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Teoría del Trauma

Efe Be
El trauma sin cuerpo o cómo se habita en un derrumbe constante

Rememoramos aquellas profundidades


impotentes ante el oído
que no puede distinguir
la realidad del trauma

Fabián Burgos

Lo primero que brota al leer el texto de Burgos, es la idea o la imagen nauseabunda de


un cuerpo en descomposición. Un cuerpo que, sin embargo, carece de órganos, de integración,
incluso de sentido. Como si se tratara del cuerpo del psicótico, no amarrado sino por la
emergencia de significantes azarosos.
Si remitimos a la idea freudiana del trauma, debemos preguntar primero dónde ocurre
lo traumático, si es en la realidad del cuerpo del infante o en la cruda materialidad del órgano
sin palabras, que carece de todo, incluso de humanidad. Una teoría del trauma requiere de un
cuerpo simbólico, y no un cuerpo-cadáver depositado en lo real, sino un cuerpo que pueda
significar el dolor como dolor anímico.
Es en el dolor herrumbroso de este poeta, que se le presta un cuerpo metafórico a una
teoría propia del trauma, que busca descomponer lo que ha ido tejiendo con las palabras para
ofrecernos este aspecto de corporalidad llena de interrogantes y, finalmente, de una angustia
que parece no ser sino un sonido que abandonó hace ya mucho rato la campana.
El trauma de Burgos no es la teoría de Burgos, sino el espacio que ocupa su propio yo.
La constitución de un nombre propio que no puede ser habitado ni deshabitado y que no tiene
otra salida en la gruta de lo inconmensurable, salvo rezarse a sí mismo para contemplar su
fantaseado final. Es un yo traumatizado por demasiada conciencia, un ego obsceno que se
muestra golpeado por lo simbólico y que se incendia en metáforas, ocupando en la fogata,
toda su madera.
Su empeño en escribir a pesar de las crisis de pánico o para las crisis de pánico
evidencia una caída de la realidad a lo Real, de la palabra a la materialidad, del sueño a la
enigmática posibilidad de un decir que efectivamente termina atravesando huesos, y en no
pocas ocasiones.
Su trauma es, al mismo tiempo, la imposibilidad implícita en todo decir. La evidente
fisura de la significación, la alalia, la mudez total frente al mortificante estatuto de la
presencia. Y frente a esa presencia, un yo, desmesuradamente desnudo que se queda sin
palabras, pero nos ofrece poesía. Mortificante poesía.
La poesía y el trauma están necesariamente vinculadas, porque la herida de una
significación imposible retorna, el signo indescifrable busca volver a ser significado y persiste
dejando eternamente un residuo, la baba de la palabra dicha, la desconcertante enunciación
del poema.
Burgos demanda que le expliquen, los pensadores, los poetas, los cadáveres, quizás
también y, por qué no, los filósofos, cómo se ha de habitar en el derrumbe constante y qué es
el derrumbe constante sino lo que nos muestra el sueño, la delicada descomposición de
nuestra precaria estructura lingüística.
Y luego, todo es cubierto por el bálsamo de la angustia. La sístole y el diástole de lo que
no puede decirse, por vergüenza, por exceso y por obscenidad. Y nuevamente el cuerpo sin
órganos, es atravesado por preguntas orgánicas “El corazón bombeando las caries hacia los
tajos”. La condición humana, el miedo ante las cavidades y los pozos antropomorfos y, por
tanto, dolorosos.
La palabra y el cuerpo se funden en lo que probablemente es un deseo de elaboración.
“No tenemos vida suficiente para la paciencia de la gota”. Y aquí, la paradoja, pues el hablante
tampoco quiere vivir lo suficiente para adquirir tal paciencia.
¿Dónde está en un lenguaje sin órganos, la humanidad? ¿Dónde el padre? Si finalmente
la resolución del trauma primigenio tiene que ver con elaborar aquello que habita en el
nombre del padre, el poema que alude al padre deja ver con una cruda comicidad, propia del
‘chiste’ freudiano, aquello que más le duele al poeta. “Mi padre nunca toca al perro. Su
dinámica es tirarle un palo hasta que se canse. Lo ama, pero nunca toca al perro”.
Huelga decir que todo poeta tiene algo de perro, busca en el amo su significante y en el
significante busca amor. Somos poetas porque tenemos padre o porque en su lugar ha
quedado un vacío, porque buscamos algún residuo de Dios, porque confiamos en la palabra
hecha carne. La conciencia sobre nuestra propia muerte no nos hace amos del perro, nos hace
esclavos de nuestra condición precaria, finita y sobre todo miserable. Así el perro escarba en
nosotros y nosotros, en otros.
He aquí lo terrible: los poetas “mueren sin decir nada importante”, porque nada
importante es posible decir, y en el decir de un poeta verdadero como Burgos, la conciencia
sabe cómo emular la cosa, como adentrarse en su propia materialidad.

