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LOS PELIGROS DE LA DRAMATIZACIÓN

“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia


que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto
y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda
conciencia humana delante de Dios.” 2 Co. 4:1-2
Debido a que en la actualidad hay una pregunta en los corazones de
muchas personas del pueblo de Dios, acerca de los dramas y películas,
quisiera tratarlos brevemente. Los mismos están surgiendo como nuevos
métodos de “edificación” entre las iglesias. Y, mientras unos están
cuestionando el hecho, la mayoría de los que profesan el nombre de
Cristo están corriendo como locos tras esas películas “cristianas”.
Al igual que en los primeros días de la raza humana, hoy en día hay una
serpiente escondida en el árbol de la ciencia que está llamando a los
cristianos de todas las partes del mundo, diciendo: —Ven, y come de esta
nueva fruta.
Sin embargo, se ven muchos peligros en estas nuevas técnicas, que se
difunden como métodos de “edificación”. Tengo unas preguntas, que
quiero tratar: ¿Hay algo contraproducente en las películas “religiosas”?
¿Realmente están cambiando al mundo?
Estas son buenas preguntas, y quiero decir que no estoy seguro de que
tenga la capacidad de contestarlas, a razón del limitado conocimiento que
tengo acerca de lo que pasa en el mundo del cristianismo actual. Pero, sí,
sé que millones de personas en mi país han visto esas nuevas películas,
sin que les produjera un cambio positivo y moral.
¿ACTUANDO O FINGIENDO?
Se puede preguntar: ¿Pues, qué hay de malo en el cine “santificado”?
Para contestar esta pregunta, primero vamos a tratar el tema del drama.
Fíjate en las siguientes definiciones del drama:

 Jugar en cierta manera para fingir.


