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Proyecto escritores en libertad Colegio Antonio García Ciclo V: Vanessa Carreño, Lesly Rodríguez.

LOS MONSTRUOS NO SIENTEN

PERSONAJES PRINCIPALES:

JULIÁN: Es un hombre de 37 años de piel trigueña con una estatura de 1.72 metros, delgado, con
cabellos castaños y ojos oscuros. Es proveniente de Córdoba, un lugar afectado severamente por el
paramilitarismo y por ende guarda un pasado oscuro, un pasado en el que vive el recuerdo de su
esposa, Diana, y sus hijos, Lina y Hugo por consecuencia de en ocasiones ayudar a grupos
guerrilleros. Desde ese suceso trágico, Julián, lleno de rencor y dolor, decide asesinar a los
paramilitares y a un civil conllevando a una pena de 47 años en la cárcel La Picota. Ahí,
comentándole de su vida a José, su abogado, comprende que ni siquiera intentando vengar a su
familia logrará superar las secuelas que le dejó la guerra. Como consecuencia, decide acabar con su
vida ahorcándose con un cable de luz en su celda no sin antes dejar una carta expresando lo que
sentía hacia los paramilitares y las injusticias del estado colombiano.

DIANA: Es una ama de casa de 35 años, la cual está casada con Julián desde hace ya 10 años.
Físicamente se caracteriza por su piel blanca, contextura delgada y un cabello ondulado y negro, su
estatura ronda entre 1.65 y 1.70 metros. Desde que Julián fue amenazado por primera vez por los
paramilitares, Diana estaba en contra de que él continuara alojando y ayudando a guerrilleros, pues
esa era la causa de las constantes amenazas y desplazamientos. En ella predomina el miedo y el
pesimismo por las experiencias vividas por el conflicto armado, en su voz siempre expresa temor y
en su rostro una preocupación vive: El peligro de la vida de ella y la de su familia. Lamentablemente
es asesinada por los paramilitares con el fin de dejarle claro a Julián que no atender los llamados de
ellos traería consecuencias fatales.

PERSONAJES SEGUNDARIOS:

HUGO: Es apenas un joven de 16 años de piel trigueña, con una estatura de 1.60-1.65 metros y
cabello negro, es una persona muy sensible pero a su vez madura y razonable. Después de la
muerte de su madre su actitud no cambia mucho, aunque vivía con un enorme dolor, se forzó a
continuar comportándose como antes principalmente por el bienestar de su padre. Por desgracia, un
día su vida y la de Lina se ven interrumpidas con la llegada de Los Tangueros a su casa.

LINA: Es una adolescente de 17 años con una estatura que ronda de 1.53 a 1.58 metros, es de piel
clara y con una complexión robusta. Lina tenía un pensamiento similar al de su madre en cuanto a lo
que hacía su padre, pero solía tomar una actitud más agresiva con ese tema. Para la edad que tenía,
ella ya se comportaba con su padre como si fuese mayor y superior, pues a veces aunque cruel y
dura era con él culpándolo de la compleja vida que tenía, él poco o nada podía contradecirle. Lina es
asesinada junto a Hugo, después de insultar a uno de los paramilitares y discutirle por un lapso de
tiempo muy corto.

LOS TANGUEROS: Cinco integrantes de este grupo paramilitar causaron la trágica vida de Julián y
su familia, pues eran los que rondaban por la zona que habitaban ellos. Entre ellos amenazaron,
desplazaron, torturaron y asesinaron a dicha familia, y también fueron los mismos que Julián asesinó.

ROBERTO Y CAMILA: Son guerrilleros que llegaron a Córdoba y terminaron conociendo a Julián y a
su familia, quienes los acogieron en su casa. A veces, Roberto y Camila llevaban más compañeros a
la casa de Julián y Diana conllevando a reuniones que ocasionalmente terminaban en pequeñas
fiestas. Después que se enteraran que Los Tangueros ya sabían de ellos y el lugar en donde se
encontraban, emprenden una huida que termina en un acto fallido, los terminan asesinando saliendo
de Córdoba.
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JOSÉ: Es un abogado de 40 años aproximadamente, alto y moreno de complexión delgada.


Interesado en el caso de Julián decide tomarlo para al menos rebajarle la condena de 47 años,
comienza escuchando su historia pero días después de comentársela, se entera que Julián se
suicida en su celda y que también le ha dejado una carta a él, pues era con la única persona que
había interactuado después del asesinato de su familia.

PERSONAJES AMBIENTALES:

TENDERO: Es una persona que atiende en un bar a Julián, pero luego es asesinado por él después
de un enfrentamiento entre los paramilitares en su bar. Físicamente se ve que ya tiene 60 años, es
robusto y es moreno, mide más o menos 1.70.

AMIGO DE JOSÉ: Una persona de una edad similar a la de José, es delgado y alto. Acompaña a
José al funeral de Julián.

ARGUMENTO:

Se relata la vida de Julián y su familia, unas personas que sufren de la guerra debido a los
Tangueros, un grupo paramilitar que operaba en Córdoba y 5 personas en específico en la zona en la
que vivían. Las experiencias vividas por este grupo son producto de acoger y hablar con guerrilleros,
quienes terminan siendo asesinados al intentar huir de Córdoba. La esposa de Julián, Diana, al saber
de las amenazas decide irse con sus hijos a una pieza en arriendo, de vez en cuando Julián los
sacaba a comer algo, y en un día de esos, cuando se hallaba sola, la asesinan.

Julián y sus hijos deciden irse a otra pieza en donde sólo él sería el que saldría mientras todo se
estabilizaba, pero lamentablemente, su hija ignora esa regla y sale a comprar algo, acto que provocó
que los guerrilleros supieran dónde vivían. En la noche irrumpen su sueño y después de una
discusión entre Lina (la hija de Julián) y un guerrillero, es asesinada junto con su hermano. Julián
termina parando en un bar durante tres días, pero allí descubre que cada jueves en la noche los
paramilitares van a dicho bar. Un jueves, Julián llega con una maleta llena de armas y después de
desafiar y agredirse con los paramilitares, los termina asesinando junto con un tendero. Eso conlleva
a que deba cumplir una pena de 47 años de cárcel en La Picota y termine conociendo a su abogado,
José, a quien le cuenta lo sucedido con ese grupo y después, decide suicidarse en su celda no sin
antes dejarle una carta a él. José, junto con un amigo, son los únicos que van al entierro de Julián,
pues no tenía ni familia ni amigos.

PRIMER ACTO

Cárcel la picota, un lugar en donde predomina y destaca el color gris y los metales tanto en el
suelo como en las paredes del lugar. La sala de visitas es un lugar oscuro, frío y casi vacío, en
donde lo único que la acompañan son un par de sillas, una mesa de madera ancha, un par de
cámaras a los costados superiores de las paredes y una puerta que se encuentra al lado
derecho.

ESCENA I
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José entra a la sala de visitas caminando de forma elegante con pasos algo ruidosos, en el
lugar se encuentra a su cliente sentado en las silla que se halla al lado contrario de la puerta
apoyando los codos en la mesa y las palmas de las manos en su frente la cual estaba echada
hacia abajo, en sus muñecas logra relucir el brillo de unas esposas plateadas. Antes de
sentarse nota en él cierta preocupación y una respiración algo entrecortada, como si intentase
no llorar o no alterarse. José cierra los ojos mientras de su boca sale un suspiro extenso y a
continuación, deja caer en la mesa un maletín de cuerina, al rato, se sienta.Tarda unos
segundos en decir algo debido a que su mente estaba en blanco para ese momento a causa
de las acciones de Julián.

