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Olivera Pueyo, J. y Pérez Tausía, D.:La experiencia delirante en los ancianos.

Salud (Servicio Aragonés de la Salud). FUENTE: INTERPSIQUIS. 2005; (2005)

La experiencia delirante en los ancianos

Introducción
Las ideas delirantes son relativamente frecuentes en la población geriátrica,
afectando aproximadamente al 10% de los ancianos no demenciados que
residen en la comunidad (1, 2)
Esta ideación delusoria en los ancianos presenta notables particularidades en
cuanto a su fenomenología y, probablemente, fisiopatología; por lo cual supone
en la actualidad un importante objeto de estudio e investigación. Más aún
cuándo quedan tantas cuestiones por responder: ¿existe realmente una
vulnerabilidad delirante en los ancianos?, ¿existe un sustrato orgánico uniforme
en este desarrollo delirante?, ¿qué papel desempeña la dinámica, la
psicobiografía, la personalidad previa...?, ¿qué procesos cognitivos intervienen
en esta génesis delirante?, ¿cómo se desencadena el proceso?... Las
definiciones clásicas de idea delirante, que enfatizaban en “la convicción
extraordinaria y la incorregibilidad de la misma” (3), más adaptadas a la
génesis delirante en la población adulta joven y a los cuadros psicóticos
crónicos, han sido cuestionadas en los estudios fenomenológicos más
recientes. De hecho, actualmente, ya no se considera que las ideas delirantes
sean “incorregibles”, sino que pueden ser reducidas a través de intervenciones
específicas cognitivo-conductuales e incluso el grado de preocupación y la
ansiedad concomitantes fluctúan a lo largo del tiempo(4).
Desde este punto de vista, abierto e integrador, las ideas delirantes en los
ancianos adquieren una dimensión más amplia y permiten participar del
concepto a algunas manifestaciones delirantes muy propias (aunque no
exclusivas) de las personas mayores. De esta manera, cuando nos estemos
refiriendo a las ideas delirantes en los ancianos podremos incluir también las
falsas identificaciones, las confabulaciones, los falsos recuerdos, las ideas
estructuradas en torno a alteraciones de la senso-percepción...

Formas y contenidos de la ideación delirante en los mayores

Temática delirante en los ancianos Alejados de las concepciones clásicas de


Paranoia y Parafrenia, los trastornos delirantes que aparecen en los mayores
presentan una particular presentación clínica que ha sido específicamente
estudiada desde finales del siglo XIX y que desembocó ya en pleno siglo XX en
términos como el de Parafrenia Tardía (5) o Delirios de Aparición Tardía de la
escuela francesa (6). Bajo la perspectiva clínica y fenomenológica de estos
trastornos haremos referencia a estas ideas delirantes de aparición tardía.

Delirios Paranoides:
Aunque no se trate de lo más característico de la fenomenología delirante en
los ancianos, sí podemos decir que las ideas paranoides son las más
prevalentes en este grupo de población. Hasta en el 6% de las personas
mayores de 70 años (1) y el 7% de los mayores de 85 años (2), no
demenciados, aparecen ideas delirantes de tipo paranoide. La explicación de
esta elevada prevalencia debemos dirigirla hacia los factores de riesgo para la
aparición de ideas paranoides. Al deterioro cognoscitivo, focalizado en áreas
específicas que determinan la formación de las ideas (7,8); debemos añadir
otros factores que con frecuencia se “acumulan” en los mayores: el aislamiento
social, el nivel educativo relativamente bajo, la comorbilidad somática o los
síntomas depresivos (1). En personalidades predispuestas (esquizoides o
esquizoparanoides) contemplamos con relativa frecuencia cómo, al hacerse
mayores, sus dolencias físicas son atribuidas a “enemigos”, vecinos o
familiares, que pretenden producir daño o sufrimiento en el paciente. Así una
enfermedad somática, un dolor o una disfunción corporal, pueden
desencadenar en una estructura delirante de tipo paranoide. En este caso una
conducta de enfermedad no adecuada favorecería el desarrollo paranoide; en
otros casos se genera un trastorno de adaptación depresivo. Un tema de
radical importancia en el desencadenante paranoide de los ancianos son las
deficiencias sensoriales. Se ha descrito la denominada Paranoia de los sordos
(9). Parece ser que la aparición de las ideas paranoides tiene más que ver con
un defecto de información, ya que se ha demostrado que, aunque las ideas
paranoides sean 4 veces más frecuentes en las personas con deficiencias de la
audición, no se acompañan de una presencia más significativa de
alucinaciones auditivas (10) Hemos observado también en algunos pacientes
cómo la alucinosis visual secundaria a trastornos de la visión (síndrome de
Charles Bonnet) ha desencadenado un entramado delirante paranoide de
personajes que visitan al paciente, especialmente en horario nocturno, con la
idea de producirle algún tipo de daño; sin embargo es de destacar que aún en
estos casos debe existir un sustrato cognitivo, psicológico y social que
favorezca el desarrollo delirante paranoide a partir de la alucinosis visual (11)

