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LECTURAS Serie Fllosotla Director Féux Duaue nena. SanAri0n producsion Guapaturr Gismexr 978-B4-15289-28-9 1 $-9f-2012 WALTER BENJAMIN El origen del Trauerspiel aleman EDICION DE ROLF TIEDEMANN Y HERMANN SCHWEPPENHAUSER Proyectado en 1916 / Redactado en 1925 Entonces, como hoy, dedicado a mi esposa ABAD A EDITORES| LECTURAS OE FILOSOFIA| ALEGORIA Y TRAUERSPIEL edie ebreclich Halen /wo ds Elend lle Ehen rt / it rnin Werte wall bglntn/ dere kien af ‘Ausspruch machen / noc ds Zjelnaf der ggrndeten Wobrhelt dber~ ‘cid te ae Ref / oli th Toes wo der Mensch de gangh Wah /der Tod der wanderbahre erdli-Marm/ Get der gene Buhler rab ober ds terigle ‘Gevand urd Keuf-Heuf st CCumisrorn Minwtano"sSchaubhne ds odes ode Lich-Reden Desde hace més de cien aftos pera sobre la filosofia del arte el dominio que accedié al poder en la confusion del Roman 0 de In estétien romantica con el conocimiento des- ‘phim daa ar (9 DEL TAAUERSPIEL ALEMAN el examen ‘en profundidad’ de cualquier configura. lo cual contribuye enormemente a la comodidad de lag Investigaciones en la ciencin del arte. Lo més sorprendente en éste, en 8 sin duda el hecho de que el concepto, que itud imperativa se refiere a una ligazén indisoluble de forma y contenido, queda puesto al servicio de una mitigacion de cardcter filosofico de esa ineapacidad en virtud de la cual, a falta de un, auténtico temple dialéctico, en el andlisis formal se pierde el conte nido, y en I estética del conteniclo se pierde Ia forma. Pues este abuso, en efecto, tiene siempre lugar cuando en In obra artistica se exprest le ‘manifestacién’ de una ‘idea’ en cuanto 'stmbolo'. La unidad de objeto sensible y suprasensible, In paracoja del simbolo teoldgico, se distor. siona en una relacién entre manifestacién e idea. Como derroche roméntico y contrario a la vida, Ia introduccién de un concepto de simbolo asi deformado en lo que ex el campo de la estética precederin l yermo de la moderna critica de arte. En cuanto construecién simbé- ica, Lo bello debe resolverse, sin solueién de continuidad, en lo divino, La ilimitade inmanencia del mundo ético al mundo de lo belle In desarrollavia In estética teoséfica de los roménticos. Pero su funda- mento se habia establecido mucho antes. La tenden sicismo a la apoteosis de la existencia no mente perfecto es bastante clara. Tipicamente roméntica no es sino la insereién de ese individuo perfecto en un deeurso infinite cierta- mente, pero soteriolégico ¢ incluso hasta sacro" Pero una vex que sujeto Alico ha sido abgorbido por gin rigorismo —ni siquiera el kantiano~ puede ya salvarlo ni preservar In virilidad de su perfil, Su corazén te pierde en el alma bella, Y el radio de accién, 0 is bien s6lo el radio de la edueacién, del individuo asi perfeccio- nado, del individuo bello, describe el efreulo entero de lo 'simbélico’. Mas, por el contrario, la apoteosis barroca sf es djaléctiea, pu suma en Ia reversion de los extremos. En este movimiento exeéntrico y ctico In interioridad sin contrarios del Clasicismo no desempena ya ningiin papel, porque, en cuanto politico-religios actuales del Barroco no afe angen ea Phil flay whiter 51). pp. 6 TT TTT RE - ft shuno.o yA ALgooRA EN EL cLASiIsNo 161 jen como a su propia comunidad eclesiéstica. Aqui, al mismo tiempo que el profano concepto de simbolo propio del Clasicismo, se va for mando su equivalente especul ber; el de lo alegdrico, Cierta- mente que ni nacié entonces ni existia de antes una doctrine propia~ mente dicha de la alegoria, Pero definir como expeculativo el nuevo concepto de lo alegérico es legitimo al proponerse como el oscuro fondo contra el cual el mundo del simbolo debia destacarse el mente. La alegori como en tantas ocasiones, se produjo una cierta controversia entre le anterior y In posterior, que resultabs tanto mis propensa a pasar en silencio por cuanto también eva aconceptual, encarnizada y profunda, Hacia 1800, Ia mentalidad simbol tan ajena a la origi forma alegérica de expresién que los aislados intentos de diseusién tedrica carecen totalmente de valor ~en tanto en cuanto son definito~ ros de la profundidad del antagonismo~ para el examen de In alegoria, Como retrospectiva construccién negativa puede sin duda alguna defi- iguiente afirmacién de Goethe: «Hay una gran diferencia ‘en funcién de lo cular, De lo pri- cuenta tan s6lo como para fen tanto que ejemplo de lo universal; pero la naturaleza de la digma, poesia es propiamente hablando la segunda: pues ella expres ticular sin pensar en lo universal ni referirse a ello, Ahora capta con vivers esto particular obtendré con el tiempo, sin darse cuenta de ello o tan sdlo advirtiéndolo més tarde® ™) ‘Tal seria, a propésito de un escrito de Schiller, In postura de Goethe con respecto ala alegorfa: el poeta no podia hallar en ella ningan objeto digno de reflexion, Mas prolija