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Escrito conceptual - metodológico sobre

temáticas o problemas vinculados a la ESI

Tema: Discapacidad
María Casanovas
Cuando pensamos en las personas, expresamos ideas acerca de lo “únicos, diferentes, particulares,
especiales, irrepetibles”, que somos. Estas expresiones describen al ser humano y sus capacidades
para crecer pensando y amando; ser sujetos aceptados que pueden construir sus vidas plenamente,
con felicidad, con una gran cuota de sensualidad, gracia, que pueden establecer vínculos de amistad
y pareja con modos razonables de incluir la frustración, el miedo, las dudas. Por supuesto, incluimos
en todo este espectro la sexualidad. Pero, estas “diferencias” entre las personas quedan claramente
aceptadas cuando no son tan notorias desde lo físico, lo mental, o emocional. Cuando no interpela a
nuestra mirada la “discapacidad”, en cualquiera de sus formas.

Decimos de la sexualidad:

 Es un factor fundamental de la vida humana.

 Forma parte de la identidad de la persona.

 Está presente en el individuo en relación consigo mismo y con los otros.

Necesitamos comprender a la sexualidad como un sistema complejo donde se incluyen procesos


biológicos, psicológicos, sociales, culturales, espirituales y éticos que se entrelazan contribuyendo a la
construcción de la subjetividad.

¿Entonces la sexualidad, está pensada para aquellos seres que van desarrollándose “naturalmente”,
dentro de lo “esperable”, en su cuerpo, sus habilidades motoras, su capacidad cognitiva, sus
emociones?

Será necesario habilitar, un espacio donde reflexionar acerca de lo esperable, de lo “normal” y “lo
que no lo es”, de lo que se aprende con otros, de las diferencias.

Intentando pensar en educación sexual integral, es necesario pensar la persona integral, con su
cuerpo, sus emociones, en un contexto histórico sociocultural; pensarnos como sujetos con deseos,
necesidades, habilidades, incapacidades, posibilidades y limitaciones, con derechos y
responsabilidades. Cada uno/a de nosotros da cuenta de todo lo que tenemos y de aquello que nos
falta.

Cuando hablamos de discapacidad, intentamos en un marco general comprender para qué función
esa persona no está capacitada: ¿para caminar, para ver, para oír, en su desarrollo cognitivo? La
discapacidad, ¿da cuenta de toda la realidad de ese individuo?, ¿la discapacidad es su identidad?, ¿es
“discapacitado/a” quien teniendo cierto potencial no lo desarrolla?

La discapacidad no hace a toda la persona, sólo muestra una de sus dimensiones; lo que esta
categorización favorece en todo caso, es hacer invisible sus otras capacidades: afectivas, emocionales,
artísticas, creativas u otras. Los seres humanos somos seres en el lenguaje, nos comunicamos a través
del abrazo, de la piel, los olores, los sonidos, los sabores. Hay diferentes lenguajes, diversas
inteligencias, diversos potenciales. La ceguera, sordera, problemas motores, conllevan sus propias
particularidades, sin embargo producen reacciones y actitudes muy diferentes a las observables
respecto de la discapacidad mental. Pero más allá de estas diferencias, revisemos algunas creencias
que circulan en relación a los niños, niñas y adolescentes con discapacidades, que tendremos que
revisar:

- Tienen una sexualidad diferente

Hay una tendencia a infantilizar, sobretodo a los que conviven con discapacidades mentales, ya sea
por miedo, por creencias prejuiciosas, por mitos socialmente instalados, que generan dudas acerca
de la “normalidad” de la sexualidad de las personas con discapacidad.

No estamos hablando de una sexualidad diferente, rotulada. Tal vez debemos pensar la diferencia
centrada en lo que cada ser humano tiene como particular e individual, personas inmersas en un
sinfín de heterogeneidades, en tanto que hemos construido nuestra subjetividad con identidad
propia.

Es importante comprender al ser humano integral y evitar establecer categorías de personas que
supuestamente tendrían que aprender una “sexualidad especial”. El modo en que se viva esa
sexualidad será especial en todos y cada uno de los seres humanos. Cada persona puede buscar el
placer con libertad responsable, con autonomía y cuidado y así conocer, asumir y concretar sus
potenciales sexuales, afectivos, sociales.

- No tienen interés ni hablan acerca de su sexualidad

La sexualidad en el desarrollo de los niños/as “va siendo”. Por esto mismo es que el interés acerca de
la sexualidad es natural: qué pasa en sus cuerpos, en sus emociones, es algo que se vivencia, no sólo
es cuestión de aprendizaje. Los niños con alguna discapacidad, muestran los mismos intereses, y lo
manifiestan de la manera que pueden expresarlo, como todo ser humano.

- No tienen necesidad de expresarse sexualmente.

Hay una creencia compartida de que por sus características particulares, las personas con
necesidades especiales son asexuadas, son “ángeles” que no sienten en sus cuerpos y en sus
emociones, son niños eternos y como tales no tienen intereses sexuales.