Los contenidos somáticos:


Las ideas delirantes referentes a temas somáticos son frecuentes en los
ancianos; quizá tras los temas paranoides (persecución y perjuicio) las ideas
más prevalentes sean las hipocondríacas. Aunque en la mayoría de los casos
estas ideas hipocondríacas presentan un sustrato depresivo; en otros casos
cristalizan en ideas estructuradas que permanecen en el tiempo y que
precipitan en trastornos delirantes persistentes. Un cúmulo de factores
favorecen el desarrollo de trastornos delirantes con este contenido en la vejez;
el propio declinar físico, la pluripatología, la comorbilidad somática asociada a
la patología psíquica (12), el enfermar y la pérdida de familiares y seres
queridos; pero también la dinámica personal asociada al propio envejecimiento:
la personalidad previa, el declinar de la imagen de uno mismo o auto concepto
(13) o la proximidad de la muerte. Todo ello conforma un sustrato fértil para la
elaboración de ideas somáticas, en numerosas ocasiones reiterativas y
próximas a lo obsesivo, que terminan por conformar la verdadera ideación
delirante hipocondríaca. El extremo de este tipo de delirios supone un auténtico
síndrome de negación de órganos o de funciones vitales, conocido como
Síndrome de Cotard (14). Este síndrome conlleva un grado afectivo de
sufrimiento que en algunos casos degenera en un cuadro de negativismo y
pasividad absoluta, casi de desconexión del medio, que en no pocas ocasiones
requiere tratamiento con terapia electroconvulsiva. Se nos han presentado
casos de sanitarios que han desarrollado este síndrome en la vejez y nos han
exigido la realización de una exploración tras otra para demostrar no que su
corazón seguía latiendo, sino todo lo contrario, resultando en estos casos
todavía más dramático su abordaje.