resulta una observacién algo fin de todo arte es In comunicacién de la iden aprehendida ain, en el arte es reprochable el partir del concepto, no admitir que una obra de arte se destine confesn y deliberadamente podremos vol. 98: Serif t ed exp Main = 162 EL OnIOEN OWL TAAUERSPIEL ALEMAN secuencia, un cuadro alegérico tiene también algiin valor artistico, éte exté totalmente separado y ex del todo independiente de su funcién como alegoria: una obra de arte asi sirve al tiempo a dos fines, « saber, ‘ala expresién de un concepto y ala expresién de una idea: pero adlo el segundo puede constituir un fin artistico; el otro es un fin extrafto, el idico patatiempo de un hacer que un cuedro funcione, en su condi- cién de jeroglifico, poniéndose al servicio de uns Gier- tamente, también un cuadro slegérico puede, por esta misma propie- dad, suscitar una viva impresién en el énimo; pero entonces lo podeia producir, en igual circunstancia, una mera inscripeién. P, ¢., 4 de un hombre sus coronas de laurel, entonces todo su énimo se verd enardecido y su fuerza convocada a Ia accién: pero lo mismo ocurriria si de repente viera en la pared Ia palabra ‘fama’ eserita en grandes y claros caracte- rex>"!, Por mucho que con la altima observacién casi se roce In esen- cin de In alegoria, el rasgo logicista de la representacidn, que a trevés de n entre ln expresi6n de un concepto y Ia expresién lea’ adopta exactamente el discurso moderno ¢ insostenible de se halla duraderay firmemente arraigado en el énimo deuna In alegoria y el simbolo ~aunque el mismo Schopenhauer emplee este concepto de otro modo-, impide que todas estas disquisiciones se aparten de la serie de sumarios rechazos de la forma alegérica de ‘expresién. Unas disquisiciones que han mareado la pauta hasta alcen- zr los tiempos mis recientes, Incluso grandes artists y tedricos fuera de1o comin, como es elcaso de Yeats", siguen atin suponiendo que la alegorfa es une relacidn convencional entre una imagen denotativa y su significado, Pues los autores no suelen poseer sino una vaga nocién de Jos que son los auténticos documentos de la moderna concepcién ale~ {gorica, a saber, las obras embleméticas, gréficas y litera Barroco. A través de los epigonos tardios y mas difundidos del siglo XVII, su espiritu habla tan débilmente que tan aélo el lector cle las més Di Wits ied Vtg, 28 presi, Bln co county ennai, Porc, EL sInB0L0 yA ALEOoRIA ELcLASCISHO 163 primitivas de estas obras siente la fuerza intacta de la intencién alegs- rea. Mas sobre ellas pesaba como un veredicto el prejuicio clasicista que consiste, dicho brevemente, en la denuncia de una forma de expresion que le alegoria representa en tanto que mero modo de designacion, Pero la alegoria ~y demos mision de las paginas siguientes no es una técnice hidica de produceién de imagenes, sino que es expresién, tal como es sin duda expresi6n el lenguaje, y también Ia escritura, En esto consistiajustamente el experimentum cruci, pues jus~ tamente la escriturn aparecfa como el sistema de signos convencional por excelencia, De hecho Schopenhauer no es el nico que cree haber despachado Ia alegorin sefalando sin més que en lo eaeneial en nada se listingue de lo que es In escritura. De esta objecién depende, en iiltimo término, én que mantiene con los grandes objetos de la filologia barroce, cuya fundementacién filos6fiea ~por laboriosa que pueda parecer~ resulta insoslayable. Conatituyendo su centro juste mente la discusién sobre lo alegérico, un conereto avance de la cual se halla sin dud alguna en Ia Poesia barroca clemana de Herbert Cystrz, Pero, bien sea porque In afirmacién de la primacfa del Clasicismo en tanto que entelequia de la poesia barroca impedia en general la comprensién de su esencia yen particular el examen de la alegoria, o bien porque el prejuicio mantenido contra ella coloca al Clasicismo en primer plano su propio antepasndo, al nu iento de que el stituye «la ley extlist alto Barroco en le hace perder su valor el intento de adoptar su formula clén de un modo totalmente ineidental, como si fuera un eslogan, Pues en oposicién al Clasicismo, lo propio del Barroco «no es tanto el arte del simbolo como la técnica de Pero hasta en esta nueva formulacién se le reconoce en todo caso el cardcter de signo, manteniéndote el viejo prejuicio a cuya apropiada acusiacién lingiist contribuiria Creuzer” con el término «signo-alegoria> “Slt ed Aygo bone de Grice Sinan ag neleoragr sig a i parte, edict ‘e {8 OMOEN DEL reaUensere. ALAMAN ‘ones tebricas sobre el simbolismo en mer volumen de ln Mitlaga de Creuzer son mediatamente muy valiosas para el conocimiento de lo alegérico. Junto a la banal doctrina antigua que en ellas perdura, contienen constataciones cuya elaboracién epistemoldgica Creuzer pudo llevar mucho més lejos. Ast, In esencia isme de los simbolos, euyo rango, a saber, In distancia respecto a