 Actuar una mentira
 Pretender ser otra persona.
A mí, me es interesante estudiar el origen de las palabras. Estudiando la
palabra “actor”, palabra que significa ‘Alguien que desempeña un papel
en un teatro o cine’, encontré que se ha realizado un cambio
interesantísimo. Esa palabra realmente es igual a la palabra “hipócrita”.
Pero, ¿Qué estrella de cine quiere para sí tal título: “hipócrita”? Así que,
se llaman “actores”.
Esa palabra en su original se encuentra en la Biblia. Jesús la utilizó para
describir el verdadero carácter de los fariseos. Fíjate en la definición de
la palabra “hipócrita”: fingir un rol u otra cosa, que no es real.
Jesucristo reprendió a los religiosos, porque estaban actuando una vida
la cual no era genuina. Sé que existe una diferencia entre actuar un papel
sin pretensiones y la hipocresía encubierta. No obstante, la diferencia no
es tan grande de lo que algunos piensan que sea, y por esto, me
preocupo. El cine religioso está lleno de hipocresía. El mismo no es real
o verídico, más bien consiste en actuar, basado en el pretender. Entonces,
¿cómo puede ser que la dramatización sea la manera correcta de predicar
el evangelio y edificar a los santos?
HACIENDO EL PAPEL DEL PECADOR, Y PECANDO EN LA
PRESENTACIÓN.
Hace muchos años con mi esposa Jackie, fuimos a ver una película
cristiana, fue en la época cuando aún asistíamos a la escuela bíblica.
Nunca habíamos considerado si el teatro cristiano era bueno o malo.
Habíamos botado nuestro televisor unos años antes de esto (a razón de su
mala influencia en el hogar), pero el cine cristiano era algo nuevo para
nosotros. Así que, entramos al cine, y estábamos gustando del tema,
cuando de repente nos dimos cuenta de lo que pasaba en la película: un
hombre y una mujer estaban besándose y abrazándose el uno al otro. Al
ver esto, nuestros pensamientos se hicieron iguales, pero mi esposa habló
primero, diciendo: —Denny, ¡ellos no están casados!
Ella tenía razón. Pero muchos piensan que tales acciones son rectas, ya
que es cine “cristiano”, y es por la causa de Cristo, y, puede ser que
alguien se convierta mirándolas.
Mientras tanto, seguíamos mirando la película, pero ya con nuestros
ojos espirituales bien abiertos. Luego, vimos en la misma película a
alguien que hacía el papel de un borracho. Ese actor (hipócrita) tenía que
hacer bien su papel, para convencernos, a nosotros los espectadores, que
él era un loco borracho. Otra vez más, mi esposa y yo empezamos a
comparar notas, quietamente. ¿Será justo para un cristiano fingir ser un
borracho? ¡La borrachera es un grave pecado!
Con todo, nuestras convicciones empezaron formarse viendo esa
película.
Amigo lector, ahora vamos a razonar juntos. ¿Cómo puede ser esto
justo ante Dios? ¿Qué propósito o razón podría ser lo bastante buena para
justificar tal comportamiento? ¿Le permitirías a tu esposa besar
íntimamente a otro hombre, a causa del evangelio? Yo, ¡no! Y, creo que
tú tampoco lo desearías. Recientemente escuché el testimonio de un
padre que llegó a la misma convicción a causa de su hijo de seis años.
Los dos estaban mirando un video, y el hijo vio algo de esa sensual
actividad en la pantalla. Al verlo, le preguntó a su padre: —Papá, ¿está
bien que ellos hagan eso, solamente por la justificación que es una
película? El padre se quedó mudo, y aquella fue la última película que
vieron.
EL PERSUASIVO PODER DE LAS EMOCIONES FINGIDAS
Ahora vamos a considerar las dinámicas emociones de las películas o
de los dramas. ¿Sabías que el papel tiene que actuarse en un nivel mucho
más intenso de lo normal? Esto es necesario para hacer de la película
algo interesante. Si no lo hacen así, las películas serían aburridas. El
actor tiene que aprender a expresar las diferentes facetas emocionales al
grado más extremo. Por ejemplo, si tiene que expresar enojo, tiene que
reventar en rabia, gritando fuerte o locamente. Esto no se puede alcanzar,
a menos que el actor se entregue a las acciones de todo corazón. El
entregarse a la rabia tiene que ser contaminante. Y, para expresar las
demás emociones, se requiere el mismo abandono a tales actitudes: tales
emociones extremas son las que hacen de una película intrigante e
interesante.
Esas escenas conmovedoras crean un ambiente excitante entre los
espectadores y los hacen responder con gusto. Pero, hacemos la
