Está en la página 1de 23

Semana 01 clase 01

Contrato

Definición:

Un contrato es un acuerdo de voluntades que crea o transmite derechos y


obligaciones a las partes que lo suscriben. El contrato es un tipo de acto jurídico
en el que intervienen dos o más personas y está destinado a crear derechos y
generar obligaciones. Se rige por el principio de autonomía de la voluntad, según
el cual, puede contratarse sobre cualquier materia no prohibida. Los contratos se
perfeccionan por el consentimiento y las obligaciones que nacen del contrato
tienen fuerza de ley entre las partes contratantes.

¿Quién puede firmar el contrato?

Es elemento esencial para la validez del contrato que las partes tengan capacidad
legal para contratar y que cumplan con la actitud jurídica para ejercer derechos y
contraer obligaciones. Pueden ser partes del contrato:

1. Los mayores de edad (18 años).


2. Los menores de 18 años legalmente emancipados.
3. Mayores de 16 y menores de 18 si tienen autorización de los padres o de
quien los tenga a su cargo (si viven de forma independiente, con el
consentimiento expreso o tácito de sus padres o tutores).

No pueden firmar un contrato los menores no emancipados ni los incapacitados

Elementos Esenciales

Son aquellos sin los cuales el contrato no tiene valor, o degenera en otro
diferente. Estos son: la capacidad, el consentimiento, el objeto y la causa. En
algunos ordenamientos jurídicos y para algunos contratos puede exigirse como
validez también la forma.

-Capacidad: se subdivide en capacidad de goce (la aptitud jurídica para ser titular
de derechos subjetivos) y capacidad de ejercicio (aptitud jurídica para ejercer
derechos y contraer obligaciones sin representación de terceros).

-Consentimiento: el consentimiento se manifiesta por la concurrencia de la oferta


y de la aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato. Será
nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo.

-Objeto: pueden ser objeto de contratos todas las cosas que no están fuera del
comercio humano, aun las futuras. Pueden ser igualmente objeto de contrato
todos los servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres.

-Causa: en los contratos onerosos (como la compraventa), se entiende por causa,


para cada parte contratante, la entrega o promesa de una cosa o servicio por la
otra parte; en los de pura beneficencia (Ej. el de donación), la mera liberalidad del
bienhechor.

-Forma: en algunos contratos es posible que se exija una forma específica de


celebración. Por ejemplo, puede ser necesaria la forma escrita, la firma ante
notario o ante testigos, etc.

Elementos Naturales

Son aquellos que se entienden incorporados en el contrato, pero que las partes
pueden libremente eliminar del mismo, sin que éste deje de ser válido.

Elementos Accidentales

Son aquellos que las partes establecen por cláusulas especiales, que no sean
contrarias a la ley, la moral, las buenas costumbres o el orden público. Por
ejemplo: el plazo, la condición, el modo, la solidaridad, la indivisibilidad, la
representación, etc.
En conformidad con la libertad de la voluntad, los contratantes pueden establecer
los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por convenientes, siempre que no
sean contrarios a la ley, la moral, las buenas costumbres o el orden público.
Los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan, y no
alcanzan a los terceros. Sin embargo, los herederos también resultan obligados
por los contratos del causante, porque son continuadores jurídicos de éste, y los
cesionarios también, por la misma razón.
primera semana clase 02

PRESUPUESTOS DE VALIDEZ Y ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO

Atañen a la estructura del negocio jurídico, lo que la dogmática moderna ha


calificado como presupuestos de validez y elementos del negocio jurídico. Los
sujetos de una relación negocial gozan de libertad para integrar su contenido de la
manera mas conveniente a sus intereses, pero el derecho objetivo acepta esa
regulación privada si el negocio va acompañado de ciertas circunstancias o
requisitos extrínsecos necesarios para que tenga eficacia jurídica. Son los
presupuestos de validez sin los cuales el ordenamiento legal no otorga sanción
jurídica al acto de autonomía privada, ni reconoce siquiera que el negocio jurídico
adquiera existencia.

Según la opinión de Emilio Betti, destacado romanista italiano que trata en


profundidad el tema en cuestión, los presupuestos de validez pueden agruparse
en tres categorías: según que se refieran al sujeto del negocio en lo que respecta
a su "capacidad de obrar" (presupuesto subjetivo) conforme se relacionen a un
vínculo particular entre el sujeto y objeto de la relación que se califica de
"legitimación de las partes" (presupuesto subjetivo-objetivo) y, por fin, según
conciernan a "idoneidad del objeto" del negocio (presupuesto objetivo).