Otro de los delirios con mayor prevalencia en los ancianos es el denominado


Síndrome de Ekbom o Delirio de Parasitación (15). En este caso la persona
piensa y cree firmemente que se encuentra infestada por pequeños animalitos
que recorren su piel: insectos, gusanos, larvas... Este es un delirio que suele
perdurar en el tiempo y cronificarse. En ocasiones aparecen heridas por el
rascado y es un tema no infrecuente desde la interconsulta con dermatología.
En algunos estudios se otorgó cierta especificidad a la utilización del
neuroléptico pimozide para este tipo de delirios (16). En nuestra experiencia
personal hemos obtenido resultados similares al pimozide con neurolépticos
atípicos como quetiapina, risperidona, olanzapina o amisulpiride; incluso en
algún paciente que rechazó el tratamiento por no considerar una base psíquica
en su trastorno pero con heridas graves de rascado, utilizamos tratamiento con
zuclopentixol depot a dosis bajas, 100 mg/ 2 semanas con resultados
satisfactorios.
Psicosis de tipo esquizofrénico de inicio tardío y muy tardío: Las ideas
delirantes que predominan en la esquizofrenia de inicio tardío son delirios
persecutorios (85%), autorreferenciales (76%), de control (25%), de
grandiosidad o posesión de propiedades extraordinarias (12%) o de naturaleza
hipocondríaca (11%) (10, 17). Una idea particularmente característica de estos
pacientes, que aparece en prácticamente dos tercios de los mismos (70%) es
el denominado delirio de tabiques o particiones (partition delusions), definido
por Hebert y Jacobson (18) y refrendado por Howard (19). Se trata de la
creencia por parte del paciente de que hay gente, animales, materiales o
radiaciones que pueden pasar a través de estructuras que normalmente
constituyen una barrera, como pueden ser los muros y las paredes, o los
suelos...de su casa. Generalmente a estas ideas se les añade el matiz
paranoide de que esto se realiza para ocasionarle algún tipo de daño o
enfermedad; y se suelen atribuir a vecinos de residencia. Además suelen ir
acompañadas de alucinaciones visuales de gran colorido y fantasía: corrientes
eléctricas que se ven como rayos de colores concretos, rayos de fuego y luz
que atraviesan el suelo.
Precisamente lo que caracteriza a las ideas delirantes de la esquizofrenia de
inicio tardío es esta gran riqueza fenomenológica y descriptiva, con todo tipo de
detalles visuales y un complejo y estructurado entramado delirante. Esto puede
estar en relación a la preservación cognoscitiva global (aunque se reconozca la
existencia de determinados fallos cognitivos focales en tipos concretos de
memoria) (20). La ausencia de demenciación permitiría esta compleja
elaboración delirante en los pacientes predispuestos biopsicosocialmente.
Es de destacar también el importante componente afectivo, a diferencia de la
esquizofrenia de inicio temprano, en este tipo de trastorno. Generalmente los
delirios de la esquizofrenia de inicio tardío presentan una importante carga
afectiva y eso se objetiva en la transferencia con estos/as pacientes, bien
distinta a la de los psicóticos jóvenes con mayor aplanamiento afectivo.
Merece también la pena remarcar que está por concretar el posible efecto
hormonal en la elaboración delirante de la esquizofrenia de inicio tardío, puesto
que este es un trastorno mucho más frecuente en mujeres que en hombres
(7:1). (21)
Finalmente creemos que no sería justo olvidar un cuadro clínico que, aunque
bien definido, ha sido postergado de las clasificaciones actuales (DSM-IV y
CIE-10), aún siendo todavía aceptado en la clasificación oficial francesa como
Psicosis Alucinatoria Crónica, ó Delirio Alucinatorio Crónico (22). De aparición
en mayores de 60 años y también asociado a deficiencias sensoriales, visuales
y auditivas; es un trastorno con un importante componente afectivo y
alucinaciones floridas que se cronifican y se viven con gran intensidad; de ahí
el nombre de delirio alucinatorio. Estas características propias han hecho que
sea reivindicado también por autores españoles. (23, 24)

Trastornos mentales orgánicos: delirium, demencia y enfermedades


cerebrovasculares
Las ideas delirantes son altamente prevalentes en los trastornos mentales
orgánicos afectando a más de la mitad (53%) de los pacientes con demencia
(25) y a más del 20% de los pacientes con delirium (26). Sin embargo no es su
elevada prevalencia lo que despierta el mayor interés en el estudio de estos
síntomas. La posibilidad, todavía sin dilucidar de una forma precisa, de
encontrar una asociación entre un determinado tipo y localización cerebral de la
lesión; así cómo las particularidades psicopatológicas de estos trastornos, los
convierten en una fuente inagotable de estudios.
Ideas delirantes en el delirium Afectan a uno de cada cinco pacientes que lo
padece. Se trata de fenómenos y experiencias delirantes agudas, en relación a
una noxa somática que suele actuar durante un periodo concreto de tiempo,
similar a lo que ocurre con los delirios orgánicos (27)
Aunque la temática delirante más prevalente es la paranoide (el 20% de los
pacientes con delirium en nuestra casuística); existen también otro tipo de
delirios en los trastornos confusionales agudos, como el caso de las ideas
delirantes ocupacionales (10% en nuestras series). Sin embargo, nos resulta
de mayor interés destacar la influencia de los trastornos orgánicos y
cognoscitivos que subyacen a esta patología y que desencadenan una
sintomatología que, aún dentro del contexto delirante, genera la producción de
confabulaciones y fantasías, de falsas memorias. Los pacientes experimentan
miedo y terror ante un ambiente que les es desconocido y del que reciben los
estímulos matizados por la alteración de la conciencia, sumiéndolos en un
mundo de imaginación y fantasía. Ya los autores clásicos describieron con
precisión estos cuadros y los enmarcaron en estados oníricos, en los cuales la
agitación delirante forma parte de la acción (28). La confusión, la alteración de
la conciencia y las vívidas alucinaciones que se producen en estos trastornos
matizan y favorecen la experiencia delirante de los mismos.