JOSÉ: Mucho gusto Julián, desde ahora estaré manejando su caso. Soy su abogado, José.

Julián decide descubrir el rostro que se ocultaba entre sus manos, pero continúa con la frente
abajo.

JULIÁN: Sí (con un tono bajo y desanimado), ya me habían comentado de usted hace unos días.

JOSÉ: Bueno, mirando su caso por encima al parecer lo culparon de asesinar a un total de 6
personas, ¿eso es verdad?

JULIÁN: ¿Qué? No, yo no asesiné personas. Esos monstruos para mí ni sentimientos tenían, no
eran humanos en lo absoluto.

JOSÉ: ¿Pero usted los asesinó?

JULIÁN: Se lo merecían, esos hijueputas acabaron con mi vida, con todo lo que tenía. (Dicho esto
frunce el ceño y vuelve a colocar sus manos en su rostro)

JOSÉ: ¿No había otra manera de solucionar las cosas? ¿No ve ahora en lo que está metido?

JULIÁN: ¿Solucionar qué? Acá no había nada por solucionar, era de arreglar cuentas. Y no me
arrepiento en lo absoluto de lo que hice, si bien no me devolverá mi vida, al menos me pudriré en
esta cárcel en paz.

JOSÉ: Bueno, ¿y cuáles eran esas cuentas por arreglar que importaban mucho más que su libertad?

JULIÁN: Señor José, ¿usted tiene familia?

JOSÉ: Claro, una mujer que me espera en la noche con una niña de 11 años.

JULIÁN: ¿Usted qué sería capaz de hacer por ellas?

JOSÉ: Lo que sea necesario por su bienestar, ¿cuál es su punto?

JULIÁN: Ese, lo hice por el bienestar de mi familia.

JOSÉ: Pero Julián, usted no tiene familia…

JULIÁN: La tenía caballero. Intente hacer conexiones con lo que le he dicho hasta ahora.

JOSÉ: … (Tras un silencio incómodo José desliza por la mesa su pecho y sus antebrazos en
ella, mostrando en dichas acciones curiosidad) ¿Cómo comenzó todo?
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JULIÁN: La historia es larga, pero si usted no tiene problema yo se la contaré desde el inicio. Aunque
cuesta hablar de esto, usted es la primera persona que acepta escucharme sin llamarme “guerrillero
asesino”, es una oportunidad que no debo perder para desahogarme como debe ser.

SEGUNDO ACTO:

Es la casa de Julián de la cual sólo se logra ver la sala con un total con 1 sillón y un sofá, en
frente de estas dos hay una mesa llena de botellas de alcohol vacías y algunas envolturas de
papas. Julián, Diana y una pareja de conocidos se encuentran en el sofá y el sillón. También
se nota la puerta de la casa en el lado izquierdo de la sala y un teléfono fijo en dicha mesa
desordenada.

ESCENA I:

Julián, Diana, Roberto y Camila están sentados en el sofá riéndose de forma constante
mientras toman alcohol. Después de que las risas cesaran, las conversaciones iniciaron.

ROBERTO: Qué noche con ustedes. (Mencionó con un tono animado que incluía un poco de
risas)

CAMILA: Si no los hubiésemos conocido, no me imagino lo aburrida que debería ser esta mañana
para mí.

DIANA: Qué va, ustedes son los que ponen el ambiente acá.

JULIÁN: Haberlos acogido acá ha sido una de las mejores cosas que nos ha pasado en este mes.

CAMILA: ¿En serio? (risas) Tan lindos ustedes dos.

ROBERTO: Ay, acá no se vayan a poner sentimentales que se me tiran la reunión. En serio que esta
ha sido la mejor noche de todas, ¿no lo creen?

CAMILA: ¿La mejor noche? La mejor noche fue cuando llegamos con otros de nuestros
compañeros, eso sí que fue una fiesta.

JULIÁN: Uy sí, deberíamos repetir esa noche con ellos. Ellos eran la energía positiva y loca acá.

DIANA: Concuerdo contigo amor. ¿Pueden creerlo que uno le teme a la guerrilla por puros chismes
que se inventa la gente? O al menos ustedes no son así.

ROBERTO: ¡Los que sí son una porquería son esos asquerosos paracos! Vaya usted e intente
agarrarle confianza a esos manes y verá cómo le va.

Roberto hace notar que está ebrio por su comportamiento y forma de hablar, pues su voz es
muy alta al punto que grita y al pronunciar la última oración en algunas ocasiones lo hace de
forma errónea.

CAMILA: Papi cálmese un poquito que en la casa hay niños.

ROBERTO: ¡Qué calmarse ni qué ochocuartos! Esos malnacidos son lo peor que puede existir en
este mundo.
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CAMILA: Venga, vamos a dormir que usted ya está muy harto.

Roberto sin contradecir nada, deja que Camila lo levante y lo lleve a una habitación saliendo
así de la escena.

JULIÁN: Ese man sí es la cagada, siempre que toma no falta el momento en que haga severo
drama.

DIANA: Ya no se me hace raro, a mí ni me molesta.

ESCENA II

Hugo sale entra a la sala de la casa corriendo, llevando en sus manos una hoja de papel
blanca doblada a la mitad.

HUGO: Papá, vea lo que estaba debajo de la puerta de la casa, ahí tiene escrito su nombre. Como
que es para usted.
Julián intrigado se levanta del sofá y toma la carta que tenía su hijo en sus manos. Ya después
la abre y comienza a leerla.

DIANA: ¿Y bien? ¿Qué dice la carta?

JULIÁN: …

Julián ignora a su esposa y continúa prestándole atención a la carta. Con el pasar de los
segundos la expresión de felicidad se borra de su rostro, lo que provoca que se desplome en
el sofá y deje caer la carta al suelo. Entonces Hugo la toma y sólo la lee por un corto tiempo.

HUGO: Mamá, ¿quiénes son Los Tangueros?

Su madre al escuchar de ellos le rapa la carta a su hijo y comienza a leer rápidamente lo que
dice al tiempo que se lleva una de las manos a la boca con una expresión no muy positiva.

DIANA: Julián, ¿en mierdero nos hemos metido?

JULIÁN: No sé, no sé, no sé.

Julián con una expresión de desesperación se rasca la cabeza.

JULIÁN: Hugo, hágame el favor de llamar a la Camila, dígale que venga para acá.

Hugo sin responder nada sale corriendo y sale de escena.

DIANA: Negro, no podemos quedarnos acá.

JULIÁN: Mi amor ya pensaremos en eso luego, primero lo primero.

Hugo llega con Camila, quien aún está bastante animada y alegre.

CAMILA: ¿Me llamaba? Diga rápido que aún sigo en el intento de dormir a Roberto.
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En ese momento tanto Julián como Diana se miran mutuamente con angustia sin saber qué o
cómo decir lo que estaba sucediendo.

CAMILA: ¿Qué pasó? En serio ya me están asustando.

DIANA: Camila, usted y Roberto tienen que abrirse de acá ya.


CAMILA: ¿Pero por qué? Díganme de una vez qué es lo que está pasando.

JULIÁN: ¿Usted sabe quiénes son Los Tangueros?

CAMILA: ¿Quién no? Si esos paracos viven asustando y matando a la gente de estos lados.

JULIÁN: Acabamos de recibir una carta de esos manes, saben que usted y Roberto están acá.

CAMILA: No, espere, ¿qué? Oiga, usted no estará pensando en entregarnos a ellos, ¿o sí?

Camila queda en un estado de shock al recibir tal noticia, lo que convierte su actitud eufórica
en una histérica y temerosa.