g6rico, le interesa mantener, la deseompone en los eustro momen- tos siguientes: «Lo momenténeo, lo total, lo insondable de su origen y lo necesario» ™, acemés, a propésito del primero, hace en otro pasgje cata extraordinaria observacién: «Ese elemento estimulante y algunas la brevedad. un espfritu que se aparece de repente, o como un relampago qui ‘mina de pronto la oscuridad de la noche. Un momento que inviste nuestro ser’... A cauen de esa fecunda brevedlad, ellos los antiguos— lo comparan sobre todo con el laconismo ... Por eso, en situaciones importantes de la vida, cuando cada momento esconde todo un futuro rico en consecuencias, momento que mantiene al alma en tens Jos antiguos percibian las sefales divinas que Acesto se oponen, pucs, brevedad, lo gracioso y lo bell se manifiesta uns concepeién que Creuzer com- veces sobrecogedor conecta con otra propieda parte con las teorias clasicistas del simbolo. Se trata de la doctrina del simbolo artiatico, el cual, en cuanto stmbolo supremo, xe ha de dis guir del limitado simbolo religioso 0 No cabe duda de que In veneracién que Winckelmann” sentfa por In escultura griega, cuyas imagenes de dioses se toman como ejemplos en este contexto, fue en esto normativa, El simbolo artstico es plistico, Pero es el espiritu de ‘Winckelmann el que habla a través de la antitesis de Creuzer entre simbolo plistico y el mistico. «Pues aqui predlomina lo inefuble, que, pp. 66: ‘© Johann Joachim Winckel 768); arquedlogo historiador etédico den evolela del arte bud en I den a = ‘ sIMBOLOY LA ALEOORIAEN tL ROMANTICIHO 165, buscar expresién, con Ia infinita fuerza de su ser terminaré por que- brar, como una vasija demasiado fragil, la forma terrena, Pero con ello resulta aniquilada la claridad misma de la vsion, y s6lo queda un asom- bro mudo>. En el simbolo plastico, «el ser no tiende alo excesivo, sino adapta a su forma, Ia penetra y la anima. Aquel conflicto entre lo infinite y lo finito lo resuelve el hecho de que lo primero, al limitarse, se convierte en algo humano. Esta puri- fieacién de lo figurativo, por un lado, y la renuncia yoluntaria a lo des- mesurado, por otro, producen el fruto més bello de todo lo simbélico. maxima perfeccién en Ja escultura griega, puede denomi bolo plistico»"', El Olasicismo buseaba, pues, suprema 'plenitud del ser’ y, movido por este anhelo, como debia des- preciar la alegoria, no capté sino una engaiiosa imagen de lo simbélico, A consecuencia de esto, también se encuentra en Creuzer una com- paracién, no alejada de las teorfas en boga, del stmbolo «con goria, ala gu habitual confunde tan a menudo con el simbolo>' centre la representacién simbélica y la slegérica® consiste en que #ésta meramente significa un concepto {general o una idea que es distinta de ella misma; mientras que aqueélla es In idea hecha sensible, encarnada, Ahi se da una sustitucién ... Aqui este concepto ha descendido a este mundo corpéreo, y en la imagen lo vvernos a él mismo y de modo inmediato>. Con ello regresa Creuzer a su concepeién original. «Por eso la diferencia entre ambos modos tam- bién se ha de poner en lo momentineo, de lo que carece la alegoria .. Alli» en el simbolo «hay una momenténea totalidad; aqui, un pro- greso en una serie de momentos. De aht que sea la alegoria, pero no el simbolo, la que comprende al mito .... euya eseneia expresa del modo ais perfecto el dos progresivo>"!, 16 daria ni mucho menos lugar a una nueva valoracién del modo alegérico de expresion, ya que, basindose en estas afirmaciones, podemos leer en ‘otro pasaje a propésito de los fildsofosjénicos de la naturaleza: «Resti- tuyen sus antiguos derechos al simbolo, desplazado por Ia locuaz 166 FL OMIOEN OL T>AUERSPIELALEMAN leyenda: dad, estando incluso él mismo ineorporad nificativa brevedad, gracias a la de su esencia, uno ¢ inefable de la religion", A propésito de ext ciones semejantes, Gorn simbolo que, siendo originariamente hijo de Ia figurativi. iscurso, gracias a su a lidad y In concentrada exuberancig + mucho més apropiado que I leyenda pare aludir alo bu y otras disquis ruiente y magnifica hace en una carta ‘observacién: La ésuposicion del simbolo como ser, de Ie alegoria como significado no me gusta nad: con la explicacién que toma al uno como signo, mido y per .» Podemos perfectamente contentarnos ndo en sf, compri tente constantemente en af, de las ideas, reconociendo a rogresiva on In sucestén, introdu- Ly draméticamente mévil. Ast, naturaleza muda, grande y poderosa de las tas 4 In historia humana, que progress con la Noes poco lo que aqui se rectifiea, pues el confficto entre una teoria del simbolo que pone el acento sobre lo que de semejante a naturaleza de las montafasy ls capié en lo momenténeo que en éste hace Grewzer de ar hay en su crecimiento y indica el la cuetion, La medida temporal de la experiencia simbélica es el tante mistico en el que el simbolo