Ideas delirantes en los pacientes con demencia:


Las ideas delirantes en los pacientes con demencia presentan una clínica
particular, ligada a las alteraciones cognoscitivas de base, a los déficits en los
procesos mnésicos. Además, la presencia de patología delirante en los
pacientes con demencia desencadena importantes repercusiones en la
asistencia socio-sanitaria de los mismos: el 80% de las agresiones se producen
en un contexto delirante, esta sintomatología favorece la institucionalización
más temprana y genera una enorme sobrecarga en los cuidadores de los
pacientes con demencia que complica sobremanera el abordaje de ellos
mismos y de su entorno. (29)
Los delirios autoreferenciales afectan a casi el 25% de los pacientes; pero los
delirios más característicos de las personas con demencia son quizá los de
robo, los de abandono, los de celos y todo el espectro que engloba los
denominados trastornos de las identificaciones (missidentifications) (30)
El delirio de robo y de perjuicio suele aparecer al inicio de la enfermedad de
Alzheimer. Está ligado a los olvidos, que con frecuencia son interpretados por
el paciente como hurtos, buscando una explicación más coherente para su
sistema psíquico que el fallo de la memoria. (31). Esta inseguridad y duda,
trasladada a su cónyuge, puede desencadenar ideas delirantes de celos e
infidelidad. Y en ese contexto también se producen las ideas de abandono, el
“miedo a ser abandonado” es el resultado de la interacción de un cúmulo de
factores: el no reconocimiento adecuado del espacio, la dependencia funcional
y afectiva del cuidador, o incluso el sentimiento de “carga” para los familiares,
todo ello supone un buen sustrato para la génesis de estos temores que
pueden generar cuadros delirantes y conductas altamente estresantes para los
familiares como pueden ser el seguimiento continuo o el “enganche” físico y
psíquico al familiar intentando evitar su salida del domicilio.
Los trastornos de las identificaciones merecen atención especial. De la falta de
reconocimiento de caras conocidas, fenómeno bien descrito desde el punto de
vista neurológico como prosopagnosia y sin apenas carga afectiva; hasta la
supuesta suplantación del cuidador por un impostor o sosías (Síndrome de
Capgras), los trastornos de las identificaciones engloban un amplio abanico de
síntomas delirantes (o pseudodelirantes si atendemos al contexto del paciente).
En el Síndrome de Frégoli lo que se produce es una hiperidentificación,
atribuyendo rasgos faciales o corporales de un conocido a otra persona
determinada. La transformación del aspecto de otras personas es conocida
como intermetamorfosis. El desconocimiento del propio hogar y la identificación
con otros lugares como el hospital, el domicilio de otros familiares, etc da lugar
a cuadros de paramnesia reduplicativa.

Ideas delirantes en los accidentes cerebrovasculares:


