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Liberalismo socialistas, democracia y libertad

La libertad y la democracia han sido dos conceptos que a lo largo de los años se ha
vistos expuesto al debate público por su relevancia en la construcción de sistemas
políticos que se adapten a las necesidades de cada sociedad, sin embargo la relación
de estos dos ha sido controversial, pues “la conquista de la democracia política como
forma de gobierno, garante de las más amplias libertades individuales y colectivas,
era percibida, [...] como un ordenamiento insuficiente para promover la mayor
igualdad posible entre los miembros de una comunidad política.” (Leão, 2002:123)
Estas luchas sociales por la igualdad política, está siendo respaldada por
movimientos políticos emergentes a finales del siglo XIX, los cuales tomaron fuerza
con la revolución rusa en 1917, reafirmando la necesidad de una lucha por las
aspiraciones de una sociedad libre e igualitaria, siendo escenario de un proyecto
político que tendría cabida a lo largo de los años. Para la autora Walquiria Leão Rego
(2002), este discurso político iba ganando fuerza de forma paulatina en Europa, un
ejemplo de esto se encuentra en plena segunda guerra mundial, gracias a un informe
divulgado por Sir William H. Beveridge (1879-1963),

En su famoso informe sobre el seguro social y los servicios afines, presentado al


Parlamento Británico en noviembre de 1942, se proclama en el ítem 461 del capítulo
La abolición de la miseria como objetivo practicable después de la guerra que: “Liberar
al hombre de la miseria es algo que no puede imponerse, ni ser ofrecido a la
democracia, sino que debe ser conquistado por ella. (Leão, 2002:123)

Sir William H. Beveridge, establece un punto de partida para entender el papel que
juega la democracia en la política de un estado, representado no una forma de
imposición sino una estrategia para combatir aquellos problemas sociales que perfilan
en toda sociedad; tomando en cuenta esta afirmación, la autora menciona la
necesidad de ir reformando la política según pase el tiempo, pues al avanzar los años
la situación de la población cambia, por ende sus necesidades y exigencias, por lo
cual un Estado debe buscar dirigirse hacia la promoción de las libertades
igualitaristas. (Leão, 2002:124)
El liberalismo como doctrina política se ha visto en tela de juicio a lo largo de
los años, algunos autores mencionan que esta ideología se quedaba corta en
responder a las necesidades y exigencias de la población en general, por lo cual tuvo
que irse ajustando e ir adoptando diferentes posturas de otras ideologías, de ahí
nacen algunas subramas del liberalismo, tales como el liberalismo socialista, en
donde se empieza a hablar de conceptos como “la cuestión social”, para la Leão
(2002), el discurso social difundido por los socialistas influye al liberalismo a pensar
en otros aspectos diferentes al económico, en donde se percibe al Estado con el deber
de garantizar el cumplimientos de los derechos sociales de toda la población, a partir
de esto

En el siglo XX, el sentido social del derecho no es más una doctrina, no es más una
escuela jurídica, es la vida misma. Así, se hace imposible distinguir entre individuo
político e individuo social. Asistimos a la transformación no solamente de la teoría del
estado, sino también a la de la doctrina de los derechos individuales. El estado no
puede limitarse más a reconocer la independencia jurídica del individuo, debe crear
también un mínimo de condiciones necesarias para asegurar su independencia social
(...)” (Calamandrei, 1946: 20 en Leão, 2002:133).

Con base en lo anterior, la autora establece que el liberalismo tradicional sufre