da acogida al sentido en su interior oculto ¢ incluso boscoso, si es que puede decirse de exe modo. ¥, por ‘otra parte, Inalegorfa no se encuentra exenta de una correspondiente dinléctica, la ealma contemplativa con que se sumerge en el abismo centre el ser figurativo y el significar no tiene nada de Ia desinteresada suflciencia que se encuentra en a es en apariencia emparentada intencién signo. La violencfa con le cual el movimiento dialéctico se agita en abismo de la alegorin debe revelarla el estudio de la forma del Trauerspil con mucha més claridad que eualquier otro, Esa amplitud mundana, es deci intencién alegé: 4 6 rien, que Gores y Creuzer atribuyen a la ‘en cuanto historia natural, en euanto historia revs. 199 {Crewe lec pp prineipio del Revolucion Fan res del eenculo de poets rom nos Grimm en in reunion de 167 primordial del significar o de Ia intencién, de indole dialéctica. Bajo la decisiva categoria del tiempo, cuya introduccién en el eampo de la semidtica fue la gran intuicién romantica de estos pensadores, se puede cstablecer pertuasiva y formulariamente la relacion entre simbolo y ale- | gori. Mientras que en el simbolo, eon la transfiguracion de la caduci- | dad, el vostro transfigurado de la naturaleza se revela fugaa | dela redencién, er a alegoria la fais hipportice de | os ojos del espectador como paisaje primordial pet ae dene el principio iene deiniempenivo, dlororoy fl a toFfase plasma sobre un rostro; o mejor, en una ealavera, Y, si es cierto ‘Gue ésta carece de toda liber salsics de expresid: nit eldsica de la forma, de todo lo humano, en esta figura suya, Ia més ita ignifieativamente como enigma no s6l Ianaturaleze de In existencia humana como tal, sino la historieidad bio: sgréfica propia de un individuo, Este es sin duda el ndicleo de la vision alegérica, de la exposicién barroca y mundana de la historia en euanto {que es historia del sufrimiento del mundo: y ésta sélo tiene significado ‘en as estaciones de su decaer. A mayor significado, mayor sujecion a la muerte, pues sin duda es In muerte la que exeava més profundamente la déntada linea de demareacin entre la phsisy el significado, Pero si ln naturalean siempre ha estado sujeta a la muerte, viene a ser igialmente de siempre-alegoriea, El significado y la muerte han madurado en el despliegue histdrico tanto como, en el estado de pecado de la er cexcluida de Ia gracia, se compenetraban estrechamente en cuanto gér~ mene La pernpsstin del mito devhlimnade como lgors, que de- smpefia su papel en Greuzer, se revela a fin de euentas moderadamente jerna desde el punto de vista barroco. Contra i ‘un autor como Vol regen oem deomero spt dee cocrpin ge on i bajo eriticos sobre 168 FL onIoEN mL TRAUERSPIL ALENAN In divinidad por ereencias ingenuas de Ia wa a de Néstor". Pero ylos, indo dominai + del monaquismo, y se denominé mayor desaprueba esta referens n concede que no es impensable, y que estriba en una teo. ia de la leyenda como la desarrollada por Creuzer. El Ja forma clisien de una historia signifi alegoria es la barroca. Af La misma expresién alegérice viene al mundo con un entreeruzamiento peculiar de naturaleza¢ his | ONOEN DE LA ALEOORIA DERN 169 sempre un nexo preciso y exencial. No obstante, tan sélo cuando el nexo se destaca en tanto que constante de las variables fe gusto ain se encuentra sumida en gran medida en la ", Bn cuanto a su propia eonjetura: «Se imitaban as pinturas monactles, pero con mucha comprensign y gran intuieién [lar cona, por lo cusl yo cai llamarin a enn epoca a en etlemts ‘errénea desde el punto de vis ‘de un barrunto del contenido de esta literatura que sitia a Herder ncima de los mitélogos romAnticos. A él se refiexe Creuzer en sus tuvo que perder eada vex mas terreno como expresién de ios de la en represe ahora la alegoria tenia incluso que encarnar aquella verdad recién eono- ‘ida, Un gran eseritor de nuestra nacion que, gracias « lo amplio de su inmadura ni pueril ees tenia ese modo de rep! .eforma In épo% respecto indica~ '. Conforme al preca- poco pudo corre- racién, pero no el conocimiento, que corresponde ala Ast, solamente Ia obra de Giehlow, en cuanto que es obra de indole histériea, abre In posibilided de penetrar esta forma desde el 10 one on aveanonbn : nw DE LA ALEOORIA MODERNA ™ punto de vista de la filosofia de la histori, El estimulo concreto para au {los jeroglificosalegéricos y con tales inserjpeiones enigmaticas cen los eafuerzos realizados por los eruditos humanistas |__| or las medallas, Ins column cos triunfales y todos los los jeroglificos, los eu to", «Junto con la teorfa griega de 1 Renacimi polo*, redactados a finales d después de Cristo. Estos no se ocupan minando desd ‘9, muy posil lo cual los earactes su influencia sobre los hum: Algo asf como una rural de a escritura desempena ya un papel en los Dere aedfca Alberti, «Con ocasién de una invest forme