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Universidad modelo

Escuela de Humanidades

Licenciatura en Lengua y Literatura Modernas

Literatura Yucateca Moderna

Profesora: Virginia Carrillo

Br: Gilberto Posada Zapata

Trabajo: Comentario de La tierra del faisán y el venado de Antonio Medíz Bolio

La imagen del indio maya que aparece en la obra de Antonio Mediz Bolio es un perfil que
recuerda a la mirada estética del romanticismo, una mirada ajena y extraña a la verdadera
naturaleza indígena. La representación del indígena maya en la obra La tierra del faisán y el venado
instaura una perspectiva del buen salvaje domesticado a los ojos de la élite blanca criolla, es una
exotización interna, pues no parte de la mirada extranjera sino desde la misma sociedad
yucateca y guarda relación con el fenómeno literario de aquella.

En el primer apartado el autor configura por medio del lenguaje literario a un indígena maya
disimulado, distanciado de la cultura blanca criolla regional pero que en dicha distancia queda
algo poderoso e inteligible que termina calificándolo de misterioso. El indio está presente pero
nadie sabe nada de él ni de su palabra pues si te atreves a inquirirle tal vez no recibas respuesta;
ante este panorama cabe preguntarse ¿Cuál es el sentido de escribir sobre él? ¿Qué tipo de
deseo encubre el texto para el propio autor y su clase social a la que pertenece?

La obra de Antonio Mediz Bolio se encuentra en relación con un movimiento artístico regional
llamado el estilo neomaya. Dicho estilo ornamentó ciertos edificios públicos de la capital
yucateca así como varias expresiones estéticas vertidas en el teatro, la novela, la música, entre
otras y recibió un impulso proteico gracias a las fuerzas telúricas que soportaron la revolución
mexicana y su consciencia hacia lo social y lo nativo. En este episodio histórico y social que de
manera explícita enuncia la raíz indígena mexicana como una parte fundamental para la nación,
sus habitantes y la identidad cultural se encuentra enmarcada la obra referida.
Por otro lado el movimiento modernista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX
proporcionó una perspectiva distinta en el ámbito del arte para acercarse a un cosmopolitismo
que siempre incluyó otras culturas y de las cuales se puede observar entre ellas a las indígenas
del continente americano. Esta nueva sensibilidad abrió los poros profundos de los pueblos y
las naciones que supieron reconciliar y retomar aún más las particularidades de las etnias
nativas. Se desarrolló un gusto por la cultura regional y autóctona que armonizaba con las
aspiraciones artísticas del modernismo y su afán cosmopolita, iniciando de esta manera, la
introducción del sujeto exótico dentro de la temática poética. Ambos aspectos nutrieron el
estilo neomaya en la zona yucateca.

Las condiciones sociales e históricas de la revolución mexicana cuyas bases fundamentales eran
los campesinos y por otro lado la exotización de las culturas ajenas y extrañas que pueblan
todo el orbe alimentando la condición cosmopolita que los estetas modernistas encumbraron,
dan por tanto, el ambiente propicio para el desenvolvimiento de la corriente neomaya y la
recuperación de la cultura indígena yucateca bajo la mirada de la clase cultural blanca criolla.

La obra de Antonio Mediz Bolio tiene el afán de rescatar las leyendas y particularidades del
pueblo maya siempre desde un aspecto histórico que lo ubica en los tiempos anterior a la
llegada de los españoles, prefigurando una sociedad nativa idealizada y cuyos valores
civilizatorios aportaba un gusto y una admiración para los no pertenecientes a dicha etnia, en
este caso la élite blanca yucateca. Dada esta condición el imaginario que revela la obra literaria
también es el imaginario que constituye la postura blanca respecto a la cultura maya, individuos
que en su mundo eran perfectos, sabios y valientes, apareciendo de repente una nostalgia por
esa España medieval y pura traducida en versión maya.

Los desenlaces y amoríos de príncipes y princesas así como la descripción física de los
guerreros o las damas recuerdan la tradición medieval del amor cortés y la etapa caballeresca y
feudal pero fijada en Yucatán, encarnada por los mayas antes de la llegada de los europeos. En
este nuevo mundo feudal de reinos blancos, murallas bélicas, soberanos arrebatados por las
pasiones y hermosas jóvenes recibiendo las señales del prometido hacen ver a los mayas bajo el
cristal desfasado en el tiempo y el espacio. Es retratar a los indios como una gloria regional
que quedo desarticulada por el destino infausto y terrible, en semejanza con los visigodos en
España y que tras la invasión árabe es necesario retomar el camino detenido. Los mayas
terminan siendo un retrato invertido de los valores culturales de la clase blanca criolla de
Yucatán. Ese es el deseo que encubre el texto, apropiarse de la representación maya y erigir
una idea pura y virginal de la élite gobernante de la región. El discurso que dispone la obra de
Antonio Mediz Bolio es el vocero y recupera el pasado glorioso de un grupo cultural definido
pero que es derrotado y dislocado de los ámbitos políticos y económicos surgidos por el
conflicto de la revolución mexicana y por los asideros secularizadores de la modernidad del
siglo XX.

Se puede observar que el discurso del perdedor se nutre de los elementos exóticos del sujeto
indígena para remitirse a un tiempo pasado que fue mejor, ideal y que el actual no se asemeja a
aquél. Así como también enuncian una nueva imagen del hombre bajo el ropaje de lo neomaya
pero que al final de cuentas es la manera de sobrevivir simbólicamente para la élite política que
perdió poder político y económico a principios del siglo XX. La nostalgia por lo maya se
vuelve consuelo de la identidad blanca yucateca y no un verdadero pacto social para integrar y
comprender a los indios de la región.

El estilo neomaya fue utilizado por las clases medias profesionalizadas y por intelectuales para
reinterpretar una nación mexicana con fuerte carácter indígena pero termino siendo una
estetización burocrática y política del país en vías de un partido de Estado totalizador. Un mito
nacional aglutinó intereses partidistas, burocráticos y políticos y en ese mito el indígena fue
coronado con el silencio y el sometimiento, una nueva colonización interna se gestó ejecutada
por las clases medias profesionales y los artistas que escasamente conocían o pertenecían a
alguna etnia del país.

Esta colonización interna fue instrumentalizada por las escuelas públicas federales, por los
programas de alfabetización y castellanización nacional, por el canon literario revolucionario y
los intelectuales que ayudaron a la burocracia partidista, etcétera. Todo ello siguió manteniendo
en total incomunicación con las culturas nativas evangelizando de manera patriotera a todos
los pueblos indígenas.

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