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«EL HOMBRE QUE ESTÁ SOLO Y ESPERA»

DE RAÚL SCALABRINI ORTIZ: GENEALOGÍA Y


MODULACIONES DEL DISCURSO NACIONALISTA EN LA
ARGENTINA DEL SIGLO XX

Roberto Retamoso
Profesor de Análisis del Discurso

La aparición de un libro
exitoso
Podría decirse que actualmente ya el texto.
es un lugar común, tanto a nivel de la De todos modos, y admitiendo que
crítica literaria y cultural como de los no disponemos de los datos necesarios
estudios históricos, afirmar que la pu- para reconstruir ese “sistema objetivable
blicación de El Hombre que está solo y es- de expectaciones”, podemos conjeturar,
pera en octubre de 1931 constituyó un por las características políticas, sociales
auténtico éxito editorial. Como lo re- y económicas del momento histórico en
cuerda Beatriz Sarlo, “la primera edición que la obra de Scalabrini Ortiz se pu-
se agota en un mes, (...) y la segunda sale a la blica, algunas de las razones que habrían
calle el 31 de diciembre. Además fue elegido, generado tamaña aceptación por parte
por unanimidad, como Libro del Mes por el de sus lectores. Como es sabido, el 6 de
Pen Club de Buenos Aires. A partir de ese setiembre de 1930 se produjo el levan-
momento, se sucedieron las reediciones”. 1 tamiento del General Uriburu que des-
Tamaño éxito, seguramente, debía ba- tituyó al gobierno democrático del doc-
sarse en la correspondencia que logra- tor Hipólito Yrigoyen. Ese primer gol-
ba con diversas opiniones, creencias y pe de estado militar en la Argentina fue
valores sostenidos por el público lec- posible, entre otras cosas, por el des-
tor; y si bien no nos es posible recons- crédito en que habían caído las figuras
truir el “horizonte de expectación” en y las instituciones políticas en el país,
el que la obra fue acogida, 2 podemos especialmente a partir de la segunda
suponer, a partir de los datos que apor- presidencia de Yrigoyen (1928-30). Se-
ta Sarlo, la existencia de amplios proce- mejante descrédito, naturalmente, obe-
sos de identificación, a nivel de ese pú- decía a un complejo conjunto de facto-
blico, con los significados expuestos por res o causas, entre las que se pueden

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mencionar tanto a la incapacidad del gurar el espacio de esa literatura. 4 En
gobierno de Yrigoyen para administrar ese sentido, resultaron decisivas las in-
correctamente la cosa pública, como la tervenciones de Leopoldo Lugones y Ri-
prédica realizada por distintos factores cardo Rojas, quienes por medio de obras
de poder - como sectores importantes como El Payador (1916) y la Historia de
del ejército y ciertos grupos políticos la Literatura Argentina – Los gauchescos -
conservadores -, cada vez más proclives (1917) constituyeron a la obra de
a soluciones antidemocráticas y fascis- Hernández en el paradigma mismo de
tas. Junto con ello, la crisis económica la literatura nacional.
del capitalismo a escala mundial desata- Pero esas formulaciones de cierta
da en 1929 también comenzaba a hacer “elite” cultural que, en el caso de
sentir sus efectos en el país, lo cual Lugones sobre todo, expresaban posi-
coadyuvó para generar ese clima de ines- ciones concomitantes respecto de las
tabilidad generalizada y de descrédito a posiciones ideológicas y políticas de los
nivel social que precipitó la caída del sectores tradicionales y conservadores
gobierno de Yrigoyen. 3 de la sociedad argentina, no fueron las
Si el descrédito generalizado de las únicas que se produjeron como modo
figuras y las instituciones políticas cons- de afirmar la existencia de una suerte
tituye uno de los datos que se deben de identidad nacional frente a las mani-
consignar a la hora de conjeturar las ra- festaciones intrusivas de lo europeo.
zones por las cuales el libro de Scalabrini Porque otros sectores de la cultura ar-
Ortiz pudo tener un considerable éxito, gentina, como el que conformaban los
otro dato que deberíamos incorporar jóvenes vanguardistas nucleados en tor-
con ese fin es el de la presencia de mul- no a la revista “Martín Fierro”, hacían
titudes de inmigrantes europeos en la del criollismo uno de los rasgos distinti-
sociedad y en la cultura argentinas de vos de sus propuestas estético-literarias,
principios de siglo, y las respuestas ideo- propugnando la reivindicación de una
lógicas, políticas y culturales que esa lengua nacional como el sustrato o la
presencia generó. Así, entre las múlti- materialidad verbal a partir del cual
ples respuestas que dicha presencia pro- construir sus obras de arte. 5 Lengua
dujo, una de ellas consistió en la volun- que no debía entenderse necesariamen-
tad de formular la existencia de una li- te como una suerte de continuidad de
teratura nacional, promoviendo para ello la lengua característica del género
un auténtico proceso de canonización del gauchesco que había florecido a lo lar-
Martín Fierro a lo largo de la década del go del siglo XIX, sino como una len-
diez, según un modo ideológico de confi- gua que asumía las voces, los giros y la

