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Durante 1840 la producción teatral era mas bien extranjera.

En Europa lideraba el
Teatro romántico y eran ellos quienes en barcos llegaban hasta Chile y
presentaban sus montajes. Todas estas eran comedias aristocráticas que poco
representaban a la sociedad chilena. Entre 1913 y 1930 estos dramas románticos
comienzan a decaer para dar paso al teatro costumbrista, político y social que a mi
gusto, representa a chile. Comienza a aparecer un teatro mucho mas cotidiano,
que hace al espectador rememorar sus experiencias en el escenario que tiene
mucho que ver con la corriente que Stanislavsky ya había propuesto.

En 1910 comienzan a surgir dramaturgos nacionales y las obras estaban


compuestas por actores, directores y técnicos chilenos. En 1917 surge el teatro
político con Emilio Recabarren, quienes reflejaban la vida en las salitreras y ya en
1920, German Luco Cruchaga estrena “la viuda de Apablaza” una obra llena de
humanidad, que refleja la vida campesina.

Los resultados de este avance en el teatro los podemos ver en 1935, cuando el
teatro se institucionaliza y se pretende convertirlo en algo profesional. Se crea la
dirección superior del teatro nacional.

Las salas de teatro se multiplicaron en todo el país; comenzaron las giras a


provincia y las funciones de carácter popular, lo que atraía a las clases sociales que
hasta ese momento estaban alejadas de las artes escénicas, se hablaba con giros y
modismos populares, escenificaban personajes reconocibles y se referían a temas y
problemáticas del país. En este contexto de efervescencia política, social y cultural,
se cimentaron las bases de lo que sería una nueva institucionalidad teatral.

En 1941 con la intención de crear un ambiente teatral que recogiera los adelantos
del teatro mundial se crea teatro experimental de la universidad de chile,
institución que busca crear una escuela de teatro y profesionalizar este arte. En
1943 la universidad católica hace lo mismo y crea el teatro de la universidad
católica.

Y en 1948 la dirección superior de teatro nacional pasa a ser dirigida por la


universidad de chile.

Estos dos grupos teatrales trabajaron fuertemente en dramas sociales, teatro


psicológico, comedia criollista y el rescate de lo folclórico, cuyas repercusiones se
plasmaron, fuertemente, en los dramaturgos de la Generación Literaria de 1950 y
que se consolidaron en el desarrollo de la dramaturgia nacional en la segunda
mitad del siglo XX.
En los años 60, se genera la rebelión de un grupo de estudiantes de la Escuela de
Teatro de la Universidad Católica. Los alumnos postulaban que la educación teatral
recibida les resultaba insatisfactoria y decidieron abandonar las aulas. Estos
estudiantes constituyeron la base del ICTUS, tal vez el más prestigioso teatro
independiente, A esta iniciativa se sumaron otros jóvenes que postulaban la
existencia de un modelo teatral autofinanciado. Y desde entonces quedaron
establecidas dos formas de teatro: uno colectivo y auto gestionado y quienes
quedaron haciendo teatro en las salas de clase que era un teatro que conservaba
un poco de lo aristócrata. En esta época, se diferencian los tipos de teatro
realizados por las escuelas tradicionales y los independientes, El tipo de teatro con
el que trabajaban los universitarios era la pieza bien hecha, ya sea clásica o
contemporánea, elaborada de acuerdo con una estructura cerrada y bastante
tradicional. En cambio, lo que los teatros independientes van a traer son piezas que
responden a las transformaciones en la dramaturgia mundial.

En el teatro mundial estaban pasando cosas relevantes. En los años 50 estalla el


teatro del absurdo , el simbolismo, el expresionismo lo que va modificando a los
dramaturgos y actores chilenos.

En Santiago, a principios de la década de 1970, el teatro de circuito comercial


estaba integrado por unas diez compañías que funcionaban en pequeñas salas y
llegaban, por lo tanto, a un público restringido. En los primeros tres años de la
década, y propiciado por el gobierno de la Unidad Popular, se vivió un gran
desarrollo y el número de compañías teatrales se incrementó considerablemente,
entre ellas destacan ICTUS, Compañía de los cuatro, El túnel y Aleph. Junto a estas,
la escena teatral de todo el país se pobló de conjuntos aficionados formados por
estudiantes, trabajadores, intelectuales; cuyo objetivo primordial era el de
expresar su propia visión de mundo con un lenguaje nuevo, directo.

Después del golpe de Estado de 1973, todo el orden cultural alcanzado se subvirtió.
El teatro, así como toda la actividad del país, sufrió un fuerte impacto y por casi un
año no existió actividad teatral. El teatro del régimen militar promovió montajes de
autores clásicos y algunas comedias musicales de costosa producción y escaso valor
estético; surgieron compañías de "café-concert" que utilizaron elementos y
recursos como el show y el espectáculo de cabaret

Hacia 1975, comenzó a articularse un incipiente movimiento de teatro


independiente no subvencionado, que intentó rescatar una expresión nacional y
popular. Surgieron compañías como Imagen, Teatro del Ángel, La Feria, Taller de
investigación teatral, Teatro Universitario Independiente, entre otras. De este
modo, la actividad teatral volvió a ocupar todo el territorio con temas y problemas
de las relaciones humanas, del trabajo, de la crisis económica y la violencia, a
través de un lenguaje indirecto, pleno de sugerencias y cargado de humor negro. A
pesar de que éste período se caracterizó por la creación colectiva de los grupos
teatrales, este renacer también alcanzó a los dramaturgos, entre los que
destacan Juan Radrigán, en Chile, y Jorge Díaz, en el exilio.
Por otra parte, aunque cada grupo mantuvo su particularidad respecto a la función
de cada cual frente a la contingencia política, todos formaron parte de una
corriente común de resistencia a la dictadura junto al Canto nuevo, a la Agrupación
Cultural Universitaria (ACU), a los escritores, a los artistas plásticos, entre otros.
Cabe señalar que en este período, el teatro puramente comercial tuvo gran éxito
de público con espectáculos como Cabaret Bijou, El violinista en el tejado y la
transmisión de obras por el Canal 13 de la Universidad Católica de Chile.
A mediados de la década de 1980, el teatro nacional desarrolló una intensa
actividad en distintos rincones del territorio con una valiosa acogida del público. La
actividad teatral de este período se nutrió de las nuevas experiencias y
aprendizajes que trajeron artistas que regresaban del exilio. De este modo,
aparecieron Andrés Pérez y El Gran Circo Teatro, Ramón Griffero y El
Troley, Mauricio Celedón y Teatro del Silencio, Alfredo Castro y Teatro La
Memoria, La Troppa, por mencionar algunos. Desde este momento y hasta la
recuperación de la democracia en 1990, el teatro nacional diversificó los temas y
dio espacio a la experimentación.

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