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INTRODUCCIÓN A LA LUMINOTECNIA

Prof. Claudio González Cruz

Serie de Apuntes Técnicos

Apunte SAT-14-E2004

Edición 2004
Introducción a la Luminotecnia
Prof. Claudio González Cruz

Tabla de Contenido

Introducción ........................................................................................................ 3

1.0 Luz, Visión y Color ............................................................................................... 4


1.1 La Luz .................................................................................................................. 4
1.1.1 Propiedades de la Luz ........................................................................................... 5
1.1.2 Características Cromáticas de la Luz ...................................................................... 8
1.2 La Visión ............................................................................................................... 8
1.2.1 Fisiología .............................................................................................................. 9
1.2.2 El Proceso Visual y sus Características .................................................................. 10
1.2.3 Factores que Intervienen en la Visión ..................................................................... 13
1.3 El Color ................................................................................................................. 14
1.3.1 El Color Como Fenómeno Físico ............................................................................ 14
1.3.2 El Color Como Fenómeno Sensorial ....................................................................... 16

2.0 Unidades Luminosas Fundamentales .................................................................. 18


2.1 Flujo Luminoso ...................................................................................................... 18
2.2 Rendimiento Luminoso .......................................................................................... 19
2.3 Intensidad Luminosa .............................................................................................. 19
2.4 Iluminancia ........................................................................................................... 20
2.5 Luminancia ........................................................................................................... 21

3.0 Equipos de Alumbrado ......................................................................................... 22


3.1 Lámparas .............................................................................................................. 22
3.1.1 Lámparas Incandescentes ..................................................................................... 22
3.1.1.1 Tipos de Lámparas Incandescentes ........................................................................ 26
3.1.1.1.1 Incandescentes no Halógenas ................................................................................ 26
3.1.1.1.2 Incandescentes Halógenas .................................................................................... 27
3.1.2 Lámparas de Descarga .......................................................................................... 27
3.1.2.1 Tipos de Lámparas de Descarga ............................................................................ 32
3.1.2.1.1 Lámparas Fluorescentes ........................................................................................ 32
3.1.2.1.2 Lámparas de Vapor de Mercurio a Alta Presión ....................................................... 34
3.1.2.1.3 Lámparas de Luz Mezcla ....................................................................................... 36
3.1.2.1.4 Lámparas de Halogenuros Metálicos ...................................................................... 37
3.1.2.1.5 Lámparas de Vapor de Sodio a Baja Presión .......................................................... 37

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3.1.2.1.6 Lámparas de Vapor de Sodio a Alta Presión ........................................................... 39


3.2 Luminarias ............................................................................................................ 40
3.2.1 Clasificación de las Luminarias ............................................................................... 41
3.2.1.1 Luminarias con Superficies Difusoras ..................................................................... 42
3.2.1.2 Luminarias con Superficies Reflectoras ................................................................... 43
3.2.1.3 Luminarias con Superficies Refractoras .................................................................. 43

Referencias Bibliográficas ................................................................................... 44

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Introducción

La luz es también, como la electricidad, el calor, etc., una de las manifestaciones de la energía. Se
puede producir de varias maneras; calentando hasta la incandescencia cuerpos sólidos o gases,
en cuyo caso se obtiene, además, energía calorífica, generalmente en forma de perdida, o bien se
puede obtener también energía luminosa por medio de una descarga eléctrica entre dos placas de
material conductor, sumergido en un gas ionizado o en un vapor metálico.

En términos generales se puede definir la luz como: "Energía radiante que es capaz de excitar la
retina humana, y provocar una sensación visual".

La luz es la parte visible del espectro electromagnético, la gama de energía que puede percibir el
ojo humano. Las longitudes de onda visibles más cortas aparecen de color violeta y las más largas
de color rojo. De alguna forma, entonces, la luz es color. Aunque generalmente creemos que los
objetos tienen colores fijos, en realidad el aspecto de un objeto es el resultado de la forma en que
se refleja la luz que cae sobre él.

La luz tiene tres propiedades fundamentales:

1.- Se propaga en el vacío, por medio de ondas.


2.- Se propaga en todas las direcciones del espacio.
3.- Se transmite a distancia.

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1.0 Luz, Visión y Color

Luz y sentido de la visión, dos caras de la misma moneda. Sin una la otra no tiene sentido. Sin luz
los ojos no podría percibir las formas, los colores de los objetos y, en definitiva, el mundo que nos
rodea. Sin una visión que interpretara la luz, esta no serviría de nada. La luz natural y artificial
excita nuestros ojos permitiéndonos la visión del mundo que nos rodea. La naturaleza de la luz, el
color, la fisiología y el funcionamiento del ojo y los factores que influyen en la visión son los temas
tratados en los siguientes puntos.

1.1 La Luz

La luz es una de las tantas manifestaciones de la energía, y se puede definir como "energía
radiante que es capaz de excitar la retina humana y provocar una sensación visual". Posee tres
características fundamentales: se propaga en el vacío por medio de ondas, se propaga en todas
las direcciones del espacio y se transmite a distancia.

La luz forma parte del espectro electromagnético que comprende tipos de ondas tan dispares como
los rayos cósmicos, los rayos gamma, los ultravioletas, los infrarrojos y las ondas de radio o
televisión entre otros. Cada uno de estos tipos de onda comprende un intervalo definido por una
magnitud característica, que puede ser la longitud de onda o la frecuencia.

Figura 1 – Espectro electromagnético

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La luz es la parte visible del espectro electromagnético, la gama de energía que puede percibir el
ojo humano. De alguna forma, entonces, la luz es color. Aunque generalmente creemos que los
objetos tienen colores fijos, en realidad el aspecto de un objeto es el resultado de la forma en que
se refleja la luz que cae sobre él. Las longitudes de onda visibles más cortas aparecen de color
violeta (380 nm), y las más largas de color rojo (770 nm).

1.1.1 Propiedades de La Luz

Cuando la luz encuentra un obstáculo en su camino choca contra la superficie de este y una parte
es reflejada. Si el cuerpo es opaco el resto de la luz será absorbida. Si es transparente una parte
será absorbida como en el caso anterior y el resto atravesará el cuerpo transmitiéndose. Así pues,
tenemos tres posibilidades que definen las propiedades fundamentales de la luz: la reflexión, la
refracción y la absorción.

La reflexión es un fenómeno que se produce cuando la luz choca contra la superficie de


separación de dos medios diferentes (ya sean gases como la atmósfera, líquidos como el agua o
sólidos), y está regida por la ley de la reflexión, la que indica que cuando un rayo de luz llega a la
superficie de separación de dos medios, una parte de esta es reflejada alejándose de la barrera y
el resto penetra dentro del material.

Figura 2 – Ley de reflexión

En la reflexión, el rayo incidente y el reflejado están en lados opuestos a la normal y sobre el


mismo plano que esta. Y se cumple la ley de reflexión: θi = θr .

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La dirección en que sale reflejada la luz viene determinada por el tipo de superficie. Si es una
superficie brillante o pulida se produce la reflexión regular en que toda la luz sale en una única
dirección. Si la superficie es mate y la luz sale desperdigada en todas direcciones se llama
reflexión difusa. Y, por último, está el caso intermedio, reflexión mixta, en que predomina una
dirección sobre las demás. Esto se da en superficies metálicas sin pulir, barnices, papel brillante,
etc.

Figura 3 – Tipos de reflexión

La refracción se produce cuando un rayo de luz es desviado de su trayectoria al atravesar una


superficie de separación entre medios diferentes según la ley de la refracción que indica que
cuando la luz atraviesa la superficie de separación entre dos medios, por ejemplo del aire al agua,
sufre una desviación en su trayectoria. Este fenómeno se conoce por refracción.

Figura 4 – Ley de refracción

En la refracción, el rayo incidente y el refractado están en el mismo plano y en lados opuestos de la


normal a la superficie. Entonces, se cumple la ley de refracción: n1 x sen θ1 = n2 x sen θ2 ; n=v/c,
donde (v) es la velocidad de la luz en el medio y (c) la velocidad de la luz en el vacío.

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Por lo anterior se puede decir que la refracción de la luz se debe a que la velocidad de propagación
de la luz en cada uno de los medios por los cuales viaja es diferente.

