Rodríguez
Torres (es decir, la inteligencia del régimen) que Helsinge Inc lograría el acceso a información tan
privilegiada de PDVSA y podría hackear a la estatal petrolera.

«René Hecker sigue siendo hasta hoy uno de los principales contactos para Morillo dentro de
PDVSA, en su rol actual como jefe de Petropiar S.A., la empresa conjunta entre PDVSA y Chevron»,
señala John Brennan.

De acuerdo con la demanda e información publicada por los periodistas de investigación Alek Boyd
y Maibort Petit, algunas de las empresas que se favorecieron de la información a la que Helsinge
Inc accedía ilegalmente fueron la petrolera rusa Lukoil, la multinacional suiza Glencore y la
multinacional basada en Singapur, Trafigura.

Brennan relata que estas compañías están entre «los mayores compradores de petróleo crudo de
PDVSA y vendedores de petróleo crudo ligero para PDVSA». «Sus transacciones con PDVSA
durante los últimos 15 años han totalizado decenas de billones de dólares», espeta.

Según se lee en el testimonio del británico, basado en miles de documentos a los que obtuvo
acceso, Helsinge Inc cobraba mensualmente a las empresas que participaron en la «conspiración»
entre US$ 15 mil y US$ 150 mil. Además, agregaba un porcentaje de ganancia de US$ 0,22 por
cada barril de petróleo o producto que se transaba.

Toda esta información fue corroborada por John Thackray, un forense americano y vicepresidente
de GetData USA que en 2010 fue reconocido por la División Criminal del Departamento de Justicia
de Estados Unidos «debido al sobresaliente desempeño en instrucción de informática y análisis
forense clínico».

El vástago del partido blanco


El 12 de marzo de 2018, cuatro días después de que se hiciera pública la demanda contra el grupo
de compañías, el periodista de Associated Press, Joshua Goodman, reportó la detención de dos
ejecutivos de Helsinge Inc en Suiza.

«Los ejecutivos fueron arrestados en los últimos días luego de acusaciones que se incluyeron en
una querella contra PDVSA (…) La fiscalía de Ginebra confirmó la detención de los ejecutivos de
Helsinge Inc por sospecha de corrupción y lavado de dinero», se lee en AP.

Uno de los detenidos, John Robert Ryan, aparece en varios documentos como uno de los
contactos de Helsinge Inc. Otro de los nombres que aparece entre los contactos es el de Ricardo
Ramos D’Agostino, hijo de Henry Ramos Allup y Diana D’Agostino.

El documento más antiguo al que el PanAm Post tuvo acceso es del 2008. Se trata de un
intercambio comercial entre Helsinge Inc y la petrolera suiza Vitol. En él, entre los números de
contactos del comprador —en este caso Helsinge Inc— aparecen Pedro Vicente García, John
Robert Ryan y Ricardo Ramos.

Otro documento, más reciente, data del año 2015, unos nueve meses antes de que Henry Ramos
Allup se convirtiera en presidente de la Asamblea Nacional. En este caso, una venta de gas oil de
vacío a Petromar, «en nombre de PDVSA», también aparece el nombre de Ricardo Ramos entre los
contactos de Helsinge Inc.

Durante la presidencia en el Parlamento del secretario general de Acción Democrática, el militante


del partido blanco, Luis Aquiles Moreno, fue designado presidente de la Comisión de Energía y
Petróleo de la Asamblea. Dos militantes del partido comentaron a PanAm Post que durante esos
meses Francisco Morillo visitaba constantemente la oficina de Moreno. Otro militante, el que fue
miembro del Comité Ejecutivo Nacional, asegura que Morillo llegó a asesorar a la Comisión de
Energía y Petróleo. Esto no pudo ser confirmado.

Por último, seguro el documento más revelador, es del 30 de agosto de 2017, cuando ya Ramos
Allup había dejado la directiva del Parlamento venezolano. Se trata de un archivo de PDVSA y es la
venta a Helsinge Inc de un «contrato spot» por 550.000 barriles de gasolina. Nuevamente, entre
los contactos de la compañía de Morillo y Baquero aparecen Ryan y Ramos, esta vez con el cargo
de «analista de la operación». Quien es el designado para firmar el documento es el
vicepresidente de PDVSA, el chavista Ysmel Serrano.
Serrano fue ratificado en el puesto por Nicolás Maduro el 3 de mayo de 2018 de acuerdo con la
Gaceta 41.389. La última transacción de Helsinge Inc en la que el PanAm Post pudo constatar que
estuvo involucrado Ricardo Ramos fue de mediados de 2018.

El PanAm Post envió un correo a Helsinge Inc solicitando algún comentario pero no hubo
respuesta. También se intentó contactar a Ricardo Ramos D’Agostino. Henry Ramos Allup, a quien
se le escribió, nunca contestó.

Al contactar a Venessa Friedman, el PanAm Post fue referido a su abogada. La abogada aseguró
que por los momentos Friedman no puede declarar debido a que es potencialmente testigo en
Estados Unidos.

**

«Sería un Gobierno, el que yo presidiera, de implacable celo en lo que a probidad administrativa se


refiere. Si algo debe hacerse en Venezuela con mano firme, sin vacilación en el pulso, es cauterizar
de una vez por todas esa llaga purulenta del peculado», espetó frente a una multitud Rómulo
Betancourt al cerrar su campaña electoral el 5 de diciembre de 1958

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