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La Señal de la Cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Tú quien eres, y
porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. Quiero y propongo
firmemente confesarme a la brevedad. Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis
pecados. Y confío en tu bondad y misericordia infinita, que me los perdonarás y me darás la gracia
para no volverte a ofender. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora María
Santísima e Inmaculada. Amén.
Dios, Padre Misericordioso, dirige y acepta mis pensamientos, palabras y obras. Y Tú, Virgen
Santísima, dame la Gracia de rezar con devoción y amor este Santo Rosario, el cual ofrezco
especialmente en reparación por todas las ofensas cometidas contra los Corazones de Jesús, María
y José, y para que se acelere el Triunfo de Sus Corazones. Le pido a mi Ángel de la Guarda, a todos
los Ángeles y Santos del Cielo y a las Almas del Purgatorio, que me ayuden a rezar este Santo Rosario.
Deseo unirme a las intenciones de la Santísima Virgen, a las del Papa y a todos los Rosarios que se
están rezando en este momento en el mundo entero, y pedir:
Por la conversión de nosotros, los pecadores, por la paz del mundo y la unidad de las familias; por
la salvación de todas las almas, y para que Dios Padre detenga el curso de la guerra y nos conceda
la Gracia del verdadero Amor y perfecta Obediencia a Su Voluntad.
Por la paz y la unidad de la Iglesia y de todos los Cristianos; por el Papa, los Obispos, Sacerdotes,
Religiosos y por todo el laicado en general, para que seamos preservados de las fuerzas del mal; por
la salvación de las almas Consagradas, la Santificación del Clero, y para que el Señor suscite los
apóstoles de los últimos tiempos.
Por los gobernantes de todas las naciones, para que administren en favor de la paz y la justicia
social; por la conversión del corazón del mundo, para que la humanidad reciba una iluminación de
conciencia, y para que Jesús calme la naturaleza y las naciones sean preservadas de inundaciones,
terremotos, volcanes, devastaciones y guerras.
Por todos los atribulados que sufren: Tristes y oprimidos; explotados y vejados; hambrientos y
abandonados; refugiados y damnificados; presos y secuestrados; perseguidos y desterrados;
torturados y violados; heridos y enfermos; alcohólicos y drogadictos; dementes y posesos;
moribundos y agonizantes, para que sean consolados y salvados.
Por el eterno descanso de las benditas Almas del Purgatorio, especialmente por las más
necesitadas y por los ancestros de nuestra familia. Por la liberación de todas las maldiciones
ancestrales y para que Satanás sea arrojado nuevamente al infierno.
GOZOSOS, se rezan los lunes y sábados, y los domingos de Adviento y los domingos desde la Epifanía
hasta la Cuaresma
DOLOROSOS, se rezan los martes y viernes, y diariamente desde el miércoles de ceniza hasta el
sábado de Gloria.
3° De la Corona de Espinas.
1° Su Bautismo en el Jordán.
4° Su Transfiguración.
R: Y Bendita sea por siempre la Santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada siempre Virgen
María, Madre de Dios y Madre nuestra.
¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al Cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.
Jesús, mi único Amor, Te ruego por aquellos a los que Tú amas, pero que no saben cómo amarte;
que ellos puedan ser purificados y sanados, para que también queden exentos de todo mal. Amén.
En las tres últimas cuentas del Rosario se reza:
V: Virgen Purísima y Castísima, antes del Parto, haznos mansos, humildes, puros y castos.
V: Virgen Purísima y Castísima, después del Parto, haznos mansos, humildes, puros y castos.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve; a ti
clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. ¡Ea!, pues, Señora esperanza nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos; y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente! ¡oh
piadosa! !oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
Emperatriz poderosa
A los devotos del Santo Rosario de la Virgen que aún no se deciden por vergüenza a confesarse,
entrar por favor a esta página, de allí los llevaremos a otra donde les vamos a dar mucho ánimo y a
enseñarles como se debe hacer. Tengan la seguridad que después de leerla van a cambiar su manera
de pensar. Nosotros los acompañamos y los comprendemos porque también tuvimos que pasar por
el mismo proceso. Es importante decir que la Santísima Virgen es Madre de todos nosotros, es
Inmaculada y Pura, pero conoce todos los pecados al revés y al derecho y podemos confiar
plenamente en ella para que nos aconseje, válido también para el mundo masculino.
El Santo Rosario
Los que recen mi Rosario son hijos míos, y mis hermanos en Jesucristo mi único hijo.
