Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Courtes, Joseph - Análisis Semiótico Del Discurso (1991) PDF
Courtes, Joseph - Análisis Semiótico Del Discurso (1991) PDF
© 1991 Hachette,
© EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 81
Madrid, 1997, para la versión española
VERSIÓN ESPAÑOLA DE
1
En Sémiotique. Dictionnaire raisonné de la théorie du langage, París, Hachette,
vol. 1, 1979; vol. 11, 1986 [Trad. española, Semiótica. Diccionario razonado de la
8 Análisis semiótico del discurso
teoría del lenguaje, Madrid, Editorial Gredas, vol. 1: 1982 (reimp. 1990); vol. II:
1991).
Prefacio 9
artificial, pero sobre bases semánticas menos empíricas y más forma-
les. Bien entendido, para completar un poco estas ilustraciones del
método semiótico, nos remitiremos a nuestra obra precedente consti-
tuida sólo con ejemplos: Sémantique de l'énoncé: applications prati-
ques (París, Hachette, 1989); bajo ese título se analizan los discursos
novelesco, religioso e incluso visual (una tira cómica sin texto). Es
inútil decir que la aproximación semiótica -de la cual, tengámoslo
presente, únicamente proponemos aquí los prolegómenos- es apli-
cable a cualquier objeto significante, a cualquier discurso, como se
constata, dentro de la bibliografia selectiva que hemos podido esta-
blecer sumariamente, en toda la gran serie de las Actes sémiotiques
(Bulletins y Documents) 2 y las Nouveaux actes sémiotiques (actual-
mente en curso de publicación).
El plan adoptado para esta iniciaciación es de los más clásicos. El
primer capítulo está consagrado a la ubicación de la semiótica del
discurso en el marco general de las ciencias del lenguaje, y a sus pre-
supuestos teóricos y metodológicos. Los capítulos segundo y tercero
estudian, respectivamente, la sintaxis narrativa y la semántica. El úl-
timo capítulo trata de la enunciación. La estructura de la obra, como
se ve, reúne con toda precisión las proposiciones, por ejemplo, de
Ch. Morris, que en el análisis semiótico distingue tres componentes:
la sintaxis, la semántica y la pragmática. Esta articulación tripartita,
ya aplicada desde hace tiempo en el estudio de la frase por la lingüís-
tica tradicional, es evidentemente aplicable a ese objeto -de mayo-
res dimensiones, ciertamente, pero isomorfo (según una de nuestras
hipótesis fundamentales)- que es el discurso; tendremos cuidado,
por supuesto, de enfatizar de paso las interrelaciones entre esos tres
2
Una selección de las Acles sémiotiques. Documents ha sido traducida al español
bajo la coordinación de Gabriel Hemández Aguilar con el título Sentido y significa-
ción. Análisis semiótico de los conjuntos sign/ficantes, México, Premiá Editora, col.
La red de Jonás-Estudios, 1987, y otros textos de esos Documents como de los Bulle-
tins han aparecido en publicaciones periódicas, por ejemplo, Semiosis. Seminario de
semiótica. Teoría. Análisis, Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Univer-
sidad Yeracruzana, Xalapa, Veracruz, México. (N. del T.)
10 Análisis semiótico del discurso
1
Según la expresión de A. J. Greimas y J. Courtés en Semiótica. Diccionario ra-
zonado de la teoría del lenguaje, vol. I, Gredos, 1982, pág. 238.
2
Si al ámbar le precede la luz roja, el encendido de la luz ámbar significará, a la
inversa, «inminencia de autorización de pasarn. (N. del T.)
Cuestiones previas y perspectivas 19
sin olvidar las «rosas» que, ofrecidas a alguien, representan más que
simples flores, sobre todo si son rojas: el amor. En una primera
aproximación, y muy someramente, digamos que lo que es percibido
por la vista (las flores constituyen en ese caso el significante, el plano
de la expresión) no es de la misma naturaleza que la significación que
le es socioculturalmente atribuida: la perseverancia (a la anémona), el
orgullo (a la camelia), etc., constituirían, pues, el significado, el plano
del contenido. A decir verdad, reconozcamos de inmediato que las
cosas son aquí un poco más complejas: el hecho de que el «alhelí»,
por ejemplo, se llame violacciocca en italiano y wall-jlower en in-
glés, nos demuestra que el «alhelí» comprende a la vez un significan-
te español, particular, distinto de los del italiano y del inglés, y al
20 Análisis semiótico del discurso
So
Veamos otro ejemplo, tal vez más simple, vivido por quien escri-
be estas líneas. Una tarde del año mil novecientos tantos, éste y su
esposa participaron en una reunión de padres de familia cuyos hijos
siguen el curso de catecismo. Al llegar a la sala prevista al efecto,
nuestra pareja tomó asiento, casi instintivamente, en uno de los dos
extremos de la larga mesa rectangular que ocupaba una parte extensa
de la habitación; entonces, la pareja se encontró directamente frente a
la religiosa que había convocado a los participantes cuya posición
-en el otro extremo de la mesa- le permitía controlar visualmente
las entradas, incluidas las de los retrasados: la elección de este lugar
fue evidentemente correlativo al ejercicio del poder y era impensable
que la responsable diera la espalda a la puerta de entrada ..
A medida que la gente entraba en la sala, se iba distribuyendo
casi espontáneamente (pero, en realidad, ese no era el caso) entre los
dos polos de la mesa, aglomerándose más bien hacia los extremos y
quedando el centro, por así decirlo, algo desguarnecido. La reunión
se desarrolló y el semiótico constató que en cuanto a las ideas emiti-
das, esto es, en el plano del contenido, se produjo rápidamente una
3
Véase «Éléments de sémiologie», en Communications, num. 4, pág. 130.
Cuestiones previas y perspectivas 21
oposición irreductible. En un extremo de la mesa, la responsable de la
reunión expuso, definió su programa, pidió la aprobación de sus de-
cisiones, etc. y ésta fue manifiestamente apoyada -hasta en sus si-
lencios- por aquellas y aquellos que estaban más próximos al sitio
donde ella se hallaba. Nuestra pareja, por el contrario, se definió ne-
gativamente, si se quiere, adoptando en el plano del contenido una
posición contraria a la de la persona del otro extremo: el «no» que la
pareja expresó así por medio de variadas paráfrasis o de contra-
propuestas fue asumida y alentada por todos los participantes que
estaban espacialmente más próximas a ella. Los titubeantes, los «sin
opinión» supieron, natural o instintivamente, ocupar la posición es-
pacial media entre los dos polos.
Tales son, grosso modo, los datos; extraigamos algunos elemen-
tos de reflexión. Sin entrar en un estudio más complejo que exigiría
este ejemplo (el hecho, entre otros, de que los partidarios del «no» se
manifestaran en buen número, mientras que el «sí» de la religiosa no
fuese casi asumido, verbalmente al menos, por quienes la apoyaban,
el hecho también de que dos personas -nuestra pareja- hicieran
frente a una sola del otro lado de la mesa, etc., sin contar que no son
tomados aquí en consideración los movimientos de cabeza, de brazos,
de busto, de ojos ... ), observemos solamente dos componentes carac-
terísticos, distintos y correlacionados: los intercambios verbales de
una parte, la distribución espacial de la otra. Cada uno de ellos, por
supuesto, realizaba la relación significante/significado: las palabras
emitidas a derecha e izquierda hicieron intervenir el plano de la ex-
presión (en este caso, las cadenas sonoras que cada uno pudo escu-
char y registrar) y el del contenido (de manera global las ideas expre-
sadas verbalmente y de las que hemos dicho que se organizaban, de
manera dicotómica, según «sí»/«no» o acuerdo/desacuerdo); de modo
paralelo, la disposición de los participantes en el espacio fue, simul-
táneamente, del orden del significante, de la expresión (a nivel de las
relaciones proxémicas registrables aunque sólo sea en los planos vi-
sual o táctil) y del orden del significado, del contenido, en la medida
en que su posición espacial no fue literalmente in-sensata, aberrante:
22 Análisis semiótico del discurso
4
Para el caso de la lengua española, puede consultarse con provecho el artículo
«Sí hay sinónimos» de Gregorio Salvador, aparecido en Semántica y lexicología del
espmiol. Estudios y lecciones, Madrid, Paraninfo, 1985, págs. 51-66. (N. del T.)
Cuestiones previas y perspectivas 25
de el comportamiento gestual estaba en función del interés/desinterés
otorgado a la discusión: en ese caso, más o menos parecido al ejemplo
de la sinonimia, diferentes significantes somáticos se encargan de ex-
presar un solo y mismo significado; es decir, tal multiplicidad de signi-
ficantes puede ser por lo menos interpretada en términos de redundan-
cia (A. Martinet ha destacado su importancia en el funcionamiento
acertado de la comunicación intersubjetiva).
Pasemos ahora del plano lexical al del discurso, que es más am-
plio. Se constata aquí, por ejemplo, que dos segmentos dados -uno
corto, el otro largo, en el plano de la expresión- pueden, dado el ca-
so, ser reconocidos como equivalentes en el nivel de la forma del
contenido. En ese caso interviene, efectivamente, el fenómeno llama-
do elasticidad del discurso que pone en práctica la conocida relación,
en lingüística, entre expansión y condensación. Depende de esta
elasticidad la elaboración de los resúmenes que se supone dan, de
forma breve, el equivalente a todo un extenso discurso o a un relato
completo. Otro ejemplo nos lo proporciona la relación que se estable-
ce entre denominación (léxica) y definición: así, el término donar
pertenece al orden de la denominación, de la condensación, en rela-
ción con la definición, en expansión, que puede ser propuesta y que
hará explícitos todos sus elementos constituyentes: el donador o do-
nante (sujeto de hacer), el donatario o beneficiario (llamado más
adelante: sujeto de estado), el objeto donado y el gesto mismo del
don como acción. Más allá, presentimos que es todo el campo de la
paráfrasis el que se ve afectado; cuando nos ocupemos del metalen-
guaje diremos algunas palabras sobre ello.
1.1.3.1. Expresión
6
Véase, en especial, J. Courtés, Sémantique de /'énoncé: applications pratiques,
París, Hachette, 1989, 4.ª parte.
32 Análisis semiótico del discurso
1.1.3.2. Contenido
A semejanza de la expresión, el contenido debe ser aprehendido a
su vez, según la hipótesis hjelmsleviana, sea como sustancia sea co-
mo forma. El gran lingüista danés identifica la sustancia del conteni-
do con una especie de «nebulosa» semántica original, con un conti-
nuum amorfo de «significación» 7, comparable desde ese punto de
vista al continuum acústico-fisiológico o visual evocado anteriormen-
te: tenemos ahí una «materia» (en inglés: purport) -en sentido
hjelmsleviano- presupuesta por las diferentes formas del contenido
susceptibles de aprehenderlo. El simple hecho de que diversas articu-
laciones, en ese nivel, puedan ser propuestas por un mismo universo
semántico dado, permite pensar que éste tiene, si se quiere, una exis-
tencia independiente de todas las formas que le son concretamente
aplicadas. Se trata, como se ve, de una simple presuposición lógica;
como tal, ella, sin embargo, no nos obliga, en absoluto, a tomar una
posición filosófica en términos de «realismo» o de «idealismo».
A calidad de primer ejemplo, volvamos -pero esta vez en el
plano del contenido- al campo del color, dejado más arriba en sus-
penso. Esta «zona de sentido» 8 , que es globalmente el universo del
color, admite, según las lenguas, decíamos, articulaciones semánticas
diferentes. L. Hjelmslev compara a este respecto algunos datos de la
lengua francesa con el kimrico (= uno de los principales dialectos del
7
Véase Essais linguisliques, pág. 115.
L. Hjelmslev, Prolegomenes a une théol'ie du langage, París, Ed. de Minuit,
K
1971, pág. 76.
Cuestiones previas y perspectivas 33
céltico en Gales); muestra así, en la práctica, la no-concordancia de
los dos paradigmas que se remiten a un mismo universo de sentido.
En kimrico, escribe L. Hjelmslev,
gwyrdd
«vert» ('verde') es en parte gwyrdd y vert
en parte glas, «bleu» ('azul') corres-
ponde a glas, «gris» ('gris') es bien
bleu glas
glas o bien llwyd, «brun» ('pardo')
corresponde a llwyd; lo que quiere
decir que el dominio del espectro gris
comprendido por la palabra francesa
vert está, en kimrico, atravesada por llwyd
brun
una línea que remite en una parte al
dominio abarcado por el francés
bleu, y que la frontera que traza la lengua francesa entre vert y bleu
no existe en kimrico; la frontera que separa bleu y gris le falta
igualmente, lo mismo que la que opone en francés gris y brun; al
contrario, el dominio representado en francés por gris se halla, en
kimrico, cortado en dos, de tal manera que la mitad se refiere a la
zona del francés bleu y la otra mitad a la de brun. Este cuadro es-
quemático muestra inmediatamente la no-concordancia de las fron-
teras (op. cit., pág. 77).
9
En !ntroduction ala linguistique, pág. 9.
ANÁLISIS SEMIÓTICO. -2
34 Análisis semiótico del discurso
111
En Essais linguistiques, pág. 113.
Cuestiones previas y perspectivas 35
este respecto y por así decirlo, todavía más pobre ya que sólo tiene
una palabra:
bois Holz
('bosque')
skov
Wald
foret
('selva')
signo
expresión contenido
1
1
sustancia forma forma sustancia
l .......... T.........:
forma
semiótica
·····································r·······································
materia
11
En Cours de linguistique générale, pág. 169.
12
En Essais de linguistique, pág. 116.
Cuestiones previas y perspectivas 37
13
En Coul's de linguistique génél'ale, pág. 166.
38 Análisis semiótico del discurso
p
6
p
14
Véase Essais de linguistique géné,·ale, pág. 138.
Cuestiones previas y perspectivas 41
alto naturaleza
bajo cultura
15
Véase ?etites mythologies de l'oeil et de /'esprit.
42 Análisis semiótico del discurso
(delante) vs (detrás)
apretado vs espaciado
mínimo de gestos VS gesticulación
silencio VS ruido
llantos vs risas
negro vs color
A B
apretado vs espaciado
mínimo de gestos vs gesticulación
significante
silencio vs ruido
(expresión)
llantos vs risas
negro vs color
significado
MUERTE vs VIDA
(contenido)
Volvamos, una vez más, al componente espacial para una última ob-
servación relativa al plano de la expresión. Anteriormente hemos aludi-
do al eje /longitudinal/ del cortejo: en relación a la carroza fúnebre, este
eje puede articularse según /precedente/ vs /subsecuente/ y concierne a
todos los miembros del cortejo, incluso si hubiese una tendencia a des-
plazarse hacia atrás en razón de la distancia, ya advertida, cada vez ma-
yor entre las filas. El hecho de desplazarse en el eje del difunto sitúa a
cada uno en relación a la /muerte/, ya sea /lejos/ o /cerca/; desde ese
punto de vista, el cortejo es «fúnebre» en su conjunto, a todo lo largo.
De otro lado, el eje /transversal/ -que, como hemos dicho, está relacio-
nado con la /vida/ - es menos perceptible al comienzo del cortejo, en la
medida en que se reduce al mínimo posible en las primeras filas; en
cambio, es mucho más notable al agrandarse hacia el final del cortejo:
cada uno puede constatar que, en los últimos rangos, el intercambio de
expresiones se da más en el eje transversal (izquierda/derecha) que en el
Cuestiones previas y perspectivas 49
eje longitudinal (precedencia/subsecuencia), como si en este último caso
las personas, incluso las más indiscretas, sintieran algún pudor en rela-
ción al difunto que acompañan.
Si el eje /longitudinal/ es más perceptible /delante/ del cortejo y el
eje /transversal/ lo es /detrás/, no es menos notable el hecho de que a
cualquier altura del cortejo, todo aquel que sigue la carroza fúnebre se
define, espacialmente, por estos dos parámetros: desde dondequiera que
se observe, el cortejo ñmebre no está relacionado teóricamente con la
/muerte/ sino también con la /vida/. En el plano ético, en verdad, algunos
pueden sentirse dolidos -como ya hemos recordado- por el compor-
tamiento de los miembros del final del cortejo y así suelen denunciarlo
en la campiña francesa. Sin embargo, estructuralmente, esta manifesta-
ción de la /vida/ -que algunos encuentran muy ruidosa e incluso des-
cortés- aparece como una necesidad: nos recuerda, finalmente, que la
existencia humana está hecha a la vez, y de modo indisociable, de /vida/
y de /muerte/; el cortejo es «fúnebre» en relación con el difunto que va a
ser enterrado, pero está constituido por personas vivas.
Junto a la pareja vida/muerte, situada en el. plano pragmático y
dependiente de la percepción temporal, hay otra oposición que puede
ser correlacionada y que constituye, en un nivel más profundo, otra
interpretación de orden tímico 17 , otro significado del cortejo fúnebre,
es decir, alegria/tristeza:
A B
apretado vs espaciado
mínimo de gestos vs gesticulación
expresión silencio vs ruido
llantos vs risas
negro vs color
contenido 1 MUERTE vs VIDA
contenido
contenido 2 TRISTEZA vs ALEGRÍA
17
Según el diccionario Petit Robel't, la «thymie» ('timia') es un «humor, disposi-
ción afectiva de base».