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tonalidad de los discursos lados en la opinión o el sentido común:
idiosincrásicos de los hombres actuales la idiosincracia del hombre porteño con-
de prosapia criolla, que era visualizada cebida a partir de su condición criolla,
por los jóvenes martinfierristas como en tanto que auténtico hijo de la tierra; la
el núcleo mismo de un habla genuina- necesidad de recuperar las formas po-
mente argentina. 6 pulares de su habla, como un modo de
De manera que ciertas característi- establecer una auténtica lengua nacio-
cas de la superestructura política – nal; la denuncia de las defecciones de
ineficiencia, desidia, imágenes de co- los intelectuales y los políticos respecto
rrupción – como ciertas características de la causa de la Nación y el Pueblo; y,
de la sociedad y la cultura de la época – en un plano más específicamente polí-
fuerte presencia inmigratoria, con sus tico, la denuncia de las intromisiones del
secuelas de inevitable contaminación de capital extranjero en la cosa pública
la lengua y la cultura nacional – amén como un tema que anticipa tanto los li-
de la prédica de diversos grupos y auto- bros siguientes de Scalabrini Ortiz cuan-
res en torno a la necesidad de un pen- to el desarrollo de un discurso de ras-
samiento y una literatura nacionales pa- gos marcadamente nacionalistas que
recían establecer, inevitablemente, una habría de florecer a partir de la década
serie de condiciones favorables para la del treinta.
irrupción de un texto como el de Raúl
Scalabrini Ortiz. Como hemos señala- El linaje discursivo de
do más arriba, no nos es posible estu- El Hombre que está solo y espera
diar empíricamente la configuración y Dentro de la escasa bibliografía que
el contexto cultural de su público lec- hemos hallado sobre el texto de
tor, pero creemos que, de todos modos, Scalabrini Ortiz, el artículo Considera-
el relevamiento de los datos políticos, ciones sobre “El Hombre que está solo
ideológicos y culturales señalados pre- y espera” de Adolfo Prieto nos resultó
cedentemente nos permiten conjeturar de gran utilidad para situar cierto con-
las razones que determinaron la acogi- texto o, más precisamente aún, cierta
da favorable que encontró su obra. Por- tradición donde dicho texto se inscribe.
que El Hombre que está solo y espera venía 7
En dicho artículo, Prieto adscribe El
a hablar precisamente de ese conjunto Hombre que está solo y espera más que
de temas que en amplios sectores de la a la década del 30 a la década anterior,
sociedad argentina de la época consti- en la medida en que “coincide con la
tuían seguramente una especie de tópica línea de intereses del Evaristo Carriego,
o reservorio de lugares comunes insta- de Borges; con una de las preocupacio-

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nes fundamentales del grupo grupo de hombres que vivieron esa épo-
martinfierrista: el criollismo; con una ca desde parecidas coordenadas vitales.
época de relativa facilidad para la que Con variedad de onda, el mismo senti-
era posible, todavía, una indiscriminada do tiene la historia sin fisuras que Joa-
confianza en el futuro”. 8 Según Prie- quín V. González traza del país en 1910,
to, “es un libro históricamente anterior a la la perduración de los mitos helénicos
crisis económica de 1929; previo a la en el Martín Fierro, hipótesis señalada
quiebra vertiginosa yrigoyenista y al gol- por Lugones en 1913, o el progresivo
pe militar de Uriburu” (lo destacado es blanqueamiento de la población hacia
nuestro). Por ello, considera a El Hom- la primera década del siglo, hecho
bre que está solo y espera como “el úl- entusiastamente destacado por José Inge-
timo epígono del optimismo nieros”. 10 De manera que el artículo de
novecentista”, al compararlo con las Prieto viene a proponer una auténtica
ideas expuestas por Ricardo Rojas en genealogía discursiva donde situar el
Eurindia en 1924. En ese libro, nos re- texto de Scalabrini Ortiz, constituida por
cuerda Prieto, Rojas “empieza por re- una serie de ensayos que intentan “ex-
conocer dos leyes de tipo organicista: plicar el ser nacional” a partir de un prin-
una ley de continuidad de la tradición y cipio “al que podría denominarse, según una
una ley de unidad de la cultura”, que a fórmula promedio, de “espíritu de la tierra”
su vez se hallan “sujetas a leyes cuyo (lo destacado es nuestro). 11
cumplimiento no parece reconocer la Por otra parte, el artículo de Prie-
posibilidad de opción”. Por ello, “este to, lejos de agotarse en el reconocimien-
paradojal espiritualismo deter-minista se to de los vínculos que ligan al texto de
manifiesta también en la intuición cla- Scalabrini Ortiz con textos precedentes
ve de Rojas, aquella que subyace como de la literatura argentina, señala además
primum movens de su teología nacio- los vínculos que lo conectan, desde su
nalista. Es la intuición del espíritu de la tie- pertencia a esa tradición ensayística, con
rra, el “genius loci”, la presencia y ex- un conjunto de autores europeos cuyas
presión de la Argentinidad” (lo desta- ideas incidieron notoriamente en los es-
cado es nuestro). 9 critores argentinos que indagaban acer-
El nacionalismo que Rojas expone ca de las características del “ser nacio-
en Eurindia es, según Prieto, un nacio- nal”. Así, Prieto dirá que “los hijos y los
nalismo “ingenuo”, pero esa perspecti- nietos de la generación positivista del 80, con
va nacionalista “rebasaba su horizonte las tendencias que los sistemas racionales po-
crítico (...) para convertirse en usufruc- seen de segregar motivaciones irracionales al
to de toda una época, o al menos de un encarnarse en sus ejecutores, puso en circula-