El primer presupuesto —capacidad del sujeto- a la capacidad de obrar, esto es, a


la aptitud legal o jurídica que deben tener los sujetos de una relación negocial para
ejercer por si mismos sus derechos. Así, las personas incapacitadas de obrar,
como el infante o el demente, no pueden celebrar un negocio jurídico válido.
El segundo presupuesto —legitimación de las partes— entraña la
específica competencia de los sujetos para realizar el negocio de que se trate,
competencia que descansa en la relación en que las partes se encuentren
respecto de los intereses que van a constituir el objeto del negocio. Comprende
dentro de sí dos aspectos. Uno, el poder de proceder a la regulación de esos
intereses concretos, lo que supone normalmente la exigencia de que esos
intereses sean propios. Así, para realizar un determinado negocio de disposición
sobre una cosa determinada se exige, no sólo que se posea la genérica capacidad
de disposición, sino también un específico poder para disponer de esa cosa
concreta, el cual faltará cuando la cosa no pertenezca en propiedad a la parte que
realiza el negocio. Este específico poder de disposición, es precisamente la
legitimación, que significa, por tanto, un título más en la capacidad de obrar que
los sujetos deben poseer. El segundo aspecto se refiere a la idoneidad de las
partes que celebran un determinado negocio para convertirse en sujetos activos o
pasivos de la relación, lo cual viene a entrañar un grado más en la capacidad de
derecho de las mencionadas partes. Así, el impedimento legal que prohíbe al tutor
adquirir los bienes de su pupilo o al gobernador de provincia los fundos situados
en terrenos de su jurisdicción, son supuestos de falta de idoneidad de las partes.
que les imposibilita realizar el negocio jurídico de compraventa.

El tercer presupuesto de validez del negocio (idoneidad del Objeto) supone que
los bienes o cosas sobre los que versa el negocio o que constituyen la materia de
el, sean susceptibles dc experimentar la regulación que de ellos hagan las partes
Así. en los negocios patrimoniales, serán objetos idóneos las denomidas res in
commercio, es decir, las cosas que entran en el tráfico dice de los particulares,
quedando excluidas, por ende las res extra commercium.

Semana 02 clase 01

PERFECCIÓN DE CONTRATOS

El Código Civil en su artículo N° 1352 nos dice que: “El contrato queda
perfeccionado con el consentimiento, es decir, en el momento en que las
manifestaciones de voluntad de las partes coinciden, excepto en aquellos en que,
además del consentimiento, debe observarse la forma bajo sanción de nulidad”.

El consentimiento es la coincidencia de las declaraciones de voluntad de las


partes. El consentimiento, que es el elemento esencial del contrato, es, muchas
veces, el resultado de una serie de actos que constituyen los preliminares del
contrato: tratos, negociaciones o conversaciones preliminares.

Este periodo preparatorio suele iniciarse por una oferta que formula una de
las partes contratantes y una aceptación simultanea que lleva a cabo la otra parte
contratante. La oferta es una voluntad declarada manifestada por una parte
contratante; no tiene una duración concreta de tiempo, salvo que se acuerde lo
contrario.

La aceptación es la voluntad que manifiesta la persona a la que va dirigida la


oferta, dando su anuencia a la misma. Aquí también rige el principio de autonomía
de la voluntad, pero más limitado que en la oferta, porque cuando la aceptación
coincide con la oferta se perfecciona el contrato. La aceptación también puede
revocarse, siempre y cuando no haya sido conocida por el oferente.

La propuesta del contrato deberá reunir los siguientes requisitos:

- Ha de ser inequívoca
- Ha de ser completa
- Ha de estar vigente en el momento de producirse la aceptación, esto
quiere decir que debe haber la intención de obligarse. El oferente-
contratante ha de ser preciso en cuanto a la oferta, que contendrá todos
los elementos esenciales para que la contratación se lleve a efecto; y por
último.
- Ha de ser dirigida a la persona con la que se quiere contratar.

El momento y lugar donde se perfecciona el contrato determinan el lugar


donde se ha cumplir la obligación y la legislación a la que va a quedar sometido ese
contrato.
Al respecto, conviene matizar que los contratos que se perfeccionan por el
concurso de la oferta y aceptación son los llamados contratos consensuales, junto
a los cuales existen otro tipo de contratos que no se perfeccionan por el simple
consentimiento, son los llamados contratos reales y contratos formales.

El perfeccionamiento implica el nacimiento y existencia del contrato, a partir


del cual se van a generar derechos y obligaciones para las partes que lo suscribe

1. EL CONSENTIMIENTO

Es la voluntad expresada de las partes para celebrarlo, sabiendo de


antemano que este puede ser expreso o tácito. El acuerdo de voluntades es el
núcleo esencial del contrato. Para que exista un consentimiento contractual válido
deben darse ciertos presupuestos:

a) Tienen que concurrir, al menos, dos sujetos que actúen como partes
contratantes.

b) Ambas partes deben tener la capacidad de obrar legalmente exigida para


contratar; como regla general, carecen de esa capacidad los menores de
edad y los incapacitados, que deberán actuar a través de sus representantes
legales.

c) Ambas partes deben prestar su consentimiento de forma libre y consciente.


Esta exigencia no se da cuando alguna de las partes ha sufrido uno de los
llamados “vicios del consentimiento”, que son, concretamente, el error, el
dolo (engaño), la violencia y la intimidación. Cada uno de ellos está sometido
a ciertos requisitos, y ha de ser probado por quien lo alega; en la práctica, el
más problemático de ellos es el error, porque no siempre estará justificado
que se permita a la parte que incurrió en error que impugne el contrato en
perjuicio de la otra parte.