pregunta: ¿Las escenas excitantes conllevan a un arrepentimiento
fundamental del corazón del hombre? ¡No creo! Si las películas
religiosas son tan poderosas, ¿dónde está el avivamiento genuino?
Por esas razones, debemos mantenernos, y también a nuestros hijos,
apartados del fingido mundo del cine. Millones de personas se han
entrenado a responder emocionalmente a la vida normal y real, a través
de esas películas de extremas emociones. El resultado de esto es el de
tener dificultades en el relacionarse tranquilamente con la vida real
cotidiana. Hazles un gran favor a tus hijos: Guárdalos alejados de la
hipocresía de las películas.
EL DRAMA Y LAS PELÍCULAS PARA NIÑOS
Casi no puedo retener las lágrimas mientras le permito a mi corazón
sentir el gran encargo que son para nosotros nuestros hijos. ¡Qué criatura
venosa y malvada hemos empleado, que entra a nuestras casas,
divirtiendo y educando a la próxima generación de discípulos y líderes
de la Iglesia! Y eso en el concepto de “relacionándose a su propio nivel”.
Todo lo arriba escrito, acerca de los dramas, nos aclara que éste es
peligroso, capaz de destruir la simiente piadosa que tenemos en nuestras
iglesias. Pero las películas “cristianas” para niños son peores, dándonos
cuenta que, por naturaleza, cada niño se encanta con lo humorístico. Así
que, con el fín de “relacionarse con los niños a su propio nivel”, los
hombres ingeniaron una clase de películas y dramas, especialmente
dedicadas para ellos. Las que están llenas de peligrosas decepciones.
¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO DISCERNIMIENTO?
Tenemos las películas “cristianas” de dibujos animados y las chistosas
escenas que hacen reír a los niños, mientras “aprenden de Moisés, Noé y
de Jesucristo”. Muchos del pueblo de Dios están siguiendo ciegamente al
mundo, por medio de las “películas animadas por los inocentes
animales”. ¡Oh! Amados hermanos míos, la serpiente está en esas
películas también. Las mismas caricaturas están llenas de “inocente”
brujería, enseñanza de la “nueva era” y de la religión oriental.
Hace poco tiempo, fui obligado a asistir a un culto de una iglesia
evangélica común. Al llegar allí, nos avisaron, con mucho entusiasmo,
que iban a tener un drama en lugar del culto normal, representado por los
niños. Sentí un agudo dolor en mi corazón durante toda la presentación,
que supuestamente era “un ministerio de la iglesia”. Los productores de
ese drama habían mezclado en la historia (que fue la de Josué llevando al
pueblo de Dios a la tierra prometida) algo de una obra semejante,
producida por la prensa CNN. Mirando eso, casi no pude aguantar el
sacrilegio que veía. Vi a una joven abandonarse a una rabia mezquina,
fingiendo un escape al desierto. Ella dominaba el drama y se hizo la
burla de varios jóvenes quienes trataron de razonar de acuerdo con la
actitud de ella. Cuando otro recibió atención, ella manifestó un espíritu
de envidia y celos.
Podría ir citando otros sucesos de ese drama, pero creo que el punto se
aclara. Durante toda la presentación, los espectadores se reían a todo
gusto, viendo esas maldades. Al terminar el drama, el pastor presentó un
pequeño mensaje evangélico, que duró cinco minutos. Luego de
congratularse uno al otro, todos volvieron a sus casas.
EL MINISTERIO DE DECEPCIÓN A LO MEJOR
Me pregunto, ¿Qué haría el apóstol Pablo con esas “películas y dramas
santos”? Por favor, lea de nuevo los versos que están al principio de este
artículo, ahora que ya hemos razonado juntos.
“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia
que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto
y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda
conciencia humana delante de Dios.” 2 Co. 4:1-2
En el capítulo tres del mismo libro, Pablo termina por escribir acerca
del glorioso ministerio espiritual del predicador del nuevo pacto. Este es
un ministerio puro, genuino, sincero y santo. Hay que recordar que Pablo
afectó e impactó las vidas de sus oyentes, poderosamente cambiando a
los que escuchaban sus predicaciones. Y, Pablo se dio cuenta de que ese
cambio fue efectuado por el puro y santo ministerio del Espíritu Santo.
En el verso dos, él utiliza algunas frases convincentes, que vamos a
aplicar al tema que estamos estudiando. Haz notar las siguientes frases:

