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RESUMEN
CAPITULO IV
Es por eso que el autor, pone en mesa una nueva forma de “deconstruir las categorías
centrales de esa teoría” releer la teoría marxista a la luz de los problemas
contemporáneos, o como lo indica el texto, nuestro “posmarxismo”, ante nuestras
sociedades actuales globalizadas y dominadas por el neoliberalismo.
Como exponen los autores y su tesis respecto al antagonismo, “es que los
antagonismos no son relaciones objetivas sino relaciones que revelan los límites de
toda objetividad. La sociedad se constituye en torno a sus límites, que son límites
antagónicos, y la noción de límite antagónico debe ser concebida literalmente, es
decir, que no hay “astucia de la razón” ni tampoco ninguna clase de superjuego que
someta a los antagónicos a un sistema de reglas”
Y de esta manera se estaría dando a una nueva forma de hacer política, encarando
esta “remasterizada” democracia, donde el “dialogo” entre los distintos grupos se
deben realizar para que todos puedan cumplir con sus objetivos, escuchándose los
unos a los otros.
No tiene nada de malo y como lo plantean los teóricos del texto, se acerca a la idea de
“democracia radical y plural”, pero ahí es donde los autores sostienen que el objetivo
era el establecer una nueva hegemonía, que requiere nuevas fronteras política, no de
su desaparición.
Y es ahí (nuevamente) donde la izquierda disipa las fronteras entre ella y la derecha, y
se mueve hacia el centro, abandonando su intento de transformar el presente orden
hegemónico.
Como plantea el texto, el problema no son estas “democracias liberales”, sino que
estas están fundadas en valores cristalizados de principios de libertad e igualdad para
todos y esta nueva visión de democracia conjunto al sistema neoliberal, redefine los
sistemas de poder y limita la operación de sus principios.
Y es así como la visión de muchos partidos de izquierda redefinen estos mismos (y
sus) principios, para así adoptar el modelo liberal, que concibe a esta nueva
democracia como una simple competición de intereses, siendo así como la adoptan,
como un nuevo proceso democrático. Por esto, es que no pueden percibir una nueva
posibilidad hegemónica, ni de diferenciar o captar la estructura de las relaciones en el
que el poder corre.
Y con este nuevo sentir es que el mercado trabaja y cierra toda posibilidad, de una
política redistributiva social democrática, y deja como única posibilidad a los controles
fiscales que son regidos por los gobiernos y manejados por la ortodoxia neoliberal.
Que como expone el texto, la hegemonía neoliberal conducida por la globalización, la
modernización y la revolución informática es el destino obligado para todos nosotros y
¡debemos someternos a él!
Es por eso que el pensar en una hegemonía, permite romper con esta visión de
políticas buenas o malas actuales, y explorar este mundo globalizado y así comprender
aún mejor los problemas que nos rodean, para poder configurar estas relaciones de
poder actuales, entre las corporaciones capitalistas y los estados nacionales.
“La hegemonía puede ser desafiada” y es ahí donde el discurso de la izquierda debe
comenzar a trabajar y redefinir sus estrategias para que puedan ser más creíbles,
frente a este modelo neoliberal, en vez de tratar de administrar de forma más humana
a este último.
Esta perspectiva empobrecida de la democracia actual, que es criticada por los autores
como:
Por lo tal no reconoce el modo en que las identidades políticas son constituidas y
reconstruidas a través de los debates en la esfera pública y que son necesarios para
poder formar y fomentar el “sujeto político”, esto no quiere decir que no se reconozca
la importancia de la pluralidad de voces que una sociedad democrática necesita
abarcar. Sino que no existe una reconciliación final a través de un conceso racional.
Una esfera pública dominada por la argumentación racional y sin exclusiones es
inviable.
Lo que sostienen los autores es que sin conflicto y división, una política pluralista y
democrática sería imposible. Es por eso que creer en una resolución final de los
conflictos es eventualmente posible, pone a este proyecto democrático en peligro.
Es por eso que los autores subrayan la importancia de reconocer que toda forma de
consenso es el resultado de una articulación hegemónica y que siempre existirá una
exterioridad que impedirá su realización plena.
Por eso que la izquierda debe trabajar en crear nuevos discursos, con la capacidad de
concebir alternativas al neoliberalismo y a su aceptación poco juiciosa o acrítico con la
flexibilidad de acuerdo al modelo.
Estos diálogos deben ser articulados con los trabajadores y con los diálogos de estos,
dando la opción de poder crear así nuevos discursos hegemónicos.
La ofensiva Antidemocrática
Existe un problema para que se pueda dar todo el proceso de consolidación de una
hegemonía de izquierda, este es un problema del plano de las ideas, que se refleja
obviamente en la realidad empírica, es el Apriorismo Esencialista, es decir, pensar que
es posible fijar el sentido de todo evento de modo a priori, se constituye como un
problema ya que limita la capacidad de acción y de análisis político de la izquierda. De
ahí se desprenden tres elementos que hay que superar, estos son: el clasismo, el
estatismo y el economicismo, es decir remitir todo análisis marxista a la
superestructura.
Para concluir esta primera aproximación a la democracia radical y plural, se dice que
todo proyecto de democracia radicalizada supone una dimensión socialista pero el
socialismo es uno de los componentes de este proyecto y no a la inversa ya que la sola
apropiación de la producción no es lo único por lo que los partidos de izquierda deben
luchar, en tanto esto no cambia radicalmente las relaciones de poder en la sociedad.
El discurso de la democracia radical ya no es más el discurso de “lo universal” por tanto
se deben retirar las concepciones de estar frente a una sociedad racional y
transparente.