Figura 5 – Refracción

La transmisión se puede considerar una doble refracción. Si pensamos en un cristal; la luz sufre
una primera refracción al pasar del aire al vidrio, sigue su camino y vuelve a refractarse al pasar de
nuevo al aire. Si después de este proceso el rayo de luz no es desviado de su trayectoria se dice
que la transmisión es regular como pasa en los vidrios transparentes. Si se difunde en todas
direcciones tenemos la transmisión difusa que es lo que pasa en los vidrios translúcidos. Y si
predomina una dirección sobre las demás tenemos la mixta como ocurre en los vidrios orgánicos o
en los cristales de superficie labrada.

Figura 6 – Tipos de transmisión

La absorción es un proceso muy ligado al color. El ojo humano sólo es sensible a las radiaciones
pertenecientes a un pequeño intervalo del espectro electromagnético. Son los colores que
mezclados forman la luz blanca:

violeta + azul + verde + amarillo + naranja + rojo = luz blanca

Cuando la luz blanca choca con un objeto una parte de los colores que la componen son
absorbidos por la superficie y el resto son reflejados. Las componentes reflejadas son las que
determinan el color que percibimos. Si las refleja todas es blanco y si las absorbe todas es negro.

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Un objeto es rojo porque refleja la luz roja y absorbe las demás componentes de la luz blanca. Si
iluminamos el mismo objeto con luz azul lo veremos negro porque el cuerpo absorbe esta
componente y no refleja ninguna. Queda claro, entonces, que el color con que percibimos un
objeto depende del tipo de luz que le enviamos y de los colores que este sea capaz de reflejar.

1.1.2 Características Cromáticas de la Luz

Medir el caudal de la luz o el rendimiento de una lámpara no es suficiente. Para poder predecir el
efecto que tendrá una fuente de luz dada sobre el aspecto cromático de los objetos y superficies,
se debe determinar la composición real de la fuente de luz. Existen dos mediciones estándar que
permiten evaluar las características cromáticas de la luz: la temperatura de color (°K), que
expresa el aspecto cromático de la luz misma, y el índice de reproducción cromática (IRC), que
sugiere como sé vera un objeto iluminado por esa luz con relación al aspecto que tiene bajo otras
fuentes de luz comunes.

En lo que respecta a la temperatura de color, se puede decir que representa el efecto psicológico
que tendrá sobre el observador una fuente de luz. Esto se refiere a que si el efecto es más cálido o
más frío. En general se puede decir que a mayor temperatura de color de una lámpara, el efecto es
más frío, mientras que a menor temperatura de color, el efecto es más cálido.

El índice de reproducción cromática se podría definir como el porcentaje de efectividad que tiene la
lámpara en reproducir fielmente los colores del objeto iluminado.

1.2 La Visión

El ojo humano es un órgano sensitivo muy complejo que recibe la luz procedente de los objetos, la
enfoca sobre la retina formando una imagen y la transforma en información comprensible para el
cerebro. La existencia de dos ojos nos permite una visión panorámica y binocular del mundo
circundante y la capacidad del cerebro para combinar ambas imágenes produce una visión
tridimensional o estereoscópica. En cierto modo puede compararse a una maquina fotográfica
aunque es mucho más perfecto.

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1.2.1 Fisiología

El ojo humano está formado por tres grupos de partes, una óptica, conformado por la córnea, el
iris, la pupila y el cristalino; otra fotorreceptora, conformada por la retina y finalmente por otra
compuesta de los elementos accesorios encargados de diversas tareas como protección,
transmisión de información nerviosa, alimentación, mantenimiento de la forma, etc.

Figura 7 – Partes del ojo humano

El parpado, es una membrana de piel que protege el ojo del exterior y ayuda a regular la cantidad
de luz que llega. Si esta es excesiva, se cierra evitando deslumbramientos.

La córnea, es una membrana transparente y muy resistente de curvatura fija que cubre la parte
anterior del ojo. Posee forma de lente convexa (concentra los rayos de luz en un punto) que le
permite enfocar las imágenes sobre la retina aunque sin conseguir formar una imagen nítida. De
esta última función se ocupa el cristalino.

El cristalino, es un cuerpo en forma de lente biconvexa transparente que puede cambiar de forma
por efecto de los músculos ciliares, proceso conocido por acomodación, para conseguir un enfoque
nítido de la imagen sobre la retina.

El humor acuoso, es un l íquido acuoso situado entre la córnea y el cristalino. Actuá como fuente
de nutrientes para el cristalino y la córnea manteniendo la forma de esta gracias a la presión
ejercida por el líquido.

El Humor vítreo, es una masa gelatinosa y transparente compuesta casi exclusivamente por agua
que rellena la cavidad situada entre el cristalino y la retina manteniendo su forma.

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El iris, está situado detrás de la córnea y delante del cristalino con una abertura en el centro
llamada pupila, cuya función es regular la cantidad de luz que entra en el ojo; abriéndose en
condiciones de oscuridad y cerrándose si la intensidad de luz es elevada.

La retina, es la porción del ojo sensible a la luz sobre la que se forman las imágenes. Sobre su
superficie se encuentran unas células especiales encargadas de la visión: los conos y los
bastones. Los conos son responsables de la visión en colores mientras que los bastones nos
permiten ver en la oscuridad.

La fóvea o mancha amarilla, es una pequeña depresión, poco profunda, situada en la retina
donde solo hay un tipo de células nerviosas: los conos. Es el área de mayor agudeza visual ya que
aquí se concentran las imágenes procedentes del centro del campo visual.

El nervio óptico, es el encarga de transportar los impulsos nerviosos producidos en la retina hasta
el cerebro.

El punto ciego, es el punto de unión entre la retina y el nervio óptico. Se llama así porque esta
zona no es sensible a la luz.

1.2.2 El Proceso Visual y sus Características

Tal como anteriormente se indico, a menudo se compara el funcionamiento del ojo con una cámara
fotográfica. La pupila actuaría de diafragma, la retina de película, la córnea de lente y el cristalino
sería equivalente a acercar o alejar la cámara del objeto para conseguir un buen enfoque. La
analogía no acaba aquí, pues al igual que en la cámara de fotos la imagen que se forma sobre la
retina está invertida. Pero esto no supone ningún problema ya que el cerebro se encarga de darle
la vuelta para que la veamos correctamente.

Figura 8 – Formación de imágenes en el ojo humano

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Al igual que en la fotografía, la cantidad de luz juega un papel importante en la visión. Así, en
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condiciones de buena iluminación (más de 3 cd/m ), como ocurre de día, la visión es nítida,
detallada y se distinguen muy bien los colores; es la visión fotópica. Para niveles inferiores a 0.25
2
cd/m desaparece la sensación de color y la visión es más sensible a los tonos azules y a la
intensidad de la luz; es la llamada visión escotópica. En situaciones intermedias, la capacidad para
distinguir los colores disminuye a medida que baja la cantidad de luz pasando de una gran
sensibilidad hacia el amarillo a una hacia el azul; es la visión mesiópica. En estas condiciones, se
definen unas curvas de sensibilidad del ojo a la luz visible para un determinado observador patrón
que tiene un máximo de longitud de onda de 555 nm (amarillo verdoso), para la visión fotópica y
otro de 480 nm (azul verdoso), para la visión escotópica. Al desplazamiento del máximo de la
curva al disminuir la cantidad de luz recibida se llama efecto Purkinje.

Figura 9 – Curvas de sensibilidad del ojo humano

Toda fuente de luz que emita en valores cercanos al máximo de la visión diurna (555 nm), tendrá
un rendimiento energético óptimo porque producirá la máxima sensación luminosa en el ojo con el
mínimo consumo de energía. No obstante, si la fuente no ofrece una buena reproducción cromática
puede provocar resultados contraproducentes.

El ojo humano tiene la capacidad de enfocar automáticamente objetos situados a diferentes


distancias, a esto se le llama acomodación. Esta función se lleva a cabo en el cristalino que varía
su forma al efecto. Pero esta capacidad se va perdiendo con los años debido a la pérdida de
elasticidad que sufre; es lo que se conoce como presbicia o vista cansada y hace que aumente la
distancia focal y la cantidad de luz mínima necesaria para que se forme una imagen nítida.