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ción esta flexible fórmula, tan apta para ser la cultura argentina de la época, preten-
fecundada con las ideas de Fichte, como por los dían iluminar la comprensión del “es-
esquemas recalcitrantes al estilo Barrés, o el píritu nacional”.
poderoso intuicionismo de Keyserling”. 12
En el caso de Scalabrini Ortiz, la Morfología del Hombre de
incidencia de Keyserling es particular- Corrientes y Esmeralda
mente notoria, ya que adopta cierta Beatriz Sarlo ha definido a El Hom-
modalidad de trabajo designada por el bre que está solo y espera como un “ensayo
filósofo alemán en términos de “análi- narrativo” de tipo “psico-social”.14 Lo
sis espectrales”13 . Dichos análisis, cuya cual puede entenderse como la produc-
adjetivación sugiere entre otras cosas ción de un texto orientado fundamen-
una visión ciertamente “radiográfica” de talmente a dar cuenta de los aspectos
sus objetos tal como lo vuelve evidente psicológicos y sociales, o más precisa-
el título Radiografía de la Pampa, supo- mente aún, psico-sociales, del porteño
nían una fuerte dosis de intuicionismo, medio de su época. Aspectos que, re-
en la medida en que su perspectiva filo- cuerda Sarlo, resultan indisociables res-
sófica global se sostenía en lo intuitivo pecto de un conjunto de factores
y lo irracional, a la manera de un dis- heterogéneos que los sobre-determinan.
curso epígono de lo nietzcheano. Inde- Así, según esta autora, para la perspec-
pendientemente de ello, lo cierto es que tiva de Scalabrini Ortiz “la crisis presente
Keyserling formaba parte de un con- se origina tanto en la privación de relaciones
junto de viajeros que visitaron insisten- “normales” entre los sexos, como en la defec-
temente el país entre fines del siglo pa- ción del radicalismo y los infatuamientos del
sado y comienzos del actual, entre los viejo presidente derrocado, la soberbia de los
que se destacaban figuras como las de militares golpistas, la incapacidad de los inte-
Ortega y Gasset, D’Ors, Maritain, Va- lectuales y el avance del capital extranjero. Todo
lle Inclán o Blasco Ibáñez. Como es se articula en un esquema orgánico y sin con-
sabido, se trataba de viajeros que emi- tradicciones, cuyo origen lejano reside en el pro-
tían opiniones “calificadas” acerca de ceso inmigratorio y sus consecuencias sobre la
la naturaleza o la idiosincracia de los moral sexual y las modalidades de la vida co-
argentinos, y por ello los ensayos argen- tidiana”. 15 Por consiguiente, uno de los
tinos de la época, y especialmente el de ejes de la argumentación de Scalabrini
Scalabrini Ortiz, pueden leerse como au- Ortiz “reside en la determinación sexual del
ténticas réplicas en el contexto de un carácter nacional”, y por ello “también ob-
diálogo que iba fijando verdaderas co- serva las transformaciones en la subjetividad
ordenadas para quienes, en el campo de que se producen en la ciudad alterada por la

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inmigración; se ocupa de los cambios ción química de las razas que alimentan su
topográficos y ecológicos; sigue los movimientos nacimiento”, según una metáfora elocuen-
diferentes de la ciudad a lo largo del día y de te tomada del discurso de la ciencia, por
la noche y tiene conciencia del peso de los esce- lo mismo “es esa gota de agua, incolora,
narios públicos en la definición de un perfil inodora e insípida que brota en el fondo del
psicológico de Buenos Aires y de los porteños”. 16 tubo de ensayo o que el cielo envía para que la
Las observaciones que citamos más tierra fructifique”. 17 Representado de ese
arriba permiten caracterizar adecuada- modo el objeto de investigación, se tra-
mente la configuración del texto de tará entonces de representar asimismo
Scalabrini Ortiz. Porque aún una lectu- al sujeto: “con virgen encantamiento de niño,
ra superficial revela, en su mero suce- me abandonaré ahora a la contemplación del
der, el sentido de proyección, e incluso mundo que se refleja en esta gota de agua que
de expansión, que implica el análisis rehila entre mis dedos”. 18 Al mismo tiem-
propuesto por el autor para compren- po, se trata de caracterizar asimismo la
der al Hombre de Corrientes y Esme- actividad de ese sujeto que indaga: “Todo
ralda, dado que a partir del núcleo que lo porteño, el observador debe extraerlo de esa
constituye el análisis de la psicología del veta rebelde y subterránea que el espíritu for-
porteño medio, es posible inferir las ma bajo los hechos. Debe descubrir las escenas,
facetas explícitas e implícitas de las sig- como quien descubre una gema, sopesar los ca-
nificaciones ideológicas y políticas que racteres, inventar nuevos patrones de medición,
actualiza el texto. despojar al criterio de los engañosos
En tal sentido, resulta evidente que convencionalismos europeos, pescar las palabras
la propia organización del texto habili- definidoras, formar hombres prototipos, super-
ta esa lectura. Así, en sus comienzos - poner manías individuales para trazar en la
específicamente en el segundo capítulo manía envolvente la necesidad colectiva que las
denominado La gota de agua - se plantea involucra a todas. Debe bucear en el ambiente
lo que puede considerarse como el pro- y sentir y pensar y actuar, a pesar suyo, como
yecto o programa que anima a su pro- uno cualquiera, viéndose y estudiándose vivir.
pia escritura: “indagar las modalidades Ser conejillo de indias y experimentador, si-
del alma porteña actual”. Se trata, por multáneamente”. 19
cierto, de un auténtico programa de in- Definidos de ese modo el objeto y
vestigación que postula un objeto (el el sujeto de la investigación, el texto
alma porteña actual) y un sujeto de la define además el instrumento funda-
investigación (el autor del libro), pre- mental para la realización de esa tarea:
sente desde las primeras páginas de su el Hombre de Corrientes y Esmeralda.
texto. Si allí el porteño es “una combina- Ese hombre es, según el autor, “un hom-

