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Durante el siglo III Roma sufrió una larga crisis. En lo político el trono imperial se desestabiliza,
pues la mayoría de los emperadores fueron asesinados o muertos en revoluciones y guerras
externas.
Por otro lado, el imperio debió hacer frente a fuertes presiones militares de parte de las hordas
germánicas que atravesaban las fronteras del Rin y el Danubio y saqueaban las Galias y los
Balcanes. Y por el Este el Imperio tuvo que luchar con el imperio persa de los Sasánidas, una
verdadera resurrección del antiguo imperio de Ciro y Darío y que reclamaba los territorios
arrebatados por Alejandro Magno y que ahora le pertenecían a Roma. La crisis tuvo un
carácter económico y urbano: hubo una fuerte inflación, la moneda perdió completamente su
valor y el Estado tuvo que cobrar impuestos en especies y servicios. Producto de las
invasiones y las epidemias las ciudades se despueblan y se contraen, fortificándose. Las
clases altas emigran al campo y prefieren vivir en villas fortificadas.
Debido a las dificultades del Estado para cobrar los impuestos y, como casi toda la población
rehuía ciertas profesiones (cobrador de impuestos, ediles municipales, etc), el gobierno se vio
en la necesidad de declararlas hereditarias, lo que contribuyó a hacer más rígida la estructura
social. Esta medida tuvo profundo impacto sobre los campesinos y colonos agrarios de
Occidente, los cuales fueron declarados adcritos a sus tierras, transformándose lentamente, a
partir del siglo IV, en los futuros siervos de la gleba europeos.4
Sin embargo, la Iglesia cristiana logró sobrevivir a las persecuciones de parte de las
autoridades imperiales y pronto obtendrá el reconocimiento (libertad de culto). La religión y
filosofía paganas darán sus últimos frutos, como fue la obra del filósofo Plotino
La decadencia y división del Imperio Romano[editar]
Artículo principal: Decadencia del Imperio romano
Los legados de la Roma Antigua fueron múltiples. Se pueden mencionar los siguientes:
a) El Derecho Romano: Quizás el aporte más importante de la Roma Antigua a la cultura fue
el derecho romano. El derecho romano es el conjunto de leyes escritas creadas por Roma y
que arranca a partir de la Ley de las doce tablas(450 a. C.), primer monumento de su
legislación; esta legislación evolucionó y se perfeccionó durante el transcurso de la República
y el Imperio de acuerdo con las decisiones de los Comicios y del Senado, los edictos de los
pretores y de los emperadores y el trabajo de los jurisconsultos.5 Fue codificado en su forma
final por el emperador Justiniano en el siglo VI. Este Derecho estaba dividido en Derecho Civil
(regulaba las relaciones entre los romanos) y el Derecho de gentes (regulaba las relaciones
de Roma con los pueblos no romanos). Los principios fundamentales del Derecho Romano
poseen valor universal y se han incorporado a la legislación de todos los pueblos civilizados.
Entre estos se pueden destacar los siguientes: 1. Las leyes deben ser públicas y escritas. 2.
La ley debe proteger a la persona y sus bienes. 3. Las leyes deben considerar los derechos de
las mujeres. 4. Una persona acusada debe ser considerada inocente mientras no sea probada
su culpabilidad. 5. Personas de distinta posición económica y social pueden contraer legítimo
matrimonio. 6. Todos los ciudadanos que forman el estado son iguales ante la ley. Importantes
códigos civiles occidentales están basados en el Derecho Romano, tal como el Código Civil de
Napoleón, el cual fue adaptado por otras naciones occidentales.5 Gracias al Derecho Romano
se conservó en Occidente la idea de "estado", es decir, una entidad jurídica e institucional
sobre una base territorial y poblacional distinta al patrimonio de los príncipes y reyes, y que no
es divisible por herencia entre los herederos. La idea de estado sobrevivirá el período
medieval y será reflotado en Occidente gracias a la acción de los reyes de las monarquías
nacionales de la Baja Edad Media en su lucha contra el feudalismo.
b) El idioma romano (el latín): el latín ha dado origen a las modernas lenguas neolatinas:
castellano, francés, italiano, portugués, rumano, etc. Además, el latín sirve para la
nomenclatura científica, pues es el medio que sirve para la denominación de los seres vivos.
c) El alfabeto romano. El alfabeto romano, de carácter fonético, está en uso en la mayor
parte del mundo, especialmente en el Occidental.
d) La idea del “imperio”, es decir, un conjunto de pueblos unidos bajo un mismo gobierno. El
imperio ha sido la idea fuerza que ha llevado a lo largo de la historia a varias naciones y
personajes a imitar a Roma creando sus propios imperios: el imperio de Carlomagno, el Sacro
Imperio Romano Germánico de Otón I, el imperio napoleónico, el estado fascista de Benito
Mussolini, los imperios español, inglés, francés, alemán, ruso, los EE. UU., etc.