Para que el contrato exista es necesario que haya acuerdo de voluntades de


las partes que lo celebran.
Este acuerdo de voluntades se denomina consentimiento. Dado que sin él,
no hay contrato, debemos considerarlo como un elemento constitutivo del mismo. E
indudablemente es el más característico de esta especie de los actos jurídicos, que
estamos analizando: el contrato.

El importantísimo rol que el consentimiento desempeña se traduce en que es


la base del contrato, ya que sin él no puede existir ningún tipo de contrato. En ese
sentido todos los contratos son consensuales. En nuestra clasificación se
denominan consensuales a aquellos contratos que para su formación sólo requieren
el consentimiento.

Puede ser que la ley o incluso las partes exijan que además concurran otros
requisitos para considerar perfeccionado el contrato, tales como la entrega de la
cosa o el cumplimiento de formalidades especiales, como sucede en los contratos
reales o solemnes; pero ellos juegan siempre como un plus del consentimiento. Y
en tanto ese plus, como decimos puede o no requerirse, en cambio consentimiento
siempre debe haber. Inclusive ciertas promesas de contratos reales obligan; crea
ciertas consecuencias jurídicas.

El primordial papel que representa el consentimiento se vincula al principio


de la autonomía de la voluntad con sus manifestaciones de la libertad de contratar
y de la libertad contractual. A ello se llegó tras una larga evolución histórica.

Ese rol indudablemente favorece el intercambio de los bienes y servicios con


sus lógicas consecuencias en el desarrollo económico, social y político de un
Estado.

Este acuerdo o asentimiento de voluntades, supone una declaración de


voluntad que debe expresarse de modo que pueda tenerse conocimiento de la
misma. En tal sentido se distinguen 2 categorías de voluntades:

A) Voluntad real o interna: lo realmente deseado y querido por el o los sujetos


de derecho

B) Voluntad declarada: es la expresada y comunicada a la otra parte y es el


medio para comunicar la voluntad interna. Esta a su vez, puede ser:
B.1) Expresa o directa: mediante medios escritos, orales, mímicos o
técnicos.

B.2) Tácitas: se deducen de una determinada conducta o


comportamiento de un sujeto de derecho.

La autonomía de la voluntad en las partes que es la facultad que permite a


las partes determinar libremente el contenido de los contratos, siempre que no sea
contrario a las normas de carácter imperativo, o vaya contra el orden público y las
buenas costumbres.

El principio de la autonomía de la voluntad tiene doble contenido:

- Libertad de contratar o libertad de conclusión. Consiste en la facultad de


decidir cómo, cuándo, y con quien se contrata, sabiendo que con ello se
va a crear derechos y obligaciones.

- Libertad contractual o libertad de configuración interna. Consiste en la


facultad de determinar el contenido del contrato,

El contrato se perfecciona y obliga a los contratantes a partir del momento en


que se produce el consentimiento o encuentro de ambas voluntades a través de la
oferta y la aceptación, que constituyen el final del proceso negociador.

2. COMPONENTES DE LA PERFECCIÓN
Al acuerdo de voluntades que conforma el consentimiento se llega a través
de un proceso en donde intervienen ambas voluntades. De ellas una es la
que propone la realización del contrato, y la otra es la que asiente sobre el
mismo.
La primera de esas voluntades se denomina oferta, y la segunda aceptación.
Para que haya contrato, esa oferta debe tener por objeto una relación de
derecho.
El contrato implica la integración de dos voluntades inicialmente distintas,
opuestas, pero que llegan a una coincidencia, pues al combinarse cada una
de ellas encuentra su satisfacción.
Es indispensable que esas voluntades se comuniquen, por ello ambas son
declaraciones recepticias. El intercambio de ambas llevará al acuerdo, a la
armonización, integrándolas.
Esa oferta y aceptación, para que tengan valor jurídico deben exteriorizarse.
Dado que de ese modo probarán su convergencia.

2.1 LA OFERTA

Es aquella declaración unilateral de voluntad que se dirige a otro para la


celebración de un contrato y que contiene sus elementos esenciales. Se
constituye como el momento inicial de la relación contractual y es la propuesta
que hace una parte a la otra para la celebración de un contrato.

La oferta por tanto, ha de revelar el propósito de vincularse contractualmente


del oferente, ha de ser completa, conteniendo todos los elementos necesarios
en relación con el contrato que se pretende celebrar, y puede ir dirigida a una
persona determinada, o puede ser una oferta pública, como las que aparecen
en Internet. En este caso, la oferta durará el tiempo que el oferente la mantenga
en la "web", y su vigencia caducará con la retirada de la misma al público en
general mediante su salida de la página de Internet donde aparece publicada.