50 Análisis semiótico del discurso
diar así, por ejemplo, «el banquete mortuorio», pues es verdad que
nuestras tradiciones nos invitan a descubrir cierto grado de paren-
tesco entre la organización subyacente al cortejo fúnebre y el desa-
rrollo del banquete mortuorio. Esto confirma, a su manera, la
comparación semiótica: al /comienzo/ del banquete como /delante/
del cortejo, se manifiesta la /tristeza/, reina allí el /silencio/, donde
cada cual se asocia, por así decirlo, a la pena de los parientes del
difunto; luego, progresivamente, a medida que transcurre el ban-
quete (o yendo hacia /detrás/ del cortejo), las lenguas se desatan
poco a poco, al principio de manera muy discreta, después, insen-
siblemente, se hacen más atrevidas. A los /llantos/ posibles del
comienzo del banquete (o del cortejo), le suceden algunas miradas
furtivas antes de que se perfilen las tímidas sonrisas que anuncian
ya la /vida/. No era raro, además, con ayuda del vino, de ver en
nuestras campiñas terminar esos banquetes mortuorios ruidosa-
mente, con /alegría/; ya se trate del cortejo fúnebre o del banquete
mortuorio, dedicados -por definición- a la /muerte/, en uno y
otro caso la última palabra parece volver a su término contrario, a
la /vida/.
Esta sucinta descripción del cortejo fúnebre nos lleva a destacar
un aspecto metodológico. Hablar de forma, como hemos dicho,
equivale a presuponer la presencia de redes de relaciones, de estruc-
turas, tanto en el plano de la expresión como en el del contenido.
Todo nuestro pequeño análisis consiste, como se ve, en pasar del
continuum del cortejo a su articulación según las oposiciones enu-
meradas, dado que el sentido -como nos enseña F. de Saussure-
es sólo perceptible, finalmente, gracias a un juego de diferencias.
Articular lo continuo(= la sustancia hjelmsleviana amorfa) equiva-
le, por supuesto, a fragmentarlo por el hecho mismo de las unida-
des discretas que pueden encontrarse allí. Esto nos lleva a insistir
sobre otra característica del lenguaje: que no sólo es biplano (signi-
ficante/significado o expresión/contenido), sino que es también ar-
ticulable. De ahí la posibilidad de proceder a su análisis, en sentido
literal, a su descomposición (analusis, en griego) en elementos
52 Análisis semiótico del discurso
19
En esta obra de introducción, presentaremos sólo una semiótica de lo disconti-
nuo, la única que nos parece más accesible por ahora. En este sentido, es necesario
prever, seguramente, una semiótica de lo continuo, esa misma que anuncia ya, por
ejemplo, la aspectualización (vid. capítulo 4) que sustituye lo categorial por lo gra-
dual; o el estudio de las modalidades tensivas realizado por C. Zilberberg: este segun-
do aspecto de la aproximación semiótica dará cuenta y razón, por ejemplo, de los fe-
nómenos de estesia (que aparece en la fusión parcial del sujeto y del objeto) y también
de la aprehensión del devenir.
Cuestiones previas y perspectivas 53
Por arbitraria que sea esta segmentación en los dos planos del
significante y del significado, pretenderá mostrar, sin embargo, la
dirección que debe tomar todo análisis semiótico: la localización de
las unidades, por muy relativa que ésta sea, es uno de los primeros
objetivos de nuestro proceder. Su identificación es función, natu-
ralmente, del doble procedimiento antes tratado: conmutación vs
sustitución. Sin duda alguna, la articulación lograda es plenamente
discutible aunque sólo sea en el nivel de las denominaciones rete-
nidas (que lo son en función de las posibilidades de lexicalización
en español), pero por lo menos trata de establecer una estrecha co-
rrelación entre los dos planos del lenguaje: evidentemente es esa fi-
delidad a la relación significante/significado la que permanece y
deja la marca específica de todo análisis que quiere ser semiótico.
Y lo que es más, como destaca nuestro diagrama, la isomorfia,
postulada entre el plano de la expresipn y el del contenido, permite
con seguridad evitar que no se pierda de vista, en cualquier momen-
to de la descripción, ninguno de los dos planos del lenguaje.
Aunque nuestro análisis del cortejo fúnebre se interrumpe aquí,
por no haber podido presentar todavía el instrumental metodológico
(objeto de los capítulos 2, 3 y 4) necesario para proseguirlo, es con-
veniente diseñar sus posibles prolongaciones. Una vez reconocidas
las unidades, como venimos diciendo, será necesario precisar qué re-
54 Análisis semiótico del discurso
°
2
Citado por A. Lalande, Vocabulaire technique et critique de la philosophie,
París, Presses Universitaires de France, 1972, pág. 686.
56 Análisis semiótico del discurso
21
«Pieces a conviction»: cuerpo del delito. En gracia al análisis que sigue, mante-
nemos la literalidad de la expresión francesa. (N. del T.)
60 Análisis semiótico del discurso
22
En Semiótica. Diccionario razonado de la teo1·ia del lenguaje, vol. !, pág. 433.
Cuestiones previas y perspectivas 61
23
Sobre este problema de la categorización, véase G. Kleiber, La sémantique du
prototype, París, Presses Universitaires de France, 1990.
Cuestiones previas y perspectivas 67
visual que es solamente bidimensional; además, todo aspecto táctil, u
olfativo, de dicho árbol desaparece totalmente si es reproducido en
una fotografia o pintura. En todos los casos, como se ve, la realidad
es de un orden distinto al de las imágenes que pueden serle asociadas.
A decir verdad, las figuras diseñadas o pintadas no se identifican,
en modo alguno, con los objetos del mundo cuya única misión es
evocarlos: aquéllas los representan, cierto, pero según una red de
lectura que cada individuo ha interiorizado progresivamente desde su
más tierna infancia, según un código cultural más o menos sofistica-
do. Nos damos cuenta de inmediato -y lo demostraremos breve-
mente con algunos ejemplos- que el reconocimiento de los objetos
no es de naturaleza estrictamente visuaL Así, cuando por una razón
técnica, la película en color presentada en la televisión se transforma
repentinamente en blanco y negro, casi no se ve afectada la com-
prensión de la trama contada. Aparte del color, las formas y las líneas
pueden variar mucho desde la fotografia -donde la iconicidad (= la
semejanza con la realidad) es, en cierto modo, llevada al máximo-
hasta la caricatura, donde se reduce al mínimo el número de rasgos.
Parece que, en todos los casos, la identificación de los objetos
(representados) del mundo no es del orden del significante sino del
significado. Lo claro, lo oscuro, los diferentes matices, las superficies
delimitadas, las líneas, lo desvanecido, etc., son leídos como si co-
rrespondieran a contenidos semánticos precisos, algo así como el
caminante que es capaz de decir que esta o aquella nube tiene la for-
ma de un objeto o de un animal determinado; en la medida en que la
iconicidad parece más débil, la forma visual percibida será, si llega el
caso, más ambigua respecto a su interpretación: sobre este fenómeno
se centra en psicología, por ejemplo, el test proyectivo de H. Ror-
schach.
Pongamos el ejemplo del efecto de perspectiva de un cuadro, que
a
nos muestra un paseo de álamos que conduce un castillo. En el plano
de la expresión, las superficies llamadas «árboles» van de lo más grande
a lo más pequeño, mientras que, en la «realidad» sugerida, serían
eventualmente de la misma altura; en el nivel del contenido se leerá al-
68 Análisis semiótico del discurso
24
The Meaning of Meaning, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1923, pág. 11.
25
Pensamos, ciertamente, en la noción de representación de K. Bühler: vid. inji·a.
26
En Éléments de sémantique, págs. 82 y sig.
Cuestiones previas y perspectivas 71
B (= «concepto» o significado)
A6C
(= «signo» o
significante)
(=referente)
Si, con toda razón, ese modelo goza de la más alta consideración
-toda obra de semántica o de semiótica no deja de citarlo-, no es-
tá, sin embargo, libre de observaciones y, además, no es unánime-
mente reconocido por los lingüistas, ¡ni mucho menos! Ya J. Lyons
recordaba que los semánticos, fieles a la doctrina saussureana, exclu-
yen el polo C como no pertinente para su disciplina ( que se limita
sólo a la relación del significante/significado, o sea A y B); otros, al
contrario, parece que tienen la tendencia a eliminar B. En todo caso,
a nuestro parecer, la objeción más importante que se puede hacer a
ese esquema triangular es la siguiente: decir que C provoca un
«pensamiento» B y, más allá, «un signo» A, equivale a postular que
el referente impone definitivamente la articulación lingüística; pero
entonces, ¿cómo es posible que un mismo dato(= C) del mundo ex-
terior (vid. supra el campo del color o del francés «bois») dé lugar a
segmentaciones (y a denominaciones) diferentes según las distintas
lenguas naturales?
72 Análisis semiótico del discurso
27
En Kant Studien, 38, Berlín, 1933.
Cuestiones previas y perspectivas 73
co, de todo acto de comunicación verbal. El destinador envía un
mensaje a su destinatario. Para ser operativo, el mensaje requiere, en
primer lugar, un contexto al que se remite (es lo que se llama tam-
bién, en una terminología un tanto ambigua, el «referente»), contexto
comprensible para el destinatario ya sea verbal ya sea susceptible de
ser verbalizado; después, el mensaje requiere un código común, en
todo o al menos en parte, al destinador y al destinatario (o, en otras
palabras, al encodificador y al descodificador del mensaje); por últi-
mo, el mensaje requiere un contacto, un canal fisico y una conexión
psicológica entre el destinador y el destinatario, contacto que le
permite establecer y mantener la comunicación. Estos diferentes fac-
tores inalienables de la comunicación verbal pueden ser esquemáti-
camente representados como sigue:
CONTEXTO
28
Se trata de L 'énonciation de la subjectivité dans le langage, París, Colin, 1980.
74 Análisis semiótico del discurso
29
R. Barthes, por ejemplo, en su célebre «Rhétorique de l'image», en Communi-
cations, núm. 4.
76 Análisis semiótico del discurso
30
Vid. sup1·a, los paradigmas comparados del «bosque» o del «colorn.
Cuestiones previas y perspectivas 77
de las ciencias del lenguaje, descripción que tendría que situar todas
las corrientes lingüísticas y semióticas. Nuestro punto de vista -muy
limitado- continúa siendo europeo, fiel a la tradición saussureana y
hjelmsleviana: como se ve, en el plano conceptual optamos por cierta
homogeneidad.
A este respecto y salvo ciertas pequeñas reservas hechas sobre los
modelos lingüísticos evocados, nos parece oportuno precisar un poco
nuestra posición frente a la relación entre el lenguaje y la realidad.
En la línea saussureana y hjelmsleviana, postulamos que todo lengua-
je -sea verbal o no- se define únicamente por la relación entre
significante y significado, entre expresión y contenido, y ello en
relación con la distancia que reconocemos entre el lenguaje y la
realidad. El hecho de que las «palabras» y las «cosas» no tengan la
misma naturaleza -como lo han demostrado suficientemente todos
nuestros ejemplos-, fundamenta para nosotros el estudio del lengua-
je y le asegura su autonomía; es el gran principio llamado de inma-
nencia que se encuentra en la base de las ciencias del lenguaje: de no
admitirlo, esto nos llevaría simplemente a volver a verter su conteni-
do y dejarlo en manos de la antropología, de la sociología, de la etno-
logía, de la psicología, hasta de la misma filosofía, impulso que se
encuentra hoy con bastante frecuencia, como lo muestra por ejemplo
C. Kerbrat-Orecchioni, ya citada, y que consiste en estudiar el fenó-
meno de la comunicación intersubjetiva en su totalidad, haciendo el
inventario de todos sus componentes respecto a todos nuestros cono-
cimientos en ciencias humanas. Por el contrario, si se cree en la auto-
nomía del lenguaje debe postularse consecuentemente -como se ha-
ce en todos los otros campos del saber- la existencia de reglas
subyacentes: según ese principio, todo lo que significa obedece a le-
yes internas propias, independientes, por lo menos en parte, de los
datos exteriores.
Sin haber estudiado jamás lingüística o semiótica, cada uno de
nosotros puede notar, por ejemplo, ciertas regularidades en el lengua-
je escrito: a diferencia del checo, el español no propone nunca cuatro
o cinco consonantes sucesivas al comienzo de la palabra; delante de
78 Análisis semiótico del discurso
31
En francés, ese sentido es: «Dar una forma, una estructura, una significación
a ... » (Diccionario Petit Robert). (N. del T)
Cuestiones previas y perspectivas 79
en efecto, que los sistemas de representación (verbal, visual, gestual,
etcétera) -para los cuales luego reservaremos, no obstante, el térmi-
no lenguaje, como lo hemos hecho hasta ahora- sean, tal como se
ha dicho más arriba, «conjuntos significantes», mientras que el refe-
rente (o la realidad) no tendría, semióticamente hablando, sentido en
absoluto, dado que estaría privado de la articulación significante ex-
presión/contenido.
Sea, por ejemplo, uno de mis vecinos que nos cuenta un acon-
tecimiento que ocurrió durante las últimas vacaciones. El semiótico
o el lingüista reconocen, naturalmente, que su discurso comporta la
relación significante vs significado. ¿Por qué no dar un paso más y
considerar, a su vez, que el «referente» de ese discurso - a saber,
la realidad en el momento mismo en que es vivida- está también
informado por los dos planos de la expresión y del contenido? En
apoyo de esa hipótesis, se notará que lo que se debate no es pro-
piamente la realidad en sí, sino la percepción que el hombre tiene
de ella hic et nunc: nuestro vecino que está de vacaciones tal vez ha
intervenido, en todo caso ha sido por lo menos testigo del evento.
Hablar de percepción supone necesariamente hablar de la interpre-
tación, por lo tanto, del funcionamiento del significante y del sig-
nificado, si se piensa, cuando menos, que el hombre no puede tener
relación, aunque sea inmediata, con el mundo si no es «sensata»; en
caso contrario, la relación sujeto/objeto desaparecería, y el hombre
con ella. En pocas palabras, nos parece que el hombre está siempre
en el lenguaje y que /o vivido es incluso una forma de lenguaje: si
lo extralingüístico no obedeciera a la relación expresión/contenido,
¿no habría que reconocerlo, literalmente, como «insensato», como
ya no dependiente de la percepción humana? El carácter inmediato
de lo vivido (o de la realidad) nos hace olvidar a menudo la rela-
ción significante/significado que lo hace precisamente significati-
vo; pero si paseando una noche en la oscuridad que me aterra, veo
una forma, pero no llego a identificarla en seguida, percibo mejor
entonces -en detrimento de mi persona- el desfase que existe,
en el corazón mismo de la realidad, entre el significante (inquie-
80 Análisis semiótico del discurso
l~_L_:_J 1
32
Esta problemática ha sido estudiada, entre otros, por D. Bertrand (vid. biblio-
grafia).
Cuestiones previas y perspectivas 83
33
Colección Livre de poche, págs. 40-42; el subrayado es nuestro.
Cuestiones previas y perspectivas 85
polvareda del carbón, cargada con los gases que pesaban sobre los
ojos. Las mechas de las lámparas, bajo sus sombreros de tela metáli-
ca, sólo arrojaban puntos rojizos. No se distinguía nada, el corte se
abría, subía como una larga chimenea, plana y oblicua, donde el ho-
llín de diez inviernos habría amasado una noche profunda. Allí se
agitaban sombras espectrales, fulgores perdidos dejaban entrever una
curva de cadera, un brazo nudoso, una cabeza violenta, embadurnada
como para un crimen. A veces, destacándose, relucían los bloques de
hulla, caras y crestas, bruscamente iluminados por un reflejo de cris-
tal. Luego todo volvía a caer en la oscuridad, los picos aporreaban
con grandes golpes sordos, no se oía más que el jadeo de los pechos,
los gruñidos de cansancio y de fatiga, bajo la pesadez del aire y la
lluvia de los manantiales.
34
Ver especialmente los trabajos de O. Ducrot, C. Kerbrat-Orecchioni, D. Main-
gueneau, etc.
Cuestiones previas y perspectivas 89
significante» para discernir los elementos pertinentes a su modo de
investigación. Hace un instante mencionábamos la cuestión de la
enunciación: propiamente hablando, ésta no pertenece ni a la semió-
tica ni a la lingüística; ella concierne por igual tanto, sino más, a la
psicología como al psicoanálisis, a la sociología como a la historia, a
la etnología como a la economía, etc. y hasta a la filosofia. Dicho
esto, hay una concepción semiótica y lingüística (sólo para las len-
guas naturales) de la enunciación que ocupa un lugar destacado en las
ciencias del lenguaje. Se reconoce, así, la existencia de puntos de
vista totalmente diferentes en cuanto al objeto de su investigación,
cuya complementariedad es manifiesta; en ningún caso, por supuesto,
las ciencias del lenguaje podrían invadir los campos de saber que no
son de su competencia.
Notemos que, en verdad, las ciencias del lenguaje no son las úni-
cas dedicadas a tratar la significación entre todas las ciencias huma-
nas: la historia, la sociología, la etnología, la psicología, el psicoaná-
lisis, etc. se proponen también demostrar la inteligibilidad de los
materiales que analizan. En todos los 1casos, se trata finalmente del
sentido. Por lo tanto, es indispensable -para respetar unos y otros
procedimientos- trazar inmediatamente una línea de demarcación
entre lo que denominaremos la significación primaria y la signifi-
cación secundaria. La significación primaria (llamada también lin-
güística, en el caso del lenguaje verbal 35 ) es la única que se reserva el
análisis semiótico: como indica su calificativo, no tiene otra ambición
que servir de preámbulo a una comprensión más profunda, la que las
otras ciencias humanas están justamente en condiciones de propor-
cionarnos. Sea, por ejemplo, un relato muy simple, un cuento bien
conocido como el de Capen,cita roja o de Pulgarcito. Se llamará
significación primaria a aquella que está al alcance de todo el audito-
rio que escucha esos relatos, de todos los lectores de esos cuentos,
comprendidos los niños. A este respecto, se verá que, frente a esta
clase de cuentos, tal o cual persona es capaz de hacer una lectura más
35
Véanse, por ejemplo, los análisis concretos de J.-C. Coquet.
90 Análisis semiótico del discurso
36
En el sentido que le da, por ejemplo, U. Eco.