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Otra propiedad del ojo es la denominada adaptación, la que es la facultad que tiene para ajustarse
automáticamente a cambios en los niveles de iluminación. Se debe a la capacidad del iris para
regular la abertura de la pupila y a cambios fotoquímicos en la retina. Para pasar de ambientes
oscuros a luminosos el proceso es muy rápido pero en caso contrario es mucho más lento. Al cabo
de un minuto se tiene una adaptación aceptable. A medida que pasa el tiempo, vemos mejor en la
oscuridad y a la media hora ya vemos bastante bien. La adaptación completa se produce pasada
una hora.

Figura 10 – Curva de adaptación del ojo humano

Volviendo al ejemplo comparativo con la cámara de fotos, el ojo humano también dispone de un
campo visual. Cada ojo ve aproximadamente 150º sobre el plano horizontal y con la superposición
de ambos se abarcan los 180º. Sobre el plano vertical sólo son unos 130º; 60º por encima de la
horizontal y 70º por debajo.

El campo visual de cada ojo es de tipo monocular, sin sensación de profundidad, siendo la visión
en la zona de superposición de ambos campos del tipo binocular. La sensación de profundidad o
visión tridimensional se produce en el cerebro cuando este superpone e interpreta ambas
imágenes.

Figura 11 – Campo visual

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1.2.3 Factores que Intervienen en la Visión

Los factores externos que influyen sobre la formación de una buena imagen en la retina pueden
dividirse en dos clases: los subjetivos y los objetivos. Los primeros dependen del propio individuo
como su salud visual (depende de la edad y del deterioro de la vista), el nivel de atención en lo
que mira, si está en reposo o en movimiento o la comodidad visual (nivel de iluminación y
deslumbramiento). Mientras que los segundos dependen de lo que estemos mirando, del objeto
visual. Son los factores objetivos y son el tamaño aparente de los objetos, la agudeza visual, el
contraste y el tiempo.

El tamaño aparente de un objeto en relación con el resto de los elementos que forman el campo
visual es un factor importante para distinguirlo con rapidez. Si analizamos las fotos de la figura 12,
vemos que la iglesia de la foto izquierda parece más pequeña en la foto de la derecha. Comparada
con otros objetos más cercanos, como el árbol que hay en primer plano, parece pequeña. Pero
vista de cerca parece muy grande. ¿Qué ha ocurrido si el tamaño real del edificio es el mismo?. Lo
que ha pasado es que el ángulo visual del ojo abarcado por la construcción respecto al ocupado
por el fondo ha aumentado.

Figura 12 – Ejemplo de tamaño aparente de un objeto

La agudeza visual, es la capacidad de distinguir entre objetos muy próximos entre sí. Es una
medida del detalle más pequeño que podemos diferenciar y está muy influenciada por el nivel de
iluminación. Si este es bajo como ocurre de noche cuesta mucho distinguir cosas al contrario de lo
que ocurre de día.

Figura 13 – Ejemplo de agudeza visual

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El contraste, se produce por diferencias entre colores o luminancias (porción de luz reflejada por
un cuerpo que llega al ojo), entre un elemento del campo visual y el resto. Mientras mayor sea
mejor lo veremos, más detalles distinguiremos y menos fatigaremos la vista. Una buena
iluminación ayudará mucho y puede llegar a compensar bajos contrastes en colores aumentando la
luminancia.

colores luminancias

Figura 14 – Ejemplo de contraste

Como ya sabemos, el ojo dispone de mecanismos específicos para enfocar la imagen y transmitirla
al cerebro. Este proceso no es instantáneo y requiere un cierto tiempo. Esta inercia es lo que nos
permite disfrutar del cine, la televisión o los dibujos animados que no son más que una serie de
imágenes estáticas sucesivas. Si, por el contrario, el objeto está en movimiento y hay un alto nivel
de iluminación, la inercia visual provocará la impresión de una sucesión de imágenes fijas como
ocurre en las discotecas. Es el llamado efecto estroboscópico que fuera de estos usos se debe
evitar. Por otro lado, mientras más tiempo dispongamos para ver una imagen, más nítida y
detallada será. Con una buena iluminación podremos reducirlo y aumentar la velocidad de
percepción.

1.3 El Color

Al hablar del color hay que distinguir entre el fenómeno físico donde intervienen la luz y la visión
(sensibilidad y contraste), y el fenómeno sensorial.

1.3.1 El Color Como Fenómeno Físico

Recordemos brevemente que la luz blanca del sol está formada por la unión de los colores del
arco iris, cada uno con su correspondiente longitud de onda. Los colores van del violeta (380 nm)
hasta el rojo (770 nm) y su distribución espectral aproximada es la indicada en la tabla 1.

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Tabla 1
Distribución espectral de los colores que componen la luz blanca

Color Longitud de onda (nm)


Violeta 380-436
Azul 436-495
Verde 495-566
Amarillo 566-589
Naranja 589-627
Rojo 627-770

Cuando un cuerpo opaco es iluminado por luz blanca refleja un color o una mezcla de estos
absorbiendo el resto. Las radiaciones luminosas reflejadas determinarán el color con que nuestros
ojos verán el objeto. Si las refleja todas será blanco y si las absorbe todas será negro. Si, por el
contrario, usamos una fuente de luz monocromática o una de espectro discontinuo, que emita sólo
en algunas longitudes de onda, los colores se verán deformados. Este efecto puede ser muy útil en
decoración pero no para la iluminación general.

fuente de luz blanca fuente de luz monocromática

Figura 15 – Ejemplo del efecto del color de luz sobre el color de los objetos

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El ojo humano no es igual de sensible a todas las longitudes de onda que forman la luz diurna. De
hecho, tiene su máximo para un valor de 555 nm que corresponde a un tono amarillo verdoso. A
medida que nos alejamos del máximo hacia los extremos del espectro (rojo y violeta), esta va
disminuyendo. Es por ello que las señales de peligro y advertencia, la iluminación de emergencia o
las luces antiniebla son de color amarillo.

Figura 16 – Curva de sensibilidad relativa

1.3.2 El Color como Fenómeno Sensorial

El color como otras sensaciones que percibimos a través de los sentidos está sometida a criterios
de análisis subjetivos. Depende de las preferencias personales, su relación con otros colores y
formas dentro del campo visual (el contraste, la extensión que ocupa, la iluminación recibida, la
armonía con el ambiente...), el estado de ánimo y de salud, etc.

Tradicionalmente distinguimos entre colores fríos y cálidos. Los primeros son los violetas, azules
y verdes oscuros. Dan la impresión de frescor, tristeza, recogimiento y reducción del espacio. Por
contra, los segundos, amarillos, naranjas, rojos y verdes claros, producen sensaciones de alegría,
ambiente estimulante y acogedor y de amplitud de espacio.

Hay que destacar también el factor cultural y climático porque en los países cálidos se prefieren
tonos fríos para la decoración de interiores mientras que en los fríos pasa al revés.

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Tabla 2
Sensaciones asociadas a los colores

Blanco Frialdad, higiene, neutralidad.


Amarillo Actividad, impresión, nerviosismo.
Verde Calma, reposo, naturaleza.
Azul Frialdad
Negro Inquietud, tensión.
Marrón Calidez, relajación.
Rojo Calidez intensa, excitación, estimulante.

A todos aquellos que hallan pintado alguna vez les sonarán términos como colores primarios,
secundarios, terciarios o cuaternarios. Los colores primarios o básicos son aquellos cuya
combinación produce todos los demás. En pintura son el cyan, el magenta y el amarillo y en
iluminación el azul, el verde y el rojo. Cualquier otro color se puede obtener combinándolos en
diferentes proporciones. Así los secundarios se obtienen con mezclas al 50%; los terciarios
mezclando dos secundarios entre sí, etc.

Las mezclas, que en luminotecnia se consiguen mediante filtros y haces de luces, pueden ser
aditivas o sustractivas. Las primeras, se obtienen sumando haces de luces de colores, el color
resultante dependerá de la componente que se halle en mayor proporción y será más intenso que
estas. Si la suma diera blanco se diría que son colores complementarios. Las mezclas sustractivas
o pigmentarias se consiguen aplicando a la luz blanca una serie de sucesivos filtros de colores que
darán un tono de intensidad intermedia entre las componentes.

Figura 17 – Mezcla de colores

Para definir los colores se emplean diversos sistemas como el RGB o el de Munsell. En el primero,
usado en informática, un color está definido por la proporción de los tres colores básicos - rojo,
verde y azul - empleados en la mezcla. En el segundo, se recurre a tres parámetros: tono o matiz,
valor o intensidad y cromaticidad o saturación.

