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“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los
seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de
pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su
voluntad” (ONU, 1948)
Ya en 1948, la Organización Mundial de la Salud definió que "La salud es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades"
(OMS, 1948).
La Conferencia de Alma Ata (1978) reafirmó que entiende la “salud” como aquel estado de total
bienestar físico, social y mental, y no simplemente la falta de enfermedades o malestares, siendo
un derecho humano fundamental y convirtiendo a la búsqueda del máximo nivel posible de salud
en la meta social más importante a nivel mundial, cuya realización requiere de la participación de
otros sectores sociales y económicos en adición al sector salud. (Alma Ata, 1978)
Mirar la salud desde un enfoque de Derechos Humanos apunta a garantizar el derecho a la
salud y de otros derechos relacionados con ella, sin distinción de edad, etnia o raza, sexo,
género, orientación sexual, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición social.
Esta Convención pide a los Estados Partes que tomen "todas las medidas apropiadas, incluso de
carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de
garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en
igualdad de condiciones con el hombre". (CEDAW, 1979, Art. 3)
Incorpora los derechos reproductivos de las mujeres y la obligación de entregar información,
educación, asesoría para la planificación de la familia y de crear códigos sobre la familia que
garanticen el derecho de las mujeres "a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos
y el intervalo entre los nacimientos y a tener acceso a la información, la educación y los medios
que les permitan ejercer estos derechos”. (CEDAW, 1979, Art. 10 h)
En esta declaración, se señala que la violencia y todas las formas de acoso y explotación sexuales
son incompatibles con la dignidad de la persona humana e insta a los gobiernos, las
instituciones intergubernamentales y las organizaciones no gubernamentales a que
intensifiquen sus esfuerzos en favor de la protección y promoción de los derechos humanos de la
mujer y de la niña.
El diseño y aplicación de las políticas públicas exige considerar, valorar y favorecer las diferencias
en las necesidades, intereses, comportamientos y aspiraciones de mujeres y hombres,
independientemente de sus orientaciones sexuales e identidades de género, respecto a los
mismos e iguales derechos.
Expresamente señala:
La CIPD plantea que, el poder tener y ejercer una salud reproductiva también
debe incluir la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y la
capacidad de procrear. De este modo, la salud reproductiva debe asegurar el
disfrute de esta vida sexual satisfactoria sin riesgos, considerando además, que
las personas tienen derecho al nivel más alto de disfrute de lo que son los
beneficios del progreso.