Prometo especial protección y grandes favores a todos los que recen con devoción mi Rosario.
El Rosario hará reflorecer las virtudes y multiplicará las obras santas; atraerá sobre las almas
abundantes misericordias de Dios.
El alma que se encomienda a mí por medio del Santo Rosario jamás perecerá.
El que le rezare con exactitud no caerá en la desgracia, ni será sorprendido por la muerte.
6. Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres.
Quien me sirviera rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
El que con devoción rezare mi rosario, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá
desgraciadamente.
Quiero que todos los que rezan mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la
gracia.
Yo, libro muy pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
He impetrado de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan en vida y muerte como hermanos
a todos los Bienaventurados de la corte celestial.
Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
Serán protegidos, ellos y sus familiares, allí donde se encuentren, tapados por el Manto de María.
(*) En verde: Palabras del Maestro dadas a una humilde hermana en el Barrio del Pilar (Madrid) el
6-2-2009.
Eventos mayores están a punto de ocurrir en el mundo. La justa mano del Padre no puede
aguantarse más. Está a punto de caer sobre la humanidad como un poderoso golpe. Pido, ruego,
ruego y pido, que todos mis niños que están dedicados a Mí y por medio de Mi Rosario a tomar sus
rosarios, como un ejército tomaría sus armas, y oren, oren, oren. Muchos de mis hijos están al filo
del abismo del Infierno, a punto de caer en él.
En este día tardío, la única cosa que salvará a muchos de ellos es su oración a Mi Rosario. El Rosario
es mi arma escogida para Mi ejercito y es muy poderosa. Satanás le teme.
Mis niños, nunca lo suelten y nunca dejen de rezarlo, sequen las lágrimas de sangre de su Madre
rezando su Rosario. Salven almas para Mi Hijo, el ama a cada uno y a todas las almas demasiado.
La Virgen y el Rosario.
2.º que con el rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo el infierno y
que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que arrebataba con la devoción del
rosario;
Santo Domingo arrojó su rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los santos del cielo,
a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.
A esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la mayor parte de los
oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los espíritus malignos, para no responder,
comenzaron a llorar y lamentarse en forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los
presentes empezaron también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por
la boca del poseso: “¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos no hacerte
daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables, ¡ten piedad de nosotros! ¡Mira
cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar nuestras penas? ¡Conténtate con las que
ya padecemos! ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Misericordia!”
El Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les respondió que no dejaría de
atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus preguntas. Dijéronle los demonios que
responderían, pero en secreto y al oído, no ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que
hablaran en voz alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra. Entonces,
el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta plegaria: “¡Oh excelentísima Virgen
María! ¡Por virtud de tu salterio y rosario, ordena a estos enemigos del género humano que
respondan a mi pregunta!” Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y boca
del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño. Los diablos gritaron
entonces: “Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre y
de todos los santos, que nos permitas salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú
lo quieras, te lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡ten piedad de
nosotros!”
“¡Infelices sois e indignos de ser oídos!”, respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose, elevó esta
plegaria a la Santísima Virgen: “Madre dignísima de la Sabiduría, te ruego en favor del pueblo aquí
presente –instruido ya sobre la forma de recitar bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos
enemigos tuyos a confesar públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!”
Había apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen rodeada de
multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba al poseso y le decía: “¡Responde
a Domingo, mi servidor!” Nótese que nadie veía ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo
Domingo.
“¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en
forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno;
oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que
es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las
tinieblas!
¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus siervos caigan
en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre
nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos
vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un
solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y
deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada
podemos contra sus fieles servidores.
Tened también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse,
según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. ¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban
en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos
derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!
Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia que nos hacen–,
que nadie que persevere en el rezo del rosario se condenará.
Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los
confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos.”
Entonces, Santo Domingo hizo rezar el rosario a todos los asistentes muy lenta y devotamente. Y a
cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del cuerpo del poseso gran multitud de
demonios en forma de carbones encendidos. Cuando salieron todos los demonios y el hereje quedó
completamente liberado, la Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el
pueblo, que con ello experimentó sensiblemente gran alegría.
Este milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta ingresar en la
Cofradía del Santo Rosario.
(De "El Secreto admirable del Santísimo Rosario" - San Luis M. G. de Monfort)
Estimado Hermano:
Quiero agradecer por la bondad, la paciencia, y el gran entusiasmo evangelizador con los cuales se
me ha acogido a lo largo de este 2010 en España, Santo Domingo, Puerto Rico, Estados Unidos,
México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay,
Luxemburgo y Alemania, etc.