La extinción de la oferta se produce en los siguientes casos:

- Cuando es rechazada o alterada por el destinatario no es conforme o


correlativa a la oferta no habrá aceptación sino contraoferta.
- Por cumplimiento del plazo en el supuesto que se haya señalado.
- Por la muerte o la incapacidad del oferente que sobreviene en un momento
previo a su aceptación, e incluso después de haber sido aceptado si el hecho
de la aceptación no ha podido ser conocido por el oferente.
- Por su retirada o revocación en cualquier momento previo a la perfección del
contrato.

Un problema interesante del Derecho es el de determinar si la oferta que se


emite adquiere o no carácter obligatorio y autónomo.
Por obligatoriedad de la oferta se entiende que, desde que ella es conocida
por el destinatario, el oferente debe mantenerla durante cierto tiempo. Esta
cuestión se vincula con la retractación de la oferta.

La autonomía de la oferta significa que al emitirse, ella se hace


independiente; por lo que no interesa la posterior muerte o incapacidad legal del
oferente. Esta cuestión se vincula con la caducidad de la oferta.

2.1.1 REQUISITOS:

i. Debe ser completa. Debe tener todos los elementos del contrato
propuesto, de tal manera que, mediante la simple aceptación del
destinatario se forme el contrato.

ii. Debe contener la intención de contratar (Animus). Permite que las


ofertas sean consideradas como validas

iii. Debe ser reconocida por el destinatario. La declaración que no cumpla


este requisito será una policitación si efecto vinculante. No será oferta
la declaración que llegue a conocimiento de una persona distinta del
destinatario, a no ser que se trate de su representante.

iv. Debe contener la determinación del oferente. Es necesario que el


destinatario sepa con quien está contratando.

v. Cuando se trata de contratos solemnes, la oferta deberá observar la


formalidad exigida para tales contratos.

vi. La oferta se perfecciona en el momento que es conocida por el


destinatario.

2.1.2 CLASES DE OFERTAS:


1. Ofertas Alternativas: Se presenta cuando el oferente formula varias
ofertas al mismo destinatario, pero con la indicación de que tienen esa
naturaleza, lo que determina que el destinatario tenga que elegir solo una
de las ofertas cuya aceptación da lugar a que queden rechazadas las
demás.

2. Ofertas Cruzadas: Son las ofertas formuladas en forma simultanea por


dos o más partes proponiendo entre ellas, la celebración de un mismo
contrato.

3. La invitación a ofrecer: Es la manifestación hecha ya sea a personas


determinadas o al público en general, informándoles el deseo de invitante
de celebrar un contrato, cuyos lineamientos generales se describen e
invitándoles a que formulen ofertas destinadas a la conclusión de dicho
contrato.

4. La oferta al público: Es la que se dirige a una generalidad de terceros. Se


hace la oferta sin saber a quién. El oferente solo se obliga de acuerdo con
los términos de su propuesta, el plazo de vigencia y el stock con el que
cuente.

2.1.3 LA CONTRAOFERTA

Se presenta en dos situaciones:

o La declaración tardía del destinatario de la oferta.


o La declaración oportuna del destinatario de la oferta, pero
modificándola.

La contraoferta produce el efecto de invertir los papeles, convirtiéndose el


primitivo destinatario en oferente y el primitivo oferente, en destinatario; de
tal manera que el contrato se formará en virtud de un nuevo negocio de
voluntad.
El oferente puede considerar eficaz la aceptación tardía o la que se hace
con modificaciones, con tal que de inmediato aviso en ese sentido al
aceptante.

Otro caso de contraoferta es la aceptación parcial de la oferta, pero para


ello se requiere que la oferta sea divisible.

2.2 LA ACEPTACIÓN

Es la declaración de voluntad por la que el receptor de la oferta manifiesta su


conformidad a ella y consiente en celebrar el contrato. La aceptación transforma
la oferta en el contrato querido.

La aceptación supone la declaración de voluntad del destinatario de la oferta


manifestando su conformidad con la misma. Es una declaración de voluntad de
carácter recepticio, pues va dirigida al oferente. En este sentido, PUIG PEÑA
distingue con claridad las declaraciones de voluntad recepticias, que son
aquellas que se emiten para que lleguen a otro, de las no recepticias, respecto
de las que no es necesario que estén dirigidas a persona determinada.
Considera como recepticias (ofertas de contrato, aceptación, otorgamiento de
poder, notificación de despido), y no recepticias (testamento, fundación,
promesa pública de recompensa, ocupación de un cosa sin dueño).

La aceptación integrante del consentimiento contractual ha de coincidir con la


oferta en todos sus términos, ya que si no entraríamos en el campo de la
contraoferta; ha de ser pura, no sometida a condición o término; ha de ir dirigida
al oferente, y ha de realizarse dentro del plazo de vigencia de la oferta para no
ser intempestiva.

Esta es el poder de aceptar la oferta concedida al destinatario constituye un


derecho potestativo, cuyo ejercicio se realiza mediante un negocio jurídico
unilateral.