Cuestiones previas y perspectivas 91
mes ... ; jamás se obtendrá exactamente el mismo fonema, pues nues-
tro sujeto no es una máquina grabadora y su fatiga, su forma física,
sus estados de ánimo, todo influye evidentemente en su pronuncia-
ción. Si, a fortiori, comparamos las producciones de distintos locuto-
res, deberemos constatar que el mismo fonema es, en realidad, un po-
co diferente en cada caso; desde este punto de vista, el fonetista que
registra en sus máquinas tal o cual sonido, sólo tiene a mano varian-
tes, dado que el fonema puro o perfecto no existe. De ahí la necesidad
para la fonética/fonología de procurarse un locutor medio, de obtener
- a partir de toda una población- una pronunciación «estándar».
Quedémonos en el terreno lingüístico, pero pasemos del signifi-
cante al significado. Tomemos, por ejemplo, el caso del léxico. Se
oye comentar a veces que «¡Todos no dicen las mismas cosas con las
mismas palabras!». Es verdad que cada individuo tiene su propia
historia y que las unidades léxicas resuenan de manera diferente se-
gún los unos y según los otros; no obstante, la comunicación inter-
subjetiva existe y llegamos a entendernos en una comprensión media:
es evidente que sólo a partir de esta base puede desarrollarse una se-
mántica. El diccionario y, a fortiori, las traducciones se apoyan de-
finitivamente en un consenso que no podría tener en cuenta todas las
pequeñas variantes individuales. Como sólo hay ciencia de lo gene-
ral, las especificidades semánticas muy limitadas, las distancias in-
terpretativas muy personales, se abandonarán normalmente en prove-
cho de las constantes.
Por supuesto, fijar exactamente la media -gesto, sin embargo,
necesario en una diligencia con vocación científica- es, en con-
creto, problemático. En lo que respecta al análisis de la frase se ha
visto proliferar, por ejemplo, el recurso a los asteriscos (especial-
mente en N. Chomsky): colocados al comienzo de determinadas
frases, indican que esas frases no son aceptables en absoluto, sea
sintáctica sea semánticamente. Por desgracia se correría entonces el
riesgo de excluir tal o cual enunciado susceptible, no obstante, de
figurar tal vez en un escritor surrealista o, simplemente, cuya inter-
pretación no es imposible en un mundo posible. Los lingüistas han
92 Análisis semiótico del discurso
37
Tal vez éste sea el caso de B. Pottier, por ejemplo.
ANÁLISIS SliMIÍ>TICO. -4
98 Análisis semiótico del discurso
FORMAS NARRATIVAS
.,
... ~ .
,'1,
.,
,;,.:.,
..,
Formas narrativas 103
1
Ver J. Courtés, lntroduction a la sémiotique narrative et discursive, París, Ha-
chette, 1976.
2
En el diccionario Petit Robert.
104 Análisis semiótico del discurso
3
El movimiento literario llamado «nouveau roman» («nueva novela») surgió en
Francia después de la Segunda Guerra Mundial y se suele incluir entre sus represen-
tantes a los escritores Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute, Michel Butor, el Premio
Nóbel Claude Simon, etc. [cf. Alain Robbe-Grillet, Pour un nouveau roman, París,
Gallimard, 1963; Jean Ricardou, Problemes du nouveau roman, París, Éditions du
Seuil, 1967; Nouveau Roman: hier et aujourd'hui, Coloquio en el Centro Cultural ln-
temational de Cerisy-la-Salle del 20 al 30 de julio de 1971, U. G. É. («10/18», núm.
725), París, 1972). (N. del T.)
Formas narrativas 105
füJ --➔--,[fi]
;=JL_es_ta_do_¡-I
~I estado 2 I
Una vez planteado lo que antecede, es conveniente ahora avanzar
un paso más en el análisis y distinguir claramente esta organización
narrativa elemental -que depende de una especie de lógica subya-
cente-, de sus realizaciones concretas en los relatos, realizaciones
que no suponen necesariamente la manifestación de todos sus com-
ponentes. Así, sea un estado 1 seguido de una transformación: 1en tal
caso, este encadenamiento implica un estado 2, aun cuando no se ha-
ya hecho explícito como tal. Supongamos cierto anuncio publicitario
que presenta un producto X para el aseo de los pisos: éste parte de
una superficie sucia (= estado 1) y muestra una mujer iniciando la
limpieza(= T): aquí es previsible, sin duda, la pulcritud(= estado 2)
a la que se apunta, pero no se presenta directamente. En sentido in-
verso, si el relato propone una transformación seguida de un estado (a
saber, el estado 2), se deducirá lógicamente que antes había ahí un
estado diferente, opuesto (el estado 1): la limpieza obtenida gracias al
producto X es comprensible únicamente en relación con un estado de
suciedad presupuesto. Existe, en fin, una última posibilidad: supon-
gamos que ni el estado 1 ni el estado 2 son puestos de manifiesto, sino
que sólo se presenta la transformación: en ese caso, ésta presupone
y/o implica por fuerza los dos estados que lógicamente la encuadran:
: ~ 1estado 2 1
.' '
' '
. . ..
'
A ..... [ ................. ).... L.......... L... l. ....................... .
8( ................. ).... .:............1.....:
e: ....:.......... .:........................ ..
D'. ...........:
Formas narrativas 107
4
Recordemos que la orientación - en fonna de rección, de sobredeterminación,
etcétera- es uno de los primeros principios que subtiende todas las investigaciones
en lingüística frástica.
108 Análisis semiótico del discurso
5
Véase Syntaxe générale, París, Colin, 1985, pág. 115.
6
En Éléments de syntaxe structurale, París, Klincksiek, 1982, pág. 103.
Formas narrativas 109
canta
.A .
amigo canc1on
AA
mi viejo esta linda
7
En Éléments de syntaxe structurale, pág. 102.
8
!bid., pág. 102.
110 Análisis semiótico del discurso
F (S, O)
Formas narrativas 111
9
Por razones prácticas, representamos la conjunción -entre sujeto y objeto-
con el signo: n; y la disjunción con: u.
Formas narrativas 113
u n
(encontrar) (perder)
(2)PN=H { Sl ➔ (S2UO) }.
Formas narrativas 115
H { S1 ➔ (S2 n ?) }.
H { SI ➔ (?nO) }.
Son previsibles diversos casos de figura que tienen que ver con el
estatuto de los sujetos de hacer y de estado. Muy a menudo los roles
sintácticos de S 1 y S2 son asumidos por actores diferentes: se dirá
entonces que el hacer es transitivo, dado que parte de S 1 para actuar
en favor de S2. Tal es, por ejemplo, el caso del don en el cual S 1 es
asumido por el donador, S2 por el donatario (o beneficiario) y O re-
presenta el objeto donado.
Sucede también que las dos funciones sintácticas de sujeto de
hacer (== S 1) y de sujeto de estado (= S2) son asumidas por un solo y
mismo actor: el hacer será llamado, en ese caso, reflexivo. Un ejem-
plo muy simple es el del ladrón, que es a la vez sujeto de hacer(= S1)
Formas narrativas 117
una función del contrato fiduciario que vincula a los dos interlocuto-
res, sobredeterminando la estructrura del intercambio: así, el inter-
cambio de la lámpara de Aladino se sitúa bajo el signo de lo ilusorio
(= lo que parece, pero no es). Reconozcamos aquí que el esquema
sintáctico que nos proponemos está muy lejos de agotar su objeto:
Hl {SI ➔ (S21101)} +-1' H2 { S2 ➔ (SI 11 S2) }.
El ejemplo más simple es el del rapto que termina mal: al rechazo del
medio de evasión (S2 U 01), requerido por los malhechores, corres-
ponde la muerte (S 1 U 02) de los rehenes detenidos. Lo mismo su-
cede en el caso de las «represalias».
Retomemos al intercambio positivo, ya que esta forma es la que
más se aproxima al don/contra-don. En su Essai sur le don 11 ,
M. Mauss evoca este caso: «En la civilización escandinava y en mu-
chas otras, el intercambio y los contratos se hacen en forma de rega-
los, voluntarios en teoría pero en realidad hechos y retribuidos obli-
gatoriamente» (pág. 147; el subrayado es nuestro). Mauss precisa a
continuación cuál es su programa de investigación dándole forma de
pregunta: «¿Cuál es la regla de derecho y de interés que, en las socie-
dades de tipo ancestral o arcaico, hace que el presente recibido sea
obligatoriamente retribuido? ¿Qué fuerza hay en lo que se da que ha-
ce que el donatario la devuelva?» (pág. 148). Dejemos al lector de M.
Mauss todo su interés por la aproximación antropológica y/o socio-
lógica, para conservar sólo un pequeño aspecto, de los menos impor-
11
En Sociologie et anthropologie, París, Presses Universitaires de France, 1966,
págs. 147-148.
120 Análisis semiótico del discurso
PN2 f- PNl,
12
En este caso el signo «O» significa «frase», según la convención expuesta por
Christian Nique, Introducción Metódica a la Gramática Generativa, Madrid, Cátedra,
1975, págs. 71 y sig. (N. del T.)
122 Análisis semiótico del discurso
PN8 PN7
1 1
1
PN6 PNS
1 1
1
PN4 PN3
l 1
1
PN2 PNI
t
/-pppphql--- /pppphq/ (encuentro con la madrina)
13
Versión 31 de Cendrillon, en Le con te populaire fran9ais, obra de P. Delarue y
M.-L. Teneze.
Formas narrativas 125
éxito
actualizació{
dela
posibilidad
situación que abre{ fracaso
una posibilidad
posibílidad no
realizada
a b e
126 Análisis semiótico del discurso
castigo
intervención {
judicial
malevolencia
{
malignidad - [
fechoría
realizada
fechoría
evitada
i ausencia de
intervención
judicial
fechoría
impune
no malignidad
,________.II.___ _.
a b (c) b c
a
14
En su libro (escrito en colaboración con F. Fontanille) Semiótica de las pasio-
nes - De los estados de las cosas a los estados de ánimo (México, Siglo XXI, 1994),
A. J. Greimas propone añadir un cuarto modo de existencia semiótica, el potencial,
que se situaría hacia arriba de lo realizado (correspondiendo entonces, al menos, a las
Formas narrativas 127
(a) Enigma
(b) Aciividad de elucidación
(averiguación)
( c) Enigma aclarado
15
Artículo aparecido en Communications. 8, París, EPHE, Centre d'Études des
Communications de Masse, 1966.
16
Versión española, V. Propp, Mo1fología del cuento, Madrid, Fundamentos,
1971. En adelante citaremos según esta edición. (N. del T.)
Formas narrativas 129
a b e
a b e
fuego lento
(2 h.)
30mn [
no ebullición .............................. .
J PN común («remover»)
17
Nos remitimos especialmente a sus contribuciones en A. J. Greimas-J. Courtés,
Semiótica - Diccionario razonado de la teoría del lenguaje, vol. 2, Madrid, Editorial
Gredos, S. A., 1991, artículos: «fabricación», «destrucción» y «programa narrativo».
Formas narrativas 135
(gracias al juego de las modalidades: vid. infra) se oponen otros
discursos relativos a la construcción de los objetos: la «sopa al
pistou» es aquí un buen ejemplo. En ese caso preciso se ve clara-,
mente cómo se articulan los primeros programas narrativos ele-
mentales de fabricación: partiendo de un objeto dado desprovisto
de valor culinario, las «alubias frescas» por ejemplo, un sujeto
operador procederá a su transformación gracias, en este caso, a la
cocción. La mezcla de la «sopa de verduras» ( correspondiente al
PN 1) y del «pistou» (= PN2), que interviene al final, puede ser
considerado, a su vez, como una de las operaciones elementales en
la constitución de los objetos. En sentido inverso, se notará sola-
mente que la destrucción consiste en transformar un objeto dotado
de valor en un objeto que está desprovisto de él: ése es, por ejem-
plo, el caso descrito por F. Bastide, cuando un vehículo es tritura-
do por una machacadora.
El dispositivo propuesto por A. J. Greimas para la «sopa al pis-
tou», que incluye el eje de la temporalidad, podría ser retomado para
dar cuenta, por ejemplo, del desarrollo de una guerra clásica (a la
Napoleón Bonaparte): en ese caso, las diferentes acciones de un ge-
neral, por ejemplo, pueden constituir otros tantos sub-PN que serán
colocados unos en relación con los otros en determinados momentos.
Cocinar o hacer la guerra presuponen programas narrativos inscritos
en un eje temporal dado (con todo un juego entre concomitancia y
no-concomitancia, entre anterioridad y posterioridad) y situados unos
en función de otros: ésta podría ser una de las definiciones posibles
de la estrategia.
que está obligada a mencionar los dos estados inicial y final, ya que
el sujeto de estado Sl guarda la misma relación con el objeto antes y
después del don que hace.
La segunda forma de la circulación de los objetos, seguramente la
más frecuente, depende de lo que proponemos llamar sistema cerra-
do de los valores. Podría formularse simplemente como sigue: lo que
se quita a un sujeto se hace en provecho de otro, lo que es adquirido
por uno lo es a expensas de otro. La economía constituye algo así
como un sistema cerrado; según la fantasía popular, el dinero se en-
cuentra necesariamente en algún lugar: en el momento de pagar los
impuestos hay que irlo a buscar, se dice, donde está, si no está en ca-
sa de unos, necesariamente estará en casa de otros. En cualquier caso,
el sistema es tal que a toda conjunción (o adquisición) corresponde
paradigmáticamente (según la relación «o ... o») una disjunción (o
privación), y viceversa.
Contrapongamos aquí las relaciones transitiva (cuando los dos
roles de sujeto de hacer y de sujeto de estado corresponden a dos ac-
tores diferentes) y reflexiva (cuando esas dos mismas funciones son
asumidas por un solo y mismo actor), que permiten desdoblar los
modos de la junción. Esto nos da el siguiente cuadro:
Formas narrativas 137
(junción)
(conjunción) (disjunción)
ADQUISICIÓN PRIVACIÓN
estado 1 estado 2
(!) (Sl n O U S2) ➔ (SI U O n S2)
(2) (SI U O n S2) ➔ (S l n O U S2).
18
Reproducimos la versión recogida por G. Massignon y publicada en su obra:
De bouche a o,·ei!le, París, Berger-Levrault, 1983, págs. 303-305.
140 Análisis semiótico del discurso
-Asno, ¡haz lo que sabes hacer! Y el asno en lugar de excretar
cagajones, les excretará monedas de cinco francos.
Los niños en seguida probaron con el asno que el hada les había
regalado; y el asno excretaba monedas de cinco francos, ¿quiéres
más?, ahí va. Volvieron rápidamente a casa para contar lo que les
había sucedido. Entonces los padres les hicieron ir a acostar, con ob-
jeto de ir a hacer trabajar al asno. Y cuando los niños estuvieron
acostados, los padres dijeron al asno:
-Asno, ¡haz lo que sabes hacer!
Y el asno hacía monedas de cinco francos, tantas como ellos
querían. Lo escondieron y fueron a buscar otro asno de mala catadura
para dárselo a los niños.
Entonces, los niños fueron otra vez al bosque, pero el asno no
podía darles monedas de cinco francos: sólo podía echar algunos ca-
gajones. En aquel momento vieron otra vez al hada que les había re-
galado el mantel y el asno; el hada les preguntó:
-¿Qué tal, pequeñines? ¿Están contentos con el asno?
-Oh no, el asno no da ya monedas de cinco francos; sólo da ca-
gajones.
- ¡Está bien, pequeños! Aquí tenéis este palo. Cuando lleguéis a
casa, le diréis:
- ¡Palo, haz lo que sabes hacer! Y él hará así, asá.
Entonces los niños llevaron el palo a casa y contaron otra vez a
sus padres lo que les había sucedido. Los padres en seguida cogieron
el palo y le dijeron:
- Palo, haz lo que sabes hacer.
Pero el palo en vez de darles monedas de cinco francos, les dio
unos buenos porrazos ...
¡Y aquí mi cuento se acabó!
Lacción ~
competencia - - - - - performance
manipulación 2 sanción 2
Lacción2__J
manipulación I sanción l
L_ acción l _ _ J
Formas narrativas 147
t~-- acción 2 ~
manipulación I sanción 1
.,,,.
t acción!~
2.1.3.2. La acción
donador donatario
20
Empleamos la equivalencia /saber/ = /sa/ para distinguirla, en lengua española,
de /ser/ modalidad anotada /s/. (N. del T.)
15'2 Análisis semiótico del discurso
21
Representamos la negación sea, como aquí, con un pequeño guión colocado
delante de lo que es negado, sea (a veces en los esquemas) con un pequeño trazo hori-
zontal superior.
Formas narrativas 153
qhxq-h
-q-h -qh
ph p-h
(libertad) (independencia)
-p-h
X
(obediencia)
-ph
(impotencia)
dh d-h
(permitido) (autorizado)
competencia performance
modalidades modalidades modalidades
virtualizantes ~ .- actualizantes ~ >-- realizantes
/querer hacer/ /saber hacer/ /estar-ser/
/deber hacer/ /poder hacer/ /hacer/
1 1
1 1 1 1
l 1 1
(Instauración (Califación (Realización
del sujeto) del sujeto) del sujeto)
qes q-es
(dose,x,lsivo)
-q-es -qes
(no repulsivo) (indeseable)
des d-es
(necosxsibilidad)
-d-es -des
(posibilidad) (contingencia)
ciente obra escrita con J. Fontanille Semiótica de las pasiones - De los estados de las
cosas a los estados de ánimo, México, Siglo XXl Editores, 1994, donde se muestra
que los «recorridos patémicos» son con frecuencia sometidos al esquema narrativo
canónico (con la puesta en marcha de una competencia y de una performance pasio-
nales).
Formas narrativas 157
pes p-es
(pos;b;Jxngendo)
-p-es -pes
(necesidad) (imposibilidad)
23
Los celos han sido objeto de un largo estudio en A. J. Greimas - J. Fontanille,
Semiótica de las pasiones - De los estados de las cosas a los estados de ánimo, Méxi-
co, Siglo XXI Editores, págs. 159-271.