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2.0 Unidades Luminosas Fundamentales

No toda la luz emitida por una fuente llega al ojo y produce sensación luminosa, ni toda la energía
que consume, por ejemplo, una bombilla se convierte en luz. Todo esto se ha de evaluar de alguna
manera y para ello definiremos magnitudes asociadas a la ciencia de la luminotecnia

2.1 Flujo Luminoso

En todos los manantiales luminosos o lámparas, se obtiene energía luminosa por transformación
de la energía eléctrica. Resulta claro pensar que en este proceso existen pérdidas, las que son
debidas principalmente por el calor producido en la transformación, y por la producción de
radiaciones invisibles. La resultante final del proceso es capaz de producir cierta radiación visible
que produce una sensación luminosa en el ojo humano, a la que se le denomina flujo luminoso (φ),
el que se expresa en lúmenes (Lm).

Figura 18 – Concepto de flujo luminoso

El flujo luminoso representa la cantidad de luz visible por el ojo humano que una lámpara produce
y que es radiada en todas las direcciones del espacio. También se le llama potencia luminosa.

Figura 19 – Flujo luminoso emitido por una lámpara

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2.2 Rendimiento Luminoso

Como sabemos, no toda la energía eléctrica consumida por una lámpara se transformaba en luz
visible. Para hacernos una idea de la porción de energía útil definimos el rendimiento luminoso (η),
como el cuociente entre el flujo luminoso producido (φ), y la potencia eléctrica de la lámpara (P). La
unidad es el lumen por watt (Lm/W).

φ (Lm ) Lm
η= =
P (W ) W

2.3 Intensidad Luminosa

Se conoce como intensidad luminosa, al flujo luminoso (φ), emitido por una lámpara en una
dirección particular en forma de un cono, o también llamado ángulo sólido (ω). La unidad de la
intensidad luminosa (I) es la candela (cd).

φ (Lm ) Lm
I= = = cd
ω (sr ) sr

Figura 20 – Concepto de intensidad luminosa

Para explicar el ángulo sólido pensemos en un punto “O” situado a una distancia “r” de una
superficie “S” no necesariamente plana. Ahora, formemos un cono con vértice en “O” cuyas
generatrices pasen por el contorno de “S”. Luego, hagamos una esfera de radio uno (1), con centro
en “O”. Al área de la superficie de la esfera interceptada por el cono (en rojo en el dibujo), se la
conoce por ángulo sólido (ω), y su unidad es el estereorradián (sr).

Figura 21 – Concepto de ángulo sólido

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2.4 Iluminancia

La iluminancia o nivel de iluminación (E), es la relación entre el flujo luminoso (φ), que recibe una
superficie iluminada y su extensión (S). Un cuerpo estará tanto mejor iluminado por un flujo
2
luminoso dado, cuanto menor sea su superficie. Su unidad de medida es el Lux, que es un Lm/m .

φ (Lm) Lm
E= = 2 = Lux
( )
S m2 m

Figura 22 – Concepto de iluminancia

En la figura 22 pudimos ver que la iluminancia (E), depende de la distancia del foco, o fuente de
luz, al objeto iluminado. Lo que ocurre con la iluminancia se conoce por la ley del inverso del
cuadrado de la distancia, que relaciona la intensidad luminosa (I), y la distancia (d), a la fuente de
luz. Esta ley solo es válida si la dirección del rayo de luz incidente es perpendicular a la superficie.

I
E=
d2

Figura 23 – Ley del inverso del cuadrado de la distancia

Si el rayo de luz no es perpendicular a la superficie iluminada, de debe descomponer la iluminancia


recibida en una componente horizontal y en otra vertical a la superficie.

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Si consideramos que la fuente de luz se encuentra suspendida a una determinada altura respecto
al plano iluminado, tendríamos que la iluminancia horizontal (E H ), y la vertical (E V), quedan
definidas por las siguientes expresiones dadas en función de la altura o distancia entre el foco y el
plano iluminado.

I × cos 3 α I × cos 2 α × senα


EH = EV =
h2 h2

Figura 24 – Ley del coseno

En general, si un punto está iluminado por más de una lámpara su iluminancia total es la suma de
las iluminancias recibidas:

n
Ii × cos 3 α i n
I i × cos 2 α i × senα i
EH = ∑ EV = ∑
i=1 h 2i i=1 h 2i

2.5 Luminancia

Se llama luminancia a la relación entre la intensidad luminosa y la superficie aparente vista por el
2
ojo en una dirección determinada. Su símbolo es “L” y su unidad es la cd/m . Es importante
destacar que sólo vemos luminancias, no iluminancias.

I (cd)
L= = cd 2
( )
S m × cos α
2
m

Figura 25 – Concepto de luminancia

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3.0 Equipos de Alumbrado

Para iluminar espacios carentes de luz es necesaria la presencia de fuentes de luz artificiales
denominadas lámparas, y aparatos que sirvan de soporte y distribuyan adecuadamente la luz
denominados luminarias; de esta forma es posible vencer las limitaciones que la naturaleza impone
a las actividades humanas. Al conjunto de lámparas y luminarias se le denomina equipos de
alumbrado.

3.1 Lámparas

Según hemos visto, la luz se compone de radiaciones electromagnéticas en forma de ondas. Estas
radiaciones pueden producirse de forma muy variada. Si la causa que origina la luz se debe
exclusivamente a la temperatura del cuerpo radiante, el fenómeno se llama termorradiación; en
todos los demás casos luminiscencia.

Según lo anterior, se puede decir que existen dos grandes grupos de lámparas; las termorradiantes
y las luminiscentes. Las primeras, en general, se conocen como las lámparas incandescentes,
mientras que la luminiscentes, se conocen como las lámparas de descarga.

3.1.1 Lámparas Incandescentes

Las lámparas incandescentes fueron la primera forma de generar luz a partir de la energía
eléctrica, su principio de funcionamiento es bastante simple, se pasa una corriente eléctrica por un
filamento hasta que este alcanza una temperatura tan alta que emite radiaciones visibles por el ojo
humano. En general los rendimientos de este tipo de lámparas son bajos debido a que la mayor
parte de la energía consumida se convierte en calor.

solo 10% de la
potencia

90% de la
potencia

Figura 26 – Rendimiento energético de una lámpara incandescente

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La producción de luz mediante la incandescencia tiene una ventaja, y es que la luz emitida
contiene todas las longitudes de onda que forman la luz visible, o dicho de otra manera, su
espectro de emisiones es continuo. De esta manera se garantiza una buena reproducción de los
colores de los objetos iluminados.

Las características cromáticas de las lámparas incandescentes son similares a la obtenida con la
luz natural del sol. Poseen una baja temperatura de color, por lo que el efecto del color de su luz
sobre los observadores es de sensación cálida y descanso, fundamentalmente por esto, son de
amplio uso en instalaciones domiciliarias. Su índice de reproducción cromática, dependiendo de la
calidad de su construcción, supera el 90%, por lo que reproduce muy bien el color aparente de los
objetos iluminados.

Las lámparas incandescentes están formadas por un hilo que se calienta por efecto Joule
alcanzando temperaturas tan elevadas que empieza a emitir luz visible. Para evitar que el filamento
se queme en contacto con el aire, se rodea con una ampolla a la que se le ha hecho el vacío o se
ha rellenado con un gas. El conjunto se completa con unos elementos con funciones de soporte y
conducción de la corriente eléctrica y un casquillo normalizado que sirve para conectar la lámpara.

Figura 27 – Partes de una lámpara incandescente

La ampolla, es una cubierta de vidrio que da forma a la lámpara y protege el filamento del aire
exterior evitando que se queme. Si no fuera así, el oxígeno del aire oxidaría el material del
filamento destruyéndolo de forma inmediata. Las ampollas pueden ser de vidrio transparente, de
vidrio blanco translúcido o de colores, proporcionando en este último caso, una luz de color
monocromática en lugar de la típica luz blanca.