La aceptación electrónica puede ser clasificada como expresa o tácita, como


pura y simple y aceptación condicional.
La aceptación pura y simple es aquella en que se demuestra total
concordancia con la oferta realizada. En cambio, la aceptación condicional se
emite con reservas que modifican los términos de la oferta, lo cual sería
considerado como una nueva oferta.

Dando lugar a la distinción entre aceptación expresa y tacita, cuya diferencia


es que la primera está representada por palabras y segunda por hechos o actos:

i. Aceptaciones llevadas a cabo mediante declaraciones escritas u


orales. Son aquellas en las que el destinatario de la oferta muestra su
conformidad con la misma. Dentro de ellas se incluirán las realizadas
mediante carta, telégrafo, télex, fax, EDI, E-mail, etc.

ii. Por declaraciones orales habrá de entenderse aquellas que empleen


la palabra oral, ya cuando las partes negocian cara a cara, ya cuando
utilizan medios de comunicación que la transmiten (teléfono, radio,
videoconferencia, etc.)

iii. Aceptaciones que se realizan mediante actos que pueden ser ya sea
las aceptaciones por medio de actos que se caracterizan como
comportamientos o conductas, así como aquellos otros que se
caracterizan como actos de ejecución (envío de las mercancías y pago
del precio, fundamentalmente) deben comunicarse al oferente. Existen
dos requisitos para considerar como aceptación a la ejecución:
 La ejecución
 Soportar la carga de comunicar al oferente.

iv. Aceptaciones tardías, causadas por alguna irregularidad durante su


proceso de transmisión, que se consideran, sin embargo, efectivas en
el momento de su llegada al oferente.

Una vez aceptada la oferta se perfecciona el contrato, en consecuencia


la declaración emitida adquiere el carácter de obligatoria. El querer dejarla
sin efecto implicará responsabilidad por incumplimiento de contrato,
debiendo pagarse daños y perjuicios.

El aceptante de la oferta puede retractar su aceptación antes que ella


haya llegado al conocimiento del proponente. Si la retractare después de
haber llegado al conocimiento de la otra parte, debe satisfacer a ésta las
pérdidas e intereses que la retractación le causare, si el contrato no pudiese
cumplirse de otra manera, estando ya aceptada la oferta.

El ejemplo clásico es el de que se envía por carta la aceptación y luego


por telegrama la retractación. Esta debe ser conocida antes o
simultáneamente con la aceptación. Si llegara posteriormente a ésta el
contrato ya está perfeccionado, es decir que la retractación será inoperante

2.2.1 REQUISITOS:

 Que sea congruente con la oferta. En caso contrario habrá una


contraoferta.

 Que sea oportuna. La aceptación debe realizarse mientras la oferta se


encuentre vigente.

 Que sea dirigida al oferente. La aceptación no puede ser dirigida a otra


persona que no se aquella que ha formulado la propuesta.

 Que contenga la intención de contratar (animus).

 Que guarde la forma requerida.

Una vez aceptada la oferta se perfecciona el contrato, en


consecuencia la declaración emitida adquiere el carácter de obligatoria. El
querer dejarla sin efecto implicará responsabilidad por incumplimiento de
contrato, debiendo pagarse daños y perjuicios.
Puede ocurrir que transcurra un espacio de tiempo entre el momento
en que se declara que se acepta y el conocimiento de ella por el oferente, en
este caso se admite que puede retractarse la aceptación aún no conocida por
el proponente: "El aceptante de la oferta puede retractar su aceptación antes
que ella haya llegado al conocimiento del proponente. Si la retractare
después de haber llegado al conocimiento de la otra parte, debe satisfacer a
ésta las pérdidas e intereses que la retractación le causare, si el contrato no
pudiese cumplirse de otra manera, estando ya aceptada la oferta."

Es decir que admite la teoría de la información apartándose del criterio


general de la emisión. El ejemplo clásico es el de que se envía por carta la
aceptación y luego por telegrama la retractación. Esta debe ser conocida
antes o simultáneamente con la aceptación. Si llegara posteriormente a ésta
el contrato ya está perfeccionado, es decir que la retractación será
inoperante. Los daños y perjuicios provendrán del incumplimiento del
contrato y no de la sola declaración de retractar.

3 MOMENTO DE FORMACIÓN DEL CONTRATO

La forma de contratación en presentes y ausentes ha dado lugar varias


teorías: unas, utilizan como determinante el criterio de la distancia física entre los
contratantes; otras el de la distancia física y el medio utilizado para exteriorizar la
voluntad; y por último, con lo que concuerdo y es la que se basan en la distancia
jurídica, es decir el tiempo que tarda la declaración desde que se emite hasta que
se recibe.

Así se habla de contratos entre presentes de formación instantánea o


sucesiva y los contratos entre personas ausentes de formación instantánea, o
sucesiva, a estos últimos la doctrina Española, la generalidad de los autores habla
de contratos entre ausentes o de contratos por correspondencia, pero el término
entre ausentes si bien la palabra ausente se dice del que está separado de alguna
persona o lugar, es lo cierto que en el lenguaje jurídico dicho término tiene un
sentido perfectamente claro y definido, expresivo de la situación de ausencia legal,
que es preferible no utilizar para designar otros supuestos que nada tiene que ver
con dicha acepción exclusivamente técnica.