“Cuando pregunten por mí, se deberá decir una mentira leve. Por ejemplo, que se quedó
impregnado en los estropajos” (F.B)

Antonio Letelier
Santiago, Chile, 2019.
A puras crisis de pánico me escribí de memoria poemas entre los ojos, he sido canonizado por los
escombros de esta casa, donde de a poco va desapareciendo todo. Subo las escaleras y me
atrinchero en mis palabras para interrogar la brisa, el soplido que me dibujó de hojas. No existe lo
demasiado dentro, aquello que me emparenta con los trenes subterráneos no es más que herida.
Explíquenme cómo se ha de habitar en el derrumbe constante, denme señales, impriman en las
ventanas un mapa que plantee un camino más significativo que la sed o el frío.
Pequeños emplazamientos respecto a la angustia

Anudo estas pestañas para rearticular aquello que se borra


El perfume deshaciéndose 
Los pulmones que no paran de botar su aire
El corazón bombeando las caries hacia los tajos
Los jadeos perforándolo todo
Y un respiro tan claro

Moriré acá
Siendo la caricatura 
De ese que toma toda la vida
Junto a la abuela
En el único bar del barrio

Todo lo humano me provoca miedo


Y caigo dentro
Microscópico
Habitando la propia sangre
Entonces el corte es un recurso
Desesperado de escape
No lo hago
Pues tiendo a confundir
La palabra con el cuerpo
Y el domingo con la pisada

Soy paciente con estas costras


Que caen dejándome el cráneo
Expuesto a las tormentas

Solo existe agua en Marte


La Tierra está seca
Es evidente ante esta deshidratación
Y las ganas de un salto
Donde las antenas de los rascacielos
Me rajen desde el pescuezo al tobillo
Pasando por toda la médula espinal
Robándome la lengua

No hay lugar
Donde exista espacio para los muertos
Desaparecen
Intentando resistirle a ese derrumbe
Cultivo la memoria
Y acá ni yo mismo caigo

Querer ser un escombro


Apretado entre los fósiles
No tenemos vida suficiente
Para la paciencia de la gota

Enfermar
Sentirse líquido
Y saber
Que lo único donde habitarás
Serán los hongos
Que dejarás creciendo
Sobre las paredes

Hace años que me debo un poema


Con el cual dialogar en los paraderos
Esos que son como masticar arena
Para escupir nuevas rosettas
Mientras apuntas
Las manchas de humedad sobre tu techo
Un petroglifo de civilizaciones desconocidas
Que guarda su secreto
En la sombra de las moscas
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Y ahora que comemos desde las catacumbas


Se me llenan las tripas de alaridos subterráneos
Por debajo de las úlceras
Las calaveras me evocan la extinción del día
Y caigo de la estrella al átomo
Que rompo desde el futuro
Desde la tumba
Allá lejos
Donde nada cita a nada

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Mi padre nunca toca al perro


Su dinámica es tirarle un palo hasta que se canse
Lo ama, pero nunca toca al perro
Mi dinámica es similar
Nunca toco al perro pero voy al patio
Y le tiro el palo un par de veces
Sin embargo 
Cuando abro la ventana de mi pieza
Se vuelve loco
Salta
intenta traspasar los obstáculos
No lo piensa
Finjo tirar un objeto 
Y siempre vuelve con un hueso
El perro sabe mucho
El perro escarba en mí
Porque siempre que finjo tirar algo
Vuelve con un hueso