e) Arquitectura e ingeniería romana. Los romanos construyeron monumentos y
edificaciones hechas para durar, funcionales y de gran tamaño: acueductos, puentes,
carreteras, palacios, anfiteatros, basílicas (catedrales), fortalezas, etc. Tales construcciones
han sido imitadas en numerosas naciones del mundo. Por ejemplo, en el siglo XVIII el
arquitecto romano Joaquín Toesca, a instancias de la Corona española y financiamiento
particular, fue contratado para trabajar en Chile, construyendo el Palacio de la Moneda,
edificio neoclásico puro, en que funciona la Presidencia de la República y el Poder Ejecutivo
en la ciudad de Santiago; así mismo, construyó la actual Catedral de Santiago en la Plaza de
Armas.
f) Roma como centro del cristianismo católico. Por espacio de 2000 años Roma ha sido el
centro de la cristiandad católica, pues en ella se encuentra la Santa Sede, importante
institución religiosa y política que ha desarrollado una gran labor cultural. La Iglesia tomó del
Imperio estructuras administrativas (por ejemplo, las diócesis), tradiciones (por ejemplo, uso
del latín, vestuario sacerdotal), un concepto de gobierno jerárquico centrado en la Ciudad del
Vaticano, y otras tradiciones de origen romano.
Antigüedad Tardía[editar]
Artículo principal: Antigüedad tardía
En este período Roma deja de ser una gran capital mediterránea y se convierte en la presa
que se disputan los ostrogodos y los bizantinos primero, y los lombardos y los mismos
bizantinos después, lo que ocasionó un gran deterioro urbano y una acelerada despoblación
(en el siglo II la urbe había alcanzado 1 500 000 habitantes, que se redujeron a unos 650 000
en el momento de la división del Imperio y a unos 100 000 en el año 500). No obstante la
decadencia, en el interior de sus muros se gesta el poder que se hará cargo de su destino
hasta el siglo XIX: el Papado.
Lombardos (568-774)[editar]
Los lombardos invadieron Italia en el año 568 y pronto ocuparon la mayor parte del Norte y
el Apenino central en torno a Espoleto y Benevento. El Imperio bizantino conservó el dominio
de Génova, Rávena, Roma, el Lacio, Nápoles y el sur de la península.
Los lombardos era un pueblo auténticamente bárbaro, en el sentido clásico de la palabra, de
religión arriana o pagana, y que no había estado sometido a la influencia civilizadora de Roma
en el período preitálico de su migración. La invasión lombarda fue decisiva en la historia de
Italia, pues a partir de ella la península perdió la unidad política tan trabajosamente lograda
por Roma en los siglos anteriores. Los lombardos constituirán una permanente amenaza para
Roma y sus autoridades civiles y religiosas.
En el año 592 Roma es atacada por el rey lombardo Agilulfo. En vano se espera la ayuda
imperial; ni siquiera los soldados griegos de la guarnición reciben su paga. Es el
papa Gregorio Magnoquien debe negociar con los lombardos, logrando que levanten el asedio
a cambio de un tributo anual de 500 libras de oro (probablemente entregadas por la Iglesia de
Roma). Así, negocia una tregua y luego un acuerdo para delimitar la Tuscia Romana (la parte
del ducado romano situada al norte del Tíber) y la Tuscia propiamente dicha (la
futura Toscana), que a partir de ahora será lombarda. Este acuerdo es ratificado en 593 por
el exarca de Rávena, representante del Imperio en Italia.
Los lombardos no cejarán en su empeño de apoderarse de Roma. En el siglo VIII los reyes
lombardos Liutprando y Desiderio prácticamente la subyugaron. Liutprando terminó con la
presencia bizantina en Roma al clausurar el ducado imperial, aunque reconoció la autoridad
del pontífice en la ciudad. Más adelante, el rey Desiderio logró, brevemente, lo que tanto
anhelaban los lombardos: apoderarse físicamente de Roma (772).
La amenaza lombarda obligó a los papas a desligarse de la ayuda bizantina y orientar su
mirada en demanda de la ayuda que pudiesen prestar otros príncipes germánicos. Los
elegidos fueron los príncipes francos, quienes en el transcurso de lo que quedaba del siglo VIII
expulsaron a los lombardos de Roma, los dominaron políticamente, y se transformaron en los
defensores naturales del Papado.
Época Moderna[editar]
Roma iniciará su tránsito por la Edad Moderna consolidada en la función de capital espiritual y
política del mundo católico, en una gradual expansión urbana (hacia 1500 su población
alcanzaba los 50 000 habitantes, y hacia 1600 unos 110 000) y convertida en sede artística.
