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“Es una difícil tarea la de incorporar los saberes más relevantes en 14 horas de plan común,
pero más difícil todavía es poder comprender la complejidad de la elaboración curricular
sin mirar el cuadro completo, la totalidad de la trayectoria formativa, las implicancias que
tiene para el aprendizaje la mantención de 12 asignaturas por nivel con más de 30 objetivos
por año”.
Los cambios curriculares que fueron anunciados en las últimas semanas por el Ministerio
de Educación no dejaron indiferente a nadie, las comunidades académicas, docentes y el
estudiantado miran con recelo lo que se ha titulado como la eliminación de la asignatura de
historia, geografía y ciencias sociales, artes y educación física del currículum nacional de
3° y 4° año de enseñanza media. El descontento se deja sentir con fuerza en las redes
sociales y se levantan las primeras manifestaciones contra la medida.
Y es que, a modo de titular, la información no puede ser más que preocupante, sin embargo,
para los interesados en cuestiones curriculares es imperante analizar estas modificaciones
con profundidad y mirada crítica, acá propongo algunos antecedentes para iniciar una
reflexión.
Otro antecedente relevante es que la enseñanza media pública en Chile tiene al menos dos
currículums, uno para quienes estudian en establecimientos de modalidad técnico
profesional y otro para los colegios científico-humanistas. Los primeros representan poco
menos que el cuarenta por ciento de la matrícula escolar y alrededor del treinta por ciento
en educación superior. Entonces, ¿qué explica que casi la mitad de los y las estudiantes
reciban una formación diferente que merma las oportunidades de acceder a la educación
superior en igualdad de condiciones?
Durante el año 2016 entraron en vigencia las Bases Curriculares para las especialidades de
la Educación Técnico Profesional. Estas Bases eran acompañadas de un Plan de estudio que
proponía 22 de horas para el currículum de las especialidades. Esto da como resultado 14
horas para la formación general o plan común, mientras que los establecimientos científico-
humanistas tienen en la actualidad 27 horas de formación general. Si se quiere pensar un
currículum común a todos los y las estudiantes, es necesario ajustarse al plan de estudio de
quienes cuentan con menos horas disponibles.
Es decir, se establece la premisa de que, si el currículum es para todos -lo que debería
asegurar el mismo acceso a oportunidades de aprendizaje- este ciclo tendría que ajustarse a
14 horas. De modo contrario, no es posible tener un currículum nacional igual para todos
los y las jóvenes del país. Solo para quienes no tienen ese dato, hoy los planes de estudio de
colegios técnico-profesionales no incluyen filosofía, educación física ni ciencias naturales
lo que va en desmedro de la formación integral de casi el cuarenta por ciento de la
matrícula de educación pública secundaria.
Ahora bien, entendamos que la igualdad horaria en los planes de estudio no da garantía
alguna de equidad en la formación de los y las estudiantes, pero por lo menos incorpora la
mirada de un actor que estaba siendo invisibilizado en las definiciones curriculares
precedentes bajo la injusta premisa de la formación para el trabajo, como si los estudiantes
de establecimientos científico-humanistas no fueran a ingresar al mundo del trabajo, o los
de colegios técnico profesionales no estuvieran ingresando a la educación superior. Eso
sería tener una mirada bastante desactualizada de las trayectorias educativas de los jóvenes
en Chile.
Otro elemento a considerar y que también ha sido parte de los titulares, es la incorporación
de una nueva asignatura de Educación Ciudadana. Es relevante conocer el origen de esta
iniciativa, porque eso nos remite a los procesos de elaboración de currículum en el país. En
Chile, es el Ministerio de Educación quien propone definiciones curriculares al Consejo
Nacional de Educación (CNED) órgano autónomo del Sistema de Aseguramiento de la
Calidad. Es entonces en este circuito donde se define tanto la existencia como el contenido
de las asignaturas escolares, cuestión que está definida en la Ley General de Educación
20.370 que recordemos derogó a la antigua LOCE.
No pretendo acá evaluar los argumentos de uno u otro grupo para justificar la existencia de
una asignatura de Educación Ciudadana, parece ser que existe un amplio consenso sobre su
pertinencia. Su contenido y propósitos formativos son claramente el mayor espacio de
disputa que ha existido en los últimos años en el currículum nacional. Esto da por sentado
que no existe acuerdo en la sociedad chilena sobre el tipo de ciudadano que quiere
formarse, de cualquier forma, resulta atractivo que temas de total significancia como la
libertad y el rol del estado, la participación de las empresas en la política, la relación entre
ciudadano y consumo, la legitimidad de los movimientos sociales, entre otras interesantes
discusiones hayan sido puestas sobre la mesa.
Lamentablemente han sido pocos los que han participado de esta construcción, un grupo
diverso pero acotado, donde profesores y estudiantes no han estado representados. Con
todo, lo que sabemos de esta asignatura son solo titulares no menos atractivos, justicia
social, derechos humanos, ética política, acceso a la justicia y espacio público, todo parece
indicar que la nueva asignatura de Educación Ciudadana viene a cubrir un necesario
espacio en el currículum escolar, esta vez para todos los y las estudiantes independiente de
su trayectoria y modalidad educativa.
Es una difícil tarea la de incorporar los saberes más relevantes en 14 horas de plan común,
pero más difícil todavía es poder comprender la complejidad de la elaboración curricular
sin mirar el cuadro completo, la totalidad de la trayectoria formativa, las implicancias que
tiene para el aprendizaje la mantención de 12 asignaturas por nivel con más de 30 objetivos
por año. Defender ese modelo, sería defender un modelo cuya eficacia en términos de
formación integral y ciudadana está absolutamente en jaque hace muchos años.