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Para que una lámpara incandescente emita luz visible, es necesario calentar el filamento hasta
temperaturas muy elevadas. Como la temperatura depende de la resistencia eléctrica es necesario
que esta última sea bastante grande. Para conseguirlo podemos actuar de dos formas; en primer
lugar, que el filamento esté compuesto por un hilo muy largo y delgado, de esta manera los
electrones tendrán más dificultad para pasar por el cable y aumentará la resistencia. La segunda
posibilidad es emplear un material que tenga una resistividad eléctrica elevada.

También es muy importante que el filamento tenga un punto de fusión alto y una velocidad de
evaporación lenta que evite un rápido desgaste por desintegración del hilo. De esta manera se
pueden alcanzar temperaturas de funcionamiento más altas y, por tanto, mayores eficacias. Para
mejorar la eficacia luminosa de las lámparas incandescentes se arrolla el filamento en forma de
doble espiral. De esta manera se consigue que emitiendo la misma cantidad de luz, el filamento
presente una menor superficie de intercambio de calor con el gas que rellena la ampolla, por lo que
las pérdidas por este motivo se reducen al mínimo.

En la actualidad el material más empleado para los filamentos es el tungsteno o wolframio, por sus
elevadas prestaciones que se ajustan a los requisitos exigidos además de ser una materia prima
asequible.

Los hilos conductores transportan la electricidad desde el casquillo a los hilos de soporte a través
del vástago. Para evitar el deterioro de las varillas de soporte es necesario un material muy
resistente (normalmente se usa el molibdeno), que aguante las altas temperaturas y no reaccione
químicamente con el tungsteno del filamento.

El vástago es de vidrio con plomo, un material con excelentes propiedades de aislante eléctrico,
que mantiene separada la corriente de los dos conductores que lo atraviesan. Además, y gracias a
su interior hueco sirve para hacer el vacío en la ampolla y rellenarla de gas (cuando se requiera).

El casquillo cumple dos importantes funciones en la lámpara. Por un lado, sirve para conectar el
filamento a la corriente eléctrica proveniente del portalámparas. Y por el otro, permite la sujeción de
la lámpara a la luminaria evitando su deterioro. En su fabricación se usan habitualmente el latón, el
aluminio o el níquel. Los casquillos empleados en alumbrado generalmente son de dos tipos:
Edison (E) y Bayoneta (B). Para su nomenclatura se utiliza la inicial de la clase seguida del
diámetro en milímetros. Por ejemplo, E27 quiere decir que tenemos una lámpara con casquillo
Edison de 27 mm de diámetro.

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rosca bayoneta

Figura 28 – Tipos de casquillos

La duración de una lámpara viene determinada básicamente por la temperatura de trabajo del
filamento, mientras más alta sea mayor será el flujo luminoso, pero también la velocidad de
evaporación del material que forma el filamento. Las partículas evaporadas, cuando entren en
contacto con las paredes se depositarán sobre estas, ennegreciendo la ampolla, de esta manera
se verá reducido el flujo luminoso por ensuciamiento. Además, el filamento se habrá vuelto más
delgado por la evaporación del tungsteno que lo forma y se reducirá en consecuencia, la corriente
eléctrica que pasa por él, la temperatura de trabajo y el flujo luminoso.

La vida útil de las lámparas incandescentes, la que se define como el tiempo estimado en horas
tras el cual es preferible sustituirlas, supera las 1000 hrs, pudiendo en algunos modelos de
construcción especial ser de hasta 4000 hrs, considerando que no son afectadas por factores
externos que la saquen de sus parámetros nominales de operación.

Los factores externos que afectan al funcionamiento de las lámparas incandescentes son la
temperatura del entorno dónde esté situada, y las variaciones en la tensión nominal en sus bornes.

La temperatura ambiente, no es un factor que influya demasiado en el funcionamiento de las


lámparas, pero sí ha de tenerse en cuenta para evitar deterioros en los materiales empleados en
su fabricación. En las lámparas normales hay que tener cuidado de que la temperatura de
funcionamiento no exceda de los 200º C para el casquillo y los 370º C para el bulbo en el
alumbrado general. Esto será de especial atención si la lámpara está alojada en luminarias con
mala ventilación. En el caso de las lámparas incandescentes halógenas es necesario una
temperatura de funcionamiento mínima en el bulbo de 260º C para garantizar el ciclo regenerador
del wolframio. En este caso la máxima temperatura admisible en la ampolla es de 520º C para
ampollas de vidrio duro y 900º C para el cuarzo.

Las variaciones de la tensión se producen cuando aplicamos a la lámpara una tensión diferente de
la tensión nominal para la que ha sido diseñada. Cuando aumentamos la tensión aplicada se
produce un incremento de la potencia consumida y del flujo emitido por la lámpara, pero se reduce
la duración de la lámpara. Análogamente, al reducir la tensión se produce el efecto contrario.

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Figura 29 – Efecto de las variaciones de tensión en una lámpara incandescente

3.1.1.1 Tipos de Lámparas Incandescentes

Existen dos tipos de lámparas incandescentes: las que contienen un gas halógeno en su interior y
las que no lo contienen.

3.1.1.1.1 Incandescentes no Halógenas

Entre las lámparas incandescentes no halógenas podemos distinguir las que se han rellenado con
un gas inerte de aquellas en que se ha hecho el vacío en su interior. La presencia del gas supone
un notable incremento en el rendimiento luminoso de la lámpara dificultando la evaporación del
material del filamento y permitiendo el aumento de la temperatura de trabajo del filamento. En la
actualidad predomina el uso de las lámparas con gas por sobre las de vacío, reduciéndose el uso
de las de estas últimas a aplicaciones ocasionales en alumbrado general con potencias bastante
bajas.

En las lámparas incandescentes no halógenas (al vacío o con gas), con el paso del tiempo, se
produce una disminución significativa del flujo luminoso debido en parte, al ennegrecimiento de la
ampolla por culpa de la evaporación de las partículas de wolframio del filamento y su posterior
condensación sobre la ampolla.

Figura 30 – Formas típicas de lámparas incandescentes no halógenas

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3.1.1.1.2 Incandescentes Halógenas

Las lámparas incandescentes halógenas son rellenas con gas inerte al que se le ha agregado una
pequeña cantidad de un compuesto gaseoso con halógenos (cloro, bromo o yodo), normalmente
se usa el CH2Br2, para conseguir establecer un ciclo de regeneración del halógeno que evita el
ennegrecimiento. Cuando el tungsteno se evapora se une al bromo formando el bromuro de
wolframio (WBr2). Como las paredes de la ampolla están muy calientes (más de 260 ºC), no se
deposita sobre estas y permanece en estado gaseoso. Cuando el bromuro de wolframio entra en
contacto con el filamento, que está muy caliente, se descompone en wolframio que se deposita
sobre el filamento y bromo que pasa al gas de relleno, y así, el ciclo vuelve a empezar.

Figura 31 – Ciclo del halógeno

El funcionamiento de este tipo de lámparas requiere de temperaturas muy altas para que pueda
realizarse el ciclo del halógeno. Por eso, son más pequeñas y compactas que las lámparas
normales y la ampolla se fabrica con un cristal especial de cuarzo que impide manipularla con los
dedos para evitar su deterioro. Las lámparas halógenas se utilizan normalmente en alumbrado por
proyección y cada vez más en iluminación doméstica.

Figura 32 – Formas típicas de lámparas incandescentes halógenas

3.1.2 Lámparas de Descarga

Las lámparas de descarga constituyen una forma alternativa de producir luz de una manera más
eficiente y económica que las lámparas incandescentes, por eso, su uso está tan extendido hoy en
día.

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La luz emitida por las lámparas de descarga se consigue estableciendo una corriente eléctrica
entre dos electrodos situados en un tubo lleno con un gas o vapor ionizado. Según el gas
contenido en la lámpara y la presión a la que esté sometido, tendremos diferentes tipos, cada una
de ellas con sus propias características luminosas.

Figura 33 – Esquema de una lámpara de descarga

En el interior del tubo, se producen descargas eléctricas como consecuencia de la diferencia de


potencial entre los electrodos. Estas descargas provocan un flujo de electrones que atraviesa el
gas, cuando uno de ellos choca con los electrones de las capas externas de los átomos les
transmite energía y pueden suceder dos cosas; la primera, es que la energía transmitida sea lo
suficientemente elevada para poder arrancar al electrón de su orbital, este puede a su vez, chocar
con los electrones de otros átomos repitiendo el proceso. Si este proceso no se limita, se puede
provocar la destrucción de la lámpara por un exceso de corriente. La otra posibilidad es que el
electrón no reciba suficiente energía para ser arrancado, en este caso, el electrón pasa a ocupar
otro orbital de mayor energía. Este nuevo estado acostumbra a ser inestable y rápidamente se
vuelve a la situación inicial. Al hacerlo, el electrón libera la energía extra en forma de radiación
electromagnética, principalmente ultravioleta (UV) o visible.