158 Análisis semiótiéo del discurso
2.1.3.3. La manipulación
En su acepción semiótica -que excluye todo rasgo de orden psi-
co-sociológico o moral- el término manipulación designa simple-
mente la relaciónfactitiva (= hacer hacer) según la cual un enunciado
de hacer rige otro enunciado de hacer. Esta estructura modal tiene
como particularidad que, si los predicados son formalmente idénticos
(ambos son /hacer/), los sujetos en cambio son diferentes; hay un su-
jeto manipulador (en la posición de destinador) y un sujeto manipu-
lado (destinatario). La formulación simbólica más simple es la si-
guiente:
Hl { Sl ➔ H2 { S2 ➔ (S3 í'I O) } }
24
En Del sentido II, págs. 242-254.
ANÁLISIS Sl'MIÓTIC0,-6
162 Análisis semiótico del discurso
hh h-h
25
Del sentido l/, pág. 245.
Formas narrativas 163
batalla tradicional: el comandante de un ejército manipula a sus tro-
pas haciéndolas tomar una u otra posición con miras a la victoria; pe-
ro su trabajo de estrategia no se detiene allí: si, como destinador, él
manipula al sujeto de hacer(= su tropa), puede también, simultánea-
mente, modificar la competencia modal del anti-sujeto (= el ejército
adverso), en cuyo caso él mismo tratará de suscitar en el enemigo un
/bacer no hacer/.
En nuestra Sémantique de l'énoncé: applications pratiques
-obra a la que nos permitimos remitir al lector para una mejor
comprensión del ejemplo elegido- hemos propuesto una ilustra-
ción que volveremos a tomar aquí de forma muy abreviada. La
historia analizada (extraída de la novela de J. Kessel, El León)
trata la proeza que realiza el narrador al entablar una relación de
amistad con un león gracias a la ayuda de una niña («Patricia») pa-
ra quien la «gran fiera» es, desde hace tiempo, un verdadero com-
pañero de juegos. A medida que avanza el relato, nos damos
cuenta que el destinador -«Patricia», en este caso- transforma
positivamente la competencia del narrador haciéndole adquirir el
/saber hacer/ y el /poder hacer/ y, correlativamente, ella transforma
de modo negativo la competencia del león (en quien el /querer ha-
cer/ inicial cede su lugar a un /no querer hacer/, y el /poder hacer/
a un /no poder hacer/), estando, por cierto, el narrador y el león en
el punto de partida en la relación de sujeto vs anti-sujeto. Es claro,
entonces, que el anti-sujeto (= el león) no está modalizado sólo
negativamente por el destinador (en calidad de /h-h/), sino también
positivamente: de inmediato, el artesano semiótico está obligado a
instalar un anti-destinador que modaliza positivamente al león
(según el /hh/); en ese instante se nota que el anti-destinador tam-
bién realiza una manipulación negativa, al impedir al sujeto obrar
según su deseo. Hemos sido así invitados a proponer el esquema
siguiente, que parece ser muy general, y del cual hemos aprove-
chado no sólo el nivel del enunciado, de la historia contada, sino
también el de la enunciación, de la manera en que el enunciador
presenta dicha historia al enunciatario:
164 Análisis semiótico del discurso
destinador anti-destinador
hhlXlhh
sujeto anti-sujeto
2.1.3.4. La sanción
secreto
(~:xus) ilusorio
no parecer no ser
!-pi /-si
(ausencia de (ausencia de
cabezas) victoria)
falso
27
A decir verdad, la negación del /parecer/ que comporta el /secreto/, es siempre
sólo parcial, pues la persona en relación con la cual hay /secreto/, debe por lo menos
presentir que se le esconde algo; en caso de negación total del /parecer/, el sujeto con-
cernido no se encontraría ya en la posición del /secreto/, sino únicamente en la del /no
saber/, de la ignorancia. Ello quiere decir que el /secreto/, a la vez que esconde, debe
contener algunos indicios que incitarán eventualmente al interesado para informarse,
para saber un poco más.
168 Análisis semiótico del discurso
,~X~/
............ - ~ verdadero
1
(recorrido
del héroe)
secreto ilusorio
CULO CENIZO
Érase una vez un señor y una dama que tenían tres hijas. Las pri-
meras asistían siempre al baile; eran unas bellas señoritas que tenían
presencia. A la más joven la llamaban Culo Cenizo porque se arras-
traba siempre en la suciedad.
Un buen día, ella le dijo a su madrina, que era un hada:
-Oh, madrina, yo quisiera ir al baile, pero estoy tan mal vestida
que no me atrevo a presentarme.
-Oh, eso es bien fácil hijita, yo te alistaré si me prometes
una cosa: volver a casa antes que dé la última campanada de media
noche.
La madrina le da una varita. Cuando ella quiso los caballos, gol-
peó dos o tres veces; de pronto fue servida, subió a un carruaje y
¡adelante!
Una vez que llegó al baile, hace su entrada, pero nadie pudo
contener la emoción de tan bella que estaba.
Al dar la primera campanada de media noche, ella desapareció,
huyó y volvió a casa.
La segunda vez que fue al baile, sucedió lo mismo. La tercera
vez, al subir al carruaje, perdió uno de sus zapatos de cristal.
El hijo del rey lo recogió e hizo saber al pueblo que haría su es-
posa a aquella cuyo pie calzase ese zapato.
Y Culo Cenizo le dijo al joven:
-Oh, señor, dadme ese zapato para probarlo también.
Sus hermanas desdeñosas y muy orgullosas se burlaban de ella:
-Oh, tú, Culo Cenizo, tú Culo Cenizo, querer calzar ese za-
pato ...
A fe mía, el zapato le iba muy bien y su madrina, con el corazón
alegre, la hizo casar con el hijo del rey.
Formas narrativas 171
Después, una vez casada, tomó a sus dos hermanas como sir-
vientas.
(Narrado en abril de 1952 por la Señora Ernest Mel-
quiond, de 70 años, agricultora en La Bessée-Basse, comuna
de Argentiere la Bessée, Haute-Alpes.)
secreto 1 ilusorio 1
/-p
(riqueza) (elevación)
1 1
1
falso 1
Consideremos, en primer lugar, el punto de vista cognoscitivo de
la heroína (1 en el esquema), que no sólo es el de la madrina sino
también el del oyente, el del lector, el del enunciatario.
172 Análisis semiótico del discurso
(elevación) (riqueza)
secreto 2
/-pi
X
(pobreza)
1
/-si
(humillación)
1
ilusorio 2
falso 2
ajfrxhaw
(conjunción) (disjunción)
admitir dudar
(no-disjunción) (no-conjunción)
c,rlx,M•
( conjunción) (disjunción)
probabilidad incertidumbre
(no-disjunción) (no-conjunción)
puede ser de orden pragmático (era el único caso que teníamos pre-
sente en nuestra descripción de la manipulación) o bien de naturaleza
cognoscitiva: el /hacer hacer/ se identifica así a un /hacer creer/. En
el primer caso, la manipulación se ejercía o bien según el /querer/ y
se obtenía entonces la tentación (dirigida a un objeto positivo) o la
seducción (que ponía por delante una imagen positiva de la compe-
tencia del sujeto manipulado), o bien según el /poder/, siendo enton-
ces reconocible, en el plano pragmático, en la intimidación (que in-
cluye un objeto, digamos, negativo) y, en el plano cognoscitivo, en la
provocación (donde el manipulador ofrece al manipulado una imagen
negativa de su competencia). En esos cuatro tipos elementales de la
manipulación, el acento estaba más bien puesto en las razones de
obrar del sujeto manipulado.
En cambio, el /hacer creer/ -que corresponde a la manipulación
ya no según el /querer/ o el /poder/, sino según el /saber/- remitiría,
más bien, a las razones del sujeto manipulador; aquí, como escribe
A. J. Greimas, «la factitividad se desarrollaría bajo las fonnas varia-
das de las argumentaciones llamadas lógicas y de las demostraciones
científicas para, a fin de cuentas, ofrecerse al sujeto epistémico, como
una proposición de razón, al ética o veridictoria» 29 • Evidentemente,
en este inmenso dominio de la manipulación según el saber, es donde
deben localizarse, entre otras, las numerosas y fructuosas investiga-
ciones contemporáneas sobre la argumentación (J.-C. Anscombre,
O. Ducrot) o sobre la lógica natural (J.-B. Grize) que tienen que ver
todas, finalmente, con el juego del razonamiento, con el arte de per-
suadir .según la razón. Remitimos al lector a los numerosos trabajos
publicados en esas disciplinas que, como nadie ignora, son deudoras
de una larga tradición lógica y retórica.
29
En Del sentido ll, pág. 142.
Formas narrativas 179
30
Una primera redacción de este estudio apareció en las Actes sémiotiques, Bulle-
tin, EHESS/CNRS, V, 23, septiembre de 1982, págs. 5-18, con el título «Pour une
approche modale de la greve». Ese texto ha sido reescrito aquí casi completamente.
180 Análisis semiótico del discurso
SI S2
del /querer hacer/ (= /qh/) con todo el juego de los contrarios y los
contradictorios:
qh-xq-h
-q-h -qh
X
-d-h
permitido
-dh
facultativo
X
-d-h
permitido
-dh
facultativo
31
Ver más adelante la descripción sintáctica de La baba-jaga.
Formas narrativas 199
(X, y) ➔ X* y
32
En Les points de vue dans le discours, vol. I, tesis de doctorado de Estado, Uni-
versidad de París III, 1984, págs. 20 y ss.
Formas narrativas 201
I .; , .;
1 (= elemento neutro: ----➔ a
b) I
b ------------➔ ab
Qx
I
•!-----~-
X X
a = negación de s2,
b = negación de s 1.
1 (= ni a, ni b): sl.s2
a : sl.-s2
b : -s 1.s2
ab : -s 1.-s2.
1 (neutro) ----➔ a
s 1.s2 s 1.-s2
I
b - - - - - - - ab
-s 1.s2 -s 1.-s2
I
Este grupo puede ser recorrido en un sentido o en otro (siguiendo
las flechas): cada transformación corresponde a una sola negación a
la vez: nos impondremos la regla -en relación a la constitución de
los meta-términos (sobre los que hablaremos en un momento)-
de no ir directamente de J a ab, ni de a a b, o a la inversa.
Transpongamos ahora esta distribución teniendo en cuenta el mo-
delo que hemos ido utilizando normalmente hasta aquí (a propósito
de la oposición conjunción/disjunción primero, de las modalidades
después), y que tiene en consideración dos términos dados (sl y s2) y
su negación:
Formas narrativas 203
1
1
1
sl s2
X
-s2
1
1
ah
-sl
1
h
a h
secreto ilusorio
no no
parecer ser
1 1
1
falso
ah
204 Análisis semiótico del discurso
I
1
~1
querer hacer
noxne
hacer
-s2
querer
-si
b
1 1
1
ab
sl.s2
querer X"
I a
s2.-s2
no hocer
no querer no querer
no hacer hacer
-sl.-s2 -sl.s2
ab b
33
Ha sido extraído de los Contes russes de Afanassiev, París, Ed. Maisonneuve et
Larose, traducción al francés de Edina Bozoki, págs. 14-16.
Formas narrativas 207
Llegaron a su pueblo y el perro en la escalinata ladró: «¡Uau! ¡Uau!
¡Traen a la dama, traen a la dama!». La madrastra acudió con un ro-
dillo de amasar para golpear al perro. «Mientes -dijo-, di más
bien: ¡los huesos suenan en la canasta!». Pero el perro siguió repi-
tiendo lo mismo. El padre y su hija llegaron. Entonces, la madrastra
ordenó a su marido llevar a su propia hija, a ella también a ese sitio.
El hombre la llevó.
He aquí que la baba-jaga le dio trabajo a la niña y luego se fue.
La niña muy contrariada, lloró. Los ratones acudieron: «¡Niñita, niñi-
ta! ¿por qué lloras?». Pero ella no les dejó hablar y se puso a golpear-
los con el rodillo de amasar; ella se divirtió así con ellos y no hizo su
trabajo. Lajaga retomó y se molestó. Esto se repitió una segunda vez,
entonces la jaga destrozó a la niña y puso sus huesos en una canasta.
Sucedió que la madre envió a su marido a buscar a su hija. El padre
partió y trajo sólo huesos. Llegó al pueblo y el perro ladró nuevamen-
te en la escalinata: «¡Uau! ¡Uau! ¡Traen huesos en la canasta!». La
madrastra acudió con el rodillo de amasar: «¡Mientes -dijo-, di
más bien: ¡traen a la dama!». Pero el perro dijo siempre: «¡Uau!
¡Uau! ¡Los huesos suenan en la canasta!». El marido llegó; ¡su mujer
dio de alaridos!
Éste es el cuento, y para mí un tarro de mantequilla.
34
En les racines historiques du cante merveilleux, pág. 72.
Formas narrativas 209
veniente elegir los temas que subtienden la mayor parte del
cuento, temas que son algo así como su condensación. En nues-
tra opinión, ese relato hace uso de dos elementos fundamentales:
de una parte, lo que llamamos el /comportamiento/ que afecta de
modo sucesivo a las dos niñas; de la otra, el /trato/, es decir, la
sanción impuesta en los dos casos por la baba-jaga. Estos dos
ejes, cuya denominación es discutible, parecen admitir cada uno
dos polos opuestos, uno positivo y el otro negativo: encontramos
así sl y -sl, s2 y -s2. Será suficiente, en efecto, recurrir a la ca-
tegoría ética /bueno/ vs /malo/ y aplicarla a cada uno de los dos
ejes, lo que nos da la siguiente distribución:
buen buen
comportamiento trato
(«servir») («recompensa»)
sl s2
mal
X
-s2
trato
-sl
mal
comportamiento
(«castigo») («no servir»)
~-------!
recorrido
[{]
,,x,
de la l.ª
1 1
niña buen buen
comportamiento trato
a B
-s2 -si
mal mal
trato comportamiento recorrido
1 1
de la 2.ª
niña
ah
35
En Cantes, París, Gamier, 1967, pág. 147.
212 Análisis semiótico del discurso
estado 1 estado 2
(SI U02)---HI - - - (SI 1102)
(adquisición por in-
tercambio positivo)
/antes/ y del /después/ (pudiendo cada uno de los dos programas ser
ora pospuesto ora antepuesto) o bien, dado el caso, se realizarán en
concomitancia, como a menudo sucede, por ejemplo, en la venta
(cuando el dinero y la mercancía son intercambiados simultánea-
mente).
Narrativamente, cada uno de esos subprogramas (Hla, Hlb) pre-
supone, para su realización, una competencia correspondiente. En
nuestro cuento, la competencia de la baba-jaga no es objeto de nin-
guna adquisición previa; si ella da vestidos a la joven muchacha, es
no sólo porque, en el nivel de las modalidades virtualizantes, ella
debe (respecto a su promesa: «yo te recompensaré»), sino también
-en el plano de las modalidades actualizantes- porque puede. El
donador aparece, así, naturalmente calificado para pasar al acto, lo
que no deja de tener relación con el efecto de sentido «maravilloso» o
«sobrenatural» que caracteriza, por lo general, a este personaje cen-
tral de los cuentos rusos; a diferencia de los humanos, en posición de
destinatario inmanente, para quienes todo hacer presupone, a menu-
do, la adquisición previa de la capacidad de hacer (salvo los «genios»
dotados de aptitudes desde su llegada al mundo), el destinador tras-
cendente tiene, eternamente, una competencia innata y total.
Muy diferente es, por cierto, el caso de la niña (Sl): para ella no
es posible «servir» sino en la medida en que disponga de la compe-
tencia requerida, competencia que podríamos identificar con el «arte
de llevar una casa» (lo que justifica, en parte, la transformación de la
«niña» en «dama» citada más arriba). A partir del inciso «ellos le en-
señaron de nuevo cómo hacer», veríamos allí un !saber hacer/ (=
/sah/). Este enunciado presupone, por supuesto, que a su llegada a la
casa de la baba-jaga, la heroína carecía de ese /sah/ que le falta ad-
quirir para tener la calificación necesaria. De ahí la colocación de un
PN de adquisición del /saber hacer/; encontrarnos en ese plano de la
competencia una organización narrativa similar a la que articula la
performance, con excepción, sin embargo, de que el objeto aludido
(el /sah/ será designado por 0'2) no es descriptivo, corno lo es 02 en
el PN de base, sino modal: nos encontrarnos, pues, con un PN de uso.
Formas narrativas 215
(S l U 0'2) - - - H2 - - - (S l n 0'2)
(adquisición por in-
tercambio positivo)
Tal vez no sea superfluo recordar, en efecto, una vez más, que
contrariamente al punto de vista de la lógica clásica, la semiótica
considera que la no-conjunción no es identificable con una disjun-
ción, así como la no-disjunción no es directamente asimilable a una
X
conjunción:
conjunción disjunción
(U) (n)
no-disjunción no-conjunción
(U) (n)
36
Recordemos que, en nuestras formulaciones, la negación está representada, ya
por un pequeño guión que precede directamente lo que es negado (ejemplo: el /-sah/
= «no saber hacer»), ya, más raramente, por medio de un pequeño trazo colocado
encima.
Formas narrativas 219
portamiento, hubiera sido posible contentarse con una sola niña; limi-
tación, por último, a un único nivel de derivación, mientras que al
comienzo del relato se le podría llevar a un episodio anterior, etc. To-
das esas opciones del enunciador corresponden al procedimiento lla-
mado de conversión, que, por un juego de nuevas articulaciones sin-
tácticas y de enriquecimientos semánticos, permite pasar de un nivel
de representación (del objeto semiótico analizado) a otro, aquí de un
nivel más profundo a otro más superficial, más próximo a la manifes-
tación textual; es este procedimiento de conversión el que hace posi-
ble y justifica el recorrido generativo que va de la instancia ab quo
del sentido a la instancia ad quem, de una forma mínima a su mayor
expansión.
