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Charles Sanders Peirce

Charles Sanders Peirce (pronunciado /ˈpɜrs/purse en inglés)1


(Cambridge, Massachusetts, 10 de septiembre de 1839 - Milford, Pensilvania, 19 de
abril de 1914) fue un filósofo,2 lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador
del pragmatismo y el padre de la semiótica moderna o teoría de los signos, junto a Ferdinand
de Saussure.2

Obra y valoración crítica[editar]


Peirce publicó dos libros, Photometric Researches (1878) y Studies in Logic (1883), y un gran
número de artículos en revistas de diferentes áreas. Entre 1931 y 1958 se ordenó
temáticamente una selección de sus escritos y se publicó en ocho volúmenes con el nombre
de Collected Papers of Charles Sanders Peirce (generalmente citado por volumen [punto]
párrafo, en la forma "CP x.y"). Desde 1982, se han publicado además algunos volúmenes
de Writings of Charles S. Peirce: A Chronological Edition (volumen [dos puntos] página:
"W x:y").
William James reconoció a Charles Peirce como fundador del pragmatismo. El pragmatismo,
como Peirce lo describía, puede entenderse como un método de resolver confusiones
conceptuales relacionando el significado de concepto alguno con un concepto de las
concebibles consecuencias prácticas de los efectos de la cosa concebida (CP 8.208) — las
implicaciones imaginables para la práctica informada. El significado de un concepto es general
y consiste no en los resultados individuales fácticos mismos sino en el concepto general de los
resultados que ocurrirían. Sin ninguna duda, esta teoría no guarda ninguna semejanza con la
noción vulgar de pragmatismo, que connota una burda búsqueda del beneficio así como la
conveniencia política. En cambio, el pragmatismo de Peirce es un método de experimentación
conceptual, hospitalario para la formación de hipótesis explicativas, y propicio para el uso y la
mejora de la verificación. Típico de Peirce es su interés en la formación de hipótesis
explicativas como fuera de la alternativa fundacional habitual entre
el racionalismo deductivista y el empirismo inductivista, aunque Peirce fue un lógico
matemático3 y un fundador de la estadística.4
Peirce es también considerado como el padre de la semiótica moderna: la ciencia de
los signos. Más aún, su trabajo —a menudo pionero— fue relevante para muchas áreas del
conocimiento, tales
como astronomía, metrología, geodesia, matemáticas, lógica, filosofía, teoría e historia de la
ciencia, semiótica, lingüística, econometría y psicología. Cada vez más, ha llegado a ser
objeto de abundantes elogios. Popper lo ve como “uno de los filósofos más grandes de todos
los tiempos”. Por lo tanto, no es sorprendente que su trabajo y sus ideas acerca de muchas
cuestiones hayan sido objeto de renovado interés, no sólo por sus inteligentes anticipaciones
a los desarrollos científicos, sino sobre todo porque muestra efectivamente cómo volver a
asumir la responsabilidad filosófica de la que abdicó gran parte de la filosofía del siglo XX.
La filosofía de Peirce incluye:

 un sistema pervasivo de tres categorías (primero, calidad de sentimiento;