grandes modificaciones a partir de incluir estas consideraciones en su formulación
discursiva, de esta forma, se establecen estrategias de interes colectivo para proteger
y garantizar el cumplimento de las libertades sociales. Sin embargo, la autora alerta
que al poner por encima estos presupuestos, se pone en riesgo varios de los pilares
fundamentales que cimientan el liberalismo, tales como la propiedad privada (Leão,
2002:133).
Esta situación mencionada, reflexiona sobre la importancia de ir reformando
las políticas sociales en cada sociedad, pues como lo argumenta la autora, estas
propuestas liberales clásicas no se quedan ancladas para siempre en la formulación
de estrategias políticas, sino que los movimientos sociales hacen que se tomen en
cuenta focos de la discusión que no se están tomando en cuenta por parte de los
gobernantes, como es el caso de “el desarrollo del movimiento obrero y de las luchas
sociales catalizadas por el movimiento socialista y sus partidos políticos obligaron al
liberalismo a redefinir sus nociones de libertad y derecho.” (Leão, 2002:133).
Leão (2002) establece una premisa sobre la noción de libertad y derecho a
partir de lo propuesto por Calogero (1968), sin embargo, antes de entrar a establecer
estas consideración, se debe aclarar que el socialismo a pesar de abanderar las
consignas de la lucha por la igualdad de derechos para las clases sociales, cayó en
la limitación de libertades para sus ciudadanos, coartando la expresión, el diálogo y
la ideología (Leão, 2002); con base en esto la autora establece cuál debería ser la
relación entre estas dos posturas, con base en lo mencionado por Calogero, “Aquello
que denominó ‘fórmula esencial’ puede ser sintetizada en sus propias palabras: La
verdadera democracia, la democracia integral no es, entonces, ni solamente una
democracia liberal, ni una democracia socialista; es, ante todo, una democracia liberal
socialista” (Calogero, 1968: 45 en Leão, 2002: 124).
A partir de lo mencionado por Calogero, el liberalismo al tomar las
consideraciones del socialismo, se establece un liberalismo socialista, el cual supone
que la libertad se posiciona como un concepto clave para la construcción de Estado.
Según la autora, este concepto se construye a partir de la justicia distributiva, el cual
presupone que la libertad se debe imponer como un carácter de omnipresencia, es
decir, presente en todas las esferas de la vida social de la sociedad. (Leão, 2002: 133)
Con base en esto, la libertad para la autora no solo se convierte en una
extensión de los deseos individuales, sino que pasa a ser una cuestión colectiva, es
decir, la libertad de por reconocer los deseos de los que te rodean, en palabras de la
autora “ la limitación de la libertad como modo de creación de esferas de libertad para
los demás.” (Leão, 2002: 126) Esto conlleva a otro cuestionamiento, el reconocimiento
de que los demás también son portadores de derechos, y de derechos de libertad,
esto abre paso a una consideración “Precisamente en esto se funda el ideal de la
justicia, el cual motiva a la lucha a la justicia misma.” (Leão, 2002: 126)

Siguiendo con el papel de las libertades y la justicia en el liberalismo socialista,


la autora hace énfasis en la necesidad de romper con lo que ella llama “individualismo
posesivo”, y trascender a un punto en que el egoísmo individual se vea transformado
hacia un sentido altruista. (Leão, 2002: 126). Esto busca, como ya se mencionó, una
lucha en común por la garantía del cumplimiento de los derechos y libertades de los
cuales todos los ciudadanos de una sociedad poseen, por lo cual pasa a verse con
un contenido moral, la autora argumenta que esto se debe a la relación que se crea
alrededor de esta “lucha”, pues los individuos buscan el interés propio en la la lucha
por el otro, generando una responsabilidad moral y civil, acción definido por la autora
como liberalismo ético. (Leão, 2002: 126)
Otro punto de suma importancia para el liberalismo, es el tema de la cultura
económica, la autora menciona en varias ocasiones que el liberalismo socialista ha
presentado diversos debates en su interior sobre esta cuestión, por lo cual menciona
las consideraciones realizadas por el autor Giacomo Becattini (1986) sobre este tema.
El autor explica que muchos de los problemas estructurales que poseía esta
doctrina frente a la cultura de la economía se debían a que en un punto la academia
no poseía consenso frente a la teoría económica que prevalecía, pues muchos
profesores aún seguían enseñando la vertiente neoclásica, y aquellos que no seguían
esta línea, se clasificaban como no conocedores de la misma, por otra parte, un
ejemplo de ello eran los marxistas, quienes se encontraban en el grupo de no
conocedores, a pesar de ser vistos como personas inteligentes, eran considerados
como personas que no entendían de “economía científica” (Becattini, 1986: 108-109
en Leão, 2002: 135).
Este ejemplo muestra la precaria presencia de un análisis de las nuevas
posturas de economía política en la esfera académica, problema en el que se
encontraba el liberalismo socialista, la autora menciona algunas razones para este
hecho “Tal vez pueda atribuirse esta relativa poca importancia del debate económico
a la inmensa influencia del croceanismo en la formación de las élites intelectuales
italianas, donde la dimensión privilegiada siempre fue la de las cuestiones morales y
éticas.” (Leão, 2002: 136)