37
Desde Semántica estructural hasta Semiótica - Diccionario razonado de la
teoría del lenguaje, pasando por En torno al sentido y Del sentido JI.
222 Análisis semiótico del discurso
(vida) (muerte)
s1 s2
-s2
X
(no muerte)
-si
(no vida)
fXí
-s2 -s1
Formas narrativas 223
A diferencia del 4-Grupo de Klein, el cuadro (o cuadrado) se-
miótico prescribe un recorrido determinado: de s2 a sl vía -s2, de sl
a s2 vía -sl.
Ilustremos todo esto con dos ejemplos tomados de nuestra obra
precedente 38, a la cual remitimos al lector para más detalles. Sea la
perícopa siguiente del Evangelio según San Marcos (capítulo 16,
versículos 1-8; traducción de la BAC):
Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y
Salomé compraron aromas para ir a ungirle. Y muy de madrugada, el
primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al mo-
numento. Se decían entre sí: «¿Quién nos removerá la piedra de la
puerta del monumento?» Y mirando, vieron que la piedra estaba re-
movida: era muy grande. Entrando en el monumento vieron un joven
sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobre-
cogidas de espanto. Él les dijo: «No os asustéis. Buscáis a Jesús Na-
zareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en
que lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que os pre-
cederá a Galilea; allí le veréis como os ha dicho». Saliendo, huían del
monumento, porque el temor y el espanto se habían apoderado de
ellas, y a nadie dijeron nada; tal era el miedo que tenían.
!Xl
-s2
(«[Él] no está aquí»)
Jesús no muerto
-sl
(«Jesús( ... ) el crucificado»)
Jesús no vivo
!Xl
-s2 -s1
contemptus mundi «ansia de vivir»
«asee sis» «goce»
memento mori memento vivere
39
J. Courtés, Sémantique de l'énoncé: applications pratiques, pág. 184.
Formas narrativas 227
!Xf
-s2 -s 1
(«[Él] no está aquí») («Jesús( ... ) el crucificado»)
Jesús no muerto Jesús no vivo
·x·
si s2
-s2 -si
contemptus mundi «ansia de vivir»
':'x':'':'x':'
rico pobre claro oscuro
si s2 si s2
... ..... .... .....
.. .
.... ....' ..... ..
...'
.. . '. .
.... ' ..... ...
'
' ..'
-s2 -si -s2 -si
no pobre no rico no oscuro no claro
X
si s2
«redención» «penlición»
-s2 -sl
«justificación» «pecado»
,IX
conjunción conjunción con
con Dios la criatura
-s2 -si
disjunción disjunción
con la criatura con Dios
-s2
X
no inmoral
-s 1
no moral
amoral
Formas narrativas 233
euforia disforia
s1 s2
-s2
X
no disforia
-s 1
no euforia
aforia
CAPÍTUL03
H { Sl ➔ (S2nO)}.
t j
1 *1
?
1
J
Entre las relaciones posibles de estos dos universos, que son, de
un lado, los sistemas de representación y, del otro, la realidad, vamos
1
«La structure et la fonne», aparecido igualmente en Anthropologie structurale
deux.
238 Análisis semiótico del discurso
2
En Le conte popu/aire: poétique et mythologie.
240 Análisis semiótico del discurso
1 figura
temas: 1 2
/¡V\ 3 4 5
Sea, por ejemplo, una huelga dada. Ésta, respaldada con fotogra-
fías, aparece en la primera página de todos los diarios de la mañana:
se situará así, desde luego, en el plano figurativo. Naturalmente, cada
diario propone una interpretación diferente de este acontecimiento:
L · Humanité y Le Figaro 3 adoptarán, si tal cosa sucede, tematizacio-
nes diametralmente opuestas. Sucede lo mismo cuando en Ecuador se
espera que el invitado deje algunos restos del menú en el plato, lo que
en Francia se considera con reprobación: ese mismo dato figurativo
(los «restos») es signo de /buena educación/ allí, de /mala educación/
aquí. Cuando los tanques rusos entraron en Afganistán hace unos
años, ese gesto -de naturaleza figurativa (se pudo ver en la televi-
sión)- se interpretó tanto como expresión de /amistad/ (el «gran
hermano» ruso acudía en socorro de un país en peligro) como de
/enemistad/ (los soviéticos «invadiendo» un país que no era el suyo).
Y sabemos también que el llanto puede ser signo de /alegría/ o de
3
l 'Humanité y le Figaro son los diarios parisinos que tradicionalmente represen-
tan uno, el primero, a la izquierda y el otro, a la derecha francesas. (N. del T.)
Formas narrativas y semánticas 243
figuras: 1 2 3 4 5
\\//
1 tema
... esta madre ( ... ) tenía una gran aversión por la menor. La hacía co-
mer en la cocina y trabajar sin cesar. La pobre criatura estaba obliga-
da, entre otras cosas, a ir a sacar agua dos veces al día a un pozo si-
tuado a media legua larga de la casa y que la traía en un enorme
cántaro lleno.
«les dijo muchas cosas en parábolas», Mateo 13, 3), pero también,
entre otros, los discursos político o publicitario, utilizan largamente
la estructura parabólica; la austeridad de lo temático es sustituida por
el placer -y la poética- de lo figurativo.
Es posible otra relación entre lo figurativo y lo temático, la mis-
ma que establece una co1Tespondencia término a término entre esos
dos niveles semánticos. Sea, pues, el esquema más simple:
1 figura
1 tema
(1 tema/ 1 figura)
1
1 figura
5
En Sémantique de/ 'énoncé: app/ications pratiq¡ies.
246 Análisis semiótico del discurso
6
La novela de Zola El vientre de París describe el mercado central de la capital
francesa situado en Les Halles, tal como era hasta su traslado a las afueras de la ciu-
dad a comienzos de los años setenta. (N. del T.)
Formas narrativas y semánticas 247
se funda únicamente en un número más o menos mayor de rasgos, de
elementos constituyentes. Del mismo modo en pintura, igualmente,
tenemos en un polo una representación que se muestra más o menos
«realista»: es la pintura llamada «figurativa»; el segundo polo es el
de la pintura no figurativa o «abstracta»: en este caso, decíamos más
arriba, no salimos, en verdad, del campo figurativo ya que permane-
cemos en el campo de lo visual; por lo tanto, la semejanza (= la ico-
nicidad) con la «realidad» tiende a disminuir, incluso a desaparecer
casi totalmente a medida que los puntos, los rasgos, las formas, las
superficies coloreadas, sean cada vez de más dificil interpretación, de
más dificil identificación. Por supuesto que lo figurativo icónico y lo
figurativo abstracto sólo son las extremidades de un eje: son posibles
entre ambos muchas posiciones intermedias, ya que en este caso la
oposición no es de tipo categorial, sino gradual; de modo apenas
perceptible se pasa de lo figurativo icónico a lo figurativo abstracto, y
a la inversa.
En apoyo de esta hipótesis, estudiemos algunos ejemplos presta-
dos del campo lingüístico. Nos proponemos distinguir aquí también
unidades figurativas icónicas y unidades figurativas abstractas. Como
primera ilustración tomemos, una vez más, el texto de La baba-jaga.
Si el «comportamiento» - término que hemos conservado por razo-
nes de generalización - depende de lo figurativo abstracto, en cam-
bio las diferentes acciones concretas enumeradas por el cuento
-«hilar», «calentar la olla»- deben inscribirse en lo figurativo
icónico: entre esos dos polos, el «Sírveme» está en posición de en-
globante en relación con las acciones concretas y, por otro lado, es
sólo una de las posibles formas del «comportamiento»:
«hilar»
«calentar la olla» ~ «Sírveme» ~ /comportamiento/
248 Análisis semiótico del discurso
Es cierto que la oposición icónico/abstracto no tiene nada de sus-
tancial, es sólo una relación; y una misma variable está en condicio-
nes de inscribirse en un polo, en el otro o entre los dos, según el
contexto. Así, el «Sírveme» podría ser considerado como icónico en
relación a la «acción» que es de naturaleza más abstracta que nuestro
/comportamiento/. Tomemos otro ejemplo del campo lexemático. Sea
la figura del baile. Atengámonos ahora a la definición del diccionario
(posteriormente daremos un análisis más detallado): «reunión donde
se danza». Se ve de inmediato que la danza es menos icónica que el
baile, puesto que éste es más específico que aquélla (según el diccio-
nario, el baile remite o a la pompa, a la etiqueta, o al medio popular);
la danza, a su vez, es mucho menos abstracta que el movimiento que
ella implica (danza = «serie expresiva de movimientos del cuerpo,
ejecutados según un ritmo ... »):
blanco vs negro L_
~ /claro/ vs /oscuro/}
día vs noche ··
/alto/ vs /bajo/
luna vs río
}/celeste/ vs /acuático
sol vs estanque
250 Análisis semiótico del discurso
Para ilustrar los tres niveles del componente semántico del dis-
curso -y presentar al mismo tiempo el último, a saber, el axiológi-
Formas narrativas y semánticas 251
mal
X
-s2
trato
-s1
mal
comportamiento
(castigo) (no servir)
1 1
buen buen
comportamiento trato
sl s2
-s2 -s 1
mal mal
trato comportamiento
IL- - ~ - - - ' '
6
La elección que efectúa así el cuento-tipo 480 es sólo una de las
posibilidades según la cual «los buenos serán recompensados y los
malos castigados». Se prevén otros casos de figura. Conservemos, en
primer lugar, la misma distribución de las correlaciones (repre-
254 Análisis semiótico del discurso
sentadas por las llaves) -o sea /sl/ y /s2/ de un lado, /-sl/ y /-s2/ del
otro- pero invirtamos la axiologización; la asociación del /buen
comportamiento/ y del /buen trato/ será marcada disfóricamente,
mientras que la conjunción del /mal comportamiento/ y del /mal trato/
será de orden eufórico. Tal podría ser parcialmente el caso del sado-
masoquismo que, planteado entonces como valor positivo, corres-
pondería a la alianza: /-s2/ + /-sl/. Sea, pues, la distribución siguiente
que sólo invierte los signos:
1
g 1
buen buen
·x•2
comportamiento trato
-s2 -s l
mal mal
trato comportamiento
1 1
buen buen
comportamiento trato
si s2
. 2X.
mal
trato
mal
1
comportamiento
buen buen
'X2
comportamiento trato
-s2 -sl
mal mal
trato comportamiento
bien VS mal
bello VS feo
euforia verdadero VS falso disforia
G rico
amigo
VS
VS
pobre
enemigo □
VS
p b m
sonoridad - + +
labialidad + + +
nasalidad - - +
oclusión bucal + + +
7
En Lingüística general. Teoría y descripción, Madrid, Gredas, 1977, pág. 61.
260 Análisis semiótico del discurso
responder a un cierto número de preguntas por sí(+), no(-) o indife-
rente (O).
~
si s2 s3
«franja de tierra» «que bordea el mar» «que bordea un río, un lago,
s una corriente de agua»
rivera (,·ive) + - +
orilla (,·ivage) + + -
~
«corriente «se vierte en «se vierte en una
s de agua» el mar» corriente de agua»
tío costero + + -
(jleuve)
río (,·iviere) + - +
10
Nos remitimos a su obra Lingüística general, pág. 323, donde se dan como
ejemplos la «politica» y la «cirugía».
Formas narrativas y semánticas 265
11
En «Recherches sur l'analyse sémantique en linguistique et en traductíon mé-
caníque», Universidad de Nancy, 1963.
12
En Semántica estmctura/, pág. 37.
266 Análisis semiótico del discurso
13
En Théorie et analyse en linguistique, pág. 60.
Formas narrativas y semánticas 267
14
Ver Théorie et analyse en linguistique.
268 Análisis semiótico del discurso
/macho/ vs /hembra/
1
1 hombre 1 muLr I niño :J- /humano}
~ s
/animal/
hombre mujer niño padre madre hijo
- - - - - -
hija hennano hennan2 primo prima
- - - - -
/humano/ + + + + + + + + + + +
/macho/ + - o + - + - + - + -
/hembra/ - + o - + - + - + - +
/adulto/ + + - + + o o o o o o
/pequeño/ - - + - - o o o o o o
(línea
directa)
/ascendiente/ o o - + + - . o o o o
/descendiente, o o + - - + + o o o o
(línea cola-
teral)
/1.'" grado/ - - - - - - - + + - -
/2." grado/ - - - - - - - - - + +
ts
alto
bajo
a
especialidad dimensionalidad verticalidad horizontalidad perspectividad lateralidad
+
+
+
+
+
+
-
-
-
-
-
-
largo + + - + + -
corto + + - + - -
ancho + + - + - +
angosto + + - + - +
vasto + -
grueso + -
270 Análisis semiótico del discurso
espacialidad
dimensionalidad no dimensionalidad
15
En Semántica estructural, pág. 65.
Formas narrativas y semánticas 273
-/extremidad/+ /anterioridad/ + /horizontalidad/ + /discontinuidad/
(«furgón de cabeza», «cabeza del cortejo»).
... en las clases b) y e), la palabra cabeza significa, sin duda de ningu-
na clase, «parte del cuerpo»; pero para que pueda hacerlo, es necesa-
274 Análisis semiótico del discurso
rio primeramente que la cabeza sea concebida como «extremidad su-
perativa», que a cabeza corresponda pies. En cuanto a la clase a), sa-
bemos que el cometa posee, además de una cabeza, una cola y que a
la cabeza de alfiler corresponde, en la otra extremidad, la punta. El
esquema /extremidad/ + /superatividad/, que hemos destacado como
núcleo sémico del primer inventario, constituye, por consiguiente, la
parte común de los dos inventarios 16 •
16
En Semántica estructural, págs. 72-73.
17
En Semántica estructural, pág 73.
18
En Semántica estructural, ibid.
Formas narrativas y semánticas 275
(que, en París, estaba al borde del Sena, cerca del actual Ayuntamien-
to) esperando un trabajo. En la competencia semántica del francés
contemporáneo, las dos greve no son apercibidas como si poseyeran
un núcleo sémico común: por lo que se ve, la disjunción no proviene
del esquema sino del uso.
Estas breves observaciones nos llevan a plantearnos la siguiente
pregunta: ¿es verdaderamente indispensable obtener cada vez -para
cada lexema- un núcleo sémico invariante y, en consecuencia, co-
locar aparte los sernas contextuales? Semejante procedimiento pare-
ce imponerse casi necesariamente cuando se trabaja en lengua, como
en el caso del lexicógrafo que trata de determinar semántica y/o sin-
tácticamente todos los sememas posibles de un lexema: apelando al
recurso del invariante (= los sernas nucleares) y de las variables
(= los sernas contextuales), salvaguarda al menos el lexema como
unidad de contenido; el diccionario -que deja constancia de la len-
gua, aunque bajo la forma de un discurso particular 23 - encuentra así
una base relativamente segura. En cambio, en el momento en que nos
situamos no ya en el plano de la lengua sino en el del discurso, pare-
ce que tal distinción no debe imponerse. Sea el lexema estrella. Va-
rios sememas, hemos dicho, son previsibles, como lo muestran los si-
guientes enunciados propuestos más arriba:
( 1) «Esta oscura claridad que cae de las estrellas» (Comeille).
(2) El sol es una estrella.
(3) Un general de cuatro estrellas.
(4) Es una danzarina estrella.
23
Desde este punto de vista, se debería reconocer que el diccionario es sólo una
fonna particular de discurso que se sirve de todo un sistema semántico subyacente,
absolutamente comparable con aquel que subtiende un texto o un relato.
Formas narrativas y semánticas 279
/bastante luminoso/), pero también y sobre todo a sol (que comporta
los rasgos /muy luminoso/ y /diurno/). La frase (2) se sitúa en otro
contexto, el del discurso astronómico: aquí los sernas /poco lumino-
so/, /brillante/ y /nocturno/ ya no son pertinentes y ceden su lugar al
rasgo /producción de energía/, por ejemplo. No obstante, en (1) y (2),
estrella conserva los dos primeros sernas (/objeto/ + /celeste/) que
permite reconocer en ella a un astro (= «todo cuerpo celeste natural
visible», según el dice. Petit Robert), término precisamente escogido
por el diccionario como primera característica definitoria de estrella.
En el enunciado (3) no figura ninguno de los rasgos sémicos destaca-
dos en (1), aparte, tal vez, del serna /objeto/ (pero ¿no desaparece éste
en «hotel de cuatro estrellas»?): de lo que se trata es de la forma en
que se representan comúnmente las estrellas en nuestra cultura: sea
/(objeto)/ + /rayos/ que se encuentra, por ejemplo, en «estrella de
cuatro, de cinco puntas». En (4), por último, sólo subsiste un serna
-/brillante/- que se toma en sentido figurado: se trata de una bai-
larina «cuya reputación, su talento brilla» (dice. Petit Robert).
Este rápido examen comparativo nos incita a pensar -y el caso
de estrella no es, evidentemente, un hapax - que no siempre, nece-
sariamente, existe un núcleo sémico constante, recubierto por un lexe-
ma dado; nuestra hipótesis sería aquí la siguiente: si los lexemas
axiológicos (como buena/bueno: vid. supra) parecen comprender ge-
neralmente un núcleo estable, sucede de modo distinto con los lexe-
mas de tipo figurativo. El hecho de que un mismo lexema correspon-
da a variadas acepciones, muy alejadas, ciertamente, si no totalmente
extrañas entre sí (hasta el punto de que algunos diccionarios, como el
Lexis, propongan muchos más homónimos que otros, vistas las difi-
cultades que, según parece, tienen para identificar un núcleo sémico
común), debe ser revertido a cuenta del uso: ¡sería, por lo menos
asombroso que el esquema pudiera dar cuenta de todo ello! No olvi-
demos que los lexemas pueden ver variar, al filo de los siglos, sus
sememas, conservando, sin embargo, el mismo formante. En el capí-
tulo anterior hemos aludido a las Hadas de Perrault: en la edición
Garnier, algunos lexemas, precedidos por esa razón con un asterisco,
280 Análisis semiótico del discurso
/temporalidad/
1
/humanidad/
1
/indi~idual/ /sócial/
~ ,,¡:; ;¡, ,11
,,¿ Esta "noche, '
irá ella en carroza al baile?»