segundo, reacción, resistencia; tercero, representación, mediación) (CP 1.545–559, 5.66–
81, 88–92);
 la creencia de que la verdad es inmutable y es a la vez independiente de las opiniones
particulares (falibilismo) y capaz de ser descubierta (ningún escepticismo radical)
(CP5.388–410);
 la lógica, como la semiótica formal,5 sobre signos, sobre argumentos, y sobre los métodos
de investigación (CP 1.180–202) — incluyendo el pragmatismo filosófico (que él fundó),
también una doctrina de sentido común crítico (CP 5.438–63, 497–525), y el método
científico; y
 en la metafísica:
 el realismo escolástico (CP 5.93–101, 8.208),
 la creencia en Dios (CP 6.452–85), la libertad (CP 6.35–65), y, a lo menos, una forma
atenuada de inmortalidad (CP 7.565–78, 6.519–21),
 un idealismo objetivo (pero no absoluto ni Kantiano) (CP 6.7–34), y
 la creencia en la realidad de lo continuo y de tres cósmicos factores y principios
evolucionarios: el azar absoluto (espontaneidad), la necesidad mecánica, y el amor
creativo (CP 6.278–317).
En la obra de Peirce, el falibilismo y el pragmatismo pueden parecer que funcionan algo así
como el escepticismo y el positivismo, respectivamente, en las obras de otros. Sin embargo,
para Peirce, el falibilismo se equilibra con un anti-escepticismo y es una base para creer en la
realidad del azar absoluto y de la continuidad (CP 1.141–75), y el pragmatismo somete a uno
a la creencia anti-nominalista en la realidad de lo general (CP 5.429–35).
Sin embargo, Charles S. Peirce no debería ser considerado principalmente como filósofo o
como lógico, sino como científico, tanto por su formación como por su carrera profesional. Sus
informes a la Coast Survey son un testimonio notable de su experiencia personal en el duro
trabajo de medir y obtener evidencias empíricas. Una mirada a esos informes oficiales o a
sus Photometric Researches producidos en los años 1872-1875 proporciona una vívida
impresión de trabajo científico sólido. Como escribió Max Fisch, «Peirce no era meramente un
filósofo o un lógico que ha estudiado cuestiones científicas. Era un científico profesional con
todo derecho, que llevó a su trabajo las preocupaciones del filósofo y del lógico».
Aunque Peirce fue un filósofo sistemático en el sentido tradicional de la palabra, su obra
aborda los problemas modernos de la ciencia, la verdad y el conocimiento a partir de su propia
experiencia como lógico y científico experimental que trabajaba en el seno de una comunidad
internacional de científicos y pensadores. Aunque realizó importantes contribuciones a
la lógica deductiva, Peirce estaba principalmente interesado en la lógica de la ciencia y, más
especialmente, en lo que llamó abducción (como complemento a los procesos
de deducción e inducción), que es el proceso por el que se genera una hipótesis, de forma
que puedan explicarse hechos sorprendentes. Peirce consideró que la abducción estaba en el
corazón no sólo de la investigación científica sino de todas las actividades humanas
ordinarias.
Una dificultad en el estudio de Peirce es que la interpretación del pensamiento de Peirce ha
provocado durante años un amplio desacuerdo entre los estudiosos peirceanos, debido en
parte a la presentación fragmentaria y caótica de su obra en los Collected Papers y en parte a
su ir contracorriente. El hecho es que Peirce no es un filósofo fácil de clasificar: algunos lo
consideraron un pensador sistemático, pero con cuatro sistemas sucesivos, otros lo vieron
como un pensador contradictorio, o como un metafísico especulativo de tipo idealista. Sin
embargo, en años más recientes ha comenzado a ganar aceptación general una comprensión
más profunda de la naturaleza arquitectónica de su pensamiento y de su evolución desde sus
primeros escritos en 1865 hasta su muerte en 1914. En la última década todos los estudiosos
peirceanos han reconocido claramente la coherencia básica y la sistematización del
pensamiento de Peirce.
Concepción triádica del signo[editar]
Frente a la concepción dualista que tiene su origen moderno en el lingüista Ferdinand de
Saussure, para Peirce las palabras, los signos, no son sólo lo que está en nuestro discurso en
lugar de las cosas, sino que, sobre todo, signo es «lo que al conocerlo nos hace conocer algo
más» (CP, 8.332, 1904). Según Peirce, "no tenemos ningún poder de pensamiento sin
signos". En principio el proceso de indagación puede caracterizarse como un proceso que
opera en virtud de la manipulación de signos (o "pensamientos–signos"). De acuerdo a Peirce,
el pensamiento es continuo, es decir, en la continuidad del pensamiento los pensamientos–
signos están en permanente flujo. Un pensamiento lleva a otro y éste a su vez a otro y así
sucesivamente. Pero en el proceso de indagación, gatillado por la obstaculización del flujo de
la experiencia, ejercemos un control sobre la continuidad del pensamiento. Dicho control hace
posible constreñir las asociaciones de pensamiento.
Esto supone un contraste con los filósofos de la Edad Moderna, pues tanto racionalistas como
empiristas sostuvieron que tenemos un conocimiento directo e infalible de nuestros propios
pensamientos, y en ese conocimiento fundaron tanto la ciencia como la autonomía moral del
individuo.
Desde sus primeros escritos Peirce rechazó tajantemente tanto el dualismo cartesiano como
la tesis de Locke de que todo pensamiento era percepción interna de ideas. Esta concepción
de los efectos del conocimiento determinará su original modo de considerar también el operar
de los signos. Pierce estudió en profundidad el fenómeno del signo y elaboró su propia noción,
diferente del concepto estructuralista de inspiración saussureana. Para Pierce el signo es algo
que, bajo cierto aspecto, representa alguna cosa para alguien. Esto significa -en el fondo- que
el signo posee una composición tríadica, y en ese cuerpo emergen y se hacen presente en él,
sus tres elementos formales.
El ariete de toda su reflexión es la comprensión de la estructura triádica básica que conforma
la relación lógica de nuestro conocimiento como un proceso de significación. Peirce
caracteriza la noción de signo como:
Un signo o representamen es algo que está para alguien por algo en algún respecto o
capacidad. Apela a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o
quizás un signo más desarrollado. Ese signo que crea lo llamo el interpretante del primer
signo. El signo está por algo, su objeto. Está por ese objeto no en todos los respectos, sino
por referencia a un tipo de idea a la que he llamado algunas veces el ground del
representamen.
La función representativa del signo no estriba en su conexión material con el objeto ni en que
sea una imagen del objeto, sino en que sea considerado como tal signo por un pensamiento.
En esencia, el argumento es que toda síntesis proposicional implica una relación significativa,
una semiosis (la acción del signo), en la que se articulan tres elementos:

