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EL PODER DEL PUEBLO

Un día en los Olivos, un grupo de jóvenes, Juan el mayor (alto y de contextura delgada,
ojos color pardo, cabello negro y tez mestiza), Marcos (altura baja y de contextura ancha,
muy ágil, cabello negro, tez morena, ojos marrón oscuro) y Lucas de la misma edad de
Marcos. Se reunían con un grupo del barrio para jugar futbol en la loza.

Después de unos días, llegó un joven de la “ciudad blanca” Arequipa, con ojeras
enormes; le mostró al grupo una cajetilla de cigarros, y les ofreció para que fumaran con
él, muchos de ellos no aceptaron, se incomodaron y se fueron a sus casas; en cambio
Lucas, Juan y Marcos se quedaron para probar y le aceptaron la propuesta. Se quedaron
hasta muy tarde, los padres de los tres jóvenes estaban muy preocupados, así que
fueron a buscar a uno de los chicos con el que jugaban sus hijos futbol y le preguntaron
dónde estaban, el solo les dijo que él se tuvo que salir rápido de la canchita de futbol (no
les dijo el porqué) Los padres fueron a buscar a sus hijos a la cancha deportiva; los
encontraron jugando básquet con el chico arequipeño. El padre de Lucas le dijo a su hijo
que jamás volviera a quedarse hasta tarde porque asustaba a su madre y la preocupaba,
el resto solo se fue a descansar.

Al día siguiente los tres chicos fueron con el arequipeño. Esta vez no fumaron sino se
tomaron unas cuantas cervezas. Más tarde fueron al mercado y el arequipeño le dijo a
Marcos, apuesto a que no puedes llevarte esos celulares sin que el señor se diera
cuenta; Marcos se sintió retado así que lo hizo, bueno lo intentó porque al agarrar el
celular no se dio cuenta de que todos estaban asegurados con un fierro y al agarrar uno
todos se cayeron y los cuatro tuvieron que huir corriendo al barrio, cuando llegaron lo
único que hicieron fue reírse y despedirse, quedaron verse al día siguiente.

Los cuatro chicos todos los días iban de mal en peor, aparte de tomar, fumar y no
obedecer a sus padres se dedicaban a robar con mucho más profesionalismo. Los
vecinos de barrio preocupados convocaron a una reunión para hablar de esta
problemática, muchos fueron y, justo los que no fueron era los padres de los chicos
Lucas, Marcos y Juan. Un vecino decía “hay que denunciarlos”, otros decían “hay que
meterlos a terapia”; todos descartaron el denunciarlos porque aún eran menores de
edad, la única alternativa era meterlos a terapia. Al día siguiente un grupo de los vecinos
fueron hablar con los padres de estos jóvenes, pero ninguno acepto la propuesta, el
padre de Marcos dijo que no le alcanzaría el dinero para pagar las terapias y el vecino
agrego “daremos colectas o haremos polladas con tal motivo de que estos chicos salgan
adelante”, igual no acepto.

Convocaron a otra reunión la cual no fueron los padres de los jóvenes de nuevo (ya no
era novedad, nunca iban a las reuniones convocadas) hablaron de que los padres no
accedían a los propuestas. Un padre de familia levanto la mano y le dieron la palabra, él
dijo “yo tengo un hijo que estudio arte y pintura en un taller en verano, él se les puede
acercar a esos jóvenes porque es casi de la misma edad y les puede enseñar, quizá
sirva como una distracción y los aleje de las malas costumbres”. Todos estuvieron de
acuerdo pero le dijeron al vecino que le consultaron a su hijo si quería asumir esa
responsabilidad.

El día llego, el hijo del vecino se encontró con los demás jóvenes y comenzaron a hablar,
se presentó diciendo “mi nombre es Jaime, vivo acá en barrio quisiera mostrarles” algo
ellos aceptaron Jaime empezó a pintar sobre la pared de su casa, los jóvenes
sorprendidos con su arte dijeron si les podría enseñar a pintar, Jaime les dijo que no
habría problema, que mañana empezarían sus primeras clases de pintura. Todos se
fueron a sus casas nadie se quedó hasta tarde ese día. Jaime fue a contarle lo sucedido
a su padre y él fue a pedir dinero a lo demás vecinos para que comprar las pinturas para
todos los jóvenes.

Al día siguiente en la tarde fue Jaime con los demás jóvenes para que empezaran sus
clases, comenzaron a pintar en las paredes de unos vecinos (claro que aún no eran
expertos pero estaban más distraídos y al menos ya no robaban) “poco a poco
muchachos” decía Jaime. Cada día los chicos dejaban de fumar y tomar.

Los vecinos ya sentían la diferencia. Así que decidieron hacer una fiesta en honor a estos
jóvenes que pudieron superar con facilidad estos malos vicios. Sin alcohol y sin cigarros
fue la fiesta. El arequipeño no lo pudo soportar sin cigarros y bebidas alcohólicas así que
volvió a Arequipa con sus familiares.

Lo que pasó en ese pueblecillo se hizo conocida en todo lima i luego en todo el Perú, los
gobernantes le prestaban ahora más atención a esta problemática para que ya no se
dieran. El alcalde decidió premiar a ese grupo de vecinos, a ese pueblo que hizo su
mayor esfuerzo para que su barrio sea seguro. Con los fondos que les dio el alcalde
construyeron una escuela gratuita de arte para que todos los jóvenes que estén en casa
sin hacer nada hagan algo más divertido y que difunda la cultura.

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