1'
"' I
/espacial dinámico/ /espacia. ltestat1co
,. /
(movimiento) (espacio)
t t
1
/espacialidad/
Formas narrativas y semánticas 283
Diremos, generalizando, que la recurrencia de un serna en dos o
más sememas determina una isotopía: si ésta presupone al menos dos
unidades diferentes, puede también abarcar a un número indefinido
de sememas, ya que es susceptible de extenderse, por ejemplo, a todo
un amplio discurso. A propósito de este esquema que persigue fines
pedagógicos, anotemos que algunas figuras (como la del baile), por
el hecho mismo de su polisemia, dependerán, dado el caso, simultá-
neamente de varias isotopías: en la medida en que esas isotopías se
desarrollan a lo largo de un texto, se constatará un fenómeno de pluri-
isotopía (o poli-isotopía); recordemos, por ejemplo, el análisis de
Salud de Mallarmé, propuesto por F. Rastier 24, donde ciertas unida-
des lexemáticas se pueden interpretar, al mismo tiempo, en términos
de banquete, de navegación y de escritura.
A partir de lo anterior, es evidente que la isotopía sólo es posible
si los sememas tenidos en cuenta comportan virtualmente, cada uno
por su lado, el rasgo sémico que establecerá su parentesco contextual.
Hemos aludido más arriba, un poco irónicamente, a un conjunto bas-
tante extraño (obispo, nieve, hipopótamo, locomotora) y subrayado
que apenas existe, en la lengua, proximidad sémica entre esos ele-
mentos constituyentes. Sin embargo, esas figuras tan disparatadas a
primera vista, son susceptibles-según un juego bien conocido- de
entrar en un enunciado coherente, desde el momento que se abandona
la lengua por el discurso: «A través de los campos de nieve, la loco-
motora, conducida por el obispo, llevaba en uno de sus vagones un
soberbio hipopótamo»; una frase semejante puede perfectamente re-
cibir un análisis del tipo que acabamos de proponer con «¿Esta no-
che, irá ella en carroza al baile?».
Hecha esta aclaración, se pueden, no obstante, prever ciertos ca-
sos donde exista incompatibilidad entre sememas; en este caso será
imposible obtener un serna común, una isotopía. Sea el enunciado:
«El caballo informatiza la hierba»; aunque sintácticamente está bien
construido, sin embargo es dificilmente interpretable en el plano se-
24
En A. J. Greimas (editor), Essais de sémiotique poétique, págs. 80 y sig.
284 Análisis semiótico del discurso
25
En Du Sens, pág. 188.
Formas narrativas y semánticas 285
Notaremos de pasada que el concepto de isotopía no se limita sólo
al dominio sémico, aun cuando éste haya sido, para su inventor, el
punto de partida. Así, M. Arrivé señala un fragmento de las CEuvres
completes, pág. 825, de A. Jarry, donde la producción de la palabra
adaboua puede ser casi exhaustivamente descrita a nivel de la isotopía
del plano de la expresión: «Vous avez un clou dans la plante du pied.
C'est aussi la planche du salut. Avec ton baton, tu es l'homme des bois.
Si tu es l'homme des bois, tu es l'homme des planches, un homme
brouhaha des bois, adaboua» 26 :
Adaboua está constituida, en efecto, por la a redoblada de
brouhaha y la sílaba bwa de bois (madera/bosque). Sólo la ocurrencia
- d - entre las dos primeras a de adaboua parece no estar determi-
nada por la isotopía de la expresión 27 •
26
«Usted tiene un clavo en la planta del pie. Es también la tabla de salvación
(= planche du salut, literalmente tabla de salud). Con su bastón, usted es el orangután
(= homme des bois, literalmente hombre de los bosques/maderas). el hombre de las
tablas, un hombre algarabía de los bosques (maderas), adaboua.»
27
M. Arrivé, en Langages, núm. 31, pág. 55.
286 Análisis semiótico del discurso
(narrativa). Para poder dar una definición un poco más precisa, nos será
necesario volver un instante a las formas narrativas (cap. 2) para preci-
sar su estatuto, pues, como veremos, sintaxis y semántica se relacionan.
Teniendo en cuenta la isomorfta postulada entre la frase y el discur-
so (a partir de la base de las posibilidades reconocidas de expansión y
de condensación) hemos propuesto -conforme a la enseñanza de L.
Tesniere, anteriormente dos veces mencionada- transponer en lo po-
sible al orden narrativo nuestros conocimientos de sintaxis frástica.
Además, en uno y otro caso, una de las características de la sintaxis es la
de ser una construcción propiamente semántica, que no tiene obligato-
riamente un soporte correspondiente en el plano de la forma de la ex-
presión: esto es evidente en sintaxis narrativa (como ya señalábamos en
nuestro análisis de El león), donde la identificación de las unidades co-
mo los segmentos modales, prácticamente debe ponerse siempre en tela
de juicio; sucede lo mismo en sintaxis frástica, como lo ponen de mani-
fiesto los procedimientos de adjetivación (una mujer enforma, una ca-
misa deportiva), de adverbialización (él habla alto) o de nominalización
(el comer, el yo), que confieren a un elemento lingüístico una nueva
función sintáctica sin otorgarle, no obstante, las marcas morfológicas
habituales correspondientes; los mejores gramáticos reconocen que
no hay relación bi-unívoca entre naturaleza y función de los elemen-
tos: elementos de igual naturaleza pueden tener diferentes funciones
(un nombre puede ser sujeto o complemento), y una misma función
puede ser asegurada por elementos de diferente naturaleza (un atribu-
to puede ser un nombre o un adjetivo) 28 •
l
/-qh/----- /hq/ - - - - /qh/ del príncipe } .
(seducción) + conjunción
amorosa
l /qh/ de Cenicienta
l
/-ppphq/----+ /ppphq/ (don de la madrina)
l
/-pppphq---- /pppphq/ (encuentro con la madrina)
292 Análisis semiótico del discurso
1
/h/ ( cooperación económica
de dos Estados, S l y S2)
/-pphq/
¡ .
/pphq/ (arma de tipo nuclear)
~
a
,
PN de uso PN de base
e
a
variable 1 «matrimonio» ::: «fortuna»
variable 2 «fortuna» ::: «matrimonio»
arriesga a decir más de lo que hay en el texto que examina y evita tal
vez también la tentación - frecuente, es verdad, en muchas demos-
traciones de ese tipo- de seleccionar sólo lo que le agrada, en de-
trimento de otros datos textuales dejados deliberadamente olvidados.
Mientras se permanezca en el marco del micro-análisis (y nuestro
estudio es uno de ellos), el lector puede verificar por sí mismo, al
menos en parte, la conformidad entre el objeto de que se trata y las
aserciones del descriptor; le toca así juzgar la relación de adecua-
ción, mayor o menor, entre la organización propuesta del significado
y el significante de que dispone. En cambio, al considerar un material
mucho más importante, el macro-análisis es tan poco fiable como tan
aleatoria es la remisión al plano de la expresión. Sin duda, la vía se
abre aquí con más amplitud a lo arbitrario, a una intuición sin dudas,
a una inteligencia con seguridad, pero fuera de todo control lingüísti-
co o semiótico riguroso, peligro al que hemos advertido en nuestro
estudio «Sémiotique et théologie du péché» 30 •
Se comprenderá así nuestra elección de Una vendetta de G. de
Maupassant: la brevedad de este cuento 31 es plenamente compatible
con las capacidades actuales del saber hacer semiótico que, como se
sabe, puede aplicarse, dado el caso, hasta en los más pequeños detalles.
En vista de ello, nadie ignora, como acabamos de recordar, que las es-
cuelas semióticas son muy diversas: con ello queremos reconocer que
otros procedimientos de análisis podrían ser aplicados a ese mismo
texto, sin llegar necesariamente a idénticos resultados. En efecto, no
olvidemos que como el «pensamiento salvaje» caro a C. Lévi-Strauss,
nuestras descripciones en ciencias humanas dependen, también, más
del «bricolaje» que de una verdadera construcción científica. Con esto
queremos indicar por adelantado los límites de la aproximación semió-
tica, cualesquiera que sean sus postulados y sus articulaciones explica-
tivas: aquí todo dogmatismo semiótico debe ser denunciado. El análisis,
30
En Sémantique de J'énoncé: applications pratiques.
31
Ha sido extraída de Cantes dujour et de la nuit, París, Ed. Gallimard, Col. Fo-
lio, 1984,págs.135-141.
Formas narrativas y semánticas 299
cualesquiera que sean sus resultados, debe efectuarse bajo el signo de
una modestia intelectual, de una incertidumbre congénita.
Pero el hecho de que sean posibles diferentes descripciones se-
mióticas de un mismo objeto, no quiere decir que necesariamente
tengan el mismo valor: ¡hay ciertos «bricolajes» más logrados que
otros! Es al lector a quien toca juzgar su adecuación respecto al texto
examinado. Dicho esto, incluso al interior de nuestro marco teórico y
metodológico -no es inútil subrayar que éste ha sido suficientemen-
te probado, como lo demuestra un gran número de traducciones y de
publicaciones en todo el mundo-, podrían ser propuestas diferentes
representaciones semánticas de Una vendetta: esto no debería sor-
prendemos, ya que lo propio de un texto, máxime si es literario, es
admitir una pluralidad -relativa- de lecturas, respecto a las isoto-
pías tomadas en consideración. El carácter poético de un objeto pue-
de que se mida, en parte, por la multiplicidad de sus interpretaciones
posibles, por su pluri-isotopía; por donde se revela la diversidad de
paráfrasis y comentarios que es capaz de recibir. Recordemos, por
otra parte, que la semiótica no pretende, en absoluto, extraer el senti-
do de un texto; ésta se propone, a lo sumo, efectuar la descripción de
la significación primaria (o del sentido lingüístico medio, en el caso
del lenguaje verbal), dejando a las otras ciencias humanas, mejor
provistas, el cuidado de avanzar en la comprensión y la interpretación
de los discursos, de obtener las significaciones secundarias.
Sea, pues, el texto Una vendetta, de G. de Maupassant, que va-
mos a tratar de analizar más o menos detalladamente:
t acción~
competencia - - - - - performance
(l. 87-88) y el «animal» que, por su lado, con su propia «alma» (l.
94), «guardara así un recuerdo que nada puede borrar» (l. 94-95).
De ahí la impresión, tal vez, de que «Vivaracha» abandona
parcialmente, en el plano semántico, su estatuto de /animal/ para
aproximarse al de lo /humano/. Al comienzo, la perra «aulla(ba)»
(l. 42); luego, poco a poco, tiene un comportamiento casi cultural:
se «calló» (l. 57), ella «se puso a gemir» (l. 64), lanza un «alarido»
y éste es «desgarrador» (= que emociona fuertemente) (l. 65), tér-
minos todos más bien antropomorfos. Anotemos desde ahora, en
sentido inverso, que la madre parece que efectúa luego un recorrido
diametralmente opuesto ( desde la /cultura/ hacia la /naturaleza/), en
el momento en que ella tendrá «una idea salvaje, y vengativa y fe-
roz» (l. 97-98) (recordemos que el adjetivo «feroz» se emplea pri-
mordialmente para calificar a ciertos animales «salvajes», a algunas
fieras en especial) y, más tarde, cuando se vista con «un traje de
hombre» (l. 167).
32
En el texto original de G. de Maupassant, los términos correspondientes son:
«Va!» (l. 158), «Va, Va» (l. 178) y «Va, Va, tu seras vengé» (l. 55). (N. del T.)
326 Análisis semiótico del discurso
más o menos equivalente en las dos secuencias: por un lado tenemos
«la morcilla, cuyo tufillo se le colaba hasta las entrañas» (l. 135-136),
por el otro: «La vieja le hacía oler a cada momento la presa apetitosa,
y la excitaba» (l. 171-173).
Sin embargo, las dos secuencias no son idénticas. Con la compe-
tencia de la perra, se trata solamente de un «ejercicio» (l. 153) y no
de la «realidad» (interna al relato) de la perfonnance. Desde ese
punto de vista, se opondrá entonces a «él [hombre]» (l. 184) -asa-
ber, Nicolás Ravolati- el «hombre de paja» (l. 130-131), ese «moni-
gote» (l. 126) hecho «para simular un cuerpo humano» (l. 123-124).
Aquí las modalidades veridictorias sobredetenninan de modo dife-
rente las dos secuencias narrativas: la competencia está bajo el signo de
la /ilusión/ (= lo que parece, pero no es) y la perfonnance bajo el
de lo /verdadero/(= lo que es y parece):
verdadero
«Él [hombre]»
ser parecer
ilusorio
«hombre
de paja»
no ser
ser parecer
exo femenino) (vestidos femeninos)
l
,ec,eto ~
no parecer
(no vestidos femeninos:
«traje de hombre»)
L a,dónl~
(asesinato)
manipulación 2 sanción 2
(«Y esa noche
dunnió tranquila»)
manipulación 1
L accWn1J
sanción 1
(vendetta)
L acción 1
(asosinoto)J
(«Bonifacio») vs («Longosardo»)
33
J. Courtés, Le cante populaire: poétique et mytho/ogie, pág. 139.
332 Análisis semiótico del discurso
34 '
Advirtamos que la identidad de los enunciados comparados no aparece en la
traducción tal y como aparece en el original, en los siguientes casos: - «une petite
Formas narrativas y semánticas 333
Respecto al espacio final, se advertirá de manera similar que el
«al otro lado del estrecho» (l. 74), en la presentación inicial de
«Longosardo», es reiterado tal cual en el momento en que la anciana
mujer va a pasar a la sanción (l. 174).
Más allá de estas repeticiones (hay otras, en el nivel del contenido,
que operan en una relación sinonímica entre, por ejemplo, «palpi-
tando»: l. 24 y «temblaba»: l. 162) lo cual nos autoriza a reconocer no
sólo un paralelismo sino también cierto parentesco semántico entre las
secuencias descriptivas y narrativas; es todo un juego de categorías fi-
gurativas, temáticas y axiológicas el que articula el universo semántico
de la narración en un nivel subyacente, a partir de otras tantas isotopías.
Respecto al hecho de que los datos semánticos puedan incorporarse
casi de modo equivalente en los actores, los espacios o los tiempos
(vid. infra: cap. 4), la perspectiva retenida finalmente será por cierto la
de los actores, puesto que es únicamente a ellos a los que vincularemos
la estructura sintáctica obtenida más arriba. Observemos de inmediato,
por ejemplo, que el término «viuda» parece encuadrar la descripción de
«Bonifacio»: en efecto, sólo aparecerá dos veces (l. 1 y 25), invitándo-
nos de algún modo a leer los datos semánticos espaciales en función de
una historia anterior presupuesta: la pérdida del marido. Más adelante,
y según los momentos del relato, sólo se tratará de la «madre», de la
«anciana», de la «vieja», de la «mujer» o de la «corsa».
Procedamos ahora a un análisis semántico más sistemático del
texto de G. de Maupassant, explorando en primer lugar la categoría
isotópica de la espacialidad. Ésta nos parece articulable, inicialmente,
según la oposición verticalidad vs horizontalidad. La /horizontalidad/
es un sema recurrente en varios sememas: así, dependen de la /hori-
maison pauvl'e». «una humilde casucha» (l. 2) vs «un vieux pauvre», «viejo men-
digo» (l. 167, 191); -«le vent sans repos», «el viento sin descanso» (l. 18) vs
«elle n'avait plus ni repos», «no tenía reposo» (l. 89); -«les trainees d'écume»,
«las estelas de pálida espuma» (l. 21) vs «Sémil/ante (... ) écumait», «Vivaracha
( ... ) echaba espumarajos por el hocico» (l. 134-135); -«lambeaux de toile»,
«jirones de velamen» (l. 23) vs «mettait en lambeaux», «hacia pedazos» (1. 149).
(N. del T.)
334 Análisis semiótico del discurso
zontalidad/ tal vez el «mar» (l. 5, 18), en todo caso la «superficie del
agua» (l. 24), la «costa más baja» (l. 6), la «desnuda costa» (l. 19),
así como las «estelas de pálida espuma» (l. 21) e incluso el «saliente
de la montaña» (l. 3-4). El rasgo /verticalidad/ designa otra isotopía,
por ejemplo, con los «muros» (l. 2), el «acantilado» (l. 8, 26), el
«corredor» (l. 9), las «abruptas murallas» (l. 11 ), las «ventanas»
(l. 26), etc.
La /verticalidad/ es más aprovechada en esta presentación de los '
lugares, ya que funciona de inmediato en la pareja alto/bajo que
cumple, visiblemente, uno de los papeles más significativos. Como
ya hicimos indirectamente alusión, se comprobará que «Bonifacio»
(l. 3) y «Cerdeña» (l. 6) se oponen precisamente según la relación
alto vs bajo:
La ciudad, levantada sobre un saliente de la montaña, y suspendi-
da en algunos sitios justo encima del mar, mira, sobre el estrecho eri-
zado de escollos, hacia la costa más baja de Cerdeña (l. 3-6).
35
En el original: «la femme et la bete».
36
En el original: «elle a/luma un feude bois» (l. 129); «reil a/lumé» (l. 145).
Formas narrativas y semánticas 339
raleza/ se dirige más bien hacia la /muerte/ con «ese paso terrible» (l.
17) y sobre todo:
El viento, sin descanso, azota el mar, azota la desnuda costa,
arañado por él ( ...); se precipita en el estrecho y devasta sus orillas (l.
18-20).
37
En el original: «cote(... ) vetue d'herbe» (l. 19); <~eune homme (...) vetu de sa
veste» (l. 47).