JULIÁN: Pues por algo se lo estoy diciendo, ¿no? Usted y su marido deber largarse de acá ya.

CAMILA: ¿Usted cómo cree que nosotros vamos a salir cuando recién le entregaron esa carta? ¿No
ve que si nos vamos ahora esos cabrones saldrán a buscarnos de una?

DIANA: ¿Pero no ve usted que si no se largan ahora no sólo correrá riesgo usted y Roberto sino que
también nosotros y los niños?

JULIÁN: Camila, yo sé que ustedes dos se volvieron unos grandes amigos en este tiempo pero en
este momento creo que lo que dice Diana es verdad.

CAMILA: Sí… Yo lo sé…

Camila rompe en llanto en ese momento, por lo que Diana decide ir a consolarla abrazándola.

JULIÁN: Oigan, pero no especificaron en qué momento debían irse.

DIANA: Julián, no...

Camila cesa su llanto y se zafa de Diana ignorando el anterior comentario para acercarse a
Julián.

CAMILA: ¿Nos podemos quedar por unos días mientras miramos qué podemos hacer?

JULIÁN: Pues… Sí, yo no creo que haya problema si esos paracos no se enteran. Pero no se
pueden quedar mucho tiempo.

DIANA: ¡Julián no diga pendejadas! ¡Con esa gente no se juega!

JULIÁN: Ay flaca, no nos va a pasar nada si ellos no se enteran, relájese un poco.

CAMILA: Julián muchísimas gracias, en serio. No sé cómo pagárselo.


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JULIÁN: Sencillo, váyanse lo más pronto de aquí para que no tengamos problemas con esos manes.

CAMILA: Le juro que muy pronto ni usted ni su familia volverán a saber de nosotros.

TERCER ACTO:

Nuevamente, es la sala de la familia de Julián con la diferencia de que está arreglada y


completamente sola.

ESCENA I:

Julián entra a la casa notando que en el suelo hay una carta con la misma apariencia que la
anterior, con la diferencia que en el centro de ésta había una mancha roja. Él se agacha para
recogerla y la abre.

JULIÁN: ¿Y esto qué será?

Se sienta en el sofá y comienza a leerla en voz alta.

JULIÁN: “La desobediencia para nosotros es símbolo de resistencia y oposición, acá esas cosas no
son bienvenidas. Cuídese hijueputa, y también cuide a su familia si es que no quiere perderla. Esta
es la última vez que le decimos que entregue a esos guerrilleros, sino lo hace le aseguro que se
arrepentirá por el resto de su vida.”

Julián se queda en silencio por unos segundos y luego lanza un suspiro. A continuación
arruga la hoja convirtiéndola en una bola de papel y luego la lanza al piso.

JULIÁN: ¡Lina!

Del lado derecho de la sala llega su hija, Lina, atendiendo su llamado.

LINA: Sí señor.

JULIÁN: ¿Su mamá está en la casa?

LINA: No pues ella salió a comprar el almuerzo hace como diez minutos, yo creo que se tarda un
poquito. ¿Luego la necesita?

JULIÁN: No mija.

LINA: ¿Y entonces para qué pregunta?

JULIÁN: ¿Es que no tengo derecho a saber de su mamá?

Lina se queda en silencio por unos segundos.

LINA: Ay, dejemos así. Oiga papá.

JULIÁN: ¿Qué?

LINA: ¿Le puedo preguntar algo?


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JULIÁN: Diga.

LINA: ¿Es cierto que los paras nos quieren hacer daño?

Julián, sorprendido, de repente toma una actitud más agresiva.

JULIÁN: ¿Se puede saber a usted quién le dijo eso?

LINA: Nadie, escuché a mi mamá hablar con Hugo que dizque los paracos quieren echar a Roberto y
a Cami y que por culpa de ellos los ahora nos quieren hacer daño.

JULIÁN: … Mija, venga para acá.

Lina, haciéndole caso, se dirige hacia su padre y luego se sienta al lado de él. Luego, Julián le
agarra las manos a Lina.

JULIÁN: Yo no dejaré que nadie los lastime, y si lo llegaran a hacer, le juro que haría hasta lo
imposible para hacerles entender que nadie me los toca. ¿Entendió?

Julián procede a abrazarla y acariciarle la cabeza. Poco después la suelta.

JULIÁN: Ahora vaya a jugar un rato en su cuarto.

Lina asiente obedeciendo y se va de la sala.

ESCENA II:

Julián, sentando en el sofá en completo silencio, es interrumpido por tres golpes provenientes
de la puerta de la casa. Julián se levanta y abre la puerta encontrándose con Roberto.

ROBERTO: Qué hubo, hermano.

JULIÁN: ¿Qué más? ¿Y la Camila dónde anda?

ROBERTO: Supongo que estará en compañía del grupo, quién sabrá.

JULIÁN: ¿No debería ser más cautelosa?

ROBERTO: ¿Por qué? Si esos paracos ya la calmaron.

Julián hace un gesto de negación en silencio.

ROBERTO: ...¿Qué enviaron?

JULIÁN: Una carta, decía que era la última oportunidad para entregarlos si no queríamos tener
problemas.

ROBERTO: Pues supongo que ya nos toca irnos.

JULIÁN: ¡No! Qué tal, ustedes ni siquiera saben a dónde parar hermano.

ROBERTO: Pues sí pero yo no quiero que por culpa de nosotros les pase algo.
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JULIÁN: Relájese que no nos van a hacer nada, a un amigo mío lo viven amenazando esos manes y
al final no salen con nada.

ROBERTO: Julián, es que yo creo que ya estamos abusando de su confianza.

JULIÁN: Qué pena ni qué nada, yo no los voy a dejar morir.

ROBERTO: Yo no sé en serio qué haríamos sin usted.

JULIÁN: De seguro ya estarían muertos…

CUARTO ACTO:

La sala de la casa vuelve a ser el escenario, esta vez con los muebles movidos y un poco de
basura arrumada en un lado.

ESCENA I:

Diana está en el escenario limpiando primero, con un limpión, la mesa de madera mientras
tararea una canción. Como acto seguido después de finalizar con ese mueble, agarra una
escoba y comienza a barrer debajo del sofá hasta que de él sale un papel arrugado. Ella
decide para sus deberes, tomar la hoja y desarrugarla. Al leerla abre sus ojos con gran
asombro y deja caer la escoba causando que ésta hiciera un gran ruido. Al instante entra a la
sala Julián.

JULIÁN: Flaca, ¿qué pasó? Escuché un totazo horrible.

Diana se queda en silencio y lo único que hace es zarandear la carta de un lado a otro.

JULIÁN: ¿Qué es eso?

DIANA: A mí no me quiera ver la cara de marica Julián, dígame qué es esto ya.

JULIÁN: Flaca, primero cal-

Julián es interrumpido por un grito de Diana.

DIANA: ¡No me pida que me calme ahora! ¿Qué es esto?

JULIÁN: Es por eso que yo no quería que supiera, porque luego usted arma un show donde no hay
nada.

Diana se acerca a Julián y con la mano en la que tiene la carta lo empuja bruzcamente.

DIANA: Donde no hay nada, ¿donde no hay nada? ¿A usted le parece “nada” recibir amenazas de
esos paracos?

JULIÁN: Ellos no nos van a hacer nada.

DIANA: Julián, parece que usted no supiera cómo funcionan las cosas con ellos.
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JULIÁN: Porque sé cómo funcionan las cosas con ellos es que le digo que no nos va a pasar nada.
Deje el show Diana, no sea tan dramática.

DIANA: ¿Dramática yo? Vea Julián, si usted quiere poner en riesgo una vida por cuidar a esos
guerrilleros que sea la suya, no la de los niños ni la mía.