de expre- erpretacion alegérica dle los jeroglificos egipcios, en la cual en lugar de los datos histéricos y pertinentes al Jugares comunes -08y morales, lo clase de escritura. Asi por completo sus frase palabra por medio pone de relieve el que es propio de los egipeios, que, p. ¢ designan a Dios mediante un ojo, a la ni tiempo con un circulo 0 ala paz eon un buey>' pordneamente, la especulacién se aplicé a una apologia menos r de ln emblemitica, recon tas comenzaron a esc -mpleando imagenes de cosas (rbui), con lo 1 iona- iendo mucho més decididamente lo hie- , sobre la base de 120 Karl Gichlow: Di Hieaghphrhude da Huenimasin der Algor de Renience, bones de hpi ater Maint £ Bn Whim Nosh ven jd Wein aj unm rans pi domi pr a Unease, conan pgs de Arp Wig, Viena/Lelpeg, 1915 (rbd enshitrien ‘Sinn des clerehien bea Alagus hora reel ca ine riahmiso de tds), vel. 92, Cusderno Dp 46 de Espo mpren por Ado lo Nasis isnt enum gor lows Die| rpnnd do Humans n dr le ets lees ps 34 72 ALOREN OF TAAUERSPIELALEMAN ido a través de ella «crear algo correspondiente al pensamiento divino, pues a divinidad posee en efecto el conocimiento de todas las cosss no a la manera de una representacién eambiante (decir, como In forma mas simple y mas estal glificos res por tanto verdadera copia de las icleas dvi. nal Al efecto, le sirve como ejemplo el jeroglifico utilizado para el con- cepto de tiempo, Insexpiente alada que se muerde la cole. Pues la mi plicidad y movilidad que corresponden a la representacion humana del tiempo, cémo éste une el comienzo con el fin en un répido ciclo, ebmo enseita prudencia y trae y leva las cosas, toda esta serie de pensamientos le contiene la imagen extable y determinada del etrculo formado por serpiente»". 4 Que expresa la siguiente frase de Pierio Valeriano sino conviceién teolégica de que los jeroglificos de los egipeios contienen una sabidurfa hereditaria que ilumina cualquier oseuridad de la naturaleza?, €Quippe cum hieroglyphice loqui nihil aliud sit, quam diuinarum humanarumque rerum naturam aperire>' ta Hierogy- phica observa en ou Epitla nuncupatoria: «Nec deerit accasio recte sentien- ibus, qui accommodate ad religionem nostram haec retulerint et expo- suerint. Nec etiam arhorum et herbarum consideratio nobis o cum B. Paulus et ante eum Dauid ex rerum ereatarum cogni ‘magnitudinem et dignitatem intellegi tradant, ita sint, qui nostrum tam torpescenti, ac terrenis freeibusque immerso erit animo, qui se non innumeris obstrictum a Deo beneficiis fatentur, cum se hominem creatum uident, et omnia quae coelo, are, aqua, terraque continent, hominis casa generata esse", La no ha de bien, 25 a6 56. Frontspicio. ‘27, Pieri Vileriano le nina 4 Ge a paginaion partis. : Neovo es tra cose que dere tl contemplune eed ome hombre yer que oat dred por cnia {SL ONGEN DELAALEOORIA HODERNA 13 la teleologia de Ia Iustracion, para la que el fin lad humana, como en la bien dis~ njala diche terrena ni ala moral hacer pensar tanto € supremo de In naturaleza era la fel tinta del Barroco. No estando dedica de las criaturas,ésta estéaplicada tn inieiact6n en los mis- terios. Pues para el Barros es iti a In expresion de su sig- nifieads, a la representaciOn emblemética de su sentido, la cual, en cuanto alegériea, continiiasiendo irremedieblemente distinta de su rea- MeaclSmRistérica. En los ejemplos morales y en las eatéstrofes, Ia historia no contiba fino como un momento temitico de In emblemitica. El que nificante, mientras que la fad en el WecesorTO. La ynai en el sentido de la his~ {oria mistica de Ia naturaleza, el Barroco en cambio se remonta a la At siedad. A la egipcia, pero también pronto a la griega, de euyos seeretos tesoros de invencién se tenfa como deseubridor a Ludovico da Feltre’ ‘llamado ‘il Morto! por su actividad ‘grutesco'-subterrénen de descubri dor. Al pintor antiguo que, a partir de un muy comentado pasaje de Pli~ nio™ sobre la pintura decorativa, se tenfa por eldsico de lo grutesco, el ‘pintor de balcones' Serapién, se le acabé vinculando, debido a Ine tencia de un anacoreta del mismo nombre, con la personifiencién de lo fantistico-subterréneo, lo seereto-espectral, ela literatura (en Loshe= ‘manos Serapién de E. ‘T. A. Hoffmann“**), pues ya entonces lo enigmitico- rmisterioso del efecto parece ir asocindo a lo subterréneo-misterioso en el origen del grutesco en ya geuta nos expresan no deriva de ‘ott’ en sentido litera, ‘oculto' ~1o excaado= en el siglo XVIII existia para ello... expresion de ‘gnee stado]. ¥ en ello operaba ya desde el principio lo compar ra earl qu So toed Ix. elt.) 1% EL OnIGEN DUK aAVEREPIL ALEHAN ‘enigmatico'» , Winckelmann no esté muy lejos de esto. Por més enér- gicamente que se oponga a los princip barroca, su teoria sigue estando emparentada en muchos respectos con algunos autores precedentes, En su «Ensayo de una alegoria®, Borinski Jo verd muy