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bre arquetipo de Buenos Aires”, al que poéticas. Según ese relato, al llegar las
concibe como “el instrumento que permiti- oleadas de inmigrantes la ciudad “pasó
rá hincar la viva carne de los hechos actuales, peligro de ser segregada del campo”, ya que
y en la vivisección descubrir ese espíritu de la “estuvo en trance de europeizarse”. Para col-
tierra que anhelosamente busco”. 20 De ma- mo de males, “los intrusos formaban hor-
nera que El Hombre de Corrientes y das de la más pésima calaña, de la estofa más
Esmeralda deviene en una suerte de vil”. Y si en un primer momento los re-
diagrama esencial de la argentinidad, un cibió “con una sonrisa chacotona”, poste-
diseño abstracto y genérico que, a la riormente, “acosada por runflas crecientes de
manera de un faro ideal, podrá recono- extranjeros comenzó a rehuirlos. Intimidada,
cerse sin embargo en la infinidad de ma- se retrajo y abroqueló en los fueros de las fami-
nifestaciones concretas donde se encar- lias ya arraigadas”. Pero esa táctica no
na y corporiza al iluminarlas. bastó para contener al caudal inmigra-
Por consiguiente, el texto de El torio, por lo que, “acodillada entre el bien-
Hombre que está solo y espera consistirá en estar de sus habitantes y el mantenimiento de
la ejecución de ese programa de trabajo su espíritu, la ciudad sacrificó a sus hombres”
que anuncia en su comienzo. En fun- (lo destacado es nuestro). Ello supuso
ción de ello, los primeros capítulos del “enclaustrar a sus mujeres”, y aún más,
libro estudian la relación que se esta- dado que “la ciudad desacordó las naturales
blece entre la tierra y el Hombre de trabazones de los sexos”. De manera que
Corrientes y Esmeralda, dado que, a “los hombres quedaron desamparados”, sien-
pesar de su condición de individuo ur- do objeto de agresiones cuando se los
bano, el Hombre sufre los efectos que veía junto a una mujer. Como corolario
“el espíritu de la tierra” imprime sobre de todo ello, “con mano dura se extinguió el
su carácter (abatimiento, inacción, con- amor de la ciudad”. 21
ciencia de su finitud frente a lo El relato que urde la escritura de
inabarcable del paso del tiempo). Scalabrini Ortiz pretende situar, de ese
Significativamente, esos primeros capí- modo, el origen del proceso por el cual
tulos del libro conducen hacia un capí- se ha gestado el carácter o el tempera-
tulo medular, denominado La ciudad sin mento del porteño actual22 . Se trata, así,
amor. Porque en él se despliega un rela- de una suerte de privación primordial,
to que podría ser pensado como un ver- que ha desembocado inevitablemente en
dadero “mito de origen”, cuyo texto pa- una salida existencial y ciertamente
rece oscilar entre las formas presuntas misógina a través del trabajo, como lo
de la narración historiográfica y las for- plantea el capítulo siguiente, Las vidas
mas virtuales de las narraciones mito- que se escurren.23 De modo que, una vez

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ubicado el origen del carácter del Hom- varse. Y así como valora los bienes es-
bre de Corrientes y Esmeralda, se trata- pirituales, menosprecia los bienes ma-
rá a continuación de precisar mejor lo teriales, acosado por un “sentimiento de
que podría entenderse como su “carac- muerte” que lo lleva a relativizar el va-
terología”. En función de ello, ese Hom- lor de las cosas mundanas. Todo lo cual
bre es cronológicamente acotado, a ni- va conformando un temperamento
vel generacional, en el capítulo La edad relativista y escéptico, que lo lleva a des-
de los años.24 Allí se indica que pertene- interesarse de la cosa pública. Aunque
ce a una generación que es la de los en rigor, más que de desinterés debería
mayores de 25 años y menores de 50, hablarse de un delegar de responsabili-
algo así como una generación de adul- dades, ya que delega en el Estado di-
tos, salidos de la juventud y no entra- versos derechos y deberes que le son
dos aún en la vejez. Esa generación, en propios. “El estado es una delegación del hom-
la perspectiva de Scalabrini Ortiz, pare- bre porteño, en que el Hombre de Corrientes y
ce ser la única capaz de eludir los valo- Esmeralda se salva de ideas de temporalidad”,
res del materialismo, ya que los meno- afirma en tal sentido el texto en el capí-
res viven “el desentumecimiento de la tulo Delegación de un destino.26 Porque el
ciudad” pero corren el riesgo de hombre porteño “está retenido junto al des-
“norteamericanizarse”, mientras que los encadenamiento del tiempo por el sentimiento
mayores protagonizaron el progreso del de su impu-tabilidad en los destinos del espíri-
país, pero “desatendieron su espíritu”. tu de su tierra”, y para eximirse de esa
El Hombre de Corrientes y Esmeralda, responsabilidad, de la que es autor y
por el contrario, afirma los valores del agente, “el hombre se amputa una fracción
espíritu y del sentimiento, y se emocio- de sí mismo, y cede a la colectividad algunos de
na, “más que por los hechos, por la emoción los derechos y de los deberes que se confiere”. 27
que enrasa a todos los porteños, en que todos La descripción caracterológica del
los porteños se coligan en la fusión de un senti- Hombre de Corrientes y Esmeralda que
miento común que soslaya todo descreimiento nos propone el texto prosigue luego con
intelectual” (lo destacado es nuestro). 25 el La descripción caracterológica del
Alejado así de las mujeres por im- Hombre de Corrientes y Esmeralda que
perio del medio social - con quienes nos propone el texto prosigue luego con
asume, en última instancia, una actitud el análisis de lo que podríamos llamar
de contienda y cacería - el Hombre de su “inteligencia”. Se trata de una inteli-
Corrientes y Esmeralda hace un culto gencia sensible, ya que el Hombre no re-
de la amistad, como si fuese ése uno de flexiona ni calcula, sino que compren-
los pocos sentimientos dignos de culti- de o entiende básicamente de manera