Para ello pueden distinguirse dos pautas objetivas y una subjetiva, para
calificar a un contrato como realizado entre partes presentes en cuanto al momento
de su nacimiento:

a. La oralidad que se limita a valorar al teléfono y a la radio como únicos


instrumentos que permiten una contratación entre presentes; a través de
ellos, se alcanza un conocimiento instantáneo de la conclusión del contrato,
coincidente para ambas partes, gracias a la oralidad y comunicación
inmediata que permiten ; en cambio, los concluidos mediante télex, fax o
correo electrónico –por carecer de dicha oralidad- son considerados
contratos entre partes no presentes, siendo su régimen jurídico semejante a
los realizados por correspondencia postal.

b. Según el criterio del proceso de comunicación ininterrumpido son contratos


entre presentes, según esta regla, son aquellos supuestos en los que las
partes para realizar el intercambio oferta-aceptación, emplean un
instrumento de transmisión que les permite una comunicación ininterrumpida,
por lo que la posible retirada de la oferta, su revocación o la retirada de la
aceptación, no resultan factibles por otro medio, sin que haya alcanzado su
destino, previamente, la citada oferta o aceptación. Esta es la tesis mantenida
entre otros autores por Diez-Picazo y Gullon; y, así, consideran a los
concluidos por teléfono, radio, fax o télex como contratos equiparados a los
realizados entre partes presentes en cuanto al momento de su nacimiento.
Sin embargo, Diez –Picazo añade que, en los casos en que venga celebrado
por télex, solo se considerara como contratos entre presentes si ambas
partes se encuentra simultáneamente en cada uno de los extremos de la
comunicación. Esta última matización puede hacerse extensible a los medios
como el fax, teléfono, el correo electrónico (siempre y cuando su calidad
permita una comunicación instantánea); por lo que personalmente las partes,
o sus representantes, deberán encontrarse presentes, al mismo tiempo, en
cada uno de los extremos de la transmisión.

c. Un último criterio de carácter subjetivo, según el cual, solo existirá


contrato celebrado entre presentes, cuando las partes lo estén físicamente.
Bajo esta perspectiva, resultan equiparados todos los medios de
comunicación a contratos a distancia; a efectos de proteger a este específico
colectivo de contratantes que son los consumidores.

En cambio cuando las partes no están presentes por hallarse en lugares


distintos, las declaraciones de una y otra no pueden hacerse en la forma simultánea,
al existir una persona ante una oferta declarada analizará la misma en un
determinado tiempo por la situada en distinto lugar, y, por tanto, si declara su
conformidad con tal oferta, mediante la correspondiente aceptación, esta tardará
también un tiempo, más o menos largo, en llegar a la primera, esto es, al oferente,
estamos frente a la contratación entre distantes, y en el cual encontraremos una
dificultad, a saber, la distribución del riesgo debido al espacio de tiempo que media
entre ambas declaraciones de voluntad.

3.1 CONTRATO ENTRE PRESENTES

Se trata de contratos entre personas que se encuentran en


comunicación inmediata. Se entiende por comunicación inmediata cuando la
declaración de una parte es percibida por la otra en un lapso mínimo de
tiempo.

Cuando la comunicación es inmediata, el momento de celebración del


contrato es aquel en el cual el aceptante declara su aceptación.

3.2 CONTRATO ENTRE AUSENTES

Se trata de contratos entre personas que no están en comunicación


inmediata, por lo que es importante determinar el momento y lugar del
perfeccionamiento del contrato.
El artículo 1373° establece que el contrato queda perfeccionado en el
momento y lugar en que la aceptación es conocida por el oferente, acogiendo
la Teoría de la cognición.

Sin embargo, el artículo 1374° establece que la aceptación se


considera conocida en el momento en que llega a la dirección del
destinatario, es decir, del oferente, a no ser que este pruebe haberse
encontrado, sin su culpa, en la imposibilidad de conocerla. Con este
dispositivo se aprecie que la Teoría de la Recepción se aplica
subsidiariamente.

3.2.1 TEORÍAS SOBRE EL MOMENTO DE PERFECCIÓN DEL


CONTRATO ENTRE PARTES NO PRESENTES

1) Teoría de la emisión; desde que tiene lugar la aceptación, para la


cual la perfección del contrato se produce desde que el aceptante
emite o manifiesta su aceptación de conformidad con la oferta. No
obstante, no requiere esta teoría que la aceptación salga de la
esfera del aceptante y sea puesta a disposición del oferente.

2) Teoría de la cognición; el contrato se perfecciona en el momento


en que la aceptación es conocida por el oferente. Se coloca en el
extremo contrario a la mera manifestación, y entiende que para que
el contrato se perfeccione no es suficiente que la aceptación haya
llegado a poder del oferente, sino que es preciso que éste la
conozca. Tiene el inconveniente de que el oferente puede por culpa
suya evitar el conocimiento de la aceptación, negándose a abrir la
carta que la contenga, por ejemplo.