claramente, #Precisnmente en esto esté Winckelmann aso- indo todavia en linens generales con la creencia renecentista en la saien= tiaveterum’, en la existencin de un vinculo er tey verdad \ entre cient 1 busenba en la sgorin de los racién homérica, que en el Brrroco, lo alegrico queda separado de lo simplemente edifcan para guardar las méximas de Te alta pol sabiduria de la vida, ne re Johann Valenth de Opte-Pues porn parte, conebe el esteriama teolégleo propio de thin thud Kut La Angad pty lai dar, ote nord iter, ol le, pp. 808 6. aussnus:Pobhiter els, dem baer ado snklie, mena dina ep artis 16 [uEHPLos ¥pocunanTs 175 forma de expresién como Ia verdadera corroboracton del noble , por otra, pienan que habia sido adoptado pi su premier age qu'une théo iz en una conocida formulacién 10 enw otra cosa al >, Pero dice también, por otro la principio sino una ocul ‘¢Puesto que el mundo pri arin yentendirenaderundamente las les, / los hombres mis ‘unas rimas y fabules Imente / lo que habfan 7y en las buenas cos- DEL TRAVERSPI ALEHAN, embargo, que aqui aparece hi tanto que escenario, lees también inhe- rente abioliitamente algo nuinismatico. Ast, el mismo auloF =FereAador "!, «De las nubes, Del mismo modo qui alturas, / desde donde luego vierten, fecunda, / para qh frutosy los hombres refresque y vigorice, / asf un énimo noble debe /en los de virtud remontarse también servicio de la p: znifican In paz triunfante / una ver In guerra concluida, / yal -eTINOMIAS OFLA conexién entre signo y nifiear cualqui con legar a santificaras. Segin de rango en rnida por ereada igual que XVII no es pues convencién de la expres vencién. Expresién por tanto de la nutorida pone e rojo, / es descort tante> I, por no seguir eltando. «Las numer 10 sobre el mundo profano: al definirlo como wn mundo en el cu cosns profanas y las eleva a un plano superior, pudiendo incluso ena consideraci6n legérics el mundo ‘misma medida en que se deva 5 "7 Pero lo més sorprendente es una com- fica de los colores que, en combinaciones dos adi ml ata, afan de vengerse>*™, Asal eon |, «Negro ... con purpura, / devoclén cons- oscuridades en la m7, 178 EL OmOEN on rAAUERSPE ALAN ANTINGHIAS BELA ALE misma de su origen y publica por el émbito de su validez. Se trata en este caso, una vex mis, de ese mismo earicter antinémico que se encuentra figuradamente en el conflicto de la fria técnica prefabricada con eruptiva expresion de la elegoresis, también aqui un 4que radica en In esencia dela escritura, En efecto, de Ia lengua re | se puede pensar sin contradiceién un uso més vivo y mucho més el que no pierda nada de su digni queria darse Ia alegoria. De hecho, rable de ln iden de su estricta codificacién. Pues toda e ter sacro te fija en complejos que, en iltimo término, constituy. de formar, uno nico y ¥ rable, De ab j en cuanto combinacién de stomos gréficos, specto de la esc totalidad, Pues el edo se npages els 1 deséea. En las dridas rebusresultan~ sible al que rumia confuso. Y es que Je estaba negado pereibir Ia earencia interior SRY Fragilidad de la bella pls sensible. Pero es ‘sia prec ue, oculta debajo de ax pompa extravagante, pro- a In alegosfa del Burroco con un énfasis que no tiene precedentes, problemi fe “dado que ne era ino por escripulo religioso, por lo que su perdidos'— surge asf como reneci6n ast plasman en In jer ura quiere asegui pensadores del Clasicismo sncro ~eada ver ln afectard mas el conticto solamente caricatu prensibilidad profana-, tiende a lor comple} dca neokantiana dan idea sucede en el Barroco, All, exter forma de expresién es en icidad de la compos ‘como ambigitedad, ia la pureza tan Jas reflexiones de Carl Horst, dis *n nombre de id, asi como de la forms ismo potencia eriticamiente Ia forma complet mirada alego: forma de golpe eritura emocionante, ‘Tal mirada es penetrate Code del torso de Hiércules en el Belvedere de Roma de Winckelmann' re trozo a tr010, miembro a miembro, y sto en wn los Ambito de repre 1c, prorigue el autor, €en ninguna ps 4a on, Db i Kt. 45 Johann one Wieetmann: Va 180 La RUINA 181 en el establo medieval, entre las ruinas de alin templo antiguo. Estas, que en un Domenico Ghislandaio (Florencia, Accademia) aiin co ten en piezas de oramentacién monumental impecablemente conser ima las primeras a la amas de expresién con ¢ ignoray se violenta el sentimiento y comprensién rado pintoresco de un pasado explendor en las colorits represent to es lo que hace campo de las artes ‘figurati~ de nacimientos®'", Pero muy por encima de las remi se de grosera infracci6n con Y, sin embargo, en au reino 08 le han dedicado sin dude lo hecho habria tenido que pro- voear otro modo de consideracién de In alegoria, Pero el modo de pene ento no di den escuela neokantiana no estéeapacitado para captar ln sintesis que en la escriturn aleg fea lucha entre la tencién teolégica yl artista, no tanto en el sentido de una pra