Está en la página 1de 5

MACROECONOMÍA Y NEO ESTRUCTURALISMO

LATINOAMERICANO (DESDE 1983)


A finales de los años ochenta y principios de los noventa se produjo una
revitalización del estructuralismo de la CEPAL. Curiosamente, tal
recuperación se produjo primero en algunos círculos intelectuales
anglosajones (Taylor, 1983) y sólo después en la propia América Latina
(Rosales, 1988; Sunkel y Zuleta 1990).
La idea central del estructuralismo en los estudios del desarrollo es,
recordemos, que en los países del Tercer Mundo hay rigideces y otras
insuficiencias institucionales y notables imperfecciones del mercado, de
manera que las pautas liberales de crecimiento no tienen en la práctica los
resultados previstos por la escuela neoclásica la aportación novedosa de la
macroeconomía estructuralista fue añadir a tal enfoque dos aspectos
adicionales dé gran importancia: la necesidad de hacer más riguroso,
mediante la formalización, incluso matemática; el estudio de las políticas de
desarrollo, v el reconocimiento de ti diversidad dentro del Tercer Mundo,
cuyos países presentan “deficiencias estructurales” distintas no sólo respecto
de los rasgos de las economías desarrollados, sino también entre sí. Esta
última afirmación tenía como implicación inmediata el rechazo a la
existencia misma de una receta general de políticas y estrategias de cambio,
así como de la legitimidad misma de una teoría global del desarrollo.
En cuanto al neo estructuralismo latinoamericano, se trata de una corriente
que recupera, con algunas modificaciones v añadidos, el pensamiento de la
CEPAL. Su origen se encuentra en el rechazo a las políticas ortodoxas de
estabilización y ajuste aplicadas en los años ochenta en América Latina y en
la necesidad de superar el “decenio perdido” del desarrollo al que esas
políticas contribuyeron en gran medida a crear.
La macroeconomía estructuralista y la crítica al Consenso de
Washington
Esta corriente, cuyo máximo exponente es el economista estadounidense
Lance Taylor, intenta formalizar el pensamiento estructuralista convencional
(de la CEPAL y de autoras como H. B. Chenerv, 1975 y 1983) e integrar
algunos con los supuestos e hipótesis de esa tradición, corregidos para
hacerlos más rigurosos, en el análisis macroeconómico convencional. El
objetivo explícito de tal iniciativa es el de contribuir a “desmontar desde
dentro’ la pretendida bondad de las políticas ortodoxas de desarrollo.
El rechazo del Consenso de Washington (véase el capítulo 13) es lo que
inspira a la macroeconomía estructuralista. Cuyas obras pioneras fueron los
trabajos de L Taylor (1979) y, sobre todo, Taylor (1983). En primer lugar, se
achaca a ese pensamiento único una absurda pretensión de generalidad ante
una realidad tan diversa que hace imposible una receta universal. Como ha
señalado Taylor (1993: 88)
En segundo término, se achaca a las políticas de estabilización y ajuste
inspiradas por el Consenso de Washington y aplicadas por las instituciones
de Brettón Woods (FMI y Banco Mundial) el haber tenido resultados
económicos mediocres y, sobre todo, un alto coste social.
En tercer lugar, se discute que el orden a seguir sea el recomendado por esas
instituciones (estabilización, ajuste v cambio estructural), en ia medida en
que, incluso suponiendo-que las medidas de estabilización y ajuste tengan
éxito en la asignación estática de los recursos, tal proceso desatiende la
eficacia productiva o dinámica, que es la que garantiza el crecimiento a
medio y largo plazo. En otros términos, la macroeconomía estructuraría
aboga por que la transformación estructural preceda, acompañe y suceda a
las medidas de estabilización y ajuste.
Cautela extrema sobre las medidas que se adoptan para alcanzar objetivos
deseables, como la estabilidad macroeconómica y la reforma estructural.
Toma de conciencia sobre los inconvenientes de las medidas que se aplican
de forma generalizada en el Tercer Mundo, sin que esté clara su oportunidad:
liberalización externa, privatización de las empresas estatales, desregulación
financiera, flexibilización del mercado de trabajo, etc.
La necesidad de recuperar al Estado cómo protagonista esencial en el
proceso de desarrollo, en el convencimiento de que son necesarias
intervenciones estatales no sólo funcionales (como la inversión pública en
capital humano y físico) sino también selectivas (como el fomento
deliberado de sectores industriales prioritarios). Tal planteamiento se separa
claramente del enfoque favorable al mercado (véase el capítulo 14).
El neo estructuralismo latinoamericano y la crítica al neoliberalismo