1. El signo o representamen (que es el nombre técnico que emplea Peirce), es «algo que
está para alguien en lugar de algo bajo algún aspecto o capacidad. Se dirige a
alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o quizá un
signo más desarrollado. Ese signo creado es al que llamo interpretante del primer
signo. Este signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de algo no en todos
sus aspectos, sino sólo en relación con alguna idea a la que a veces he llamado la
base (ground) del representámen» (CP 2.228, c.1897).
2. El objeto es aquello por lo que está el signo, aquello que representa.
3. El interpretante es el signo equivalente o más desarrollado que el signo original,
causado por ese signo original en la mente de quien lo interpreta. Se trata del
elemento distintivo y original en la explicación de la significación por parte de Peirce y
juega un papel central en toda interpretación no reduccionista de la actividad
comunicativa humana. Este tercer elemento convierte a la relación de significación en
una relación triádica —frente a todo dualismo cartesiano o estructuralista post-
saussureano—, pues el signo media entre el objeto y el interpretante, el interpretante
relaciona el signo y el objeto, y el objeto funda la relación entre el signo y el
interpretante.
Todo signo es un representamen. Representar es la operación más propia del signo, es estar
en lugar del objeto «como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país
extranjero». Representar es «estar en una relación tal con otro que para un cierto propósito es
tratado por una mente como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un agente, un
vicario, un diagrama, un síntoma, una descripción, un concepto, un testimonio, todos ellos
representan, en sus distintas maneras, algo más a las mentes que los consideran» (CP 2.273,
1901). Pensar es el principal modo de representar, e interpretar un signo es desentrañar su
significado. El representamen no es la mera imagen de la cosa, la reproducción sensorial del
objeto, sino que toma el lugar de la cosa en nuestro pensamiento. El signo no es solo algo que
está en lugar de la cosa (que la sustituye, con la que está en relación de «equivalencia»), sino
que es algo mediante cuyo conocimiento conocemos algo más. Al conocer el signo inferimos
lo que significa. El representamen amplía así nuestra comprensión, de forma que el proceso
de significación o semiosis llega a convertirse en el tiempo en un proceso ilimitado de
inferencias. Por ello los signos no se definen sólo porque sustituyan a las cosas, sino porque
funcionan realmente como instrumentos que ponen el universo al alcance de los intérpretes,
pues hacen posible que pensemos también lo que no vemos ni tocamos o ni siquiera nos
imaginamos.
Las personas o intérpretes son portadores de interpretantes, de interpretaciones. El signo crea
algo en la mente del intérprete, y ese algo creado por el signo, ha sido creado también de una
manera indirecta y relativa por el objeto del signo. En este sentido, puede decirse que la
aportación capital de Peirce consiste en poner de manifiesto que, si se acepta que los
procesos de significación son procesos de inferencia, ha de aceptarse también que la mayor
parte de las veces, esa inferencia es de naturaleza hipotética («abductiva» en terminología de
Peirce), esto es, que implica siempre una interpretación y tiene un cierto carácter de conjetura.
Nuestra interpretación es siempre falible, esto es, puede ser siempre mejorada, corregida,
enriquecida o rectificada.