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Somos el pozo que grita desde la entraña


Sin poder escucharse
¿Podrá llegar el sonido a lo más alto?
¿Podrá transformarse en palabra
Marchita en la pescuezo ciego
Algo simple que permita sabernos?
Pues cuando escribimos
Rememoramos aquellas profundidades
Impotentes ante el oído
Que no puede distinguir
La realidad del trauma

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Si se pudiera pagar con huesos


Me acuartelaría en la misma pobreza de siempre
Y miraría en paz
A aquellos amigos que me enseñaron a odiar el lobby
Y ahora transitan por los cafés y las galerías
Pagándole la cuenta a algún contacto importante
O que simplemente beben cerveza
Con la incomodidad
De quien sabe estar jugando a un protocolo asqueroso
Pero necesario
Saboreando los premios futuros
Felices
Capitalizando el cadáver

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Cuando pienso en la muerte


Se me llenan las sienes de cometas
Soy el barro en que sumerjo los dedos
Y que a puñados aviento contra las paredes
Dibujando constelaciones negras

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Los poetas se mueren


Lo terrible es que los poetas se mueren
Sin decir nada importante
Para las grandes multinacionales
Yo he decidido dormir
He decidido masturbarme
En lugar de andar vomitando palabritas
Al viento inexistente
Los mendigos son otra cuestión
Cuadros
Siluetas de piñén dibujadas sobre las veredas
Animitas de carne
Para amputarse la lengua
Para morir de grito
O de canto
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Los poemas grandes


Para muchos tienen el defecto
De que les sobran palabras
Es decir
Dicen en infinitos mamotretos
Lo mismo que se podría expresar
En unas pocas líneas
Yo no sé
Toda mi adolescencia escribí
Poemas inmensos
Y ahora no puedo
Algún valor deben tener
aquellas gotas de rocío
Reventándote en la frente
Me imagino que algo pasó
Entre la realidad y el signo
Algo que no entiendo
Pero me disuelve lentamente

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Soñé con Spoon River


Un latido me llamaba a releer sobre los murmullos
Es verdad aquello de que el silencio no existe
Pues es ahí cuando nos gritan los muertos
Nada es más silencioso que este cansancio
Y la única tumba es el cerebro
Madre ¿Por qué he de soñar con cementerios?

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Cuando pregunten por mí


Se deberá decir una mentira leve
Por ejemplo
Que se quedó impregnado en los estropajos
Los cuales llenos de cloro desinfectaron la peste
Permitiendo exponer los cuerpos
En los parques o en las galerías
A la espera de un rito
De una señal casi imperceptible
Que los traiga a la memoria
Y se rompa todo
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Un niño coloca su juguete favorito


Sobre la estufa a parafina
Ese juguete es un dinosaurio plástico
Una vez que sus patas están derretidas
Las pega sobre su propia pierna
El niño llora
Unos momentos antes
Oyó hablar acerca de los restos fósiles
Transformándose en petróleo
Se imaginó de tierra
Ese niño es parecido a ti
Escribiéndose direcciones y números telefónicos
Encima de las manos

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Ver moverse a las polillas entre las hojas


Es un acto sublime de paciencia
Arrancar aquel fragmento de la realidad
Y estampártelo en la retina
En busca de calma

Fuera de ese cuadro


Es jueves a las 10:12 de la mañana
Y te paseas de un lado al otro de la casa
Con los pies absolutamente entumecidos
Esa leve consciencia
De caminar sobre los muertos

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Camino por la casa


Y repito como mantra
Un verso que se me ocurrió
Para comenzar un poema
“Esa paciencia extraña de no cortarse el pelo hasta la muerte”
Intento que no se me olvide
Hasta llegar al computador
Paso por el baño
Y me miro al espejo repitiendo
“Esa paciencia extraña de no cortarse el pelo hasta la muerte”
Estoy solo
Y pienso en un metapoema malísimo
Que me coloca como objeto de mi propia reflexión
Escribir respecto a lo que hago
Cuando intento no olvidar un verso
Que sin querer descubro
Alude a mi única forma de resistencia
Ante la herida