El origen del neo estructuralismo del subcontinente americano reside en la


propia evolución de las ciencias sociales latinoamericanas en los años
ochenta.
Las políticas de estabilización y ajuste inspiradas por el credo neoliberal
desataron un profundo rechazo, no sólo por sus efectos recesivos sino
también por su carácter socialmente; regresivo. Entre 1980 y 1992 la renta
per cápita de América Latina y el Caribe se redujo de forma apreciable. Entre
1980 fe y 1990 el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza
aumentó del 35% al 37%, mientras que el número absoluto de personas
pobres pasó de 170 millones (43% de t la población rotal) a 196 millones
(46% de la población total).
El agravante es que la mayoría de la población pobre se Encuentra ahora en
las ciudades. La distribución de la renta y de la riqueza se hizo más desigual,
especialmente en Brasil y Colombia.
Además, la realidad latinoamericana de los años ochenta se caracterizaba por
diversos rasgos estructurales de gran importancia, que Rosales (1988) agrupa
en los tres siguientes:
 Un modelo de inserción externa que conlleva una especialización
internacional empobrecedora”.
 Una estructura productiva cada vez más desarticulada, vulnerable,
heterogénea, concentradora del progreso técnico y generadora de
desempleo.
 Una pauta social excluyente, con unas crecientes concentración de la
renta y de la riqueza, pobreza y marginación.
Frente a ese enfoque, el neo estructuralismo recuperó el pensamiento de la
CEPAL, especialmente a partir de los primeros años noventa, en una
coyuntura internacional e intelectual más propicia: cambios en las políticas
de Estados Unidos, después de las presidencias de Reagan y Bush, y en cierta
medida también en la Unión Europea, con los intentos del expresidente de la
Comisión J. Delors por impulsar políticas de empleo; desarrollo de la
corriente de la socio-economía en el mundo anglosajón; cambio de enfoque
en el Banco Mundial hacia posiciones menos liberales; reacción de muchos
economistas convencionales, incluidos algunos premios Nobel, ante el
monopolio intelectual cada vez más asfixiante de la ortodoxia más radical,
etc.
Los neo estructuralistas insisten en la acción social en grupos colectivos, en
las características estructurales e institucionales propias y distintas de cada
país, en el contexto histórico en el que se desarrolla su economía, en la
persistencia y amplificación de las imperfecciones del mercado, y en la
necesidad de tratar aspectos sociales, políticos y medioambientales. Frente a
las pretensiones de hegemonía intelectual de la economía neoclásica y de la
nueva macroeconomía clásica, el neo estructuralismo hace gala de lo que
considera un saludable eclecticismo, en el que tienen cabida la economía
política clásica, el pensamiento keynesiano, algunas aportaciones de la
Economía del bienestar, otras ciencias sociales o el ecologismo.
En suma, los neo estructuralistas empezaron a tomar conciencia (algunos
dirían que con demasiado retraso) de la cada vez mayor pérdida del margen
de maniobra de las políticas nacionales en la economía mundializada. Como
señala Sunkel (1994: 50), la creciente integración transnacional,
especialmente en el campo financiero, la mayor influencia de los organismos
internacionales en las políticas internas, la incidencia global sin precedentes
de los desequilibrios monetarios y del nuevo proteccionismo de los grandes
países desarrollados han limitado en gran medida la libertad de maniobra de
los países subdesarrollados.
La propuesta de políticas económicas del neo estructuralismo se inspira en
la estrategia de “transformación productiva con equidad y de “desarrollo
desde dentro'' propuesta por la CEPAL a principios de los años noventa.
Los objetivos son alcanzar un crecimiento económico sostenido mediante
