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Su padre fue el español Carlos Rodríguez de Herrera y Zeballos quien vivió en el Virreinato

del Perú. Arribó a Chile alrededor de los 27 años, en 1780, como secretario de un importante
emisario español de las aduanas reales de Lima. Luego permaneció trabajando en dicha
institución como empleado, donde hizo carrera como funcionario de la corona y alcanzó el
cargo de director de Aduanas de la Gobernación de Chile, un cargo de bastante importancia
dentro del estado colonial. Sin ser un hombre acaudalado, pero gracias a la dote de su esposa
que era viuda y su carrera en la Aduana chilena, pudo entregar un buen pasar a su familia.
Aunque con mucha austeridad, educó a sus tres hijos, además de ser tutor y curador de su
hijastro José Joaquín Fernández de Leiva y Erdoíza, el hijo menor del difunto marido de doña
María Loreto; en efecto, la dote dejada por Fernández de Leiva alcanzaba a $ 22 000 de la
época, de los que habría gastado $ 11 463 en la educación del hijastro en 25 años.1 Tanto
Joaquín como Manuel estudiaron en el mejor colegio de Chile de la época, el Convictorio
Carolino de Santiago, aunque para el caso de Manuel (del que se decía alumno aventajado y
sobresaliente),2 su educación fue pagada en parte con una de las cuatro becas que entregaba
dicho colegio.1
Su madre, María Loreto de Erdoíza y Aguirre, era una criolla de elevada posición social,
descendiente por su madre de los primeros conquistadores y emparentada con las más
prominentes familias coloniales. Era hija del acaudalado comerciante vasco Juan de Erdoíza y
Olaguibel, y sobrina directa del Marqués de Montepío, Nicolás de Aguirre y Barrenechea,
destacado realista, el cual era hermano de su madre. Tenía fuerte raigambre vasca por su
madre y su padre. Antes de su unión con Carlos Rodríguez, se había casado en primeras
nupcias con Lucas Fernández de Leiva, adinerado comerciante español, del que enviudó
prematuramente, quedándole una respetable herencia, y solo un hijo, llamado Lucas
Fernández de Leiva y Erdoíza, que fue medio hermano de los Rodríguez Erdoíza, y que vivió
junto a ellos, hasta que por razones de su profesión debió partir a España y luego a Lima.
Aun cuando provenía de una tradicional familia arequipeña, Carlos Rodríguez, el padre de
Manuel, no tenía fortuna, sin embargo tenía educación y la profesión de contador (tenedor de
libros). La familia Rodríguez Erdoíza era de jerarquía, educada y culta, pues en su testamento
(en poder de la familia) legaba una importante biblioteca personal. Además se relacionaban
con la sociedad y la élite de la época, sin embargo sufrían de una constante estrechez
económica, por lo que se decía que eran "aristócratas pobres", lo que limitaba seriamente la
convivencia con sus pares sociales.
La familia vivía del siempre insuficiente sueldo de un funcionario público, complementado por
la herencia recibida de su esposa, por lo que los hermanos Rodríguez Erdoíza siempre se
sintieron algo disminuidos en su relación con la gente de sociedad con que se relacionaban.
Este hecho marcó a fuego la mente Manuel Rodríguez y fraguó su persistente rebeldía y
rechazo contra el orden establecido, que a todas luces era de la mayor injusticia, ya que no
tomaba en cuenta para nada el valor de la meritocracia. Ya sea en los estudios, cargos de
trabajo o negocios, solo existía un sistema de castas y preferencias inalterable. A la cabeza de
ella siempre figuraban los peninsulares (nacidos en España), luego los criollos de fortuna, más
atrás una minúscula clase media educada mediocremente y, finalmente, el pueblo, numerosas
personas sometidas a la más soberana ignorancia y pobreza. La familia Rodríguez Erdoíza se
rozaba con dos mundos diferentes, el de la aristocracia de fortuna, pero a la vez tenían que
luchar día a día por mantener el decoro y la forma de vida que les correspondía, y a la cual
difícilmente alcanzaban debido a su estrechez económica. Por esa razón se gestó el carácter
contradictorio y rebelde que tenía Manuel Javier y que en el futuro le provocaría estar
permanentemente en la montaña rusa del poder político y que a la postre le costaría la vida.
La enorme e imponente casa, actualmente en el lugar que ocupa el Banco Central de Chile y
en la que vivieron siempre los hermanos Rodríguez Erdoíza, era una herencia dejada por el
primer marido de Doña María Loreto. Dicha casa poseía numerosas habitaciones, patios, y
salones. Sin embargo, se respiraba un ambiente de mucha austeridad y de escasez
económica, ya que contaban con muy pocos sirvientes además de una mínima vida social
comparado con otras familias de alcurnia en las que abundaban una larga corte de personas a
su servicio, tales como cocineras, cocheros, niñas de mano y en muchas familias los esclavos;
de hecho, Carlos Rodríguez padre, poseía dos esclavas para el servicio doméstico, a las que
en su testamento de 1823 les otorga la libertad y les regala a cada una una casa de valor de
$100 de la época, en retribución a sus abnegados servicios de toda la vida en la casa de la
familia Rodríguez Erdoíza.

