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“El dandy es el Quijote de la alegría, como “¿Os imagináis un dandy que le hable
Don Quijote es el dandy de la justicia” al pueblo, si no es para injuriarlo?”
Anzoátegui Baudelaire
¿Fue Viñole un escritor real? ¿Existió Viñole? Ahora bien, si existió, puede
volver a formularse la pregunta primera: ¿fue Viñole un escritor real?
“La única importancia de este libro, es hacer notar lo que diariamente
callamos los escritores”, anuncia Viñole: si la voy de escritor –le escribe en
una carta a Roberto Giusti, presidente de la Sociedad Argentina de Escrito-
res–, es únicamente para desacreditar a la literatura.
Sr. Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Dr. Roberto Giusti.
Mi distinguido académico:
Me es grato dirigirme a usted, para devolverle las
credenciales que esa Sociedad, ha tenido la fineza de enviarme, invitándome
al primer Congreso de escritores. Hay una confusión entre ustedes y yo. Yo
no soy escritor, aunque a primera vista pareciera decirlo los treinta y cuatro
libros escritos. Muchos de carácter técnico. Otros, estrictamente panfletarios.
Cuando algunas veces me doy pisto de serlo, es únicamente para desacreditar
la literatura. Mal podría a estas segregaciones biológicas de mi llaga en los
sesos llamarle –desenfadadamente– obras de cultura. Mi labor es minarla,
infectarla, herirla de muerte, si es posible, porque creo honradamente, que
esto no es cultura, sino su sombra. Además, nunca creí, que en materia de
pensamiento y de arte los congresos debieran mezclarse. El creador, no nece-
sita la autoridad de nadie. Le basta y sobra con ser un hombre libre. Si no es
así, no se trata más que de un agrimensor rentado, del régimen capitalista.
(…) Además mi postura de irresponsable –que es una labor angustiosa– no
conviene a la cordura de sus organizadores. El desprestigio –ganado legítima-
mente– de que gozo, podría ser desnaturalizado en esa atmósfera de seriedad.
Mi oficio de picapedrero, no me da derechos a codearme con “marinos de
alta mar”. Sería una insolencia mía, imaginarme que mis libros están llama-
dos a ser eficaces en esa vereda. Si Miguel de Cervantes, no ha podido, con
su Quijote, modificar la bestia ingénita, ¿qué puedo aspirar yo, autor del
“Hombre que se depiló la ingle” y “A usted le sale sangre”?
Boletín nº XVI de la Escuela Práctica de Viñolismo
los perros ni los animales del bosque los que acompañan y comulgan: com-
parece con la vaca. El animal sagrado de la tradición india –que despertara
tanto la atención de Gombrowicz cuando escribía la Argentina– es el amigo-
partenaire quínico-franciscano de Viñole; alegoría tal vez de la riqueza nacio-
nal basada en la desigualdad y pobreza populares, la vaca es el animal-haber
y el animal-miseria. A la fecha Viñole se pasearía trasladando un quintal de
soja.
Acaso hay algo como de pequeño propietario en la instalación-perfor-
mance viñoleana: su personaje no es el arriero de Yupanqui cuyas vacas son
ajenas y su sola hacienda sus penas; Viñole tiene su vaca, es “un exótico fuera
de foco al que la han otorgado la cicuta por vía gástrica”, que pasa por un
loco y un genio sin ser ninguna de las dos cosas. “Usted tiene adherida la
opinión de que el que no es una máquina de hacer digestiones –como us-
ted– es un loco”, remite a Graffigna, el parlamentario-plagiario víctima del
apóstrofe. Esta gastrología crítico-filosófica, que formaliza la rumia transi-
tando de la regurgitación a la deposición, parece menos nietzscheana que
discepoliana. El tema de Viñole será “La Vaca”, aunque su género es la re-
dacción pero desde el punto de vista, más bien, del antialumno, la crítica –
definida acá como circunstancial– de la Civilización. “El grotesco e inesté-
tico sentido de algunos libros míos, es buscado para herir el pudor de esta
cultura, no de la cultura.” Aunque “la cultura es lisamente un robo. Sólo el
creador es el que no roba”. Todo este libro es un sospechoso himno a la
propiedad de las ideas propias, pero en la posición del que mea contra el
viento. El viento es la cultura. Y la cultura un robo. Cabalgando en un Silbido
termina así:
DONDE EL AUTOR PIDE LA ESCUPIDERA. Este libro es un
plagio vil ! ! ! Todas las palabras que se usan en él, están aprobadas
hace años, por la Real Academia Española.