JULIÁN: ¿Qué me está queriendo decir?

DIANA: Que me largo con los niños así sea a pagar una pieza, pero que sea lejos de usted y el
peligro de estos manes. ¡Hugo, Lina! ¡Empaquen sus cosas que nos vamos!

Diana se va gritando lo último, Julián exaltado se va siguiéndola.

JULIÁN: Diana, ¡Diana!, no sea así, hablemos.

Los dos salen del escenario.

QUINTO ACTO:

Es una pieza pequeña, donde actualmente vive Diana con sus hijos, lo único que se ve son
dos colchones en el suelo, una mesa de noche entre estas dos y un sillón notoriamente
desgastado.

ESCENA I:

Diana, sentada en el sillón, se encuentra haciéndole un peinado a Lina, quién está arrodillada
en el suelo. Lina hace notar una actitud fría y taciturna y en varias ocasiones suspira con el fin
de llamar la atención de su madre.

DIANA: ¿Qué pasó? ¿Qué tiene?

LINA: ¿Por qué nos fuimos de la casa?

DIANA: Eso a usted no le incumbe, son temas de adultos.

LINA: ¿Es por lo que usted le contó a Hugo?

DIANA: ¿Cómo sabe eso?

LINA: Pues es que ustedes hablan muy duro, ¿cómo quieren que no los escuche?

DIANA: Pues no, no es por eso.

LINA: Mamá, ¿usted cree que ese día no los escuchamos gritar? Yo ya sé que fue por los paracos
esos, no me mienta más.

Diana se queda en silencio sin saber qué responder, sólo continúa con el peinado pero de
repente, al escuchar tres golpes con excesiva fuerza provenientes de la puerta de la pieza, se
detiene y se levanta.

DIANA: ¿Quién es?


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JULIÁN: Flaca, ¡ábrame ya!

Diana sin pensarlo dos veces sale corriendo hacia la puerta y le abre, al instante entra Julián
agitado, y al ver a su esposa decide abrazarla.

DIANA: Julián, ¿qué pasó?

JULIÁN: Flaca, usted tenía razón, esos paracos están locos.

DIANA: ¿Pero por qué lo dice? Julián, dígame qué está pasando.

Lo último lo dice exaltada y en medio de gritos. Julián la suelta y se queda en silencio.

DIANA: Julián contésteme de una vez por todas, ¿qué carajos pasó?

JULIÁN: Yo estaba acompañando a Roberto y a Camila a salir de Córdoba. Cuando estaban más o
menos lejos escuché disparos, salí corriendo a ver qué pasaba y los encontré tirados flaca. ¡Los
mataron! ¡Mataron a Roberto y a Camila!

Lina y Diana se quedan inmóviles, Diana cae al suelo arrodillada llorando y poco después Lina
hace lo mismo. Las dos se abrazan.

HUGO: Mamá, acá están las vueltas del almu…

Hugo entra por la misma puerta que entró su padre con unas compras, pero al verlas lo único
que hace es hacerle gestos a él para que le dijera lo que sucedió.

JULIÁN: Ahorita le cuento papi.

Diana, después de unos segundos se levanta y se recompone del llanto.

DIANA: Hugo, lo que sobró vaya y gásteselo en lo que quiera con su hermana, ¿sí?

Hugo, confundido, deja las compras en el suelo y levanta a su hermana para luego salir de la
pieza.

DIANA: Julián, nosotros tenemos que irnos.

JULIÁN: ¿Y para dónde según usted? No tenemos familia en otro lado, además nos podría pasar lo
mismo.

DIANA: Entonces proponga algo.

JULIÁN: Pues yo no creo que esos manes sepan que usted vive aquí con los niños.

DIANA: ¿Cómo puede estar tan seguro de eso?

JULIÁN: Pues yo no sé, sólo supongo. ¿Pero tiene un mejor plan?

DIANA: La verdad no, pero esto tampoco es seguro.


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JULIÁN: Será mantener la puerta con candado a todo momento y por las noches tener mucho
cuidado.

DIANA: Pues tocará porque qué más…

JULIÁN: Yo estaré viniendo seguido, quizás uno que otro día saque a los pelados a comerse un
helado, ¿le parece?

DIANA: Sí, tampoco me gusta que se queden todo el día acá encerrados.

JULIÁN: Bueno, entonces así quedamos flaca. Yo ya me voy.

DIANA: Bueno, chao.

JULIÁN: Mándeles saludos a los niños de mi parte.

DIANA: Bueno, yo se los mando. Cuídese.

Julián sale de la pieza, todo se queda en silencio. Diana mira a todos lados y luego continúa
llorando sentada en el sillón.

SEXTO ACTO:

La pieza de Diana vuelve a ser el escenario, se halla un poco desordenada.

ESCENA I:

Diana comienza arreglando los colchones con las cobijas desordenadas, una por una
mientras tarareaba, como siempre. Después de acabar con los colchones comienza a barrer
hasta dejar un montón pequeño de basura en el suelo y luego lo dirige con la escoba a el
recogedor para botarlo en una pequeña caneca. Después de acabar apoya sus manos en el
palo en la escoba y en las manos, su mentón con un gesto de aburrimiento.

DIANA: ¿Qué horas son?

Diana dirige su mirada a un reloj colgado detrás del sillón.

DIANA: Faltan 15 para las 3. Espero que mis niños la hayan pasando bien con Julián, ya dentro de
poco vuelven.

Diana se echa en el sillón exhausta y luego cierra los ojos. De repente alguien golpea a la
puerta en varias ocasiones.

DIANA: (Risas) Estos chinos, se nota que ya se mamaron de tantas salidas con el papá.

Volvieron a golpear fuerte.

DIANA: Ay Julián, siga golpeando así y verá que no le abro.


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Al abrir su sonrisa se borra de su rostro y se convierte en un rostro lleno de terror.


Lentamente comienza a caminar hacia atrás levantando sus manos. Luego entran armados
cinco sujetos con camuflado color verde, una gorra del mismo diseño y con un pañuelo color
negro que les cubría la mayoría del rostro.

DIANA: ¿Quiénes son ustedes?

PARAMILITAR 1: Qué pena señorita, pero acá nosotros somos los que hacemos las preguntas. ¿A
quién nombró antes de abrirnos si es que se puede saber?

DIANA: A nadie…

PARAMILITAR 2: Vea vieja estúpida, a nosotros no nos quiera ver la cara de idiotas. O nos dice ya o
le volamos esa cabeza de un puto tiro.

El paramilitar 2 de acerca a Diana apuntándole con el arma en la frente. Diana comenzó a


temblar aún más y comenzó a llorar.

PARAMILITAR 1: Señora, acá nosotros no venimos a conversar. Qué pena por usted, pero su
marido no acató nuestras normas y se hizo el pendejo, así que ya sabe qué le sucederá a usted y a
sus hijos para que él aprenda con quién está hablando.

Diana rompe en llanto y se arrodilla lentamente.

DIANA: Por favor, por lo que más quieran, no me maten. Se los pido.

PARAMILITAR 1: Señora, eso debería habérselo dicho a su marido, él fue el que la mató.

El paramilitar 1 se aleja de lugar haciéndole señas a sus otros 4 compañeros. quienes la


habían rodeado. Después de la señal, se escuchan varios disparos, al alejarse todo el grupo,
se ve el cadáver de Diana lleno de sangre.

SÉPTIMO ACTO:

La habitación de Diana está hecha un desastre, el sillón está caído hacia atrás, los colchones
están medio girados y por el suelo se logran ver varias hojas regadas, detrás del sillón
destrozado se encuentra Diana muerta. La puerta de la pieza está abierta.