Estudios[editar]
Manuel Rodríguez cursó sus primeros estudios en el aristocrático y exclusivo
colegio Convictorio Carolino de Santiago, pagado a medias por su padre y también con ayuda
de becas. Allí Manuel fue compañero y mejor amigo de otro futuro prócer
independentista, José Miguel Carrera, y además de todos los jóvenes que provocarían la
independencia y posteriormente gobernarían los destinos de Chile en los primeros años de la
república. Mientras el hogar familiar de los Rodríguez se ubicaba en la esquina suroriente de
la intersección de las actuales calles Morandé y Agustinas, la casa de los Carrera se
encontraba en la esquina sur poniente, sobre la actual Plaza de la Constitución, razón por lo
cual desde su infancia y luego en el colegio, fueron amigos entrañables.
Rodríguez siguió sus estudios superiores de Derecho en la Real Universidad de San Felipe,
recibiendo su doctorado de leyes en 1804. Ejerció la profesión.. posteriormente
como procurador del Cabildo de Santiago, pero no habría podido titularse, según la
explicación tradicional, debido que a que el sistema colonial de privilegios relativos al lugar de
nacimiento (España o América), lo postergó frente a otros estudiantes con mayores influencias
y nacidos en la península,3 versión que no es consistente con el hecho de que Joaquín
Fernández de Leiva y Erdoíza, su medio hermano y tutor de Rodríguez, era vicerrector de la
misma universidad.4
Los tres hermanos Rodríguez Erdoíza: Manuel, Carlos y Ambrosio, más su medio
hermano, Joaquín Fernández de Leiva, estudiaron Doctorado en Leyes.
Joaquín Fernández de Leiva y Erdoíza, el mayor de todos y medio hermano de los Rodríguez
Erdoíza, era el hijo del primer matrimonio de la madre con el comerciante español Lucas
Fernández de Leiva. Joaquín tuvo una exitosa carrera como magistrado, llegando a ser
diputado representante de Chile en las Cortes de Cádiz en 1810,y luego miembro de la corte
Virreinal en Lima, falleciendo en esa ciudad por 1814. El tomó como protegidos a sus
hermanastros Manuel y Carlos, animándolos a seguir estudios en abogacía.4
Mientras Manuel participaba en las últimas convulsiones de la Patria Vieja, Joaquín figuraba
como miembro de la corte virreinal limeña, en calidad de oidor de la Real Audiencia de Perú,
hasta que murió muy joven en 1814. Carlos Rodríguez Erdoíza, por su parte, tuvo una dilatada
carrera política durante los primeros años de la independencia. En 1814, José Miguel
Carrera lo nombró secretario (ministro) de Guerra. Más adelante, durante la
llamada Organización de la República, alcanzó el cargo de diputado, Ministro de Gobierno y
Relaciones e integrante de la Corte Suprema. En 1833, exiliado en Lima, mantuvo una ácida
polémica de prensa con Bernardo O'Higgins acerca del asesinato de su hermano Manuel,
responsabilizándolo del crimen. Por su parte, Ambrosio Rodríguez Erdoíza, también estuvo
involucrado en el proceso de independencia, llegando a ejercer como intendente de Chillán.

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