Formas narrativas y semánticas 341
sucede aquí- del marco global del cuento a uno de sus subconjun-
tos. Es evidente que, entonces, ya no afectará a los mismos datos:
naturaleza vs cultura
(«asesinato») (vendetta)
1
1 1
naturaleza VS cultura
«salvaje» «idea»
«feroz» «medita»
«devora» «mastines»
38
Ver J. Courtés, Lévi-Strauss et les contraintes de la pensée mythique, especial-
mente el capítulo consagrado a «Nature et culture dans les Mythologiques de C. Lévi-
Strauss».
342 Análisis semiótico del discurso
gativa y feroz» (l. 96-98), que maneja simultáneamente los dos tér-
minos de la categoría /naturaleza/ («salvaje», «feroz») vs /cultura/
(«idea», «medita»). El calificativo «feroz», vinculado -decíamos
antes- al /animal/, por lo tanto del lado de la /naturaleza/, se asocia
por ese medio tanto al «estrecho erizado de escollos» (l. 5-6) como a
«¡Devora! ¡Devora!» (l. 183); lo mismo que «feroz», «erizado» y
«devorar» son inicialmente empleados para hablar más bien de los
animales (como es el caso de «el pelo erizado»: l. 116). A semejanza
de la anciana madre que va, por su «idea», de la /cultura/ hacia la
/naturaleza/ -como confirmará, a continuación, el hecho de que pa-
ra la realización de la performance se disfraza con «traje de hombre
(macho)» 39 (l. 167), cosa que la hace pasar así de la isotopía
/humana/ a la isotopía /animal/-, la perra sigue ese mismo recorri-
do. Al comienzo del relato, Vivaracha forma algo así como parte de
la casa, de la domesticidad:
Allí vivía ella sola, con su hijo Antonio y su perra, la
«Vivaracha» ( ... ) de la raza de los mastines. Servía al muchacho para
ir de caza (l. 28-31 ).
b i e n - - - - fidelidad - - - venganza
m a l - - - - perfidia - - - no venganza
sl s2
fidelidad perfidia
(«vendetta») («asesinato»)
r
-s2 -sl
no perfidia no fidelidad
(«promesa», («olvido»)
«recuerdo»)
acción sanción
- componente narrativo
(«asesinato») («vendetta»)
- componente semántico:
+ nivel axiológico: disforia euforia
(«pasaba las no- ( «esa noche dur-
ches en vela») mió tranquila»)
+ nivel temático
a) genérico: mal bien
b) específico
1 .......................... perfidia fidelidad
2 .......................... no venganza~ venganza
+ nivel figurativo abstracto
a) espacial: bajo , alto
(«Longosardo, («Al atardecer
~onde se refugian la vieja volvió
los bandidos corsos») a su casa»)
b) existencial
1. individual: muerte vida
(asesinato) («llevar a cabo
la vendetta»)
2. social: naturaleza cultura
(la vendetta como
costumbre social)
350 Análisis semiótico del discurso
-nivel axiológico
+ axiológico específico
1 ........................... .. alegría vs tristeza
1
En las páginas que siguen, esta «instancia» es vista bajo la perspectiva indi~i-
dual o, en el mejor de los casos, intersubjetiva: en un estado ulterior de la investiga-
ción en materia de enunciación, convendría recobrar el aspecto colectivo, social, de la
«praxis enunciativa» (D. Bertrand).
356 Análisis semiótico del discurso
enunciación enunciada
enunciado
enunciado enunciado
menos, una positiva del orden del /hacer hacer/ y la otra negativa,
la del /hacer no hacer/ (o «impedir hacer»). A modo de ilustración,
volvamos a nuestro ejemplo de la secuencia filmada que muestra
dos personajes durante una pelea. La manipulación consistirá aquí,
para el enunciador, en mostrar la escena al enunciatario, má.s exac-
tamente en /hacerle ver/, pero también -y complementariamen-
te- en impedirle ver otra cosa(= el /hacer no ver/). Sea, gracias a
un efecto de zoom, el paso de un plano de conjunto a un primer
plano: esta transformación visual que, digamos, aproxima el espec-
tador a la escena en cuestión, le impide al mismo tiempo ver lo que
veía antes; a la inversa, si gracias· al travelín se va de un plano cer-
cano a uno de conjunto, los detalles percibidos al comienzo se
fundirán, desaparecerán en las imágenes ~iguientes. Así, el /hacer
ver/ y el /hacer no ver/ están en relación de complementariedad.
Los movimientos presupuestos de la cámara, los puntos de vista vi-
suales sucesivamente adoptados no son, desde luego, neutros, in-
significantes: son, al contrario, portadores de sentido, dotados co~
mo están de funciones semánticas determinadas. Si el enunciador
elige /hacer ver/ o /hacer rio ver/ por un juego de aumento o dismi-
nución del campo visual, puede ser, tal vez, por ejemplo, en razón·
de los valores temáticos -ilustrados por tal plano de conjunto o tal
plano reducido-, a los que el enunéiador quiere hacer adherir al
enunciatario. Pasar entonces de un plano de conjunto a un primer
plano es una manera de atraer toda la atención del enunciatario so-
bre este último, de mostrarle su importancia, a decir verdad, lá que
el enunciador le quiere atribuir; el equivalente de esta transforma-
ción en un libro podría identificarse, por ejemplo, con las enfatiza-
ciones, los subrayados, los caracteres y/o las palabras en itálicas o .
en negrita. Ni que decir tiene que los procedimientos enunciativos
son muy numerosos y pueden depender, como se verá, de la lengua
o del discurso; en seguida examinaremos algunos, acompañándolos
con ilustraciones concretas.
Retengamos solamente, por el momento, el hecho de que la ma-
nipulación enunciativa tiene como fin primario hacer adherir el
362 Análisis semiótico del discurso
X
convertirá por ello en un «no enunciátario»:
«enunciatario» «anti-enunciatario»
(adhernnte) o~n~te) .
A B
e
«Enunciatario» y «no ~ti-enunciatario» de un lado (deixis A), como
del otro (en la deixis B), «anti-enunciatario» y «no enunciatario», se en-
cuentran en relación de complementariedad. Naturalmente, los dos roles
de «enunciatario» (que se adhiere) o de «anti-enunciatario»
. . . (que recha-
.
za) serán asumidos, si tal es el caso, por un solo actor (es decir, el enun-
ciatario en el sentido semiótico corriente): frente a una novela o una pe-
Formas enunciativas y formas enuncivas 363
l.
«enu11ciador>>
(h,oeccre«)
«e11u11ciatario» VS «anti-e11unciatario»
2
En Sémantique de /'énoncé: applications pratiques, primera parte.
364 Análisis semiótico del discurso
l l
«enunciador» «anti-enunciador»
«enunciatario» vs «anti-enunciatario»
Formas enunciativas y formas enuncivas 365
3
Op. cit., primera parte.
4
Op. cit., primera parte.
Formas enunciativas y formas enuncivas 367
tensión entre el héroe y el objeto de su búsqueda. Aclarado lo que
antecede, la sintaxis enunciva se desarrollará, por lo general, inde-
pendientemente de la sintaxis enunciativa, aun cuando las dos obe-
dezcan al mismo modelo formal.
En lo concerniente al componente semántico, parecería que sucede
de manera similar. Así, allí puede haber disjunción entre la semántica
del enunciado y la de la enunciación. Tomemos un ejemplo que tiene
un rasgo únicamente a nivel semántico axiológico. Supongamos que se
cuenta la historia de una pareja que se está divorciando y que, en el
plano del enunciado enunciado, los dos miembros se separan alegre-
mente, conservando una buena amistad. Puede imaginarse que en el
plano de la enunciación el enunciador comparte o no comparte el punto .
de vista eufórico de los actantes de la narración; en el segundo caso,
gracias a una elección apropiada de ciertas palabras (vid. infra), hará
saber al enunciatario que, a su criterio, por ejemplo, él encuentra ese
acontecimiento deplorable, por lo tanto de orden disfórico. Tendríamos
ahí la disjunción semántica entre la axiología enunciva y la axiología
enunciativa. En otros contextos, al contrario, puede haber identidad
semántica entre enunciación y enunciado; así, en muchos cuentos popu-
lares tradicionales, los valores asumidos por el héroe son igualmente
los del enunciador y del enunciatario, del cuentista y de su auditorio.
desembrague
yo actancial noyo(=élJ
desembrague
enunciación[aquí espacial no aquí enunciado
(= en otra parte) . .
desembrague
ahora temporal no ahora .
(= entonces)
Formas enunciativas y formas emmcivas 369
embrague 1
él--~ actorial ~ no él(= yo)
embrague
enunciado en otra parte espacial no en otra parte enunciación
(= aquí)
embrague
entonces entonces
temporal
(= ahora)
4.1.2.1. Temporalización
Al comenzar, nos parece esencial distinguir claramente la tempo-
ralización énunciva de la temporalización enunciativa. El español, ·
al contrario de otras lenguas que solamente disponen de Una categoría
binaria, por ejemplo, de tipo perfectivo vs imperfectivo (o cumplido
vs incumplido), puede jugar con' un modelo triádico: pasado vs pre-
sente vs futuro. Teniendo en cuenta que esta última categorízación.
está muy lejos de ser universal, la aprovecharemos no obstante por
comodidad y en razón de los ejemplos (en lengua española) a los que
recurriremos. Hemos dicho, en una primera ocasión, que el desem-
brague temporal enunciativo permite al enunciador situar un relato
dado -en relación con él mismo- sea en el pasado, sea en el futu-
ro, sea, eventualmente, en el presente; en este último caso, el tiempo
del enunciado parecerá superponerse al de la enunciación, produ-
ciéndose así un embrague enunciativo temporal parcial:
pasado - - - presente - - - futuro
posición del
enunciador
(historia
contada)
pasado - - - presente---- futuro
posición del
enunciador
(ciencia-
ficción)
pasado - - - presente---- futuro
posición del
enunciador
pasado
-~
presente futuro
posición del
enunciador
anterioridad vs posterioridad
t
/-pppphql---/pppphq/ (encuentro con la madrina).
6
En La grammaire d'aujourd'hui, pág. 564.
7
J.-C. Chevalier y otros, Grammaire Larousse du franfais contemporain, pá-
gina 338.
Formas enunciativas y formas enunciv.as 379
pasado - - - presente---- futuro
posición ficticia
del enunciador
pasado - - - presente---- futuro
posición real
del enunciador
posición ficticia
del enunciador
posición real
del enunciador
Érase una vez una viuda que tenía dos hijas; la mayor se le pare-
cía tanto en carácter y en el semblante que quien la veía, veía a la
madre. Las dos eran tan desagradables y tan orgullosas que .no se po-
día vivir con ellas. La menor, que era el verdadero retrato del padre
por su dulzura y honestidad, era una de las más bellas niñas que se
podía encontrar. Como se ama naturalmente a su semejante, esta ma-
dre estaba loca por su hija mayor, y al. mismo tiempo sentía una
aversión muy grande por la menor. La hacía comer en la cocina y tra-
bajar sin cesar. ·
8
Ver Sémantique de /'énoncé: applications pl'atiques, primera parte.
384 Análisis semiótico del discurso
incoativo vs terminativo
(«partió») («llegó»)
4.1.2.2. Espacialización
cerca lejos
1 1
Plano del enunciado 1
cerca lejos
( espacialización 1 ·1
enunciva) 1
cerca lejos
1 1
1
Plano de la enunciación cerca lejos
( espacialización J 1
1
enunciativa)
Formas enunciativas y.formas enuncivas 387
Se comprenderá mejor ahora por qué proponemos dar a la noción
de deíctico un campo de aplicación más vasto que aquel que por lo
común se le atribuye. Tradicionalmente se define a los deícticos co-
mo elementos lingüísticos (demostrativos, pronombres personales,
adverbios de lugar y tiempo, etc.) que se refieren a la instancia de la
enunciación y a sus coordenadas espacio temporales, al yo - aquí -
ahora; ellos remiten así a un referente llamado por lo común
«externo», en oposición a la anáfora que se aplica sobre un referente
«interno» del discurso. Si, al contrario, se quieren tener en cuenta los
diferentes desembragues posibles -como lo muestran nuestros
ejemplos precedentes- debe admitirse que los deícticos pueden ser
tanto enuncivos como enunciativos. En el mismo sentido y de modo ·
más general, se ve que la teoría de los actos de lenguaje .(J. Searle),
por ejemplo, no debería limitarse únicamente al dominio de la enun-
ciación sino que debe ser transpuesta al interior mismo del enuncia-
do, ya que es aplicable no sólo a los actantes de la comunicación sino
también a los de la narración.
4.1.2.3. Actorialización
9
Ver Essais de linguistique gén'érale, págs. 217-218.
Formas enunciativas y formas enuncivas 389
Si este cuento hubiese sido escrito para los corsos, es claro que no
habría habido necesidad de informarles sobre el contenido de esta
costumbre. Notemos de paso que allí se sitúa una de las diferencias
existentes entre la literatura oral (donde se presupone que el c1digo
semántico es conocido por el enunciatario) y la literatura escrita,
donde se hacen explícitos los conocimientos que el enunciatario re-
quiere para comprender el discurso a él dirigido; a este propósito,
aquí podría ser integrado el concepto de praxis enunciativa que no
opera en el idiolecto (como sucede con la enunciación que tratamos
sobre todo en este capítulo) sino en el sociolecto. En todos esos casos
-y en muchos otros comparables- el enunciador (ya sea de natura-
leza individual o colectiva) se dirige así al enunciatario en la forma
de un verdadero meta-discurso en el cual ya no se encuentran impli-
cados directamente los actantes del enunciado sino solamente los de
la enunciación.
Además de la función metalingüística, tenemos otro tipo de cog-
noscitivo enunciativo que, dada su importancia para el análisis se-
mántico del discurso, debe atraer toda nuestra atención. Se trata de
los evaluativos en forma de adjetivos, adverbios y aun de sustantivos;
puesto que ellos remiten implícitamente a la instancia de la enuncia-
ción, dan al enunciado un marcado carácter subjetivo. Desde luego,
su eliminación fuera del discurso dará a éste una coloración más ob-
jetiva como ocurre, entre otros, con los enunciados de tipo científico.
Esos evaluativos remiten, preferentemente, al enunciador o más bien
al enunciatario. El primer caso es fácil de ilustrar. Si en una conver-
390 Análisis semiótico del discurso
sación alguien dice: «He pasado una velada agradable», es claro que
agradable(= «que agrada a alguien») no concierne directamente a la
«velada» sino al mismo enunciador en su relación con ella. Igual-
mente, afirmar «Es muy simpático» debe entenderse como «Me es
muy simpático»; en «Seguramente vendrá esta noche», el seguramen-
te señala el sentimiento de certidumbre del enunciador en relación al
acontecimiento anunciado. Sucede de modo parecido con multitud de
otras unidades lingüísticas tales como «bello», «verdadero», «bue-
no», etc.
En otros casos, los evaluativos llaman más bien la atención sobre el
enunciatario. En la siguiene frase: «He aquí un gato grande», el califi-
cativo debe entenderse, según el diccionario, como· «lo que, en su géne-
ro, excede la medida ordinaria». En otro orden de ideas comparable, lo
grande tiene que ver con aquello <<cuya altura o talla sobrepasa al tér-
mino medio». Desde el otro sentido, lo pequeño concierne a lo que
«cuya altura o talla es inferior al término medio». De manera parecida,
largo caracteriza a lo «que tiene una extensión superior al término me-
dio en sentido longitudinal» y corto a lo «que tiene poca longitud de
una extremidad a la otra (con relación a la talla normal o por compara-
ción con otra cosa)». Estas pocas definiciones -que tomamos presta-
das al diccionario Petit Robert- muestran que en todos estos casos, la
evaluación radica en una comparación entre, de una parte, el «término
medio» (o la «medida ordinaria», la «talla normal») y, de la otra, su re-
basamiento (hacia un más o un menos).
Para esclarecer un poco lo que se debate en esta comparación sub-
yacente, tomemos un caso análogo. En La encarna, É. Zola escribe:
El techo, recargado con esos ornamentos, coronado aún de gale-
rías troqueladas de plomo, de dos pararrayos y de cuatro enormes
chimeneas simétricas, esculpidas como el resto, parecía ser el ramille-
te de ese fuego de artificio arquitectónico 10 •
11
Ver «L' appareil fonnel de l'énonciation», en Problemes de linguistique générale,
tomo 2.
Formas enunciativas y formas enuncivas 393
alto euforia
bajo disforia
nos pone al contrario del lado de Córcega, a la vez por el allí (que
sólo tiene sentido en relación con un aquí presupuesto) y por los dos
verbos -regresar, volver- que ponen a Córcega como espacio de
referencia. Ese cambio de perspectiva sirve claramente de transición
ya que, con la frase siguiente en pasado, vamos a quedar en adelante
del lado de «Bonifacio».
Es conveniente, por otro lado, subrayar toda la importancia de la
«casa de la viuda de Saverini» (l. 25) como espacio de referencia; se
notará, además, que el cuento comienza con «La viuda ( ... ) vivía en
(... ) una casucha» y se cierra en «La vieja (... ) volvió a su casa».
Efectivamente, se constatan varios movimientos de ida y vuelta en
relación con la «casa». Se nos señalan así diferentes desplazamientos
a partir de dicho espacio:
-(ella) se fue a la iglesia (l. 100)
-Entonces, al levantar el día, la señá Saverini/ue a casa del vecino
(l. 120-121)
-la madre Saverinifue a confesarse (l. 164-165).
Muy distinto sería el caso, por ejemplo, del «entraron» (l. 174),
que es indiferente a la relación de orientación: entrar es un paso del
402 Análisis semiótico del discurso
imperfecto expansión
pasado simple condensación
***
12
La idea de «pequeño» (petit) aparece en estos ejemplos en forma de «casucha»
y de «villorrio», respectivamente. (N. del T.)