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intuitiva. Por ello, en el capítulo El pilo- miento, de dos cosmovisiones que el
to del caos se dirá que “el Hombre de Co- texto instituye, se manifiesta la dialécti-
rrientes y Esmeralda es hombre de improvisa- ca de tipo agonístico que instaura el
ciones y no de planes, es un hombre fiado en la espacio de lo nacional en su perpetuo en-
certeza del instinto, en sus intuiciones, en sus frentamiento con el espacio de lo euro-
presentimientos. En una palabra: es el hom- peo.
bre del “pálpito”.28 Del mismo modo, el
texto afirmará, apotegmáticamente, que La configuración de un
“El porteño no piensa, siente”. virtual paradigma político
Esa singular “inteligencia”, según No sería inexacto afirmar que, en
Scalabrini Ortiz, “se conforma a la natura- esta altura de la lectura que ofrece el
leza misma del país”, puesto que se trata texto, hemos arribado al sitio donde se
por una parte de una “pampa llana sin configura definitivamente el paradigma
mojones para la inteligencia”, y por otra de político virtual que sostiene la escritura
“la vida de la ciudad que avanza de azar en ensayística de Scalabrini Ortiz. Porque
azar”. Todo lo cual, según el autor, se el análisis y la interpretación de la géne-
explica porque “la naturaleza material del sis del carácter porteño hasta aquí de-
país está en proyecto y los problemas son infi- sarrollados han ido trazando dos ejes,
nitos y de una complejidad tan multiforme que dos polos, que en su confrontación per-
ninguna inteligencia capta en conjunto” (lo manente dibujan los espacios antagóni-
destacado es nuestro).29 Por ello, el por- cos de lo nacional y lo antinacional,
teño “admira la inteligencia que actúa des- corporizados en lo porteño y en lo eu-
prevenida en un hecho inesperado: la sutileza, ropeo – y más específicamente en lo
la sagacidad, la astucia, “la ranada”, la in- inglés - respectivamente. Y esos ejes o
dustria, la elección acertada, la elocución per- polos, por su parte, suponen una inequí-
suasiva, y las quisiera para sí”. 30 Y por las voca toma de posición ideológica y po-
mismas razones, desprecia la vanidosa lítica por parte del autor. Porque si el
erudición del intelectual a la que juzga eje de lo porteño aparece connotado de
improductiva. De manera que, llegados manera positiva, ya que consiste en la
a este punto, el texto de Scalabrini Ortiz manifestación o más precisamente aún
va dibujando los trazos definitivos de en la encarnación del “espíritu de la tie-
la constelación de valores ideológicos, rra”, el eje de lo europeo aparece con-
políticos y culturales donde se sostie- notado de manera negativa, dado que
nen sus representaciones del espíritu representa un conjunto de valores ab-
porteño: así, en ese oponerse de dos solutamente reñidos con las “experien-
inteligencias, de dos sistemas de pensa- cias vitales” de los hombres de nuestro

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pueblo. capitales extranjeros. (...)”.
Si ésta es la perspectiva en que se De igual forma, sostendrá que “los
sitúa Scalabrini Ortiz, ella difiere noto- radicales perduraron mientras tuvieron presente
riamente de la que, según él, adoptan la idea de su responsabilidad. El pueblo excu-
los políticos del país. Y el parámetro que saba las pequeñas incorrecciones, el arribismo
permite discernir en qué posición se desaforado, porque dieron al país una cohe-
ubican los unos y los otros está dado, sión espiritual como jamás había tenido. Pero
justamente, por la actitud que toman Yrigoyen, ya muy anciano, se mareó con los
frente al “capital extranjero”. Por ello, ochocientos mil votos de su candidatura. La
en otro capítulo medular del libro, de- altanería lo perdió. Su segunda presidencia
31
nominado La defección política, fue una tanda inacabable de infatuamientos.
Scalabrini Ortiz dirá que “el Hombre de Soberbia era menoscabar en vano al Parla-
Corrientes y Esmeralda, aunque ignorante de mento; soberbia, hacer gala de matonismo en
finanzas, “palpita” que el capital es energía las intervenciones; soberbia, valerse de los hom-
internacional, que no se connaturaliza nun- bres menos enteros de su partido. Ahora esta-
ca”.32 Y por lo mismo, precisará que mos frente a una soberbia peor. El capital
“cuando un político entra en combinaciones con extranjero está en el poder”.34
el capital extranjero, acepta direcciones de com- Estos pasajes, significativamente,
pañías, representaciones de empresas, se con- distinguen la actitud de los extranjeros
trata como abogado, o tramita sus asuntos, que sirven a esos capitales, y que “son
apañándolos con su influencia, el Hombre de bien recibidos por el pueblo”, ya que “no es
Corrientes y Esmeralda le retira su delega- más laudable el laboreo de las tierras que la
ción”.33 conducción de locomotoras”, de la actitud de
Como si se tratase además de refe- los políticos vernáculos, que debiendo
rir en concreto a los distintos partidos alegar por el hombre porteño en reali-
que, hasta entonces, habían tenido la dad “lo traicionan”. Porque lo que el
responsabilidad de gobernar el país, el Hombre de Corrientes y Esmeralda no
texto denuncia el papel que, en ese or- permite es que “los extranjeros le birlen las
den de cosas, jugaron conservadores y riendas del gobierno y le hundan en una mise-
radicales. Así, afirmará que “los conserva- ria estéril en que el espíritu se extingue”.35
dores manejaron durante muchos años el país Mediante estos enunciados el texto de
como cosa propia. En desprendida capitación, Scalabrini Ortiz va precisando de ese
se repartieron los bienes mostrencos, y algunos modo los trazos de un paradigma polí-
otros. (...) Mas, luego, los conservadores tico que, aunque sea de manera virtual,
ensorbebecidos, supusieron que el país les per- despliega un conjunto de proposiciones,
tenecía, y entraron en confabulaciones con los valores y creencias que anticipan los tó-

