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Stanislavsky, C.

, 1975, Building a Character (traducción de Bernardo Fernández) Madrid, Alianza


Editorial, S.A. 2011 (3a Edición).

En este capítulo del libro los alumnos de Tortsov (S) se dirigen a la guardarropía del teatro a escoger
los vestuarios respectivos para cada personaje, Vemos cómo cada uno de sus alumnos elige
vestuario y maquillaje; sucediendo más adelante la experiencia de un logro artístico creador y cómo
uno de los alumnos consigue ese logro a partir del trabajo y el esfuerzo diario.

Uno de los alumnos (Kostia) Será un crítico, pero sin tener claridad de que vestimenta puede portar
dicho personaje se abalanza a su proceso de escogencia en el lugar, encontrando harapos y cosas
viejas empolvadas que lo hacen dudar y sentirse temeroso al no ver nada que pueda servirle como
musa inspiradora; se topa con un bata vieja de estar en casa y ahí empiezan los resultados increíbles,
Siente cosas, vive como en dos mundos, pero no deja de ser él. Al final con su bata raída, llega el
día de la muestra de vestuario elegido, observa como sus compañeros han hecho grandes y
acertadas elecciones y eso lo hace sentir aún más indeciso de ese Critico interno que se debatía
entre su mundo y el de él por tomar forma y salir pronto de ahí al escenario, se embadurna de
maquillaje y tras un desespero por quitárselo al verse lo mal que estaba, se restriega el maquillaje
como por azares de esa magia que trae el teatro implícito, llenando cara, peluca, manos y traje
bestial de maquillaje. ¡Es un crítico! ¡El crítico que vive dentro de sí mismo! Se muestra suspicaz,
orgulloso, despreciativo y altivo, maleducado, sarcástico y ofensivo. Kostia era muy tímido, pero
se atreve a eso y más adentro de la piel de ese personaje que se ha ido construyendo. Aquella
segunda vida que parecía haberse estado desarrollando paralela a la de él, era una vida secreta,
subconsciente. Dentro de ella se había estado expandiendo la tarea de búsqueda de aquel hombre
extraño cuyas ropas había encontrado por fortuna o serendipias del teatro.

Kostia encarnando a su critico se presentó al escenario, el director cuando lo ve queda perplejo y


casi que de inmediato arremete contra él, como sabiendo a primera vista que no era un actor quien
estaba ahí, sino una vida rodeada por un espacio escénico, Tortsov hace un par de preguntas y lo
confirma abrazando y felicitando a Kostia, quien sin creerlo aún, se marcha poco a poco llenó de
alegría, feliz porque había experimentado cómo podría vivir la vida de otra persona, había
aprendido lo que significaba sumergirse en un personaje.
Haciendo un análisis de lo leído y publicado bajo el nombre de Stanislavsky leo y veo a un hombre
que se equivocó muchas veces, pero que amaba el teatro por encima de todas las cosas. Veo un
pensamiento apasionado en evolución constante que, como dice Corazza "cambia de libro en libro,
de época en época, y que se revela, como con la pintura impresionista, al tomar la distancia justa
del cuadro". Entre aciertos y desaciertos, Stanislavsky nos deja ver en su libro citado al principio
del informe y más exactamente en su capítulo dos, esos principios que les planteaba a sus alumnos,
esa búsqueda emotiva que los llevara a llenar el hecho escénico, encarnar de manera excesiva sus
ropajes para poder salir a escena, y al parecer Kostia recibe la mejor lección de todas, viviendo en
sus propias carnes lo que es adentrarse tanto a tal punto de no sentir quien soy, pero sin perder
control de sí mismo.

Cabe resaltar la importancia de Stanislavsky al dejar esas bitácoras vitales para los devenires
actorales que se presentarían en el futuro, esos devenires cargados de acciones vacías, de textos sin
compresión, pero, ante todo, de actores, creadores, tutores e investigadores buscando respuestas,
respuestas que deja plasmadas desde sus laboratorios con los estudiantes, dejándolo ver como
especímenes para aquellos que quieren seguir esta línea y probar que es engendrar mil vidas en una
sola persona, trabajando con los sentidos o bajo esas experiencias sensoriales que nos ayudarán en
la memoria emotiva, teniendo así un marco de esferas de atención mas amplio, y así, poder vivir
un mundo donde nunca nos imaginamos nacer, vivir o estar; tanto así que el cine cuando alcanzó
su mayoría de edad o madurez artística, acudió al Sistema para obtener interpretaciones más sobrias
y adecuadas a la pantalla, convirtiéndolo en un instrumento actoral imprescindible.

Ojalá estas bases no mueran en las escuelas, en los teatros, en la academia… Ojalá que no mueran
esas representaciones fabulosas que vienen con esas bases y envuelven al público en una atmosfera
de verdad absoluta… Transportándolo al mundo sin fin y mágico que tiene el teatro ¡Ojalá!

Sarsa, P. Soñadores y Estrellas. Madrid, España: academia de las Artes


Escénicas de España. 2017. Pp. 119-134.
Carlos; William; Claudia Fernández Silva. Creadores de Vestidos,
creadores de Mundos. Medellín, Editorial Universidad Pontificia Bolivariana. 2014. Pp. 78.

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