- Si se los estimula, esto puede acelerar su actividad sexual.

Desde el miedo, los adultos tienden a pensar en una sexualidad más intensa, expuesta, sin límites ni
pudor que puedan reprimir. Por esto mismo, piensan que no conviene despertar su interés sexual, ni
que formen parejas, y menos pensar en la posibilidad de tener hijos.

- Tienen una tendencia a la masturbación “permanente”.

- No tienen deseos y fantasías sexuales.

Muchas veces, desde nuestros juicios valorativos, pensamos en estas personas como si fueran
objetos cuyos cuerpos no son atractivos y no pueden producir ni sentir placer. Esto nos lleva a
generalizar, y entonces afirmar, que todas las personas con discapacidad tienen las mismas
“conductas” en todos los aspectos de su vida incluyendo las conductas sexuales.
Frente a todas estas creencias, mitos, falsas generalizaciones, muchas de ellas contradictorias
entre sí, necesitamos generar espacios reflexivos donde ponerlas en discusión ya que nos
impiden ver a la persona integral y nos llevan a focalizar nuestra mirada en su “enfermedad”.

Escuela y Familia

 La escuela es el lugar donde los niños/as y adolescentes, interactúan con sus pares en
tiempos prolongados.

 Intercambian ideas, emociones, ejercitan roles, toman decisiones, diferencian lo público de lo


privado.

 Establecen vínculos, expresan sus deseos, sus ilusiones y desilusiones, su sexualidad.

Es en estos temas donde el desafío de aprender con y desde las diferencias, nos lleva a repensar qué
necesidades o responsabilidades le competen a la escuela.

En el ámbito educativo, cuando nos referimos a la sexualidad, aparecen algunos términos novedosos:
“integral” y “para todos”. Esta necesidad de reforzar la idea de sexualidad integral, además de
ampliar una mirada restringida a lo genital, permite analizar la complejidad de las dimensiones que la
atraviesan y pone en relieve la necesidad que sea para todos y todas.

Aquí es donde la heterogeneidad necesita atravesar mitos, creencias y prejuicios acerca de las
personas con alguna discapacidad, evitando etiquetarlas “desde lo que deberían ser” y no mirarlas
desde su propia realidad. Desde aquí, es deseable preguntarnos: ¿cómo y desde dónde miramos a las
personas?, ¿a quiénes y cómo les hablamos?, ¿escuchamos empáticamente?

Pensando en familias que llegan a la escuela y sus hijos, será tiempo de revisar que:

Cuando un niño llega a su familia, y más tarde a la escuela, interpela el ideal de los adultos para
poner en contexto lo real, lo que es. Esto se acentúa cuando esta persona nace con alguna
discapacidad. Produce un giro en la mirada, en las emociones y genera actitudes, a veces
inesperadas, acerca de la diferencia.

En la tarea sistemática de ESI en la escuela es necesario establecer objetivos claros.

¿Qué puede hacer la escuela?

- Generar espacios para conversar con las familias. Es preciso incluir los desacuerdos y la
necesidad de construir confianza y mutua aceptación en la búsqueda de bienestar y mayor
felicidad de todas las personas, con y sin discapacidades.

- Contar con recursos para trabajar, pero que en sí mismos carecen de valor si no miramos a
sus destinatarios, al otro desde su potencial. La idea es proponer hacer y pensar desde una
dialéctica que ayude a lograr aprendizajes. Cuando encontramos el para qué y el cómo, esta
tarea se va a dar de manera creativa, auténtica, a favor de la comunidad educativa.
- Favorecer la construcción de habilidades sociales. Cuando decimos habilidades sociales,
estamos pensando en ciertas expectativas socialmente construidas, de comportamiento y de
vínculos, como por ejemplo, que cada individuo se comunique de cierto modo, que pueda
negociar, que logre cooperar con otros, que logre darse cuenta de sus emociones y regularlas
a favor de sí mismo y de los demás, que pueda ejercer autocontrol, autonomía, en forma
responsable etc.

- Para esto necesitamos generar habilidades cognitivas y emocionales como: aprender a


aceptar las diferencias para la resolución de conflictos; aprender a tomar decisiones,
comprendiendo las secuencias de las situaciones y aplicando un pensamiento crítico y
autocrítico.

Los niños con dificultades, motrices, sensoriales, mentales, lograrán generar estas habilidades en la
medida de sus posibilidades y de acuerdo al contexto, si éste es más o menos facilitador.

A veces hay protecciones que desprotegen, aquellas que viendo sólo la falta, imposibilitan que éstas
se compensen o que se desarrollen áreas que permitirán valerse a cada uno por sí mismo, desde su
propia realidad y posibilidad.

Cuando pensamos en estas posibilidades, sucede que muchas veces por un amor sobreprotector, el
cuerpo de los niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos con las discapacidades mencionadas , no son
respetados en su intimidad. No se les permite:

 Bañarse solos, porque ”no se enjuagan bien la cabeza”.