como envel de una tryuo dei entre las dos posiciones en conflict. ‘on el Trauenpiel In historia entra en escens, esto lo hace en tanto que cvcritura. La naturaleaa Ieva istoria’eseritaen.eL.xostro co sida ble como decadencia inconter iicho mAs alld delahelleza. e ‘aun mucho menos superarlo (lo que tampoco va a suceder en el futuro) ipal, ademés dela excepcional habilidad de Ia excelente naturaleza que hay en él, el y x ‘ Lurnlss hecho de que sea tan leido en los esritos griegosy latinos de que sepa ‘exprenarse e inventar justamente a su ver>"", Mas la lengua aleman, époea, no es en este sentido sino aturalect’ junto & la presente en los modelos antiguos. La «naturaleza de In lengua>, ica Hankamer todos los misterios, lo mismo que la eanade fuerza alguna Jera autocreadora que su combinar sino quiere ruccién patente de éste era el cent la omtentacion de In factura que, especialmente en Cal pared det edificio del que se ha deaprendido el enki 1éxa continud asf sien 1u concepeién, ¢contlene ya raleza material. El poeta «no no crea ninguna verdad nueva con. ‘expresn>', Pero el poeta no debe 10 de medievales, por ruraleza’ crezca a ojos . en cambio, aquella gn que se fmpri la navuralerayaeaida, La propem in Beg Frege de itraroicn sinensis 301 -nismo haya expulsado mas radicalmente de sus obres aquell nw eaaer del Barroco ala apoteosis es reflejo del modo qu idernr ls d6sa$. En Ie omnipotencia que eara su significar alego- nunca se transfiguran frapoteosis, Apenas hubo alguna ver una poesia cuyo virtuoro _qug las transfigura y por la’eual én tin tlempo se int 26n cia dela configurncign artstice, En efecto, de esta falta de da lien barroce puede haBlafe como de una de ‘Yino oira cosa sucede en el al del ide ln muerte, se debe penetrar en esa yida/ | que noche del Egipto en el din de Gosem 7 yen ofrece el o de perl i, ta Hal desaparecer, renovarse. Pero la obra de 184. ‘enteramente nueva ese espiritu de la pesantez. En cuanto alegorico experto entre muchos tedricos, Harsd&rffer fue el que més radie mente defendié In mutua im justamente lo que dteta’el predominio del enfoque alegdrico. Exay rando las cosas de modo polémico, Winckelmann no hace sino aclaray el nexo, pues observa: «Van esperanza de aquellos que cree legoria puede llevar al punto de que ineluso podria pintarse una Acesto ae nfiade otra cosa mis desconcertante. Cémo se intro- lo: las dedicatorias, prélogosy epilo- -omo los dictémenes y Ins referen- regla, Como marcos sobrecargado, mayoresy las de obras compl Pues Ia mirada que habria sabido satisfacerse en la cosa mi ‘era rara, El intento era el de ap: de sus rel y ocuparse de medida que més tarde un asunto privado que no lecture era por su parte ol concepcién se concibe ent cin de misterio y mayor ighorante, pr Trouenpie alemén. Su aps perdura en cambio mente uit desperta sentamiento del saber en weet ow es objeto del saber. méndose bi ps lorcet pantaalas dae Senator a crv que perdura debe Igo digno de ser sabido ‘guna, La filosofia no debe nuevamente lo bello de las obras. ia no puede indweir a ningiin caso un goce ingenuo del inicos no pueden despertarnos el lea S edea cristal ni rensueno. ¥, en. salvacién favorecia el slagério. Por vara vez ha x 7 188 AL OMOEN DEL reAUERSPreL ALEHAN Larraanentacién ALsobnich 189 0 si, de modo que’ con e igencia erezca con el poder de la naturaleza, donde se expresa de modo incomparable i In yoluptuosidad con que jeado domina e el harén a Es objeto y luego ~o g1 ha de ‘considerarse iencin siempre todo um género del mundo de animales de mados, como el bosque, sticular sobre el hecho de «que, en Juces 9, introducen objetos i ‘bol o Ia piedra, que aetian y hablan, mien- sflabas y letras aparercan como personajes", En uis expecialmente Christian Gryphius’, el hijo de Andre diciética Les diferentes edade dela lnguo clemana. Esta fragmes como el ponerlas sin més revela I exenci existente‘ en cuanto firma, que en k conectada con lo represe sencia en la . El emblemético de hecho no imagen le emblems Enel fondo, tambien el Trp, que ha nacido en gérico, es, segdn su forma, drama destinado a ser su puesta en escena dicho eonoei- miento nada dice, Pero deja bien claro que el selecto espectador de Traverse se sumerge en sf me propio lector ‘euencia, pero lo de In letra impresa cuando se past un barrunto ievitante y extraio rete con el menor numero posible de signos aquello que se quiere tiger, y eto et lo propio delay alegorias en los mejores perfodos de In Antigiedad. En époces posteriores se empez6 a unificar muchos con~ ceptos empleando igual niimero de signos en una figura, a la manera de i, que combinaban los atributos de alegoria de uno 0 varios eon lad del rayo, lo mismo que el aspecto y deja claro e6mo, ta concepeién era sin duda errénea, La slegoria es en efecto la niet y poderosa diversién que ahi se le ofvece De hecho, ln arrogante ostentacién con Ia