una inserción eficaz en la economía mundial.
La novedad este respecto del neo estructuralismo es que propone:
Reducir la transferencia de capital hacia el exterior en el concepto de servicio
de la deuda, con medidas globales para reducir la carga que ésta supone.
ÉL Controlar el déficit presupuestario no sólo con restricciones en el gasto
público sino también con aumento de los ingresos del Estado, mediante una
reforma fiscal.
Aplicar las medidas de estabilización de manera gradual, excepto en el caso
de enfrentarse a la hiperinflación, para que resulten socialmente aceptables
y no pongan en peligro el crecimiento potencial.
Además, el desarrollo “desde dentro” debe basarse en un evo impulso de la
industrialización; la línea estratégica del desarrollo desde dentro busca
retomar y superar el desafío industrializador original de Prebisch en torno a
generar un proceso endógeno de acumulación y de absorción y generación
de progreso técnico -incluso por medio de la inversión privada extranjera-
que origine una capacidad de decisión propia de crecer con dinamismo. Tal
concepción estratégica no está orientada, a priori y a favorecer la sustitución
de importaciones, lo cual final mente llevaría a un callejón sin salida. Por el
contrario, en esta propuesta se dejan abiertas las opciones para orientar la
industrialización desde dentro hacia los mercados internos y externos que se
consideren prioritarios y prometedores en la estrategia de desarrollo a largo
plazo (Sunkel y Zulern, 1990: 43).
El énfasis en que el crecimiento exportador es esencial es otra novedad de
ese enfoque. Los neo estructuralistas proponen, a este respecto, un fuerte
empujón inicial de las exportaciones, tanto primarias como manufacturadas,
para posteriormente concentrarse en aumentar la proporción de bienes que
tengan a la vez una demanda internacional dinámica y un mayor valor
añadido. Se afirma también que se trata de promover una competitividad
‘‘auténtica”, esto es, no dependiente sólo ni principalmente de los bajos
salarios.
Es aún prematuro valorar el alcance y la repercusión de la corriente neo
estructuralista. Sin embargo, algunos autores han destacado algunas de sus
insuficiencias:
— Un marcado eclecticismo teórico, como puede observarse en la siguiente
cita de Sunkel,en contraste con el neoliberalismo, el neo estructuralismo
parte de una visión sociocultural e histórica y se nutre con eclecticismo
posmodernista de todas las disciplinas científicas y corrientes de
pensamiento capaces de aportar elementos relevantes. Esto incluye por cierto
la propia teoría económica neoclásica, en cuanto elemento insustituible para
contribuir a la compresión del funcionamiento del capitalismo (Sunkel,
1994: 31).
Una notable tendencia a la convergencia con el enfoque favorable al
mercado, en razón de la falta de análisis riguroso del alcance de la
intervención del Esta-do. No está claro si los neo estructuralistas proponen
intervenciones públicas meramente sustentadoras del mercado o, por el
contrario, medidas deliberadas para reprimirlo y distorsionarlo en caso
necesario.
Una falta de propuestas concretas en cuanto a la politica industrial, el
fomento de las exportaciones, la política de adquisición y generación técnica,
etc., por el alto grado de abstracción y generalidad de las soluciones
propuestas. Algunos autores echan en falta en los planteamientos de Sunkel
una referencia al importante debate generado por los recientes informes de
la UNCTAD y, sobre todo, por la muy ilustrativa experiencia de Asia
oriental. De igual modo, parece sorprendente la falta de comunicación entre
la macroeconomía estructuralista anglosajona y el neo estructuralismo
latinoamericano, ya que ambas corrientes podrían dar perfectamente como
resultado una visión más completa y rigurosa del proceso de desarrollo.

También podría gustarte