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No es difícil creer en la reencarnación


Frente a este cansancio
Que no te cabe en la edad
Y se activa
Con la más débil de las lluvias
No pertenezco a la revolución de nadie, tengo demasiado con esta lluvia tibia, la fugacidad de las
células que de puro estar mutan cáncer. Y es que todo está dicho desde el comienzo, me
impresiona lo mucho que se ha expandido la ilusión de la voluntad, la mitología del saberse como
si nunca nadie hubiese sentido romperse el hueso antes del paso, la única certeza. Depositarán su
aliento en la tierra y se les ensartarán en los ojos tremendos pastelones de concreto, así seremos
aquellos cómplices que caen desde los rascacielos como pichones ante la tormenta o la
consciencia del tajo.
La mirada

Observo el cielo con la vista oxidada


Recuerdo que esos destellos
Que me adornan el camino
Ocurrieron hace millones de años
Me pregunto si yo
Mirado desde las galaxias seré lo mismo
Un teatro
Una chispa milenaria
Un fósil que recién camina
Porque así viajan las imágenes a través del tiempo
Entonces por la ventana saludo a los posibles
Platillos voladores ocultos tras las nubes
Para que cuando los gigantescos telescopios
De esas especies jamás vistas
Capten el cuerpo despegado de mi cuerpo
Me hagan un guiño
Una señal de espejo
Y quizás en algún momento me vea a mí
Mirando el cielo a través de un vidrio quebrado
Como un títere manejado por esqueletos
A años luz de escribir este primer verso
La infancia

La única tumba en la cual revolcarse se llama infancia


Los años no han sido otra cosa que ir sacudiéndose los gusanos
Aunque siempre entre las comisuras perdure el olor a lirios
He atravesado las decadencias con el esqueleto íntegro
Al igual que los amigos que sólo se dedicaron a aspirar la tierra
Y a reunirse a recordarnos mudos
Cadáveres ante la muchacha amada
Con los nudillos todavía intactos de tanto alinear los ojos contra las paredes
Y sabernos absolutamente trizados
Ataúdes fantaseando con caerse del tiempo
De cara contra las botellas
Que ya fueron hilo de un volantín deshecho
Sobre los ríos o entre los árboles
Cioran

Que toda la tristeza de la humanidad 


me quepa en una célula
Que mute a un cáncer que carcoma rápido
Fui concebido por el escombro 
Con ganas siquiera de quitarme la vida
Pues al igual que el pensamiento 
La cuerda siempre llega demasiado tarde
No fuimos consultados ni al nacer 
Prefiero los pies ampollados
De tanto caminar de vuelta a casa 
Prefiero la voz y la letra
Conteniendo la angustia del universo entero
Arrojarla contra un poema 
Dejarlo olvidado en la página en blanco
De un libro desconocido 
Oculto en la estantería más oscura
De una biblioteca perdida en los confines de la galaxia
Para que cuando el fósil sea hallado 
Por la arqueología de una civilización futura
No vean más que palabras indescifrables 
De una lengua muerta
Para eso a los tristes nos tocó el aliento
El aseo elegante 
De la inmundicia cósmica 
No llorar como sacrificio 
El beso catalizador 
Y el impaciente tronar de dedos
Que constatan que todo sigue allí
Atado al mismo sol pegando sobre el cemento
Cioran 2

¿De dónde provienen mis señales?


¿Mis signos mis símbolos?
He de meter la mano por mi boca
Rasgar garganta laringe y esófago
Hasta dar con algo que no sea carne
O buscar cicatrices en el cerebro
Fisuras que debieron quedar
Luego de milenios de saltos
Milenios de reventados sobre el cemento
O bajo las ruedas
Porque ésta herida nació junto con las estrellas
Y fue inyectada en el primer aliento
El cromosoma más primitivo
El de la desesperación
El otro
Que te contradice en cada paso
Y te empuja hacia las estaciones de metro
Hacia los rascacielos
El estado del arte