 Lo oculto y vergonzoso
 No andando con astucia
 Ni adulterando la palabra de Dios

Para mantener la pureza del ministerio, no se debe permitir que entre la


decepción. Pablo da un paso glorioso hacia adelante, mencionando la
vida real y genuina que él había llevado entre la humanidad, a la vista de
Dios. Sin duda alguna, estos versos se aplican al “ministerio” del drama
y cine cristiano. En su día, Jeremías dijo: “Maldito el que hiciere
engañosamente la obra de Jehová” Jeremías 48:10 (RVR-1909)
Hace cuarenta años, A.W. Tozer escribió un artículo con el título de
“La amenaza del cine religioso”. El hermano Tozer fue un profeta para
su era, y muchos no lo querían, a causa de que predicaba en contra de las
nuevas ideas que surgían entre las iglesias. Me pregunto, ¿Qué diría él
hoy en día? Los rumbos de las iglesias han cambiado de lo peor.
Poniéndose de pie, hermano Tozer habló a las conciencias de sus
condiscípulos, como una espina en el costado de un evangelio que se iba
apartando. Pero, ellos no hicieron caso, como se demuestra en las citas
dadas a continuación. Tal rechazo es muy común en las iglesias actuales.
La iglesia arriba mencionada, la que visité, tenía la reputación de ser
“una buena iglesia”. Considera las propias palabras del profeta Tozer,
citadas a continuación:
“Es una realidad indiscutible que ninguna verdad vital o profunda
puede ser enseñada a través del cine. Eso es por razón de que el cine
siempre dirige su mensaje primero al ojo, luego al oído, pero esto
solamente incidentalmente. Si el mensaje se dirige al oído, como se hace
en las Escrituras, la foto no se necesita, y podría perderse sin efecto
negativo alguno a los que buscan la verdad. Las solas palabras pueden
decir al hombre todo lo que Dios quería decirle, y esto sin la ayuda de
dibujos.
Pues la religión y la diversión están eternamente opuestas la una a la
otra, a razón de sus diferentes naturalezas esenciales, aparentemente no
es reconocida en esta nueva escuela de actores religiosos.
Sus esfuerzos para dar a la audiencia una sorpresa y ministrarle
solamente un pequeño vislumbre de la verdad salvadora, (mientras las
mentes de los espectadores están ocupadas en otros temas) no solamente
son de ganas, sino, de hecho, están muy cerca de ser mentirosos. La idea
de que ellos tienen la esperanza de que puedan convertir al hombre,
mientras él está ocupado fijándose en los hechos de un héroe imaginario
o estrella de cine, lleva a mi mente a la historia acerca de un misionero
católico. Éste sabía como acercarse calladamente a los enfermos y a los
niños, sin que ellos se dieran cuenta de esto, y echarles así un poco de
“agua santa”. Así, según pensaba ese misionero, ellos aseguraban su
boleto para ir a la ciudad de oro.
Es muy común encontrar los restos de una vida fracasada y destruida
alrededor del teatro; restos de hombres y mujeres que han fingido tanto
tiempo haciendo sus papeles, quienes ahora no pueden vivir en la
realidad de una manera sincera, y están condenados a la duplicidad
perpetua. Cada hecho de sus vidas es fingido, cada sonrisa es falsa y cada
tono de su voz es artificial.
La maldición no viene sin causa. No es por casualidad que la profesión
de actor ha sido notoria por ser desilusionadora. Hollywood y Broadway
[centros del cine en los EE. UU.], son dos fuentes de corrupción, que han
convertido a Norteamérica en una Sodoma.
De una manera muy patente, la historia ha revelado que ningún avance
espiritual, avivamiento o aumento de vida espiritual jamás ha sido
asociado, en cualquier forma, con la dramatización. El Espíritu Santo
nunca honrará el fingimiento.
¿Será que la apariencia del cine religioso es un síntoma del mal estado
espiritual del cristianismo actual? Yo temo que sí. La gran difusión del
drama religioso entre las iglesias que se dicen ser ‘bíblicas’, solamente se
puede explicar por la ausencia del Espíritu Santo en las predicaciones y
la falta del verdadero discernimiento en los que profesan ser cristianos.
Una iglesia ungida no lo toleraría.
La idea de predicar el evangelio a través del cine se basa sobre la
misma base asumida por el modernismo: la de que la Palabra de Dios no
está finalizada y nosotros los de hoy tenemos el derecho de añadirle o
alterarla, en cuánto pensamos que somos capaces de mejorarla.
LOS AFECTOS PELIGROSOS DE LA DRAMATIZACIÓN