Un electrón no puede tener un estado energético cualquiera, sino que sólo puede ocupar unos
pocos estados que vienen determinados por la estructura atómica del átomo. Como la longitud de
onda de la radiación emitida es proporcional a la diferencia de energía entre los estados inicial y
final y los estados posibles no son infinitos, es fácil comprender que el espectro de estas lámparas
sea discontinuo. La consecuencia de esto es que la luz emitida no es blanca, por lo tanto, la
capacidad de reproducir los colores de estas fuentes de luz es, en general, peor que en el caso de
las lámparas incandescentes que tienen un espectro continuo. Es posible, recubriendo el tubo con
sustancias fluorescentes, mejorar la reproducción de los colores y aumentar la eficacia de las
lámparas convirtiendo las nocivas emisiones ultravioletas en luz visible.

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Figura 34 – Relación entre los estados energéticos de los electrones y las franjas visibles en el espectro

Para que las lámparas de descarga funcionen correctamente es necesario, en la mayoría de los
casos, la presencia de unos elementos auxiliares: cebadores y balastos.

Los cebadores o ignitores son dispositivos que suministran un breve impulso de tensión entre los
electrodos del tubo, necesario para iniciar la descarga y vencer así la resistencia inicial del gas a la
corriente eléctrica. Tras el encendido, continua un periodo transitorio durante el cual el gas se
estabiliza y que se caracteriza por un consumo de potencia superior al nominal.

Los balastos, son dispositivos que sirven para limitar la corriente que atraviesa la lámpara y evitar
así un exceso de electrones circulando por el gas que aumentaría el valor de la corriente hasta
producir la destrucción de la lámpara.

Al establecer la eficacia de las lámparas de descarga, hay que diferenciar entre la eficacia de la
fuente de luz y la de los elementos auxiliares necesarios para su funcionamiento que depende del
fabricante. En las lámparas, las pérdidas se centran en dos aspectos: las pérdidas por calor y las
pérdidas por radiaciones no visibles (ultravioleta e infrarrojo). El porcentaje de cada tipo dependerá
de la clase de lámpara con que trabajemos.

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Debido a la forma discontinua del espectro de las lámparas de descarga, la luz emitida es una
mezcla de unas pocas radiaciones monocromáticas; en su mayor parte en la zona ultravioleta (UV),
o visible del espectro. Esto hace que la reproducción del color no sea muy buena y su rendimiento
de color tampoco. Para solucionar este problema, podemos tratar de completar el espectro con
radiaciones de longitudes de onda distintas a las de la lámpara. La primera opción es combinar en
una misma lámpara dos fuentes de luz con espectros que se complementen como ocurre en las
lámparas de luz de mezcla (incandescencia y descarga). También podemos aumentar la presión
del gas, de esta manera se consigue aumentar la anchura de las líneas del espectro de forma que
se creen bandas anchas y más próximas entre sí. Otra solución es añadir sustancias sólidas al
gas, que al vaporizarse emitan radiaciones monocromáticas complementarias. Por último,
podemos recubrir la pared interna del tubo con una sustancias fluorescente que conviertan los
rayos ultravioletas en radiaciones visibles.

Figura 35 – Ejemplo del espectro de una lámpara de descarga

Hay dos aspectos básicos que afectan a la duración de las lámparas de descarga. El primero es la
depreciación del flujo, que se produce por ennegrecimiento de la superficie del tubo donde se va
depositando el material emisor de electrones que recubre los electrodos. El segundo es el deterioro
de los componentes de la lámpara que se debe a la degradación de los electrodos por agotamiento
del material emisor que los recubre. Otras causas son un cambio gradual de la composición del
gas de relleno y las fugas de gas en lámparas de alta presión.

Los factores externos que más influyen en el funcionamiento de la lámpara de descarga son la
temperatura ambiente y la influencia del número de encendidos.

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Las lámparas de descarga son, en general, sensibles a las temperaturas exteriores. Dependiendo
de sus características de construcción (tubo desnudo, ampolla exterior...), se verán más o menos
afectadas en diferente medida. Las lámparas a alta presión, por ejemplo, son sensibles a las bajas
temperaturas en que tienen problemas de arranque. Por el contrario, la temperatura de trabajo
estará limitada por las características térmicas de los componentes (200º C para el casquillo y
entre 350º y 520º C para la ampolla según el material y tipo de lámpara).

La influencia del número de encendidos es muy importante para establecer la duración de una
lámpara de descarga ya que el deterioro de la sustancia emisora de los electrodos depende en
gran medida de este factor.

Las formas de las lámparas de descarga varían según la clase de lámpara con que tratemos. De
todas maneras, todas tienen una serie de elementos en común como el tubo de descarga, los
electrodos, la ampolla exterior y el casquillo.

Figura 36 – Partes de una lámpara de descarga

La ampolla es un elemento que sirve para proteger al tubo de descarga de los agentes
atmosféricos. Es un elemento presente en todas las lámparas excepto en las fluorescentes que no
disponen de él. En su interior se hace el vacío o se rellena con un gas inerte. Sus formas son muy
variadas y puede estar recubierta internamente con sustancias fluorescentes que filtran y
convierten las radiaciones ultravioletas en visibles mejorando el rendimiento en color de estas
lámparas y su eficiencia.

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El tubo de descarga, normalmente de forma cilíndrica, es donde se producen las descargas


eléctricas entre los electrodos. Está relleno con un gas (vapor de mercurio o sodio habitualmente),
a alta o baja presión que determina las propiedades de la lámpara. En las lámparas fluorescentes
se recubre la cara interna con sustancias fluorescentes que convierten las emisiones ultravioletas
en luz visible. Los materiales que se emplean en su fabricación dependen del tipo de lámpara y de
las condiciones de uso.

Los electrodos son los elementos responsables de la descarga eléctrica en el tubo. Están hechos
de wolframio y se conectan a la corriente a través del casquillo. Se recubren con una sustancia
emisora para facilitar la emisión de los electrones en el tubo.

El casquillo tiene la función de conectar los electrodos a la red a través del portalámparas. Puede
ser de rosca o bayoneta aunque hay algunas lámparas como las fluorescentes que disponen de
casquillos de espigas con dos contactos en los extremos del tubo. Los materiales de que se
elaboran dependerán de los requisitos térmicos y mecánicos de cada tipo de lámpara.

En el interior del tubo de descarga encontramos una mezcla entre un vapor de sodio o mercurio y
un gas inerte de relleno. El primero determina las propiedades de la luz de la lámpara y es el
responsable de la emisión de la luz como consecuencia de la descarga. El segundo, el gas inerte,
cumple varias funciones. La principal es disminuir la tensión de ruptura necesaria para ionizar el
gas que rellena el tubo e iniciar así la descarga más fácilmente. Otras funciones que realiza son
limitar la corriente de electrones y servir de aislante térmico para ayudar a mantener la temperatura
de trabajo de la lámpara.

3.1.2.1 Tipos de Lámparas de Descarga

Las lámparas de descarga se pueden clasificar según el gas utilizado (vapor de mercurio o sodio),
o la presión a la que este se encuentre (alta o baja presión). Las propiedades varían mucho de
unas a otras y esto las hace adecuadas para unos usos u otros.

3.1.2.1.1 Lámparas Fluorescente s

Las lámparas fluorescentes son lámparas de vapor de mercurio a baja presión. En estas
condiciones, en el espectro de emisión del mercurio predominan las radiaciones ultravioletas en la
banda de 253,7 nm. Para que estas radiaciones sean útiles, se recubren las paredes interiores del
tubo con polvos fluorescentes que convierten los rayos ultravioletas en radiaciones visibles.