Durante el siglo XVI la ciudad estará en el centro de la actividad política italiana, en medio de
la confrontación de los nuevos poderes emergentes, representados por las monarquías
nacionales y absolutistas de España, Francia, y por los estertores del Sacro Imperio Romano
Germánico, cuyos emperadores aún intentan imponer su autoridad en Alemania y ser actores
políticos en Italia. Junto a todo esto, el Papado se ve severamente cuestionado en su
autoridad religiosa y moral por la Reforma Protestante. Como reacción, Roma se convertirá en
bastión de la llamada “Contrarreforma”.
Roma, centro del Renacimiento artístico italiano[editar]
Artículo principal: Renacimiento italiano
Durante los siglos XV y XVI Roma jugará un importante papel, junto a otras ciudades italianas
—Milán, Florencia, Venecia— en el desarrollo del movimiento cultural y artístico
del Renacimiento.
Durante el siglo XV Roma se posiciona nuevamente como una ciudad importante en lo
urbanístico. Gracias al impulso de activos papas que actuaron como mecenas, tales
como Nicolás V, Pío II, Pablo II, Sixto IV, se promueve el urbanismo, la arquitectura, la
escultura y la pintura. Roma comienza a salir del estancamiento del siglo anterior. También, en
menor medida, la nobleza y la burguesía (banqueros) romana promoverán el desarrollo del
arte y la arquitectura civil. Durante los dos siglos en que se desarrolló el Renacimiento artístico
en Roma, se cultivó el estilo del Clasicismo; este estilo, inspirado en los modelos grecolatinos
antiguos, buscó expresar en sus obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas, el orden, la
simetría, la medida y la proporción. Las obras se distancian del estilo románico y gótico,
propios de la Edad Media. Los papas mencionados promovieron la renovación urbana de la
ciudad, construyendo importantes edificios, tanto religiosos como laicos (p.ej: el Palacio de la
Cancillería, el Palacio Venecia, la Iglesia de Santa María del Popolo). Se ensancharon calles y
se desecaron zonas húmedas.
Desde fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI, bajo el pontificado de papas
como Alejandro VI, Julio II y León X, el desarrollo arquitectónico continuó (p. ej., se
construyeron la Basílica de San Pedro, la basílica de Santa María de los Ángeles, la iglesia de
San Luis de los Franceses, el Palacio de los Tribunales, etc). Se construyeron nuevas villas
habitacionales (p. ej., Villa Julia, Villa Médicis).
A Roma afluyeron notables arquitectos italianos: Bramante, Rafael, Sangallo, Miguel
Ángel. Donato Bramante se inspiró en los modelos clásicos y diseñó famosas obras como el
templete de San Pietro in Montorio (basados en los antiguos templos de Vesta) y la nueva
Basílica de San Pedro. Los trabajos arquitectónicos en esta basílica fueron continuados
por Rafael de Urbino (o de Sanzio) y Antonio de Sangallo el Joven; pero, por sobre todo,
por Miguel Ángel Buonarroti, el cual la concluirá en gran parte, diseñando su famosa cúpula
(la basílica sólo quedó terminada de manera definitiva en 1615). La actividad arquitectónica de
Miguel Ángel fue prodigiosa, continuando, diseñando y dirigiendo numerosos proyectos, tales
como la Tumba de Julio II, el Palacio Farnesio, la fortificación de las murallas, el diseño de la
Plaza del Capitolio.
A fines del siglo XVI trabajó Domenico Fontana, reordenando áreas urbanas al construir
amplias avenidas que unían diversos espacios y monumentos religiosos.
Durante el siglo XV trabajaron en Roma una serie de pintores y escultores venidos de fuera de
Roma, con excepción del pintor nativo Antoniazzo Romano; destacan entre
aquellos Pisanello y Piero della Francesca. La técnica del claroscuro, el uso del color, la
profundidad, la perspectiva, y la representación de la figura humana bajo motivos religiosos,
alcanzaron niveles clásicos. A fines del siglo XV se radicaron en Roma importantes artistas
como Botticelli, Signorelli, Pinturicchio, Perugino, Donatello. A comienzos del siglo XVI (el
Cinquecento) llegó Leonardo Da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, Andrea y Iacopo
Sansovino, Peruzzi. Más adelante trabajaron Giorgio Vasari y Caravaggio. Entre todos ellos
destacan con fuerza Rafael y Miguel Ángel. Rafael fue célebre por sus “madonnas” y por la
decoración de las estancias en el Palacio Apostólico Vaticano. Por su parte, Miguel Ángel,
fuera de ser arquitecto, fue escultor y pintor. Notables expresiones escultóricas de Miguel
Ángel fueron su David y el Moisés; en la pintura destacó su grandiosa colección de frescos de
la Capilla Sixtina.
La renovación de Roma no fue detenida ni siquiera por su famoso “Saco” de 1527 que
significó la expoliación de parte de sus obras de arte. Su desarrollo artístico y arquitectónico
continuará durante todo el siglo XVI y se proyectará en el siglo XVII bajo la forma del Barroco.