1. Antes de todo, debemos hacer notar el afecto contaminador que la


dramatización tiene sobre los actores que desempeñan el papel de
los personajes de la película. Como fue dicho anteriormente, para
poder hacer bien su papel, el actor tiene que entrar en el espíritu del
personaje que está representando. Quienquiera que admita fingir
una parte, tendría que primeramente entristecer al Espíritu Santo,
ignorando Su voz en el corazón. Una vez apagada la voz del
Espíritu para que le hable a la conciencia, a la persona todo lo que
hace le parece correcto.
2. La dramatización hace que el cristianismo sea igual al mundo
teatral. “En el nombre de Jesucristo”, la iglesia ha tratado de unirse
a Hollywood, con la esperanza de edificarse. Sin embargo, esto ha
resultado en diversión, al modo de Hollywood: y eso es nada
menos que mundano. Juan escribió: “No améis al mundo, ni las
cosas que están en el mundo.” (1º Juan 2:15) La iglesia actual está
perdiendo la separación ordenada en la Biblia, juntándose con el
mundo.
3. La dramatización entrena al paladar de nuestros hijos a gustar
solamente de lo excitante. ¿Qué puede resultar de esto? En un
momento de necedad, el hecho de solo ver lo excitante no los va a
satisfacer, y van a desear actuar lo que han visto en los cines o
teatros. Van a demandar experimentar lo excitante. Y, ¿Qué podrán
decir los padres, quienes les enseñaron a reunirse alrededor del
video, comiendo palomitas de maíz y tomando soda, y, llenando
sus mentes de algo irreal?
4. La dramatización hará que la próxima generación llegue, poco a
poco, a ver al cristianismo como otra manera de divertirse. De
veras, lo mismo ya está ocurriendo. Las iglesias actuales están
“alargando la mano a la próxima generación”: pero con nueva
música, un gimnasio nuevo y nuevas normas de vestirse. Y, así
están usando a los cines también. ¿Puedes ver lo que realmente
pasa? El salón de reuniones es como un teatro. Escuchamos charlas
como la siguiente: —Oye, che. ¿Que haces? Vamos a la iglesia.
Hay diversión y “compañerismo”. Allí están de fiesta.
5. Las películas tienen un efecto contaminador en la audiencia.
Mientras que una persona mira una película, ve y escucha muchas
emociones malas y fingidas. Una película se produce para divertir
y enseñar, y si tus hijos miran una película, esas actitudes extremas
y malas van a afectarlos, y puede ser que ellos manifiesten el
mismo espíritu que han visto en la pantalla. Además, llegan a
acostumbrarse a la maldad y no se entristecerán al ver el pecado.
De igual modo, por poner cosas y actitudes pecaminosas ante sus
ojos, sus conciencias se nublarán y encontrarán que es más difícil
pensar en lo bueno; porque es más fácil divertirse con el drama que
resistirlo.

EN CONCLUSIÓN
Se tienen que arreglar las cuentas con Dios en el día del gran juicio por
el tiempo que fue malgastado sentándose vez tras vez, para mirar la
última producción que ha salido del cine. ¿Quién tiene tiempo para cosa
tan vacía? No entiendo cómo un dedicado siervo de Cristo puede
encontrar tiempo para invertirlo en cosas vanas. Qué el Señor de la mies
grabe la realidad de la eternidad en nuestros corazones, para que
podamos ocupar el regalo de la vida y del tiempo de manera más eficaz.
He escrito mi parte y demostrado mi causa y mis razonamientos. ¿En
dónde está el discernimiento de la iglesia actual? Muy pocos son los que
se preocupen por esta apostasía. La iglesia actual ha perdido la unción
del Espíritu Santo, Quien da el don del discernimiento: ha seguido el
ejemplo del Israel de antaño uniendo su experiencia con la de él.
“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de
agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen
agua.” (Jeremías 2:13)
¡Oh! ¡Cuánto ha caído la iglesia en América! Ha perdido su camino,
entre una cultura que está apartándose de Dios muy rápidamente. Ha
llenado sus edificios de gente y pagado las deudas de estos, pero al costo
de perder al Espíritu Santo. Mientras tanto, ella sigue proclamando que el
avivamiento ha llegado.
¿Debemos sentarnos en culpable silencio, mientras todo esto pasa ante
nuestros ojos? ¡No creo! Levantémonos y hagamos lo que necesitamos
hacer para enfrentar esa crisis. (Salmo 119:59-60) Entonces, seremos
contados como un remanente que ha visto al Señor y Su santidad. (Joel
2:23, Sofonías 2:7)
Dramatizaciones cristianas--¿bendiciones o peligros?

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