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De la composición de las sustancias fluorescentes que cubren las paredes interiores de la lámpara
dependerán la cantidad y calidad de su luz, y sus cualidades cromáticas. En la actualidad se usan
dos tipos de polvos; los que producen un espectro continuo y los trifósforos, que emiten un
espectro de tres bandas con los colores primarios. De la combinación estos tres colores se obtiene
una luz blanca que ofrece un buen rendimiento de color sin penalizar la eficiencia como ocurre en
el caso del espectro continuo.

Figura 37 – Lámpara fluorescente

Las lámparas fluorescentes se caracterizan por carecer de ampolla exterior. Están formadas por un
tubo de diámetro normalizado, normalmente cilíndrico, cerrado en cada extremo con un casquillo
de dos contactos donde se alojan los electrodos. El tubo de descarga está relleno con vapor de
mercurio a baja presión y una pequeña cantidad de un gas inerte que sirve para facilitar el
encendido y controlar la descarga de electrones.

La eficacia de estas lámparas depende de muchos factores: potencia de la lámpara, tipo y presión
del gas de relleno, propiedades de la sustancia fluorescente que recubre el tubo, temperatura
ambiente... Esta última es muy importante porque determina la presión del gas y en último término
el flujo de la lámpara. La eficacia oscila entre los 38 y 91 lm/W dependiendo de las características
de cada lámpara.

Figura 38 – Balance energético de una lámpara fluorescente

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La duración de las lámparas fluorescentes se sitúa entre 5000 y 7000 horas. Su vida termina
cuando el desgaste sufrido por la sustancia emisora que recubre los electrodos, hecho que se
incrementa con el número de encendidos, impide el encendido al necesitarse una tensión de
ruptura superior a la suministrada por la red. Además de esto, hemos de considerar la depreciación
del flujo provocada por la pérdida de eficacia de los polvos fluorescentes y el ennegrecimiento de
las paredes del tubo donde se deposita la sustancia emisora. El rendimiento en color varía de
moderado a excelente según las sustancias fluorescentes empleadas. Para las lámparas
destinadas a usos habituales que no requieran de gran precisión su valor está entre 80 y 90. De
igual forma la apariencia y la temperatura de color varía según las características concretas de
cada lámpara.

Las lámparas fluorescentes necesitan para su funcionamiento la presencia de elementos


auxiliares. Para limitar la corriente que atraviesa el tubo de descarga utilizan el balasto y para el
encendido existen varias posibilidades que se pueden resumir en arranque con cebador o bien sin
él. En el primer caso, el cebador se utiliza para calentar los electrodos antes de someterlos a la
tensión de arranque. En el segundo caso tenemos las lámparas de arranque rápido en las que se
calientan continuamente los electrodos y las de arranque instantáneo en que la ignición se
consigue aplicando una tensión elevada. Más modernamente han aparecido las lámparas
fluorescentes compactas que llevan incorporado el balasto y el cebador. Son lámparas pequeñas
con casquillo de rosca o bayoneta pensadas para sustituir a las lámparas incandescentes con
ahorros de hasta el 70% de energía y unas buenas prestaciones.

3.1.2.1.2 Lámparas de Vapor de Mercurio a Alta Presión

A medida que aumentamos la presión del vapor de mercurio en el interior del tubo de descarga, la
radiación ultravioleta característica de la lámpara a baja presión pierde importancia respecto a las
emisiones en la zona visible (violeta de 404,7 nm, azul 435,8 nm, verde 546,1 nm y amarillo 579
nm). En estas condiciones la luz emitida, de color azul verdoso, no contiene radiaciones rojas, para
resolver este problema se acostumbra a añadir sustancias fluorescentes que emitan en esta zona
del espectro para mejorar las características cromáticas.

La temperatura de color de las actuales lámparas fluorescentes se mueve entre 3500 y 4500 ºK,
con rendimientos de color normalmente de 40 a 45%. La vida útil se establece en unas 8000 horas
y su eficacia oscila entre 40 y 60 Lm/W y aumenta con la potencia, aunque para una misma
potencia es posible incrementar la eficacia añadiendo un recubrimiento de polvos fosforescentes
que conviertan la luz ultravioleta en visible.

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Figura 39 – Balance energético de una lámpara de mercurio a alta presión

Los modelo más habituales de estas lámparas tienen una tensión de encendido entre 150 y 180 V
que permite conectarlas a la red de 220 V sin necesidad de elementos auxiliares. Para encenderlas
se recurre a un electrodo auxiliar próximo a uno de los electrodos principales que ioniza el gas
inerte contenido en el tubo y facilita el inicio de la descarga entre los electrodos principales. A
continuación se inicia un periodo transitorio de unos cuatro minutos, caracterizado porque la luz
pasa de un tono violeta a blanco azulado, en el que se produce la vaporización del mercurio y un
incremento progresivo de la presión del vapor y el flujo luminoso hasta alcanzar los valores
normales. Si en estos momentos se apagara la lámpara no sería posible su reencendido hasta que
se enfriara, puesto que la alta presión del mercurio haría necesaria una tensión de ruptura muy
alta.

Figura 39 – Partes de una lámpara de vapor de mercurio a alta presión

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3.1.2.1.3 Lámparas de Luz Mezcla

Las lámparas de luz de mezcla son una combinación de una lámpara de mercurio a alta presión
con una lámpara incandescente, y habitualmente, un recubrimiento fosforescente. El resultado de
esta mezcla es la superposición, al espectro del mercurio, del espectro continuo característico de la
lámpara incandescente y las radiaciones rojas provenientes de la fosforescencia. Su eficacia se
sitúa entre 20 y 60 Lm/W y es el resultado de la combinación de la eficacia de una lámpara
incandescente con la de una lámpara de descarga. Estas lámparas ofrecen una buena
reproducción del color con un rendimiento de color de 60% y una temperatura de color de 3600 ºK.

La duración las lámparas de luz mezcla viene limitada por el tiempo de vida del filamento que es la
principal causa de falla. Respecto a la depreciación del flujo, hay que considerar dos causas; por
un lado, tenemos el ennegrecimiento de la ampolla por culpa del wolframio evaporado, y por otro,
la pérdida de eficacia de los polvos fosforescentes. En general, la vida media se sitúa en torno a
las 6000 horas.

Figura 40 – Partes de una lámpara de luz mezcla

Una particularidad de estas lámparas es que no necesitan balasto ya que el propio filamento actúa
como estabilizador de la corriente. Esto las hace adecuadas para sustituir las lámparas
incandescentes sin necesidad de modificar las instalaciones.

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3.1.2.1.4 Lámparas de Halogenuros Metálicos

Si añadimos en el tubo de descarga yoduros metálicos (sodio, talio, indio...), se consigue mejorar
considerablemente la capacidad de reproducir el color de la lámpara de vapor de mercurio. Cada
una de estas sustancias aporta nuevas líneas al espectro (por ejemplo amarillo el sodio, verde el
talio y rojo y azul el indio). Los resultados de estas aportaciones son una temperatura de color de
3000 a 6000 ºK dependiendo de los yoduros añadidos y un rendimiento del color de entre 65 y
85%. La eficiencia de estas lámparas ronda entre los 60 y 96 Lm/W y su vida media es de unas
10000 horas. Tienen un periodo de encendido de unos diez minutos, que es el tiempo necesario
hasta que se estabiliza la descarga. Para su funcionamiento es necesario un dispositivo especial
de encendido, puesto que las tensiones de arranque son muy elevadas (1500-5000 V).

Figura 41 – Partes de una lámpara de halogenuros metálicos

Las excelentes prestaciones cromáticas la hacen adecuada entre otras para la iluminación de
instalaciones deportivas, para retransmisiones de TV, estudios de cine, proyectores, etc.

3.1.2.1.5 Lámparas de Vapor de Sodio a Baja Presión

La descarga eléctrica en un tubo con vapor de sodio a baja presión produce una radiación
monocromática característica formada por dos rayas en el espectro (589 nm y 589,6 nm), muy
próximas entre sí.

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La radiación emitida, de color amarillo, está muy próxima al máximo de sensibilidad del ojo humano
(555 nm), por ello, la eficacia de estas lámparas es muy elevada (entre 160 y 180 Lm/W). Otras
ventajas que ofrece es que permite una gran comodidad y agudeza visual, además de una buena
percepción de contrastes. Lamentablemente su monocromatismo hace que la reproducción de
colores y el rendimiento en color sean muy malos haciendo imposible distinguir los colores de los
objetos.

