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Casi no cruzabamos palabras, saturados por el sonido metdlico de la voz de mi padre, quien no cesaba de fustigar a su orgullo, La vergiienza de mi madre se habia instalado en su piel cetrina y supurante. Nuestros rasgos, alarmados, empezaran a gesticular la condici6n tinica del panico. Sintiéndome incrusta- do en un tiempo critico, acepté depositar la confesién en mi hermana melliza, 208 IT TENGO LA MANO TERRIBLEMENTE AGARROTADA 210 Mr KeMano mellizo adopié el nombre de Marfa Chipia y se ‘travisti6 en virgen. Como una viegen me anuncié la escena del arto. Me la anunci6, Me La proclamé, (Ocurrié tuna extrafia fecundacién en la pieza cuando el res- to seminal escurtié fuera del borde y senti como latigo el de- secho. “iOb, nol, ioh, nol, dijimos a coro al percibir la catastrofe gue se avecinaba. Evolucionébamos a un compromiso hibrido, antiguo y asfixiante que nos sumergié en una inclemente duda, Decidi entregar a Maria de Alava la custodia del nifio que acabébamos de gestar. Lo decidi en ese mismo instante origi nal como ofrenda y perdén para las culpas familiares (Enifto venfa ya horriblemente herido,) Maria de Alava, que habia presenciado toda la escena, hizo un canto mfmico que alababa nuestra unién y dijo: ~la familia sudaca necesita mi ayuda. Este nifio sudaca necesitaré mas que nadie mi ayuda. El acto quedé sellado. Para entenderlo era preciso repetirlo hasta borrarlo, Pisoteando a su virgen que Hamaba el mal, que significaba el mal, Marfa Chipia se doblé en el suelo y su boca mordi6 el polvo, Desnudo, como hijo de Dios. Me debati en la mancha de sangre, Iracunda, como hija de Dios. (1 nifio venfa en la paz cetrina de su mal semblante.) Me incliné para excusarme por mi sexualidad terresire, Maria Chipia y Maria de Alava apelaron al erotismo de las masas. Yo, una de ellos, caf en laxitud después de la lujutia, sin forma ni cuerpo y con una espantosa fractura moral —IQut znctzxow! iQué hicieron! La voz de mi padre atroné la pieza, cruel, Nosotros temblamos, temblamos horrorizados. Mi padre, anciano y cruel, culpé, clamé, reneg6 de mi madre. Mi madre, ya anciana y obscena, se doblegé ante él, reconociendo que su odio era sagrado, y su cuerpo supurante esgrimié un gesto de menosprecio hacia nuestras figuras evacuadas por la pasin y traspasadas por el adulterio materno antiguo, Vimos que la virilidad seguia aparentemente correcta ¢ igualmente daflina, Como mellizos que descendiamos, estéba- ‘mos gestando nuestra propia prole autista en la cerraz6n fami- liar, Una prole somaticamente pareada con los cromosomas estrechamente emparentados. Como nunca. Maria Chipia ya no era el muchacho glorioso de antaiio, Ni soberbio, ni equivoco. Yacia de cara a mis padres, acuséndome de contagiarle un rencor organico y venéreo. Maria Chipia empezé a convuisionarse por los efectos de un inminente ataque epiléptico, los grumos forméndose en sus comisuras. Maria de Alava y yo, sin asistirlo, inclinamos la erviz, La cblera de mi padre terminé de rajar mi tela (Supe que el nifio venfa con el créneo hundido,) ‘Torci mi cabeza hacia Maria Chipia, quien, copiando a mi padre, apenas podia decir en medio de sus convulsiones: ~1Qué hicimos! iQué hicimos! i madre paseaba ante nuestras cabezas bajas estilando un incesante hilo de sangre que la acompafiaba desde el adulte- Mi padre le ordené que abandonaran el recinto, Me com- \leci por sus figuras ya penosas, ia Chipia, pasandose las manos por la boca, dijo: jero que Maria de Alava me baile un homenaje, ‘Manta Curia y yo sabemos que hemos nacido por una mala maniobra de Dios, Sin cansarse, repite obsesivamente “soy un digno sudaca, soy un digno sudaca’, mientras las sflabas se tri- zan contra los muros de contencién de la casa. Su mirada diurna brilla desde sus ojos maquillados. Su mira- a noctura en agonfa. Me nombra y me atrae contra su pecho desnudo, pidiéndome nuevos contenidos, otras poses; me pide revisar la posibilidad de lo obsceno. Su pecho desnudo se toca con el mfo y en la distancia pulsa su genital y habla de deseo. Me posee toda Ja noche. Maria Chipia me posee toda la noche mientras mis padres, trepados por las ventanas, nos observan entre los resquicios. Dificil, dificil hacerlo bajo sus miradas, pero una y otra vez nos encontramos en un plano aterradoramente personal. Maria de Alava me ordena que describa el acto. Le obedezco franqueando la inutilidad de mi lengua. Dejo por escrito mis argumentos y Maria Chipia cibuja la posicién de mis padres. La vergitenza de mi madre nos rodea envolviéndonos en una estela profusamente azul Maria de Alava me pide una vez mas que describa el acto: Maria Chipia me ha posefdo toda la noche —tBajo la mirada de mis padres? ~Si, en el centro de sus pupilas. ‘Maria Chipia, traspasado por palpitaciones, no deja de poseer- ‘me; su alma errante tapa los agujeros a la mirada de mis padres, quienes estrellan sus cabezas contra los dinteles de las ventanas, A oscuras jugamos a los mellizos en la noche. Un juego intimo, hiimedo y Tleno de sec al amanecer que el nifto per Maria Chipia me pide que viole mi secreto. Destrozo mi secreto y digo: Quiero hacer una obra sudaca terrible y molesta, u3 Estamos savasmnente preparados para la extincién, Un