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Rehabilitación, apoyo social y atención comunitaria a

personas con trastorno mental grave. Propuesta desde


Andalucía

La rehabilitación en salud mental es un tema controvertido, sobre el que hay


diversas discusiones. Desde el significado del término de rehabilitación hasta la
necesidad o no de dispositivos específicos, pasando por la relación entre rehabilitación
y apoyo social, entre otros. Es importante delimitar con precisión los términos y aclarar
si necesita personal especializado o todos los profesionales de salud mental pueden
llevarla a cabo. Por ello, en este artículo se resumen distintos planteamientos que
sirvan como vía para explicar la situación actual y proponer hipótesis y estrategias para
poner mejorar la situación. Concretamente, las propuestas se basan en la situación de
Andalucía, las que puede ser de interés para los profesionales de otras Comunidades
Autónomas.

Para empezar, se expone un marco de referencia general de la rehabilitación,


enfocando la atención comunitaria como tecnología. Significa basarse en el desarrollo
científico tanto por los conocimientos científicos y técnicos como por la metodología
científica para hacer referencia a un complejo sistema de acciones sociales. Definir
este campo como una tecnología conlleva la evaluación sistemática de nuestras
técnicas de intervención. En este marco de referencia también hay que resaltar el
intento de definición operativizable de la atención comunitaria en salud mental. Por
tanto, hablar de atención comunitaria implica contar con redes integradas de servicios,
basados en equipos multiprofesionales y con una responsabilidad territorial clara. A su
vez, requiere basarse en términos epidemiológicos, garantizar la continuidad de
cuidados y favorecer en los profesionales enfoques rehabilitadores. Así como
dinámicas participativas y trabajo en equipo. Dentro del marco de referencia cabe
resaltar el concepto de trastorno mental grave o severo como colectivo de referencia
cuando hablamos de rehabilitación y apoyo social en salud mental. Son las personas
con dificultades de funcionamiento personal y social, derivadas de padecer problemas
de salud mental de carácter severo y persistente. Parece haber un consenso en cuanto
a las dimensiones para su definición, incluyendo una sintomatología concreta, una
evolución prolongada en el tiempo, un componente de discapacidad y el carácter
contextual y un medio social próximo poco tolerante.

Por otro lado, para entender las características de estas personas hay una series
de modelos y pueden servir de referencia para establecer estrategias de intervención.
Estos modelos se vinculan a los distintos desarrollos teóricos y tecnológicos dentro de
este movimiento de rehabilitación psicosocial; como puede ser la transición entre los
términos loco, enfermo y ciudadano, modelos de vulnerabilidad y otro aspecto
importante como la dimensión de discapacidad en los trastornos mentales graves,
hasta el concepto de recuperación. En este marco general también se busca una visión
integradora en un enfoque biopsicosocial. Consiste en ver a estas personas afectadas
por una enfermedad y necesitadas de intervenciones sanitarias, como miembros
atrapados en condiciones sociales de discriminación o exclusión que requieren distintos
tipos de intervenciones sociales. De forma que las intervenciones sean múltiples de
naturaleza intersectorial, con un objetivo final de inclusión social y recuperación de la
ciudadanía. Por tanto, que haya un espacio común tanto para las intervenciones
sanitarias como para las no sanitarias.

La organización de la atención a personas con trastorno mental grave en los


sistemas comunitarios le corresponde a los sistemas públicos. También establecer
intervenciones que resulten efectivas para mejorar aspectos diversos de las personas
afectadas por estos trastornos mentales y organizar los sistemas de atención. Las
discrepancias aparecen con respecto a la estructura y organización de los recursos
sanitarios y sociales, por ser más dependientes de los contextos sociales concretos en
que se desarrollan.

Las técnicas de intervención es necesario que cuenten con información


suficiente sobre su eficacia y efectividad. Hay un consenso técnico con respecto a una
serie de intervenciones, las que cuentan tanto intervenciones directas sobre la persona
afectada, como sobre su entorno inmediato ( la familia) y sobre distintos niveles y
estructuras sociales, incluyendo fármacos y técnicas psicosociales. Este tipo de
intervenciones exige redes complejas y bien coordinadas de dispositivos y equipos
profesionales que suelen tener un componente sanitario y social. Entre los servicios
sanitarios se encuentran los de carácter general (Atención Primaria, Servicios
generales de Salud Mental) y un conjunto de dispositivos específicos de rehabilitación
(Centros de día o Unidades de Rehabilitación). Cada vez más se están desarrollando
dispositivos, programas y equipos específicos, para detectar determinados tipos de
problemas o situaciones relacionados con personas con trastorno mental grave
(atención a urgencias/ intervención en crisis, intervención precoz, etc). Además de
estos dispositivos instrumentales de los que se hablan, están los dispositivos de poyo
social específicos para personas con trastorno mental severo (sobre los que hay
polémica en torno a la necesidad o no de su utilización). Estos dispositivos y programas
no sustituyen, sino que complementan el acceso a las prestaciones habituales de los
diferentes servicios públicos a los que todos los ciudadanos tienen derecho.