ESCENA I:

Se logran escuchar las risas de Hugo, Lina y Julián antes de entrar a la habitación, pero
cuando entra Julián todos se quedan en silencio.

JULIÁN: ¿Y esto qué fue? ¿Flaca?

Julián mira a todos lados asustado, hasta que ve pegada en la puerta una nota con manchas
rojas, la quita rápido y la comienza a leer en voz alta.

JULIÁN: “Y esto es sólo el inicio.”

Julián, confundido, logra ver las piernas de Diana, pues es lo único que se notaba a causa del
sillón. Comienza a correr hacia allá, se tira al suelo y abraza a Diana.
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JULIÁN: ¡Flaca! ¿Quién me le hizo esto? ¿Quién me la mató?


Pronuncia dichas palabras con una voz entrecortada y temblorosa. Los niños al escuchar lo
último corren hacia Julián.

HUGO: ¡No! ¡Mi mamá no! ¡Mi mamá no! ¡Mi mamá no!

Hugo se tira al suelo y se encoge de piernas mientras pronunciaba lo último. Lina, a diferencia
de su padre y su hermano, no llora, sólo se queda de pie contemplando el cuerpo hecho
pedazos de su madre.

LINA: Acá sólo hay un culpable, y es usted.

Lina señala a su padre y luego lo empuja.

LINA: ¡Usted no merece llorarla! ¡Por su culpa mi mamá está muerta! ¡Lárguese!

Lina continúa empujándolo hasta que él se levanta y decide alejarse de allí en completo
silencio, pero no sale de la habitación. Vuelve a tomar la nota y la rompe, luego se tira al suelo
gritando a la vez que golpea con fuerza el suelo. Hugo al ver a su padre así se levanta rápido,
se acerca a él y lo abraza.

HUGO: Mi hermana lo dice porque está dolida papá, no lo dice en serio.

JULIÁN: Perdónenme por hacerles esto hijos, en serio. Ustedes no se merecen esta vida.

HUGO: No se haga esto papá, ahorita lo que necesitamos es que usted sea fuerte para nosotros.

Lina lanza una carcajada sarcástica.

LINA: Hugo, no sea imbécil, abra los ojos. Ese man lo único que nos trae son problemas.

HUGO: Lina, ya cálmela que usted no es la única dolida por esto, no sea egoísta.

Lina pone los ojos en blanco y en medio de gruñidos sale de la habitación.

HUGO: Papá, ¿y ahora a dónde cogemos?

JULIÁN: Si yo supiera ya nos habríamos ido hace rato…

HUGO: Pues papá… Tocará camuflarnos o no sé, salir de acá pero que no sepan de nosotros.

JULIÁN: Pues sí, tocará… Mijo, vaya y busque a Lina y háblele de eso, ¿sí?

HUGO: Bueno papá, ya vengo.

JULIÁN: Tómese el tiempo que necesite para hablarle de eso, no la traiga que ella está furiosa
conmigo.

HUGO: Bueno, ya le digo qué dice de esto.


Proyecto escritores en libertad Colegio Antonio García Ciclo V: Vanessa Carreño, Lesly Rodríguez.

Hugo se levanta del suelo y sale de la pieza. Tiempo después Julián se levanta y mira afuera
de la pieza para comprobar que no haya nadie, luego, se dirige hacia su difunta esposa.

JULIÁN: Flaca, perdóneme por no hacerle caso, por ignorar todo lo que me decía, perdóneme por
hacer que le hicieran esto.

Julián se agacha y la abraza nuevamente con lágrimas en sus ojos para luego dirigir sus
manos a su rostro y cabello con el fin de proporcionarle unas caricias.

JULIÁN: Juro por mi vida que protegeré a estos niños con mi vida si es necesario, y los cuidaré de
todo peligro. Se lo juro flaca.

Agarró las manos de Diana y las besó en varias ocasiones. Luego acomodó el sillón y la
levantó para sentar el cadáver, antes de irse le dio un prolongado beso en la frente.

OCTAVO ACTO:

Es una habitación nueva, pero se ve sucia y descuidada, está completamente vacía, fría y
oscura.

ESCENA I:

Julián, Hugo y Lina llegan al lugar, entran y sueltan lo único que tienen: Dos maletas y cinco
cobijas. Lina al entrar ve el lugar con desagrado y repugnancia.

LINA: ¿Esto es lo mejor que pudimos conseguir?

HUGO: No sé qué esperaba la reina, ¿una mansión de casualidad?

LINA: Hugo, ahorita no estoy de humor para sus sarcasmos.

HUGO: Nosotros tampoco estamos para sus pataletas y caprichos. Es lo único que pudimos
conseguir, no sea descarada.

Lina le dirige una mirada de enojo a su hermano, luego se va al rincón y acomoda una de las
cobijas en el suelo.

JULIÁN: ¿Quieren dejar de pelear? Hay cosas más importante por hacer.

LINA: Sí, por ejemplo huir de esos manes por culpa suya.

HUGO: ¡Lina!

Lina se encoge de hombros y se ríe brevemente. Julián, acomoda una de las cobijas para él y
le entra el resto a sus hijos mientras ignoraba lo último dicho por ella.

JULIÁN: Esto es lo que vamos a hacer, ustedes se quedarán acá todo el día, intenten no salir por
nada del mundo. Yo mientras tanto saldré a buscar trabajo y comida, ¿les parece?

LINA: Pues no pero qué más podemos hacer.

HUGO: Fresco papá, de acá no nos movemos, ¿cierto Lina?


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LINA: Sí, sí.

JULIÁN: Bueno, pues yo me voy desde ahora a mirar qué hago. No se les olvide cerrar con seguro la
puerta y no le abran a nadie, por favor. Posiblemente no venga hasta mañana.

Julián se acercó a Hugo y le dio un beso en la cabeza, y aunque intentó lo mismo con Lina ella
desvió su cabeza rechazándolo de una forma cruel. Julián frunció el ceño con disgusto y se
fue de la habitación, luego, Hugo se levantó y cerró con seguro la puerta.

HUGO: Lina, ¿usted por qué es así con mi papá?

LINA: ¿Cómo que por qué? ¿Le parece poco lo que estamos pasando ahora?

HUGO: Si usted hubiese estado en el lugar de mi papá también habría hecho lo mismo y lo sé
porque usted quería mucho a Camila.

LINA: Entre Camila y mi familia obviamente yo escojo a mi familia.

HUGO: ¿Usted? ¡No me haga reír! Se nota que usted desde el inicio solo piensa en su propia
felicidad, usted es una egoísta.

LINA: ¡A mí no me hable así!

HUGO: Cuando usted deje de hablarle a mi papá de esa forma, yo haré lo mismo con usted.

LINA: ¡Yo nunca lo perdonaré por lo que pasó! Así que bien puede seguir tratándome mal.

HUGO: Usted tampoco lo habría perdonado si hubiese entregado a Roberto y a Camila a esos
manes, ¿o me equivoco?

Lina se quedó en silencio y después de gruñir le dio la espalda a su hermano al tiempo que se
acostaba.

HUGO: Eso pensé…

Hugo también se acostó dándole la espalda a su hermana. En un silencio incómodo, Lina se


voltea y decide sentarse.

LINA: Yo no lo odio…

HUGO: ¿Qué?

LINA: Yo no odio a mi papá.

HUGO: Se nota… (sarcasmo)

LINA: Ay, póngase serio.

HUGO: Entonces sea coherente con lo que dice y hace.

LINA: ¿Me puede dejar hablar?


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HUGO: Pues hable.

