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Salmos 2:11

Adorad al SEÑOR con reverencia, y alegraos con temblor.

Salmos 101:6
Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de
integridad me servirá.

Mateo 6:24
Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y
despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Romanos 7:6
Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que
sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.

Romanos 12:11
No seáis perezosos en {lo que requiere} diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor,

Hechos 20:19
Sirviendo al Señor con toda humildad, y con lágrimas y con pruebas que vinieron sobre mí por causa
de las intrigas de los judíos;

Gálatas 5:13
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no {uséis} la libertad como pretexto
para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

Juan 12:26
Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve,
el Padre lo honrará.

Romanos 14:18
Porque el que de esta {manera} sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres.

Colosenses 3:24
Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís.

Apocalipsis 7:15
Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado
en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

Apocalipsis 22:3
Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.

La ganancia de servir a Dios

Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a mí y servir a los reinos de los
países. (2 Crónicas 12:8)
Servir a Dios es totalmente diferente que servir a cualquier otra persona.

Dios es extremadamente celoso de que entendamos esto —y que lo disfrutemos—. Por ejemplo, nos
manda: «Servid al Señor con alegría» (Salmos 100:2). Hay una razón para sentir esta alegría, y se
encuentra en Hechos 17:25: « [Dios] no es servido por manos humanas, como si necesitara de algo,
puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas».
Lo servimos con alegría porque no cargamos con la responsabilidad de suplir sus necesidades. Al
contrario, nos regocijamos en un servicio en el que él suple nuestras necesidades. Servir a Dios
siempre significa recibir gracia de Dios.

Para mostrar cuán celoso es Dios de que comprendamos esto y nos gloriemos en ello, observemos la
historia en 2 Crónicas 12. Roboam, el hijo de Salomón, quien gobernó el reino del sur luego de la
rebelión de las diez tribus, «abandonó la ley del Señor» (12:1). Escogió no servir al Señor y servir a
otros dioses y otros reinos. El castigo de Dios fue enviar a Sisac, el rey de Egipto, a subir contra
Roboam con mil doscientos carros y sesenta mil hombres a caballo (12:3).

En su misericordia, Dios envió al profeta Semaías a darle a Roboam el siguiente mensaje: «Así dice
el Señor: “Vosotros me habéis abandonado, por eso también yo os abandono en manos de Sisac"»
(12:5). El feliz resultado de tal mensaje fue que Roboam y sus príncipes se humillaron arrepentidos y
dijeron: «Justo es el Señor» (12:6).

Cuando el Señor vio que se habían humillado, dijo: «Se han humillado; no los destruiré, sino que les
concederé cierta libertad y mi furor no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac» (12:7).
Pero la disciplina fue: «Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a mí y
servir a los reinos de los países» (12:8).
El punto es claro: servir a Dios es un regalo y una bendición y una fuente de gozo y un beneficio.

Por eso digo con tanto celo que la alabanza del domingo por la mañana y la alabanza de la
obediencia cotidiana no son en el fondo un servicio gravoso a Dios sino un recibir con gozo de parte
de Dios.

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