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picos característicos del nacionalismo porteño, que según él lo llevan de ma-
revisionista de los años por venir. Ese nera casi natural a adoptar posiciones
nacionalismo, en el caso de Scalabrini “nacionalistas” y “antimperialistas” –
Ortiz, supone asimismo un nacionalis- más allá de que ese tipo de categorías
mo de tipo cultural: por ello, su libro políticas todavía no emerjan como ta-
concluye con una serie de consideracio- les en su escritura -, parece desembo-
nes acerca de los valores y del lenguaje car, necesariamente, en una visión es-
del Hombre de Corrientes y Esmeral- peranzada del destino del Hombre de
da. Así, en uno de los últimos capítulos Corrientes y Esmeralda. Por ello, en el
del libro, El destructor de espejismos, el tex- último capítulo de su libro, denomina-
to afirmará que “la Tradición, el Progreso, do La rehumanización de la vida, 38 dirá
la Humanidad, la Familia y la Honra ya son que “el hombre porteño revalora al mundo.
pamplinas”,36 puesto que se trata de va- Aprehendiendo y mensurando el mundo en sí
lores europeos ineptos para dar respues- mismo, dilucidando sus afirmaciones en el con-
tas a las necesidades vitales del hombre traste sin sospecha de sus propios sentimientos,
porteño. Cuando en nombre de ellos, el hombre porteño aventa las teorizaciones ar-
nos recuerda el autor, los intelectuales queológicas, poda la ampulosidad de los con-
vernáculos “hicieron un batifondo de mil ceptos, humilla la arrogancia de los contextos
demonios instigando a las autoridades a la legalistas y manumite al hombre de la artificiosa
ruptura de relaciones con Alemania y sus alia- hojarasca literaria que le recubría y le suplan-
dos”, el hombre porteño advertía que no taba en el dictamen de los hombres”.39 Ta-
era de su interés participar de esa con- maño emprendimiento consiste, básica-
flagración. Por ello, cuando hasta “el mente, en una suerte de “depuración”
Parlamento se puso de pie para votar la rup- de los conceptos y las representaciones
tura de relaciones”, Yrigoyen, que era pre- con que la cultura europea ha pretendi-
sidente, desoyó ese falso clamor y vetó do explicar y volver inteligible el mun-
la aprobación legislativa. “Con su oído fi- do del hombre porteño. Por ello, el len-
nísimo de viejo caudillo”, reconoce guaje es “la primera fisonomía” de los
Scalabrini Ortiz, “había “palpitado” la sentimientos depuradores que lo asal-
oposición del pueblo porteño, y, en gran parte tan, y que lo llevan a establecer un uni-
por eso, el pueblo porteño, a pesar de las verso de significaciones difícilmente
turbiedades de su administración, lo premió reductibles a las formas establecidas por
con la segunda presidencia”.37 las normas socialmente impuestas del
La elaborada argumentación retó- lenguaje. Según Scalabrini Ortiz ese
rica con que Scalabrini Ortiz rescata universo se basa en un lenguaje com-
los valores identificatorios del hombre puesto por un limitado número de vo-

117
ces que, aisladas en la soledad de un Cierres y aperturas del texto res-
diccionario, carecen de significación. pecto de la obra posterior del autor
Porque para valer algo, para vivir, “tie- Beatriz Sarlo ha calificado a El
nen que unirse a un hombre”. Lo cual im- Hombre que está solo y espera como “último
plica que su significación “es un reflejo texto de su período ‘artiste’”.42 Con esa bre-
del estado de ánimo del que habla y varía con ve frase, logra caracterizar tanto lo que
la prosodia, con su inserción en el discurso, con son sus marcas estilísticas y literarias
la intención que las acentúa, con el gesto que cuanto aquello que lo liga con la litera-
la acompaña”.40 tura de vanguardia de los años veinte.
Por esa vía, el pensamiento ideoló- Junto con ello, también sugiere cierta
gico y político que expone el texto con- ruptura, cierta discontinuidad, respecto
cluye afirmando que es precisamente en de la producción posterior del autor.
el lenguaje, en ese ejercicio creativo que Si esa ruptura se vuelve evidente
posibilita cargar de significaciones múl- cuando se compara la escritura de El
tiples a un repertorio escaso de térmi- Hombre que está solo y espera con, por ejem-
nos, cómo el Hombre de Corrientes y plo, Política británica en el Río de la Plata
Esmeralda comienza a experimentar (1936) o Historia de los ferrocarriles argen-
una “rehumanización” que podría en- tinos (1940), no por ello carece de im-
tenderse, asimismo, como un atisbo de portancia analizar los vínculos que pue-
emancipación social y política. Y por las den llegar a conectar esos libros entre
mismas razones terminará diciendo, de sí. En tal sentido, Adolfo Prieto ha
una manera profética donde se combi- postulado una hipótesis interesante en
nan las formas poéticas de los discur- Consideraciones sobre “El Hombre que está
sos literarios con las formas mesiánicas solo y espera”, al señalar que en textos
de los discursos políticos que “su len- como Política británica... o Historia de los
guaje es ya una música cuyas notas son pocas ferrocarriles... “hay un intento de explicar, con
palabras que se amalgaman, se enmiendan o el manejo de datos concretos y de cifras aún
someten mutuamente, como líneas melódicas más concretas, el usufructo de la economía na-
de una sinfonía, aliadas a gamas infinitamente cional por intereses extranjeros y la consecuen-
cambiantes de miradas, de voces y de gestos, te deformación de la historia nacional”.43 Se-
entrelazadas con pausas en que la cordialidad gún Prieto, “ninguno de esos datos había sido
crepita y chisporrotea con el goce de una lum- utilizado para la redacción de El Hombre que
bre hogareña. Ya hay algo nuevo en ese amasi- está solo y espera”, por lo que infiere que,
jo informe de la amistad. Por primera vez, el “dada la proximidad de las fechas (que vin-
hombre está junto al hombre”.41 culan a estos libros entre sí) se podría sos-
pechar que la insatisfacción del bosquejo tra-