LINA: Yo no lo odio y sé que no es la culpa de él que mi mamá haya muerto, él sólo quería proteger
a Roberto y a Camila de esas sabandijas.

HUGO: ¿Entonces por qué lo trata así?

LINA: Ni siquiera lo sé, quizás es la necesidad de culpar a alguien de lo de mi mamá y no quedarme


callada.

HUGO: Sí, pero por eso ahora mi papá cree que usted lo odia. Se siente miserable.

LINA: ¿Qué debo hacer?

HUGO: Sencillo, disculparse con él.

LINA: Pero yo no soy buena con las palabras.

HUGO: Escríbale una carta.

LINA: Pero no tenemos en dónde ni con qué escribir.

Hugo se levanta del suelo y se dirige a una de las maletas para abrir un bolsillo pequeño,
sacar dos mil pesos y dárselos a su hermana.

HUGO: Tenga, para que compre unas hojas y un esfero.

LINA: Pero… ¿No que no podemos salir?

HUGO: Tranquila, no creo que mi papá se entere, además por una salida no nos va a pasar nada.

LINA: No, pero que al menos alguno de los dos se quede acá vigilando si mi papá llega.

HUGO: Bueno, entonces yo me quedo acá. Vaya rápido.

Lina toma el dinero y con entusiasmo se levanta para abrir la puerta y salir a comprar lo que
hugo le dijo.

ESCENA II:

Lina no tarda mucho en llegar con la compra, golpea y Hugo le abre. Al entrar se dirige
directamente a la parte de la pieza, acomoda una hoja en el suelo y comienza a escribir.

HUGO: Despacio, que no es que se vaya a acabar el mundo si no la hace ahora.

LINA: Cállese que estoy concentrada.

Hugo se ríe al escucharla y luego va hacia Lina para ver qué estaba escribiendo. Lina, al sentir
que Hugo la estaba observando escribir, para y voltea la hoja.

LINA: No sea chismoso que esto no es para usted.


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HUGO: ¿Qué tal necesite de mi ayuda?

LINA: Claro que no, quiero que todo lo que esté escrito acá sea 100% mío. Así que váyase, ahorita
se la leo si quiere, pero ahora no.

Al momento que Hugo se va Lina voltea la hoja y continúa escribiendo.

HUGO: Ay Dios mío, tanta ciencia para una carta…

LINA: Ay Hugo, no joda.

HUGO: Mejor me callo antes que me eche un madrazo.

Los dos se quedan en silencio por un largo tiempo mientras Lina continúa escribiendo.

HUGO: ¿Ya?

LINA: Cállese.

El silencio vuelve por otros segundos más, hasta que Lina se levanta junto con la hoja.

HUGO: Casi que no…

Lina se acerca a Hugo y con una mirada seria le entrega la carta.

LINA: Léala y me dice cómo quedó.

HUGO: A ver… “Papá, sé que no he sido la mejor hija últimamente y me he portado muy mal con
usted, espero que pueda perdonarme por ser fría e indiferente en varias ocasiones Lo quiero mucho.
Lina”.

LINA: ¿Y qué tal? ¿Cómo quedó?

HUGO: Pues para ser de usted no está mal. Ahora esperemos a que llegue en la mañana para que
usted le muestre esto.

LINA: ¿Mañana?

HUGO: ¿No se acuerda lo que dijo antes de irse?

LINA: Ay verdad…

HUGO: Pues ni modo, espere hasta mañana.

LINA: Pues tocará…

NOVENO ACTO:

La habitación alquilada en esta ocasión está con las luces apagadas, pues es de noche.

ESCENA I:
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Lina y Hugo están durmiendo en el suelo en sus respectivos lugares. Lina sostiene en su
mano la carta que le escribió a su padre. De repente y de la nada, se escucha un golpe fuerte
proveniente de la puerta, pues la han tirado por completo producto de patadas. Hugo se
levanta rápidamente antes de que entren y decide acercarse a su hermana, quien está en un
rincón llorando desesperadamente. Nuevamente, al entrar, son los mismos 5 paramilitares que
asesinaron a Diana.

PARAMILITAR 3: ¡Quietos!

El paramilitar 3, quien es el primero en entrar y hablar, les apunta a los dos hermanos con un
rifle. Mientras tanto, Hugo intenta calmar a su hermana abrazándola.

PARAMILITAR 5: ¿Dónde está? ¿Dónde está ese cabrón? ¡Respondan!

El paramilitar 5 procede a hacer lo mismo que el paramilitar 3. Debido a que no hubo


respuesta pronta por parte de alguno de los dos, dispara al techo.

PARAMILITAR 5: ¡Respondan si no quieren morir!

HUGO: ¡No sabemos! ¡En serio no sabemos!

LINA: Y si supiéramos no les diríamos.

PARAMILITAR 3: Oigan a esta niña, ¿usted sabe con quién está hablando culicagada?

LINA: No me importa con quién esté hablando, no les diré ni mierda de mi papá así me tengan que
matar.

HUGO: Lina, no. Cállese…

Lina se suelta de su hermano y se levanta aunque temerosa, decidida.

LINA: ¡No, no me voy a callar! ¡Estoy mamada de huirles! ¡Si me quieren matar háganlo cabrones!
¡Pero al menos moriré enfrentándolos!

PARAMILITAR 5: Pues ya que tanto insiste pelada, su petición se hará realidad.

El paramilitar 5 de apunta en el pecho a Lina y luego le dispara.

HUGO: ¡Lina!

Hugo la abrazó fuerte mientras lloraba, Lina aún seguía viva, pero se notaba débil, pues muy
poco se movía.

PARAMILITAR 1: ¿Saben qué? Dispárenle también al pelado, ya me mamé de estar aquí.

El paramilitar 4 acata las órdenes del paramilitar uno y le dispara dos veces a Hugo, un
disparo en el pecho, y otro en el estómago. Poco después se van dejándolos heridos de
gravedad.

HUGO: Lina… Perdóneme por no haberla protegido.


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Lina respondió inicialmente con una risa débil y luego con una tos fuerte.

LINA: ¿Qué cosas dice usted? Antes yo provoqué al man, le pido perdón…

Hugo suelta a Lina por un momento para agarrar la carta la cual estaba en el piso, con gran
esfuerzo se logra estirar para pasársela a Lina.

HUGO: ¿Y ahora qué hacemos con esto?

LINA: Terminémosla…

Lina agarra un esfero que se encontraba cerca de ella, se levanta con mucha dificultad y
comienza a decir lo que escribe en voz alta.

LINA: “Papá, quizás esta sea la última vez que le escribamos. Todo fue culpa mía, salí a comprar la
hoja y tinta que está leyendo ahora, de seguro me vieron afuera y me siguieron. Hugo y yo estamos
agradecidos por todo el sacrificio que ha hecho por nosotros, quizás cuando llegue ya no estaremos,
ni siquiera sé si podré terminar esta carta. Lo que quiero decir es que lo queremos mucho y por favor,
huya, haga otra vida, sea feliz”.

Lina se comienza a reír nuevamente y se acerca a Hugo, quien está acostado.

LINA: Hugo, ¿quiere escribir algo?

Lina no recibe respuesta de su hermano, por lo que lo intenta mover varias veces, pero sigue
sin reaccionar. Lo único que hace es acercarse a él, acostarse a su lado y abrazar la carta.

LINA: Ya pronto volveremos a vernos, falta poco…

Lina, al decir eso, muere.

DÉCIMO ACTO:

Es un bar con muy poca gente, el mesón es de madera y se nota que está desgastado y viejo
al igual que las sillas y lo demás en ese lugar. Detrás del mesón se ve una nevera grande con
un vidrio transparente, la cual contiene en su interior varias botellas de alcohol.