Figura 42 – Balance energético de una lámpara de sodio a baja presión

La vida media de estas lámparas es muy elevada, de unas 15000 horas y la depreciación de flujo
luminoso que sufren a lo largo de su vida es muy baja por lo que su vida útil es de entre 6000 y
8000 horas. Esto junto a su alta eficiencia y las ventajas visuales que ofrece la hacen muy
adecuada para usos de alumbrado público. En cuanto al final de su vida útil, este se produce por
agotamiento de la sustancia emisora de electrones como ocurre en otros tipos de lámparas de
descarga, aunque también se puede producir por deterioro del tubo de descarga o de la ampolla
exterior.

Figura 43 – Partes de una lámpara de sodio a baja presión

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En estas lámparas el tubo de descarga tiene forma de U para disminuir las pérdidas por calor y
reducir el tamaño de la lámpara. Está elaborado de materiales muy resistentes pues el sodio es
muy corrosivo y se le practican unas pequeñas hendiduras para facilitar la concentración del sodio
y que se vaporice a la temperatura menor posible. El tubo está encerrado en una ampolla en la que
se ha practicado el vacío con objeto de aumentar el aislamiento térmico, de esta manera se ayuda
a mantener la elevada temperatura de funcionamiento necesaria en la pared del tubo (270 ºC).

El tiempo de arranque de una lámpara de este tipo es de unos diez minutos. Es el tiempo
necesario desde que se inicia la descarga en el tubo en una mezcla de gases inertes (neón y
argón), hasta que se vaporiza todo el sodio y comienza a emitir luz. Físicamente esto se
corresponde a pasar de una luz roja (propia del neón), a la amarilla característica del sodio. Se
procede así para reducir la tensión de encendido.

3.1.2.1.6 Lámparas de Vapor de Sodio a Alta Presión

Las lámparas de vapor de sodio a alta presión tienen una distribución espectral que abarca casi
todo el espectro visible, proporcionando una luz blanca dorada mucho más agradable que la
proporcionada por las lámparas de baja presión. Las consecuencias de esto es que tienen un
rendimiento de color y capacidad para reproducir los colores mucho mejores que la de las
lámparas a baja presión. No obstante, esto se consigue a base de sacrificar eficacia; aunque su
valor que ronda los 130 Lm/W sigue siendo un valor alto comparado con los de otros tipos de
lámparas.

Figura 44 – Balance energético de una lámpara de sodio a alta presión

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La vida media de este tipo de lámparas ronda las 20000 horas y su vida útil entre 8000 y 12000
horas. Entre las causas que limitan la duración de la lámpara, además de mencionar la
depreciación del flujo tenemos que hablar del fallo por fugas en el tubo de descarga y del
incremento progresivo de la tensión de encendido necesaria hasta niveles que impiden su correcto
funcionamiento.

Las condiciones de funcionamiento son muy exigentes debido a las altas temperaturas (1000 ºC),
la presión y las agresiones químicas producidas por el sodio que debe soportar el tubo de
descarga. En su interior hay una mezcla de sodio, vapor de mercurio que actúa como amortiguador
de la descarga y xenón que sirve para facilitar el arranque y reducir las pérdidas térmicas. El tubo
está rodeado por una ampolla en la que se ha hecho el vacío. La tensión de encendido de estas
lámparas es muy elevada y su tiempo de arranque es muy breve.

Figura 45 – Partes de una lámpara de sodio a alta presión

Este tipo de lámparas tienen muchos usos posibles tanto en iluminación de interiores como de
exteriores. Algunos ejemplos son en iluminación de naves industriales, alumbrado público o
iluminación decorativa.

3.2 Luminarias

La misión de las luminarias es modificar la distribución luminosa de las lámparas desnudas, según
las características deseadas de iluminación; y, además, ocultar los manantiales luminosos de la
visión directa del observador, con objeto de evitar el deslumbramiento.

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Figura 46 – Distribución luminosa de una lámpara sin y con luminaria

Los aparatos de alumbrado deben poseer una serie de cualidades que los haga idóneos para la
misión que tienen que cumplir; podemos dividir estas cualidades en tres clases, bien diferenciadas
y que se detallan a continuación.

(a) Propiedades ópticas

- Distribución luminosa adaptada a la función.


- Buen rendimiento luminoso.
- Luminancia de un valor dado en ciertas direcciones de observación.

(b) Propiedades mecánicas y eléctricas

- Ejecución robusta.
- Construidos de un material adaptado a su función.
- Equipo eléctrico perfecto, con facilidades para el montaje y la inspección periódica del
mismo.
- Fáciles de limpiar.
- Calentamiento admisible con su construcción y con su empleo.

(c) Propiedades estéticas

Los aparatos de alumbrado pueden estar encendidos o apagados; bajo ambas apariencias,
deben ayudar a crear el ambiente y a integrarse en el conjunto arquitectónico y decorativo
del interior a iluminar.

3.2.1 Clasificación de las Luminarias

Podemos intentar una primera clasificación de las luminarias según sea el sistema de iluminación
resultante, es decir, según el flujo emitido por sobre o por debajo de la horizontal.

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directa

difusa

semi-directa

mixta

semi-indirecta

indirecta

Figura 47 – Clasificación de las luminarias de acuerdo al flujo emitido por sobre y debajo de la horizontal

Otra forma de clasificar a las luminarias es de acuerdo a la forma en como distribuyen la luz, es
decir, como son aprovechas las propiedades de sus superficies interiores; difusoras, reflectoras o
refractoras,

3.2.1.1 Luminarias con Superficies Difusoras

Son aquellas en donde se utilizan preferentemente sus propiedades de transmisión y difusión. Los
difusores actúan relativamente poco sobre la distribución luminosa de la lámpara; su misión es,
sobre todo, difundir la luz para disminuir los efectos de deslumbramiento.

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El difusor sustituye el manantial luminoso primario, constituido por la lámpara que tiene poca
superficie radiante, y por lo tanto, elevada luminancia, por un manantial luminoso secundario,
constituido por el mismo difusor, de gran superficie radiante, y consiguientemente de mucha menor
luminancia que la lámpara. Según esto, con el difusor se reducen considerablemente los efectos
nocivos del deslumbramiento y esta reducción será tanto mayor cuanto mayor sea la superficie
aparente del difusor.

Para que un difusor sea eficaz, es necesario, que la luminancia de su superficie sea lo más
uniforme posible; por esta razón es preferible utilizar, por ejemplo, el vidrio opalino que tiene la
propiedad citada, antes que el cristal mateado que, además de no difundir tan bien la luz como el
anterior, presenta irregularidades de luminancia en su superficie.

3.2.1.2 Luminarias con Superficies Reflectoras

Son aquellas en donde se utiliza principalmente su poder de reflexión. La comparación entre las
curvas de distribución luminosa correspondientes a una lámpara desnuda y a la misma lámpara
provista de reflector, permite darse cuenta del funcionamiento de un reflector.

Lo que caracteriza sobre todo a los reflectores, es la situación del máximo de radiación luminosa,
es decir, el ángulo “α” bajo el que se encuentra el valor máximo del flujo luminoso en la curva
fotométrica del reflector.

3.2.1.3 Luminarias con Superficies Refractoras

Están basados en las leyes de la refracción regular, por lo tanto son aquellas en donde se utilizan
sus propiedades refractoras. En este caso, la lámpara puede estar completamente encerrada en
un globo de cristal prismático claro, ya que ahora no es necesario prever una abertura por la que
salga el flujo luminoso, como sucedía en el caso de los reflectores. Por lo tanto, es posible trabajar
sobre la totalidad del flujo luminoso.

Un refractor de revolución está constituido esencialmente por un aparato de cristal o vidrio


compuesto de prismas anulares y destinado a orientar los rayos luminosos de acuerdo con las
direcciones requeridas, pero sin modificar el plano meridiano en el que dichos rayos luminosos se
propagan.

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Referencias Bibliográficas

Manual de Iluminación
Javier García Fernández – Oriol Boix Aragonès
Departamento de Ingeniería Eléctrica, UPC, Barcelona, España, 2002

Sistemas de Iluminación y Proyectos de Alumbrado


José Ramírez Vázquez
Ediciones CEAC, Grupo Planeta, Madrid, España, 1990

Iluminación Interna
Vittorio Re.
Marcombo Boixareu Editores, Barcelona, España, 1989

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