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PILOTO AUTOMATICO

¿Alguna vez has olvidado tu teléfono celular? A la mayoría nos ha pasado.

¿En qué momento te diste cuenta de que lo habías olvidado? Imagino que no simplemente te
diste un golpe en la cabeza y dijiste “¡Carajo! Mi celular”. No fue algo espontaneo.

Probablemente buscaste tu teléfono metiendo tu mano en el bolsillo, mochila o bolsa y tuviste ese
susto momentáneo al darte cuenta de que no estaba ahí, después hiciste lo que todo mundo
haría, retrocediste en tus pasos hasta el momento en que despertaste para saber en qué
momento olvidaste tu celular.

En mi caso, la alarma de mi celular me despertó como lo hace todas las mañanas, pero al apagar la
alarma, note que la batería estaba demasiado baja. Era uno de esos nuevos teléfonos y como
todos los “Smartphone” si uno no cierra las aplicaciones, el celular las mantiene activas, drenando
así la batería.

Así que puse a cargar el celular mientras yo me bañaba, en lugar de meterlo a la bolsa de mi
pantalón como normalmente hago todas las mañanas.

Fue un cambio momentáneo en la rutina.

Ya en el baño, mi cerebro regreso a “La rutina” de todas las mañanas y termine de hacer mis
cosas. Lo olvide.

Esto no fue porque yo sea una persona distraída, si uno investiga un poco, descubrirá que es una
función cerebral que ha sido confirmada. El cerebro no funciona en un solo nivel, son muchos
niveles.

Como cuando caminas hacia algún lugar, piensas en tu destino y en evitar diversos peligros hasta
llegar a él, pero no necesitas pensar en mover tus piernas adecuadamente, una delante de la otra
mientras caminas.

Yo no estaba pensando en regular mi respiración, estaba pensando en pasar o no por un café


camino al trabajo (Cosa que si hice). No estaba pensando en mover mi comida a través de los
intestinos, estaba pensando en si saldría a tiempo del trabajo para pasar a recoger a mi hija Ana de
la guardería o si me pondrían a trabajar hasta tarde.

El punto es que hay una parte de tu cerebro que se encarga de la rutina, para que el resto se
encargue de otras cosas.

Piénsalo, normalmente cuando vas a tu trabajo o a la escuela ¿Qué es lo que logras recordar de
todo el trayecto, desde que te levantas de tú cama hasta que te acuestas de nuevo en ella? Poco
probablemente si no es que nada, recordar algo en particular del trayecto diario es bastante
complicado.
Si haces algo varias veces durante algún tiempo, se convierte en rutina, continua haciéndolo y
llegara un punto en el que deja de ser procesado por la parte consiente del cerebro y queda
relegado a la parte que se encarga de la rutina diaria.

Así tu cerebro continua haciéndolo sin que te des cuenta y pronto pensaras en la ruta en la que
viajas día a día tanto como piensas en como caminar.

Mi habilidad para recordar que deje mi celular cargando sobre la mesa al lado de mi cama es tan
confiable como mi habilidad para evitar que mi cerebro entre en el “Modo de rutina de la
mañana” el cual me dice que mi celular está en la bolsa de mi pantalón.

Pero no lo hice, me bañe como siempre lo hago, la rutina comenzó, la excepción fue olvidada.

PILOTO AUTOMATICO ACTIVADO.

Mi cerebro regreso a la rutina, me bañe, me afeite, vi las noticias matutinas mientras me vestía, le
di de desayunar a Ana y después la subí al coche (Se veía adorable esa mañana, hacía gestos
porque el sol le lastimaba los ojos, me dijo que el “Sol feo” no la dejaba dormir como siempre lo
hacía antes de dejarla en la guardería) y nos fuimos.

Esa era la rutina, no importaba que mi celular se encontrara cargando silenciosamente sobre la
mesa de noche al lado de la cama. Mi cerebro estaba en la rutina y en la rutina mi celular estaba
en mi bolsa. Por eso olvide mi celular, no por distraído o por tonto, no fue otra cosa más que mi
cerebro entrando en modo de rutina y olvidando una excepción.