La poesía es la vida misma


Comentan dos jóvenes atrás de mí
En la fila de la botillería
El que parece escribir más
Habla de una biblioteca comunitaria
Que se construye cerca de La Pintana
Y de que hay que leer al Juan Carreño
Pa entender el verdadero sentido de la volá
El peñi Chihuailaf pa calmarse
Y el peñi Añiñir pa la pelea urbana
Porque los otros puro que contaminan los espacios
Harto hocico y poca acción
Y lo que siempre falta es fuerza
No puras palabras bonitas

Atrás de mí dos jóvenes llenos de entusiasmo


A los que les regalaría mis manos
Si simplemente no me pesaran más que la angustia
O si es que cada poema incendiario
Que se me pasea entre la neura
No fuera abortado por aquel secreto punzante
Que me desconfigura el rostro
Cuando el silencio otorga
Y arrastro cuatro boletas de envases prestados

La poesía es la vida misma


O tan solo esto que me borra
El estado del arte 2

Me cansé del centro y del margen de la poesía


De la metáfora espacial 
Que para ubicarse lo delimita todo 
Barro u Olimpo 
El poema es superior a eso 
Es más que leer libros de biología o de historia 
Para hacer poemas superhipernovedosos 
Que dicen en versos exactamente lo mismo
Que los libros leídos 
Solo por recibir un aplauso en salones repletos 
Ratones caníbales 
Mastubándose de puro no entender lo obvio 
Es superior que ahogarse de vino en todas las esquinas
A excusar la ignorancia en que toda luz ensucia el texto 
Y así seguir emborrachándose durante décadas
Sin conseguir una sola línea que valga un nuevo hígado 
Es superior a una pésima y mesurada escritura nostálgica 
Que entendió que la única clave es estar presente 
En todos los actos púbicos 
Y desde ahí saltar sin ninguna gota de talento
A los grandes festivales

He masticado encerrado durante días 


La noticia de que un buen poeta muere
Así como morirán mis mejores amigos 
Sin entender lo más mínimo 
Respecto a cómo vivir de hambre
Mantra

Deberás buscar la contracara de la desesperación 


Que no todo lo aprendido provenga de las larvas
Ni de los muros de tu pieza 
Que guardan versos y graffittis anotados
Por cada uno de los que ya han desaparecido 
Nunca debiste jugar a arrancar limones bajo la lluvia
Profetizando la gripe 
La enfermedad que los dejaría postrados
Y sanarían durante meses de insomnio 
Leyéndose el destino en el recorrido de las moscas
En el roer de las ratas
Nunca debiste dibujar galaxias con cenizas de cigarro
Sobre sus libros ni en los de amigos queridos
Como única forma de aproximarse al Cosmos
Porque eran muchos los relojes que al unísono 
Te enviaban a masticar tu propia carne
Deberás buscar la contracara de la desesperación
Quizás en un poema lento
Que hable sobre luciérnagas que guían a un perro
A encontrar su cola entre los pastizales
Esta noche nadie se quitará la vida

Esta noche nadie se quitará la vida


Pues estás escribiendo un poema
Que no habla de los pájaros
Ni de la primavera
Esta noche nadie se quitará la vida
Pues escribes un poema violentísimo
Con el que no se identifica nadie
En ese poema arrancarás tu propia cabeza
Antes de sospechar siquiera la venida de la lluvia
Te masturbarás mirando tus fotos de infancia
Añorando el cuerpo íntegro
La musculatura los pulmones limpios
La ausencia de ojeras
Esta noche nadie se quitará la vida
Pues escribes un poema miserable
Que entrega al lector una angustia leve
Una casi sonrisa en el rostro de los desaparecidos
Y no sabes si ponerte a llorar
O a masticar las colillas desde el cenicero
Esta noche nadie se quitará la vida
Pues escribes un poema sin mirar un segundo
A través de la ventana
Y lees las instrucciones de uso del desodorante acabado
Esta noche nadie se quitará la vida
Pues escribes un poema tan malo y triste
Que nadie querrá ser tú
Menos mirar los libros que guardas en los estantes
Escribes algo tan de neurona y carne
Una especie de bomba de vacío o de agujero negro
Que te pesa tanto
Que los lleva al sueño
Asilo