La atención comunitaria en salud mental implica una atención compleja por parte
de equipos profesionales de composición múltiple y dinámica interactiva. Implica
personas de muchas y variadas profesiones, tanto sanitarias (psiquiatría, psicología
clínica, etc.) como no sanitarias (monitores residenciales, orientadores laborales,
animadores socioculturales, etc).

Con respecto a las dependencias administrativas y mecanismos de gestión se


defiende un modelo de responsabilidad y gestión pública. Integrado siempre que sea
posible dentro de los sistemas generales de servicios sanitarios y sociales, como el
más adecuado a los principios de la atención comunitaria.

Por otro lado, se habla sobre la relación entre atención comunitaria,


rehabilitación y apoyo social. Para ello, es necesario aclarar que el término de
rehabilitación presenta múltiples sentidos. Puede ser entendido como filosofía general,
como estrategia, como nivel de intervención, como conjunto de programas o como un
determinado tipo de dispositivos. Según el sentido que empleemos, la relación entre
atención comunitaria, rehabilitación y apoyo social va a cambiar. Al hablar de Atención
comunitaria a nivel global, hablamos del papel de la rehabilitación en sentido amplio,
entendida como filosofía y estrategia. Como característica básica del conjunto de la
atención comunitaria. Sin embargo, con respecto al sistema sanitario, podemos hablar
de rehabilitación en referencia a los programas de rehabilitación psicosocial o a los
dispositivos y profesionales. Los programas y dispositivos de apoyo social son
entendidos en el sentido amplio ( filosofía y estrategia) y como espacios y recursos
personales privilegiados para el desarrollo de actividades de rehabilitación. Además,
es necesario definir el marco general tanto desde la perspectiva global como de la
individual para la atención de cada persona.

En este campo existen una serie de problemas a nivel general; la insuficiente


dedicación que reciben estas personas, el déficit comunitario de los servicios y la
paradoja de la rehabilitación. Esta última hace referencia a la tentativa de integrar
ciertos tipos de programas que no funcionan y son muy diferentes entre sí,
pretendiendo que funcionen en un entorno más complicado y contando con el mismo
personal. Concluyendo, parece que la rehabilitación deja bastante que desear en
nuestro sistema comunitario de atención en salud mental. El origen de estos factores
condicionantes o causales son la escasa dotación de recursos que se disponen
actualmente y su funcionamiento, especialmente en referencia a la atención que
reciben las personas con graves problemas de salud mental.

Finalmente, se proponen algunas estrategias para mejorar la situación. Están


orientadas a modificar estos factores condicionantes mencionados. Entre ellos
encontramos; la mejora de los sistemas de información, intervención en investigación y
difusión de información, la ampliación de la dotación actual de recursos, así como un
cambio de orientación en el funcionamiento de la red y sus componentes. Todo ello
exige trabajo de sistematización teórica, investigación, experimentación, debate y un
creciente número de publicaciones en las que los equipos y profesionales difundiese su
trabajo y sometiesen a discusión sus experiencias y reflexiones críticas.

***

En la actualidad, el tema de la rehabilitación dentro de la salud mental


concretamente en trastornos mentales crónicos, es polémito y controvertido. En este
atículo se hace un análisis de la situación en Andalucía, que sirve de reflexión al resto
de comunidades autónomas.

El punto de partida es la especificación del término de rehabilitación. Es


imprescindible ya que es la piedra angular tanto del desarrollo teórico como práctico. El
hecho de que se trabaje en lograr un marco de referencia, posibilita dotar a este campo
de una base sólida que le permita continuar con el desarrollo iniciado en la Reforma
psiquiátrica y el que aún requiere. Aunque son bastantes los avances que se han hecho
en este ámbito, deja mucho que desear la situacón con la que hoy en día contamos, en
Andalucía y el resto de España.

Los escasos dispositivos con los que se cuenta y el mal funcionamiento de los
mismos, pone de manifiesto en qué punto nos encontramos y hacia donde debemos
articular la lucha por mejorar el sistema. Para empezar, es indispensable trabajar con
técnicas de intervención cuya efectividad y eficacia sea razonable

Por otro lado, es de vital importancia la relación entre atención comunitaria,


rehabilitación y apoyo social. Estos términos están directamente relacionados.

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