 Que laven su ropa interior, porque “no lo hacen bien, la ropa no se ve limpia”

 Si usan pañales, para aligerar tiempos y tarea, no se busca un lugar privado para cambiarlos,
“total no se dan cuenta”

Hay mucha intromisión en el cuerpo del otro

En realidad, es mejor que se enjuaguen “mal” y que vayan aprendiendo que su cuerpo les pertenece,
y así evitar hacerlos sentir con un cuerpo invisible.

Para adquirir la habilidad de bañarse, de lavarse las manos, lavar una taza o su ropa interior, hace
falta ejercitarlo e implica dejar que la ropa quede con jabón o que se pueda romper la taza. En todo
caso será una buena señal si están intentado realizar nuevos aprendizajes.

La sorpresa cuando los habilitamos, es darnos cuenta de cuánto menos nos necesita el otro.

Aparece aquí un tema importante para todos los seres humanos y es el derecho a la intimidad, a
aprender sobre el cuidado del propio cuerpo y sobre los límites que los protegen. Es a través de
favorecer la construcción de este derecho, que ayuda a su autonomía, que van logrando cerrar la
puerta del baño, golpear o pedir permiso para entrar a lugares donde hay otros, saludar con
reciprocidad, etc. Todos necesitamos en algún momento de algún otro ser significativo que nos ayude
a hacer estas construcciones. Esto lleva tiempo, repeticiones, rutinas que construyen hábitos.
Hasta aquí vamos fundando la idea que la sexualidad es una construcción para cada ser humano,
particularmente subjetiva, pero en interacción con otros/as que acompañan el crecimiento, habilitan
posibilidades de autodeterminación para el despliegue de capacidades.

La escuela y la familia inciden en el proceso de sexuación por lo que dicen o callan. Es necesario
hablar todos los temas con un lenguaje accesible para el otro. La responsabilidad de la familia y de los
profesionales, es sin duda, dar información confiable, correcta y actualizada.

 Asegurar la construcción de aprendizajes significativos, teniendo en cuenta lo que ya conocen


y lo que quieran conocer.
 Reconocer sus intereses, necesidades y capacidades.
 Potenciar el grupo de pares, donde cada persona quiere sentirse integrada, respetando sus
identidades, sus deseos, sus particularidades, aún en las diferencias sexuales.
 Reconocer los derechos sexuales: derechos a ser informados, a acceder a los recursos, a
poder expresar sus afectos y sus deseos, a formar pareja.
 Instalar el tema de cuidado del cuerpo. Que puedan aprender a decir NO cuando se sienten
amenazados o a disgusto, y contar con adultos confiables, disponibles, que contengan. Es
necesario abrir el espacio para el decir y hacer

Es importante que todos y todas las personas se sientan parte y den cuenta que en cada grupo
humano hay muchas y diversas particularidades.

La escuela como espacio público necesita:

 Reflexionar acerca de los estereotipos, analizarlos, incluir reflexivamente las diferencias


como potenciales para la inclusión
 Preguntarse sobre las propias expectativas y las de las familias acerca de la sexualidad de las
personas con discapacidad
 Reconocer sus miedos respecto a la sexualidad, particularmente a medida que ellos y ellas
van creciendo
 Identificar los espacios que se generan para la expresión de las emociones con adolescentes,
jóvenes y adultos con discapacidad
 Analizar la importancia de habilitar formas de cuidado del cuerpo que respeten la intimidad
 Generar aprendizajes activos, generando dinámicas participativas
 Facilitar espacios para enseñar a pensar y no en qué pensar.

Necesitamos abordajes anticipatorios y adultos referentes que promuevan seguridad, confianza,


amor, respeto y contención, que promuevan acciones de cuidado para con uno y los otros.

¿De quién es la responsabilidad?

Es esencial que ambas partes, la casa y la escuela, conocedoras de estos niños/as, adolescentes y
jóvenes, se pongan de acuerdo para promover la adquisición de hábitos y actitudes de cuidado de sí
mismos/as y de los otros/as, ya que este es un largo proceso que necesita de continuidad, tanto
para los alumnos como para los adultos que acompañan este proceso de sexuación.

Diferenciar campos de competencia


 Hay familias que comparten con sus hijos falta de información, limitaciones en la
comunicación, dificultades similares en el desarrollo cognitivo y emocional.

 Las familias necesitan modos no amenazantes para que puedan realizar construcciones de
temas generales y en especial lo que referimos a la sexualidad.

 Otras familias, con otros recursos que incluyen tiempos, accesibilidad a profesionales de la
salud y educación, colaboran como pueden en la autonomía de sus hijos. En muchos casos,
les cuesta pensar a sus hijos con una mirada hacia su futuro en función del trabajo, formación
de una pareja o familia. Se los percibe como “niños eternos”, visión que se refuerza desde
acciones y creencias que los infantilizan. Desde esta mirada los y las dejamos más vulnerables
aún, sujetos a otras voluntades.

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