Quién será el que dé asilo a los tristes


Cuando los techos caigan por la podredumbre
Y toda la primavera les roce el cerebro 
Dejándolos sedientos 
Reptando entre los libros y las paredes más frías 
Acaso serás tú, poeta de lluvia 
Acaso alguno encontrará refugio en tus poemas
Que hacen reventar los cuerpos celestes
Contra las células
Como si fuese fácil saltar del alma a las constelaciones
Quién será el que dé asilo a los tristes
Esos tristes biológicos 
Que dialogan hasta la madrugada con las ventanas
Y se largan a llorar de puro antárticos
Acaso serás tú, poeta de mecha
Acaso alguno encontrará refugio en tus poemas
Que intentarán azotarles los rostros contra el barro
Para decirles que la calma es una sencilla rebeldía
Quién será el que dé asilo a los tristes
Cuando sus pieles se comiencen a descascarar 
Por el tabaco 
Cuando comiencen a mutar los colores de sus córneas 
Y se paseen con los estómagos fuera del cuerpo 
Sólo por mostrar las bolitas tragadas en la infancia 
Acaso serás tú, poeta de cajitas musicales 
Acaso alguno encontrará refugio en tus poemas
Que hablan de la pena pene 
Para negarles el origen trágico del vómito 
Quién será el que dé asilo a los tristes
Cuando dormir sea practicar en soledad la muerte
Charcos

Siempre fue una imagen terrible


Ver el cielo reflejado en los charcos
Es que lo normal era
Llevar la cabeza
Eternamente
Apuntando hacia el cemento
Porque mamá siempre dijo
Que no me debía pisar los cordones en el camino
Y que la falta de dientes
Sería el comienzo del hambre
Así que dejé los ojos rebotando
Entre los barriales y las galaxias
Sin pensar que un día
Se me irían por entre las alcantarillas
Apuntes de ciencia y poesía para una niña suicida

La lógica interna de la página en blanco


Es postular el silencio
Como forma privilegiada de abordar
La totalidad como un posible
Pues la palabra sería una suerte de cápsula
Que confundiría nuestra percepción
Respecto a la naturaleza
Unificada y dinámica de
Aquello que entendemos como lo evidente

No es difícil notar cierta tendencia


Que lleva a científicos y filósofos
A de sobremanera abusar de los conceptos
Desmenuzando su entorno hasta lo ínfimo
Tampoco es difícil notar la misma tendencia
En muchos poetas
Que construyen sus discursos apelando
Al sí mismos en relación consigo mismos
El ego como único poema posible

Evocando a lo más cercano


Pienso en este vaso rojo lleno de vino
Pienso en este vaso rojo
Pienso en este vaso
Digo vaso y en ese acto de nombrar
Lo hago distinto al resto de las cosas
Lo dejo fuera de cualquier orden
Como lo hago conmigo al reconocerme otro

La posibilidad de nombrar el mundo


Sin necesariamente fragmentarlo
Sería la pregunta más primitiva que se hace el poema
Por ejemplo:
Cuando digo que eres aroma
Gota de rocío que queda impresa
En el trayecto que dejan los limones
Entre el árbol y los barriales
Te pongo en una cadena de significantes
Donde tarde o temprano yo también me nombro
Y ambos somos transformados
Habitamos el escombro. En cada uno de nuestros pasos se nos vuelan las células del cuerpo. Es
decir que nada se construye, todo es un disolverse y menos andar hablando de polvo de estrellas,
a lo más combustible para una generación futura. Pienso en esto mientras juego a sacarme la
tierra de las uñas y disparo las bolitas de cebo contra el espacio, las miro viajar con atención hasta
que se pierden, con la certeza de que toda esa inmundicia brotó de mi propio cuerpo, cuando en
la ansiedad me rasqué con furia, insomne rasguñándome la frente, alucinado con palpar el lóbulo
frontal y de un golpe removerlo. Todo aquel despojo, que en el delirio de los místicos se vuelve
uno con el universo se identifica con el asco. Todo ese abono que pasará por la podredumbre. La
infinita bondad del árbol que deja caer su fruto para alimentar a los gusanos. Escupir, intentado
atinarle a la línea de barro que queda entre los adoquines, después de la lluvia.

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