Ferdinand de Saussure
Ferdinand de Saussure (Ginebra, 26 de noviembre de 1857 – Morges, 22 de
febrero de 1913) fue un lingüista suizo, cuyas ideas sirvieron para el inicio y posterior
desarrollo del estudio de la lingüística moderna en el siglo XX.1234 Se lo conoce como el padre
de la "lingüística estructural" del siglo XX.5 También inició la Escuela de Ginebra dentro de las
llamadas "Escuelas Estructuralistas". Un grupo lingüista continuó su labor. Pese a esto,
muchos lingüistas y filósofos consideran sus ideas como extemporáneas.

Biografía intelectual[editar]
Estudió sánscrito en Leipzig, Alemania, donde tuvo como influencia a los neogramáticos, que
buscaban renovar los métodos de la gramática comparada. Luego se dedicó al estudio de la
expresión musical y publicó a los 21 años Memoria sobre el sistema primitivo de vocales en
las lenguas indoeuropeas con tal rigor y método (gramática comparada) que hoy sigue
vigente. Al año siguiente publica su tesis doctoral titulada Sobre el empleo
del genitivo absoluto en sánscrito, trabajo que le da los méritos para ser nombrado profesor de
gramática comparada de la Escuela de Estudios Superiores de París.6
Después de trabajar como profesor en esta academia durante diez años, es nombrado
profesor de gramática comparada en la Universidad de Ginebra, preocupado por los
problemas del lenguaje. Fruto de todos estos años sería la publicación póstuma (en 1916)
del Curso de lingüística general (la prematura muerte del maestro había ocurrido tres años
antes, en 1913), que se convertiría en todo un hito en la historia de la lingüística. Su
publicación fue realizada por sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye, basándose en la
reelaboración de los apuntes tomados por varios alumnos (Ch. Bally, A. Sechehaye, H.
Frei, A. Meillet, J. Vendryes) a partir de las tres ocasiones en que Saussure impartió el curso
en dicha universidad entre los años 1906 y 1911. En tal curso se destacan las consideraciones
de Saussure referentes al signo lingüístico humano, el cual analiza en un concepto
o significado y su «imagen acústica» o significante.7 Por otra parte, los significados y
significantes que constituyen signos configuran el lenguaje, el cual tiene dos ejes:
el paradigmático o metafórico y el sintagmático o metonímico, uno es el eje del habla o
sincrónico y otro se corresponde a la lengua o diacrónico; por esto para el primer
estructuralista que fue Saussure la sincronía (el fenómeno del lenguaje en un momento dado,
junto a otros paralelos) y la diacronía (el fenómeno del lenguaje a través del tiempo) son
capitales.

Legado[editar]
Aunque la repercusión de esta obra no fue inmediata, en los años siguientes su aporte fue
trascendente para el desarrollo de esta ciencia durante el pasado siglo. Así mismo esta obra
fue la inspiración del movimiento intelectual que comenzó con la obra de Levi-Strauss, Tristes
trópicos, denominado estructuralismo. En sus estudios sobre las afasias Roman
Jakobson obtuvo mucha inspiración a partir de las consideraciones de Saussure y luego, por
su parte, Jacques Lacan elaboró teorías en las cuales sintetizaba la obra de Sigmund Freud,
con la de Jakobson, Lévi-Strauss y Saussure; en cuanto a Saussure, Lacan consideraba que
hay que replantear el modelo saussuriano del signo lingüístico, el modelo saussuriano cerrado
y biunívoco entre significado y significante sería correcto en los animales irracionales pero es
abierto en el Homo sapiens. Lacan invierte el diseño del signo lingüístico saussuriano: el
significante es puesto arriba, la barra que lo separa del significado se expresa señalando a
la represión y el significado se desplaza bajo tal barra hasta el punto que, según la opinión de
Lacan, "bajo" un Significante hay nada. En cuanto a Lévi-Strauss, toma de Saussure
especialmente sus criterios de oposiciones binarias y discretas (como las que pudieran ocurrir
entre los fonemas) y los ejes sincrónico y diacrónico para elaborar una compleja antropología
estructuralista (tal cual se puede observar en El pensamiento salvaje o en Las estructuras de
parentesco).8