Se han estudiado casos de síntomas esquizofrenia-like secundarios a un
accidente cerebrovascular (ACV). Se ha comprobado, además, que los
pacientes que presentaron delirios y alucinaciones tras el ACV eran
significativamente más mayores, tenían más facilidad para desarrollar
convulsiones, presentaban más defectos visuales, atrofia subcortical y lesiones
predominantes en el hemisferio derecho. (32). A pesar de la mayor prevalencia
de delirium y cuadros delirante-alucinatorios en pacientes que han sufrido un
ACV (33); también merece la pena destacar otra serie de cuadros
pseudodelirantes, en algunos casos similares a lo que ocurre en pacientes con
demencia, puesto que también tras los ACV se producen trastornos de las
identificaciones (delusional misidentification síndromes) y síndromes de
Capgras y Fregoli; y los diferentes tipos de paramnesias reduplicativas (pensar
que se está en otro lugar o que dos lugares diferentes tienen el mismo nombre,
o que la casa es el hospital, ...). Pero en otros casos se desarrollan síntomas
secundarios a la experimentación de vivencias muy inusuales que fuerzan a
buscar explicaciones que por su contenido extraño y su incorregibilidad
adquieren una naturaleza delirante (34) . Las sensaciones de miembro extraño,
miembro fantasma, miembro congelado; la elaboración delirante a partir de una
anosognosia del déficit funcional (“me han robado el brazo” p. ej.). Es
fundamental conocer el posible desarrollo de estos cuadros puesto que no son
infrecuentes en las interconsultas de enlace con los servicios de neurología y
rehabilitación; y sin una detallada entrevista clínica en numerosas ocasiones
entran a formar parte del “fondo de saco” de los cuadros confusionales o de
delirium, cuya evolución y tratamiento son diferentes.

Los esquizofrénicos envejecen:


Un tema interesante para abordar es el de la evolución y la estabilidad de las
ideas delirantes con el transcurso del tiempo. Sabemos que, en contra de lo
que en principio postuló el propio Kraepelin, las esquizofrenias en su evolución
natural no finalizan inexorablemente en cuadros de demencia. Es más,
probablemente la incidencia de demencia como tal no es mayor en los
pacientes esquizofrénicos que envejecen respecto al resto de la población. Los
defectos cognoscitivos, que los hay sin duda alguna, suelen aparecer en los
primeros brotes de la enfermedad para luego estabilizarse. Este deterioro,
además, afecta a funciones superiores concretas como son el lenguaje, la
asociación de las ideas o las funciones ejecutivas; y no coincide tampoco con
el deterioro global y progresivo en el que finalizan los cuadros demenciales en
su evolución (35)
Sin embargo, quizá se ha prestado en estos casos menor interés a la evolución
sintomática y, concretamente, a la evolución de la temática delirante. Se ha
observado cómo la productividad delirante esquizofrénica se va atenuando con
la edad para dejar paso a la sintomatología negativa y residual. Esta idea
demostrada entraría en contradicción con esa vulnerabilidad delirante del
envejecimiento que venimos planteando y permitiría enriquecer el debate sobre
el diagnóstico de la esquizofrenia de aparición tardía y diferenciar con rango
propio los trastornos psicóticos que surgen en los más mayores de aquéllos
que aparecen en la juventud.
Cuando nosotros hemos estudiado la “productividad” delirante en 33 pacientes
psicóticos con más de 20 años de institucionalización hemos observado que la
temática que se mantiene más estable es la paranoide (28% de los casos), de
grandiosidad (17%), hipocondríaca (15%), mística (8%), fantástica (8%),
dermatozóica (8%), falsos reconocimientos (6%), de ruina (3%). Sin embargo,
quizá lo más destacable ha sido comprobar cómo el diagnóstico con los
criterios actuales respecto al diagnóstico al ingreso, ha variado en más del 50%
de los pacientes estudiados; de tal manera que en el ingreso predominaban los
diagnósticos de esquizofrenia paranoide (33%), esquizofrenia residual (21%),
esquizofrenia hebefrénica (9%) y trastornos delirantes (6%). En la actualidad la
mayor parte de estos pacientes pueden ser diagnosticados de trastornos por
ideas delirantes persistentes (30%), trastorno esquizoafectivo (21%),
esquizofrenia paranoide (15%) y demencia (6%). Esto también nos proporciona
otra de las claves en la evolución de los trastornos psicóticos: la productividad
delirante efectivamente se mantiene en los pacientes con trastornos por ideas
delirantes persistentes y esquizoafectivos, mientras que tiende a atenuarse en
los pacientes esquizofrénicos (muchos de ellos excluidos del estudio por su
ausencia de sintomatología productiva en la actualidad).

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