3) Teoría de la expedición; el contrato se perfecciona cuando el


declarante se desprende de su aceptación, según la cual lo
relevante es que la aceptación salga del círculo del aceptante, y
sea dirigida, encaminada a la órbita personal del oferente.

4) Teoría de recepción; la aceptación llega a poder del oferente, para


la cual la perfección del contrato se produce cuando la aceptación
llega al ámbito o círculo del oferente. Por lo tanto, precisa que la
aceptación de la oferta esté a disposición del oferente, dentro de
su ámbito, aunque todavía no la conozca.

Segunda SEMANA CLASE 02

El Principio de la Relatividad del Contrato (eficacia del contrato).

Hasta aquí hemos analizado dos de los principales principios que se recogen en
materia contractual: la conformación de la relación contractual a la luz del principio
de la autonomía de la voluntad, y el efecto de ella en el contrato, que se encuentra
en el principio de obligatoriedad contractual. Sin embargo, cabe aquí preguntarse:
¿Qué sucede con los terceros ajenos al vínculo creado por las partes? Es común
pensar que efectivamente existen situaciones en que los sujetos se obligan a favor
de un tercero, como ocurre en el contrato de seguro donde el beneficiario puede ser
un tercero ajeno a la relación jurídica entre la entidad prestadora del servicio y el
asegurado. Roppo señala, por eso, que “el principio de relatividad no significa que
el tercero sea inmune a cualquier consecuencia fáctica que derive del contrato inter
alias. Es muy posible que un contrato tenga, de hecho, consecuencias también muy
relevantes para terceros ajenos al mismo”. Lo expresado se observa claramente en
ciertas obligaciones de “no hacer”, en las que se aprecia con claridad el principio de
relatividad de los contratos. Por ejemplo, en un contrato de suministro con
exclusividad o en un contrato de distribución con la misma obligación de no hacer o
de no contratar con 4 terceros, es notorio que los efectos de la celebración del
contrato que inicialmente perseguían las partes se han extendido hacia terceros,
quienes están impedidos de celebrar un contrato de distribución similar con una de
las partes.
EL PRINCIPIO DE RELATIVIDAD CONTRACTUAL EN EL CODIGO CIVIL
PERUANO

El artículo 1363º de nuestro Código consagra el llamado Principio de relatividad


contractual, señalando: “ Los Contratos sólo producen efectos entre las partes que
los otorgan y sus herederos, salvo en cuanto a éstos si se trata de derechos y
obligaciones no trasmisibles”.

Esta norma no sólo es aplicable al campo contractual sino también a toda la teoría
del acto jurídico. Este principio consiste en que el contrato solo surte efecto entre
las partes que lo han otorgado. No afectando, por consiguiente, a terceras
personas ajenas a la relación contractual y que no han concurrido con su voluntad
a su otorgamiento. El fundamento de esta relatividad está en la misma esencia del
principio de la autonomía de la voluntad, por que si esta es considerada como una
potestad de los individuos para regular por si mismos sus propios intereses, es
obvio que no pueden reglamentar los intereses de terceras personas. El contrato
tiene fuerza de ley entre las partes, pero la tiene en virtud de que nace de la
voluntad de esas partes. En consecuencia, el principio de la relatividad de los
contratos diferencia claramente la fuerza obligatoria del contrato de la fuerza
obligatoria de la ley. La ley rige para todos pero el contrato rige tan solo entre las
partes que lo celebraron. Diez-Picazo [1] al respecto refiere : “ El Contrato, es un
acto de ejercicio de un poder de autonomía privada, es un acto de ejercicio de un
poder de autonomía privada y la autonomía privada consiste en la posibilidad de
dictar la ley-el precepto- por el cual se ha de regir la propia esfera jurídica . Un
contrato con una eficacia en la esfera jurídica de terceras personas, no sería un
acto de autonomía, sino que constituiría una invasión de la esfera jurídica ajena”.