Durante el año 2011, si Dios quiere, haré el mismo recorrido (8-9-10). En el 2011 las fechas de mi
llegada a cada País, van a ser aproximadamente las mismas que en este 2010, pero con más
precisión van a ser comunicadas con mucho tiempo de anticipación.
Mi trabajo principal va a consistir en felicitar y bendecir esos Grupos del Santo Rosario que leen por
lo menos cada mes una página del Tratado (les pediré que me ayuden a fundar más de esos grupos
en todos los Países del mundo).
En el mundo siguen los terremotos, las aluviones, las crisis económicas, las sequías, las guerras, la
pobreza, las enfermedades, etc.
Pero las plagas peores son de tipo moral, y avanzan con gran fuerza, como una avalancha
destructora: los divorcios, los abortos voluntarios, la eutanasia, el matrimonio entre personas de
mismo sexo, los anticonceptivos desde la adolescencia, etc.
Además, eso pasa no solamente a nivel individual (pues, bajo ese aspecto, tales plagas han
acompañado siempre la historia de la humanidad), sino a nivel político y democrático (o sea a nivel
de masas y con el apoyo de las leyes).
Y tampoco pasa sólo en los Países protestantes, musulmanes, budistas, sino en los Países con
grandísimas mayorías católicas (como Francia, Italia, España, Estados Unidos, México...).
Gracias a Dios, las asociaciones católicas, ya sea las nuevas (Focolares, Neocatecúmenos, Regnun
Christi...), ya sea las antiguas (Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Legión de María, Schoenstadt,
Terceras Órdenes...), siguen trabajando valientemente, al servicio de Dios y de las almas en Italia,
Estados Unidos, y en todos los demás Países.
Pues bien, nuestra humilde Consecratio Mundi está avanzando con una especial velocidad a nivel
mundial: esa especial velocidad se explica por distintos motivos:
1) Satanás odia mucho el Tratado, tanto que llegó a matar al autor, a destruir 96 páginas suyas, y a
esconder lo demás por 130 años (según el Santo Autor lo previó y lo describió en el numeral 114 del
mismo libro).
3) Mientras las otras Asociaciones católicas piden a sus socios muchas horas mensuales, nuestra
Consecratio Mundi, además del Santo Rosario, que ya es rezado por millones de católicos antes de
las Santas Misas y entre vecinos, como algo obligatorio pide sólo que en el grupo se añada la lectura
de una página del Tratado (lo cual dura pocos minutos), por lo cual hasta a los católicos más
atareados, o enfermos, les gusta incorporarse con facilidad en nuestra Asociación Consecratio
Mundi.
4) Pero el motivo principal del actual "gran éxito" (como lo define y describe proféticamente el
mismo San Luis María de Montfort en ese numeral 114 del libro) del Tratado, se explica porque este
libro tiene por autor al "Espíritu Santo", según lo declara el Montfort en ese mismo numeral 114.
Lo que más quiero poner de relieve en este momento, es que en este 2011 celebramos el tercer
año del Trienio de preparación al Tercer Centenario de escrito el Tratado de la Verdadera Devoción
(en la Rue des Sauniers, 3, La Rochelle, Francia) en el año 1712, por mano de San Luis María de
Montfort.
Debemos organizarnos para lograr que el Papa declare todo el año 2012, un especial "Año
Monfortiano", según lo ha propuesto un fervoroso sacerdote de Brasil, que acaba de fundar una
nueva Congregación para difundir la fuerte espiritualidad del Montfort.
Otro punto muy importante, relacionado con este Trienio, es también la urgencia de pedirle al Papa
que a lo largo de ese Año Tricentenario 2012, declare a San Luis María de Montfort, 34° Doctor de
la Iglesia Universal (después de San Juan Crisóstomo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, y los
otros 30 Santos que ya han sido declarados Doctores de la Iglesia).
En casi todas las Parroquias, antes de algunas Santas Misas, existen grupitos de personas que
recitan constantemente el Santo Rosario: ellas son las más dispuestas candidatas a recibir el Tratado
gratuito, aceptando, por lo menos una vez al mes, añadir al Santo Rosario comunitario, algunos
minutos de lectura del Tratado del Montfort.
La invitación del Padre es a que se formen más grupos que se reúnan a rezar el Rosario y que una
vez por semana o por mes lean una página del Tratado de la Verdadera Devoción de San Luis María
Grignon de Montfort.
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