Formas enunciativas y formas enuncivas 415
Con esta sucinta descripción de algunos de los mecanismos
enunciativos subyacentes a Una vendetta, se cierra nuestra modesta
iniciación al análisis semiótico del discurso. Como se ve claramente a
posteriori, el recorrido efectuado en esta obra es doblemente limita-
do. Ya indicábamos en el prólogo que nuestro libro sólo ofrece un
punto de vista semiótico (el de la Escuela de París) entre muchos
otros posibles; es verdad que si nos hemos limitado deliberadamente
a ese tipo de aproximación -que algunos pueden encontrar dema-
siado particular- es únicamente en razón de su posibilidad de apli-
cación, de su inobjetable rendimiento siempre que se quiera analizar
por entero un detenninado discurso. Además, esta obra sólo se limita
a presentar -aun dentro de su propio dominio- algunas de las no-
ciones básicas más elementales; hay que completarla con otros libros
consagrados más específicamente a la investigación y susceptibles de
ofrecer nuevos conceptos a fin de llevar a cabo análisis más elabora-
dos: la bibliografia incluida estimulará tal vez al lector a proseguir en
el descubrimiento de los modos de trabajar en semiótica.
BIBLIOGRAFÍA
Aame, A., Thompson, S., The types of the folkta/e, Helsinki, FF Communi-
cations, núm. 184, 1961.
Actes du col/oque d'Albi «langages et signification» (bajo la dirección de
G. Maurand). Ver especialmente: le cante, 1987; Nouvel/es recherches en
grammaire, 1988; le texte et/ 'image, 1989; la lecture des textes, 1990.
Actes sémiotiques - Bul/etin (1978-1987): 4 números temáticos por año. Pa-
rís, EHESS / CNRS. Ver en especial los núms. 15: La dimension cogniti-
ve du discours; 16: Problématique des motifs; 17: Le carré sémiotique;
20 y 26: la jigurativité; 21: la sanction; 23: Figures de la manipula-
tion; 27: Sémiotiques syncrétiques; 28: Sémiotique musica/e; 30: Polé-
mique et conversation; 35: Regards sur l 'esthétique: 36 y 40: l 'intelli-
gence artificielle; 39: les passions: 41: La subjectivité au cinéma: 42:
Sémiotique didactique; 44: l 'art abstrait.
Actes sémiotiques - Documents (1979-1987): 12 números por año. París,
EHESS/CNRS. (Esta serie ha examinado diversos objetos semióticos y
ha abordado diferentes problemáticas del mayor interés: en esta biblio-
grafia sólo hemos podido señalar un pequeño número de ellos.)
Adam, J .-M., Le récit, París, Presses Universitaires de France, 1984.
- , le texte narratij. París, Nathan, 1985.
Adam, J.-M., Petitjean, A., le texte descriptif. París, Nathan, 1989.
Afanassiev, Cantes russes, París, Maisonneuve et Larose, 1978.
Anscombre, J.-C., Ducrot, O., l 'argumentation dans la /angue, Bruselas,
Pierre Mardaga, 1983. (Versión española: La argumentación en la len-
gua, Madrid, Gredos, 1994.)
Apresjan, J. D., Principies and Methods of Contemporary Stn1ctural lin-
guistics, La Haya, Mouton, 1973.
ANÁLISIS Sl'MIÍlTJCO. - 14
418 Análisis semiótico del discurso
Arrivé, M., les langages de Jarry, París, Klincksieck, 1972.
Arrivé, M., «Le concept de symbole», Actes sémiotiques - Documents, núms.
25 ( 1981) y 36 ( 1982).
Arrivé, M. y Coquet, J.-C. (bajo la dirección de), Sémiotique enjeu: a partir
et autour de l'oeuvre d'A. J. Greimas, Amsterdam-Filadelfia, Hades-
Benjamins, 1987.
Arrivé, M., Gadet, F., Galmiche, M., La grammaire d'aujourd'hui, guide al-
phabétique de linguistique franr;aise, París, Flammarion, l 986.
Austin, J. L., Quand dire e 'estfaire, París, Seuil, 1970.
Barthes, R., Mythologies, París, Seuil, 1957.
- , Le degré zéro de l'écriture, París, Gonthier, 1964.
- , «Rhétorique de l'image», Communications, núm. 4, París (1964).
- , S / Z, París, Seuil, 1970.
Bastide, F., «Approche sémiotique d'un texte de sciences expérimentales»,
Actes sémiotiques - Documents, núm. 7 (1979).
Baylon, C., Fabre, P., Initiation a la linguistique, París, Nathan, 1975.
- , la sémantique, París, Nathan, 1978.
Benveniste, É., Problémes de linguistique générale, París, Gallimard, vol. I:
1966; vol. II: 1974.
Berrandonner, A., Éléments de pragmatique linguistique, París, Minuit,
1981.
Bertrand, D., l 'espace et le sens: Germinal d'Émile Zola, Amsterdam-
Filadelfia, Hades-Benjamins, 1985.
Borel, M. J., Grize, J.-B, Mieville, D., Essais de logique naturelle, Berna,
Peter Lang, 1983.
Borillo, A., «L'expression de la durée: constructions des noms et des verbes
de mesure temporelle», Linguisticae /nvestigationes, XII, 2, Amsterdam,
John Benjamins, l 988.
- , «A propos de la localisation spatiale», langue franr;aise, núm. 86, París
( 1990).
Borillo, M., lnformatique pour les sciences de /'homme, Bruselas, Pierre
Madarga, 1984.
Bremond, C., Logique du récit, París, Seuil, 1973.
Bühler, K., «Die Axiomatik der Sprachwissenschaft», Kant Studien, 1933,
vol. 38.
Calvino, l., «Comment j'ai écrit un de mes livres», Actes sémiotiques - Do-
cuments, núm. 51 (1984).
Bibliografia 419
Carton, F., Jntroduction ala phonétique dufran9ais, París, Bordas, 1974.
Cervoni, J., L 'énonciation, París, Presses Universitaires de France, 1987.
Chabrol, C., (bajo la dirección de), Sémiotique narrative et textue/le, París,
Larousse, 1973.
Charaudeau, P., Langage et discours, París, Hachette, 1983.
Chevalier, J.-C. y otros, Grammaire Larousse dufran9ais contemporain, Pa-
rís, Larousse, 1964.
Chiss, J.-L., Filliolet, J., Maingueneau, D., Linguistique fran9aise, París, Ha-
chette, vol. I: 1977; vol. II: 1978.
Chomsky, N., Structures syntaxiques, París, Seuil, 1969.
- , Aspects de la théorie syntaxique, París, Seuil, 1971.
Colín, M., «La grande syntagmatique revisitée», Nouveaux actes sémioti-
ques, Limoges, PULIM, Université de Limoges, núm. 1 (1989).
Communications, París, Seuil, revista temática. Ver especialmente los núms.
4: Recherches sémiologiques; 8: Analyse structurale du récit; 11: Le
vraisemblable; 13: Les objets; 15: L 'analyse des images; 16: Recherches
rhétoriques; 27: Sémiotique de l'espace; etc.
Coquet, J.-C., Sémiotique littéraire, París, Mame, 1973.
- , Le discours et son sujet, París, Klincksieck, vol. I: 1984; vol. II: 1985.
- , (bajo la dirección de) Sémiotique: l'École de Paris, París, Hachette, 1982.
Coquet, M., «Le discours plastique d'un objet ethnographique», Actes sé-
miotiques - Documents, núm. 44 (1983).
Courtés J., Lévi-Strauss et les contraintes de la pensée mythique, París, Ma-
me, 1973.
- , Jntroduction a la sémiotique narrative et discursive, París, Hachette,
1976. (Versión española: Introducción a la semiótica narrativa y dis-
cursiva, Buenos Aires, Hachette, 1978.)
-, «La séquence du mariage dans le conte populaire merveilleux fran9ais»,
Ethnologie fran9aise, VII, 2, París ( 1977).
-, «La lettre dans le conte populaire merveilleux fran9ais: contribution al'étude
des motifs», Actes sémiotiques - Documents, núms. 9 (! 979) y 14.(1980).
- , Le cante populaire: poétique et mythologie, París, Presses Universitaires
de France, 1986.
- , Sémantique de l 'énoncé: applications pratiques, París, Hachette, 1989.
Courtés, J. y Greimas, A. J., «Cendrillon va au bal: remarques sur les roles et
les figures dans la littérature orale», Systemes de signes, hommage a
G. Dieterlen, París, Hermann, 1978.
A'-ÁLISJS SEMIÚTIC0.- ]4•
420 Análisis semiótico del discurso
Courtés, J., y Greimas, A. J., Sémiotique. Dictionnaire raisonné de la théorie
du langage, París, Hachette, vol. I: I 979; vol. II: 1986. (Versión españo-
la: Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje, Madrid,
Gredos, vol. I: 1982; vol. II: 1991.)
Cruzeiro semiotico, revista de la Asociación Portuguesa de Semiótica. núms.
5 y 6: L 'énonciation ( 1986-1987); núm. 7: Le con te (1987).
Darrault, l., «Pour une approche sémiotique de la thérapie psychomotrice»,
Actes sémiotiques - Documents, núm. 8 (1979).
Degrés, revista de síntesis con orientación semiológica, Bruselas.
Delarue, P. y Tenéze, M.-L., Le cante populaire fram;ais, vol. 11, París, Mai-
sonneuve et Larose, 1964.
Delédalle,.G., Théorie et pratique du signe, París, Payot, 1979.
Delorme, J., (bajo la dirección de), Paro/e, figure, parabole, Lyon, Presses
Universitaires de Lyon, 1987.
Delumeau, J., Le péché et la peur. La culpabilisation en Occident Xllf-
XVllf siecles, París, Fayard, 1983.
Desclées, J.-P., «Représentation des connaissances», Actes sémiotiques - Do-
cuments, núms. 69-70 ( 1985).
Documents de travail et prépublications, publicados por el Centro Interna-
cional de Semiótica y Lingüística, Urbino, Italia (más de 170 números
aparecidos, en relación con las diferentes problemáticas que presentan
los objetos semióticos).
Dreyfus, H., lntelligence artificielle: mythes et limites, París, Flammaríon, 1984.
Dubois, J. (bajo la dirección de), Dictionnaire de linguistique, París, La-
rousse, 1973.
Duchet, 1.-L., La phonologie, París, Presses Universitaires de France (Col.
Que sais-je?), 1981.
Ducrot, O., la preuve et le dire, París, Mame, 1973.
- , Les échelles argumentatives, París, Minuit, 1980.
- , Le dire et le dit, París, Minuit, 1984.
Ducrot, O., Todorov, T., Dictionnaire encyclopédique des sciences du lan-
gage, París, Seuil, 1972.
Eco, U., Lector in fabula, París, Grasset, 1985.
- , Sémiotique et philosophie du langage, París, Presses Universitaires de
France, 1988.
Escarpit, R., Théorie générale de l'information et de la communication, Pa-
rís, Hachette, 1976.
Bibliografla 421
ANÁLISIS SEMIÓTIC0.-15
430 Análisis semiótico del discurso
autor, 86, 87, 88,372. colectivo, 186.
auto-sanción, 144. combinación, 117.
axiología, 145, 164, 165, 180, 237, comparación, 176,390,391.
250-51, 257, 287,335,344, 350, comparado, 414.
394. comparante, 414.
axiología genérica, 351. competencia, 121, 122, 148, 149,
axiología específica, 351. 182, 186,192,214,313,314.
axiologización, 252,253. competencia modal, 151, 154, 159.
competencia semántica, 151, 159,
bi-unívoco, 242. 412.
complementariedad, 222,229.
calificación, 143. componencial (análisis-), 263.
calificante (prueba-), 143. comunicación, 16, 47, 87, 359, 360,
cambio, 99. 372.
campo léxico, 281. comunicación intersubjetiva, 15, 25,
campo semántico, 281. 56, 74, 77, 91.
castigo, 165, 197. comunicación participativa, 135.
catáfora, 392. conceptual, 239,241,243.
cataforización, 83. concomitancia, 214,318.
categoría, 221,249,259. condensación, 25, 83, 251, 289, 392,
categoría isotópica, 287, 288, 333, 410.
337,338. conector, 393.
categorial, 102, 229, 230, 247, 265, configuración, 179, 196.
267. conformidad, 164, 174, 306.
categoría sémica, 267,287,288. confrontación, 180, 197.
certeza, 177. conjunción, 136,212.
clasema, 271, 280. conmutación, 22, 28, 42, 53.
clausura, 83, 87, 129. connotación, 20.
código, 73. consecución temporal, 125, 128,
código figurativo, 250. 143.
código semántico, 389. consecuente, 125.
cognoscitivo, 159, 165, 169, 178, contacto, 73.
187,240,257,306,365,388. contenido, 18, 21, 25, 29, 32, 36, 48,
cognoscitivo enunciativo, 366, 388, 77,92,99,258,259,285,297.
389. contexto, 73, 74.
cognosicitivo enuncivo, 366. continuo, 52, l O1.
coherencia, 258. contradictorio, 221, 224, 267.
índice de conceptos 431
contra-don, 310. destinador, 72, 110, 144, 163, 180,
contrario, 222,229,267. 358.
contrariedad, 221, 222. destinador judicador, 169.
contrato, 144, 165, 196,306. destinatario, 72, 110, 144,358.
contrato fiduciario, 62. destinatario-sujeto, 144.
contrato veridictorio, 81. destrucción, 135.
conversación, 56. diálogo, 60, 81,359,373,376,391.
conversión, 199, 22 l. diccionario, 278.
correlación, 39. dimensión cognoscitiva, 145, 149,
creer, 174, 175. 161, 170.
cronológico, 128. dimensión pragmática, 145, 149, 161.
cronónimo, 81. diptongación, 29.
cuadro (o cuadrado) semiótico, 199, discontinuo, 52, l Ol.
221, 228, 348. discurso, 15, 95, 96, 107, 110, 263,
4-Grupo, 199,208,223,227. 278,353,383.
discurso directo, 391.
deber estar-ser, 156. discurso indirecto, 391.
deber hacer, 153, 191, 323. disforia, 252, 253, 254, 350.
decisión, 181, 182. disfraz, 328.
decisiva (prueba-), 143. disjunción, 136, 212.
degradación, 142. distintiva (relación -), 264.
deíctico, 70,387. distintivos (rasgos-), 39,259.
delegación, 189. dominación, 197.
denotativo (significado-), 78. don, 118,137,193,212,310,318.
densidad sémica, 248,250,287. don recíproco, 31 O.
derivación, 27. dudar, 176.
desambiguación, 284. durativo, 192, 382, 384, 404, 406.
descriptivo, 121, 136, 148, 197,
214. ejecución, 181.
desembrague, 368, 369. elasticidad del discurso, 25, 11 O, 41 O.
desembrague actancial, 369. embrague, 369.
desembrague enunciativo, 373. embrague enunciativo, 405.
desembrague enunciativo temporal, embrague enunciativo actorial, 370.
369. embrague enunciativo temporal, 374.
desembrague enuncivo, 373. embrague enuncivo, 373.
desembrague enuncivo actorial, 373. embrague espacial, 371.
desposesión, 318. embrague temporal, 370.
432 Análisis semiótico del discurso
emisor/ receptor, 17, 360. estructura narrativa, 142, 180.
enciclopedia, 264, 281. estructuras profundas, 57, 198, 199.
enunciación, 15, 70, 85, 87, 353, etiquetaje, 69, 76.
355, 357, 358, 360, 365, 367, euforia,252,253,254,350.
368,374,386,395,413. evaluativos, 389,412.
enunciación enunciada, 355, 356, exclusión, 177.
366, 367, 395. exhaustividad, 98.
enunciación remitida, 359. expansión, 25, 83,251,289,392,410.
enunciado, 38, 107, 114, 353, 356, expresión, 18, 21, 28, 37, 48, 77, 92,
358,365,368,374,386,413. 258,259,285, 297.
enunciado de estado, 112, 142, 148. extra-lingüísttco, 76, 78, 79.
enunciado de hacer, 113, 148.
enunciado elemental, 11 O, 118, 142. fabricación, 135.
enunciado enunciado, 355, 356, 357, factitiva (relación-), 158,181,317.
365, 366, 395. factitividad, 162, 181,189,360.
enunciador, 62, 86, 87, 357, 363, factitividad cognoscitiva, 188.
364,372,374,379,390,391. falso, 167, 168, 169, 171, 172, 173,
enunciatario, 62, 86, 87, 357, 359, 174,203.
362,363,364,374,390,391. fema, 39,259.
enunciativos (deícticos-), 387. fenoménico, 57.
enuncivos (deícticos-), 387. fenotipo, 57.
epistémico, 149, 164, 174. fiduciario, 56, 119,372.
espacial, 327. figurativo, 237, 238, 239, 240, 246,
espacialización, 384. 257.
espacialización enunciativa, 386. figurativo abstracto, 246, 247, 248,
espacialización enunciva, 386. 251, 252, 286, 344.
espacio, 331, 412. figurativo icónico, 246, 247, 248,
esquema, 143, 147, 276, 277, 278, 251,252,287.
279,280. fonema, 27, 39, 259.
esquema narrativo, 143, 144, 147, 164. fonética, 14, 27, 30, 92.
estado, 101, 105, 112, 114,142,405. fonología, 14, 27, 92.
estados de ánimo, 157. frase,96, 107,110,353.
estar-ser, 63, 118, 155,156,406. fondo, 14, 23,297.
estética, 393, 394. forma, 14, 23, 29, 32, 37, 47, 51,
estrategia, 135, 191. 297,354.
estructura de superficie, 57, 179, forma de la expresión, 29, 36, 45,
198,199,212. 78.
Índice de conceptos 433
Págs.
PREFACIO.................................................. 7
Págs.
Págs.
BIBLIOGRAFÍA . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . • . . . • . • • • . . • . • . . . . • 417