PILOTO AUTOMATICO ACTIVADO.

Comencé a manejar hacia el trabajo, el calor era insoportable, el volante quemaba mis manos al
manejar, creo haber escuchado a Ana cambiar de lugar hacia detrás de mi asiento para alejarse del
sol.

Pero al final, llegue al trabajo, llene mis reportes, fui a la reunión matutina y no fue hasta el
descanso para comer, que metí la mano en el bolsillo para buscar mi celular y no lo encontré. En
ese momento la ilusión se rompió.

Hice un repaso mental y recordé que la batería estaba baja, recordé dejarlo conectado cargando
sobre la mesa de noche al lado de la cama, recordé haberlo dejado ahí. Mi celular estaba sobre la
mesa.

Ahí yace el peligro. Hasta ese momento en que metes la mano al bolsillo para buscar tu celular y la
ilusión se rompe.

Esa parte de mi cerebro continuaba en piloto automático, realizando la rutina. No había necesidad
alguna para cuestionarme acerca de esta, mi cerebro me dijo que la rutina fue completada
normalmente a pesar de no ser así.
No fue que yo olvidara mi celular, según mi cerebro, según la rutina, el celular estaba en mi
bolsillo. ¿Por qué revisaría?, ¿Por qué recordaría repentinamente que mi celular estaba en casa,
cargando? Mi cerebro continuaba en la rutina y la rutina decía que mi celular estaba en el bolsillo.

PILOTO AUTOMATICO ACTIVADO.

El día continúo con un calor terrible, aquel calor húmedo y sofocante. Las personas compraban
helados y no café, los vidrios de la oficina parecían a punto de estallar, las corbatas se aflojaban,
las frentes estaban sudorosas y el pavimento parecía partirse por los rayos del sol.
Afortunadamente tenemos aire acondicionado en la oficina.

Y como siempre sucede, el calor insoportable del día término, dando paso a una tarde refrescante.
Otro día, otro centavo.

Aun molesto por haber olvidado mi celular, subí al auto y maneje a casa. El calor del día había
convertido el coche en un horno, el volante estaba demasiado caliente para tocarlo, el asiento me
quemaba la espalda y se percibía un olor raro.

Cuando llegue a la entrada de la casa, las pequeñas piedras debajo de los neumáticos crujían, mi
esposa salió a recibirme en la puerta.

-“¿Dónde está Ana?”

Carajo.

Como si lo del celular no fuera suficiente, había olvidado a Ana en la guardería. Inmediatamente
me dirigí hacia allá lo más rápido que pude. Baje del auto y camine hacia la puerta mientras
pensaba en alguna excusa por haberla olvidado ahí, imaginando que podría librarme de esto
diciendo que había estado trabajando hasta tarde.

Cuando llegue a la puerta observe un pedazo de papel pegado en ella, que decía:

“Debido a vandalismo ayer en la noche, favor de utilizar la puerta lateral. Solo por hoy.”

¿Ayer en la noche? La puerta estaba bien esta mañ…

Me congele en ese instante. Mis rodillas comenzaron a temblar.

Vandalismo. Un cambio en la rutina.

Mi celular estaba sobre la mesa.

No había estado ahí esa mañana.

Mi celular estaba sobre la mesa.

No me detuve porque estaba bebiendo el café. No deje a Ana en la guardería.


Mi celular estaba sobre la mesa.

Se había cambiado de lugar. No la vi a través del espejo retrovisor.

Mi celular estaba sobre la mesa.

Se había quedado dormida como siempre lo hacía. No dijo nada cuando no la deje en la guardería.

Mi celular estaba sobre la mesa.

Ella cambio la rutina y olvide dejarla en la guardería.

Mi celular estaba sobre la mesa.

Nueve horas. Ese auto. El sol ardiente. Sin aire. Sin agua. Sin ayuda. Con ese calor. El volante
demasiado caliente para tocarlo. Ese olor…

Corrí hacia el auto y abrí la puerta trasera.

PILOTO AUTOMATICO DESACTIVADO.

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