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En Bolivia la producción de gas y petróleo, en los últimos años, tiene varias características que deben ser

analizadas para entender los problemas que enfrenta el sector.

La producción de gas y de líquidos ha tenido un crecimiento continuo a lo largo de la gestión de este


Gobierno. Así, entre los años 2009 y 2014, la producción bruta de gas natural subió de menos de 37
MMM3/D (millones de metros cúbicos por día) a 61,34 MMM3/D y la producción de líquidos subió de
40,75 MBPD (miles de barriles por día), del año 2009, a más de 63 MBPD, el año 2014.

La producción de líquidos está compuesta por petróleo, condensado y gasolina natural. Como el gas
boliviano es asociado a líquidos, es normal que la mayor producción de gas esté acompañada de una
mayor producción de líquidos. Como son pocos los campos que producen petróleo, solamente se tiene
el problema que si se dejara de producir gas también se dejaría de producir líquidos, al menos en el
volumen necesario para alimentar las refinerías.

Del análisis de la composición de los líquidos, entre los años 2009 y 2014, se puede determinar que la
participación porcentual del condensado y de la gasolina natural subió en 5,5% y la del petróleo bajó en
la misma proporción. Esto significa que cada vez son más livianos los líquidos producidos y, por lo tanto,
el rendimiento en las refinerías de productos pesados como el diésel es cada vez menor.

La participación de los tres megacampos Margarita- Huacaya (asimilados como un solo campo desde el
año 2012), San Alberto y San Antonio concentra el 71% de la producción total de gas y el 74,2% de la
producción total de líquidos. Esto significa que sin la existencia de estos tres campos no sería imaginable
la producción hidrocarburífera actual de Bolivia.

De los tres campos citados, el más reciente es Margarita (operado por Repsol), que empezó a producir
diez años después de San Alberto y San Antonio. A partir del año 2012, Margarita que está unitizado
con el campo Huacaya, ha triplicado su producción en los últimos tres años y es uno de los más
productivos de Sudamérica.

Los campos San Alberto y San Antonio, operados por Petrobras, ya tienen 20 años de producción
continua y muestran señales inequívocas de agotamiento, especialmente el campo San Alberto.

San Antonio subió su producción el año 2013, pero cayó 2,2% el año pasado. San Alberto tiene una
pronunciada y continua caída desde hace tres años. El año 2013 la producción de gas cayó en 12% y el
año pasado el 19,8%.

La declinación de la producción de líquidos es aún más aguda. El año 2013 cayó 18% y el año pasado
24%. Se sabe también que varios pozos de este campo han sufrido invasión de agua, por lo que, a corto
plazo, se deberán sustituir de otros campos los 8 MMM3/D de gas y los 6 MBPD de líquidos que este
campo aporta a la producción nacional y a la exportación al Brasil.

La distribución de inversiones en la cadena productiva explica el incremento observado en la producción.


Entre los años 2011 y 2014 se han invertido 3.234 millones de dólares en explotación; es decir, el 47%
de la inversión ejecutada total fue canalizada a la producción, siendo un porcentaje incluso más alto de
lo programado.
Estos montos contrastan con la inversión en exploración en el mismo lapso de tiempo. La inversión
ejecutada en exploración fue de 779 millones de dólares, que significa sólo el 11,4 % de la inversión
total. La inversión en producción ha sido cuatro veces más grande que las inversiones en exploración,
esto demuestra la prioridad gubernamental en la política petrolera: producir sin incrementar reservas.

Veamos las consecuencias de esta política asimétrica:

Las reservas están muy ajustadas. La marcada preferencia por explotar antes que explorar se ha
traducido en contados descubrimientos de nuevos campos. Ninguno de significación y escasamente se
pudieron reponer las reservas consumidas.

No hay ningún otro campo que pueda sustituir la producción de los megacampos. Sólo se tiene la
esperanza de que en Azero se puedan descubrir reservas de cierta magnitud. Los demás prospectos son
medianos o chicos, cuyas reservas fluctuarían entre 0,1 y 3 TCF’s.

La capacidad de producción ha llegado a su límite. Son pocos los campos en los que se podría esperar
mayor producción, como Itau o Incahuasi, los demás no son transcendentes. Esto implica que si no se
descubren nuevos campos, la declinación de San Alberto no podrá ser compensada con nueva
producción.

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