que el objeto mis banal parece cemenger de las profundidades de la alegorfa cede pronto el pato a su des- lado rostro cotidiano, part Lenfermo lado e infimo le sigue aquel desilusionado dejar exer un cemblema ya vacfo, euya ritmica un observador que lacién podria hallar elocuentemente re carece . De alt que tuviera que quedar jalmente de las In que Gorres mente, no dejan de apremiar, Pues, 190 ELORIOEN O&L raAUERSPIELALEMAN holo formal, en el que el expfritu se afana por superar la forma y dese twuir el cuerpo, y el simbolo plistico como Ia pura linen media entre el indo la antitesis de aquél, el simbolo n el que la forma corpéren devora In enimacién, y aqui encajarian bien el emblema y el simbolo alemén vistos en su sentido mis estricto»™', La posicién roméntica de ambos autores estaba demasiado poco consolidada como para que no hubieran reaccionado con animo. sided frente al didactismo racional del que esta forma parecta sospe chosa: y por otra parte, por supuesto, lo que de probo, extravagnnte y popular posee buena parte de sus productos tena que complacer en ‘gran medida, por lo menos, a Gdrres. FI nuncn Ilegé a la clavidad. Y ‘nun hoy en di nos resulta evidente que en Jo personal, como del la alegoria ve enfrenta polarmente al simbolo pero, por ello mismo, con el mismo vigor. La personifieacién alegérica siempre ha movido a enguno sobre el hecho de que lo que sin duda le incumbia no podia ser personificar lo eésico, sino antes bien configurar lo eésico atin mucho més imponentemente ataviéndolo como persona, Cysar2 ha visto de forma muy aguda este punto preciso, «El Berroco vulgariza la mitologia antigua para ast introducir figuras en todo (figuras, no alma): es la dltima fase de exter~ nalisacién después de producirse la estetizaci6n ovidiana y la profane- cién neolatina del contenido hierdtico de la fe. Ni el més minimo somo de espiritualizacién de lo corpéreo. Toda Ia nati naliza, pero no para ser interiorizada sino, bien al contrario, priveda de alma>""), La torpe pesadea que se achacaba bien alos artistas muy poco dotados, bien a los cbmitentes més obtusos, es necesaria a Ia alego: ‘Tanto mis notable es que Novalis, que con precisién incomparable- ‘mente mayor que todos los romanticos posteriores se sabia separado de Jos ideales elésicos, en los pocos pasajes que rozan el tema demiuestre tan profundo conos sencia cle la alegoria, El interior del poeta tipico del siglo xV1, en au condicién de alto funcionario, gran experto en asuntos secretos cle Estado y sobrecargado de obligaciones, aparece de pronto ante el lector atento del apunte siguiente: «También Jos trabajos profesionales pueden ser tratados poéticamente ... Un cierto arcafsmo del estilo, una disposici6n y ordenamiento correctos de 68 Crevser: a 6) Chara beet LUFRAoNEnTACIN ALEOBIICA 1 una clerta rareza, devoeién y algunos rasgos 5 fragmentos de las més diverses cosas, La verdadera poesia puede tener lo sumo un sentido alegérico global y puede producir un efecto indi- | recto, como la miisied, ete. La naturaleza es por tanto puramente poé- "tia, y fo mismo lo ex el aposento de un mago, 0 el de un fsico, © un cutrto infantil, o también un desvén y una despensa>'™", De ningdn ‘modo ha de considerarse casual esta referencia de lo aleg6rico a lo frag mentario, desordenado y acumulado de los aposentos de mago 0 de los Inboratorion de in alquimin,gNo son ns obs de Jenn Pauly el mayor jlegdrico entre los poetas alemanes, semejantes a cuattos infantiles 0 & Tor habitedos por espivitus? Es mts, una verdadera histori de Tor medios roménticos de expresién en ninguna parte como en él podria mostrarnos mejor el fragmento, o mostrar incluso la ironia, como transformacién de lo slegérico. Pero bast: a técnica del Romanticismo conduce desde no pocos aspectos al émbito de la alegoria y Ie emblemé~ puede formularye la relacién existente entre eates bbarroca, supone siempre la existencin jo delo jue sucede en el caso de Ins perifrasis de conceptos, nunca carecen las Aegovisproplamente chasse agrupa sempre multivud de emblemas Y éstos parecen ordenados arbitrariamente: ast, La core confsa® —itulo que encabera un Trauenpiel espaitol— podria adopterse como erquema precisamente de la alegoria, ‘Dispersién’ y ‘reuniGn’ xe denomina la ley de esta corte. Las cosas se juntan segiin su significado, pero la falta de panticipacién en su existencia vuelve a dispersarias. Bl desorcen propio de Ia puesta en escena slegérien constituye aqut la contrapartida del bou- 7 z sn, Huesen, 16345, 192 moon EL TRAUERSPIG ALEHAN dir galante. Conforme a In dialécticn que corresponde a esta forma de ibn, ud en el on desmoronamiento y sriega aparecin como Sus pertenecieran. De indo, dan el concepto iaadas por Hélderlin en el poeta, al que indudablemente no por nada Hellin- ‘path califica de ‘barroco! ie ky beable Wir

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