Obras de Saussure[editar]
Las publicaciones de Saussure en vida son únicamente la Mémoire sur le système primitif des
voyelles dans les langues indo-européennes, su tesis doctoral De l'emploi du génitif absolu en
sanskrit y numerosos artículos reunidos en Recueil des publications scientifiques.
Eponimia[editar]

 El asteroide (13580) de Saussure9 conmemora su nombre y el del naturalista suizo del


mismo apellido Horace-Bénédict de Saussure (1740-1799).

Bibliografía[editar]

 El Curso de Lingüística General10 fue redactado tras su muerte por dos de sus colegas,
basándose en los apuntes que los estudiantes habían tomado en cursos de lingüística
general dictados por Saussure.

 Además, existe un importante fondo de manuscritos de Saussure en la Biblioteca


de Ginebra y la familia ha donado recientemente, en 1996 y 2008, un importante conjunto
de documentos. Desde 1958, estos manuscritos están siendo publicados por diferentes
autores, y en especial por Rudolf Engler, que también ha publicado una parte pequeña de
los nuevos documentos, en colaboración con Simon Bouquet, en el libro "Ecrits de
linguistique générale", editado por Gallimard en 2002.

 La revista Langage (de la editorial Larousse) publicó un conjunto de contribuciones


importantes bajo la dirección de Jean-Louis Chiss y Gérard Dessons (Daniel De las, Claire
Joubert, Henri Meschonnic, Christian Puech y Jürgen Trabant) a propósito de esta
publicación; fue en el número 159 ("Linguistique et poétique du discours à partir de
Saussure"), publicado en septiembre de 2005.

 Poemas y cuentos escritos por Saussure en su adolescencia, junto con una colección de
cartas juveniles, fueron publicados en la biografía que C. Mejía Quijano realizó en 2008.

 Además, Jean Starobinski publicó textos inéditos de Saussure que se refieren a su pasión
por la literatura latina:

 Jean Starobinski: Les mots sous les mots. les anagrammes de Ferdinand de
Saussure, Ed.: Éditions Flammarion, 1971, Coll.: Chemin, ISBN 2070280691

 Otras publicaciones:

 F. de Saussure, curso de lingüística general, éd. Payot, (1913)1995


 Simon Bouquet, Introduction à la lecture de Saussure, éd. Payot, 1997
 Françoise Gadet, Saussure, una ciencia de la lengua, éd. PUF, 1987 (une
initiation)
 Robert Godel, Les sources manuscrites du "curso de lingüística general", éd.Droz,
1969
 Claudine Normand, Ferdinand de Saussure - Critique et Interprétation, éd. Les
Belles Lettres, 2000
 Arild Utaker, La filosofía del lenguaje, una arqueología saussuriana, Paris,
"Pratiques théoriques", PUF, 2002.
 Arrivé, Michel, À la recherche de Ferdinand de Saussure, éd. PUF, 2007.
 Claudia Mejia Quijano, Le cours d'une vie. Portrait diachronique de Ferdinand de
Saussure, Cécile Défaut, 2008.
 Dimitar Vessélinov, Les étudiants bulgares de Ferdinand de Saussure, Sofia, éd.
Ciela, 2008, 400 p.
 Federico Bravo, Anagrammes. Sur une hypothèse de Ferdinand de Saussure,
Lambert-Lucas, 2011, 280 p.
 Rivero, Silvia. Una mirada sobre el método analógico de la ciencia y su lugar en la
lingüística. Revista de Epistemología y Ciencias Humanas, Núm. 5, Grupo IANUS.
2013. ISSN 1852-625X. pp 201-229.
 E.F. Konrad Koerner. Ferdinand de Saussure - Génesis y evolución de su
pensamiento en el marco de la Lingüística occidental. Madrid: Editorial Gredos.
1982 (versión española). Original: 1972.

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