ESCENA I:

Julián se encuentra sentado en una silla de madera cerca a un mesón en el que se encuentran
varias botellas de alcohol vacías. Su cabeza se encuentra apoyada por sus manos, las cuales
están apoyadas en dicho mesón. El tendero, curioso, mira a Julián y luego lo zarandea del
hombro.

TENDERO: Hombre, ¿se encuentra bien?

JULIÁN: ¿Y a usted qué le importa?

Todo lo que dice se ve afectado por lo efectos del alcohol, pues se le dificulta en exceso
hablar.
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TENDERO: ¿Pues no ve que usted se encuentra en mi tienda desde hace tres días bebiendo alcohol
como si de agua se tratara?

JULIÁN: ¿Y eso no es bueno para su negocio?

TENDERO: Lo es, pero creo que usted ya ha tomado demasiado. ¿Por qué no se va a su casa?

JULIÁN: Casa… ¿Qué casa si no tengo? Ya no tengo nada…

TENDERO: Entonces deje de gastar su dinero en alcohol y búsquese una vivienda.

JULIÁN: ¿Para qué? Si luego llegan esos infelices a sacarme.

TENDERO: ¿A quiénes se refiere? ¿A Los Tangueros?

Julián alza su rostro y mira al tendero con desconfianza.

JULIÁN: ¿Y usted cómo sabe de ellos?

TENDERO: ¿Quién no va a saber de ellos por estos lados, si cinco vienen a cada nada a joder al que
se les dé la gana? Además vienen cada jueves por la noche a tomarse unos tragos.

JULIÁN: ¿Cinco de ellos? ¿Y siempre son los mismos?

TENDERO: Sí, ¿pero por qué tantas preguntas?

JULIÁN: No… Sólo por curiosidad.

TENDERO: Pero usted no me ha respondido si son esos manes los que lo tienen así.

JULIÁN: No, son otros. ¿Y a qué hora vienen esos manes?

TENDERO: A eso de las ocho, nueve de la noche.

JULIÁN: ¿Y siempre vienen armados o qué?

TENDERO: Sí, pero por lo general dejan sus armas juntas en una mesa.

JULIÁN: Ah bueno vecino. Tome, aquí le pago, muchas gracias por atenderme.

Julián saca su billetera y de ella saca un dinero que el tendero recibe antes de que él se vaya.

TENDERO: A usted, por esos tres días por acá.

UNDÉCIMO ACTO:

La cárcel la picota, nuevamente, en lugar en donde Julián comenzó a contarle a José todo.

ESCENA I:

José y Julián se encuentran nuevamente hablando sobre lo sucedido como en el inicio.


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JULIÁN: Y bueno, cuando salí de ese bar comencé a planear la muerte de todos ellos. Ya después
conseguí las armas y lo único que faltaba era que llegara el día.

JOSÉ: No claro, hasta donde usted me ha contado, en serio le ha tocado muy duro. No niego que yo
también habría podido actuar así.

JULIÁN: ¿Sabe qué es lo peor? Que lo que le prometí a mi esposa nunca lo cumplí, porque ni
siquiera di mi vida para que ellos al menos intentaran estar a salvo. No los cuidé bien, y eso sucedió
días después de lo que le sucedió a Diana.

JOSÉ: Hombre, ¿pero no cree que usted se está dando muy duro con eso?

JULIÁN: Todo esto sucedió por mi terquedad, si los hubiera entregado o si los hubiera echado al
instante nada de esto habría pasado, y si hubiera cuidado a los niños bien, tampoco estaría así.

JOSÉ: Pero es que usted no tenía idea que su hija se iba a salir.

JULIÁN: ¿Cómo puedo decir que ella tuvo la culpa de su propia muerte cuando fui yo el que
comenzó todo esto?

JOSÉ: Sigo pensando que usted se está dando muy duro con la muerte de ellos.

JULIÁN: Espero y deseo que en serio usted nunca pase por lo mismo, pero en caso de que eso
suceda, entenderá y sentirá lo mismo que ahora yo siento.

JOSÉ: … Bueno, mejor sígame contando qué sucedió después.

DUODÉCIMO ACTO:

El bar vuelve a ser el escenario, en este caso no hay nadie a excepción del tendero y Julián.

ESCENA I:

Julián se encuentra encapuchado, sentado en una mesa en la esquina del bar tomándose
únicamente una cerveza, a su lado tiene una maleta en la cual carga dos armas en total. El
tendero se acerca a él con cierto afán.

TENDERO: ¿Seguro que se quiere quedar acá? Esos manes ya vienen, y por lo general lo les gusta
ver a nadie por acá.

JULIÁN: Sí señor, pero tranquilo que no me va a suceder nada.

TENDERO: Pero es que…

Se interrumpe a sí mismo al escucharlos llegar risueños. Luego se aleja rápidamente de Julián


y se acerca a los paramilitares para atenderlos.

TENDERO: Muy buenas noches, caballeros. ¿Qué quieren que les traiga?

PARAMILITAR 4: A mí tráigame media de guaro.

PARAMILITAR 2: A mí y al resto tráiganos cuatro polas.


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El tendero va velozmente hacia la nevera, mientras saca el alcohol, los paramilitares observan
a Julián sin saber quién es, pues la capucha impide verle el rostro.

PARAMILITAR 3: ¡Oiga! ¡Nosotros le dijimos algo sobre las visitas cuando estuviéramos! ¡¿Qué
hace este man acá?!

El tendero mientras lleva y pasa las bebidas alcohólicas a los paramilitares va respondiendo.

TENDERO: Yo le dije varias veces que se fuera, pero no quiere.

PARAMILITAR 1: ¡Oiga! ¡¿Es que no escucha?! ¡Que se largue ahora y no quiere que le echemos
bala!

Julián los ignora y sólo se digna a beber un poco de la botella que tiene.

PARAMILITAR 5: ¿Será que este man es sordo o se quiere hacer el pendejo con nosotros?

El paramilitar 5 se acerca a Julián con una actitud amenazante.

PARAMILITAR 5: ¿Le enviamos tarjeta de invitación para que se abra de acá o qué?

Antes de que el paramilitar 5 lo fuera a agarrar del hombro, Julián procede a levantarse, sacar
una pistola que se hallaba escondida en una de sus mangas, y rápidamente le dispara al
paramilitar en la cabeza, causándole una muerte instantánea. Antes que los paramilitares
tomaran las armas salió corriendo y empujó la mesa lejos con uno de sus pies. Cuando cuatro
restantes paramilitares se hallaban acorralados Julián se quitó la capucha dejando ver quien
realmente era.

PARAMILITAR 2: Ni crea que matándonos acabará todo.

JULIÁN: Con lo único que busco acabar es con sus repugnantes vidas.

Julián se acerca al paramilitar 2 y le propina un puño en el rostro, lo que hace que resbale y
caiga inconsciente.

JULIÁN: No se imaginan lo satisfactorio que es verlos así a todos.

El paramilitar 3 aprovecha la oportunidad para correr y alcanzar un arma, pero antes que lo
logre, Julián le dispara en una de sus piernas causando que se caiga. Después, Julián, se
acerca y le dispara 4 veces en el pecho, y dos en la cabeza.

JULIÁN: Uno menos…

PARAMILITAR 1: Por favor, no nos mate, nosotros sólo cumplimos órdenes.

Julián se comienza a reír fuerte y ruidosamente, luego acorrala al paramilitar 1 y le apunta con
la pistola en el cuello.