A partir de esta perspectiva, la autora establece que el análisis en algunos


casos fue estancando por las élites, y como ya se había mencionado, los grandes
cambios vienen de las bases del pueblo, en palabras de la autora “En suma,
comparece aquí, una vez más, la perspectiva analítica y prescriptiva de las ‘minorías
organizadas’ como protagonistas de las grandes transformaciones.” (Leão, 2002:
137). Estas transformaciones vienen dadas por la necesidades de mejores garantías,
adoptadas por las movilizaciones en muchos casos obreras, sin embargo estas
transformaciones sociales se darán en la medida que sean aplicadas por el sistema
político, aunque en muchos casos esto no ha sido posible, la autora establece una
posible respuesta esta cuestión

Con todo, el problema persiste: la ausencia de nitidez en la cuestión de los actores


políticos en el esquema calogeriano en particular, y liberal socialista en general,
implica una dificultad en la percepción con respecto a dónde se localiza la arena
constitutiva de los sujetos fundadores de la nueva democracia que deberá ser regida
por un conjunto de procedimientos legales y controles institucionales, esencialmente
volcados a la promoción de la igualdad social y económica y la autonomía individual,
y, por ello, propuesta como ‘democracia integral’. (Leão, 2002: 137)

Este problema puede plantearse a partir de establecer una conexión de sentido, en la


medida que no se reconoce la naturaleza del problema, y se invisibiliza los factores
que nutren la problemática de la desigualdad social, esto abre paso a que se
establezcan discursos ambiguos frente a las posibles soluciones y estrategias para
combatir estas situaciones; otro impedimento es al no establecer de forma clara los
orígenes de los problemas, se asignan actores sociales que no están en la capacidad
de asumir y proponer medidas efectivas en contra de lo planteado, dejando de lado
un análisis efectivo del impacto económico que trae consigo la prevalencia de estas
problemáticas en las esferas sociales de la sociedad.
Sin embargo, para la autora, estos problemas generados por la ineficacia no
se encuentra del todo situado en la esfera política “Si esto tuviera algún fundamento,
la fuerza motriz del argumento calogeriano se revela en el hecho de que la generación
de desigualdades obedece mucho más a imperativos situados en el plano moral que
a determinaciones derivadas de las necesidades inmanentes de determinado sistema
social y económico.”(Leão, 2002: 137) Con base en esto “el poder de disposición de
las cosas del mundo realizado por los hombres en una determinada circunstancia
histórica, contará siempre con la magnitud del elemento volitivo disponible en ellos.
En esta posición, la política se hace esencialmente moral, por no decir que se
confunde con ella misma.” (Leão, 2002: 137).
Tomando en cuenta lo mencionado a lo largo de este texto, se intuye que el
papel del liberalismo socialista posee grandes retos para anclarse como parte de la
realidad social de las sociedades contemporáneas, pues no solo se ha visto en
confrontación con el liberalismo neoclasista, sino que ha sido invizbilizado por los
problemas en el análisis económico, sin embargo, son ajustes que se van
estableciendo en la medida que se vaya anclando en alguna sociedad; por otra parte,
es un sistema político que se acerca bastante a una democracia efectiva, como lo
menciona la autora, “la integridad de la democracia supone la realización
impostergable de una utopía distributivista. En este sentido, puede decirse que en la
formulación calogeriana una teoría de la justicia se confunde con la teoría de la
democracia misma.” (Leão, 2002: 137).

Referencias:

Leão Rego, Walquiria D (2002). “Democracia integral y libertad justa”. Teoría y


filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano.
Buenos Aires. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Disponible en:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100613125357/7rego.pdf

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