¿Pero qué quiere decir que el contrato tiene efecto relativo? Quiere decir que sólo
puede reclamar la acreencia quien es el acreedor de la obligación contractual, y
que sólo queda obligado a cumplir con su obligación el que es deudor de la
obligación contractual. Ni la acreencia aprovecha a terceros, ni puede ser
reclamada por terceros, ni tampoco la obligación puede ser exigida a terceros.
Para explicar el principio de la relatividad, se debe distinguir los efectos internos
del contrato de los efectos externos del mismo. Los efectos internos del contrato
son el producir obligaciones. Las obligaciones sólo pueden ser exigidas por el
acreedor contractual al deudor contractual. Nadie puede por un contrato, en
principio, obligar a un tercero. Tampoco nadie puede por un contrato, en principio,
hacer que un tercero sea acreedor de la otra parte. Se aplica la regla: res inter
alios acta aliis prodesse nec nocere potest”. Los efectos externos del contrato es :
la oponibilidad del contrato, aquí la regla aplicable es la opuesta: el contrato tiene
efectos externos contra todos, esto quiere decir, que el contrato tiene efectos
externos contra todos, no queremos expresar que obliga a los terceros. Con ello
se quiere expresar tan solo que los terceros tienen que reconocer el hecho jurídico
de que se ha celebrado un contrato. Por ejemplo: A es propietario de un
departamento, y celebra un contrato de venta por el cual transfiere dicha
propiedad a B, cumpliendo todos los requisitos exigidos por ley para su existencia,
validez y oponibilidad; por lo tanto, toda la sociedad tiene que reconocer que aquel
departamento que antes estaba en el patrimonio de A ha sido traspasado al
patrimonio del comprador B. Este es un efecto externo del contrato. Todos
tenemos que admitir que ha operado la transferencia del derecho de propiedad.
En cambio, no es posible, en principio, que en este contrato diga el comprador que
el precio será pagado por un tercero, cargue la deuda a un tercero. Los efectos
internos del contrato sólo se aplican a las partes contratantes. Esta es, pues, la
diferencia fundamental entre efectos internos del contrato y efectos externos u
oponibilidad.
Pero a quienes se les denomina partes y quienes son terceros:

a) Partes: Son las personas que, a título personal o representadas, concurren a la


formación del contrato, esto es, cuyas voluntades confluyen en la formación de
dicho contrato.
b) Terceros: son terceros todos aquellos que no son parte, es decir, todos aquellos
cuya voluntad no ha participado en la generación del contrato. Aquí hay que
distinguir entre terceros absolutos y los terceros relativos o interesados. Los
terceros absolutos son las personas extrañas a la formación del contrato , que son
enteramente ajenos al contrato. Los Terceros relativos son aquellos que están o
estarán en relaciones jurídicas con las partes, sea por su propia voluntad, o por
mandato de la ley, en este último caso se encuentran los sucesores o
causahabientes de una de las partes (cualquier persona que deriva el todo o parte
de sus derechos de otra que se llama “causante”). Si esta derivación se verifica
por un acto entre vivos se denomina transferencia (ejm: cesionarios) y si se
verifica por causa de muerte, se denomina transmisión, la que puede ser a título
universal (herederos) o a título singular (legatarios).

En nuestro Código Civil conforme se aprecia del texto del citado artículo 1363º del
Código Civil , quienes reciben los efectos del contrato serían sólo los sucesores a
título universal de las partes, más no los sucesores a título singular. Aplicándose a
los herederos la regla general prevista en el artículo 660º del Código Civil de que a
la muerte del causante estos asumen no solo los derechos y bienes de este sino
también sus obligaciones o cargas; pero los herederos tendrán sólo una
responsabilidad limitada o intra vires hereditatis , por la cual responderán por la
deudas y cargas de la herencia sólo hasta donde alcancen los bienes de ésta ,
conforme lo indica el artículo 661º del Código Acotado. Asimismo, conforme lo
señala el propio texto del artículo 1363 del Código Civil con relación a los
herederos , los contratos no producen efectos en ellos si se trata de derechos y
obligaciones no transmisibles ; esto es , si se refieren a derechos y obligaciones
que por su naturaleza no son transmisibles , por ejemplo, en el caso del contrato
de renta vitalicia, en el cual conforme lo señala el artículo 1937º del Código Civil ,
si muere la persona cuya vida se designó para el pago de la renta, se extingue
ésta. De La Puente y Lavalle[2] ha señalado al respecto que : “…la inaplicación de
la regla de que los efectos de los contratos recaen en los herederos de las partes,
se produce no sólo cuando los derechos y obligaciones son, por su naturaleza, no
transmisibles, sino también cuando se pacta en contrario, la ley lo establece o se
trata de condiciones personales del causante” , en este último caso nos
encontramos ante las llamadas obligaciones intuitu personae.

Otra precisión que se debe efectuar respecto al Principio de relatividad


contractual, es que este no es absoluto , también puede presentar ciertas
excepciones, como es el caso del contrato a favor de tercero previsto en el artículo
1457º del Código Civil, por el cual el promitente se obliga frente al estipulante a
cumplir una prestación en beneficio de tercera persona , un ejemplo de este
supuesto es el conocido Contrato de Seguro de vida en que el beneficiario es un
tercero; otra excepción a dicho principio que se presenta es la promesa de la
obligación o del hecho de un tercero previsto en el artículo 1470º del mismo
código, que consiste en aquella estipulación por la cual una parte se obliga frente
a otra a que un tercero se obligará a darle alguna cosa o prestarle algún servicio o
aun no hacer, siendo que en caso de incumplimiento por parte de dicho tercero , el
promitente queda obligado a indemnizar al otro contratante . Así también Torres
Vasquez[3] considera dentro de dichas excepciones “…los casos en los cuales es
un tercero el que asume una obligación derivada de un acto en el cual no es parte
, v.gr., en las compras mediante tarjeta de crédito, el deudor primario del precio no
es el comprador , sino la entidad emisora de la tarjeta de crédito”.

También podría gustarte