118
zado en este libro, indujo a su autor a buscar designios; la reivindicación de los valo-
explicaciones en otras fuentes y con otra meto- res de lo nacional como forma de cons-
dología” (lo destacado es nuestro).44 trucción de una identidad propia. Esos
Prieto finaliza su artículo consig- núcleos, por otra parte, no sólo antici-
nando ese “viraje” que lleva a Scalabrini pan los tópicos dominantes de la obra
Ortiz del campo de la literatura al cam- futura de Raúl Scalabrini Ortiz: también
po de disciplinas como la historia, la anticipan los tópicos dominantes del dis-
economía o la política, y deplorando que curso del revisionismo histórico en su
“no llegara a una síntesis de ambas tentati- conjunto.
vas”, puesto que considera que En El revisionismo histórico argentino
“Scalabrini realizó por separado el análisis como visión decadentista de la historia nacio-
de un tipo humano y el análisis de una situa- nal Tulio Halperin Donghi sostiene que,
ción. En conjunto, tal vez hubiera logrado el en el caso de los revisionistas históri-
ensayo totalizador y una adecuada síntesis com- cos argentinos “la exploración del pasado
prensiva de la realidad nacional”.45 nace entonces como una tentativa de ofrecer el
Sea ello como fuere, lo cierto es aval de la historia para la crítica de la Argen-
que a partir de sus libros posteriores tina del presente, y esa crítica se organiza en
Scalabrini Ortiz modificaría torno a dos motivos centrales: el primero, el
sustancialmente los asuntos y las for- repudio de la democratización política, que ha
mas de su propia escritura. Porque en entregado el destino del país a dirigentes cuya
estos nuevos libros se trataría de una deplorable habilidad para organizar invenci-
textualidad abiertamente política, econó- bles máquinas electorales no puede ser negada,
mica e histórica, que privilegiaría las pero que no conservan solidaridad con intere-
cuestiones inherentes a ese tipo de cam- ses que – a los ojos de los revisionistas – son
pos y prácticas discursivas. No obstan- los de la nación misma, y aunque la tuvieran
te ello, y por encima de las diferencias no sabrían cómo defenderlos con eficacia; el se-
profundas de género y de lenguajes que gundo es la denuncia del modo de inserción en
caracterizan a las obras de cada una de el mundo de Argentina posindependiente – y
las etapas del autor, es posible leer cier- en primer lugar del vínculo desigual con Gran
tos núcleos semánticos en El Hombre Bretaña – que, lejos de ser la causa última de
que está solo y espera como auténticas an- la desaforada expansión que ha cubierto el
ticipaciones de sus libros futuros: la medio siglo que acaba de cerrarse, le ha im-
denuncia de las injerencias del capital puesto modalidades cuyas consecuencias catas-
inglés en la vida nacional; la crítica de tróficas sólo se hicieron evidentes luego de 1929,
las actitudes de los políticos e intelec- pero que de modo más secreto pero no menos
tuales vernáculos que se pliegan a sus dañino habían torcido el rumbo histórico ar-

119
gentino ya antes de esa fecha”.46 Prieto, Adolfo: Consideraciones sobre “El
Esos motivos, significativamente, Hombre que está solo y espera”, en Boletín de
atraviesan la escritura de El Hombre que Literaturas Hispánicas – Facultad de Filoso-
está solo y espera: el primero, si no como fía y Letras – Universidad Nacional del Li-
toral – Rosario – Año 1961 – Nº3.
“repudio de la democratización políti-
Halperin Donghi, Tulio: El revisionismo
ca” en términos explícitos, sí como crí- argentino como visión decadentista de la historia
tica a los dirigentes que “no conservan nacional, en Ensayos de Historiografía. Buenos
solidaridad con intereses que son los de Aires, El Cielo por Asalto, 1996.
la nación misma”; el segundo, de ma- Berlanga, Angel: El hombre que estaba
nera literal. Desde esa perspectiva, en- solo y se quedó esperando, en diario Página 12.
tonces, esa última manifestación de la Buenos Aires, 30 de mayo de 1999, págs.
escritura literaria de Raúl Scalabrini 30 y 31.
Ortiz también puede entenderse como Wainfeld, Mario: Un canto a lo colectivo,
una de las instancias de apertura de una en diario Página 12. Buenos Aires, 30 de
mayo de 1999. pág.30.
corriente de pensamiento y de una pro-
en Ensayos de Historiografía. Buenos
ducción discursiva que habrían de ocu- Aires, El Cielo por Asalto, 1996, pág. 109.
par un espacio considerable en la cultu-
ra y en la política argentinas de nuestro Notas.
siglo. 1. Cfr.: Sarlo, Beatriz, Una modernidad
periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos
Aires, Nueva Visión, 1988, pág. 215.
2. La expresión «horizonte de expec-
BIBLIOGRAFIA: tación» es tomada de Hans Robert Jauss,
quien la define como «el sistema objetivable
De Raúl Scalabrini Ortiz: de las expectaciones que, para cada obra,
El Hombre que está solo y espera. Buenos en el momento histórico de su aparición,
Aires, Gleizer, 1931. nace de la comprensión previa del género,
Política Británica en el Río de la Plata. de la forma y de la temática de obras ante-
Buenos Aires, Cuadernos de F.O.R.J.A. Nº1, riormente conocidas y de la oposición en-
1936. tre lenguaje poético y lenguaje práctico».
Historia de los ferrocarriles argentinos. Bue- Al respecto, cfr. Jauss, Hans R., La literatu-
nos Aires, Reconquista, 1940. ra como provocación, Barcelona, Península,
1970, pág. 169.
Sobre Raúl Sacalabrini Ortiz: 3. La consideración de las distintas
causas que incidieron en el descrédito del
Sarlo, Beatriz: Una modernidad periférica: gobierno de Yrigoyen y en la realización
Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires, del golpe de 1930 está basada en lo que en
Nueva Visión, 1988. tal sentido ha señalado José Luis Romero.

