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ADOLESCENTES INFRACTORES
INTRODUCCION
El presente trabajo tiene por objeto identificar y analizar los principales criterios y
estándares desarrollados en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos
que marcan los alcances del derecho a un tratamiento especial en el juzgamiento por
infracciones a la ley penal de los niños y jóvenes respecto de los adultos. El trabajo
identifica las consecuencias concretas que tiene la necesidad de un juzgamiento
especializado de jóvenes en la regulación de instituciones y garantías procesales
establecidas en favor de ellos y luego determina el cómo han sido recogidas y desarrolladas
por la legislación, doctrina y jurisprudencia internacional. El trabajo analiza primero la
forma en que este derecho es reconocido en el sistema internacional de derechos humanos
concluyendo que tiene un amplio reconocimiento. Luego se sostiene que ese derecho exige
diferencias respecto al tratamiento de adultos que pueden ser sistematizadas en tres ejes que
son objeto de revisión en detalle: reforzamiento del debido proceso; aspectos de estructura
procesal; y, necesidad de contar una política amplia de diversificación de respuestas y
desestimación de casos.
Cabe señalar que la necesidad de este tratamiento diferenciado no sólo abarca las normas de
procedimiento establecidas para determinar la responsabilidad de los jóvenes infractores
sino que también a las normas sustantivas que establecen la responsabilidad de ellos y sus
consecuencias.
La idea de que el juzgamiento a jóvenes infractores debe ser especializado ha sido recogida
y consagrada como un derecho fundamental por el derecho internacional de los derechos
humanos.6 En este marco de análisis, el presente trabajo tiene por objeto identificar y
analizar los principales criterios y estándares desarrollados en el ámbito del derecho
internacional de los derechos humanos que marcan los alcances del derecho a un
tratamiento especial en el juzgamiento por infracciones a la ley penal de los niños y jóvenes
respecto de los adultos.7 Este derecho a un tratamiento especial será denominado como
"principio de especialidad". Se intentará identificar, entonces, las consecuencias concretas
que tiene el principio de especialidad en la regulación de instituciones y garantías
procesales establecidas en favor de los jóvenes y luego determinar el cómo ellas han sido
recogidas y desarrolladas por la doctrina, legislación y jurisprudencia internacional. La idea
es que este trabajo permitirá luego, en una futura etapa de este proyecto, identificar la
forma en que dichos estándares especiales han sido recogidos en la legislación y
jurisprudencia comparada para finalmente contrastar dichos desarrollos con lo ocurrido en
la nueva legislación y jurisprudencia nacional a partir de la entrada en vigencia del nuevo
sistema en junio de 2007.8 En definitiva, el esfuerzo de este trabajo será el de precisar y
dotar de sentidos concretos al derecho a un juzgamiento especializado de los jóvenes
infractores de leyes penales en un escenario en donde la falta de claridad de los alcances de
este derecho ha permitido que, no obstante se haya avanzado con reformas en diversos
países de América Latina, muchas de éstas no hayan sido capaces de introducir
transformaciones reales consistentes con los valores de la CDN.
No será parte de este trabajo el análisis del impacto que debiera tener el principio de
especialidad a nivel de las reglas que regulan el "derecho penal sustantivo" ni tampoco en
los aspectos de diseño orgánico del sistema de justicia juvenil por infracciones a la ley
penal.
Una revisión general del derecho internacional de los derechos humanos permite concluir
que el derecho a un juzgamiento especializado de los jóvenes -o como lo he llamado para
efectos de este trabajo el "principio de especialidad"- encuentra una fuerte regulación y
reconocimiento tanto en los instrumentos internacionales especializados en materia de
ste mandato ha sido reforzado por la opinión que sobre la materia ha elaborado el Comité
de Derechos del Niño.12 Este ha señalado recientemente en su Observación General n° 10
de enero/febrero del año 2007 (en adelante OG/10) referida precisamente a "Los Derechos
del Niño en la Justicia de Menores" que "Los niños se diferencian de los adultos tanto en su
desarrollo físico y psicológico como en sus necesidades emocionales y educativas. Estas
diferencias constituyen la base de la menor culpabilidad de los niños que tienen conflictos
con la justicia. Estas y otras diferencias justifican la existencia separada de justicia de
menores y hacen necesario dar un trato diferente a los niños."
Antes de entrar al análisis detallado de las diferencias establecidas en favor de los jóvenes,
me parece de interés destacar un par de cuestiones generales acerca de la regulación de este
derecho en los tratados internacionales de derechos humanos que es necesario tener
presente como marco general. En primer lugar, a diferencia de buena parte de las otras
garantías específicas que integran al debido proceso, el derecho de defensa presenta
diversas caras o dimensiones. Por una parte, claramente tiene el carácter de derecho
fundamental de las personas que son objeto de persecución penal, lo que podría ser
considerado su cara o dimensión más obvia. Pero además de ello, la doctrina procesal ha
entendido que el derecho de defensa cumple la función de ser una garantía o un mecanismo
para hacer efectiva al resto de las garantías.71 Particularmente se ha entendido que la
defensa letrada, uno de los componentes del derecho de defensa, constituye uno de los
mecanismos que de mejor manera aseguran la posibilidad del imputado de velar por el
cumplimiento de otros derechos como la presunción de inocencia, el derecho a un juicio,
etc. En ambas dimensiones se trata de un derecho asociado a la idea de reconocer y
resguardar derechos fundamentales. Adicionalmente, algunos autores sostienen que en sus
orígenes históricos el desarrollo del derecho de defensa, al menos en el mundo europeo,
estuvo más asociado a la creación de un sistema de justicia criminal que pudiera ser
percibido como legítimo y justo por la comunidad más que a mejorar la posición concreta
del imputado o incrementar su autonomía. Es decir, con una lógica legitimadora del sistema
más allá de su función de garantía individual.72 De esta forma, se puede observar que el
derecho de defensa presenta tensiones que emanan de esta diversidad de dimensiones, por
ejemplo el derecho a defenderse personalmente versus la defensa por abogado que se
impone obligatoriamente en diversos sistemas procesales penales, al menos para algunas
etapas del procedimiento.