JULIÁN: Claro, y en la cara se le nota que le disgusta, cabrón.


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El paramilitar 1 es golpeado en el estómago y luego en el rostro. El paramilitar 4 aprovecha


para salir corriendo hacia Julián y golpearlo con un palo en la espalda, como consecuencia
Julián cae al suelo adolorido, el paramilitar 1 lo patea en el estómago 3 veces, a la última es un
acto fallido, pues su cuello resulta con una herida de bala causada por Julián.

PARAMILITAR 4: A ver si ahora puede conmigo.

Julián se gira notando que el paramilitar 4 tiene un rifle en sus manos, a lo que rápidamente
reacciona tomando una escopeta de su maleta. Entre varios disparos fallidos el paramilitar 4
logra darle en un hombro, pero al confiarse por verlo en el suelo delirando, termina muerto por
un disparo en el pecho de la escopeta que Julián tenía.

Después de que todo se quedara en silencio, Julián se levanta con cuidado debido al disparo
en su hombro y logra notar que el tendero toma un teléfono.

TENDERO: Aló, policía. Por favor, vengan de inmediato, un hombre armado asesinó a cinco civiles.

Julián le apunta al tendero y al paramilitar 2, quién está inconsciente.

JULIÁN: Qué pena, son 5 paramilitares y un civil.

Después de pronunciar esa frase le dispara al paramilitar 2 y al tendero, al tiempo.

JULIÁN: ¿Creyó que no me di cuenta cuando le pasó el arma a ese maldito paraco? Imbécil.

DÉCIMO TERCER ACTO:

La cárcel La Picota vuelve a ser el escenario.

ESCENA I:

Julián se encontraba riéndose solo, mientras que José estaba incómodo con una expresión
incómoda.

JOSÉ: O sea que no sólo eran paramilitares, usted también asesinó a un civil.

JULIÁN: Bien merecido se lo tenía, tras de que le estaba mintiendo a la policía, por culpa de él casi
me matan.

JOSÉ: Julián, pero con eso último es más jodido que le rebajen la pena.

JULIÁN: ¿Que me rebajen la pena? ¿Y para qué querría yo eso? ¿Para que me maten más rápido
los otros paracos? No, gracias.

JOSÉ: Entonces… ¿Para qué pidió un abogado?

JULIÁN: Para poder desahogarme, lo necesitaba, en serio.

JOSÉ: … Ay Dios mío…

JULIÁN: Discúlpeme si está enojado, pero sé que si se lo decía antes, usted no me escucharía, y no
quiero morir guardándome la verdad.
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JOSÉ: ¿Morir? ¿Y usted por qué moriría acá?

JULIÁN: Cuando salga lo más probable es que sea en un cajón, pues ya sería un milagro salir a los
80 vivo.

JOSÉ: Bueno sí, tiene razón.

José se levanta de su silla y le extiende la mano a Julián, a lo que él le responde estrechando


su mano.

JOSÉ: Fue un gusto conocerlo, señor Julián.

JULIÁN: Lo mismo digo, José.

José se dirige hacia la salida de la sala de visitas no sin antes detenerse por un llamado hecho
por Julián.

JULIÁN: José, qué pena molestarlo, ¿pero será que usted podría venir en 4 días a la cárcel?

JOSÉ: ¿Para qué? Si yo no voy a estar atendiendo su caso.

JULIÁN: Sólo venga, por favor, será la última vez que sabrá de mí.

JOSÉ: … Bueno, vendré pero no me quedaré por mucho tiempo.

JULIÁN: Le aseguro que no lo demorarán.

José al final sale de la sala de visitas.

DÉCIMO CUARTO ACTO:

Es un lugar al aire libre, está nublado y se ve algo oscuro y sombrío el lugar, hay varias
lápidas de color gris, pero una de ellas resalta más que todas, pues se nota que está recién
hecha, además, aún se nota que fue excavado recientemente.

ESCENA I:

José se encuentra caminando con un amigo suyo, hasta que se detienen en medio de una
tumba.

JOSÉ: Aquí es.

AMIGO DE JOSÉ: ¿Seguro? Esto está muy vacío para ser un entierro, sólo estamos usted y yo.

JOSÉ: Lastimosamente sí, él no era de hacer amigos y toda su familia murió.

AMIGO DE JOSÉ: ¿Usted qué era de él?

JOSÉ: Su abogado, por 30 minutos, más o menos.

AMIGO DE JOSÉ: ¿Entonces qué hacemos acá?


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JOSÉ: A mí él me invitó, a usted lo traje porque no quería venir solo.

AMIGO DE JOSÉ: Espere, ¿cómo así que él lo invitó? ¿Ya sabía cuándo iba a morir?

JOSÉ: Sí, pues él se suicidó. Quizás como sabía que nadie vendría a su funeral, decidió invitarme
sin que yo supiera qué haría.

AMIGO DE JOSÉ: ¿Puedo saber cómo se suicidó?

JOSÉ: Con un cable de luz, se ahorcó con él. Nadie sabe de dónde lo sacó.

AMIGO DE JOSÉ: ¿Y dejó una carta?

JOSÉ: Sí, acá la tengo, pero no la he leído.

AMIGO DE JOSÉ: Pues léala ahora.

JOSÉ: ¿Quiere saber qué dijo?

AMIGO DE JOSÉ: Si usted me lo permite…

José saca una carta entre uno de los bolsillos de su esmoquin y comienza a leerla en voz alta.

JOSÉ: “A usted, el único que me escuchó antes de mi partida, ahora, en mi partida, le dejo una carta
para que me lea.

Se me inculpó de asesinar a 6 personas y sí, lo hice, pero nadie quiso saber mis razones y quiénes
eran esos sujetos. No investigaron a detalle quiénes eran esos monstruos sin corazón, sin
sentimientos, sólo bastó con saber que el único testigo era yo, el asesino, y que había asesinado a
varias personas, eso bastó para juzgarme, pero nadie lo juzgaron por el asesinato de mi esposa y
mis hijos, ahí sí no hubo culpable alguno, sólo recogieron los cuerpos y me dijeron la causa de
muerte, la cual yo ya sabía. Desde ahí no volví a saber ni siquiera si los enterraron o no. Vivo en un
lugar en donde la víctima es el criminal. Mientras le conté mi historia entendí que no sólo los
paramilitares eran los culpables, ahí también estaba incluido el Estado y su putrefacta justicia.
Cuando conté mi historia entendí que no tenía sentido que yo siguiera vivo mientras el mundo me
tachaba de guerrillero y me insultaba a diestra y siniestra, no tenía sentido que yo quisiera vivir,
hiciera una familia y fuera feliz, como decía mi hija, para que al final los paracos y el país se me
burlara en la cara repitiendo mi historia. Ni siquiera tiene sentido que yo le esté escribiendo a la única
persona con vida que sabe de mí no por lo que dice la gente, sino por lo que soy realmente.”

AMIGO DE JOSÉ: En serio lo lamento por ese man…

JOSÉ: Igual yo, pero creo que es mejor que ahora por fin esté descansando.

AMIGO DE JOSÉ: Sí, supongo que tuvo que sufrir mucho en esta vida.

JOSÉ: Que en paz descanse, Julián.

José saca una rosa de su esmoquin y la tira al ataúd.

AMIGO DE JOSÉ: Bien, José, tenemos que irnos.


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JOSÉ: Bueno, vaya siguiendo, ya ahorita lo alcanzo.

AMIGO DE JOSÉ: Bueno, lo espero afuera.

José se agacha, abre un poco de espacio en la tierra y deja ahí la carta de suicidio de Julián,
luego se levanta y se va del cementerio.

FIN.

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