120
Cfr. Romero, José Luis: a República Radical, co del Seminario sobre "Ideas e Ideologías
en Breve Historia de la Argentina, Buenos en la Argentina de entreguerra", Rosa-
Aires, Huemul, 1984, págs. 170 a 173. rio mayo de 1999,
4. Sobre este asunto haan resultado 14.Cfr. Sarlo Beatriz: Una modernidad
decisivos los aportes de Carlos Altamirano periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, op.cit.,
y Beatriz Sarlo. Al respecto, cfr. especial- pág. 215.
mente los artículos La Argentina del Cente- 15. Sarlo, Beatriz: id. ant., pág. 216.
nario: Campo Intelectual, Vida Literaria y Te- 16. Sarlo, Beatriz: id. ant., pág. 240.
mas Ideológicos de Carlos Altamirano y Bea- 17. Scalabrini Ortiz, Raúl: El hombre
triz Sarlo, y La fundación de la Literatura Ar- que está solo y espera, cit. págs. 21 y 22.
gentina, de Carlos Altamirano, en Altamirano 18. Scalabrini Ortiz Raúl: id. ant., pág.
C. y Sarlo B.: Ensayos Argentinos, Buenos 22.
Aires, C.E.D.A.L., 1983. 19. Scalabrini Ortiz, Raúl: id. ant., págs.
5. Este asunto también ha sido trata- 22 y 23.
do de manera precisa por los autores men- 20. Scalabrini Ortiz, Raúl: id. ant., pág.
cionados precedentemente. En tal sentido, 33.
cfr. Vanguardia y Criollismo: la aventura de 21. Scalabrini Ortiz, Raúl: id. ant., págs.
«Martín Fierro», en Ensayos Argentinos, op.cit. 45 a 48.
6. En este sentido, son sumamente sig- 22. Que la veracidad de los hechos
nificativas las intervenciones de Jorge Luis narrados en este capítulo por Raúl
Borges, particularmente las que se mani- Scalabrini Ortiz es problemática lo señala
fiestan en textos como El idioma de los ar- Veatriz Sarlo cuando afirma que «el impacto
gentinos, Buenos Aires, Baral, 1994, págs. 135 cultural de estas medidas (reales o imagi-
a 150. nadas y magnificadas por Scalabrini) fue
7. Cfr. Prieto, Adolfo: Consideraciones profundo...» (lo destacado es nuestro). Cfr.
sobre «El hombre que está solo y espera», en Sarlo, Beatriz, na modernidad periférica: Bue-
Boletín de Literaturas Hispánicas, Año nos Aires 1920 y 1930, op. cit., pág. 240.
1951, N| 3. Rosario, Facultad de Filosofía 23. Scalabrini Ortiz, Raúl: El hombre
y Letras, Universidad Nacional del Litoral, que está solo y espera, op.cit, págs. 49 a 52.
1961. 24. Id. ant. págs. 53 a 55.
8. Cfr. Prieto, Adolfo: ob.cit, págs 23 25. Id. ant. pág. 61.
y 24. 26. Id. ant. pág. 71.
9. Prieto, Adolfo: ob.cit. pág. 25. 27. Id. ant. pág. 71.
10. Prieto, Adolfo: ob.cit. págs. 27 y 28. Id. ant. pág. 75.
28. 29. Id. ant. pág 76.
11. Prieto, Adolfo: Ob.cit. pág. 30. 30. Id. ant. pág. 7.
12. Prieto Adolfo: ob.cit., pág. 30. 31. Id. ant. págs. 85 a 90.
13 Este dato está tomado de la clase 32. Id. ant. pág. 86.
que sobre Scalabnni Ortiz dictara el 33. Id. ant. pág. 86 y 87.
profesor Halperin Donghi en el mar- 34. Id. ant. págs. 88 y 89.

121
35. Id. ant. pág. 89.
36. Id. ant. pág. 99.
37. Id. ant. págs. 100 y 101.
38. Id. ant. págs. 111 a 119.
39. Id. ant. pág. 11.
40. Id. ant. pág. 114.
41. Id. ant. pág. 119.
42. Sarlo, Beatriz: Una
modernidad...cit.
43. Prieto, Adolfo: Consideraciones
sobre «El hombre que está solo y espe-
ra». op.cit., pág. 39.
44. Id. ant. pág. 39.
45. Id. ant. Pág. 40.
46. Cfr. Halperin Donghi, Tulio: El
revisionismo histórico argentino como
visión decadentista de la historia nacio-
nal, en Ensayos de Historiografía. Bue-
nos Aires, El Cielo por Asalto, 1996, pág.
109.

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