peque- Ao € luminado grupo familiar maldito, Maria de Alava, posei- a por la obsesion, me ordena que me incline ~Ya no seré posible mi confesi6n de rodillas le digo-, estoy permanentemente expuesta a la ndusea. Mirarte desde el suelo me asquea. —No dilates, no divagues. Examinemos el tiltimo articulo. ~Soy culpable, Maria de Alava. Yo misma clamé el delito. Fue mi goce profundo el que impidi6 detener el arqueo de mi cuerpo. Maria de Alava apunta. Anota los cargos que resultan exce- sivos para una sola muerte. Si yo me extingo, Maria de Alava ahogaré al nifio. Quedard libre. Pero nuestra casa esta sitiada por la avaricia de la nacién mas poderosa del mundo y ella tampoco pervivira. (En mi vientre el nifio esta sufriendo convulsiones) ‘Mi padre gime en la otra pieza, gime por la vergiienza de mi madre. ~Mi padre se ha convertido en un insoportable voyerista digo. Le cuento mi ultimo suefio. Un sueiio con figuras despega- das. Le digo que penosamente, en mi sueio, logré figurar una mano, pero las uias saltaron de los dedos y los dedos desapa- recieron mutilados de la palma. Me explicé que era un sueno en que aparecia mi terquedad, y antes de retirarse dij Tienes que aprender que el goce es siempre purulento, y el pensamiento guerrero, bacanal 222 A Maria Chipia. Bello. Bello y faterno Soy vicnma de un turbulento complot politico en contra de nuestra raza, Persiguen aislarnos con la fuerza del desprecio. Ahora mi madre duerme sobre mi, agotada después de haber realizado el homenaje a la nacién mas poderosa del mundo. Ella piensa que mi padre esta coludido con esa nacién y que nosotros somos la carrofta, Me ha confesado que su devocion, al placer ha abierto las puertas a este desastre que conjuga casi todas las plagas. Piensa que el nifio es una plaga y que su Ile gada produciré un efecto atemporal, el justo efecto que mi padre espera para destruitla. Siente que Maria de Alava esté coludida con mi padre. (Mi madre no gusta de Maria de Alava.) ‘Mi madre, que se ha pegado a mi lomo, me ha dicho en secreto que mi hermana incita carnalmente a mi padre, y de €s0 quiero hablarte en realidad. Cuando mi madre afirmé que jugaban el juego completo, yo senti que no te perdonaria, pues entendf que t1i formabas parte del complot. La otra tarde te sorprendi mirando extasiado por el hueco de la ventana, y cuando te pregunté qué estabas mirando, me contestaste, min- iendo, que medias la densidad de la luz. No te perdono, pues atin temes a mi anciano padre, que no ha derrotado a su vitili- dad, Ti temes atin a la suavidad de la seda. Temes a mi herma- nay a mi madre, y parece que la multiplicidad de tus suefios te acercara a la nacién més famosa y poderosa del mundo. Pero yo, que leo y traduzco cada movimiento en la genitali- dad de la familia, sabia exactamente cuando los miembros hablaban de posesi6n, Maria de Alava no hizo sino responder a las stiplicas enfermizas de mi madre, que se condolia por su mezquindad, Solo ta retardaste nuestro encuentro, Porque td eres yo mis- ‘ma, conozco cada uno de tus conocimientos por muy distantes 228 ue nos encontremos, pues ambos sabemos la forma tnica de frenar nuestra extincién y la humillacién a nuestra raza. Esto me ha cansado mucho y me provoca un permanente sobresalto. Ahora mismo mi madre esta profundamente dormi. a con su lomo pegado al mio. Mas tarde, cerca del amanecer, acudiré contigo para que calmes mi mente. Cuando la luz iltumine todo y mi madre se despierte, yo alcanzaré a volver a su lado y ella no estara segura de lo acomtecido entre nosotros, Manta Cintra se arrastra buscando una moneda para abando- nar la casa. Escarba desesperado por los rincones, insistiendo a gritos en la realidad del metal Su Ultima seda rafda lo hace parecer un mendicante histéri- 9, convulso por el fracaso, Revienta con las uilas cada insecto Parapetado en los orificios. Sus dedos, enos de restos, logran ‘conmoverme por un instante. Me acerco para lamerlo y sus dedos entran por mi garganta Provocdndome una seria arcada. HI nitio, alarmado, me marca con un extrafio movimiento. ~Estards para el nacimiento ~digo~. Ti te quedards hasta el nacimiento, Tnvolucrado en su constante cobardia, me golpea acusén- Gome de una maligna retencign, Retrocedo lejos de su puto 9 grito un grito cuidadosamente elaborado: Te quedarés, sin embargo. Sigue escarbando el sustento de su huida, mas agobiado que antes, yy. desde lo alto su figura que voluntaria- mente se acopla al patetismo. ~Abandonaré la casa —murmura~, Te abandonaré —dice, Aferro en mi mano la tinica moneda de la casa, la moneda gue logré capturar camuflada en la pierna de mi padre, 9 veo en forma nftida mi propia salida, Me quedo observando su instil intento, fascinada por el mo- Timiento de su cuerpo que se tensa hasta el limite. Sus misc. {os saltan, levantando la piel en medio de la abertura de la seta Sus muslos y el tal6n se aprietan de ansiedad porla moneda Finalmente se deja caer en el suelo y en sus ojos se dibuja clodio céncavo a mi vientre. Le ofrezco mi deformiciad acn. diendo a un gesto minimo, pero que él traduce facilmente. Mi sgesto lo invita a compartir mi holgura Se acerca y su mano me roza, sus ojos Horan y el maquillaje 225

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